CAPÍTULO VIII
DOLOROSO AYER
Contentas por haberse encontrado y porque para siempre su soledad había terminado, sin que nadie fuera testigo de su cariño ambas princesas paseaban por los jardines del nacarado castillo. Y es que hacía ya varios días que la futura soberana de Urano había decidido permanecer al lado de la mujer que quería.
"¿En qué piensas?", pregunto la rubia al ver que su compañera se había quedado en silencio.
La aguamarina sonrió, fijando su mirada en la suya; "Sabes que no tienes que preguntar. Estoy pensando en ti y en mi"
"¿Y en los días pasados?", recordando su torpeza, no pudo evitar cuestionar.
"También", volviendo a reír dijo.
"Fui muy tonta al no darme cuenta, o quizás no quería darme cuenta de ello", replico la hermosa mujer mientras contemplaba el suave movimiento del océano.
"¿A qué te refieres?", fue la pregunta que siguió por parte de la Neptuniana, luego con gentileza le acomodo el mechón de cabello que había caído por su frente.
Deseando disfrutar no solo del paisaje, sino la agradable compañía que la mujer le ofrecía, la Uraniana se sentó sobre la fina arena, tomando la mano de la joven para que se le uniera.
La aguamarina se sentó a su lado, dejando que la futura soberana apoyara la cabeza sobre su regazo, luego sonrió ante la sensación de la suave espuma que envolvía sus pies.
Entre ambas se formo el silencio mientras que la una se perdía en el enamorado mirar de la otra.
"Has callado, ¿Por qué?", cuestiono acariciándole con gentileza ambas mejillas. "¿Por qué no querías aceptar mis sentimientos?"
"Porque no pensé que algo como esto fuera posible", fue la vaga respuesta que su amada le ofreció.
"¿Por qué?", inclinando un poco la cabeza, la beso en los carnosos labios.
"Porque mis dominios están tan apartados de los tuyos, porque se supone que debemos permanecer en perpetua soledad... además...", Urano dijo y luego volvió sellar sus labios, guardando para ella sus palabras.
"No te entiendo"
Acomodándole el cabello que había caído por su hombros, susurro; "Lo sabes"
La joven Netuniana se encogió un poco de hombros; "¿Te refieres a que se supone que no debemos sentir lo que sentimos porque somos...?"
"Exacto"
La aguamarina se cubrió los labios y luego rió un poco; "¿Consideras que estamos haciendo mal?, si es así ¿A quien?"
"No, por supuesto que no. El único mal que hacemos es desobedecer, el no respetar nuestra promesa de permanecer en nuestros dominios, sin embargo no me importa que por ello me castiguen"
"Lo que tú sientes por mi y lo que yo siento por ti no hace ningún mal a nadie... o es que... ¿Tienes un enamorado del que no me has hablado?"
Ante lo absurdo de su cuestionamiento, Urano no pudo evitar reír; "Por supuesto que no, desde esa noche solo te tengo a ti"
"Nuestro cariño es sincero y no daña a nadie. Estas a mi lado porque es tu deseo hacerlo, estoy contigo porque así lo quiero"
La rubia Uraniana no respondió con palabras y en su lugar dio paso a las muestras de afecto, así que atrayendola hacia ella, la beso.
La aguamarina ante sus juguetones labios se quedo sin aliento y empujando a un lado los tirantes de su vestido, dispuesta estaba a que se entregaran a su pasión en ese lugar, frente al mar como testigo de su amor.
Sin embargo eso no no sería posible porque en ese preciso instante el precioso espejo de aguas profundas emitió un extraño brillo, atrayendo toda la atención de ambas princesas.
"¿Qué sucede?", cuestiono la alta y futura soberana de Urano al ver que en el rostro de la joven se había dibujado una mueca de preocupación.
"En todos estos años jamás se había comportado de esta manera", replico ella buscando contemplar que era lo que ocurría.
Entonces sucedió aquello para sorpresa de la rubia, y es que su poderoso talismán, la espada de Urano, de la nada y sin que la hubiera llamado acudió a su presencia. Y al igual que el espejo, el brillo que emitió fue algo que ella jamas había contemplado.
El luminoso reflejo del precioso espejo fue apagándose, dejando que ambas princesas contemplaran solo difusas siluetas.
"¿Qué es eso?", cuestiono la alta joven al ver la terrible batalla que en algún lugar se estaba llevando a cabo.
"Es en la Luna... un enemigo ha atacado... tenemos que ir"
"Maldición", mascullo la otra mientras que con fuerza apretaba su puño.
Sin saber lo que ahí encontrarían, ambas rompieron por completo la promesa de permanecer en los confines del sistema, así que abandonando los limites acudieron a ese lugar el cual hasta hacía poco había sido el reino de la Luna.
"¿Qué... qué ha ocurrido?", sin poder creer la devastación que había desolado hasta el ultimo rincón, sin aliento Neptuno cuestiono.
"No queda nada", contemplando las ruinas, la Uraniana murmuro. "¿Quien habrá sido el responsable de esta destrucción?"
"Llegamos tarde, Urano", contesto la aguamarina al borde del llanto. "¿Acaso somos responsables de ello por fallar la misión de proteger nuestro reino?"
