Disclaimer:

Ranma 1/2 ni ninguno de sus personajes me pertenecen, todos pertenecen a su creatdor Rumiko Takahashi, así mismo ningún personaje de XXXHolic me pertenece, todos son propiedad de CLAMP

Este fanfic se realiza sin fines de lucro, es solamente para entretenimiento y diversión


Capítulo 14

La mañana llegó y Akane se preparó rápidamente dispuesta a cumplir la promesa que había hecho el día anterior, se sentó frente a un pequeño buró con espejo que tenía y arregló un poco su cabello, cepillándolo de forma lenta. Mientras se veía recordaba el motivo del porqué había dejado en primer lugar su cabello largo, a su mente vino la cara del doctor Tofu, aquel hombre que tantas veces le había ayudado y curado en su infancia mientras ella intentaba por todos los medios convertirse en una mujer digna para sus ojos.

Aún con mente infantil, ella sabía que el castaño estaba enamorado de su hermana mayor, y que sólo ella existía ante sus ojos, y sin embargo no pudo evitar querer ser a la que mirara, y era por eso que había cambiado su apariencia e inclusive, un poco su forma de ser, trataba de ser más femenina y delicada, tal como su hermana le decía, y su cabello, era una clara remembranza a querer parecerse a ella, pero ni así el hombre volteó a verla como mujer, siempre fue la pequeña niña hermana de su grande amor y, ahora que era una mujer, lo entendía, uno no mandaba en el corazón, y lo aceptaba, porque inclusive ella, había empezado a sentir cosas por un desconocido, un extraño. Recogió su cabello en aquel ya tan practicado estilo, y dirigió su mirada a unos broches que, justamente, la noche anterior su hermana mayor le había regalado.

- Tienes un hermoso cabello Akane, estoy segura de que se verán hermosos en ti – recordó las dulces palabras dichas, aunque ella no sintiera que fueran verdad. Guardó los broches dentro de la caja de música que el azabache le había regalado y, luego, guardó ésta en un pequeño cajón de aquél buró.

Los ojos en el espejo le regresaban una mirada cargada de nostalgia, pero llenos de un brillo que últimamente estaba más potente debido en gran parte al hecho de poder estar viendo a su familia con relativa regularidad, pero en el fondo, sabía muy bien que ese resplandor que emanaba tenía nombre, y cada día que pasaba se sentía más culpable por lo que estaba despertando en su interior. Suspiró levemente y cerró su mirada para no ver su reflejo cargado de algo que no debía sentir.

Dispuesta a no seguir pensando en cosas que no debían y nunca serían, se levantó de su lugar, arregló un poco el kimono que llevaba puesto y se dispuso a salir de su jaula de oro, sin embargo, apenas alcanzó el picaporte de la puerta principal, una voz le habló a sus espaldas, sabía bien quién era, y esperaba no tener que topárselo, no quería hablar con él, no en un día que debía ser felicidad, pero era imposible escapar.

- Mi dulce Akane, ¿se puede saber a dónde pretendes ir tan temprano en la mañana y sin compañía?

- Solamente iré al templo con mi familia

- Querida Akane, sabes que eso no es posible, la visita al templo está destinado a los amantes que agradecen por el tiempo juntos y piden por el próximo para que los colmen de bendiciones, esa visita está destinada para ir tú y yo juntos

- Kuno – se volteó para encararle – Deseo ir con mi familia, he ido todos los años desde que era una bebé con ellos, es una tradición para nosotros.

- Sin embargo, mi amada doncella, esa ya no es tu familia, ahora lo soy yo

Akane pudo notar la mirada del castaño, había visto esos ojos durante toda su estadía en la escuela y siempre eran igual, soberbios, altaneros, petulantes, en cierta medida torpes, pero desde que había llegado a su hogar, había una sombra que se había apoderado de aquellos ojos, una sombra que se mostraba cada vez que ella quería hacer algo y él no estaba de acuerdo, y se empeñaba en controlarla, una sombra cargada de poder que claramente disfrutaba y que en esos momentos le estaba mostrando.

Podría decir que estaba asustada, no exactamente de lo que pudiera hacerle, porque ella era más fuerte que él, ni tampoco era algo que le preocupara realmente, lo que le daba miedo, era que pudiera hacerle algo a su familia, a su padre y a sus hermanas, eso era lo que realmente temía, y el motivo principal por el que, aunque no quisiera, siempre terminaba cediendo a lo que él decía, y le dolía.

