La oscura noche era iluminada por una luna llena acompañada de incontables estrellas que formaban hermosas constelaciones. La paz que la noche brindaba era incomparable; había sido fuente de inspiración para miles de personas, fuente de consuelo para muchas otras. Pero para una persona en específico, la noche significaba que una batalla estaba por comenzar, una batalla que estaba seguro no podía ganar.
Dentro de una cabaña, un guerrero se encontraba en su cama; desde hacía varias horas se había ido a la cama con la esperanza de finalmente obtener algo del preciado descanso que tanto anhelaba. Sin embargo, la ida tenía otros planes preparados para él.
Su cuerpo se movía erráticamente, como si estuviera moviéndose para ponerse a salvo o huyendo para escapar de algo.
Eres una deshonra...
El guerrero sujetó las sábanas firmemente con su mano. Su respiración se volvía errática mientras que volteaba la cabeza de un lado a otro sin parar; su cara reflejaba una mueca de incomodidad y miedo.
Un fraude...
La temperatura del cuarto era apenas unos cuantos grados más alta que afuera, lo cual tampoco era mucho puesto que una ligera tormenta de nieve arreciaba sobre el pueblo. Su descontrolada respiración se veía en el ambiente en forma de vapor, mientras que su cuerpo empezaba a empaparse de sudor.
No nos protegiste...
Sin siquiera estar conciente, su cuerpo empezó a despedir pequeñas exhalaciones de fuego con cada respiro. La temperatura, combinada con el sudor de su cuerpo hicieron que el frío se intensificara, haciéndolo temblar.
¡Muere!
—¡NO!— Cedric se despertó de golpe con un grito, el cual fue acompañado de una bocanada de fuego que golpeó el techo. De no ser porque su casa estaba hecha enteramente de piedra se habría prendido en llamas.
El guerrero se sentó en su cama y respiró pofundamente, intentando calmar su agitado corazón mientras intentaba regular su temperatura corporal. –Maldita sea...otra vez el mismo sueño...
Se sentó al borde de la cama, pasando sus dedos por su cabello y respirando profundo para calmarse un poco. Caminó hacia el baño, en donde tomó una cubeta de agua y sumergió sus manos en ella; el calor que empezó a emanar de su cuerpo era suficiente para calentar el agua en cuestión de segundos. Una vez con una temperatura agradabale tomó un trapo y lo humedeció, para después frotar su cara y limpiar su cuerpo del sudor. –He estado teniendo el mismo sueño recurrente por ya varias lunas... Esto debe significar algo, debe de ser alguna premonición, pero ¿de qué?
El despertar cubierto de sudor luego de una pesadilla se había vuelto ya una rutina. El sueño no era nada a lo que no se hubiera enfrentado ya; consistía en él peleando contra una sombra, una figura oscura que no podía identificar, no tenía idea de qué se trataba, pero por las cosas que decía parecía que lo sabía todo de él. Aún cuando el rubio tenía un nivel increíble cuando se trataba de dominar las magias y en combate cuerpo a cuerpo, de alguna manera esa cosa siempre resultaba vencedora, como si pudiera anticipar cada uno de sus movimientos y tuviera el contraataque perfecto para estos. Por más estratégias que Cedric implementara, nunca podía anticiparse a su enemigo.
Cedric volvió a caminar hacia su cama y se sentó en la orilla de ésta. No le apetecía volver a dormir, estaba seguro que la misma pesadilla lo atacaría tan pronto ingresara al mundo onírico.
Se levantó de la cama y caminó hacia la ventana, donde uso su mano para desempañar el cristal y miró hacis afuera; el lugar estaba cubierto de nieve, pero el cielo estaba claro. Notó que a la luna faltaba poco para ocultarse y dar paso al sol para marcar el inicio de un nuevo día. Pensó en los deberes que tenía pendientes; había unos reportes de goblins alrededor que estaban causando estragos en los poblados aledaños, también tenia pendiente...
—Maldita sea, es cierto...— dijo con pesar. Recordó que había accedido a entrenar al forastero, o mejor dicho lo obligaron.
Trató de pensar en alguna manera de safarse de esa; tal vez podia darle más prioridad al asunto de los goblins o...
No, no podía. Cuando alguien le hacía una promesa a la gran matriarca, no había manera de romperla. Se maldijo a sí mismo por haber aceptado.
El guerrero se colocó su atuendo normal, y sobre de éste se puso la típica capa que todos en el pueblo usaban para resguardarse del inclemente frío; si bien él no la necesitaba, en esos momentos el frió era demasiado incluso para él.
—Bien podría ir al lugar de entrenamiento y prepararme,— dijo para sí mismo. —Tal vez se me ocurra algo bueno que hacer para que el forastero tenga el mejor entrenamiento de su vida...
—Entonces... ¿A dónde vamos exactamente?
Lincoln y las gemelas han estado caminando por más de media hora en el bosque; cuando Cedric les dijo que él iba a enseñar a Lincoln lo que sabía no les dijo exactamente en donde iban a entrenar; fueron a su casa a buscarlo, pero había una nota pegada en la puerta que decía que iban a entrenar en el corazón del bosque.
—A la parte más profunda del bosque.— mencionó Moon.
—No te preocupes, no falta mucho.— complementó Selene.
El peliblanco no era el más atlético, tantos años de pasarsela sentado frente al monitor de su PC dibujando, sin hacer ninguna actividad física le estaban pasando factura; sus pies le dolían como nunca, sus piernas estaban cansadas y estaba empezando a respirar más profundo a medida que avanzaba. Llámalo intuición, pero empezaba a creer que precisamente por eso Cedric había elegido el corazón del bosque como lugar de entrenamiento, para hacerlo cansarse.
—Vamos, Yuki,— Moon lo golpeó suavemente en el hombro. —No me digas que ya te cansaste, mi abuelo tenía mejor condició que tú y tenía un solo pulmón.
—Lincoln trató de recuperar el aliento, al menos lo suficiente para responder a la burla de la pelirroja. —No es divertido que-espera, ¿un pulmón? Cómo es que...ah, olvídalo.
—Supongo que tu cuerpo no se ha acostumbrado al constante flujo de magia de nuestro mundo.— comentó Selene.
—Ah...sí...debe ser eso.
El camino no parecía acortarse a medida que caminaran; al contrario, parecía alargarse con el único motivo de cansarlo. Lincoln parecía ver los mismos árboles en el mismo lugar donde estaban, como si el escenario se estuviera repitiendo una y otra vez en una secuencia caricaturezca. Miraba a las gemelas con sorpresa; él estaba luchando para mantenerse en pie mientras que ellas ni siquiera estaban cansadas.
Tuvo que pasar una agotadora media hora antes de que llegaran al punto de encuentro. El lugar estaba libre de árboles, libre de cualquier otra planta invasora. Alrededor parecía estar rodeada de una espesa capa de follaje que no dejaba ver más alla de unos cuantos metros. Lo mas notorio era que al centro del lugar estaba una enorme roca, la cual Moon y Selene rápidamente identificaron que se trataba de un lobo de piedra, un monstruo que, aunque muy raro de ver, era muy peligroso. Ambas se preguntaban cómo era que había llegado hasta ahí.
