CAPÍTULO 38:

ÉXODO

Palacio Matriarcal

Laboratorio Principal

-Debo decir que sus resultados fueron muy positivos, lograron derrotar al Arma y obtener la energía Darkus. Acepto que tenía mis dudas, pero me alegra ver que todas fueron infundadas -. Comentó el Profesor Clay al hombre atado a la camilla detrás de él.

Eric Valiant no respondió a las palabras de quién una vez fue su amigo, solo se limitó a cerrar los ojos para tratar de ahogar las lágrimas y los sollozos que amenazaban con salir de la semilla de su tristeza y su culpa. Aunque no tenía ningún control de lo que hacía estando bajo la influencia de los reguladores de comportamiento, los recuerdos se mantenían almacenados en su memoria y tenía grabadas las caras de horror de Elisa y los quejidos de dolor de Ángel mientras él y Raxus las castigaban en batalla sin piedad.

No había nada que odiara más en el mundo que ver a sus hijos sufrir, pero saber que él mismo era el causante de su dolor era algo con lo que nunca podría lidiar completamente. Apenas podía reunir en su corazón la fuerza para no permitir que Clay viera sus expresiones y su culpa.

-Sus resultados son incuestionables, incluso fueron los que menos necesitaron de los generadores de energía para ganar. Estoy seguro de que Raxus podría derrotar al Arma en un combate normal, aunque creo que es mejor no averiguarlo -. Continuó el científico avanzando a su antiguo amigo con una jeringa en la mano y sus lentes brillando bajo la intensa luz de las computadoras en el abrazo de la oscuridad casi absoluta del laboratorio.

-¿Qué es eso? -. Preguntó el hombre mirando el contenido del objeto.

-¿Esto? -. Cuestionó señalando la jeringa en su mano -. No te preocupes, es solo anestesia, es para dormir tus músculos en lo que reinstalo la prótesis.

La función del líquido que estaban a punto de administrarle hizo que fuera inevitable para Eric dirigir su mirada a su pierna y brazo amputados, donde una vez hubo un brazo fuerte de carne y hueso con el cual podía sentir el calor del cuerpo de su esposa y sus hijos. Era demoledor para él saber que, si un día podía volver a ver a su familia, lo único que lo esperaba era el contacto frío e impersonal del acero de un brazo cibernético contra la piel de sus seres queridos. Era un milagro que Clay le hubiera permitido conservar el brazo con el que lanzaba a Raxus y la pierna con la que pateaba más fuerte, imaginaba que el científico buscaba hacerlo ambidiestro para aumentar su efectividad en el campo.

-¿Por qué haces esto? Solía creer que seríamos amigos siempre, pero aquí estás torturándome -. Preguntó cansado el ahora castaño -. ¿Por qué no solo matarme cuando tuviste la oportunidad? ¿Por qué hacerle lo mismo a Raxus, a Joanna y a Jormthan? Ninguno de nosotros te ha hecho nada.

Sus párpados se sentían pesados, quería cerrar los ojos y descansar un rato, pues cada vez que Alfa tomaba el control, Eric se agotaba mental y físicamente y su edad cada vez más avanzada solo incrementaba la carga que tenía. Pero no había forma de que se diera el lujo de pasar estos momentos, libre del peso de la máscara, inconsciente. Tenía preguntas y las haría ahora que se le había presentado la ocasión para aclarar sus dudas.

-Es cierto, ninguno de ustedes hizo nada contra mí. La razón por la cual los elegí para la iniciativa de mecanización en seres más avanzados es simplemente su efectividad en batalla. Tú, Joanna y Elvar eran lo mejor del ejército, así que cuando nos traicionaron, vi la oportunidad de ayudar a la ciencia vestal a dar un paso más allá. No es nada personal, solo tomé lo mejor de lo mejor para llevarlo a un nuevo nivel, hacerlo perfecto.

-¿Perfecto? ¿Cómo puedes llamar a esto "perfecto"? -. Preguntó Eric mirando su cuerpo alterado y torturado -. Lo que nos hiciste, lo que le hiciste a nuestros compañeros, habrían preferido que los mataras antes de convertirlos en máquinas.

-El Rey Zenoheld lo pensó, pero lo detuve a tiempo. No tenía sentido acabar con Raxus y Jormthan cuando los Bakugan mecánicos aún son una iniciativa joven, necesitábamos guerreros experimentados en el campo y Raxus y Jormthan eran la opción lógica hasta que pudiéramos reemplazarlos.

-Entonces, no somos más que tu proyecto de ciencias -. Dijo el ojiverde cansado, mirando hacia el techo una vez más mientras sentía como la aguja perforaba su carne maltratada.

-No seas tan limitado de visión, eres el primer paso en un complejo proceso que nos permitirá crear una fuerza de combate superior -. Respondió Clay retirando la aguja para revisar el espacio vacío donde normalmente iba su brazo cibernético -. No sabes cuánto tiempo invertí en esto, no sabes cuántas veces estuvimos a punto de perderlos y perder todo el tiempo, el trabajo y los recursos invertidos.

-¿Eso es lo único que te importa de mí? ¿No haber perdido el tiempo? -. Preguntó el comandante un poco dolido.

-Es lo único que necesito -. Contestó el científico sin vacilar.

-Creía que éramos amigos, siempre te defendí cuando éramos niños y te traté como un hermano -. Recordó el peleador -. ¿Por qué me haces esto?

-No es personal, Eric, valoro lo que hiciste por mí pero soy un hombre de ciencia. No puedo dejar que algo tan banal como una vieja amistad impida el progreso. Lo siento, amigo, pero no vales tanto como crees.

-¿Y tus hijos? -. Preguntó el comandante en voz baja.

Esperaba que el recordatorio de sus hijos lo hiciera reaccionar, que por lo menos alterara su compostura mínimamente, pero lo único que obtuvo fue una mirada llena de indiferencia hacia su pregunta.

-Mira y Spectra dejaron de ser mis hijos hace mucho tiempo, no me interesa lo que hagan esos traidores.

"Spectra", como odiaba ese nombre, esa máscara, esa falsa identidad, como odiaba aquello en lo que su hijo se había convertido. Aún recordaba la satisfacción con la que el mismo Zenoheld le había contado a lujo de detalle todo lo que Keith y Elisa habían hecho durante su tiempo con Los Vexos y su traición a la corona, la captura de Bakugan, los experimentos hechos en El Arma y el Dragonoid, además de la creación de un arsenal mecánico que ayudaría a su hijo a usurpar el trono de Zenoheld era un modo de tortura y burla mediante la cruel realidad.

Aunque estaba de decepcionado de lo ocurrido, una parte de él todavía quería creer que Keith se mantenía firme en lo que le había enseñado, en los valores que le había inculcado, en todo lo que esperaba que su figura y recuerdo significaran en la vida de su hijo, pues Eric no soportaba la idea de que su campeón hubiera perdido el camino, que hubiera olvidado todo lo habían vivido junto con su familia.

-¿Qué pensaría Mira si viera en lo que te convertiste? -. Preguntó Eric en voz alta, aunque habría preferido que la duda se quedara para sus adentros. No quería saber qué era lo que éste monstruo pensaba de su difunta amiga.

-¿Importa? -. Preguntó Clay indiferente.

-¿Qué rayos quieres decir? Claro que importa -. Afirmó con determinación y el tono serio de un soldado -. Era tu esposa, la única persona que podía tolerarte después de que nos excluiste a todos. ¿Qué crees que pensaría al ver todo lo que has hecho? ¿Al ver el monstruo en el que te has convertido?

-Era amiga tuya, seguramente te habría apoyado -. Respondió el científico sin despegar la mirada del sitio donde una vez hubo un brazo real -. Se pueden ver partes de carne sobresaliendo debajo de la base donde va tu prótesis. Tendré que hacerte una operación láser para retirar los restos y…

-¡No cambies de tema! -. Gritó exasperado.

