TOMA 17
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El auto naranja desapareció de su vista.
No podía decir con exactitud si se sentía mal o aliviada. Tal vez era una combinación de ambas… aunque el alivio parecía tener bastante territorio ganado.
No vería a Umi por un largo tiempo.
Incluso tal vez nunca más.
No más charlas, no más cafés, no más la presencia agradable y taciturna de la mujer.
Umi se fue con el resto de los pocos sentimientos que aún guardaba celosamente, contra toda lógica.
Sabía que los sentimientos románticos que echaron raíces dentro de su corazón tenían que irse, sólo que nunca pensó que sería de esta forma.
Para ser sincera, ni siquiera sabía el momento exacto en que su amistad evolucionó a amor. A veces incluso creía que no lo era. Pero muchas veces más, se vio pensando en ella, en lo hermoso que era cuando sonreía, en el aura radiante que afloraba cuando se determinaba a trabajar en sus libros y en la distinguida presencia que emitía.
Ella lo llamó amor, pero ahora, después de quedarse sola en el departamento, tratando de ignorar el desastre del cuarto de Umi, donde los muebles habían sido arrojados contra las paredes para disolverse en pedazos de madera y cristales, las fotos habían sido destrozadas y desechadas en la basura, y los libros fueron empacados y cerrados bajo llave en la bodega; volvía a preguntarse si realmente la amó o sólo se sintió en la necesidad de salvarla.
Sería más sencillo si fuera lo segundo, porque entonces, saber que no la volvería a ver, no la estaría destrozando tanto.
¿Cómo llegó a esto? ¿Cómo es que en un momento lo tenía todo, y al segundo, no tenía nada? ¿Quién era culpable?
Umi seguramente se culpaba. No podía negarlo, así como no podía cerrar los ojos ante su propia culpabilidad.
Fue ella quién se dejó llevar, fue ella quien no habló ni dio explicaciones cuando Umi se lo pidió, prefiriendo ignorarla. Creyendo, deseando que simplemente lo olvidara.
Fue su culpa que Umi se enterara de la verdad de la peor manera.
Regresando al pasado, cuando aún era una joven universitaria a las puertas de un futuro brillante, se topó con una Umi tan vacía de vida y llena de soledad. Era una chica hermosa, no había duda, pero su inigualable belleza era opacada por el nulo brillo de su mirada.
Hubo un reflejo de sí en ella, de los tiempos en que su música fue arrebatada por sus padres y obligada a seguir un plan trazado de vida, hasta que obtuvo su propia iluminación cuando vio por primera vez a Tsubasa Kira en el escenario. Algo en esa vitalidad adolescente, el poco interés en lo que los demás pensaran, la persecución hacia sus sueños le abrió los ojos a su propio destino.
Si alguien de su misma edad podía ser feliz haciendo lo que quisiera, ¿por qué ella no? ¿Qué era diferente en ella? ¿Eran las expectativas de sus padres lo único que la ataba? ¿El miedo a decepcionarlos, aun a costa de su propio ser?
Ver a Tsubasa Kira fue ver un destino diferente.
La envidió.
Y también surgió el valor y el deseo de liberarse. Nadie nunca le había dado una esperanza, una luz, un camino diferente que pudiera seguir. Ella encontró esa luz por sí misma, y la envidia que sentía, se convirtió en resistencia. Ella quería ser como Tsubasa, incluso mejor. Se opuso a sus padres, y justo como esperó, fue desterrada de la familia. No le importó y avanzó a sus propios pasos.
No fue fácil, pero, ¿qué era realmente fácil?
Trabajó duro, mucho más que cualquiera. Aprendió a hacer las cosas por sí misma, a trabajar al doble para tener qué comer, aprendió los quehaceres que nunca hizo. Todo lo que estaba al alcance de su mano, se fue por seguir sus sueños.
Tardó la recompensa, pero lo consiguió.
