-¿Sabes lo que es la fruta Tsuchigumo?

La pregunta de Naruto le cayó a Kushina como un balde de agua fría. Un par de segundos después, reaccionó y corrió hacia un librero en la sala. Se agachó al primer espacio y sacó de entre tantos libros, una carpeta que tenía escondida hasta el fondo del estante. Con aquel objeto en sus manos, volvió con los jóvenes y se sentó nuevamente.

-Lo que voy a contarles, no debe salir de aquí. ¿De acuerdo? – advirtió con seriedad.

Naruto, Sakura y Shikamaru asintieron, brindándole la confianza que necesitaba para poner la carpeta sobre la mesa y abrirla. El rubio fue el primero en asomarse, observando atónito las fotos de una auténtica escena del crimen.

Sangre esparcida en las paredes y muebles de una sala que parecía acogedora... acompañada por dos cuerpos inmóviles en el piso. Había otras imágenes en las que el número aumentaba, poniendo nerviosos a la joven de cabello rosa y al pelinegro a su lado derecho.

-Hace 10 años, después de que Shikaku y yo rescatamos a Sasuke, Karui, una de nuestras compañeras, apareció con una gran cantidad de archivos, con casos similares al suyo que no habían sido resueltos. - sacó una de las fotografías de las carpetas y la deslizó sobre la mesa. - En el distrito de Suginami, era muy común que varias familias fueran masacradas. Y de esos misteriosos ataques, los hijos menores eran los únicos que sobrevivían. Siendo llevados a varios orfanatos de diferentes distritos, hasta que, luego de un tiempo, desaparecían sin dejar rastro.

Asustada, la chica de cabello rosa se cubrió la boca con su mano derecha.

-Por eso, llegamos a la conclusión de que, sin importar cómo, debíamos proteger a Sasuke.

-Entonces... - habló Naruto. - un demonio si lo siguió esa noche.

Su madre asintió.

FFFFF

-¿Y recuerdas como era? – cuestionó Toga; el padre de InuYasha y Sesshomaru, observando atento a la mujer pelirroja, mientras entrelazaba sus dedos sobre la mesa de madera.

-Tenía piel pálida, cabello azul oscuro, corto, y sus ojos eran...

-¿Blancos?

FFFFF

Kushina sacó un cartel de la carpeta y lo colocó sobre la mesa. Esta vez, se trataba de una afiche que decía en grande "Hinata Hyuga", acompañada por la foto de una niña pequeña, su descripción física y un teléfono de celular. Shikamaru, al verla, comenzó a darse cuenta de a dónde iban los hechos.

-Hace poco, Toga Taisho, un amigo de mi jefe, vino a verme. – dijo Kushina. - En nuestra conversación, intercambiamos datos muy interesantes sobre este caso. Por ejemplo, que el nombre de la mujer de la serpiente es Tsubaki y que se trata de la principal sospechosa de varias catástrofes que han ocurrido en estos últimos años. Uno de ellos, el que más me impactó escuchar... - hizo una pausa, apretando los puños sobre sus piernas. - ...es la caída del sanatorio Akasuna.

FFFFF

-Quiere decir... - susurró Kushina. - ¿Qué esa mujer de cabello blanco fue la que asesinó a mi esposo?

-Tsubaki es alguien que no se detiene ante nada, con tal de conseguir lo que quiere. – agregó el hombre, recargándose en el respaldo de la silla y cruzándose de brazos. - Y el hecho de que haya derrumbado todo un edificio, solo para sacar de ahí a una pequeña niña como Hinata Hyuga, lo demuestra con creces. – indignada y molesta, la pelirroja se levantó de su asiento. Le dio la espalda y se cruzó de brazos, mirando el piso.

-Hay algo más que debo contarle.

FFFFF

-En ese momento, recordé que yo también había tenido un desafortunado encuentro con esa mujer...

FFFFF

En aquel entonces, estaba embarazada. La noche era oscura y tormentosa. Lo único que iluminaba la habitación eran las velas. Minato, mi esposo, había salido un momento para conseguirme toallas. Yo, mientras tanto, luchaba con el dolor de dar a luz, aferrándome con fuerza a las sábanas de la cama, gritando y sudando.

De pronto, un trueno iluminó la habitación, dejándome ver a una figura que se escondía en la oscuridad. Se trataba de una mujer, vestida con ropas negras y con su cara cubierta por un velo negro.

Desconocía por completo si era una alucinación mía o si realmente estaba ahí... hasta que se acercó con rapidez y deslizó su mano sobre mi vientre, provocándome un dolor peor que el que estaba sintiendo.