Su incógnita fue respondida al ver a un guerrero rubio en la cima de la roca, estaba sentado mientras meditaba; su cuerpo flotaba unos cuantos centímetros sobre la roca, pero al mirar a las hormigas que estaban en el suelo rápidamente se bajó hasta quedar al frente de ellos.
—Ya era hora.— comentó sin dignarse a mirarlos.
—Bueno, si hubieras elegido un mejor lugar habríamos llegado más temprano.— le reclamó Moon.
—Mi entrenamiento, mis reglas,— se limitó a decir el guerrero. —Además, necesitamos estar lo más alejados del pueblo, las cosas podrían ponerse peligrosas.
Lincoln, quien a penas se estaba recuperando, sintió un frío recorrerle el cuerpo al escuchar las palabras de Cedric. No sabía como interpretar lo que dijo, no viniendo de quien lo odiaba.
—Como sea,— comentó Selene. —Ya estamos aquí, será mejor que empiezen a entrenar.
Cedric se puso a pensar un momento. Luego de unos momentos finalmente respondió. —La gran matriarca debió de haber despertado tu Jiin interior, ¿O me equivoco?
—Es cierto.— Lincoln respondió. —Supongo que vamos a entrenar con eso, ¿No es verdad?
Cedric se limitó a asentir. –Para poder controlarlo primero debes aprender a entrar en el estado Jiin a voluntad.– comentó. –Para poder hacerlo hay distintas maneras, pero para darte una idea de como es eso, te haré una pequeña demostración.
El guerrero caminó unos pasos atrás y se preparó. Cerró los ojos y tomó un respiro profundo, lo mantuvo un momento y lo dejó salir. Un aura gris empezaba a envolver su cuerpo, pronto esta se disipó en una pequeña onda que movió un poco la nieve a su alrededor. Cuando abrió los ojos, estos eran de color gris. –Esto es lo que se conoce como el Jiin base; en este nivel tus habilidades superan las de un ser ordinario. Este es el Jiin mas fácil de manejar, y es el más común entre los civiles.
Volvió a cerrar los ojos para concentrarse, y con la misma onda expansiva su aura se volvió verde. Al abrir los ojos, estos eran del mismo color del aura. –Esto es conocido como segundo Jiin; supera al Jiin base en todos los aspectos. Es usado por los soldados normales del ejército.
Sin la necesidad de cerrar los ojos, la misma onda expansiva fue disparada, esta vez más fuerte. Su aura cambió a un tono azul al igual que sus ojos. –Este es el tercer Jiin. Supera al Jiin base y al segundo en todo, ademas que te permite utilizar hechizos más complejos.
Cedric se elevó en el aire antes de que una onda expansiva más poderosa fuera disparada; esta levantó mucha nieve, y casi hace que Lincoln junto con las gemelas caigan al suelo. Al ver al guerrero, Lincoln se sorprendió al ver que no solo su aura y sus ojos eran morados, sino que también su pelo había camabiado al mismo color. –Este es el cuarto Jiin; supera a los tres anteriores en todo, y además a tí te dará acceso a las cinco magias.– comentó mientras bajaba hacia el suelo. –Este es utilizado por los guerreros de élite del ejercito, somos muy pocos los que lo podemos controlar debido a lo poderoso que es.
—Muy bien, veo que ya terminaste de alardear,— comentó Moon, lo cual hizo enojar al guerrero. —Ahora, si pudieras empezar a...—
—No estoy alardeando,– respondió Cedric. –Necesito enseñarle al forastero lo que son los Jiins y a controlarlos si es que quieren que se convierta en el guerrero de la leyenda. Además, no voy a dejar que alguien que muy apenas domina el tercer Jiin me hable de esa manera.
Moon lo miró con molestia mientras caminaba hasta estar frente a él. Estaba empezndo a cansarse de la actitud arrogante del rubio. —¡¿Y quién eres tú para hablar?! !Por si no lo sabes ya soy capaz de utilizar el cuarto Jiin!
La respuesta de Cedric fue reir por lo bajo de una manera que ofendió a la pelirroja de cabello corto. –Eso es bonito, pero si quieres ver algo más impresionante, te recomiendo que tu, tu hermana y el forastero retrocedan.
Ni Moon ni nadie sabía de que hablaba el guerrero, pero a sabiendas de su actitud y de cuan poderoso era sabían que debían obedecerlo. Los tres caminaron unos cuantos pasos hacia atrás, mirando como Cedric se elevaba unos cuantos metros en el aire. El rubio empezó a hacer un gran esfuerzo, y de la nada la tierra empezó a temblar. Una vena se podía ver marcada en su frente, mientras que su musculatura empezaba a aumentar poco a poco hasta que sus músculos estaban más marcados. Tanto su aura, como sus ojos y cabello pasaron de ser morados a volverse naranjas. Su cabello empezó a erizarse, mientras que de su aura empezaban a emanar pequeños destellos.
Lincoln lo miraba con una mezcla de impresión y miedo, mientras que las gemelas lo miraban con los ojos del tamaño de platos. No era cierto, no podía ser posible, Cedric había logrado llegar al quinto Jiin, uno que era tan raro que no se había visto en siglos...
La transformación duró unos cuantos segundos antes de que el guerrero cayera al suelo de vuelta en su forma habitual. Tan pronto como sus pies tocaron la tierra cubierta por la nieve, dejó caer su rodilla derecha mientras que con la izquierda se apoyaba para mantener el equilibrio.
Moon se apresuró a ayudarlo tomándole del brazo para levantarlo; Cedric la miró a los ojos por unos instantes, sintiendo como su rostro empezaba a ponerse igual de rojo que el de ella. Pronto entró en razón, y apartó su brazo rápidamente. Moon se alejó un poco, sintiéndose ofendida.
—Ese es el quinto Jiin...el más poderoso conocido.— dijo mientras recuperaba el aliento. —Se tienen muy pocos registros de guerreros capaces de alcanzarlo, y todavía menos de quienes han llegado a dominarlo...
Selene tardó un poco más en recuperarse de la impresión. —C-Como...
—¿Cómo logré activarlo?— Cedric completo la pregunta. —Soy aún más poderoso de lo que ustedes creen...— respondió. —Ahora, creo que debemos empezar el entrenamiento antes de que se nos haga tarde.
Cedric se dirigió hacia el albino, caminando en círculos mientras ponía su dedo índice y pulgar en su barbilla. Trataba de descifrar cual sería la mejor manera de inducirlo al Jiin básico; no se veía lo suficientemente rudo para hacerlo con ira, así que ese plan quedaba descartado. No se veía lo suficientemente listo para hacerlo a través de su instinto de supervivencia. Soltó un suspiro, sabiendo que solo quedaba una alternativa.