- Por favor Kuno, no me quites esto – dijo con voz suplicante – Son mi familia, y los amo, y ayer les dije que yo iría

- Bueno mi querida Akane, me temo que eso debiste pensarlo antes de realizar una promesa como esa, sabiendo que eres mi prometida y que tu deber es para conmigo

El corazón de la chica se acongojó, quería gritarle, quería desafiarle, quería patearlo, quería correr de ahí, escaparse y nunca más volver, más sabía que ninguna de esas opciones le eran posibles. Podía sentir como sus ojos iban anegándose de agua ante la impotencia que sentía, ella no era así, ella era fuerte, valiente, decidida, orgullosa, y justo ahora, no podía hacer nada, estaba atrapada, se sentía sin fuerzas, sin voluntad.

- Señor Tatewaki – habló el fiel sirviente llegando a su lado - ¿Podría sugerir que usted y la señorita Tendou visiten el templo que ella eligió para que así tuviera la oportunidad de ver a su familia?

El ninja y la peliazul notaron cómo el chico se quedó en silencio, pensando en lo dicho, ambos estaban con el corazón latiéndoles pesadamente a la expectativa de una respuesta.

- Llegaremos juntos, oraremos, tendrás cinco minutos para orar con tu familia y saludarlos, pasado ese tiempo volverás a mi lado y regresaremos a casa juntos. Después de eso estarás en casa, a mi lado, por dos semanas, que es el plazo pactado para que puedas verlos nuevamente – Sentenció

La chica frunció el seño un poco, no era lo ideal, ella quería poder pasar más tiempo con su familia, hablar, divertirse, tal vez pasear un rato, pero era obvio que el castaño no le iba a otorgar tanta libertad, no después de la noche anterior así que, pese a su molestia, aceptó moviendo levemente la cabeza.

- De acuerdo, entonces vámonos

Al salir a la calle, un ligero viento invernal los recibió, junto con la algarabía de las personas que se apresuraban para ir al templo al igual que ellos. A su paso, podían ver gente conocida, entre ellos algunos compañeros que los miraban extrañados y con curiosidad, ya que la peliazul iba con la cabeza mirando hacia el piso y a unos pasos detrás de Kuno, mientras el ninja flanqueaba el lado derecho de su amo. A la vista de cualquiera, era obvio el grado de sumisión que se mostraba en esa escena.

Debido a las constantes miradas, el camino se le hizo eterno a la chica, intentaba no prestar atención a los constantes murmullos, pero era inevitable, con cada paso que daba eran más intensa la necesidad de taparse los oídos para no escuchar su alrededor, su hermoso día se había transformado rápidamente en un tormento y, en esos momentos, deseaba haberse quedado encerrada en su habitación.

Sasuke miraba de ratos en ratos para verificar el estado de la chica, sintiendo lástima por ella, él conocía muy bien esa sensación de inferioridad, y estaba seguro que no lo merecía, a su parecer, ninguna mujer amada debía ser relegada a caminar detrás de su prometido, pero su señor creía fielmente en las costumbres antiguas, y no había mucho que pudiera hacer por la chica, menos en esos momentos donde él debía caminar al lado de su amo.

Para suerte de la peliazul, llegaron al templo y, tal y como el castaño había declarado, ellos fueron juntos a rezar. Akane agradecía que el rezo era en silencio, porque ella no estaba muy agradecida de su relación con el chico, ni tampoco quería pedir por una vida junto a él, ella lo único que deseaba era poder librarse de ese destino tan cruel que le estaba tocando vivir y, aunque sabía que no era posible, no podía evitar anhelarlo y, si debía de rezar por algo, era sólo por la felicidad y tranquilidad de su familia.

La plegaria duró poco, o mucho, no estaba segura, el tiempo al lado de Kuno siempre corría de forma extraña, nunca lo sentía pasar, cuando terminaron, se retiraron de forma respetuosa de ahí, ella siempre detrás de él, le parecía imposible de creer que, aun en un lugar como ese, los murmullos no se detuvieran, sus manos se cerraron fuertemente en puños en un intento de contener la rabia que sentía, pues tenía que levantar su vista si quería encontrar a su familia, por fortuna, no tardó mucho.