Yo no paraba de gritar ni de golpear mi cabeza contra la almohada. Sentía como si me estuvieran derritiendo los órganos. En eso, Minato volvió conmigo, ahuyentando a la mujer con unos conjuros.

-¡PAGARÁS POR TU INSOLENCIA, MINATO NAMIKAZE!

Luego de gritar eso, se marchó, dejando en el piso la cabeza de una serpiente.

FFFFF

-Nunca se lo había contado a nadie, porque siempre pensé que se había tratado de una pesadilla que tuve durante el parto de Naruto.

Los jóvenes la miraban perplejos.

-Sin embargo, al ver las ropas de Tsubaki en las fotos y al escuchar las experiencias del jefe Taisho con ella... lo supe. Eso que pasó no fue un sueño. Tsubaki quería ponerle una maldición a Naruto y convertirlo, al igual que los otros niños de los que les hablé, en un hibrido. Un humano mitad demonio.

Shikamaru volteó la mirada de la mujer hacia el afiche de la niña desaparecida.

-¿Eso...? – preguntó Sakura, tomando el papel en sus manos. - ¿...fue lo que le pasó a Hinata Hyuga? – sus ojos verde jade se humedecieron. - ¿La convirtió en mitad demonio para que fuera tras Sasuke?

-Pero, ¿Por qué? – cuestionó Naruto. - ¿Por qué yo? – volteó sus ojos azules hacia el afiche. - ¿Por qué ella?

-Aquí es donde entra la fruta Tsuchigumo. – respondió Kushina. - Según lo que investigó el jefe Taisho, Tsubaki le robó esa cosa al rey del inframundo y lo escondió en el cuerpo de un bebé recién nacido, para que nadie pudiera encontrarla. Ni siquiera ella.

-Por eso solo dejaba que sobreviviera el hijo menor de cada familia de Suginami. – concluyó Shikamaru.

La mujer asintió.

-Si resultaba que ese niño tenía en su interior la fruta Tsuchigumo, tendría la oportunidad de tenerla otra vez. Pero, si no era así, los transformaba y asesinaba a otras familias, dentro de un círculo vicioso imposible de deshacer.

Al escuchar aquello, Naruto sintió tanto enojo que apretó sus puños hasta sangrar.

-Y sobre nosotros...

El comentario de su madre lo hizo reaccionar, relajando de nuevo sus manos.

-...imagino que esa mujer quería vengarse de Minato. Y qué mejor forma de hacerlo, que convirtiendo a su hijo en su esclavo. Por fortuna, eso no sucedió. Pero la maldición era tan fuerte, que terminó perjudicando a una niña inocente.

-Señora Namikaze... - la llamó Shikamaru de pronto. - ¿Podría contarnos qué estaba haciendo el padre de Naruto en el sanatorio Akasuna?

PPPPP

Sasuke subió al tren que lo llevaría de regreso a Tokio. Para el momento en el que bajó a la estación, ya pasaban de las 8 de la noche. Aun le costaba trabajo creer lo que había vivido recientemente. Mirai, quien se había presentado como la extraña, pero inocente prima de Shikamaru, resultó ser una hibrida que solo buscaba la fruta Tsuchigumo para convertirse en humana.

Y Himawari, la chica en la que más confiaba y con quien estaba dispuesto a pasar el resto de su vida, resultó ser la misma niña que asesinó a sus padres y a su hermano mayor, 10 años atrás. Y como si su situación no pudiera ser peor... su corazón se negaba a soltar los sentimientos que tenía por ella. ¿"Matarla"? ¿Cómo podría hacerle algo así a la chica que amaba con tanta sinceridad?

Cayendo al suelo de rodillas, se dio el lujo de agachar la cabeza y derramar un par de lágrimas de sus ojos. Odiaba sentirse de esa manera tan miserable. Incapaz de decidir entre sus sentimientos por Hinata o los recuerdos de su familia.

De pronto, escuchó el graznar de los cuervos. Alzó la vista. Al estar tan perdido en sus pensamientos, terminó varado cerca de su antigua casa. ¿Se había bajado en el distrito de Suginami? Estaba tan disperso que no se había dado cuenta. Atónito, se limpió las lágrimas y se puso de pie para caminar hacia ese sitio.