—Me temo que solo hay una manera para tí,— comentó el rubio. —Vamos, necesitamos algo de paz.
Los cuatro caminaron por un buen rato más hasta llegar a un pequeño risco; la altura era alrededor de veinte metros, y al fondo había más bosque.
—Bien, este lugar parece perfecto.— comentó el guerrero.
Lincoln no parecía comprender lo que Cedric tenía en mente. —¿Para qué estamos aquí?
—Hay diferentes maneras de inducir el Jiin,— explicó el rubio. —Una de estas, la más sencilla de hecho, es a través de la meditación. Tener paz mental es indispensable para poder controlar el estado Jiin, y que éste no te controle a tí.
Cedric se sentó frente al risco, cerrando los ojos y respirando profundo. —Haz lo mismo que yo, sientate y relájate.
Lincoln obedeció y se puso al lado del guerrero. A decir verdad, le incomodaba un poco la pose típica de meditación que estaba utilizando, pero decidió pasarlo por alto. —¿Así?
—Eso es.— Cedric respondió. —Respira profundo, aclara tu mente, concentra esa energía que sientes en tu interior hacia tu pecho y deja que de ahí fluya uniformemente por todo tu cuerpo como un rio que...
—Oye,— interrumpió Selene. —¿Nosotras que hacemos?
—Este entrenamiento es solo para el forastero. Pueden irse a ver si ya puso la puerca, o pueden unirse en la meditación; tal vez y las ayude a ustedes a controlar su Jiin aún mejor.
Tanto Moon como Selene lo miraron con molestia, pero decidieron unirse a ellos. Se sentaron al lado del peliblanco en posición y empezaron a meditar.
—Como tu cuerpo a penas está acostumbrándose al flujo de energía de este mundo es normal que sientas que te cansas más rápido.— comentó Cedric. —Este ejercicio de meditación no solo te ayudará a canalizar tu energía, sino que hará que tu cuerpo pueda resistir toda la energía que liberes una vez alcances los demás estados de Jiin.
Lincoln escuchaba cada palabra del guerrero. No estaba seguro si comprendía como él podía hacer eso, pero decidió intentarlo. Respiró profundamente, tratando de limpiar su mente de cualquier pensamiento, dejándola en blanco totalmente. Podía hacerlo, podía sentir cierta energía recorriendo su cuerpo como si de un cauce de agua se tratase. Esta corriente se sentía...irregular, en ciertas partes era más fuerte mientras que en otras era débil. Recordó lo que Cedric le dijo acerca de concentrarla en su pecho. Concentrándose en esa energía aún más, logró redirigirla hacia su pecho; era una sensación extraña, como una tibieza que hacía que el frío aire se sintiera como una agradable brisa en una noche de verano. Una vez sintió que la energía estaba junta decidió dejarla fluir libremente. Era una sensación extraña pero para nada incomoda; podía sentir esa tibieza distribuirse por todo su cuerpo.
Trató de mantener su mente en blanco, pero al sentir ese calor en su cuerpo no pudo evitar pensar en su familia, en sus hermanas y en cómo él no había pensado en ellas antes de entrar en ese estanque. Era demasiado tarde para arrepentirse, pero no pudo evitar el preguntarse ¿Cómo estaban ellas en esos momentos? ¿Estaban bien? ¿Acaso sabrían ellas de su desaparición? Esas preguntas no dejaban de pasar por su cabeza.
Eventualmente su concentración se rompió, esa energía que había reunido había desaparecido tan rápido como él la juntó. Tan pronto como la energía dejó su cuerpo, sintió el frío golpe del viento en su rostro, lo cual hizo que empezara a temblar.
Cedric notó esto, había notado el cambio en el flujo de energía del ambiente cerca del peliblanco; pensaba que el forastero lo había logrado, significando que finalmente podía empezar a divertirse con él. Pero al sentir como todo volvía a la normalidad, se dio cuenta que no tenía tanta suerte. —¿Qué pasa?— preguntó.
Lincoln trataba de volver a juntar energía, pero su mente estaba tan ocupada que no lograba concentrarse. —N-No puedo...— decía con un poco de trabajo. Finalmente no resistió más, apoyándose con sus manos sobre el suelo y soltando un suspiro. —Lo siento, no puedo hacerlo...
Cedric soltó un suspiro y se levantó, limpiando la tierra de su pantalón. —Bien, creo que hay otros métodos que...
Sus palabras se quedaron en el aire al sentir una impresionante cantidad de energía en el ambiente. Volteó a ver a las gemelas, quienes se habían unido a los guerreros hace poco, y grande fue su sorpresa al notar que el cabello de ambas estaba completamente morado, al igual que el aura que las rodeaba. Imposible... pensó al ver a las gemelas dominar en su totalidad el cuarto Jiin.
Luego de unos momentos las gemelas regresaron a la normalidad, el aura morada desapareció y su cabello volvió al natural tono rojo. Ambas soltaron un suspiro, levantándose y sintiéndose mejor que antes.
—Vaya vaya...— comentó Cedric. —Tal parece que no son tan débiles como pensé.
—¿Qué pasa, rubiecito?— respondió Moon. —¿Tienes miedo de la competencia?
Ante este intento de burla, el guerrero solamente soltó una sonora carcajada. —Tal vez representarían una amenaza si fuera ciego y no tuviera piernas.
Ante esta respuesta, Moon no pudo evitar sonrojarse de la vergüenza. No tenía ninguna respuesta para lanzarle. —Eres un idiota.
—Si no soportas el calor, no enfrentes al dragon, preciosa.— comentó el rubio con soberbia. Moon abrió los ojos con sorpresa, y fue entonces que Cedric notó lo que había dicho. —C-Como sea, vamos, aún hay otro método que podemos utilizar.
Luego de algunos minutos de caminar, llegaron a un lugar abierto que se encontraba dentro del bosque. El lugar estaba rodeado de árboles, el terreno estaba nivelado y había poca vegetación. Era muy parecido al lugar en donde se habían reunido con Cedric hace una hora.
—Bien, llegamos.— comentó Cedric. —En este lugar vamos a intentar otra técnica efectiva.
—¿De qué se trata esta vez?— preguntó Lincoln.
—La meditación es el método más fácil, pero por alguna razón no funcionó contigo.— comentó. —Estoy seguro que el segundo método debe de ser suficiente. Este método consiste en entrar en el modo de supervivencia.
—¿Modo de supervivencia?— preguntó Lincoln, su voz denotaba una mezcla de sorpresa y miedo. —¿A qué te refieres?
—Ya lo verás.— respondió el rubio. —Por ahora, quedate aquí y espera mi señal. Ustedes dos, vengan conmigo.
Las gemelas obedecieron y se fueron caminando con él hacia una parte alejada del lugar. A medida que se alejaban, Lincoln no podía evitar sentir como el miedo se apoderaba de él. Sabía que algo estaba tramando el rubio, y no podía ser nada bueno. Sin poder hacer nada más que esperar, se sentó en el suelo a esperar lo que fuera que iba a pasar.