Logró entrar a la carrera que quería, trabajó en sus proyectos personales, pulió sus habilidades, tocó puertas de agencias, recibió ofertas que no dudó en aceptar, pudo participar en pequeños programas de radio e internet dándose a conocer y entonces… fue promocionada a una editorial famosa, donde conoció a Umi.
Ella había encontrado su razón de vida y estúpidamente pensó que, como alguien que había tocado fondo, podría ayudarla a salir adelante.
Cuán equivocada estuvo.
Lo que Umi tenía no era algo tan fácil de… superar.
Honoka Kousaka. Un nombre pocas veces susurrado entre sollozos que le fue fácilmente olvidado.
La espina que Umi cargaba en su corazón y que, de alguna manera, ella misma se encargó de enterrar en lo más profundo, lejos de cualquiera que intentara quitársela.
Pero, pese al amor que profesara por el fantasma de esa chica, no fue sino la misma Maki quien hizo florecer de nuevo a Umi Sonoda. La hizo pasar de la chica débil y necesitada de esa cama de hospital; a la adulta exitosa, digna de admiración en la que se convirtió.
Odió a Honoka y lo que significaba en la vida de Umi. La odió tanto que incluso su nombre sólo fue un borrón en su mente, ocupada sólo por Umi.
Tenía todo el derecho de hacerlo, ¿quién podría juzgarla? Sólo ella vivió la lucha porque Umi dejara el alcohol y la depresión, fue ella quien se quedó en vela esperando siempre su regreso, fue ella quien hizo citas con médicos y se encargó de que no se preocupara por nada más que escribir. La taciturna Umi fue recuperando poco a poco su calor. Una mísera sonrisa se fue convirtiendo en risa, y los ojos opacos volvieron a tener ese reflejo especial que atravesaba su alma. Se dedicó a cuidarla, a proporcionarle apoyo, un consuelo y un cariño que no era propio de ella.
Más de una noche se quedó suspirando ante el anhelo de la reciprocidad que jamás llegaría.
El único error que cometió, fue tener el mismo pensamiento de la Tsubasa adolescente, creer que ella podría hacerla olvidar la sombra que se cernía en su corazón, y ser quien lo ocupara y le diera la felicidad que necesitaba.
No conoció a la Umi adolescente antes de que su vida se perdiera tanto, pero estaba segura que no estaba lejos de ser, en lo que ella pudo ver en todos estos años.
Si tan sólo las cosas hubieran seguido así… si Honoka Kousaka no hubiera aparecido otra vez…
Desde el momento en que vio a Umi llegar al departamento después de la audición y verla encerrarse con una bolsa de la que claramente podía verse que eran botellas, sus entrañas se revolvieron y los malos presentimientos llegaron. Tuvo la sensación de que algo estaba mal, y si tan sólo hubiera entrado a ese cuarto ese día, tal vez nada estaría pasando.
Debió prestar atención a lo que siguió a esos días. Dejar de fingir ser la amiga condescendiente que le daba el apoyo, y permitir que sus impulsos egoístas tomaran por primera vez el control.
Pudo haber convencido a Umi de cambiar de actriz o incluso convencerla de distanciarse de la película. En cambio, sólo pensó en darle el apoyo moral y médico que necesitaba, esperando estúpidamente, que Umi finalmente volteara hacia ella y se diera cuenta de que a quien necesitaba, era a Maki.
Y ahora, todo ese cúmulo de malas decisiones y cobardías, ocasionaron este final.
Con su carrera en un hilo, con su ídolo odiándola, y el posible único amor de su vida, huyendo lejos para posiblemente nunca regresar.
Suspiró.
Sus pies pesados retrocedieron hasta el sillón de la sala, anhelando el reposo y las ganas de que, al cerrar y abrir los ojos, encontrara a Umi ahí, en el día de la audición antes de irse y volcar sus vidas.
Fuertes golpes en la puerta interrumpieron el inicio de su fantasía.