La tranquilidad con la que el profesor respondió hizo que hirviera la sangre del comandante, ¿cómo podía hablar con tanta frialdad e indiferencia sobre su esposa? La única persona cuyo amor por él había perdurado sin importar como sus obsesiones lo estaban consumiendo lentamente hasta el punto en el que su familia ya no era ni la sombra de éstas.

Cansado, Clay se alejó del comandante para retirarse sus lentes y frotarse la cara con una mano en señal de agotamiento. Se notaba en sus gestos la molestia que le producía esta conversación era demasiada, pero el peleador no estaba dispuesto a ceder en esto, necesitaba respuestas y averiguar si el hombre frente a él fue su amigo alguna vez o siempre fue un monstruo esperando en su interior a salir y mostrar sus garras.

-¡Respóndeme! -. Exigió Eric haciendo crujir la camilla con la fuerza de su movimiento.

-¿¡Qué quieres que te diga!? -. Dijo el hombre de bata con una fuerza similar en su tono, sorprendiendo al soldado -. ¿!Qué lo lamento!? ¿¡Qué me arrepiento!? ¿¡Tanto quieres oír mentiras que estás dispuesto a buscar respuestas a preguntas que ya conoces!?

Nunca había escuchado tal fuerza y autoridad en el tono del profesor, siempre se había caracterizado por ser alguien tranquilo y sereno, en control completo de cualquier situación sin importar que tan grave o delicada fuera. Pero aquí estaba ahora, gritando tan fuerte como él.

Tomando una bocanada de aire para comenzar un ejercicio de respiración, el profesor se acercó una vez más al comandante a paso lento mientras volvía a posar sus lentes en el puente de su nariz.

-¿Qué quieres oír, Eric? ¿Qué es lo que tanto deseas escuchar que me haces preguntas cuya respuesta ya sabes? -. Preguntó el científico acercándose a quien una vez fue su amigo.

-La verdad, quiero saber si alguna vez significamos algo para ti, quiero saber si somos más que tus ratas de laboratorio o si al menos aún te interesan esos niños tan maravillosos que ayudaste a traer al mundo -. Respondió el ahora castaño con claridad.

-Muy bien, si eso quieres -. Asintió el profesor recargándose en su silla -. Sí, hubo un tiempo en el que tú y tu gente me importaron, en el que los creí mis amigos, pero eso quedó atrás en el momento en que eligieron a los Bakugan sobre nosotros, sobre nuestra amistad.

-¿Y qué querías? ¿Qué nos quedaríamos de brazos cruzados mientras esclavizaban una especie inocente solo por las ambiciones de un loco? -. Preguntó Eric incrédulo.

-Ellos no son tu gente, nunca lo fueron y, aun así, los pusiste primero. Crees que fui yo quien destruyó nuestra amistad, pero el único culpable aquí eres tú, me dejaste muy claro dónde radicaba tu verdadera lealtad en el mismo momento en que elegiste a unos animales sobre nosotros y no conforme con eso, también le metiste esas ideas estúpidas a mis hijos.

-No obligué a Mira a hacer nada, ella vio con sus propios ojos lo que hacías y decidió luchar por lo correcto -. Argumentó el comandante igual de enfadado.

-¿Lo correcto, Eric? ¿Crees que es correcto que una niña de 16 años se rebele contra su padre y arruine su vida para meterse en una guerra contra su gente solo por las ideas de su estúpido padrino? Ella debió quedarse en Vestal o en Ciudad Alfa a estudiar, hacerse una vida y tú la involucraste en tu guerra.

-Por favor, a ti jamás te importó Mira, no hables como si me hubieras hecho esto por ella. Todavía recuerdo aquellos días en los que me la dejabas por meses solo porque eras incapaz de verla, porque creías que ella era culpable por la muerte de su madre -. Recordó el ojiverde subiendo el tono de su voz.

-¿Y qué me dices de Keith? Es claro que creó todo este espectáculo de Spectra para cumplir tu sueño de sacar al Rey Zenoheld del poder. Nos estuvo usando a su conveniencia solo para tener nuestros recursos y así comenzar una empresa con el objetivo de liberarte. No te atrevas a negar que nunca pensaste en derrocar a Su Majestad -. Dijo el pelinaranja.

Estaba claro que tenía razón en sus suposiciones, Clay no lo torturaba por sus hijos, no le importaban, nunca lo habían hecho y esto no era más que un pobre intento de ocultar sus verdaderos motivos. ¿Sería que de verdad lo habían lastimado el que lucharan en bandos opuestos? No, no podía ser, se habían separado incluso antes de que empezara la guerra.

-Keith vio por su cuenta lo que Zenoheld y sus ambiciones de conquista le harían a nuestro mundo, lo que tú ibas a provocar estando bajo su mando. ¡Independientemente de lo que haya hecho o el monstruo en el que se haya convertido, mis hijos vieron lo que ustedes, par de bestias, le harían a nuestro hogar y no íbamos a permitir que conviertas a nuestra gente en conquistadores y tiranos como Zenoheld y sus Vexos! -. Gritó Eric la última parte, haciendo a un lado los efectos de la anestesia para hablar con más claridad de lo que había hecho en años.

Esperaba que su última declaración le valiera un golpe directo al rostro, le había enseñado a Clay a golpear de adolescentes para que no tuviera que depender siempre de él en sus épocas como estudiantes, esperaba que el monstruo que una vez creyó su amigo lo electrocutara por su insolencia o lo castigara de algún otro modo. Sin embargo, nada de eso pasó, en su lugar, el científico se acercó a él y se permitió lastimarlo con la única cosa que de verdad podría desgarrar su voluntad.

-Ya no importa, ¿te digo el motivo? -. Comenzó Clay con una escalofriante sonrisa desquiciada formándose en su rostro -. "Tus hijos", como los llamas, partieron a Nueva Vestroia con Los Peleadores Bakugan para intentar detener el Sistema EB, se lanzaron a la boca del lobo y no habrá nada que detenga el conteo regresivo. El Arma, Ángel, el Dragonoid y todos los Bakugan morirán, pero eso no es todo.

-¿De qué hablas? -. Cuestionó Eric ocultando sus nervios.

-Si bien el Sistema de Eliminación Bakugan está diseñado para borrar a la especie en un rango de alcance global, su función se cumple a través de una explosión que destruye lo que se encuentra a su paso. Es un efecto secundario que no pudimos corregir por cuestiones de tiempo, pero no importa. Nueva Vestroia quedará completamente deshabitado después de esto, construiremos un nuevo imperio en el planeta y Los Peleadores Bakugan no serán más que un recuerdo, Spectra Phantom, Mira Fermin, Elisa Valiant y todos aquellos que tuvieron la osadía de desafiarnos no volverán a ser un problema nunca más.

Fueron sus palabras, fue su tono frío y desquiciado, fue el dolor de su traición lo que hizo reaccionar a Eric. Agitándose con gran violencia en la camilla del laboratorio, el peleador trató de liberarse forcejeando con los seguros metálicos que retenían sus extremidades. Quería asesinar al hombre que tenía delante, garantizar la seguridad de sus hijos aún si eso significaba mancharse con la sangre que juró que jamás tocaría sus manos.

Pero, sin importar cuanta fuerza pusiera en sus movimientos, con cuanta velocidad se agitara o cuanto forcejeara con los seguros, el metal que lo retenía era firme y mucho más fuerte que él, no tenía forma de soltarse, estaba atado, impotente y a la voluntad del monstruo que lo había convertido en una máquina.

-¡Lucha todo lo que quieras, no hará ninguna diferencia! -. Exclamó el pelinaranja alejándose de la camilla.

Los gritos y ruidos bruscos alertaron a tres guardias que entraron rápidamente al laboratorio para averiguar que estaba sucediendo. Al ver al antiguo comandante del ejército tratar de liberarse de sus ataduras, ni dudaron en acercarse con bastones eléctricos para contener al peleador. Dos de ellos se posaron a sus lados para retenerlo mientras el tercero sujetaba sus piernas para evitar que la extremidad cibernética se liberara.