—Oye, Cedric,— habló Selene. —No creo que este método sea efectivo con Yuki.
—Simplemente estás tratando de lastimarlo, no me engañas.— comentó Moon.
—Descuiden. A pesar de que no me cae bien el forastero, comprendo que tiene que seguir vivo. Eso sí, con lo de no salir lastimado no prometo nada.
Selene lo encaró, apuntándole con su dedo mientras lo miraba con enojo. —Si algo le llega a pasar a Yuki...
—Ya te dije que a mi no me vas a amenazar...— dijo mientras retiraba la mano de la pelirroja de su pecho, mirándola con enojo. —Me estoy hartando de que me estés cuestionando. Nadie les dijo que vinieran a acompañar al forastero; si no te gustan mis métodos puedes irte por donde viniste, pero no pienso seguir dejando que me insultes.
A pesar de lo mal que les caía el rubio, las gemelas no pudieron evitar sentir algo de temor; si bien les daba más confianza el poder haber controlado el cuarto Jiin, sabían que no podían hacerle frente a Cedric ni aunque estuvieran luchando las dos al mismo tiempo y él estuviera usando el tercer Jiin. Y además él tenía razón, si vinieron fue solamente para cerciorarse que Cedric realmente estuviera entrenando a Yuki y no aprovechara la situación para su beneficio.
Las gemelas apartaron la mirada, sintiendo un poco de vergüenza; en toda la mañana no habían hecho más que cuestionarlo.
—Lo lamento,— dijo Selene. —No volveremos a cuestionarte.
Cedric no sé lo creyó ni por un momento, pero decidió darles el beneficio de la duda. —Eso espero.— respondió el guerrero. Se que me arrepentiré de esto. Pensó.
—Y bien, ¿Para qué nos necesitas?— cuestionó Moon.
Cedric dio un paso hacia atrás. — Necesito que estén fuera del alcance del forastero para que él no cuente con la ayuda de nadie.— dijo mientras llevaba sus dedos índice y pulgar a su boca para después dar un silbido.
Las gemelas lo miraron con confusión por un momento, preguntádose cual era el plan esta vez. De la nada, ambas escucharon un grito de terror.
Era Lincoln.
Las dos pelirrojas se dirigieron a toda velocidad a ayudarlo; no sabían lo que pasaba, pero sabían que Cedric era el causante. Avanzaron muy poco, puesto que Cedric apareció de la nada frente a ellas. —¡Les dije que las necesito fuera de esto!— regañó el guerrero. —¡Dijeron que dejarían de cuestionarme, vuelvan a su posición!
—¡Sabemos lo que dijimos, Cedric, pero no vamos a permitir que expongas la vida de Yuki de esa manera!— dijo Selene.
Cedric estaba empezando a perder la paciencia con las gemelas; sabía que no debía haberles dado esa segunda oportunidad, debió haberles dicho que se largaran y que dejaran de interferir.
Pero recordó que había hecho una promesa con la matriarca: tenía que entrenar a Lincoln, sin importar si avanzaba rápido o lento, debía hacerlo; honestamente esperaba que el albino aprendiera rápido, de esa manera podría concentrarse en entrenar él mismo. Pero la interferencia de esas dos se estaba volviendo un problema.
El guerrero soltó un suspiro, estaba furioso, pero hizo su mayor esfuerzo para mantener su ira a raya. —Lincoln no está realmente en peligro, si eso es lo que les preocupa.
Está explicación no era suficiente, no viniendo de él.
—Entonces, ¿Por qué gritó?— cuestionó Moon.
—¡Porque necesito que él crea que sí está en peligro!— respondió Cedric con enojo. —¡Piensa un poco!¡El jodido punto del método de la supervivencia es hacerlo pensar que está en peligro, debe sentir que su supervivencia está en riesgo!
Las gemelas trataron de replicar algo, pero de sus bocas no salió palabra alguna. El regaño del rubio las hizo entender inmediatamente, y una vez más se sintieron apenadas; no solo volvieron a interferir en el entrenamiento, sino que volvieron a dudar de Cedric.
—Se que no confían en mi palabra, y hasta cierto punto no las culpo,— comentó el guerrero. —Pero les advierto que no toleraré que sigan interfiriendo con el entrenamiento. Síganme.
Cedric saltó hasta llegar a la copa de un árbol, y las gemelas lo siguieron. Desde ahí, se podía ver a Lincoln tratando de luchar contra lo que parecía ser un pequeño dragón de color morado. Bueno, no era realmente una lucha; el albino solo esquivaba sus ataques mientras trataba de huir.
—No se preocupen, el dragón no le hará nada.— comentó Cedric. —Quiero ver si al sentir que su vida está en peligro puede entrar en el Jiin básico.
Las gemelas querían creer en el peliblanco, pero estaban teniendo problemas al ver su pobre desempeño frente al peligro. —No parece que esté funcionando.— dijo Moon. —Yo diría que más que intentar sobrevivir, se está muriendo de miedo.
Cedric observaba la situación. Moon tenía razón, el forastero no intentaba atacar en ningún momento, solo se limitaba a esquivar. Soltando un suspiro de desespero Cedric saltó del árbol, aterrizando en medio del dragón y de Lincoln.
—Ya es suficiente.— dijo el rubio mientras caminaba hacia el dragón. —Lo hiciste bien, Becky, puedes regresar a tu escondite.
El dragón soltó un bufido. haciendo que de su nariz saliera fuego. Luego de eso se fue volando hasta desaparecer entre los frondosos árboles.
Lincoln lo miraba con confusión. ¿De qué se trataba todo esto? ¿Acaso Cedric tenía algo que ver con ese dragón?
—Levántate,— dijo el guerrero. —Probaremos con otro método.
Lincoln estaba por replicar, hasta que miró como las gemelas llegaban de la misma manera que lo hizo Cedric.
—Selene, Moon, ¿Qué está pasando?
—Todo era parte del entrenamiento,— respondió Selene.
—Nunca estuviste en peligro.— agregó Moon. —Al menos es lo que dice él.
—Como sea, es hora de pasar al siguiente plan.— dijo Cedric. —Para esto vamos a tener que dividirnos en equipos de dos personas, Moon, tú iras con Lincoln. Selene tu vienes conmigo.
—Vaya, que bien.— comentó la pelirroja de cabello largo con sarcasmo. Cedric pasó por alto ese comentario malintencionado y comenzó a explicar el plan.
—Escuchen, voy a necesitar que me traigan algunas cosas para comenzar. Primero que nada, necesito algunas muestras de Rosa de sangre,— dijo Cedric. —No son difíciles de identificar, son rosas rojas con espinas blancas. Deben de estar cerca de aquí.
—Okay...— comentó Lincoln, —¿Y ustedes qué van a buscar?