No se levantó de inmediato, con la esperanza de que, tras una nula respuesta, quien sea que esté ahí, se fuera. No era la primera persona que fingiría no estar. Sin embargo, los golpes fueron bastantes más fuertes cada vez y recurrentes, que daba la impresión de que la puerta saltaría de su lugar.
No tuvo más remedio que pararse, poner la mejor cara de pocos amigos que en realidad no fue nada de difícil de hacer, y acudir al llamado con la intención de echar al estúpido individuo detrás.
Pero, una vez que la puerta se abrió, se sorprendió de encontrar una figura pequeña, de facciones juveniles casi adolescentes que enmarcaban una furia apenas contenida en cada poro de su rostro, y que resaltaba aún más en sus ojos rojos. Odiaba reconocerla, porque eso significaba que su presencia tenía una razón, a la que no estaba en condiciones de enfrentar.
—Busco a Sonoda Umi —La mujer de cabello negro dijo, en un tono de calma falsa.
—Ella no está —respondió seca, e intentó cerrar la puerta, acción que fue interrumpida cuando las manos de la mujer la sostuvieron y uno de sus pies se adelantó a interponerse. Maki vio esto con una ceja levantada, ahogando un suspiro. Se recargó en el marco, cruzándose de brazos—. Genial, parece que esto no va a ser fácil.
—Podía serlo, sólo déjame hablar con ella —Nico dijo, con una voz que sonaba demasiado cautelosa.
Maki entonces abrió la puerta, señalando el interior vacío y haciéndole una seña para que pasara.
—No estoy mintiendo. Umi se ha ido. Y antes de que preguntes, no te diré dónde.
La mánager no se sintió convencida con la respuesta. Agradeció con un leve movimiento de cabeza la abertura antes de avanzar hacia el interior y corroborar lo que la pelirroja acababa de decir. No fue difícil ignorar su mirada porque ni siquiera la estaba mirando. Sólo jugueteaba con los mechones de su cabello, mirando el enredado y desenredado entre sus dedos.
Nico revisó los únicos cuartos disponibles en el amplio departamento, sin importarle si estaba violando algún tipo de privacidad. Necesitaba cerciorarse de que Sonoda no estaba ahí. El cuarto hecho un desastre fue toda la comprobación que necesitaba.
Regresó de nuevo a la puerta, en dónde Maki seguía ignorante de su presencia. Aquello le molestó. A la compositora parecía valerle un cuerno el mundo, mientras ella estaba preocupada por lo que estaba pasando con Honoka y velando por una carrera que pendía de un hilo de emociones.
A sus ojos, Umi se encargó de remover la vida perfecta que Honoka y ella habían creado. No era justo, ella no sabía lo mucho que les había costado llegar a ese punto. Cuando todo parecía ir bien en sus perfectas carreras, Umi sólo apareció para arruinarlo todo. Un deseo insano había comenzado a arraigarse en su interior, basta de complacencias, ella debía sufrir alguna consecuencia por sus actos.
—¿Satisfecha? Usualmente ofrezco algún té o café, pero en este caso agregaré una tercera opción, vete.
Nico sonrió con gracia. Al parecer, no estaba siendo tan ignorada.
Con una mirada de altivez, de esas dónde su estatura no era impedimento para intimidar a alguien, la miró de frente.
—No soy tonta como crees que parezco. Veo en tu mirada que mi presencia para ti es un chiste. Pero déjame decirte algo, he hecho mis propias investigaciones —dijo Nico, levantando un poco la voz, logrando llamar la atención de Maki—. Sé que tú has estado con Sonoda cuando ella ha ido tras Honoka. Sé todo sobre su carrera y sobre la tuya. Sé lo que pasó ayer con Tsubasa Kira —Vio casi con satisfacción, el involuntario estremecimiento de la pelirroja— Así que, si crees que ocultar a Umi es tu forma de protegerla, eventualmente la encontraré y las palabras no serán suficientes, ¡me importa un demonio quién es ella! Por eso te pido que, si hablas con ella, le digas que deje de entrometerse en la vida de Honoka, o voy a terminar de arruinar la suya.