-¡Clay! ¡Si algo les pasa a mis hijos, juro que voy a…! -. Comenzó a amenazar el comandante al hombre que se acercaba a su alrededor para dirigirse a su cabeza.

-No harás nada, Eric, y te diré por qué: no eres más que un traidor, un miserable rebelde que le dio la espalda a su gente y ahora no es más que un sirviente de aquellos que juró destruir. Impotente, vulnerable y débil ante la voluntad de tus amos -. Dijo el profesor abriendo la máscara de Alfa nuevamente para posarla una vez más en la cabeza de su experimento -. Cuando todo esto termine y los Bakugan mecánicos sean perfectos y los únicos Bakugan en todo el universo, destruiré a Raxus, a Jormthan y mataré a Joanna; pero tú nos servirás, te mantendré con nosotros para que veas desde el asiento del pasajero en tu propia mente como te conviertes en la bala de Su Majestad, como destruyes con tus propias manos a todos los que se metan en su camino y, cuando todo haya terminado y nuestro nuevo imperio sea una realidad, buscaremos a tu familia y serás tú mismo quien la destruya con tus propias manos.

Los gritos murieron junto con los esfuerzos del peleador, su cuerpo dejó de agitarse y sus forcejeos se desvanecieron cuando la máscara de Alfa se ajustó una vez más en su cabeza y el visor rojo se encendió nuevamente. Los llamados a quien una vez fue su amigo murieron entre sus labios secos y el frío metal que se pegó a su cara. Su cuerpo cayó una vez más en la camilla y los guardias pudieron soltar al Ciber-Peleador al ver que estaba bajo control una vez más.

Sintiéndose un poco más tranquilo, el Profesor Clay soltó la cabeza de su creación al mismo tiempo que los guardias se alejaron ligeramente. Alfa miró a su alrededor un momento para reconocer el terreno antes de levantar la parte superior de su cuerpo para quedar en un ángulo de 90°.

Las piernas del Ciber-Peleador se giraron al costado de la camilla, sus manos se posaron suavemente en el borde de la estructura metálica para usarlas como apoyo y levantarse con delicadeza en una postura perfecta con su brazo orgánico firme y recto a su costado.

-Sentinel Alfa, El Rey Zenoheld ordena que, una vez que el Sistema de Eliminación Bakugan haya concluido con su propósito en Nueva Vestroia, líderes a Los Vexos y a nuestras fuerzas a Vestal para destruir todo rastro de oposición. ¿Entendido? -. Comenzó Clay con seguridad.

El Ciber-Peleador se tomó un momento para responder con el modulador de voz firmemente plantado en su lugar correspondiente una vez más.

-Sí, señor -. Asintió con firmeza y con el tono frío y distante de una máquina -. ¿Tendré algún objetivo secundario? -. Cuestionó buscando detalles para su futura misión.

-Sí, trae con vida al Comandante Dillian Elvar y a Erika y Eisel Valiant. Su Majestad quiere que elimines a los tres en la sala del trono, justo frente a sus ojos -. Concluyó con frialdad -. ¿Puedes hacerlo?

-Sí, señor -. Asintió mirando al profesor esta vez, acercando su único brazo disponible a su pecho para hacer realizar una pequeña y humilde reverencia -. Salve El Rey Zenoheld.


Nueva Vestroia, Sistema EB

Destructor Vestal

Imponencia, no había otra palabra para describir la inmensidad que presumía la gran estructura mecánica que se había enterrado en la superficie del planeta y convertido a los legítimos habitantes de Nueva Vestroia en esferas impotentes e incapaces de defenderse a sí mismos y a su hogar.

Elfin veía con atención como algunos de los Bakugan que solían habitar la zona se escondían en el bosque más cercano para ver quiénes habían llegado en un enorme crucero de batalla color carmesí. Sentía rabia, sentía ira, sentía impotencia, pero por sobre cualquier otra cosa, sentía culpa. Había jurado proteger su mundo cuando Los Vexos llegaron y comenzaron a secuestrar Bakugan y no estuvo presente cuando la máquina que los destruiría llegó a Nueva Vestroia y tomó posición en una de las zonas más habitadas del planeta.

De haber estado ahí cuando los demás la necesitaban, no habría dudado en guiar a sus hermanos al lugar más alejado del planeta que les fuera posible, un sitio donde pudieran protegerse aunque fuera un poco de los efectos de esa maldita máquina. Era culpa suya, había fallado como protectora y solo podría esperar corregir las cosas ahora que tenía la oportunidad, sin importar que tan pequeña fuera.

-Elfin, ¿sucede algo? -. Preguntó Preyas acercándose a su pareja.

-No debemos separarnos ahora, tenemos que estar unidos y pensar en una solución a este problema -. Recordó Ingram flotando a un lado de Preyas.

-Elfin tiene algo, Ingram, no podemos dejarlo así nada más -. Dijo el Bakugan Aquos.

-Eso lo entiendo, pero este no es momento para pensar en otra cosa que no sea el Sistema EB -. Respondió el Bakugan ninja.

Parecían estar listos para comenzar un debate acerca de la amistad y la importancia de las prioridades, pero la pregunta de Elfin detuvo cualquier tipo de riña que los Bakugan pudieran tener.

-Chicos, ¿no sienten que esto es nuestra culpa?

La pregunta tomó desprevenidos a ambos Bakugan, no supieron que responder al momento y tuvieron que tomarse un momento para pensar en la pregunta y en la respuesta que deberían dar.

-No había nada que pudiéramos hacer, Elfin, esto iba a pasar de cualquier modo -. Consoló Ingram a la Bakugan rubia.

-No me refiero a eso, Ingram. No puedo evitar pensar que, si hubiéramos estado aquí, tal vez podríamos haber ayudado a nuestra gente. Podríamos haber tratado de guiarlos a un lugar seguro, en lugar de eso, estábamos en un mundo muy lejos del nuestro.

-Elfin, creo que estás exagerando, no había nada que… -. Trató de comenzar Preyas antes de ser interrumpido por su pareja.

-Preyas, ¿de verdad me dirás qué no piensas lo mismo que yo? ¿No sientes que pudiste haber hecho más por el mundo que juraste proteger? -. Cuestionó Elfin al Bakugan.

Preyas solo suspiró con cansancio, era obvio que él pensaba lo mismo que ella, pero no tenía la facilidad para reconocerlo, pues sabía lo que significaría hacerlo. Si admitía, aunque fuera solo para sí mismo, que abandonar Nueva Vestroia para irse a vivir a La Tierra fue un error, estaría diciendo que haberse ido con Marucho y Los Peleadores a hacer una nueva vida fue una equivocación.

Ambos Bakugan Aquos adoraban a su compañero con locura, era su mejor amigo y no había nadie en el universo en quien confiaran tanto como él, pero no pertenecían a La Tierra. Nueva Vestroia era su hogar, su verdadero hogar y le habían dado la espalda creyendo ingenuamente que no volvería a correr peligro.

Sin embargo, el tercer Bakugan presente no parecía compartir sus pensamientos.

-Escuchen, es normal que se sientan culpables por esto, yo también lo sentí cuando ví el Sistema EB por primera vez, pero no tiene sentido lamentarnos por eso. Tenemos que enfocarnos en lo que es realmente importante, luego discutiremos el resto -. Propuso el ninja del viento a sus amigos.

-Ingram, ¿no sientes que pudiste haber hecho más? ¿No sientes que, de haber estado aquí, habrías podido hacer algo más que quedarte sentado en la casa de Marucho mientras nuestra gente era convertida en esferas? -. Cuestionó Elfin a su amigo.

Tenía que reconocer que, en un principio, sí se sintió impotente e inútil al enterarse de lo que había ocurrido en Nueva Vestroia mientras él estaba en La Tierra. Hubo un tiempo en el que quiso terminar la guerra y regresar a Nueva Vestroia a ayudar a Skyress a protegerla.