En el servicio del templo había un ligero barullo al grado que las personas comenzaban a aglomerarse a su alrededor, no alcanzaba a entender bien de qué se trataba, pero siguiendo estaba casi segura de que algo tenía que ver su hermana Nabiki y, siguiendo su instinto, se dirigió al lugar. Efectivamente la castaña intentaba regatear el costo de los amuletos para poder llevarse más, por el menor precio, aunque estaba teniendo algunos problemas con los sacerdotes.

Apenas llegó a su lado, hizo notar su presencia haciendo que, con ello, los hombres pudieran escapar de las garras de la chica negociante, quien al ver que perdió su presa, chasqueó la lengua en desagrado. Kasumi, al ver a su hermana menor, sonrió aún más y su padre no evito lanzársele encima de forma eufórica a pesar de que hacía apenas unas horas la había visto y, por unos instantes, se olvidó de su acompañante, aunque no éste de ella. Cuando el castaño llegó a su lado, se hizo notar carraspeando, obligando a la chica a recobrar su postura de dama.

- Recuerda nuestro acuerdo – dijo con voz firme – Esperaré en la entrada – se dio media vuelta con el propósito de retirarse – Sasuke

El ninja asintió ante la orden tácita y se quedó al lado de la chica como cada vez que ella salía. La acompañó junto con su familia a rezar, duraron poco, no disponía de mucho tiempo, se desearon prosperidad para ese año que estaban empezando y, con pesar, se retiró. Cuando estaba a punto de alcanzar la entrada del templo, le pareció ver algo por el rabillo de su ojo y, haciendo caso de esa voz en su cabeza, giró y se dirigió a una parte del bosque que rodeaba al santuario, el ninja no la siguió, sabía lo que pasaba.

En medio de los árboles, lejos de la gente, se encontraba el azabache, sonriéndole, el corazón de Akane dio un brinco sólo de verle y ella misma sonrió. No necesitaban mucho, sólo con verse era suficiente, el pelinegro le agradeció por los momentos vividos en el último año y deseo poder disfrutar más con ella ese año, ella le dijo lo mismo y, así, sin más, regresó por donde vino, encontrándose inmediatamente con el pequeño hombre que no dijo nada y simplemente caminó a su lado.

Cuando llegaron junto con el castaño, la situación se repitió, el fiel sirviente se posó al lado de su maestro y la chica caminaba detrás de él con la mirada gacha, en absoluta sumisión, pero en esa ocasión, a pesar de lo humillada que se sentía, la sonrisa volvía adornar su rostro.

La mansión Tatewaki es un lugar callado, quieto, su falta de habitantes y sirvientes le hace un lugar en el cual el silencio es algo predominante, intentando en cierta manera recrear la época Edo tal vez, lo único que solía romper aquella calma era cuando el dueño realizaba sus prácticas en contra de su fiel sirviente quien tras cada ataque profería un grito de dolor por el daño recibido, sin embargo, aquella mañana era un día fuera de lo usual.

Se podían escuchar algunos objetos siendo rotos a diestra y siniestra, vasos, platos, muebles por igual, mientras el ninja intentaba por todos los medios calmar a su señor sin ser realmente capaz de hacerlo. En aquel lugar se habían visto ya antes discusiones, siendo siempre protagonistas los hermanos habitantes, pero en esta ocasión, el nombre que se gritaba a todo pulmón, no era ninguno de ellos dos.

Akane observaba cómo cada una de sus pequeñas pertenencias eran reducidas a añicos bajo la furia del castaño mientras abrazaba fuertemente lo único que realmente le interesaba rescatar, aunque ya estuvieran dañados. No sabía en qué momento todo se había salido de control, deseaba regresar al tiempo en que todo era felicidad, pero era imposible, no había forma de volver al pasado por más que lo deseara. Dirigió su mirada llena de lágrimas a la pequeña cajita que tenía en sus manos ya con la pequeña bailarina rota y aquellos hermosos broches que no tuvo la oportunidad de usar ya que ahora yacían también rotos.

El corazón le dolía, y mucho, al ver aquellos preciados objetos ahora ya inservibles, quería con todo su ser golpear a Kuno, hacerle sentir lo que ahora estaba sintiendo con creces, pero no podía, sólo podía descargar su furia apretando sus manos tan fuerte que las uñas se enterraban en sus palmas que ahora comenzaban a sangras y cerrando con todas sus fuerzas sus ojos para que aquellas gruesas gotas salinas no salieran. El ninja permanecía a su lado intentando consolarla y al mismo tiempo protegiéndola de los desplantes de ira de su amo.

