CAPITULO 15. RECIPROCIDAD
La vida de Kagura en su solitaria casa había cambiado por completo los últimos meses. Nuevamente vivía en compañía de alguien, compartían sus días y sus noches, y cada día amaba más a su compañero. Luego de la recuperación de Hijikata, el hombre había decidido volver a sus labores en el Shinsengumi, a pesar de haber disfrutado en gran manera estar con la Yato extrañaba también el cuartel, los entrenamientos y arrestar maleantes.
Poco más de dos meses habían transcurrido desde el nacimiento de Sakura, y ahora Kagura solo tenía pendiente celebrar el cumpleaños del Vicecomandante por primera vez como pareja. Ya había empezado con los preparativos, no sería algo tan grande ni complicado como la fiesta que tuvo junto a Otae y Kondo, por lo que tenía todo bajo control hasta ahora.
Esa tarde al culminar su trabajo en la Yorozuya decidió salir a caminar junto a Sadaharu. Pasearon por las calles de Kabuki-cho hasta llegar a un parque, donde jugaron un poco; el peludo amigo de Kagura se veía más que feliz, y ella extrañaba la sensación de ser recibida por él en casa o caminar y luchar a su lado, por lo que esa tarde tomaría la decisión de llevarlo a vivir junto a ella y Hijikata. La Yato sabía que tarde o temprano el hombre volvería a vivir en el cuartel del Shinsengumi y así no estaría tan sola cuando eso pasara.
Esa misma noche, la pareja y el enorme perro blanco se encontraban cenando en el comedor, compartiendo lo sucedido durante el día. En momentos así Kagura se sentía aliviada de haber aprendido a cocinar algo decente tanto para ella como para Hijikata, aunque esta noche se deleitaban con el favorito de la Yato: arroz con huevo. El pelinegro no se quejaba mientras tuviera su respectiva dosis de mayonesa encima; y en consideración cuando podía él también cocinaba, algo que a Kagura le encantaba, tanto verlo preparando una rica comida como disfrutarla.
Por su parte el vicecomandante solo pensaba en lo que pasaría en unos días. Mientras la escuchaba hablar se distraía en varias ocasiones solo observándola, absorbiendo cada detalle, cada gesto en su memoria. Con el pasar de los días estaba cada vez más seguro de que quería unir su vida con ella, seguir conociendo más aspectos de su vida. Aunque era una experiencia nueva para él todo se sentía natural mientras estaban juntos. Ahora a pesar de su fachada de tranquilidad, en su interior empezaba a sentir nervios por la propuesta que planificaba, más aun el tener que hacerlo durante su cumpleaños.
-Ne Kagura... ¿Cuál es tu color favorito?
-Ehh, bueno, creo que el rojo. ¿ Y el tuyo?. - Preguntó mientras llevaba un poco de arroz a su boca.
-Uhmm. No lo sé, supongo que me gustan los colores oscuros... Ya sospechaba que el rojo era tu favorito, solo quería confirmar.
-¿Por qué tan interesado en mis gustos en colores tan de repente?
- Por nada, solo curiosidad.
-Bien. Sabes, aún no se que regalarte. Quiero darte algo especial y perfecto, pero no se me ocurre nada. Dame alguna idea.
-No lo sé. No tienes que regalarme nada, contigo es más que suficiente.
-Awww, ¡eso es muy dulce.!, pero igual quiero darte algo. Apenas quedan 5 días para decidir.
Hijikata sonrió mientras apoyaba su mano en su mejilla. - Bueno, como desees, cualquier cosa que me des la apreciaré.
-No creas que se me olvidó que perdiste la apuesta. Aunque pienso igual que tú. Que estés conmigo ya es un gran regalo.
-No me he olvidado de eso. Te lo cumpliré. Solo quería encontrar un buen momento para dártelo. ¿Qué te parece si te lo doy el mismo día de la fiesta?.
-Bueno, está bien. Pero ¿no sería raro?. Es tu cumpleaños deberías ser tú el único que reciba regalos.
- Eso no importa. Ya verás, ese día te lo daré. Espero te guste.
-Por supuesto. - Respondió Kagura sonriente.
