"Una habitación oscura, encendida solo por el fuego de una chimenea, mientras que un sillón comenzaba a girar, dando paso a Salem, quien estaba vestido con una elegante bata de color negro con detalles dorados, viendo hacia el frente
-Bienvenidos de nuevo amantes de lo oscuro, al último relato de terror, si han logrado llegar hasta aquí, entonces significa que merecen algo de respeto, pero el último relato es el más perturbador de todos, tan oscuro y macabro que solo puede describirse de una manera, con una pintura, pero les advierto, el solo verla puede hacer que se vuelvan tan locos que serían dignos de ir a Arkham-
- ¡Ah! -grito Abu Hop- ¡Son perros y están jugando al póker! -grito comenzando a reírse de forma demente, mientras se estiraba la cara, se jalaba los pocos cabellos que tenía, antes de ser sujetado por dos enfermeros que le pusieron una camisa de fuerza, llevándoselo a rastras
-Había una historia sobre esto, pero era demasiado perturbadora y los nenes de la generación de cristal se quejaron mucho por ella, así que en su lugar decidimos poner otro relato, escrito por el más grande escritor del horror de todos los tiempos, disfrútenlo, si es que pueden-risa"
Sin más que decir, disfruten
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El Cuervo
(El cuervo - Audiolibro -Edgar Allan Poe (Mejor Narración) - YouTube)
Una habitación completamente oscura, mientras que una figura se ve sentada en un cómodo sillón, sin nada más que el sonido del viento y el calor del fuego, usando una elegante bata de color negro, Tohru se encontraba sentada, acurrucada y completamente dormida.
Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
-¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Dónde? -exclamo Tohru despertándose abruptamente, mientras buscaba con la mirada la causa del ruido, pero solo miro hacia la puerta, desde donde se escuchaba el sonido y riendo…
Tohru
"Es -dije musitando- un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más."
Tras decir eso, Tohru volvió a su sueño, sintiéndose descansar tranquilamente, cuando de pronto, un sonido la hizo despertar de nuevo, dirigiéndose hacia la pintura que estaba colocada sobre la pared.
¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Kobayashi San, la única,
virgen radiante, Kobayashi San por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.
-Oh Kobayashi San-dijo con tono de lamento, viendo el retrato con profunda tristeza y dolor, antes de alejarse del mismo, cuando de pronto, el mismo golpe de hace rato la hizo saltar del susto.
Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
Tohru:
"Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más."
Con su mente jugándole un sinfín de bromas, imaginándose a todo tipo de espectros, Tohru decidió salir de su escondite.
Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
Tohru:
"Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón imploro,
más el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía."
Dirigiéndose hacia la puerta, tomo el picaporte y la abrió de golpe esperando encontrar cualquier cosa, pero…
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.
Cerrando la puerta con mucha extrañeza, Tohru se dispuso a volver a su cuarto, mientras trataba de calmar su pulso y ansiedad.
Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: "¿Kobayashi San?"
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: "¡Kobayashi San!"
Apenas esto fue, y nada más.
Tras seguir murmurando el nombre de su amada, Tohru toco el retrato y se dispuso a volver a sentarse, cuando una vez más, escucho un fuerte golpe, esta vez, viniendo de una ventana.
Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
Tohru
"Ciertamente -me dije-, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio."
¡Es el viento, y nada más!
Acercándose hacia la ventana de su cuarto y armándose de valor, la abrió con una rapidez impresionante y apenas lo hizo, tuvo que cubrirse la cabeza cuando algo ingreso volando.
De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.
El cuervo era de color negro, con ojos grandes y que mostraba una extraña calma, así como también parecía que su pico mantenía una expresión serena, con un par de cuernos en su cabeza, unas colitas que caían hasta sus patas, mientras una de las plumas de su cola terminaba en un pompón.
Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
Riéndose al ver que la causa de sus miedos era solo un pequeño cuervo, Tohru se acerco a donde estaba el ave y riéndose…
Tohru
"Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-.
no serás un cobarde.
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!"
