Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es bornonhalloween, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to bornonhalloween. I'm only translating with her permission.
Capítulo 11
¿Cómo se supone que estudie con la oferta de Edward en mi cabeza? Él no ha mencionado nuestra aventura en Napa de nuevo desde el lunes, como si al no contarme detalles, no me distraerá. Equivocado, novio increíble. Estás tan equivocado.
Después de mi última sesión de estudio el miércoles por la mañana, me convenzo de que una distracción, una salida rápida para comprarme un nuevo atuendo para el viaje, despejará mi mente. Todo es por el bien de mi estudio, el cual será mucho más productivo después que me saque las ganas.
Durante todo el viaje en autobús a mi pequeña tienda favorita, me permito imaginar, y diablos, sí que ella ha aprendido a descontrolarse desde que conocí a Edward. Cierro los ojos, y conjuro a Edward, delante de mí en su bicicleta, llevándome entre columnas de uvas jugosas bajo el sol de Napa. Él pasa el sabor a vino de su lengua a la mía cuando el guía no nos ve; tragamos más de lo que deberíamos. Nuestro relajado y alcohólico almuerzo nos deja lánguidos y lentos al regresar, ¡hasta que nos damos cuenta que vamos a desnudarnos ni bien regresemos a ese cuarto! Corremos al hotel, llegamos sin aliento, e incluso en mi fantasía, no puedo encontrar ni una pizca de control una vez que llegamos a nuestro cuarto.
Ir de compras es ligeramente entretenido, y además: regreso no con uno, sino dos pequeños soleros que lucirán genial al coquetear entre filas de parras. Logro concentrarme mejor esa noche, al menos el tiempo suficiente para meter los conceptos en mi cabeza, y lo suficientemente bien para no suspender mi examen en la mañana.
La muchedumbre hambrienta y sedienta de los fines de semana en Hooters no permiten sueños despiertos, especialmente al tener que supervisar a Jessica Rabbit y con Rose aún en casa con gripe. Todos estamos ocupados. Incluso Emmett se encuentra detrás de la barra, sirviendo tragos, para la decepción de algunos clientes.
—¿Quieres un espectáculo o quieres tu trago? —espeta él cuando se quejan.
—Vamos, al menos, sacude tu trasero para nosotros —contesta un tipo.
Emmett, siendo Emmett, voltea y perrea, y la muchedumbre estalla en vítores.
—Ten cuidado, jefe —le advierto junto a los grifos—. Puede que consigas un puesto a tiempo completo aquí atrás.
—¡Ja! ¡Sobre el cadáver de Rosie!
Al cerrar el domingo por la noche, Emmett coloca una pila de veintes extra en mi mano.
—Fuiste increíble esta semana, Bella. Gracias por ayudarnos.
Me siento prácticamente como el trapo que acabo de usar para limpiar la barra —exhausta y acabada— pero siempre es bueno ser apreciada.
—¿Crees que Rose regresará pronto?
—Debería volver el martes, si no es mañana.
—¿Este sería un buen momento para pedirte el próximo fin de semana?
~OS~
Edward responde mi «Buenas noticias: ¡tengo del viernes al domingo libre!» como si hubiera estado esperándolo con el teléfono en la mano.
¡Haré las reservas!
¡Y no te perderás de los Lunes de Pastel de Carne!
~OS~
—No te olvides, estamos a una llamada de distancia. Edward puede traerme de regreso en noventa minutos si necesitas algo.
—Eso es dulce de tu parte, Bella, pero el 911 está a solo cinco minutos —dice la Sra. C—. Y sin ofender, pero ellos son más lindos que tú. Ahora, ve y deja de preocuparte por mí.
—Hay carne asada y pavo para sándwiches, y las enchiladas deben ser calentadas a...
—Trescientos cincuenta por quince minutos, sí, sí. —La Sra. Cope chasquea la lengua para sacarme de la cocina—. Has cocinado lo suficiente para alimentar un ejército, y solo soy una pequeña señora mayor.
—Bueno, ¿quién sabe, Sra. C? Puede que te hagas un amigo o dos.