Sin embargo, esa idea se había desvanecido de su mente en el momento en que entendió que, sin Shun y los demás Peleadores, no habría nada verdaderamente significativo que pudiera hacer. De haber estado en Nueva Vestroia, habría tenido que limitarse a solo ayudar a mantener la calma a los otros Bakugan mientras sus amigos terrestres y vestals asumían la tarea de salvarlos una vez más.

Para bien o para mal, Ingram había aprendido a amar La Tierra más de lo que amaba a Nueva Vestroia, pues ese era el lugar donde había encontrado amigos como Leónidas o Nick, era el lugar donde había encontrado la familia que siempre lo evadió en Shun y todos los Peleadores Bakugan. Si había una forma de proteger a los suyos, no sería entre la multitud, sería en el frente de la batalla con Shun, con su hermano y aquellos que poco a poco se habían convertido en su familia.

-No, no lo siento. Es más, creo que hicimos más resistiendo en La Tierra cuidando las energías de atributo tanto como pudimos, eso es algo que no habríamos logrado aquí donde habríamos sido una presa fácil -. Respondió Ingram con convicción.

Elfin no objetó ante la declaración del Bakugan Ventus, sabía que Ingram solía ser muy solitario y encontrar un hermano en Shun y amistad con los terrícolas era algo que él nunca podría cambiar y ella no era tan insensible como para pedirle que se olvidara de todo lo que había ganado por un sentimiento que no compartía.

Ingram había encontrado su lugar en el universo con Shun y Los Peleadores en La Tierra y, aunque ella misma y Preyas adoraban ese hermoso lugar con locura, no podían decir que pertenecieran ahí.

-Pues, creo que eres el único que piensa de ese modo -. Musitó Elfin mirando a Preyas en la misma situación que ella.

Ingram parecía estar listo para discutir y tratar de convencer a sus amigos de no renunciar a La Tierra y a la relación que tenían con sus compañeros, pero la fuerte voz de Leónidas impidió que la discusión entre los tres Bakugan continuara.

-¡Oigan, vengan aquí! ¡Tenemos que ver como deshacernos del Sistema EB! -. Exclamó el Bakugan Darkus.

Los tres guerreros asintieron antes de flotar en dirección a los peleadores y sus compañeros, donde también se alzaba la imponente vista del Sistema de Eliminación Bakugan. Una enorme esfera negra con trazos verdes y recubierta con un domo electrificado para evitar que alguien le pudiera las manos encima.

Dan dio un paso al frente para ver un poco más a detalle la imponente estructura que se cernía frente a él y todos los presentes.

-Así que este es el lugar -. Dijo el castaño para sí mismo.

-Es impenetrable, créeme, lo intenté. Lo siento, chicos -. Se disculpó Shun apenado.

-No te culpes, Ingram y tú hicieron todo lo que les fue posible -. Consoló Leónidas a sus amigos mientras Nick ponía una mano en el hombro de su mentor.

-Nunca, en toda mi vida, pensé que intentaría salvar la vida de otros -. Meditó Vladitor, pensando en las ironías de la vida y el destino.

-Dicen que siempre hay una primera vez, Vlad -. Respondió Nick con una risita.

-Si no podemos destruirlo, tendremos que sacar a todos los Bakugan del planeta -. Declaró Dan son despegar la mirada de la enorme máquina.

-¿A todos los Bakugan? Imposible -. Dijo Marucho asombrado por la idea de su amigo.

-Sí se puede, vamos a enviarlos a La Tierra usando el transportador dimensional de la nave de Spectra -. Explicó el castaño su plan.

-¿Hablas enserio? -. Preguntó Mira.

-No recuerdo haber ofrecido mi nave para una evacuación… -. Comenzó el susodicho antes de ser interrumpido.

-Keith, por favor, no empieces ahora -. Pidió Elisa con enfado.

-Sin embargo -. Hizo énfasis el rubio para dejar en claro que aún no había terminado -. Supongo que es de mi interés proteger a todos los Bakugan.

-Lo que sea que vayamos a hacer chicos, tenemos poco tiempo. Sincronicé mi lanzador con el contador del Palacio Matriarcal -. Dijo Baron esneñando su dispositivo y unos números incomprensibles para los terrícolas -. Solo tenemos un par de horas.

-¡Diablos, no tenemos mucho tiempo! -. Se quejó Ace en voz alta.

-Dejemos de parlotear y empiecen a buscar Bakugan -. Concluyó Dan.

Siete naves estaban a su disposición contando el Destructor Vestal. Los Peleadores tomaron las naves de Los Vexos para usar sus rayos tractores y así agilizar la evacuación mientras Drago y los Bakugan viajaban por todos los lugares posibles en busca de todos los vestroianos que pudiera advertir y ofrecerle una vía de escape a un lugar seguro mientras el gran crucero de batalla se paseaba por todas las zonas posibles del planeta con su propio rayo debajo de él, atrayendo a todos los Bakugan que pudiera alcanzar.


Destructor Vestal, Puente Principal

1 hora después

Ver a Spectra tan tranquilo era escalofriante, el enmascarado se encontraba dando la espalda a sus aliados temporales mientras veía por la ventana de su nave con los brazos cruzados en un silencio sepulcral. Generaba una gran incertidumbre en los peleadores el solo pensar en lo que sea que estuviera cruzando por la mente del rubio.

-Nunca pensé que vería a Spectra tan cooperativo -. Comentó Ace en voz baja, sin despegar la mirada de su enemigo enmascarado.

-Está creando el Bakugan Máximo, pero si los demás mueren, no será tan máximo -. Respondió Shun en las misma condiciones -. Créeme, está ayudándonos solo porque le conviene, no deberíamos confiar en él.

Las miradas de preocupación e incertidumbre en los ojos zafiro y esmeralda de Mira y Elisa respectivamente hizo que Nick se abstuviera de mostrar su apoyo a la propuesta del ojimiel. Él mismo tenía su lanzador listo en su brazo en caso de que algo malo ocurriera, pero no tenía la fuerza para decir algo malo del hermano de la chica que tanto le gustaba sin estar seguro de cómo podría reaccionar, así que prefirió quedarse callado y vigilando la espalda de Spectra con Leónidas y Wolfang en sus hombros mientras Vladitor hacía una lista de todo lo que el rubio podría usar en su contra en un ataque sorpresa y como podrían defenderse.

-Vamos, chicos, no sean tan negativos. Vieron como peleó a nuestro lado, quería ganar y nos ayudó en muchas ocasiones -. Intervino Dan en favor de su rival -. Por ahora, está de nuestro lado.

-Por ahora -. Repitieron Nick, Leo y Vladitor al unísono.

Mira fue la primera en reunir el valor para acercarse a su hermano, a pesar de tener una complexión delgada, Spectra hacía ver bastante baja a su hermana, la cual apenas podía llegar a sus hombros. Era más alto que Nick y Shun, se notaba en su tamaño los años de entrenamiento temprano con el comandante del ejército de Vestal.

Elisa no tardó en alcanzar a su hermana en caso de que ésta necesitara refuerzos. No sabía que esperar de Keith o Spectra, así que no iba a permitir que su hermana lo encarara sola. Sin importar cuanto deseara recuperar a su hermano mayor, Mira era más importante para ella mientras esa horrible máscara siguiera firme en el rostro del rubio.

-Y… Keith… -. Comenzó la pelinaranja sin estar segura de cómo llamar al hombre frente a ella -. ¿Dónde se encuentra Gus? Es que… siempre está contigo.

La pregunta de la ojiazul hizo que el temple del enmascarado flaqueara un poco, fue por solo un segundo y resultó casi imperceptible, pero Mira y Elisa lo conocían demasiado bien y fueron capaces de notar el pequeño temblor en los hombros de su hermano.

-Gus, ese perrito faldero. Descuida, fue leal a su Maestro Spectra hasta el fin. Debiste verlo, no quedaron ni cenizas cuando terminé con él y sus Bakugan.