Y el Cuervo dijo: "Vete al Diablo"
(-)(-)(-)
-¡Oye, oye, oye! ¡Kanna! No interrumpas la historia, el Cuervo dijo "nunca más" y es todo lo que decía-dijo Salem viendo a la tierna Dragona.
-Está bien-acepto Kanna encogiéndose en hombros.
(-)(-)(-)
Tohru se sorprendió al escuchar al pequeño Cuervo hablar con tal claridad que retrocedió un poco.
Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: "Nunca más."
Tratando de mantenerse serna, Tohru solo se limito a caminar por la habitación, sintiendo la mirada del Cuervo siguiéndola en todo momento, pero no se dejo intimidar por el ave, para llegar a una conclusión.
Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como vertiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
Tohru:
"Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas."
Y entonces dijo el pájaro: "Nunca más."
Tohru se llevo ambas manos a la cabeza y sacudió su cabello buscando encontrarle sentido a lo que pasaba.
Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
Tohru
"sin duda -pensé-, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de "Nunca, nunca más."
Tras llegar a esa conclusión, Tohru rompió en una risa algo nerviosa y un poco demente.
Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: "Nunca más,"
Tohru camino un poco más hacia su silla, volviendo a sentarse, mientras seguía pensando en lo que la vida le había dado y quitado desde que podía recordar.
En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!
Levantándose de nuevo, sintió que algo la golpeaba en la cabeza- ¡Auch! Maldito incensario-gruño molesta, viendo que un par de Serafines revoloteaban sobre ella, sostenido dicha reliquia.
Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
Tohru
"¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Kobayashi San!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Kobayashi San!"
Y el Cuervo dijo: "Nunca más."
Tohru gruño y encaro al Cuervo con ojos de enojo.
Tohru
"¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!"
Y el cuervo dijo: "Nunca más."
"¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!"
Y el cuervo dijo: "Nunca más."
Tohru encaro al Cuervo con ojos de furia y ganas de destrozarlo, al tiempo que lo señalaba.
Tohru
"¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! -le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: Nunca más."
Al escuchar la respuesta del Cuervo, Tohru se trono los nudillos-Aparta tu pico de mi corazón y tu figura del dintel de mi puerta-repitió con tono más molesto.
Y el Cuervo dijo-Nunca más-.
-¡Pequeña rufián! -grito Tohru saltando sobre el Cuervo y tratando de atraparla- ¡Ven acá! ¡Ven acá maldito Cuervo! -exigió Tohru, al tiempo que la seguía por toda la habitación, en cierto punto, termino cayendo al suelo, golpeándose la cabeza y viendo a varios Cuervos caminar alrededor de su cabeza, repitiendo "Nunca más" una y otra vez.
Esta vez, el Cuervo paso a la defensiva cuando Tohru comenzó a perseguirla de nuevo, arrojándole varios libros del autor Edgar Allan Poe, entre ellos "El Corazón Delator", así como también otros libros de horror de otro autor, el gran Stephen King, siendo "Eso", "Christine", "Cujo", "Cementerio Maldito", "El Resplandor", "Carrie".
Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!
Atrapada en la sombra del Cuervo, Tohru solo pudo ver como el ave no apartaba su vista de ella, antes de finalmente reírse de forma macabra.
Fin del capítulo
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"Y con esto llegamos al final de esta serie de relatos, pero ya lo saben, sean muy cuidadosos por donde quiera que vayan y jamás dejen una ventana abierta por la noche, ya que nunca saben que sorpresas les pueda aparecer, aunque claro ¿Quién le tendría miedo a una simple ave? -apenas Salem pregunto esto, el mismo Cuervo de la historia apareció, posándose en el dintel de la puerta, dejando a Salem alarmado, en especial cuando lo vio fijamente-Koba…Koba…Koba…ya…ya…shi…-tartamudeando del terror, Salem trato de llamar a Kobayashi con urgencia"
Un abrazo y un beso para las damas, junto a mis cordiales saludos a los caballeros
Nos vemos…en "Guerra Infernal"…si Dios quiere…mis Nakamas…