Con las cintas amarillas de la policía rodeándola, la luz de la luna la bañaba dentro de un escalofriante sentimiento de misterio y agonía. Y más, con el graznar de los cuervos, quienes, curiosos, no paraban de observarlo. Como si lo estuvieran vigilando. Tragó saliva. Deshizo las cintas y se aproximó a la puerta para tomar el picaporte.

Se encontraba abierta. Empezando a sentir pánico, lo movió despacio hacia su derecha y empujó la puerta para asomarse al interior. Parada frente a unas marcas hechas con tiza en el suelo, se hallaba una mujer de largo cabello blanco, vestida con ropas negras.

-Sabía que tarde o temprano volverías al punto de partida... - le comentó la desconocida, girándose hacia él con una sonrisa en sus labios, mientras una serpiente se deslizaba por su vestimenta, hasta llegar a su hombro izquierdo. – mi querida fruta Tsuchigumo.

De repente, los cuervos que estaban parados en el jardín, se transformaron abruptamente en diferentes tipos de Youkai.

-¡Maldición! – pensó, antes de salir corriendo hacia la calle.

La mujer volvió a sonreír. En su ojo derecho, aparecieron varias líneas azules que se cruzaban. Mientras brillaban, un ejército Youkai salía de su interior, explotando la pared de la casa para alzarse en vuelo.

PPPPP

-¡Rin! – gritó InuYasha, despertando sin querer a Itachi; acostado en la cama de Kagome, y llamando la atención de Sesshomaru. - ¡Rin, ¿Te sientes bien?! ¡O-Oye...! – la llamó desesperado, sosteniéndola en sus brazos.

Su hermano mayor tomó una botella de agua que tenía y le dio un poco a la joven, quien la bebió con cuidado, hasta que pudo sentarse por su cuenta.

-Gracias... - dijo, mirando a Sesshomaru con una sonrisa.

-¿Qué te pasó? – cuestionó InuYasha, sentándose a su lado izquierdo. - ¿Por qué te desplomaste de golpe?

-Solo me ocurre cuando las energías en el ambiente se distorsionan. – respondió, volteando un momento hacia la ventana.

Sus ojos castaños se abrieron como platos al ver a Itachi parado frente al cristal, observando detenidamente como las nubes cambiaban drásticamente de color, pasando de un azulado oscuro a un escandaloso morado rojizo. Los hermanos Taisho, teniendo un mal presentimiento, ayudaron a Rin a ponerse de pie y se acercaron también a la ventana.

-¿Esto será obra de Tsubaki? – interrogó Sesshomaru. Rin asintió.

-¿Pero por qué decidió salir de su escondite hasta ahora? – cuestionó InuYasha.

-Oigan... - los llamó Itachi, señalando algo cerca de unos edificios altos en la zona. - ¿Qué es esa nube negra?

Al encontrar lo que el joven señalaba, Rin perdió los colores en su rostro. Aquella nube se trataba de un ejército de demonios. Uno que buscaba algo en específico.

-Quiere la fruta Tsuchigumo. – dijo sin pensar, provocando que Itachi volteara de golpe y corriera hacia la puerta la habitación.

Sin embargo, antes de poder salir al pasillo:

-¡Oye, ¿A dónde demonios vas?!

InuYasha alcanzó a sujetar el brazo izquierdo de Kagome.

-¡Mi hermano se está quedando sin tiempo! – gritó enojado. - ¡Tengo que ayudarlo como sea!

-¡Espera, Itachi! – le pidió Rin, aproximándose a ellos. - InuYasha, ¿Aún conservas el rosario de la bestia zangetsuha?

El mencionado, parpadeando atónito, movió la cabeza para asentir.

-Rin, ¿Qué estás planeando? – interrogó Sesshomaru, viendo como su hermano menor le entregaba el objeto mencionado.

-Darle su merecido a esa sacerdotisa de una vez por todas. – dijo decidida, apretando las cuencas del rosario para que estas cambiaran de color.

Fin del capítulo.


Hola a todo(a)s! Espero se la hayan pasado genial leyendo este capítulo. Se vienen partes muy emocionantes, así que espero seguir contando con su apoyo y su ENORME PACIENCIA! Y hablando de esto último, lamento tardarme tanto con los capis :( Tengo que revisarlos minuciosamente para no cometer errores de ortografía, continuidad o sentido XD Muchas, muchas gracias por seguir leyendo este fic tan alocado. Y aprovechando que sigo aquí, me gustaría mandarle un saludo súper especial a la bella Fran Sanchez, cuyos comentarios nunca pueden faltar en este fic! Muchas gracias! TwT! Nos estamos leyendo, cuídense mucho!