—Se lo explicaré a Selene en un momento. Por ahora vayan a buscar esa flor.— dijo el guerrero. —Cuando la encuentren, traiganla a esta ubicación.
Lincoln asintió y empezó a retirarse junto con Moon; no le daba mucha confianza que el rubio se quedara a solas con Selene, pero realmente no tenía muchas opciones. Además, sabía que Selene podía cuidarse sola.
Una vez los dos se fueron, Cedric y Selene se quedaron solos. —Muy bien,— dijo Selene. —¿Que debemos buscar nosotros?
—Oh, nada. A decir verdad, no necesitábamos nada; solo quería que se fueran para que nos quedáramos solos.
Selene sintió como un frío recorrerle el cuerpo entero. Sabía que Cedric era un idiota, pero jamás pensó que él fuera...
—¡¿Q-Qué planeas hacer?!— pregutó la pelirroja mientras se alejaba de él.
—Ya lo sabrás...
Lincoln y Moon caminaban por el bosque en busca de esa supuesta flor, según Cedric no era difícil de encontrar, pero estaban teniendo problemas para identificar siquiera alguna flor en el bosque.
Moon trataba de hacer conversación para hacer más llevadera la búsqueda, pero Lincoln no parecía prestarle mucha atención, no paraba de pensar en lo que estaba pasando, especialmente en el punto de este entrenamiento; realmente se preguntaba si Cedric lo estaba entrenando bien o solo estaba jugando con él como venganza por "haberle quitado su lugar ".
Siendo honesto, Lincoln habría cedido el lugar del héroe si fuera posible; echarse esa responsabilidad en la espalda, la vida de posiblemente millones de personas y el destino de un país entero era algo que sentía era demasiado para él. No queria defraudar a nadie, pero...no se sentía capaz de lograrlo.
Aun cuando contaba con la ayuda de Moon y Selene sentia que, por mas que intentara, no era capaz de avanzar; él presenció como las gemelas lograron controlar ese supuesto cuarto Jiin gracias a los consejos del rubio, entonces ¿Por qué el no era capaz de avanzar? Se sentia tan inútil como la vez que trató de hacer algo para poder tener un trofeo que poner en la vitrina junto al de sus hermanas.
Esa vez si que se sintió como un inútil. Vivir con díez personas tiene beneficios, pero también puede generarte ciertos conflictos; siendo él el único hombre en una familia de diez hermanas, sentia como la gente se formaban una imágen de él, una imágen que sentía que no podía corresponder. Para empezar, no destacaba en nada, y eso se reflejaba en la cantidad de trofeos suyos que habia es esa maldita vitrina. Gracias a esto hizo lo que hizo para finalmente ganar algo, y si bien obtivo lo que queria, lo hizo a costa de manchar la reputación de sus hermanas.
Al final tuvo que humillarse de la misma manera que él había humillado a sus hermanas, y aunque eso solucionó su problema con ellas, no lo hizo con el problema que desencadenó todo ese asunto: tener un trofeo en la vitrina.
Sus hermanas le dieron un trofeo hecho a mano, y en su momento el lo vió como un bonito detalle. Pero al crecer, se dio cuenta que no era mas que un premio de participación porque realmente no merecia nada. No destacaba en nada, solo era un niño promedio sin nada especial.
Y asi era como se sentia en ese momento. No tenia nada de especial, y de la nada llega alguien y le dice que es un héroe y debe salvar un reino y debe entrenar...no sabía si esto era real o solo un sueño; las vidas de todos los que dependen de él podian ser tanto valiosas como no tener importancia. El no saber lo-
—¿Yuki?— lo llamó Moon.
—Ah, ¿que?— preguntó el peliblanco. No lo habia notado, pero Moon le habia estado hablando todo este tiempo mientras él se sumergía en su profunda autoretrospectiva.
—Oye, ¿Por qué no me dices qué te molesta?— preguntó la peliroja.
—No tengo nada, en serio...
—No me puedes engañar, haz estado distraído todo este tiempo que me haz dejado hablar sola.— comentó Moon. —Tiene que ver con todo este asunto del héroe, ¿No es asi?
Lincoln suspiró. Sabía que estaba siendo demasiado obvio, no tenia caso ocultarlo.
—Si, es...algo relacionado con eso.
Moon bajó la mirada. —Se que debes de pensar que es injusto el que tuvieras que dejar todo atrás para venir a salvar a un mundo desconocido; si te negaras a ser el héroe y buscaras una manera inmediata de regresar a tu mundo...no te culparía.— comentó la pelirroja con pena. —Pero estamos desesperados. Hay una guerra allá afuera que nos ha hecho perder mucho a todos, y estamos desesperados por finalmente recuperar la paz que tanto nos ha hecho falta.
Lincoln solamente la observó sin saber que decir.
—Se que no estas obligado a ser el héroe que todos esperan, asi cómo tampoco estás obligado a soportar los menosprecios de Cedric o a andar con un par de gemelas tontas. Pero si te quedaras a luchar, si te quedaras a cumplir ese destino qie se te fue impuesto por alguien mas...te estaría eternamente agradecida.
Lincoln no dijo nada, lo cual le dió mala espina a Moon. Tal vez se había decidido por no luchar y...
—Si prometen ayudarme, tal vez decida quedarme.— comentó mientras sonreía.
Moon rió ante esto. —Supongo que es lo justo.
—Bien, entonces...
—Espera,— lo interrumpo Moon, quien se detuvo en seco y se puso en modo de alerta máxima. —Siento una gran concentración de energía que viene del lugar donde nos íbamos a reunir con mi hermana y Cedric.
Lincoln levantó una ceja. —¿Qué crees que pueda ser?— preguntó.
—No lo se, pero eso no es normal.— respondió la pelirroja. —Ven, vamos a investigar.
Ambos salieron corriendo lo más rápido que pudieron. A medida que se acercaban podían sentir que la concentración de Jiin se hacía más grande, tanto así que incluso Lincoln pudo sentirla hasta cierto punto.
La preocupación crecía dentro de Moon, sabía que su hermana estaba segura con Cedric; si bien el guerrero era pretencioso, sabía que no dudaría en defenderla si la situación lo requería. Sabía que él...
Tan pronto llegaron al lugar, se quedaron boquiabiertos al presenciar lo que estaba aconteciendo: Cedric había entrado en en cuarto Jiin, estaba sosteniendo su mano al frente mientras que delante de él estaba Selene, quien flotaba y llevaba sus manos a su cuello como si se estuviera sofocando; al igual que Cedric, ella también estaba usando el cuarto Jiin. No les tomó mucho deducir lo que estaba sucediendo.
—Maldita...— Comentó Cedric. —¡He sido muy paciente con ustedes, pero no voy a tolerar que alguien como tú me falte el respeto de esa manera!