"No, no pienses eso. Por lo que veo el enemigo no solo era poderoso, sino que grande en numero. No hubiéramos podido hacer nada", expreso dándole refugio en sus brazos para que en ellos pudiera llorar.
De pronto una preciosa luz atrajo su atención y pensando que se trataba del enemigo que había regresado para acabar con lo poco que quedaba, o incluso con la misma Luna, ambas mujeres tomaron sus armas para hacerle frente.
"¿Quien podrá ser?", cuestiono la bella Neptuniana.
"No tengo idea", fue la acertada respuesta.
Como si tratara de un poderoso rayo, aquella luz impacto la de por si lastimada superficie y entonces de ella emergió una alta y esbelta figura.
"¿Qué hacen aquí?", cuestiono con voz grave. "¿Quien les permitió abandonar sus dominios?", fue la pregunta que siguió.
"¿Quien eres?", elevado su voz de forma amenazante, la alta princesa interrogo.
"Urano, se supone que ni tú ni Neptuno deberían estar aquí"
"¿Por qué, si esta es nuestra patria?", la aguamarina añadió.
La alta mujer que había llegado bien hubiera podido responder cada una de sus interrogantes, sin embargo el rugido de un poderoso trueno no se lo permitió. Temerosas, las tres mujeres vieron hacia el cielo, pensando que de un momento a otro este se desquebrajaría.
"¡Oh no, ha sucedido!", expreso la alta peliverde, quien no podía ser otra más que la guardiana de las puertas del tiempo y protectora de Pluton.
"¿A qué te refieres?", sin saber que esperar, cuestiono la aguamarina.
"A que la prohibición impuesta sobre nosotros tres se debía a un porque. Y ese porque es que una vez que nos encontráramos reunidas, la invocaríamos a ella con el poder de nuestras armas... lo que tanto temía nuestra soberana ha sucedido. Esto es una abominación", gimió al mismo tipo que presa del horror contemplaba como aquella figura descendencia envuelta en un rayo.
"Si, pero ¿Quien es ella?", cuestiono la Uraniana.
"Una vez que ella acude al llamado de los tres talismanes, todo esta perdido. Ella es Saturno, la que porta la destrucción"
De la preciosa luz emergió una mujer de cabellos negros y observando a su alrededor, en sus labios dibujo una fina sonrisa que termino por helar a las tres princesas.
Ante ese misterio y el peligro que se podía percibir en su fría y vacía mirada, no pidieron ni aun siquiera emitir sonido alguno.
Así pues y sin que la guardiana de Saturno dijera nada, blandió su poderosa hoz y al instante se hizo el ensordecedor silencio, eliminando a su paso todo rastro de vida que aún habitaba sobre la vasta galaxia.
(Presente)
Ante aquellos hórridos y lejanos recuerdos, Haruka y Michiru se percibían molestas, y es que les había quedado claro que Sailor Moon y sus amigas interferirían en su cruel misión, la cual no solo consistía en acabar con los cazadores de la muerte, sino con la futura protectora de Saturno. Aunque parecía ser ya tarde.
"¿Estas bien?", cuestiono Michiru al ver la mueca que se había dibujado en su rostro.
"No, no lo estoy", contesto negando con la cabeza, como queriendo deshacerse de esos pensamientos. "Debimos actuar antes de que todo esto ocurriera"
"Lo mismo me pasa. Y lo que es peor, es que no sabemos que tan catastrófico pueda llegar a ser el que esa entidad se haya apoderado de su cuerpo"
"Y aun siendo testigos de ello me parce increíble que en ellas pese más el corazón que la razón. No entienden que la única forma de salvar el futuro consiste en que eliminemos a Hotaru Tomoe antes de que su verdadero despertar llegue"
"Mientras ella exista no podrá haber paz alguna. Pero, ¿Sabes por qué ellas no están de acuerdo con nuestros métodos?", pregunto la aguamarina tomando a su amada por la barbilla para que la viera a los ojos.
Ante su pregunta Haruka negó con la cabeza.
"Porque para cuando Saturno apareció, ellas ya habían muerto. No fueron testigos de su maldad, no conocen cual es el alcance de su poder. Ellas no perdieron nada con su llegada", expreso mientras que con gentileza le acariciaba las encendidas mejillas.
"Tienes razón. Dime, ¿Crees que su forma de pensar sería diferente si ellas lo hubieran atestiguado?"
"Probablemente si. Yo deseo mucho un futuro a tu lado, porque en ese entonces y con su llegada no pudo ser posible, así que por protegerlo incluso soy capaz de pasar por encima de ellas", decidida a cualquier cosa concluyo la preciosa violinista.
Notas de autor;
Isavellcota; Más bien Haruka no pensó que estuviera enamorada de ella porque ambas son mujeres, aunque eso poco les importa, su cariño no le hace ningún mal a nadie.
Michelle; No lo creyó posible, lo bueno es que se dio cuanta a tiempo y antes de que pudieran perderse. Me alegra mucho que te guste.
Kaiohmaru; Es que como que ese dialogo por parte de Michiru si esta demás. Da mucho a que pensar xd. Gracias por seguirme :)
Kyoky; Por lo que dijo se merecía que Michiru le pegara con su espejo xd