Más tarde esa noche ambos fueron a descansar, mientras Kagura dormía plácidamente Hijikata no lograba conciliar el sueño, no solo pensaba en la plática que tendría al día siguiente con Gintoki y Shinpachi, también pensaba sobre el anillo que aun no compraba, y la fiesta en la que haría la pregunta mas importante de su vida.
Supongo que mañana pensaré en eso. - Se dijo para luego intentar dormir.
A la mañana siguiente un nuevo y ajetreado día comenzaba para ambos, tomaron el desayuno juntos y una hora despues Kagura fue la primera en irse. Entre sus planes del día estaba el encontrarse con Otae y la bebé, ya que irían de compras y así tendría la ayuda que necesitaba para elegir un regalo para el cumpleañero. Además también encargaría el pastel.
-Vaya, ya es 2 de mayo. Falta muy poco. Espero que sea tiempo suficiente para encargar el pastel. - Pensaba la Yato mientras veía la fecha en su teléfono. Unos minutos más tarde se había reunido junto a Otae en un centro comercial.
Hijikata se despedía del enorme Sadaharu y salía de casa con rumbo a la Yorozuya. Tomó su teléfono y le avisó a Kondo que tendría que tomarse la mañana libre. A pesar de que era algo extraño para su jefe que el vicecomandante se ausentara de sus labores, comprendió que debía ser algo muy importante, por lo que no le puso peros y le pidió que le contara los detalles cuando llegara al cuartel.
El pelinegro bajó del auto y subió las escaleras, hasta que estuvo frente a la entrada del local. Tocó a la puerta y nadie respondía, unos segundos después alguien abrió.
- Hijikata-san. Buenos días. ¿Qué lo trae por aquí?
- Buenos días. Vengo a hablar con tu jefe y contigo. ¿Dónde está?
-Está adentro, pase. - Ambos entraron a la sala buscando al peliplata. - Gin-san, ven. Hijikata-san dice que viene a hablar con nosotros.
-Eh, muy raro verte por aquí, Mayora. - Respondió el hombre mientras salía de la habitación y se sentaba en el sofá. - Bien, habla... ¿Es sobre Kagura?
Hijikata aclaró su garganta mientras pensaba como iniciar la conversación.
- Sí... Bueno, como sabrán Kagura y yo tenemos unos meses de relación, casi un año ya, y hace un par de meses vivo con ella. Durante todo este tiempo nos ha ido muy bien, así que... Decidí pedirle matrimonio. Lo haré durante la fiesta que está preparando para mi cumpleaños.
- ¿QUÉ? - Gritó Shinpachi mientras Gintoki solo lo veía sorprendido y con la boca abierta.
- Como oyeron. Solo les aviso porque son como su familia. También se lo comuniqué a su padre, le pedí que estuviera presente ese día. Sobra decirles que no abran la boca. Aún no se como haré eso con exactitud.
- Jamás pensé que este día llegaría, por lo menos no tan rápido. Aunque era algo que ya se veía venir. Es increíble escuchar las palabras 'Kagura' y 'matrimonio' en una misma oración. - Decía Gintoki mientras pasaba su mano por su cabello.
- ¿Acaso es imposible creer que se case?. Cualquier hombre estaría feliz de estar con ella, idiota.
- Sí, es cierto. Creo que ambos tienen razón... De mi parte le digo que tienen todo mi apoyo, Hijikata-san. Me alegro por ustedes. - Habló sincero Shinpachi.
- Gracias.
- Supongo que solo hay que asimilarlo y acostumbrarse. Espero que seas buen esposo. Eso sí es que acepta casarse contigo. - Mencionó Gintoki con una sonrisa burlona.
- Eso espero. Bueno... Con eso me despido. Nos vemos pronto. Aún debo ir a buscar un anillo para ella y ni siquiera sé por dónde empezar.
- ¿Aún no lo tienes?... Entonces, la Yorozuya te acompañará en tu búsqueda. Nos aseguraremos de que nuestra Kagura reciba el mejor anillo de compromiso.
- ¿Ah?. No, gracias. Eso no es necesario, puedo hacerlo solo.
- Claro que no, casi cuñado. Iremos contigo. Vamos Patsuan.
- Ahhg, esto no será fácil. - Se quejó Hijikata mientras salía de la casa/oficina detrás de los 2 hombres.
...
Los tres salieron al centro en busca de alguna joyería, como era de esperarse Gintoki solo entraba a las más grandes y costosas de la ciudad, a estas alturas solo quería fastidiar al vicecomandante, no estaban siendo de ayuda en lo absoluto.