- Dime quien ha sido – exigió el castaño intentando mantener la calma - ¡Te digo que me lo digas! – elevó la voz a un grito

La habitación, ahora completamente destruida, se sumergió en un profundo silencio. Akane se negó a contestar, no quería, no estaba segura de que, si hablaba, su voz saldría con calma, estaba casi segura que le gritaría y soltaría todo lo que no debía decir, así que simplemente no dijo nada y se quedó pensando en cómo es que había dado con sus preciados regalos, sintiéndose insultada al saber que su espacio personal había sido ultrajado.

Nunca pensó que tras una invitación tan inocente como salir al jardín para poder tomar algo de aire fresco se escondería una intención tan malvada como aquella y es que, ella pensó que el castaño estaba en su habitual sesión de meditación, como él solía llamar al hecho de estar frente a una fotografía tamaño familiar de ella, pero en lugar de eso, se introdujo cuan vil ladrón a su habitación y comenzó a rebuscar en todo lugar, hasta que dio por fin con lo único que él no había comprado para ella.

Cuando regresó a su habitación y vio todo revuelto, sintió furia, una cosa era estar prisionera de él en ese lugar y otra muy diferente no tener ni siquiera un poco de privacidad, el descontento en su rostro fue claro, pero se contuvo y preguntó, lo más sutilmente que pudo, el porqué de aquel atrevimiento, cualquier reclamo murió en su garganta al ver cómo el chico sostenía sus regalos en sus manos.

- ¿Se puede saber qué es esto? – preguntó con relativa calma

- Son regalos – respondió como si hablara con algún tonto

- No intentes pasarte de lista Akane, sabes bien a lo que me refiero

- Son regalos de mi familia – clarificó

- Y ¿se puede saber quién te pudo haber dado esta clase de regalos?

- Los broches me los dio mi hermana Kasumi, y la caja… - dudó un momento – me la dio Nabiki

- Un regalo muy peculiar por parte de Tendou Nabiki, algo bastante ostentoso – reflexionó

- El que mi hermana sepa cómo llevar las finanzas y en ocasiones utilice esas habilidades en contra mía no quiere decir que no me tenga aprecio – contra atacó

- De acuerdo

Sin disculparse, ni decir otra palabra, dejó los objetos en las manos de la peliazul y salió de la habitación, dejando a la chica con la tarea de reacomodar todas sus pertenencias. Cuando estuvo retirado del lugar, mandó a llamar a su fiel sirviente, quien apareció en cuestión de fragmentos de segundos a sus pies.

- Sasuke – su voz sonaba un poco lúgubre – Creí haberte dicho que me informaras de todo lo que pasaba con Akane cuando visitaba a su familia

El ninja se tensó al escuchar la voz de su amo, había estado tantos años a su servicio que sabía de sobra cuando estaba realmente molesto, y ese era uno de esos momentos.

- Y he hecho eso, mi señor

- Entonces, dime Sasuke, ¿por qué no me has informado de los regalos que su familia le habían dado?

Sasuke empezó a sudar de nerviosismo, él no sabía nada de ningún regalo, no había estado presente, no la había espiado ese día. Intentó pensar rápidamente qué decir, pero no era bueno bajo presión.

- ¿Y bien Sasuke?

- Discúlpeme señor Tatewaki, al ser regalos de su familia no consideré realmente necesario informarle.

- Tu deber es informarme de todo, yo decidiré si la información es importante o no Sasuke – señaló

- Si mi señor – dijo agachando la cabeza

- Entonces, Sasuke, ¿quién le dio esos regalos a Akane?

- Pues, su familia, mi señor

- No juegues conmigo Sasuke ¿Qué miembros de su familia?

- Pues verá…es que… yo… no recuerdo los regalos que recibió – se excusó

- Como siempre, no eres muy listo ¿verdad? – se burló del hombre - ¿Quién le dio esos broches y esa caja?