—Soy demasiado vieja para hacer nuevos amigos. —La Sra. Cope revisa su reloj—. Ahora, ¿dónde está tu hombre? Los dos necesitan ponerse en marcha.
—¡Si no te conociera bien, pensaría que intentas deshacerte de mí!
—¡Por supuesto que intento deshacerme de ti! Y no quiero que desperdicies un pensamiento en mí mientras estás lejos. Disfruten de su escapada romántica. Te has ganado esto, Bella. Te mereces pasar un momento maravilloso.
Suena el timbre, y mi corazón se sale de mi pecho como lo hace cada vez que Edward viene por mí. La Sra. Cope ni siquiera intenta competir conmigo para llegar a la puerta.
¡Demonios! Edward podría ser un comercial andante y vivo de GQ para la ropa de fin de semana. Desde los atractivos marcos color plata de sus lentes de sol hasta las suaves suelas de sus Vans grises —extra sexy sin medias, muchas gracias— el hombre es totalmente comestible. Puede que no lleguemos al Puente Golden Gate antes de aventarme sobre él.
Pero entonces, había olvidado que tenía puesto un vestido blanco y revelador hasta que vi a Edward observarme como si fuera su desayuno. En verdad necesitamos salir de aquí.
No tengo tanta suerte con Anticuado, que me saluda con un prometedor «Buenos días, hermosa», y un beso en mi mejilla antes de cruzar la sala para entregar un canasto de manjares a la Sra. Cope.
—No los horneé yo, así que deberían ser deliciosos.
La Sra. Cope le echa un vistazo al canasto.
—Oh, por Dios. Nos estás malcriando.
—Ese es el objetivo —contesta él.
—Gracias por los regalos, Edward. Ahora, ustedes niños realmente deben ponerse en marcha. —Echa a Edward como una mosca que no quiere irse.
—¡Está bien, está bien, nos fuimos! —Edward se ríe mientras se apresura a seguir sus instrucciones.
Toma mi mano, cuelga mi bolso sobre su hombro, y me jala por la puerta, donde su coche se encuentra afuera y listo, así como los dos. Ya conozco la rutina. Él abre mi puerta; subo, y espero su beso que hace temblar el piso.
Han pasado tres días desde sus visitas sorpresa, y las expectativas para este fin de semana son altas—lo cual debería asustarme, pero vamos. Es Edward, él no decepciona. Y tampoco lo hace ese beso.
Suspiro.
Él coloca mi bolso en el asiento trasero junto al suyo, y... cálmate, corazón... el bolso de su cámara. Ya he decidido que no he visto nada más sexy que Edward sosteniendo una cámara frente a su ojo, aunque supongo que hacerlo con menos prendas definitivamente sería más sexy.
Él se ubica en el asiento del conductor y se inclina para besarme de nuevo.
—Estoy tan feliz de que hayas hecho esto funcionar, Bella.
Estoy sumamente entusiasmada. De hecho, finalmente aprecio el significado de "boquiabierta" porque exactamente así es cómo estoy. Estoy agradecida de que él no se ría de mí al respecto, pero pone el coche en reversa, y nos vamos.
Toma mi mano ni bien nos encontramos en la carretera principal, echándome un vistazo como si todo esto fuera demasiado bueno como para ser real. O quizás sea yo, proyectando.
—¿Te gustaría poner un poco de música?
—¿Tienes Nine Inch Nails?
Voltea para asegurarse de que esté bromeando.
—Tengo un satélite. Adelante.
Bueno, esto podría ser interesante.
—¿En serio?
—Por supuesto. —Me observa con una sonrisa divertida mientras juego con el dial.
—¿Qué tal una estación de clásicos? —bromeo, pausando en los 90's.
Su sonrisa se convierte en una mueca que me hace reír.
—¿Los noventas son clásicos?
Pobre Edward. Giro el botón, pasando las estaciones de música pop hasta llegar a Sirius XM Love.
—¿Qué tal esta?
—Sin comentarios —dice con una expresión neutra en su rostro.
—¿Qué tal Elvis? ¿Margaritaville? ¿Pearl Jam... algo?