- Oigan, par de idiotas. ¿Ustedes creen que soy el Shogun o algo así?... Todo aquí es muy caro. Vamos a otro sitio. Yo lo escogeré. - Exclamó el pelinegro mientras se daba la vuelta saliendo del local.
- Gin-san, esto es importante para él, se más serio. Es cierto lo que dice, este lugar debe estar muy por fuera de su presupuesto.
- Bien, ya... Son unos quejumbrosos. Vamos.
- Entremos aquí. - Mencionó Hijikata un rato después mientras se detenían frente a otra joyería más modesta. Aunque no era como las anteriores el trío no podía dejar de notar la hermosa mercancía en los aparadores una vez entraron.
- Buenas tardes, señores. ¿En qué podemos ayudarles?.
- Buenas tardes. Estoy buscando un anillo de compromiso.
- Ah, no se preocupe. Tenemos una gran selección de anillos, y una gran variedad de piedras. ¿Tiene algo en mente?
- Bueno, aun no. - Pensó por un momento y recordó su conversación con Kagura la última vez. - ¿Hay algo en rojo?. Es su color favorito.
- Oh, ya veo. Bueno le mostraré algunos. - Dijo mientras sacaba algunas prendas.
- Este es un anillo de oro, y la piedra es un rubí. Puede ver que es un hermoso color rojo.
- No está mal.
- El precio varía de acuerdo al tamaño y los quilates. Hay varios modelos y a diferentes precios. Puede elegir el que más le guste.
- Creo que son muy buenos. - Pronto detuvo su vista en uno que llamó su atención. - Muestreme ese por favor.
- Claro.
- Oigan, sean útiles díganme ¿Ustedes que opinan?
- Creo que es bonito. No sé mucho de anillos pero se ve bien. - Respondió Shinpachi y Gintoki asentía en aprobación.
- ¿Usted sabía que al igual que las flores las piedras tienen diferentes significados? En el caso del rubí es interesante. No es una piedra que se use comúnmente para anillos de compromiso pero es hermosa a su manera.
- Antiguamente se consideraba al rubí como "la piedra del sol", ya que representaba el fuego y la fuerza interior, por su característico color rojo. - Continuó el hombre. - Y ese mismo significado se traspasa al llevarlo a un anillo de compromiso, por ser una piedra que se asocia con la pasión, el coraje, la emoción y el amor ferviente.
- No sabía eso. Entonces creo que elegí el correcto. - Respondió Hijikata con interés. (Puedo ver a Kagura llevándolo- pensó). - Bien, compraré éste.
- Perfecto. Venga por aquí. - Mientras ambos hombres terminaban la transacción, Gintoki y Shinpachi solo veían en silencio. Aún no podían creer que llegaría el día en que el famoso Vicecomandante demoníaco del Shinsengumi estaría comprando un anillo para alguien, y mucho menos para Kagura. Lo que sí era innegable era el detalle y la importancia que Hijikata le daba a los intereses de su novia y como buscaba lo que de seguro le haría feliz; no sólo con el anillo, también con el gesto de avisarle primeramente a las personas más importantes para ella.
Cerca del mediodía, tras culminar sus diligencias y despedirse de los hombres de la Yorozuya, el vicecomandante tomó camino hacia el Shinsengumi, donde tenía que hablar tambien con Kondo sobre su ausencia y sus planes. Al llegar se reunieron en una de las salas del lugar, donde Hijikata contaba nuevamente la historia y le mostró el anillo a su jefe.
-Jajajajaja.
-¿Qué parte de toda esta historia te parece graciosa?
-Baka, ¿Recuerdas aquella noche en el bar de anfitrionas, cuando Otae y yo nos comprometimos?. -Hijikata asintió - Bueno, esa noche te dije que tambien te llegaría el momento de estar con alguien, que hasta cambiarías por ella, y justamente así ha pasado.
- Así que te diré lo que te prometí ese día: Te lo dije... jajaja. Sabía que te encontrarías a esa mujer dulce y de carácter fuerte que necesitabas. Me alegro que esten juntos.
- Gracias, pero aún es muy pronto para alegrarse. Falta que me diga que sí.
- Oh, vamos. Así será.