- ¡Ah! ¡Sí! ¡Ya recuerdo! Esos regalos pues…Los broches... – sudaba profusamente, intentando pensar quién era quién podría haberle hecho esa clase de regalo a la peliazul y, sólo una persona vino a su mente – Fue su hermana mayor, Kasumi – declaró con una sonrisa y, al no ver reacción del castaño, supuso que lo había hecho bien

- ¿Y la caja?

- ¿La caja? – el ninja pensaba a qué tipo de caja se refería, tal vez era una caja para guardar cosas, realmente no lo sabía, así que sólo soltó lo que se le ocurrió primero – Fue su padre

- ¿Su padre?

- Si mi señor – dijo con una sonrisa nerviosa

Sasuke notó claramente cómo el semblante del chico cambió a uno lleno de ira y supo inmediatamente que se había equivocado, sin esperar nada, el castaño dio media vuelta y volvió sobre sus pasos, sin siquiera anunciarse, abrió de golpe la puerta de la habitación de la chica quien se encontraba guardando sus preciados objetos, sin embargo antes de siquiera poderlos resguardar, el dueño de la casa se los arrebató de la mano y tiró al piso con toda la fuerza que disponía, ocasionando que éstos se rompieran.

- ¿Pero qué…?

- Dime la verdad, Akane – bramó con furia interrumpiendo cualquier cosa que la chica tuviera que decir

- ¿De qué hablas Kuno? – cuestionó con una calma que no sentía

- Dime quién te ha dado eso – señaló la caja que ahora yacía en el piso

- Ya te dije que ha sido mi hermana Nabiki – reiteró

Ante la respuesta, el castaño se soltó tirando y lanzando cuanto objeto se interponía en su camino y en su vista, ante la mirada escéptica de la chica quien nunca le había visto actuar de aquella forma. Su mirada castaña se dirigió al ninja que se había mantenido cerca de la puerta y le pudo ver pálido, aunque no entendía el motivo. Miró sus manos, donde mantenía la pequeña cajita y los broches ya rotos.

- Dime quien ha sido – no hubo respuesta - ¡Te digo que me lo digas!

La chica se encogió en hombros ante el súbito grito, mas no contestó, se negaba a hacerlo, estaba enojada, fúrica, así que sólo se quedó en silencio, pensando.

- Sasuke ha dicho que fue tu padre quién te regaló esa estúpida caja

Los ojos de Akane se abrieron de par en par, ahora comprendía parte del problema, lo que no lograba entender era, el ¿qué tenía que ver Sasuke en todo eso?

- ¿Y por qué tendría qué saber Sasuke quién me la regaló? – Cuestionó incapaz de callarse - Él nunca entra… - las palabras murieron en su boca ante la súbita realización - ¿Acaso tú…? – volteó a ver al ninja quien, imposible de resistir esa mirada bajó su cabeza - ¿Mandaste a Sasuke a espiarme?

- Eres mi prometida y tengo todo el derecho de saber qué haces a cada minuto del día

- ¿Dentro de la casa de mi padre?

- No importa el lugar ¡Eres mía Tendou Akane, y estoy en todo mi derecho de vigilarte! Así que dime… ¿Quién te regaló esa caja?

- ¡Ya te dije que fue un regalo de mi familia!

- ¡No mientas! – gritó al tiempo de voltear la pequeña mesita que quedaba en pie – Te vi, el día que fuimos al templo desapareciste por unos instantes en el bosque aledaño ¿A qué fuiste? ¿Con quién te viste?

- ¡Con nadie!

- ¡No te atrevas a mentirme Akane! – otro mueble fue víctima de su enojo - ¿Con quién te estás viendo? ¿Con quién me engañas?

- Señor Tatewaki, por favor, contrólese, yo fui el que se confundió, me disculpo mucho, es que sabe, me quedé dormido unos momentos mientras realizaba mi trabajo, sabe lo torpe que puedo ser y yo…

- No intentes encubrirla

- No señor, realmente…

- ¡Ya basta Kuno! – explotó – ¿Por qué crees que te estoy engañando? ¿Acaso te he dado algún motivo para ello? ¡He aceptado todo lo que me has dicho, dejé de ver a mi familia, me encerraste en este lugar en contra de mi voluntad con la tonta excusa de decir que aquí estaría a salvo! ¡Pero el único que está haciendo un destrozo eres tú! Y ¿Sabes qué? ¡Estoy cansada de esta actitud tuya, no puedes estar controlándome ten todo momento, tengo derecho a vivir, a tomar mis propias decisiones, soy tu prometida, no un objeto con el que te puedas divertir, y por sobre todo, no tienes ningún derecho a espiarme en todo momento! ¡Estoy harta! ¡Me largo! – y dio la media vuelta con la firme intención de irse de ese lugar, había aguantado todo el mayor tiempo que pudo, pero aquello había sido la gota que derramó el vaso.

