Capítulo 23: Iro kousui

Hace 10 años atrás…

La primavera había llegado a Kyoto, Japón a finales de Marzo se podía notar como los árboles de cerezo se movían al compás del viento. Era una maravilla, un espectáculo que no muchas veces se veía en esta estación, ya que eran muy populares por el brote del mismo. La población de Japón siempre iba a parques donde veían esa belleza de la naturaleza para pasar un día alegre con familias, parejas o amistades.

Los niños corrían por el gran parque Maruyama, mientras que sus padres o familia compartían un agradable almuerzo o picnic. Pero no todo era alegría, menos para cierta niña pequeña de ojos negros como la noche al igual que su cabello amarrado en dos coletas que miraba un punto fijo, algo que le producía celos, unos celos que no eran de odio, sino una envidia que estaba naciendo en ella. Su puchero se hizo notar, sus brazos entrelazados con coraje viendo a cierto niño de cabellos negros que estaba jugando con un chico de cabello rojo como la sangre que andaba riendo junto a esa pequeña niña de cabello como el cerezo que agarraba su gorra blanca para que no volara por la intensidad del viento. No le parecía justo lo que veía como su primo se divertía a lo grande con esos niños y no le prestaba atención, antes ella era su adoración, la cuidaba desde que eran muy niños, pero ahora su querido primo andaba feliz con esa mota rosada. Empezó a crecer un resentimiento que poco a poco daría lugar a envidia y celos. Porque su primo siempre fue importante para ella, porque empezó a amarlo… un amor de niños que terminó en un amor entre hermanos, aunque estén demasiado lejos y que cada uno haya dado un giro de 360°.

- Vamos Lis. -sintió la mano de su primo mayor que le sonreía de oreja a oreja, haciendo que la pequeña niña se sonrojara hasta las orejas.

Porque, aunque le haya agarrado amor y rencor a su primo de su edad. Ella desde pequeña siempre lo amó, a su adorado amor platónico. Tenía un secreto… un amor prohibido, que poco a poco le destrozó sus sentimientos, al enterarse por un correo que su primo se había enamorado no de una, sino de muchas niñas y chicas adolescentes… Haruto Kurosaki… Un amor prohibido para Lis Kurosaki.

Pov Haruto

La atmósfera se sentía incómoda, no solo para mi que estaba sentado en el sofá escribiendo por Whatsapp a mi adorada novia, si no que sentir la mirada de esa enana de cabellera negra que tenía sus brazos cruzados moviendo sus dedos sobre su brazo cruzada de piernas. Era realmente estresante por el simple hecho que ella estaba pidiendo salir con nosotros este veinticuatro de diciembre para comprar ingredientes para la cena navideña. Pero ya había quedado con Sakura en pasar todo el día juntos, pero su berrinche y ese puchero que tenía ese demonio negro hizo que mi hermano le dijera que sí, mientras que mi padre soltaba un suspiro y acariciaba la parte de atrás de su cuello. Ellos sabían que no me llevaba para nada bien con esa enana amargada, pero siempre le cumplían su capricho. La música de mi móvil sonó con fuerza dejando ver el nombre de mi cerezo, solté un suspiro mientras me levantaba del cálido sofá y acercando el aparato a mi oreja.

- Cariño. -le conteste y escuche un gruñido, parecía un dulce gatito que quería llamar la atención de su dueño. -Venga solo unas horas, no me demoro. -Su voz era de tristeza, algo que no me gustaba, porque moría por estar con ella, quería abrazarla y darles besos a sus labios viendo ese rostro hermoso que poseía. -Aunque me gustaría que vengas conmigo, así conoces a mi Padre. -Giré mi rostro mirando la expresión de asombro de mi progenitor que reí. -Creo que no les importará si vienes tú sola. -le especifique porque era momento familiar, no quería a sus amigos cerca, porque ella era mi familia no los otros. Vi la queja de mi prima que tenía una mueca de molestia, pero poco me importaba lo que ella pensara, mi Padre asintió y mi hermano sonreía abrazando a su novia. -Entonces paso por ti, llego en media hora. Te amo preciosa.

Colgué la llamada guardando el móvil en mi bolsillo del pantalón y me acerque a la mesa del centro de la sala, agarré la taza de mi café de esta mañana y lo acerque a mis labios sintiendo ese aroma del café del día y amargo. Hoy sería un excelente día, eso es lo que pensaba y esperaba que sucediera. Un día tranquilo con Sakura y con mi familia, sería un momento perfecto, pero como dicen no todo es felicidad.