Tenían grabadas las palabras de Zenoheld en sus mentes como el rojo vivo tocando la carne de un animal. Estaba claro que algo malo había pasado, pero no se atrevían a adivinar que había ocurrido.

-¿Qué ocurrió con él? -. Preguntó Elisa esta vez.

Gus nunca había sido de su agrado, siempre tuvieron sus roces desde que la rubia había abandonado los planes de Spectra. Pero el peliazul era importante para el hombre que fue su hermano y por él se interesaría incluso en aquellos que no eran de su agrado.

-Después de perder la batalla contra Zenoheld, Gus desapareció sin dejar rastro -. Respondió el enmascarado sin voltear a ver a sus hermanas.

-Si luchó contra Zenoheld y perdió, eso solo puede significar que… -. Comenzó Leónidas sin estar seguro de cómo terminar su frase.

-Murió -. Completó Vladitor por su rival -. Una forma efectiva de dar ejemplo al resto de sus subordinados. Está claro que Zenoheld no está interesado en ser querido o respetado, quiere ser temido.

Finalmente, Spectra se dio la vuelta para mirar a las chicas que habíamos recibido la voluntad y el valor para acercarse a él. No sabía porque se había sincerado con ellas, pero tenía que reconocer que se sentía… bien.

-Mejor díganme, chicas, ¿a dónde planean mandar a todos los Bakugan que recogimos? -. Preguntó Spectra cambiando de tema.

-Si quieren, podríamos mandarlos a todos a mi casa. Hay espacio para albergarlos a todos en los que nos encargamos de esto -. Propuso Marucho con una pequeña sonrisa.

-Oye, es una gran idea, fácilmente caben en tu casa, Marucho. Además, así no tenemos que separarlos -. Asintió Dan.

-Muy bien, entonces programaré las coordenadas para llegar a casa de Marucho -. Dijo Spectra mientras emprendía el camino al control del transportador dimensional -. Por favor, acompáñame -. Pidió educadamente al pequeño peleador.

-Claro -. Dijo el pequeño rubio siguiendo a Spectra.

-Esperen, yo también voy -. Declaró Ace siguiendo los pasos de ambos peleadores -. Solo para asegurarme de que las coordenadas sean correctas.

Nick y Shun solo asintieron sutilmente al vestal peliverde, un poco más tranquilos al saber que su amigo no estaría solo con uno de sus más grandes enemigos.

Sin embargo, parecía que Spectra no pensaba lo mismo cuando su andar se detuvo en seco antes de responder con moderación y sin mirar atrás.

-Muy bien, como gustes.


La Tierra, Japón

Casa de Marucho

-Te lo digo, Iz, este lugar es sorprendente -. Dijo Marduk mientras avanzaba por los pasillos de la casa de Marucho con su teléfono en mano y la dulce imagen de su amada en la pantalla.

Por fortuna, desde la partida de Nick y los muchachos, no habían sufrido ningún ataque de parte de Los Vexos. Billy hacía constantes patrullas por el perímetro para asegurarse de que todo estuviera en orden y, hasta el momento, aún no había señales de sus enemigos. Eso dejó a Marduk la oportunidad de contactarse con Izumi por un rato para ponerse al tanto.

-Lo sé, cariño, es la cuarta vez que me lo dices -. Dijo la pelirroja con una encantadora sonrisa en su rostro, se notaba su alegría por la felicidad de su novio.

-Creo que repito demasiado las cosas últimamente -. Reconoció el peliplata avergonzado y acariciando la parte posterior de su cabeza, debajo de su notoria cola de caballo.

-Un poco, pero me parece muy tierno -. Reconoció Izumi entre risas -. Me alegra ver que te estás divirtiendo. Te dije que no serían tan malo.

-Lo sé, siempre tienes razón -. Dijo Marduk enseñando una pequeña sonrisa que solo tenía reservada para su Izumi -. De hecho, estaba pensando…

-Eso es mala señal -. Se burló la joven de su novio.

-Lo dices como si todas mis ideas fueran malas -. Reprochó el peliplata a su chica por su falta de confianza.

-Cariño, ¿recuerdas cuando dijiste que repararías el tostador y casi provocas un incendio en el departamento?

-No hace falta que me lo recuerdes -. Respondió el ojirrojo desviando la mirada apenado -. Hice mi mejor intento, la intención es lo que cuenta.

-Nuestros casero no estaría de acuerdo contigo, corazón -. Siguió Izumi entre risas -. Pero solo porque te amo, te dejaré contarme aquello en lo que estuviste pensando.

Aunque quería defenderse y no permitir que su novia siguiera cuestionando sus ideas, tenía que concentrarse y no dejar pasar la oportunidad de compartir sus últimos pensamientos con la persona más importante de su vida.

-Escucha, ¿recuerdas que te dije que Nick y Marucho están trabajando en un proyecto llamado "Interespacio Bakugan"? -. Comenzó el antiguo peleador.

-¿El chico que te odia? -. Preguntó la pelirroja.

Aunque no conocía a Nick Takahashi de otra forma que no fuesen las historias de Marduk, tenía una opinión imparcial acerca del peleador de cabello oscuro alborotado. Estaba agradecida con él por haber salvado La Tierra cuando ninguno de sus amigos podía hacerlo, pero el hecho de que hubiera puesto una cuchilla de energía en el cuello de su amado hizo que perdiera muchos puntos con ella.

-No diría que me odia, estamos trabajando en eso y somos un equipo más efectivo de lo que nunca pensé -. Respondió Marduk -. Pero eso no importa ahora, el punto es que el Interespacio todavía está en desarrollo, Nick y Marucho aún no lo terminan y esperan, eventualmente, crear simulaciones de ambientes reales para darle más variedad a las batallas.

-¿Y eso que tiene que ver con nosotros? -. Preguntó la joven pelirroja sin entender a lo que su novio quería llegar.

-Según me explicó Nick, necesitan de fotos y archivos digitales de los ambientes que piensan recrear para lograr una simulación realista de 360°. Van a abrir vacantes para fotógrafos que tomen las imágenes y vídeos que necesitarán para lograrlo y me preguntaba si aún tienes tu cámara.

No necesitaba más para entender a lo que Marduk quería llegar, le estaba preguntando si consideraría la idea de regresar a Japón y establecerse una vez más en su tierra natal.

Por un lado, no era mala idea. Marduk le había dicho que Marucho era un joven millonario con muchas ideas y el apoyo económico de su padre. Si trabajaban para él, tendrían el dinero suficiente para conseguir un lugar estable y tranquilo en el que no tendrían que preocuparse por nada. Sin embargo, por el otro, aunque dejar su vida fuera de Japón no era una idea que les doliera mucho, no estaban seguros de que fuera bueno regresar al lugar que jamás tuvo nada para ellos. Se habían convertido en nómadas, yendo de un lado al otro en busca de algo mejor, pero aún no habían encontrado un sitio en cual establecerse finalmente y Japón encabezaba la lista de lugares a los que nunca irían.

Pero la brillante sonrisa de Marduk no parecía moverse a pesar de sus claras dudas. Parecía que uno de los primeros enemigos de Los Peleadores había encontrado un buen lugar para ellos y la promesa de una mejor vida en el mismo sitio en el que cayó en desgracia.

Qué cruel y fascinante ironía del destino y el universo.

-¿Estás seguro de esto, cariño? -. Cuestionó Izumi -. Sabes que Japón nunca fue amable con nosotros.

-Lo sé, pero estoy harto de trabajar todas las noches solo para entregar una parte de lo que reúno al idiota de nuestro casero, de que trabajemos sin descanso y apenas reunamos lo suficiente para vivir medianamente bien.

Poco era el salario de un guardia nocturno de una pizzería y una artista frustrada que trabajaba como asistente de cocina en un restaurante. Izumi ya había perdido la cuenta del número de veces que había tomado el examen de enfermería solo para perder múltiples veces en su intento de ganar más dinero con un mejor trabajo o el número de veces que le habían negado a Marduk un aumento por "recortes de presupuesto".