- ¿Estás segura de que eso quieres?

Ante la voz del castaño, Akane se detuvo en seco, sonaba lúgubre, carente de emociones y fría, tanto que le hizo sentir un calosfrío por toda la columna vertebral. Lentamente volteó a verlo.

- Tu conoces muy bien el acuerdo que existe entre tu padre y yo – sonrió con superioridad – Las deudas de tu padre son muchas, casi imposibles de pagar, debido a esas deudas, estuvo a punto de perderlo todo, el dojo, su casa, el lugar en el que todas ustedes vivieron y crecieron, donde pasaron hermosos momentos con su madre, la misma casa dónde ella falleció – soltó con cierto veneno en sus palabras – Yo, generosamente, me ofrecí a pagar esa deuda y absorber tanto su casa como el dojo a cambio de sólo una pequeña cosa, tu mano en matrimonio mi querida Akane, pero es obvio que, aunque yo fui tan generoso, tu padre aún tiene varias compromisos por pagar, y que el dojo no genere ingresos hace que ese pobre hombre se estrese, así que, no lo culpes, sólo intento resolver parte de sus problemas – sonrió - ¿Sabes? Si lo pienso bien, debe ser horrible para ti el saber que tu padre te vendió sólo para su beneficio

- ¡Mi padre no me vendió!

- Entonces ¿cómo llamarías a lo que hizo?

- Estaba desesperado, no encontraba la salida, se dejó para él solo todas las preocupaciones, estoy segura de que, ahora que lo sabemos podremos ayudarle a resolver cualquier problema, es cuestión de sólo trabajar duro como familia y saldremos de ésta, ya verás, te lo demostraremos

- Oh, mi hermosa y adorada Akane ¿Acaso crees que no se todos los esfuerzos que Nabiki está haciendo para poder comprar de vuelta la propiedad? Pero nunca logrará juntar el dinero suficiente y yo nunca se las venderé de vuelta, el dojo Tendou y sus terrenos ahora son míos, así como tú.

- No importa - desafió – Podemos conseguir otro hogar, otro dojo, podemos empezar desde cero mientras estemos juntos. Sé que esa casa está llena de recuerdos hermosos, pero podremos crear nuevos, podemos…

La voz de la peliazul se quebró al sólo pensar en que tendrían que dejar atrás todo y se dio cuenta que no podía, no podía dejar el lugar donde su madre vivió sus últimos momentos, el hogar donde aún se sentía su presencia y que su hermana Kasumi se esmeraba en conservar, el lugar donde sus padres habían formado un linaje, donde hubo risas y también algunas lágrimas. Pero tampoco quería ver cómo su familia se desmoronaba de a poco, cómo su padre cada día estaba más deprimido por lo que hizo, cómo su hermana Kasumi intentaba mantener una sonrisa vacía y ni cómo Nabiki se deterioraba cada vez más en su afán de conseguir el dinero para poder librarla de aquel acuerdo. Además, también esta el tema de que, poco a poco, el chico azabache se iba colando en su ser, y deseaba poder seguir viéndolo y tratándolo. Pero sabía que todo eso, eran solamente sueños, estaba atrapada en sus redes, y él lo sabía.

- Oh, Sasuke… - dijo sacando a la chica de sus pensamientos – En vista de que no cumpliste con tus obligaciones, me temo que tendré que darte un castigo como es debido – las palabras hicieron que la chica se detuviera de nueva cuenta en seco – Y comprenderás, que no será un castigo común y corriente – sonrió - Desobedeciste las órdenes de tu amo y señor, a quien le debes respeto y fidelidad. Para empezar, creo que estaría bien como castigo una semana sin alimentos, o tal vez dos, y también unos azotes, para que recuerdes a quién le debes tu lealtad, y claro está, después de eso, un periodo de confinamiento. Y después de que hayas cumplido con tu castigo, me desharé de ti, recibirás el peor castigo que un ninja pueda recibir, no tendrás a un amo al cual servir, serás la deshonra para todos tus ancestros, vivirás en la calle, ninguna otra familia te aceptará.