- Oye, te voy a pedir un favor muy importante. Guarda este anillo por mí. Esa noche me lo entregas, no quiero arriesgarme a que Kagura lo descubra.
- Claro.
- Y no le cuentes a nadie. Aquí hay muchos chismosos.
La noche del cumpleaños de Hijikata había llegado y con ella la inquietud. Tanto él como Kagura eran un manojo de nervios, aunque por motivos diferentes. Si no hubiese sido porque estaba fumando mucho menos que antes se habría acabado 2 cajas de cigarrillos esa misma tarde. Además de todo esto, y para sorpresa de Kagura, unos dos días atrás habían recibido la visita de la comitiva Yato; al menos para su alivio no se quedaron con ellos en la casa, temiendo que se les fuera la lengua y le arruinaran la sorpresa.
La pareja entraba al Shinsengumi con la puesta de sol, mientras una gran parte de los invitados ya los esperaba. La música sonaba muy alto, y una vez se hicieron presentes solo recibieron la más ruidosa y alegre de las bienvenidas.
- ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!, HIJIKATA-SAN. - Exclamaban los policías.
- ¡BIENVENIDOS!. - Decían alegres los demás.
Mientras los invitados se acercaban al festejado, quien se encontraba más abrumado con cada segundo que pasaba, otros ya se encontraban bebiendo y comiendo. Kagura se aparto de él para saludar a Otae quien se encontraba junto a Tsukuyo, Sarutobi, Catherine, Otose y Kyuubei. Kondo se acercó a Hijikata apartándolo de los demás y le entregó disimuladamente la pequeña caja.
- Cambia esa cara y disfruta tu fiesta. Todo saldrá muy bien. Vamos a que tomes un trago, eso te relajará un poco.
- Bien. - Respondió el pelinegro y suspiró profundamente.
En otro lugar del salón estaba Kagura mirando a su alrededor y satisfecha con como iba todo, pero además de eso los nervios que sentía se debían a un motivo muy diferente. Tomó asiento junto a las chicas, tratando de disfrutar de la comida; buscaba relajar un poco su ansiedad mientras pensaba en la última conversación que tuvo con Otae el día que salieron de compras.
-Bien Kagura, ¿Ya te decidiste?. Tienes horas viendo esas bufandas.
-Ahh es que no lo sé, no sé si sea lo suficientemente especial.
- Ya hemos caminado por todo el lugar y aun no encuentras nada. ¿Qué te parece si le compras un sweater y una bufanda que combinen.
- Supongo que estaría bien. - Suspiró. - Está bien, llevaré eso. Después veo si le consigo algo más. - Una vez salieron de la tienda finalmente con las compras hechas, se sentaron las 3 en un café a charlar y descansar un rato.
-Kagura, no te preocupes estoy segura que le gustará. Aunque... supongo que si eso no es suficientemente especial para ti hay algo más que podrías darle. - Dijo Otae captando la atención de la pelinaranja.
- ¿Eh?, ¿Qué cosa?.
- Bueno ustedes dos podrían... Ya sabes. Dar otro paso más allá en su relación.
Kagura se quedó pensativa por unos segundos. - Anego te refieres a...
- Bueno ustedes tienen casi un año juntos, además hasta comparten una cama. No sé como Hijikata se ha contenido tanto tiempo.
- Ahhh, Anego no lo digas así. - Exclamó Kagura apenada. - No me mal entiendas, no digo que no me gustaría. El me encanta y lo amo, pero y si... ¿ Si lo hago mal?, ¿Si no le gusta?
- Bueno es normal que sientas esas dudas, sería tu primera vez. Todas las chicas tarde o temprano pasamos por eso. Pero ustedes ambos son adultos, se aman, no le veo problema. Solo deben ser... Cuidadosos.
- Además, por lo que se ve Hijikata es un caballero contigo. Eso habla bien de él.
- Si, la verdad si lo es. Awww lo amo mucho. - Dijo Kagura feliz mientras jugaba con la pequeña Sakura en sus brazos.
- ¿Y cómo se te ocurre pensar que no le gustaría estar contigo?, se nota a kilómetros que está loco por tí. Si un momento tan importante como ese llega a ocurrir jamás se le borrará de su mente. Tenlo por seguro.
- ¿Tú crees?. Bueno si lo pones así entonces si sería un regalo muy especial.