Fue el colmo para Maki, esa mujer, ¿se atrevía a amenazarlas? ¿Arruinar su ya de por sí jodida carrera? ¿Todo para qué? ¿Proteger a Umi? ¿Eso es lo que estaba haciendo? Su amistad le estaba costando su vida profesional, ¡nada de esto quiso! ¡Nada de esto debía estar pasando!
Con un golpe seco en la puerta de su puño y el dolor repentino del impacto, su cabeza hirvió dejando que las palabras salieran a borbotones.
—¡Esto es una mierda! ¿Crees que ha sido culpa de Umi? ¡Es al contrario! ¡Tu chica es la que vino a arruinar nuestras vidas! ¿Cómo no puedes verlo? Si Honoka jamás hubiera ido a esa maldita audición, Umi habría escogido a otra actriz. Ella jamás la hubiera buscado porque ni siquiera sabía que actuaba, la película iría bien, tú seguirías jugando con Honoka a las estrellas y nuestros caminos jamás se cruzarían.
Internamente, Nico sabía que Maki tenía razón. El desencadenante de todo fue la presentación de Honoka en la audición. Aún se maldecía por ser tan ingenua y no investigar a fondo antes de enviarla. También quería culpar a Kotori, por ser quién lo sugiriera. Sabía que había más de lo que decía. Un motivo oculto. Tenía pendiente encararla por eso
Pero, al fin y al cabo, fue la misma Honoka quién aceptó esto.
Sin embargo, no estaba dispuesta a flaquear, aún si le tocaba hacer el papel de villana, haría lo que sea necesario para deshacerse de las piedras en el camino con tal de ir de nuevo por el lado correcto, a pesar de que Honoka no estuviera de acuerdo.
Nico respiró hondo.
—Aún si así fuera, fue Umi quién la llamó e intentó ir tras ella una y otra vez. Ignorando el daño que le hacía, ni siquiera se atrevió a pedirle perdón y sólo la confundió con sus acciones, ¿también dirás que nada de eso es su culpa? No tenía por qué entrometerse más allá de lo profesional.
—Para haber investigado todo, te saltaste algunas cosas —Maki respondió. No estaba en sus planes defender a Umi, pero los restos de sentimientos de calidez y amor por ella, le impedían no hacerlo—. Umi tenía amnesia, no recordaba nada. Y si no fuera por Honoka, aún seguiría así. Honoka fue quien se acercó a ella haciéndole creer que el pasado ya no importaba y podrían comenzar de nuevo, ¡¿por qué hizo eso?! ¿No podía simplemente rechazarla si tanto mal le hacía? No me vengas con cuentos estúpidos de culpabilidad.
—Es Umi quién la sigue persiguiendo.
Maki dejó su lugar en el marco de la puerta, para tomar el brazo de Nico y empujarla hacia la salida. Vio en el rostro de Nico una sonrisa de victoria, creía que ganó esa pequeña e irreverente discusión.
—Si es eso es lo que crees… —Maki la arrastró fuera de su apartamento— te diré una última cosa, Umi se ha ido lejos de aquí, lejos de Honoka y de todos. Ahora lárgate y dile a tu "actriz" que haga su trabajo y deje de meterse en nuestras vidas.
Nico la miró con una ceja alzada.
—Yo me encargaré de que jamás vuelvan a encontrarse —gruñó.
Un rayo de comprensión golpeó a Maki. La actitud de la mujer, posesiva, recelosa, o más bien, celosa. Le dio una sonrisa retorcida.
—Vaya, para ser sólo su "mánager", te preocupas demasiado.
La cara de Nico cayó.
—Vete al diablo.
Maki cerró la puerta de golpe.
—Maldita mierda.
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—Entonces, ¿qué es lo que te trae por aquí? ¿Sucedió algo con Honoka-chan?