Moon sintió que su cuerpo se movía casi por instinto. Entró en el cuarto Jiin sin dificultad alguna y se dirigió a toda velocidad hacia el guerrero con sus manos envueltas en llamas; lo iba a matar, si bien antes no estaba segura de lo que sentía, ahora no podía sentir más que odio.
Pero Cedric se adelantó a ella. Con un simple movimiento de su mano derecha envío una poderosa corriente de aire que lanzó a Moon hacia atrás, haciéndola chocar contra un árbol; muy como el día anterior, la nieve que estaba en la copa cayó sobre ella.
Lincoln miraba la situación sin saber que poder hacer. No podía simplemente ir a detenerlo; Cedric era demasiado poderoso incluso para ambas gemelas con el cuarto Jiin, si él lo llegaba a desafiar muy probablemente iba a acabar peor que Moon.
La pelirroja se levantó tan rápido como pudo y se dirigió a atacar a Cedric, pero muy como la primera vez el guerrero logró interceptarla a tiempo con la misma técnica con la cual sostenía a Selene, haciendo lo mismo con ella. Ahora sin nadie que lo detuviera, Cedric podía hacer lo que quisiera.
Lincoln estaba consciente que no le podía hacer nada, pero aún así corrió a tratar de detenerlo; lo iba a golpear, a patear, lo que pudeira hacer, pero no podía dejar que se saleira con la suya.
Desafortunadamente Cedric ya lo había previsto. Dejó que el peliblanco se acercara, dándole falsas esperanzas de que al menos tenía una muy minúscula probabilidad de hacerle algo. Cuando el peliblanco dio un salto para caer encima de él, el guerrero dejó salir una onda expansiva que lo mandó a volar hasta que tocó tierra, rodando por el suelo cubiertó de nieve.
—¿Y te haces llamar el héroe, maldito forastero?— se burló el rubio. —No eres más que un fraude, una farsa, una decepción para todos los que confían en tí.
Cada palabra era un duro golpe para el peliblanco; si antes se sentía aterrado de no cumplir con las expectativas de los demás, las palabras de Cedric no hacían más que justificar ese miedo.
—Cállate...— replicó Lincoln mientras se recuperaba del golpe. No iba a dejar que un idiota como él lo insultara de esa manera. Con determinación volvió a ponerse de pie, lanzandose al ataque contra el rubio una vez más.
Y una vez más, el resultado fue el mismo. Lincoln acabó en el suelo otra vez, pero ahora el golpe había dolido más; se sostuvo el torso, sintiendo como si algo dentro se hubiera roto.
Las gemelas miraban cómo Cedric jugaba con Lincoln como si él fuera un muñeco de trapo. —E-Eres un bastardo...— comentó Selene con dificultad. Cedric se enfureció y ajustó el agarre a su cuello para que no pudiera hablar.
—Sigue hablando, no haces más que ponerte la soga al cuello..— comentó con malicia. —O mejor dicho, la mano...
Lincoln miraba como las gemelas trataban de safarse del agarre mágico del guerrero sin éxito alguno. No sentíia que tuviera energía para un ataque más, pero debía intentarlo, debía tratar al menos.
Con esfuerzo, se levantó del suelo y trató de correr lo mejor que pudo, pero gracias al cansancio y el dolor que sentía no era capaz de ir tan rápido. Cedric tomó nota de esto; sonriendo con malicia y burlandose del albino, soltó una ráfaga de aire que mandó a volar al peliblanco una vez más. Esta vez no se pudo levantar, su cuerpo se sentía cansado y apenas se podía mover.
—¿Es ese el guerrero destinado a derrotar al mal?— se burló el guerrero. —Sabía desde el primer momento que no eras más que una farsa.
Lincoln trató de levantarse una vez más, tratando de ignorar las hirientes palabras de Cedric. Pero éste no le iba a dar ninguna oportunidad de descansar.
—Me alegra que puedas presenciar como voy a acabar con estas entrometidas, porque así sabrás que habrán muerto por tu culpa, si fueras más fuerte, si fueras quien todos creen que eres las podrías haber salvado.
Una vez más, Lincoln trató de ignorarlo. Se estaba volviendo más complicado, si algo sabía hacer Cedric era atacar donde a uno más le dolía.
—¿Qué, ya te rendiste?— se burló una vez más. —Apuesto a que debes de tener familia de donde vienes, ¿No es así? Apuesto que estarían decepcionados de tí al ver el fracaso en el que te has convertido...
Al escuchar a Cedric hablar de su familia, Lincoln sintió algo dentro de él activarse; La misma energía que habia reunido hace unas horas, la misma energía que lo dejó al fallar en concentrarse, había vuelto hacia él y más fuerte que nunca. Su visión se nubló, sentía que su cuerpo actuaba por sí solo; sentía que se estaba dejando llevar por una fuerza más poderosa que él, pero no le importaba. Todo lo que quería era hacer pagar a ese maldito bastardo.
Cedric le había dejado de prestar atención a Lincoln para concentrarse en las gemelas. Si todo marchaba a la perfección...
El cambio en la energía del ambiente fue tan repentino que apenas pudo reaccionar cuando lo sintió. Volteó a ver al peliblanco una vez más, sabía que ese cambio solo podía venir de un solo lado, pero cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando ya era demasiado tarde para actuar.
Lincoln se encontraba a escasos centímetros de él, su cuerpo estaba rodeado en un aura verde y sus ojos brillaban con ese mismo color. Todo sucedió en camara lenta; Cedric no alcanzó a reaccionar a tiempo, apenas y pudo cerrar los ojos instintivamente para protegerse de alguna manera, pero sabía que eso no iba a ser suficiente.
Lincoln lo alcanzó a impactar fuertemente con una dura tacleada directo al torso, enviandolo a volar hasta atravesar el tronco de un árbol para después rodar en el suelo por varios metros. Las gemelas se desplomaron al suelo, alcanzando a caer de pie. Cuando se repusieron, miraron como Lincoln no solo se había saltado el Jiin base para utilizar el primero, sino que había logrado lastimar a Cedric mientras éste se encontraba en el cuarto Jiin.
Lincoln caminaba lentamente hacia el guerrero, quería venganza, quería hacerlo pagar por todo lo que le ha hecho, por lo que le hizo a las gemelas, por haber hablado de su familia, por...
—¡Yuki, espera!— gritó Selene, quien se veía en perfectas condiciones. —¡Todo esto es fingido, nunca estuvimos en peligro!
Al escuchar eso, Lincoln se detuvo de inmediato. El brillo verde que emanaba de su cuerpo se apagó y sus ojos regresaron a la normalidad. Tan pronto como volvió a ser el mismo de antes empezó a sentir mucho sueño, se sentía cansado de sobremanera, su cuerpo se sentía tan débil...que...
Todo esto había sido mucho para él, y no pudo mantenerse consciente por mucho tiempo. El albino cayó sobre la nieve inconsciente, y las gemelas se apresuraron a levantarlo.