- ¿Por qué nos tiene que acompañar? – escuche su queja, algo común en ella. - ¿No sería momento familiar?, además sería bueno que solo la familia converse, porque mi tío tiene mucho de qué hablar con ustedes. – así surgió la incomodidad, pero no de parte mía, la cara de Katsura-san era un mapa que podía leerse.

El momento de silenció e incomodidad duró unos segundos, lo cual fue reemplazado con la tos seca que mi Padre soltó y la cara de mi hermano mayor fue única al ver su molestia e irritación por las palabras sueltas por esa chica que llevaba nuestra sangre.

- Si, Lis. –respondió mi Padre, mientras que ella sonreía con satisfacción. – Tienes razón en muchos aspectos, pero las dos muchachas que son novias de mis hijos también son mi familia, porque son las que ellos han escogido, creo que eso te debe quedar claro.

- Pero tío…

- El motivo de que estés en Japón no es muy bueno, comparando que a mi hermano no le agrado la idea que a tu corta edad estés yendo a fiestas. –sus labios se abrieron para poder argumentar algo de lo que mi Padre intentaba decir, pero él solo levantó la mano. –Antes que digas algo, te debo de dejar en claro, que estás aquí para que mejores tus notas y puedas empezar a comportarte como una señorita, aquí en Japón aprenderás a vivir como una vida normal, no como la vida que llevabas en Inglaterra. –bajo su mirada apenada y solo mordió sus labios.

- Pero si se trata de mis primos, ellos hasta se pueden acostar con muchas mujeres… -el silencio volvió y las caras rojas de la vergüenza reinaban entre mi hermano y yo, además que Katsura-san solo tenía sus manos en sus labios seguro sorprendida por el descaro de mi prima al ser tan directa, algo que aprendió en ese País.

- La vida privada de mis hijos es aparte, ellos ya son chicos grandes, pero me refiero a ti, eres mujer Lis y no es bien visto que tu sigas el camino de ellos dos. –nos señaló, algo que para mí no me preocupo por nada, porque mi vida ya había experimentado lo que es tener sexo, pero como dicen en Japón no es bien visto que una chica haga es tipo de cosas a su corta edad y pienso que con Sakura nos apresuramos muy rápido en llegar a ese nivel de intimidad. –Así que por favor compórtate, no quiero llamar a mi hermano y contarle que estás otra vez en la rebeldía, porque seguro que, si no cumples lo que acordaron, te llevarán a un internado.

Después del regaño que escuchamos y observar como ella bajó la mirada apretando sus manos, seguro con la cólera que tenía, ella siempre fue así… son espíritu de libertad y hacer lo que le venga en ganas, pero ahora todo lo que disfruto antes… todo lo perdió por ser caprichosa y engreída. Solté un suspiro y agarré el abrigo negro que tenía apoyado en la cabecera del sofá.

- Los veo en el centro comercial. –me puse el abrigo con una bufanda de color blanco y me dirigí a la puerta principal para salir de ese silencio incómodo.

Los copos de nieve de anoche habían parado dejando ver ese manto blanco por las calles, las risas de los niños era una música de diversión absoluto y verlos hacer muñecos de nieve era una maravilla de arte. Sonreí al recordar que antes Sai me ayudaba armar un muñeco de nieve en el jardín de nuestra casa, esos días eran los mejores, se podría decir que fuimos una familia que realmente se quería, pero todo se fue de picada, por el error de mi Padre y ahora que lo he estado observando está pagando las consecuencias de sus acciones.

Los minutos transcurrieron de una manera tan rápida, bueno la casa de Gaara no estaba tan lejos, estaba a unas ocho cuadras de mi casa. Pude ver su reja negra con los muros de nieve de su casa, acerque mi dedo y toque el timbre.

- Residencia Haruno. –escuché una voz aguda, la madre de mi mejor amigo siempre tenía una delicadeza para comunicarse con los demás. –Tía, soy Haruto, vine a buscar a Sakura.

- ¡Oh! – la escuche gemir con diversión. –Ahora te abro la puerta hijo para que entres.

- No se preocupe, solo estoy para recogerla, porque ya nos tenemos que ir.

- Entiendo Haruto-kun~ -canturreó, mientras que me la imaginé que seguro sonreía divertida, porque ella siempre nos emparejaba cuando éramos unos niños, algo que Sakura no recordaba.

Corto el intercomunicador y me arrepentí… el viento frío de esta temporada lo sentí con fuerza, necesitaba, aunque sea de nuevo ese café amargo del desayuno, necesitaba algo caliente para poder abrigarme.