La vida profesional era difícil y ninguno de los dos pudo lograr sus sueños una vez que dejaron sus estudios. La vida siempre fue dura con ellos y les gustaba consolarse con la idea de que era una forma de probarlos, para ver de lo que estaban hechos y que podían hacer, pero a veces sentían que la prueba era innecesariamente dura.

Marduk no habría tenido problema con eso si no fuera por su Izumi. Él sentía que lo merecía, que debía ser castigado por todo lo que había hecho y casi destruir su mundo, pero Izumi no tenía que pagar por sus pecados de una vida pasada, ella era una ángel y la vida no debería intentar cortarle las alas todos los días. Estaba harto, harto de trabajar hasta el cansancio y solo poder darle migajas de una vida que ella no merecía.

Desde que habían comenzado a salir, Marduk siempre quiso darle a su pelirroja todo lo que se merecía, pero sin importar cuanto intentara, siempre terminaba fallando. Estaban estancados y desesperados por salir de los problemas económicos que tenían y, si ya era difícil trabajando juntos para salir adelante, solo podía imaginar lo que lo esperaba cuando volviera a casa con la deuda que habían contraído para mandarlo a Japón a reunirse con Vladitor y Los Peleadores.

Por supuesto, Iz no se lo había reprochado. Imaginaba que su novio lo estaría haciendo todo el viaje de regreso al sitio que nunca podrían llamar "hogar", así que solo le había ofrecido su brillante sonrisa antes de despedirlo con un beso y una tímida declaración de amor que Marduk había aceptado con un sonrojo.

-Iz, sé que acordamos que esto sería solo por unos días, que no regresaríamos a este lugar, pero tal vez sea hora de reconsiderar. Tal vez, Marucho y su proyecto sean la oportunidad de tener la vida que tanto hemos soñado -. Dijo Marduk recostándose junto a la puerta más cercana, esperando la respuesta de su novia.

La propuesta era tentadora, pero no sabía si sería conveniente para ellos. Izumi siempre había evitado Japón, la vida sin familia era difícil pero los problemas que ella tenía no eran nada comparado con los fantasmas que esperaban a Marduk ahí. Siempre evitó ese lugar, más que por ella, fue por él. Temía lo que pudiera suceder y no quería condenar al peliplata a constantes recordatorios de todos sus errores y, de todas maneras, parecía que el antiguo peleador estaba dispuesto a soportar esto solo por ella y la oportunidad de la vida que tanto anhelaban.

A veces le costaba creer que Marduk en verdad hubiera sido alguna vez el monstruo que tanto describía en sus historias.

-Creo que deberíamos ver las opciones antes de tomar una decisión -. Respondió la pelirroja finalmente después de un rato de silencio -. No nos precipitemos, aún tenemos tiempo para ver qué es lo mejor para nosotros.

-Por supuesto, no hay presión -. Asintió el antiguo peleador.

Aunque el ambiente con Los Peleadores Bakugan podía tornarse incomodo en ocasiones, tenía que darle crédito a su facilidad para crear una atmósfera de calidez con él, especialmente por parta de Dan Kuso. Estaba seguro de que, si decidían regresar a su tierra natal, podrían dejar atrás todas las deudas que habían adquirido con el pasar del tiempo y, aunque temía que su regreso dejara su estado financiero más delicado de lo que ya estaba, no se sorprendería si Marucho se ofreciera a librarlos de sus deudas y ayudarlos a recomenzar en cualquier sitio que ellos eligieran.

Nunca pensó que diría algo semejante a lo que estaba pensando, pero estaba agradecido con Los Peleadores Bakugan.

De repente, un fuerte golpe resonó contra la puerta de madera fina en la que se encontraba apoyado. El peliplata no tardó un solo segundo en alejarse para evitar lo que podría ser un peligro.

-Marduk, ¿qué fue ese sonido? -. Preguntó la joven preocupada del otro lado de la línea.

-No lo sé, fue en el interior del cuarto -. Respondió el ojirrojo mirando la puerta -. Iz, te llamo después.

-No, no te atrevas a colgarme ahora -. Contestó Izumi cortante -. Ve a buscar ayuda, dijiste que estás con esas chicas, Runo y Julie. Deja que ellas se encarguen de lo que sea que esté en esa habitación.

-Ellas están en la planta más alta. Si voy a buscarlas, lo que sea que haya del otro lado, escapará y no podremos detenerlo -. Argumentó el antiguo peleador buscando entre sus bolsillos.

El sonido de una navaja saliendo de su funda hizo que la pelirroja se alarmara.

-Marduk, por favor, no hagas nada -. Suplicó la joven a su amado.

-Lo siento, Iz. Te llamo después -. Dijo rápidamente el peliplata antes de colgar.

Si alguno de Los Vexos había llegado a La Tierra, era su deber detenerlo antes de que algo malo pudiera pasar. No tenía a Vladitor para pelear, ni siquiera un lanzador, pero no había forma de que huyera y permitiera que un peligro como Los Vexos tuvieran vía libre para andar por el mundo a su gusto.

La mano enguantada del antiguo peleador se posó suavemente en la puerta que, por algún motivo, parecía estar sumamente tensa, su respiración era irregular. Había pasado mucho tiempo desde su última pelea a puño limpio, pero tenía que armarse de valor y evitar que algo malo pudiera pasar.

Giró suavemente la perilla y en un parpadeo, en menos de un solo segundo al abrir la puerta, una poderosa avalancha de duras esferas de diferentes colores obligó al peliplata a soltar su arma mientras su cuerpo comenzaba a recorrer los corredores de la casa de Marucho entre el océano de lo que aparentaban ser Bakugan.

Rojo, marrón, blanco, negro, azul y verde eran algunos de los muchos colores que obstaculizaban su visión mientras avanzaban por todas las zonas disponible del edificio.

Tenía que calmarse, tratar de respirar y averiguar qué es lo que estaba pasando para tratar de resolver el problema una vez que sus pies tocaran tierra firme una vez más, pero la adrenalina que inundaba su cuerpo no le permitía pensar racionalmente. En su lugar, hizo lo único que podía hacer alguien más en una situación como esta, donde no sabía ni entendía nada de lo que estaba pasando.

-¡KATO!


Nueva Vestroia, Sistema EB

Destructor Vestal

-Maestro Dan, se nos está acabando el tiempo -. Avisó Baron a su mentor, mirando el contador en su lanzador.

-Odio decirlo, pero no creo que salvemos a todos -. Admitió Mira con un suspiro.

-Bueno, Mira, seguiremos y salvaremos a los que podamos -. Respondió el castaño con los brazos cruzados.

-Tenemos que darnos prisa, maestro, solo nos quedan unos minutos -. Aclaró Baron rápidamente.

Nick escuchó la conversación de sus amigos desde la distancia, tenía claro desde el inicio que era imposible realizar una evacuación planetaria masiva en tan poco tiempo, incluso con la ayuda de Spectra. Pero no era capaz de decirlo en voz alta, no solo por lo que Dan pudiera pensar, también por lo que él mismo sentía.

Era frustrante saber que con 14 años había salvado todo su mundo del mal que Marduk y Vladitor representaban, pero ahora que tenía más experiencia, poder y aliados era incapaz de derrotar a sus enemigos y salvar el planeta de los Bakugan.

-No te preocupes, hicimos nuestro mejor esfuerzo. Nadie te culpa -. Consoló Leónidas a su compañero, tomando asiento en la rodilla del peleador para mirarlo a los ojos.

-Es cierto, hiciste todo lo que estuvo en tu poder. No tienes porqué sentirte culpable, humano, nadie va a juzgarte -. Respaldó Vladitor para sorpresa de Nick y Leónidas, que solo podían imaginar los esfuerzos que debía haber hecho su antiguo némesis para decir algo como eso.