—Lo que sea que te guste, Bella. —No revela nada.
—Metal, reggae, hip hop... ¡Oh! ¡Country! Mira, se llama "The Highway"... ¿Qué tan perfecto es eso? —Presiono el botón para subir el volumen lo suficiente para tener una señal coherente—. ¿Te gusta?
—Si eres feliz, soy feliz.
Soy feliz. Y también lo es Blake Shelton.
"Preguntándome cómo conseguí tener tu pequeña mano en la mía
Te miro como sí diciendo, '¿acaso no es hermosa?'"
No podría haber planeado eso mejor. Edward le da un apretón a mi mano y suelta una risita. Puedo ver que no le molesta la estación pero esto no es lo suyo.
—¿Qué estarías escuchando si estuvieras solo?
—Depende adónde vaya, qué hora es. Me gusta escuchar 'All Things Considered' o 'On Point'. Si esas no se encuentran, CNN es mi plan B, a menos que haya un partido de fútbol.
—¿Escuchas fútbol en la radio?
—Mmhmm. O coloco un audiolibro, pero nada demasiado enredado. Mi mente divaga demasiado.
—¿Qué tal de música?
—Tiendo a escuchar éxitos, Pulse, Blend, Alt Nation, ese tipo de cosas, así puedo mantener mi librería musical relevante para mis clientes.
—¿Pero qué hay de ti? ¿Qué llega a tu alma?
Una sonrisa lenta se extiende por su rostro.
—¿Quieres conocer mi alma? —Levanta mi mano a sus labios y deja un suave beso en mis nudillos—. Supongo que mi alma es un poco ecléctica. Me gusta Bruce, Red Hot Chili Peppers, U2, Rolling Stones, Duke Ellington cuando estoy de humor... —Echa un vistazo en mi dirección para ver mi reacción, o quizás ver si sé quién es Duke Ellington.
—Genial.
—Me gusta el instrumental puro cuando necesito pensar, la guitarra acústica es mi favorita. —Levanta la mirada tímidamente—. ¿Cómo me fue?
—Increíble. No hay una respuesta correcta. Solo quiero conocerte mejor.
—Soy bastante fácil, Bella. Lo que ves que lo que obtienes. —Lo que veo es casi perfecto.
—¿Puedo hacerte una pregunta sumamente invasiva a la que no tienes que responder?
Me arquea una ceja.
—No puedo esperar.
—¿Por qué sigues soltero? —Mientras las palabras salen de mi boca, quiero patearme. Si la respuesta tiene algo que ver con una polla pequeña o ser horrible en la cama, podría haber descubierto eso yo misma en tan solo unas horas sin tener que avergonzarnos a los dos ahora—. Solo quiero decir, eres un tipo increíble, y yo... —Me da una de sus sonrisas pacientes mientras cavo mi propia tumba más profunda—. Olvídalo. Realmente no necesitas responder a eso. —Mierda.
—Bella, no me molesta la pregunta. Simplemente no sé si pueda responderla para ti, o para mí mismo, ya que estamos. A veces, me preocupo de que lo que pase como conocimiento sea solo un elaborado sistema de excusas que he diseñado para protegerme a mí mismo.
—¿De qué?
—De descubrir que soy un imbécil.
—¿Qué? ¿Tú? Edward, eres la persona menos imbécil que he conocido.
Sus ojos se arrugan al extremo de sus Ray-Bans.
—No me siento como un imbécil cuando estoy contigo.
—Bueno, eso es algo, supongo. —Ambos nos reímos suavemente ante su dulce y rara confesión.
—Definitivamente es algo —dice—. Solo que no estoy seguro de qué. —Reconozco esta expresión en su rostro, pero aún no la comprendo. Me miró de la misma manera antes de besarme por primera vez.
Mira a la carretera por un momento, y no puedo decir si ha terminado esta conversación o cómo se siente sobre todo.
—Odio tener que decírtelo, pero no tengo una respuesta grande y dramática a tu pregunta, ninguna ruptura traumática que me haya dejado incapaz de volver a amar. Vengo de un hogar cariñoso, no hay temor al compromiso aquí.