- Estar fuera de casa en esta temporada hará que te resfríes. –su tierna voz me relajo un poco y sus manos calientes agarraban mi mejilla sintiendo esa calidez que siempre brindaba esa dulce chica. Su sonrisa hacía brillar su hermoso rostro en pleno invierno, nunca me cansaré de decirlo una y otra vez… Sakura siempre será la chica que enamoro mi corazón desde que era un niño, ella era mi vida… el amor de mi vida. No sé qué haría si la perdiera. –Estoy nerviosa.

- ¿Por qué lo estarías? – agarre sus manos acariciando suavemente esa piel blanca como la nieve, mientras que sus mejillas se coloreaban en un rojo rosáceo y formaba un hermoso puchero.

- Voy a conocer a tu Padre….

- ¿Qué tiene eso de malo? –sus ojos brillaban con sorpresa, reí ante su inocencia que aún mantenía en ella.

- No es para que te rías. –soltó mis manos con fuerza y se giró dándome la espalda; se resintió de una forma asombrosa. A veces… su comportamiento y actitudes eran una maravilla, una nueva faceta de ella misma.

Agarre su cintura para poder abrazarla, apoye mi quijada en su hombro sintiendo su respiración agitada y como temblaba entre mis brazos, no pude evitar sonreír. Aunque hemos explorado nuestros cuerpos en cada beso y caricia, aun ella temblaba toda nerviosa entre mis brazos. Acaricie su cuello con mi nariz sintiendo ese aroma tan exquisito que desprendía de este pequeño y hermoso cuerpo. Mis manos viajaban por su cuerpo encima de ese abrigo crema, no podía evitarlo… necesitaba de ella y demasiado. Estar mucho tiempo separados, hacía pagar las consecuencias de mis acciones, su voz salía de esos hermosos labios carnosos de color rosa, pero no importaba si intentaba decir algo. La giré con fuerza viendo sus ojos brillosos y esas mejillas rojas, que no pude evitar besar esos labios que me llamaban con insistencia de ser profanados en un beso apasionado y posesivo, sentía su gemido ser callado por el beso, agarré su cintura con fuerza. Sus gemidos contra mis labios, me calentaba que necesitaba en ese momento poseerla con tanta pasión y que gritara mi nombre con fuerza en cada penetración. Estaba tan excitado que me estaba fastidiando con insistencia.

- Te deseo Sa-ku-ra. -sus ojos brillaban con intensidad.

Ella quería lo mismo…

- Me gustaría que nos tomemos el tiempo para demostrarte cuánto te amo. -sentí su aliento caliente en mi cuello. -Pero, no quiero hacer esperar a tu Padre, me gustaría conocerlo.

Ver esa sonrisa tímida hizo que pellizcara esas mejillas por lo avergonzada que estaba esta chica de cabellos rosados como el algodón de azúcar. Su dulce puchero y esas muecas graciosas que hacía cuando estaba enojada, era un espectáculo impresionante mientras apretaba esas mejillas. Besé esos labios carnosos rosados dejándola impactada, reí por ver esa reacción de taparse la cara con sus blanquecinas manos, mientras que soltaba pequeñas quejas e insultos de bajo tono hacia mi persona, lo cual me parecía lo más gracioso del mundo.

- Sí, sí. -sujete su mano para dirigirnos al lugar donde nos íbamos a encontrar con mi familia. -Pero, todo lo que estás diciendo, sé que no es cierto. -le guiñé el ojo y no pude evitar soltar una carcajada al verla colorada.

- Tonto.

- Te amo.

- Te amo, tonto.

Pov Gaara

La capa blanca de la nieve cubriendo el jardín de mi casa dejaba ver que esta temporada de invierno iba a ser una de las más heladas que hubo en años anteriores, como siempre la humanidad nunca iba a cambiar por la contaminación que producimos al planeta.

Suspiré sintiendo ese sabor de café del día que mi adorada prima había preparado esa mañana, era delicioso… como siempre tenía un toque para los alimentos. Cerré mis ojos abriendo un poco la mampara de la puerta que daba al jardín trasero para sentir un poco el aire helado de la temporada, ya que ese rubio había puesto el calentador demasiado cargado, sentía que me asfixiaba dentro de casa.

- Si que será una temporada helada… -abrí mis ojos girando al ver esa mota castaña que me sonreía con los ojos cerrados con sus mejillas algo rojas. -No dan ganas de salir a ningún lado, no imagine que Kurosaki-san sacaría a Sakura-san a pasear.