- ¡No puedes atreverte a eso! ¡Sasuke ha servido a tu familia por generaciones, no puedes simplemente deshacerte de él como si se tratara de un trapo viejo y usado!

- Oh, pero claro que puedo mi adorada Akane, a menos que… - Notó la mirada expectante de la chica – A menos que tú, prometas absoluta obediencia. Si prometes eso, absorberé toda deuda de tu padre, haré que los deudores que lo asechan se alejen para siempre y el dojo volverá a ser próspero como antes, tu hermana Kasumi podrá continuar viviendo en su adorado hogar y Nabiki se podrá relajar y hacerse cargo de sus típicos negocios sin ninguna presión. Tú, por tu parte, no tendrás más actos de rebeldía, serás una prometida y esposa sumisa, ya no volverás a ver a tu familia nunca más y, una vez que nos casemos, nos iremos lejos de Nerima, a un lugar donde podamos estar solos tu y yo, y comenzaremos nuestro propio linaje, lejos de aquellos que quieran separarnos.

Akane pudo notar cómo los ojos del castaño cambiaron a un tono más oscuro, parecía que la locura se había apoderado de él, y estaba segura de que así era, algo en Kuno había cambiado. En su mente, se formó la idea de que el chico tenía algo que ver en el hecho de que no hubiera alumnos desde hacía ya tiempo en su dojo, pero eso no era posible, ¿o sí? ¿Acaso él era capaz de tanto? ¿Quién era aquél sujeto y que había hecho con el Tatewaki Kuno que ella llegó a conocer?

Sasuke sudaba profusamente ante las acciones de su señor, sentía nervios de que el hombre cumpliera con su amenaza de castigo, de la deshonra que causaría a sus antepasados, de imaginarse a sí mismo en la calle, solo, sin alguien a quien servir, pero, sobre todo, tenía miedo de dejar a la chica ahí, sola, con ese sujeto que ahora desconocía, aunque ella se librara de él, estaba seguro de que el castaño no la dejaría nunca en paz.

Akane posó su mirada en Sasuke, imaginando el castigo con el que amenazó Kuno, pensó en su padre, sus hermanas, y lloró, lloró por primera vez frente a aquel hombre que la tenía en sus garras, nadie merecía nada de lo que él decía y, si el único pago era su propia libertad y felicidad, lo había decidido, lo pagaría, pero no sin hacer un último movimiento, a su mente acudió el recuerdo de unos ojos azules y una sonrisa cálida que nunca más vería.

- De acuerdo – aceptó – Haré lo que tu me pides y tu pagarás cualquier deuda relacionada con mi familia, pero el dojo volverá a ser de mi padre, y dejarás que vuelva a prosperar

- Tenemos un trato, mi hermosa doncella…

- Sólo te pido un par de cosas, déjame despedirme de ellos, al menos por medio de cartas

- De acuerdo – accedió

- Y entrégame a Sasuke – notó la cara de consternación del chico – Si dices que Sasuke ya te ha traicionado, entrégamelo, lo quiero

- Como quieras, ya no me es útil, me conseguiré un mejor sirviente – y dicho esto salió de la habitación

Una vez que el castaño desapareció de su vista, la chica se dejó caer de rodillas, derrotada y lloró amargamente, siendo consolada por su, ahora, sirviente, quien también derramaba algunas gotas salinas ante el sacrificio de la chica y del cual se sentía culpable. En el silencio, el ninja se prometió protegerla con su vida no importando si eso implicaba que fuera contra el que alguna vez fue su maestro, protegería a la chica tal como ella le había protegido.


Notas del autor

Este capítulo cuando lo empecé a escribir tenía una idea, y poco a poco fue tomando forma, y al final me gustó mucho.

Espero que les haya gustado tanto como a mi me gustó escribirlo.

Les agradezco mucho todos los reviews que me escriben preguntando por el fanfiction, perdonen si a veces me tardo, es que las cosas de adulto independiente con necesidades bien dementes a veces me tienen atadas de mano o bloquean mi inspiración.

Espero seguir leyendo de ustedes en más reviews y les agradezco el momento que se toman en leerlo, ya que sin ustedes esta historia no existiría.