—Oh, cielos, eso es horrible —bromeo.
Sonríe ante mi intento de aliviar la tensión, y continúa.
—Mis padres estuvieron felizmente casados, de jóvenes y por mucho tiempo, antes de que mi papá enfermara y falleciera.
—Aww, lo siento, Edward.
—Lo mejor que puedo decirte es que solía viajar constantemente, cuando trabajaba independientemente, y nunca tuve tiempo para encariñarme con alguien. —Sacude la cabeza y resopla—. Puede que hayas notado que me gusta tomarme el tiempo y conocer a alguien antes de... bueno, antes de invitar a una chica a un viaje de fin de semana.
Su mejilla derecha se sonroja, probablemente la otra también, pero no puedo verla.
—A los treinta y cinco, cuando finalmente decidí qué quería ser cuando fuera grande, me dediqué a aprender tanto como podía. Era más que las habilidades técnicas, cómo tomar fotos en la oscuridad, cómo editar las fotografías sin editar contenido, bla, bla. Tuve que aprender cómo hablar con mis clientes.
—Vaya, todo eso parece natural para ti.
—He estado haciendo esto durante casi una década. Amo lo que hago y no cambiaría mi carrera por nada, pero me consume demasiado, emocionalmente. Espero que esto no me proyecte de manera diferente, Bella, pero la verdad es que simplemente no puedo darme el gusto de una relación personal que va a ser una constante carga en esos recursos. ¿Eso me convierte en una persona horrible?
Él casi se encoge mientras espera una respuesta.
—Por supuesto que no.
—Espero que no estés preocupándote sobre que no puedes apoyarte en mí. Eso no es a lo que me refiero. Quiero que me necesites, pero quiero que esté bien que yo te necesite también.
—¿A mí?
—Sí. Absolutamente. Sin siquiera intentarlo, repones lo que el mundo se lleva. Tienes una luz dentro de ti; solo absorberla por unos minutos me hace sentir completo de nuevo.
Me muevo en el asiento para mirarlo.
—¿Ese no es el punto de estar en una relación?
—Siempre quise pensar eso, pero cada relación que he tenido hasta ahora se ha sentido como un trabajo, no que me molestara exactamente. Siempre he creído en trabajar duro por lo que quiero, y reconozco que ha habido cierta cantidad de crecimiento personal en el camino.
—Sí, tienes un carácter maravillosamente forjado. Buen trabajo, quien sea que hizo eso por mí.
Él se ríe con pesimismo.
—Tengo que hacerme cargo de caer a los pies de un cierto tipo de chica...
—El tipo de chica que puedes...
—¿Salvar? —dice suavemente, librándome de terminar mi propia oración—. Sí, supongo que tiene que ver algo con el ego.
—Todos queremos sentirnos necesitados, Edward. Eso no te convierte en un egocéntrico. —Quiero abrazarlo de nuevo, pero se encuentra firme en el asiento del conductor y yo aquí del otro lado del coche—. Odiaría saber que sientes que estar conmigo es un trabajo.
—No lo es —dice—, ni siquiera un poco. Es tan fácil estar contigo y te sientes cómoda contigo misma, es natural estar contigo. Siento que estoy estafando al sistema de alguna manera. Como si... estuvier comiendo el postre antes de la comida.
—Bueno, los dos sabemos lo mucho que te encanta el postre.
—Así es. —Allí está el hoyuelo que he estado esperando. Quita su atención de la carretera, casi susurrando lo que parece ser un problema desconcertante para él—. Dios, Bella, eres tan, tan hermosa.
Si hay una cosa que Edward venera más que el postre, es la belleza. Ni siquiera puede cortar un pepino sin crear una obra de arte.
—Edward, solo soy hermosa porque tú me ves de esa manera. No quiero ser otra imagen que has capturado con tus lentes o una foto que cuelgas en tu pared. Soy real, y tú me haces feliz, y esto no tiene que ser un trabajo para ser bueno. Lo prometo. Está bien comer el postre. Por favor, come el maldito postre.
Tenía razón sobre no llegar al Golden Gate, pero fue Edward el que atacó.