- Son tema de ellos. -respondí, para después sentir ese líquido amargo recorrer mi garganta.

- ¿Por qué, no se te nota preocupado?

- ¿Debería? -achine mis ojos observando la expresión de sorpresa que tenía esa castaña. -Sé que Haruto la cuidara bien.

- ¿Cómo estás tan seguro? -dirigió su mirada al frente. -Si ella fuera mi prima, estaría preocupada… otra ciudad, otra atmósfera, una familia que recién la conocerán. Una chica tan inocente como ella es fácil de controlar.

- Tienes una mentalidad distinta, pero Haruto es diferente. -cerré mis ojos sintiendo el viento frío en mi cara, algo relajante. -Él no le hará nada, porque realmente la ama de verdad. Además, ellos ya tienen una historia que quedó pausada y está volviendo a contarse de nuevo.

- Entiendo. -sentí su mirada, la miré con curiosidad viendo que sonreía llevando su mano a sus labios. -Una historia jamás contada o quizás una historia que quiere salir a la luz.

- Eres demasiado inteligente y directa en algunos casos Matsuri-san.

Negó mientras estiraba sus brazos y abría sus labios para soltar ese bostezó de cada mañana.

- Sé leer bien a las personas por el movimiento de sus expresiones o de su cuerpo. -Me sorprendió sus palabras dejándome con la palabra en la boca, a veces esta chica desprendía una vibra de madurez a la edad que tenía en estos momentos. -Cuando fue el día del Festival Cultural me di cuenta como Haruto-san se preocupaba por ella, pensé que quizás haya sido como un enamoramiento o preocupación por qué ella es un familiar que aprecias mucho. Pero…. cuando vi su expresión y el movimiento de su cuerpo. Ahí me di cuenta, él realmente la amaba y ella… Sakura-san tiene algo inocente y puro que ha brotado desde hace mucho tiempo. Los rumores que se van esparciendo por toda la preparatoria, solo hablaban de dos personas que al final se volvieron en cuatro, pero, ante todo, ella nunca logró quebrarse en un punto que la enloqueciera, si no que ella ya tenía a alguien, que la protegía y no querría verla realmente lastimada, me asombro que ese haya sido el presidente del consejo estudiantil.

- Tú no la has visto quebrarse del todo.

- Había una chica a punto de tirarse a los rieles del tren… pensé acercarme a detenerla, pero apareció un apuesto chico que la sujeto… la abrazó con tanta desesperación, mientras que ella lloraba descontrolada hasta el punto de desmayarse.

- Tú… estabas ahí. -Gire exaltado, viendo como bajaba su mirada y puso su mano en el vidrio de la mampara.

- Vi todo, por eso te digo… ella fue fuerte, pero nunca estuvo sola… Ese día… En el viaje de la excursión, la vi llorar en silencio, la vi deprimida, pero nunca tuve el valor de acercarme y decirle si estaba bien, pero él siempre estuvo ahí, él siempre estuvo ahí para ella. Un día escuche que el presidente del consejo estudiantil no creía en el amor, solo salía a citas y jugaba con los sentimientos de las chicas. Pero Kurosaki-san siempre expresaba sus sentimientos hacia ella.

- Haruto y Sakura tienen una historia, algo triste, pero si quieres saber la verdad. Haruto realmente la ama. -suspiré mientras que los copos de nieve caían con lentitud hacía el jardín.

- Yuki…

- ¿Qué? -Gire a verla, sonreía con esas mejillas sonrojadas.

- Nieve… parece que tendremos una Navidad muy blanca, espero que no se haga una tormenta. -observé esos blanquecinos dientes, solo pude sonreír

- Tienes razón.

- ¡Matsuri! -escuche el grito de esa chica de cabellos negros que gire a ver a esa pareja que movían sus manos y estaban junto a mi Madre que hablaba animadamente con ese rubio. - La señora Haruno nos enseñará una receta para llevar al domicilio de la familia Kurosaki.

- Sí, ya voy.

Caminó con rapidez viendo como su cabello castaño se movía al compás de su movimiento y ahí me di cuenta porque la veía cada vez de una forma extraña.

- Hey Matsuri. -se giró a observarme con curiosidad que no pude evitar acercarme a ella y agarrar un mechón de ese cabello castaño. -Te queda bien el cabello largo, no te lo cortes. Te ves hermosa. -Sus ojos se abrieron de la sorpresa y esas mejillas se pusieron algo coloradas. Le di pequeñas palmaditas suaves en su cabeza y me retiré para irme a darme una ducha.