-Tampoco lo hagas porque yo lo digo. Piénsalo, si crees que estás lista entonces das ese paso. Nada forzado es bueno.
-Hai. Gracias Anego... Eres la única con la que podría hablar de estas cosas.
-Con gusto, no hay de qué.
- Espero que todo salga bien. - Se decía Kagura saliendo de sus pensamientos. - Aunque aún estoy a tiempo de arrepentirme... No, no, no. Ya tomé la decisión.. - Suspiró.
- Bien lo haré. Estoy lista.
La Yato seguía en el mismo lugar aún debatiéndo internamente consigo misma, ignorando a Hijikata que la veía sonriente desde lejos, mientras hacía todo tipo de gestos con su rostro.
La algarabía de un grupo de borrachos llamó su atención, cuando volteó hacia allí vio a Gintoki, Kondo y Kankou hablando sospechosamente, - Esos idiotas. ¿Por qué me miran?, espero que no arruinen nada. Me arrepiento de haberles contado a Gintoki y a ese gorila. - Murmuró para sí Hijikata.
Ya se dirigía a donde se encontraba su novía para llevarle una bebida cuando escuchó algo que lo detuvo abruptamente.
- Bien, damas y caballeros e-esperamos que eshtén disfrutando eshta fiesta.- Dijo en voz alta un ebrio Gintoki, luego de tomar un micrófono del karaoke. - Estamos felices de que estén a-aquí celebrando junto a nosotros un año más de vida de nuestro monstruoso diablo vicemandante. Ah, así no era. Hic.
- Claro que sí. - Habló ahora también un alcoholizado Kondo al arrebatarle el micrófono al peliplata.
Hijikata no podía creer lo que escuchaba, sabía que se traían algo raro entre manos. Una información tan valiosa estaba ahora en control de un par de borrachos.
- Por favor, no hagan nada raro. - Pensaba ya al lado de Kagura.
- Bien señores, queremosh invitar aquí a Hijikata. Ven, ven Toshi, no tengas pena. Hic. Debes dar unas palabras a tus invitados. - Decía el Gorila.
-Sí, Mayora, ven aquí con tu linda Kagura.
- Oh, cielos no. - Hablo en voz baja empezando a sudar frío.
- Vamos Toshiro, di algo breve sino no te dejaran en paz. - Decía Kagura resignada. -Ten por seguro que si dicen algo vergonzoso los golpearé.
- Bien. (Supongo que llegó la hora). - pensó resignado. Ambos se acercaron al par de samurais.
- Ok, Toshi. - Dijo Kondo tambaleándose golpeando torpemente a Hijikata con el micrófono en la cara. - Habla. Hic.
-Eh, si... Esto es muy raro. - Aclaró su garganta antes de continuar. - Gracias a todos los que hicieron esta reunión posible, y a todos por estar aquí, sigan disfrutando.
-Ahh, bien. Envidio tu elocuencia Mayora. Este hombre sabe lo que hace. ¿Ehh?. Hic. - Habló Gintoki - Ahora que ha compartido esas... 'emocionantes' palabras Hijikata tiene también unas palabras para Kagura. ¿No es así? Hic.
- Les juro que cuando estén sobrios me las pagaran. - Les dijo en voz baja el vicecomandante.
-Eh bien. Kagura, estoy... Muy agradecido por todo el esfuerzo que pusiste en ésta fiesta. También p-porque puedo celebrarlo junto a ti. - Decía apenado Hijikata, con el rostro muy rojo, aunque sentía que con cada palabra adquiría un poco más de valor. Vio el rostro de Kagura frente a él quien le sonreía felizmente, por lo que aún teniendo a los presentes atentos a lo que decía, no le importó nada y decidió olvidarse de todos y continuar. Ya había llegado muy lejos, solo se concentraría en ella, y no en el micrófono que Gintoki acercaba cada vez más hacia él.
- Kagura... Hay algo muy importante que debo decirte. Este tiempo que he estado junto a ti ha sido de lejos el mejor. Contigo mis días son más divertidos, y ya no son tan solitarios. Gracias por siempre preocuparte por mí, de hecho yo te debo dos veces la vida. Jamás podré agradecértelo lo suficiente. Por eso como te debo mi vida, creo que lo más correcto sería entregartela a ti por completo. Quiero que seas dueña de mi vida y del resto de mis días. Quiero vivirlos junto a ti. No hay nadie más con quien quiera estar.