Wolfang siguió a su amo, sentándose en la otra pierna del terrestre y mirando directo a sus ojos negros para pedir mimos en un tono suplicante. El dedo del humano acarició con suavidad la pequeña cabeza de la Trampa Bakugan mientras trataba de pensar en otra cosa, distraerse con algo que no le recordara la situación del planeta o de sus amigos preparándose para salir nuevamente.

-Gracias, chicos -. Agradeció el peleador terrestre a ambos Bakugan.

Drago y los demás ya habían salido varias veces para advertir a todos los Bakugan posibles acerca del peligro que se cernía sobre Nueva Vestroia. Leónidas, Helios y Ángel eran los únicos que se habían mantenido al margen para no asustar a los habitantes del planeta. Ninguno de los tres tenía una imagen muy favorecedora y su sola presencia podría ser más contraproducente para advertir a los Bakugan.

-Oye, Dan -. Interrumpió Shun, llamando la atención de los presentes -. Si esperamos que Ingram y los demás salgan otra vez, no tendrán tiempo para regresar.

El castaño bufó con rabia, sabía que el ojimiel tenía razón, pero era difícil aceptar que no podrían salvarlos a todos esta vez.

Sin más remedio, los chicos corrieron a la sala de despegue de las naves de Los Vexos para evitar que sus compañeros volvieran a salir al exterior.

Drago se encontraba mirando por la ventana de la sala hacia los verdes campos de Nueva Vestroia, a su lado estaban Ingram, Elfin y Preyas, que esperaban a que Percival, Nemus y Wilda estuvieran listos para salir nuevamente.

Por suerte, no estaban lejos de la sala de despegue, habría sido aún más difícil de haber tenido que recorrer los amplios corredores del crucero de batalla de Spectra.

-Oigan, chicos, es hora de irse -. Llamó el líder del grupo con voz firme a los Bakugan.

-Aguarda, Dan, aún no hemos salvado a todos -. Objetó Drago al escuchar las palabras de su compañero.

-Lo sé, amigo, pero se nos acabó el tiempo -. Respondió el castaño con pesar.

-¿Nos piden que abandonemos a los otros? -. Preguntó Percival indignado a los peleadores presentes.

-¡Tampoco nos grada eso, pero no tenemos otra opción! -. Dijo Dan una vez más con rabia.

-Nemus, si no salimos ahora, será el fin -. Recordó Baron a su compañero.

-Lo comprendo -. Habló el Bakugan Haos en nombre del resto del grupo.

Mira y Elisa guiaron a los Bakugan y a sus compañeros a la sala de transportación dimensional. Cada paso estaba lleno de la adrenalina que provocaba el correr del tiempo. Estaban seguros de que, si se alejaban lo suficiente, la energía del Sistema EB no podría dañarlos, pero no podían decir lo mismo de sus compañeros Bakugan.

Spectra ya los estaba esperando en los controles frente a la pequeña plataforma que les serviría para poner a salvo a Drago y a todos los demás Bakugan del grupo, que se posaron rápidamente en el pequeño espacio, listos para regresar a La Tierra una vez más.

Ingram, Preyas, Elfin, Percival, Nemus, Ángel, Wilda, Leónidas y Wolfang se prepararon para regresar a la casa de Marucho donde estarían seguros y se reunirían después con sus compañeros. Sin embargo, faltaba alguien y Preyas fue el primero en notarlo.

-Oigan, un momento. ¿Dónde está Drago? -. Preguntó el pequeño Bakugan Aquos al no ver a su amigo por ningún lado.

-Lo escuché decir de camino aquí que no dejaría morir a los otros -. Dijo Percival a modo de respuesta, preocupando a los otros.

-¿No crees que debiste decirnos eso antes? -. Cuestionó Leónidas al Bakugan Darkus enfadado antes de saltar al hombro de su compañero terrícola.

Nick estaba seguro de que, de haber estado en su forma gigante, Leo habría estrangulado a Percival por no haber dicho nada.

-Cuídate mucho, por favor -. Pidió Ángel a su pareja.

Se notaba que la Bakugan no estaba dispuesta a pelear una batalla que ya estaba perdida como lo era pedirle a Leónidas que fuera con ellos a un lugar seguro.

Sabía lo que significaba Drago para su amado, el primer Bakugan que confió plenamente en él, su primer amigo dentro de su propia raza. Conocía lo suficientemente bien a Leónidas como para saber que sería incapaz de llamarse a sí mismo "amigo" de Drago si lo abandonaba en un momento como este.

Leónidas solo se limitó a asentir a su amada y pedirle que cuidara a Wolfang hasta que ellos regresaran a La Tierra, no tenía problemas con demostrar un poco más de afecto a su pareja frente a su familia, pero no quería arriesgarse a permitir que Helios y Spectra vieran lo mucho que había crecido su relación con Ángel en el tiempo que habían estado en bandos opuestos.

Sin embargo, no todos se tomaron la respuesta de Percival de la misma manera que Leónidas o los otros Bakugan.

-Claro que sí. ¡Siempre se hace el héroe! -. Gruñó Helios frustrado antes de salir rápidamente en dirección a la sala de despegue seguido por casi todos los presentes.

-Oye, Spectra, ¿puedes transportar a los que están aquí por ahora? -. Pidió Marucho al rubio.

-De acuerdo -. Accedió el enmascarado activando el sistema y enviando a Ingram y a los demás a La Tierra.

-Muchas gracias -. Dijo el pequeño peleador al vestal -. Así es mejor, estoy seguro de que Drago estará bien.

-Claro -. Asintió Ace a su pequeño amigo.

Spectra miró en silencio a los únicos peleadores que se habían quedado con él antes de mirar el espacio vacío que se encontraba sobre su hombro.

-Parece que Drago no es el único que decidió quedarse en este lugar.

Los demás peleadores no tardaron en seguir al pequeño Bakugan mecanizado para evitar que su amigo cometiera una locura.

Encontraron al pequeño Bakugan Pyrus en su forma de esfera a punto de abandonar la nave para retomar su misión de rescatar al mayor número posible de Bakugan que pudiera.

Se notaba en su vuelo recto que no estaba dispuesto a ceder en su decisión, pero tenían que hacer algo de todas maneras. No podían dejar que Drago se suicidara por una misión que nunca tuvieron la certeza de completar.

-¡Drago, espera! -. Llamó Dan a su compañero.

-Lo siento, Dan, no puedo irme sabiendo que abandonamos a otros -. Dijo el dragón rojo, dándose la vuelta para mirar a los chicos.

-Drago, hiciste lo mejor que pudiste, nadie te culpará -. Argumentó el castaño.

-Es cierto. Drago, has hecho mucho por este planeta, más que la mayoría. Te mereces, aunque sea por un momento, pensar en ti mismo -. Apoyó Leónidas al peleador castaño.

-Perdóname, Leónidas, pero sabes que no puedo hacer eso -. Respondió Drago con un poco de pena.

Se sentía incorrecto que Leónidas, con todo lo que había pasado en este mundo, se hubiera quedado para tratar inútilmente de salvarle la vida evitando que saliera una vez más. Si alguien merecía ser egoísta por un momento y salvarse, ese debería ser Leónidas, después de todo lo que había pasado en un planeta que debía ser un sitio seguro y apropiado para todos los Bakugan, Leónidas era el que más merecía volver a su verdadero hogar.

-Muchos han dado su vida por proteger a la raza Bakugan: Nobilion, Wavern, Apollonir y sus hermanos. Si renuncio ahora, sus sacrificios habrán sido en vano -. Argumentó Drago con pesar.

-No, Drago… -. Trató de objetar Dan, pero sus palabras serían brutalmente interrumpidas.

Helios se precipitó a gran velocidad contra su rival, embistiéndolo con rabia brotando de su ser.

-¡Eres un tonto, Drago! -. Exclamó el Bakugan mientras veía a su rival recomponerse de su ataque.

-¡Helios!