Subiendo las escaleras rumbo a mi habitación escuche la voz del rubio hiperactivo gritar de preocupación, mientras que su novia le decía que dejara de molestar. Abrí la puerta de mi habitación, para después cerrarla a mis espaldas. Solté un suspiro y me puse en cuclillas mirando mi taza de café.

Me sentía un poco extraño, pero realmente no entendía, ¿Por qué había hecho eso? Mire mi mano sintiendo aún el tacto de su cabello y la textura cuando toque esos mechones. Era muy diferente…. Con Ino Yamanaka eres muy diferente, la textura y la forma en la que me acerqué a esa chica era muy diferente a la amistad que he mantenido con Matsuri. Prometimos en el Festival Cultural… nunca ponernos serios respectos a muchos factores u ocasiones relacionadas con los sentimientos amorosos. Pero…

- ¿Por qué hice eso? -observé con curiosidad la mano pecadora y no pude evitar sonreír al recordar esas mejillas rojas; y esa expresión de sorpresa por parte de ella. - Realmente es bonita, cuando está avergonzada.

Pov Sasuke

Los copos de nieve caían de forma lenta y suave dando una vibra de ser un buen día para salir unas horas antes de Nochebuena. Algo que maravillaba, claro si tuvieran a esa persona especial y recorrer la ciudad para tomarse unas simples fotos…. para poder expresar sus sentimientos.

El sonido de la alarma del despertador iniciaba un nuevo día de trabajo de medio tiempo, algo que había empezado hace poco para poder mantener mi mente distraída y no pensar en esa persona que perdí por ser un idiota. Agarre el móvil de mi mesa de centró para poder revisar cómo estaría el clima, pero al revisar note que había llegado un mensaje al correo de mi cuenta personal. Era de ella, al final nunca entenderá que no quiero volver a saber de ella y menos que me siga llegando mensajes. Deslicé mi dedo en esa pantalla táctil buscando su contacto para poder bloquearla y eliminar el mensaje. Sé que estoy haciendo mal al alejarme de esa forma o bloquearla de todos lados para que ella no siga poniéndose de una forma realmente desesperante. Pero… di por terminada esa relación que no llevaba a nada bueno. Está bien, admito que soy un idiota, jugar con dos personas me llevo a esto… por qué al final me arrepentí de haberle hecho daño a una persona que realmente me amaba, por ser orgulloso, egoísta y solo pensar en mis necesidades. Deje ir a una maravillosa mujer que al final, ella decidió hacer su vida y planificar su futuro con otra persona que le diera más atención.

Recordar la forma en que se besaban ese día, es un dolor que mantengo en mi corazón. Pero es algo que pago cada día al no poder dejar de pensar en ella. Si, no me gusta mentir sobre ello, pero, quiero estar con ella, abrazarla, besarla y ver sus lindas expresiones que me brindaba hace tiempo. Es algo que duele cada día, porque ese comportamiento y actitudes a otro se lo está brindando.

Me quedé pensando detenidamente lo que iba a suceder después, todo era distinto, todo cambio en un abrir y cerrar de ojos. Quizás si me hubiera dado cuenta antes… quizás aún la tuviera conmigo y aún me sentiría feliz de solo pensar en que ella me diera todo ese cariño que un día perdí.

Me levanté desganado… pero, aun así, tenía que seguir adelante y aunque no me diera ganas de ir a trabajar, tenía que hacerlo, es algo que decidí por mí mismo. Además, tener preocupado a mi Padre y a Itachi sobre lo que estaba pasando conmigo no era bueno. Baje de peso de una manera demasiado sorprendente, en unos tres días había bajado 7 kilos por la depresión que tenía por haberla perdido. ¿Me dolía demasiado? Claro que sí, le hice daño, jugué con sus sentimientos… ella demoró en sanar el daño psicológico que le hice, dañé su estabilidad emocional. Por mi culpa, ella sufrió demasiado y ahora pago las consecuencias de mis acciones.

Me quité la camisa y el pantalón de dormir tirándola en el cesto de ropa sucia. Me quedé mirando mi cuerpo delgado en ese espejo completo de mi habitación. Me acerqué observando las ojeras de mis ojos que se veían terrible… dormía poco… era demasiado gracioso lo que está pasando con mi vida. Teniendo pesadillas seguidas que ni podía dormir. Tanto me había dañado… la realidad que vivía cada día.

- ¡Sasuke, ya son las once de la mañana! -Escuche los gritos de mi hermano mayor.