-Toshiro... Eso es lo más hermoso que haya escuchado. - Dijo la Yato, mientras el resto los veía a la expectativa.
-Oh, por Dios. ¿Esto es lo que yo creo que es? - Preguntó Sarutobi a Otae.
-Eso creo. Sshh. Quiero escuchar.
-Kagura... - Prosiguió Hijikata mientras se agachaba colocando una rodilla en el suelo y sacaba la pequeña caja con el anillo. - Aquí delante de tu familia y amigos quiero preguntarte, ¿Aceptarías ser mi esposa?.
- ¡Ahhh!. - Exclamaron todos los expectadores aguardando por la respuesta de Kagura.
- ¿Esto es real? - Se preguntaba Kagura en su mente sintiendo que en cualquier momento se desmayaría de la emoción. - Toshiro... Yo también quiero compartir mi vida y mis días contigo. Si acepto ser tu esposa.
De repente se escucharon muchos gritos, celebrando con alegría a la pareja ahora comprometida. Pero todo el ruido alrededor de la pareja quedó opacado al perderse en la vista que tenían ahora uno frente al otro.
-No estuvo tan mal. Aunque al principio pensé que me daría un infarto. - Pensó Hijikata mientras colocaba el anillo en el dedo de su prometida.
- Es muy hermoso. Por eso me preguntaste sobre mi color favorito, ¿Eh?... Jamás imaginé cuando te conocí que serías un hombre tan tierno. Gracias. - Kagura lo abrazó fuertemente con sus azules ojos casi llorando de alegría. Esta sería una noche que jamás olvidarían.
La pareja era felicitada por sus amigos y conocidos. Aunque de ambos solo la pequeña familia de Kagura estaba presente, Hijikata no se sentía solo. Definitivamente le hubiese complacido mucho compartir una noche como esa con su difunto hermano, pero de alguna manera le haría saber a Tamegoro lo feliz que ha sido hasta ahora y el importante paso que había dado esa noche.
Luego de un agotado día cerca de las 2 :00 am, la fiesta había terminado para algunos entre ellos Hijikata y Kagura. A pesar de eso, no fue impedimento para que una buena parte de los invitados continuaran con la celebración. Ignorando el pequeño rato vergonzoso que vivió en un momento de la noche, el resto fue muy especial para el pelinegro. Aunque no sabía cómo lo haría exactamente, su plan y regalo para Kagura superó sus expectativas; sobre todo para ella, quien no se imaginaba que algo así le sucediera esa noche.
La pareja finalmente llegaba a su hogar, colocaron los regalos recibidos en la mesa del comedor y fueron a la habitación. Luego del evento tan especial de hace unas horas Kagura estaba más decidida que antes para entregar el segundo regalo que había preparado. A esas alturas todas las dudas y temores se habían disipado, a excepción de los nervios comunes en una situación así.
La pelinaranja tomó algo de ropa sin que Hijikata la viera y salió de la habitación.
- Toshiro, voy a tomar un baño antes de ir a dormir.
- Está bien. También lo haré después de ti. Hizo mucho calor.
Unos minutos después Kagura salía de la ducha, secó su cabello y lo peinó, se vistió con una linda ropa de dormir de color negro que había comprado el día anterior. No era tan reveladora, pero si era diferente a lo que solía usar para dormir con él.
Al entrar a la habitación actuó de la manera más normal posible mientras Hijikata yacía sentado en la cama con los ojos cerrados.
- Ya puedes ir a bañarte Toshiro.
- Hai. Ya... - de repente las palabras dejaron de salir de su boca ante la imagen de Kagura vestida de esa manera.
- ¿Pijama nueva?- Preguntó con un creciente rubor en sus mejillas.
- Ehh, sí. La compré hace poco, me gustó mucho tan pronto la vi. - Respondió un poco nerviosa.
- A mí también. Digo... Ya regreso. - Sacó una cómoda y simple pijama del armario tratando de disimular y caminó rápidamente al baño.
- Al menos le gustó. - Dijo Kagura sonriente. Mientras aguardaba por Hijikata la impaciencia la consumía, eran sólo 5 minutos pero a ella le parecían interminables.