—¡Explícame que es todo eso de que era fingido!— le reclamó Moon a su gemela. Si bien ella había notado que mientras estaba bajo el agarre mágico del rubio ella podía respirar bien, no comprendía de que hablaba su hermana.
—Te lo explicaré luego,— respondió Selene. —Yo llevaré a Lincoln al pueblo, mientras tanto tú deberías ir a ver cómo está Cedric; se que es muy poderoso, pero para que ese golpe lo haya mandado de esa manera a volar debe estar lastimado.
Los ojos de Moon se abrieron como platos al recordar lo que había pasado. —¡Cedric!
El guerrero había atravesado un árbol y rodado varios cientos de metros antes de detenerse al chocar contra una roca. Se recargó contra ésta y se apoyó en su brazo derecho para levantarse, pero al intentar hacer fuerza con ese brazo, sintió un enorme dolor en su hombro. Decidió desistir de sus intentos de ponerse de pie y mejor trató de descansar un rato.
—N-No es posible...— dijo el guerrero. —Ese... maldito forastero logró dañarme de gravedad...solo usando el segundo Jiin, eso...no puede ser, ¡No puede ser!
Soltó un suspiro, y sintió un dolor punzante en su costado derecho. Se llevó la mano hacia donde sentía el dolor, palpó la zona con sus dedos y notó había una parte donde la piel se hundía, la cual le causaba mucho dolor.
De la nada empezó a toser, notando que cada vez que lo hacía salía sangre. No había duda, estaba mal herido.
—Hombro dislocado... costillas rotas...y posiblemente un pulmón perforado...— dijo con dificultad antes de que un ataque de tos lo interrumpiera. —N-Necesito...ir con Gigi lo más rápido posible...pero...no pienso dejar que ese forastero me vea en este estado; n-no le voy a dar ese gusto.
Una de las mayores debilidades del guerrero era su estúpido orgullo. No le importaba el estar lastimado, no le importaba que tan graves fueran sus heridas, no le iba a dejar ver a su oponente que lo había dejado vulnerable. Si bien antes no había sido problema, ahora mismo estaba batallando para mantenerse calmado, el dolor era demasiado.
Tomó su brazo lastimado, cerro con fuerza los ojos y dió un tirón, poniéndolo de vuelta en su lugar. Dolía como el carajo, pero logró contenerse. Luego de eso logró ponerse de pie, y empezó a caminar de vuelta a la zona de entrenamiento.
No le tomó mucho llegar; al arribar al lugar escuchó a Moon gritar su nombre con preocupación.
—Aquí estoy...— dijo el guerrero. —No me pasó nada.
—¡Cedric!— dijo Moon con sorpresa y alivio al mirar que estaba bien. No sabía cómo había logrado salir ileso de...
Su alegría decayó al mirar la forma en la que Cedric sostenía su brazo derecho contra su cuerpo; se notaba que trataba de disimular, pero ella podía notar perfectamente que le dolía. —Cedric, tu brazo...
—No te preocupes por eso, estoy bien.— aseguró el rubio. —Solo me golpeé un poco mientras rodaba por el suelo, no es gran cosa.
Moon no estaba segura de si decía la verdad, pero decidió no presionarlo más sobre ese asunto.
El guerrero notó como Selene sostenía a Lincoln sobre sus hombros; no era una sorpresa para él que se hubiera desmayado luego de haber liberado tanto poder de una sola vez. —Su cuerpo no resistió el haber sido expuesto a semejante cantidad de Jiin en una sola sentada. Será mejor que lo lleven a descansar.— Dijo Cedric mientras miraba hacia el cielo; el sol se encontraba en su punto más alto. —Dejemos el entrenamiento por ahora, váyanse a descansar.
—O-oye, y tú a dónde...
—No te preocupes por mi, yo haré lo mismo.— respondió el guerrero. No lo había notado, pero un ligero rubor se hizo presente en sus mejillas; no tenía idea de por qué, pero el que alguien se preocupara de esa manera por él se sentía...bien. —Si despierta en unas horas entonces mañana retomaremos el entrenamiento. Por ahora es tiempo de irse.
Selene quería agregar algo más, pero cuando se dió cuenta Cedric había desaparecido.
No tenía caso el quedarse ahí, por lo que las gemelas empezaron a caminar de vuelta a casa. Había sido un día lleno de sorpresas, y ciertamente a ellas también les vendría bien un descanso.
—Moon,— la llamó su gemela.
—¿Sí?
—En el poco tiempo en el que llevamos conociendo a Yuki, ¿Alguna vez pensaste que podría ser así de poderoso?
Moon lo pensó por un momento, tratando de recordad alguna vez en la que de verdad sintiera que él era el héroe de la leyenda; honestamente para ella, Lincoln no era más que un tipo normal, pero al ver que su hermana tenía tanta fé en él decidió seguirle el juego. Si bien presenció lo que pasó cuando la matriarca deshizo el desbloqueo de Jiin, no pensó que eso fuera prueba suficiente para considerarlo el héroe.
Pero ahora, al ver lo que había pasado, al ver lo que le había hecho al mejor guerrero...sentía esa esperanza que su hermana tenía, esa misma esperanza que había perdido cuando sus padres murieron había regresado.
Finalmente tenían una oportunidad de ganar.
—Para ser honesta, nunca pensé que llegara a ser así de poderoso.— respondió la pelirroja de cabello corto. —Pero...supongo que eso es bueno, ¿cierto?
—Mas que bueno,— respondió su hermana. —Vamos, hay que llevarlo hacia el pueblo para que descanse.
—Bien, andando.
Las gemelas emprendieron el camino de vuelta al pueblo, no les quedaba demasiado lejos, tal vez unos veinte minutos cuando mucho. Si se daban prisa podían-
—Dime, ¿Que es lo que sientes por Cedric?— pregunto Selene de la nada.
Moon se quedó petrificada. Se detuvo instantáneamente, sintiendo su cara ponerse roja. No supo que responder, su mente estaba hecha un caos.
—¡N-No se de qué h-hablas!— respondió con dificultad. —¡Y será mejor que nos demos prisa a llevar a Yuki al pueblo!
Selene rió, sabiendo que había dado en el clavo.
Cedric había logrado desaparecier de la vista de las gemelas a tiempo para esconderse y descansar un poco. Sentía cada paso que daba como un suplicio, sentía que con cada minuto que pasaba se iba haciendo más débil; no tenía dudad de que ese golpe había resultado ser más grave de lo que él pensaba, bien pudo haberle provocado un grave sangrado interno.
Por fortuna para él su destino no estaba muy lejos, de hecho estaba prácticamente a la vuelta de la esquina. Tras caminar unos difíciles pasos más, finalmente llegó a una cabaña que se encontraba en medio del bosque. Esta se veía pequeña a simple vista, lo cual funcionaba para engañar a la gente, pero él era el único que sabía el secreto que ocultaba.
Cedric llegó a la puerta, donde tocó con urgencia hasta que alguien gritó desde adentro.