Tome una toalla limpia de mis cajones, me quite el boxer que llevaba puesto y enrolle la toalla sobre mi cintura. Salí de mi habitación cerrando la puerta para dirigirme al cuarto de baño y su reflejo fue tan nítido que observé su cuerpo bien formado observando con tristeza.

- Tienes demasiado preocupado a nuestro Padre. - sus ojos negros como la noche me observaban con preocupación, aunque tuviéramos la misma estatura aún me trataba como si fuera un niño acariciando mi cabello. - Sé que es una etapa difícil de superar, el dolor refleja en tu cuerpo y aunque te hayas dado cuenta demasiado tarde. Las consecuencias son muy fuertes, debes alimentarte, pero ni siquiera desayunas y comes poco en la hora de almuerzo. Ni siquiera cenas, solo tomas agua. Sasuke….

- Lo que tengo es poco a lo que ella vivió cada día. Tengo que pagar las consecuencias de mis acciones. Pero no te preocupes, me alimentaré bien a partir de ahora. Tampoco quiero verme tan mal cuando la vuelva a ver después de diciembre.

- Ella al verte así se preocupará.

- Lo dudo. -negué al recordar nuestra última conversación, pero si pudiera recuperarla. Haría de todo, para poder volver a estar juntos. Abrí la puerta del baño y solo pude darle una pequeña sonrisa a ese hombre. - Las cosas mejorarán Itachi.

La temperatura de este año era la más helada, quizás el destino quería ser cruel conmigo controlando el clima, quería hacerme sufrir los pecados que cometí hace tiempo atrás. Suspiré viendo mi aliento caliente salir de mis labios, mis manos heladas estaban dentro de mi bolsillo de mi abrigo negro para buscar un poco de calidez en esta temporada de invierno. Aunque el clima era terrible en la temporada, a las personas no les importaba pasar un momento en familia o las parejas aprovechaban estas horas antes que sea medianoche y llegué la Navidad. A veces me sentía realmente celoso al ver a las parejas felices, porque me gustaría estar de la misma manera con ella, aunque los recuerdos del año pasado vinieron a mi mente, otra vez me di un golpe a la realidad, este año empezó como el peor de todos. Abrí la puerta haciendo sonar la campana en la entrada, mis compañeros me saludaron al solo entrar, con una pequeña reverencia los saludé a todos con educación, me dirigí a la puerta donde estarían los vestidores de hombres. Abrí la puerta dirigiéndome a mi casillero para ver el uniforme de la cafetería, me comencé a cambiar dejando mis cosas en el casillero, chequee el celular revisando mis mensajes, pero lo bueno es que, al haberla bloqueado a esa chica, ya no volvería a saber más de ella hasta que comenzará las clases en la preparatoria. Puse el celular encima de mi ropa y cerré el casillero con llave; solté un breve suspiro y sonreí sacando una máscara de personalidad distinta para que nadie supiera lo que sufro cada día.

Las horas habían transcurrido de forma lenta, demasiado tortuosa por así decirlo. Me afectaba mucho al ver cómo las parejas se expresaban entre ellos. Pero tenía que seguir adelante si deseaba recuperar, aunque sea un poco de su cariño. Debería disculparme con ella formalmente y arreglar nuestra relación. Aunque ella me odie, necesitamos conversar. Necesitamos sanar, perdonar y amar, para poder ser felices. Me da tristeza, porque al final se lo que perdí, pero tengo que aprender a dejar a alguien que me importa mucho, para que ella pueda ser feliz.

El olor a desinfectante llegó con fuerza, haciendo que las náuseas sean más frecuentes, he sido un tonto al no haber desayunado, pero no tenía ganas. Si que la depresión te afecta demasiado hasta llegar al punto de no comer. La delgadez de mi cuerpo afectaba mi sistema inmunológico, pero ya debería poner los pies en el piso y seguir con mi vida. Seguí limpiando las mesas de la cafetería, mientras que escuchaba el sonido de la campana, los clientes entraban seguidos para pasar las últimas horas antes de la medianoche, lo que me alegraba es que mi turno acaba en unos minutos y me daría el tiempo de ir a comprar algunos refrescos. Suspire haciendo una reverencia para los clientes, pero la incomodidad había llegado al ver los ojos de las mujeres que me miraban con tanta pasión. Caminé hasta donde estaban mis compañeros sintiendo palmadas en mi espalda, como si me comprendieran lo que vivía cada día al ser acosado por mujeres desconocidas. Pero necesitaba trabajar para poder mantener mi mente ocupada.