Ella se encontraba echando vistazos alrededor del pequeño consultorio, observando algunos de los libros en los estantes, que no habían sido removidos de su lugar en años. Podía saberlo porque todos seguían en la misma posición y lugar que recordaba.
—… ¿Nico-chan?
—Honoka está bien, está con los coreógrafos, practicando movimientos y esas cosas. Ha decidido hacer sus propias escenas, sin dobles. Me pidió que no la acompañara. Dijo que podía hacerlo sola.
—Wow, ¡asombroso! Eso es muy propio de nuestra Honoka-chan —Kotori dijo, en ese tono tan amable y simpático que provocaba reacciones confusas en su corazón.
Nico miró los diplomas enmarcados y el título con el nombre de la psiquiatra, notó las sombras más blancas de pintura detrás de los marcos, dando cuenta de su inamovible lugar.
—No es lo único en lo que me ha pedido que no me entrometa. Ha dicho que no necesita que la acompañe más a los entrenamientos, ni que la visite en los sets de filmación. Incluso se atrevió a pedirme que, si hay más conferencias, la deje ir sola —Nico le lanzó una mirada penetrante, viendo como su sonrisa se hacía mucho más grande. Detectó el brillo en sus ojos, ese que aparecía cuando algo de lo que planeaba comenzaba a surtir efecto.
—Ella está avanzando muy bien. Finalmente empieza a dar pasos por sí misma, sin tener ni querer un soporte, tomando sus propias decisiones y aceptando los riesgos, ¿no es eso bueno?
Nico caminó lejos de las paredes, acercándose a la psiquiatra. Se detuvo frente a ella, en un golpe seco puso ambas manos sobre su escritorio y acercó su rostro al de ella, amenazante.
—¿Qué estás tratando de hacer exactamente, Kotori?
Kotori no se alteró ante la repentina agresividad. Conocía esta reacción, la esperaba.
—Ayudar a Honoka-chan, soy su terapeuta. No hay nada que desee más que verla feliz.
—No mientas. Si esto lo hubieras dicho algunos meses atrás, lo seguiría creyendo. Pero veo a través de ti, ya no puedes engañarme.
—No sé a qué te refieres, Nico-chan.
—Esto no es por Honoka —soltó Nico con brusquedad—, antes te habías enfocado en eliminar sus recuerdos pasados y hacerla tener una nueva vida lejos de lo que le hacía daño, y de pronto… cambiaste. Le metiste la idea de que se presentara para la película, cómo si supieras que Sonoda Umi estaría ahí. Le hiciste creer que lo adecuado era que hiciera las pases con ella; luego la orillaste a irse sola a esa maldita conferencia sabiendo que no estaba en condiciones aún, y le cambiaste los medicamentos sin decirnos nada. Y justo ahora, después de hablar contigo en el hospital, ya no me quiere tener cerca, ¿independiente? ¡Qué estupidez! Tú sabes que su mente aún es un caos, y que, a la mínima decepción, podría estar en peligro su vida de nuevo. Son demasiadas coincidencias, ¿no crees? Y, por si fuera poco, acabo de descubrir que Sonoda Umi también es tu paciente, ¡¿a qué estás jugando Kotori?!
Ante el arrebato de emociones, Kotori apenas pestañeó, manteniendo la calma.
—¿Por qué estás tan enojada Nico? ¿Acaso no lo he dicho? Soy su terapeuta, tengo que hacer que mejore, ese es mi trabajo.
—Estás mintiendo. Dime la verdad. Lo exijo.
Sus ojos se encontraron. Los ojos miel parecían atravesarla, viendo más allá de su alma para encontrar sus secretos y arrancárselos.
—¿Lo estás exigiendo como su mánager? ¿O como su amante? O tal vez… ¿cómo ex paciente? —Dijo Kotori, sus palabras se acompañaron de una brisa helada que fue suficiente para que sus brazos perdieran fuerza.
Nico se alejó del escritorio, y tomó asiento en la silla frente a ella. Ignorando el sudor frío de su nuca.