Finalmente el pelinegro regresó y atravesó la entrada de la habitación. Kagura lo esperaba de pie cerca de la cómoda cuando cruzó miradas con él.
La chica se puso aún más nerviosa y sonrojada tan pronto lo vio pasar, solo vestía el pantalón de la pijama ya que por las prisas dejó la parte de arriba en el cajón, traía una toalla sobre su cabeza tratando de secar el agua que aún goteaba hasta las puntas de su cabello.
- O-oi Toshiro. ¿Disfrutaste tu cumpleaños?
- Umm, por supuesto - Respondió el tratando de no posar sus ojos en ella por mucho tiempo.
- Sabes, estuve buscando hasta el cansancio el regalo perfecto, conseguí algo muy lindo pero no quedé satisfecha. Quiero darte algo más significativo.
- Ya te dije que cualquier cosa que me dieras la apreciaría. Además me diste un gran regalo ya. - Hijikata sonrió mientras tomaba su mano y acariciaba su dedo ahora adornado con el hermoso anillo.
- Pues eso no cuenta, ni siquiera sabía que te daría 'ese' regalo. Es por eso que decidí darte otro. Para mí es el más especial de esta noche. - Hijikata la miraba intrigado. - Bien, cierra tus ojos.
El chico obedeció. Kagura apagó la luz de la habitación que ahora estaba tenuamente iluminada por la luz del pasillo y luego se acercó a Hijikata.
- Bien, abre tus ojos.
- ¿Por qué apagaste la luz? ¿Dónde está lo que ibas a darme? - Se extrañó un poco al ver a Kagura pero no podía notar ningún obsequio, a excepción de un pequeño lazo negro sobre su cabeza anaranjada.
- No, baka. Tu regalo soy yo... Por completo.
Hijikata no podía creer lo que escuchaba, tragó fuertemente mientras dejaba caer la toalla que sostenía en su mano.
- Ehh, tu... Te refieres a... ¿Estás segura de lo que me dices?
- Más que nunca. Quiero darte todo de mí, no hay nadie más a quien ame tanto para vivir este momento. Solo tú. Creo que es una manera maravillosa de expresar mi amor por ti.
Si Hijikata ya se encontraba rendido a sus pies, esas frases habían terminado de fulminarlo. No podía negarle a Kagura o a él mismo que ese sentimiento que ella había declarado era mutuo.
- Solo te advierto que... Sería mi primera vez y no sé muy bien como...
Ante el nerviosismo visible de su chica Hijikata la tomó en sus brazos suavemente y llevó su mano al blanco rostro, y mientras repartía tiernas caricias en su mejilla unió sus labios en respuesta. Todo era tan inefable ante la percepción de Kagura, y ante su falta de palabras sólo decidió dejarse llevar, unos segundos después posaba sus manos en el cálido torso masculino mientras sus cuerpos se adherían cada vez más el uno al otro.
Un cálido oleaje de sensaciones recorría sus pieles anhelantes, sus respiraciones, sus latidos, y el movimiento de sus manos se aceleraban como reacción a cada toque. Ante la intensidad creciente de sus besos Hijikata se apartó por un instante solo para admirar el rostro sonrojado de la chica, tratando de asegurarle con su mirada que podía confiar en él, así como él confiaba plenamente en ella. Sin necesidad de pronunciar más palabras simplemente se entregaron uno al otro.
El encuentro ocurrido en esa habitación había superado todo lo que Kagura pudo haber imaginado sobre la primera vez que se uniría al hombre que amaba. Cada miedo que había sentido los últimos días parecía insignificante en contraste con la delicadeza y cuidado con la que Hijikata la había amado esa noche.
- ¿Te había dicho que eres muy hermosa? - le preguntó Hijikata en voz baja depositando un beso en su frente.
- Sí. Un par de veces... Te amo Toshiro. Gracias por darme una sobrecarga de felicidad este día.
- Con gusto. Gracias a tí también. Espero poder darte mucha más felicidad de aquí en adelante. Te amo Kagura.
Por su parte el pelinegro se sentía en las nubes. Haber estado con su amada en ese apasionado momento de intimidad, entrega y amor era el broche de oro con el que cerraría una noche más que perfecta. Si así sería compartir su vida junto a Kagura y disfrutar de su afecto, entonces lo haría gustoso en esa vida y en todas las siguientes.
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