- Ya se ha hecho una costumbre. -escuche a mi compañero que no dejaba de sonreír revisando la caja para que cuadraran en el cierre de la tienda.

- Al principio molestaba ver cómo te comían con la mirada. -comentó una chica que apenas pude tener una conversación.

- Es molesto. -suspire lavando el trapo que había utilizado. -No me gusta llamar la atención de esa forma, siempre he sido reservado ante esas personas. Pero me gustaría que otra persona me mirara de esa manera.

- ¿Un amor no correspondido? -preguntó la chica mirándome con curiosidad, la miré de reojo y solté un suspiro.

- Un amor que perdí por idiota.

Sus ojos se abrieron de la sorpresa, su timidez se notaba y la preocupación que intentaban no expresar. Era demasiado fácil leer sus expresiones.

- Ya terminó mi turno. -solté, mientras que ellos intentaban decir algo, pero ya no quise escuchar más. -No tienes que decir nada, solo lo dije porque es así como me he sentido, tengo que ir a casa rápido. Los veo después de Navidad.

La nieve cubría las calles con el manto blanco que brindaba en esta época de invierno, algo helado y mojado. Algunos lo veían como lo más hermoso de esta temporada, pero para otros era lo más triste. Suspiré con pesadez por el cansancio que sentía al haber terminado mis horas laboradas, pero tenía que ir a comprar algunas cosas que necesitaba en casa, se lo había prometido a mi Padre.

Los copos de nieve caían sobre mi cabeza, el frío del nevado estaba haciendo su trabajo queriendo mojar mi cabello, me había olvidado el paraguas, así que me tenía que apurar para el supermercado y si había una posibilidad comprar un paraguas de regreso a casa. Pero el destino era cruel, quería que tuviera una incómoda y cruel Navidad; ver el cuerpo de esa mujer con un paraguas en la mano y esos ojos brillosos… iba a terminar de la peor manera.

- No creo que sea el momento, estoy un poco apurado para estar perdiendo el tiempo. -acaricie con mis manos heladas la parte de mi cuello y mirando esos ojos azules que se notaban brillosos y sus mejillas rojas por la vergüenza.

- Lo que menos deseo es hacerte perder el tiempo, Sasuke-san. Yo… sé que no me conoces, pero te he visto de lejos. Eres un chico interesante, atractivo que llama la atención de varias mujeres. Por eso… quería acercarme más a ti, por eso… ¡Me gustas! - bajo su mirada, podía ver sus mejillas rojas de la vergüenza, me recordaba mucho a ella, todo me recordaba a Sakura. Solté un suspiro.

- Lo siento. -cruzamos miradas, se notaba triste algo que no me gustaba ver en una mujer. -En estos momentos no estoy interesado en tener una relación de pareja, me alegra por tus sentimientos, pero lo siento.

- Entiendo, lo bueno es que pude confesarme. -sonrió, eso me dejo sorprendido, quizás imagine que se iba a poner a llorar o gritar diciendo que me odiaba. -Muchas gracias por escucharme.

Hizo una pequeña reverencia para poder alejarse y al ver su físico se notaba que era muy hermosa. Lástima que en estos momentos no esté interesado en estos temas, más cuando en mi mente esta otra persona. Suspiro con cansancio, siento que poco a poco me estaría volviendo un loco al pensar día, tarde y noche en Sakura. Si me arrepiento de muchas cosas, pero tengo que olvidar, tengo que priorizar en mí mismo y buscar la forma en poder recuperarla poco a poco. Me puse la chalina azulina que tenía en mis manos enrollando en mi cuello, el viento frío estaba haciendo acto de presencia. Me cubrí un poco la nariz con el algodón de la prenda azulina para sentir un poco de calor y poder dirigirme a hacer las compras. Esa declaración de amor hizo que perdiera un poco de tiempo, saqué el móvil de mi bolsillo para poder desbloquearlo y eran las 19:30 horas de la noche. La luna brillaba en su esplendor mientras que los copos de nieve caían con suavidad sobre las calles, tenía que apurarme o terminaría todo mojado al llegar a casa. El transcurso del camino al supermercado fue tranquilo, algo que me agrado mucho porque no quería que se me haga más tarde, pero cuando ingrese al establecimiento, había una aglomeración de personas haciendo sus compras a última hora y el estrés se hizo presente al saber que no iba a terminar todo a tiempo. Saqué el móvil y vi el horario de las 19:50 horas. Esperaba poder terminar a tiempo….