Kotori se echó hacia atrás en su silla, poniendo sus manos sobre su estómago en una actitud relajada.
—Te lo dije, cada persona tiene una forma diferente de lidiar con los problemas. Para Honoka-chan, la solución fue cargarse la culpa de lo que sucedió, convirtiéndose en perpetradora y víctima. Umi en cambio, obligó a su mente a olvidarse de todo para seguir adelante. Ambas crearon nuevas realidades, y Honoka te atrapó en la suya. Cambió de apoyo, saltando de Umi hacia ti. Y si no fueras tú, sería otra persona. Al final de cuentas, Honoka sigue necesitando de un soporte para aferrarse. Mi trabajo es que ella deje de necesitarlo o…
—O que regrese al mismo que dejó atrás —Nico completó, estupefacta. Esta era la respuesta que buscaba, y, sin embargo, era tan retorcida que era imposible de aceptarla—. No lo estás haciendo sólo por ella, ni siquiera por Sonoda.
—Umi huyó de sus problemas, Honoka los aceptó. Su encuentro tenía que suceder, ambas tenían que reencontrarse para cerrar el ciclo, ¿Honoka huirá esta vez? ¿Umi se enfrentará?
—¡Esto no es un guion de televisión! ¡No puedes hacer que actúan como quieres! ¡No puedes definir su futuro!
Kotori negó con la cabeza.
—La que quiere que Honoka actúe de cierta forma, eres tú Nico-chan. Tú hiciste lo mismo que ella. Tu necesidad de proteger a alguien para reemplazar a los hermanos que te quitaron, te hizo tomar bajo control a Honoka, hasta el punto de que tu existencia depende de ella. Quieres hacer lo que no pudiste hacer por ellos. No la amas, sólo crees que, fingiéndolo, la estás ayudando, pero no es así. Tienes miedo de que no te necesite más, que ya no puedas seguir siendo su protectora porque Umi lo será. Entiende que no puedes ir por la vida recogiendo a personas desechas para ser su héroe, ella no va a llenar tu vacío.
Nico se levantó del asiento bruscamente.
—¡Cállate! ¡Esto no es así! Ya he superado todo eso…
—Nunca te di de alta, tú decidiste terminar la terapia. Justo el siguiente día después de que encontraras a Honoka.
Se mordió el labio con tanta fuerza que sintió el sabor a sangre mezclarse en su saliva. Sus puños estaban duramente cerrados, sentía que se ahogaba.
Caminó hacia la puerta.
Kotori se levantó de su asiento, su respiración estaba agitada.
—Nico-chan, ¡también quiero ayudarte! ¡Tienes que dejar que Honoka-chan se vaya de tu vida! Yo… realmente quiero que seas feliz —dijo lo último, titubeante en un tono pasivo y bajo.
Nico cerró los ojos.
—Tú eres la que está loca.
Abrió la puerta y salió.
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N/A:
¡Hola de nuevo! Bien, sé que para ustedes este capítulo no contó nada, para mí, es el clavo que termina de cerrar el entorno que rodea a nuestras protagonistas. Con Nico y Maki, quienes son el constante apoyo de ambas. Nada pudiera avanzar sin ellas, por eso siento que merecen conocer más de sus historias y el papel que juegan aquí, después de todo, ¿quién no ha sido una Maki o una Nico en la vida de alguien? Veremos qué final hay para ellas en todo este embrollo de traumas y amores, ¿ustedes qué creen?
Y bien, estamos muy cerca del final, el esquema y las palabras están hechas. No puedo más que agradecer el apoyo que hasta el momento me han brindado, no esperaba que la historia terminara tomando unos rumbos tan oscuros y extraños xD Ninja Britten11 y Drobomir ¡Gracias a ustedes, mis preocupaciones del rumbo que está tomando se han ido! Al igual que el apoyo del resto. Sólo espero no tardar demasiado en hacerles entrega de los siguientes capítulos.
¡Nos vemos pronto! 😉