—¡Ya voy!— escuchó decir a la propietaria. Cedric no tuvo más remedio que esperar y tratar de seguir consciente en el intento. Luego de unos segundos la puerta se abrió, revelando a una mujer un tanto baja con pelo naranja en forma de afro. Su cuerpo eralo que se consideraba "curvy" y usaba unas gafas redondas grandes. Por ropa llevaba lo mismo que usaban las personas del pueblo, excepto que sus prendas eran de color blanco, algo más conveniente viviendo en un lugar salvaje cubierto de neive.
—¿Cedric?— pregutnó la mujer, quien se veía sorprendida por el deplorable estado del guerrero. —¡¿Qué demonios te pasó?!
—N-No hay tiempo para hablar, Gigi,— respondió Cedric con dificultad. —Dame una dosis de tu brebaje ahora...
Gigi rápidamente lo ayudó a entrar a la casa, donde lo recostó sobre una mesa. Le sorprendía bastante mirar la maltrecha condición en la que venía Cedric; de todas las veces que él había requerido de sus servicios, jamás lo había visto tan mal. De verdad parecía que iría a morir si no hacía algo.
Tomó unas tijeras y cortó su playera, revelando una gran mancha morada en su costado derecho; esto solo podía significar que tenía un sangrado interno muy grave, el cual los ponía en contra del tiempo. Se apresuró a tomar una daga, con la cual hizo un corte limpio en el costado afectado.
—¡Puta madre!— se quejó Cedric al sentir el corte, pero pronto el dolor disminuyó. La sangre que se había acumulado en su costado estaba siendo drenada. Gigi rápidamente usó una mezcla de hierbas para desinfectar la herida y acelerar la cicatrización del corte, mientras que con un hechizo de hielo que envolvió su mano intentó detener el sangrado. Luego de unos minutos, finalmente había parado.
La pelirroja se apresuró a traer una pequeña botella de cristal que contenía un líquido rojo. Cedric apenas y estaba consciente, por lo que rápidamente derramó una gota sobre sus labios. Esperó unos momentos para ver cómo reaccionaba; sabía que este brebaje sería suficiente para curarlo completamente, pero en el estado en el que se encontraba tenía dudas si iba a lograr sobrevivir.
Luego de unos segundos Cedric abrió los ojos repentinamente, se sentó en la mesa mientras daba respiros profundos. Movió su brazo derecho, notando que ya no dolía, y volvió a palpar con sus dedos el lugar donde se habían roto sus costillas, sintiendo que ya no se hundía. Se sentía lleno de enrgía, como si acabara de despertar de una larga siesta. Se había recuperado por completo.
Gigi dio un suspiro de alivio. —Carajo, Cedric,— comentó la curandera. —Pensé que no la ibas a librar.
Cedric se sentó al borde de la mesa antes de estirar su espalda. —Gigi, llevamos años de conocernos. Me ofende que pienses que soy capas de morir así de fácil.
—En todos los años que llevamos de conocernos, jamás te había visto tan maltrecho.— respondió Gigi. —¿Qué fue lo que te pasó?
Cedric pensó que responder. No le iba a decir que un forastero que apenas había aprendido a entrar en el estado Jiin lo había herido de tal manera; aún cuando existía cierta confianza con ella, no podía decirselo, no podía dejar que los demás creyeran que él era débil...
—Me enfrenté a un grupo de guardianes de piedra, logré derrotarlos a todos, pero no me pude ir ileso...
Gigi no parecía comprar su excusa, pero decidió no cuestionarlo.
Cedric bajó de la cama, estirando sus piernas y moviendo su cuerpo para asegurarse que que estuviera bien. Dio varios golpes y patadas al aire, estos eran demasiado rápidas como para que Gigi les siguiera el ritmo.
—Gigi,— la llamó Cedric.
—¿Sí?
—¿Sabes algo acerca del significado de los sueños?
La curandera se quedó pensando por unos segundos. —Estudié un poco acerca de los sueños cuando estaba estudiando con mi mentora. No es mi especialidad, pero creo que puedo defenderme.— respondió. —¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?
Cedric penso acerca de la pesadilla que ha estado teniendo durante las últimas noches. A pesar de ser la misma no lograba recordad mucho, solo lo último que llegaba a pasar antes de que despertara. —Durante ya varias lunas he tenido la misma pesadilla. Me involucra a mi luchando contra un ser que parece estar hecho de sombra, el cual sabe todos y cada uno de los movimientos que estoy por hacer. Siempre puede bloquearlos, o puede contraatacar de manera perfecta. Mientras todo eso pasa, escucho voces, voces que me dicen que fallé en...en protegerlos. Las voces me dicen que soy un fraude, un fracaso...
Gigi trató de usar la información que el rubio le estaba brindando para tratar de identificar el problema. Si bien fue hace ya varios años que hizo sus estudios acerca de los sueños, aún recordaba algunas cosas que cree pueden ser de utilidad. La mente tiene un sistema de autopreservación que bloquea todo aquello que nos haga entrar en un estrés extremo. Este sistema es más efectivo durante la niñez, puesto que la mente aún se encuentra en desarrollo y es más fácil bloquear recuerdos dolorosos y reemplazarlos con algo más. Cuando dicho evento ocurre en la adultez, la mayoría de las veces se desarrolla lo que se conocía como Trastorno de Estrés Post Traumático.
—Dime, Cedric,— comentó la curandera. —¿Ya superaste lo que le pasó a tu pueblo cuando eras un niño?
Cedric sintió un escalofrío al recordar ese suceso, pero logró mantenerse calmado. —¿Por supuesto que sí, ¿Por qué preguntas?
—Por lo que me cuentas, puede que tu subconciente esté tratando de decirte algo a través de tus sueños. Si no me equivoco, debe de haber una herida dentro de tí que no ha sanado. Esa herida te está provocando las pesadillas.
—¿Como es eso posible?— preguntó. —Se supone que el brebaje cura cualquier herida y...
—No una herida física, tarado,— regañó Gigi. —Hay algo de tu pasado que aún no logras superar, y eso es lo que está haciendo estragos en tu subconsciente.
Cedric no creía que eso fuera posible. Había sufrido algunos eventos traumáticos en su pasado, pero estaba seguro de que los había superado hacía ya años. No podía ser posible que volvieran para atormentarlo.
—No. Dudo que sea eso. Debe de haber otra explicación.
Gigi sabía que tratar de convencerlo era inútil. No iba a presionarlo más; sabía lo cabeza dura que podía llegar a ser. Si en algún momento llegaba a necesitar ayuda ella se la iba a brindar. Por el momento, no había mucho que ella pudiera hacer.
—Como sea,— comentó Cedric. —Necesito irme ahora, tengo algunos asuntos que atender. Si necesitas mas flores para preparar más de ese brebaje solo dime.
—Muy bien, Cedric. Cuidate.— respondió la pelirroja.
—Tu también, Gigi.— dijo el guerrero antes de desaparecer en el bosque.