- Estación de Shinjuku. -las bocinas del tren hicieron eco en mis oídos viendo cómo llegamos a la estación. No me había demorado mucho al comprar las cosas, eran las 20:38 horas que se visualizaba en la estación al bajar del tren. Había dejado de nevar, algo bueno ya que el clima no iba a empeorar.

La oscuridad combinada con las luces de las calles, ese manto blanco brillaba por la temporada de invierno de este año. Pero el frío era el más terrible de todos, camine con apuro para llegar a casa y tomar, aunque sea algo caliente, me urgía un café caliente y amargo para mi paladar. Sentir esa frescura recorrer mi garganta hizo que soltara un suspiro para poder sentir mi aliento caliente chocar con la bufanda. Los copos de nieve brillaban con gran blancura sobre mi cabello que poco a poco se derretía y sufriría un resfriado si no llegaba a tiempo a casa. El sonido de la música navideña sonaba con bullicio con los cánticos y risas de las personas que venían del interior de sus hogares. Festejaban con ánimo antes de nochebuena, la emoción de un día festivo y de un día lleno de amor y felicidad…. Me ocasiona celos de tan solo saber cómo otras personas expresaban su amor, su felicidad, el motivo de tener una sonrisa y saber que todo está bien, pero mi realidad es otra. Mi realidad es de tristeza, sentirme solo, saber que la otra persona ya tiene casi una vida hecha y que es feliz en brazos de otro. Eso me llena de ansiedad y de pena, si… pena de mí mismo, porque pienso que quizás deba robar esa felicidad para que pueda ser feliz. Eso me alegraría mucho… robar algo que ya pertenece a otro. Aunque suene cruel ver a Sakura como un objeto, pero es que no quiero perderla, ya no quiero cometer más errores, pero no me importa si ella me odia. Tengo que conseguirla sea como sea.

De lejos podía ver la figura de una persona mirando la entrada de mi casa, me sorprendió pensé que quizás era un ladrón, pero al acercarme y ver quién era, imaginé que no volveríamos a tener comunicación desde ese día que nos dijimos adiós. Pero ahora estaba aquí al frente mío con esa mirada fría y esos ojos marrones tan claros como el caramelo se notaba algo confundido y a la vez su enojo brotaba con ímpetu.

- Tenemos que hablar. -Sus palabras la soltó de golpe, algo que me sorprendió que cerré los ojos y apreté la bolsa con fuerza que colgaba entre mis dedos.

- ¿Pensé que habías tomado el avión ese día que nos despedimos?

- Las consecuencias de algunas acciones y emociones dieron un giro de 360° grados. -me respondió algo enfadado mirando a la nada y con sus manos dentro del bolsillo del abrigo.

- Muchas cosas cambian cuando el tiempo pasa… pero… ¿Qué estás haciendo al frente de mi casa, en vez de estar en otro país? -soltó un breve suspiro.

- No creo que sea buen momento para irme de viaje, menos con lo que me acaban de informar hace unas horas atrás. -Sus ojos me miraron fijamente y la mueca de su rostro cambió a una expresión de decepción.

- ¿Qué es lo que sucede, Sasori? -pregunté, pero un sonido de timbre de llamado nos interrumpió viendo el móvil que se visualizaba en la palma de sus manos. Soltó un breve suspiro y contesto la llamada dejándome escuchar esa voz que se me hacía tan conocida, ¿Acaso era ella?

- No, recién me he reunido con él. -un silencio corto se mantuvo mientras que él hablaba por su móvil y me miraba con una expresión preocupada. - ¡¿Cómo sabes que lo estás?! ¡Solo vienes a arruinar la vida de los demás! ¡Deberías decirle a él, no a mí! ¡Yo no soy el padre de tu hijo Yun!

Ahí fue el golpe que tenía que recibir en ese momento, pensar que quizás podía hacer que ella volviera a mis brazos, pero me había condenado al peor de los castigos infundidos por el pecado cometido. Sentí como la bolsa de compras caía de golpe al suelo lleno de nieve haciendo un sonido suave, pero la cara de ese chico de ojos caramelo era una de terror, de haber cometido el peor error al soltarlo de golpe. Pero ahora… ¿Qué importa lo que Sasuke piense? ¿no? Él quería cambiar para poder resolver su vida y volver a estar con la persona que él amaba con todo su corazón, pero Dios no quería que fuera feliz, él quería que él sintiera el castigo de haber cometido un engaño y que iba a empezar a conocer la paternidad a la edad de diecisiete años. Porque mi destino quería que fuera infeliz por siempre…

Y….

Ahora…

¿Qué es lo que significa…?

Ser un Padre…