Las puertas del puerto de la nave se abrieron una vez más, Spectra entró rápidamente a la sala junto con Marucho y Ace llamando a su compañero solo para encontrarse a ambos Bakugan en el filo de la salida mirándose fijamente sin musitar una sola palabra.

-Tus cuentos baratos son lindos, pero no dejaré que te conviertas en un mártir. Tú y yo tenemos cuentas pendientes y no dejaré que te libres tan fácilmente -. Declaró Helios determinado.

Leónidas parecía estar listo para saltar en defensa de su amigo, pero estando en esa posición era arriesgado comenzar una confrontación, así que Nick puso una mano frente a sus compañeros para evitar que arremetieran contra Helios.

-No te interpongas -. Advirtió Drago conteniendo su ira y frustración por la obsesión de su rival con superarlo.

-Volverás a La Tierra conmigo ahora o pelearemos hasta el fin de los tiempos de esta maldita roca -. Respondió Helios sin importarle lo que Drago pudiera decir.


Palacio Matriarcal

Sala del Trono

-Rey Zenoheld, el Sistema EB está a punto de activarse -. Reportó el Profesor Clay desde la pantalla holográfica que conectaba desde el laboratorio.

-¿Cuánto tomará, profesor? -. Preguntó el rey sentado en su trono con una enorme sonrisa en su rostro y jugando con sus dedos sutilmente debido a la emoción que sentía.

-30 segundos, Majestad -. Respondió el científico -. Una ola dimensional será desactivada y, en ese mismo instante, los Bakugan regresarán a su forma original antes de que el sistema cumpla su función y Los Peleadores solo podrán ver a sus camaradas volverse polvo frente a sus ojos si ellos mismo sobreviven a los efectos más cercanos del Sistema EB al liberar los residuos de las energías en el interior de la máquina.

-Suena perfecto, ¿cierto, chicos? -. Festejó Shadow con una alegría que contagió a Lync y a Hydron mientras Volt y Mylene se mantenían inexpresivos.

-Hasta nunca, inútiles Bakugan -. Fue todo lo que el rey pudo decir para esas criaturas que tanto problema le habían causado.


Nueva Vestroia, Sistema EB

Destructor Vestal

-¿Qué ocurre? -. Preguntó Helios mirando sus manos.

-Volvimos a la normalidad -. Respondió Drago mirando a sus alrededores.

-Nick, ¿cómo es esto posible? ¿Qué está pasando? -. Preguntó Leónidas a su compañero.

En cuestión de unos pocos segundos, Drago, Helios y Leónidas se habían visto envueltos en la energía de sus atributos que anunciaba su cambio de forma a sus cuerpos reales. Leónidas se vio obligado a salir de la nave para no dañar su estructura con su crecimiento repentino, sacando a los dos Bakugan Pyrus de la sala de despegue.

-30 segundos y contando, chicos -. Interrumpió Baron mirando el conteo en su lanzador.

Dan fue el primero en correr al borde del hangar para recordarle a los tres Bakugan acerca del peligro inminente que se aproximaba con cada segundo que dejaban pasar sin hacer nada.

-Deben salvarse, chicos. Ahora -. Comenzó asustado el castaño.

-Tal vez podamos abrir un portar interdimensional para salir de aquí -. Sugirió Nick al resto del grupo -. Decidiremos el curso después, pero ahora debemos salir de aquí.

-Lo que sea que hagamos, tiene que ser cuanto antes, Maestro Nick -. Respondió Baron con nerviosismo.

-Es cierto, deberíamos concentrarnos en salir de aquí -. Asintió Ace.

-Lo siento, pero como les dije antes: no puedo irme sabiendo que aún quedan Bakugan en peligro -. Recordó Drago a los peleadores.

-Drago, piénsalo mejor. De todos modos, no podrás hacer nada en menos de 60 segundos -. Respondió el Peleador Darkus al compañero de su amigo.

-Hasta yo debo reconocer que no me gustaría verlo morir de esta manera -. Comentó Vladitor.

-¿Solo 60 segundos? Con la mitad de ese tiempo me basta para acabar con esto -. Dijo Helios mirando a su rival.

-Helios, no tengo tiempo para tonterías -. Respondió Drago con tono cansado.

-No es momento de pelear, tenemos que enfocarnos en lo que es verdaderamente importante: salir de aquí -. Intervino Leónidas con fuerza, poniéndose en medio de ambos rivales.

-¿"Salir"? No me digas que tienes miedo de esa chatarra, Leónidas -. Se burló Helios del Bakugan Darkus -. ¿Qué pasó con tu valor? No me digas que lo perdiste en el palacio.

-¿Cómo se atreve este miserable insecto? -. Dijo Vladitor indignado.

-Helios, no me provoques -. Advirtió el Bakugan Maldito con tono serio.

-Ustedes dos le dan muchas vueltas a esto -. Dijo el dragón mecanizado antes de emprender el vuelo en dirección opuesta a la nave de su compañero -. Síganme, vamos a destruir esa cosa y luego arreglaremos nuestros asuntos. Lo convertiremos en cenizas.

El Bakugan no dio tiempo a discusiones, queso claro cuando no se dio la vuelta a pesar de los llamados de los peleadores.

-Supongo que no tenemos una mejor opción -. Suspiró Drago antes de mirar a su amigo -. ¿Qué dices, Leónidas? ¿Puedes ayudarnos? Nos vendría bien tu poder y el de Vladitor.

Leónidas solo asintió en silencio antes de seguirlo. Drago ya imaginaba cual sería la respuesta de su amigo, Leo aún se sentía en deuda con Nueva Vestroia, sin importar cuántas veces le dijeran que no tenía por qué sentirse culpable, él siempre cargaría en su mente todo lo que había hecho bajo el control de Los Vexos.

Los Peleadores llamaron a sus amigos aterrados, tratando en vano de convencerlos de regresar para poderse a salvo. Por supuesto, ninguno de los Bakugan los escuchó, solo continuaban el vuelo descendente hasta llegar al nivel de la máquina que podría darles fin.

Para Leónidas, no había nada más devastador que escuchar a Nick suplicando para que regresara.

-Por favor, Leo, no hagas esto. Sabes que no hay garantía de que destruyan esa cosa -. Recordó el terrícola a su compañero.

-Lo sé, pero es algo que debo hacer. Le hice demasiado daño a este mundo y a sus habitantes. No puedo dejarlos morir así si aún puedo hacer algo para evitarlo -. Respondió el Bakugan sin atreverse a mirar atrás.

-Leo, hiciste todo lo que estuvo a tu alcance para compensar a Nueva Vestroia por algo que no fue tu culpa, no te hagas esto, por favor.

Para este punto, el quiebre en la voz de Nick era notorio. El joven terrícola siempre trataba de mantenerse lo más tranquilo posible en circunstancias de gran peligro, pero su fachada de serenidad se estaba cayendo a pedazos mientras escuchaba a su compañero.

-Vladitor, por favor, ayúdame a hacerlo entrar en razón -. Pidió el terrícola a su antiguo rival -. Si no es por nosotros, que sea por ti mismo. Marduk nos espera en La Tierra junto con los chicos, no podemos llegar y decirles que los perdimos.

-Lo siento, Nicholas, pero esto es algo que Leónidas debe hacer -. Se disculpó el Bakugan incorpóreo con el humano.

Vladitor no tenía deudas, ni un ápice de culpa por lo que había sucedido en esos tres años bajo el control de Los Vexos, pero conocía lo suficientemente bien a Leónidas como para entender que su antiguo némesis no podía solo aprender a vivir con todo lo que había sucedido. No, Leónidas no era así, al menos ya no y si había algo que pudiera hacer para salvar a los inocentes, lo haría. Después de todo, era un miembro de Los Peleadores Bakugan.

Sin importar su desagrado por la idea de sacrificarse por este mundo, tenían que ser uno y era en estos momentos que más unidos tenían que estar por más que eso lastimara sus orgullos heridos hace mucho tiempo.

-Lo siento, compañero -. Se disculpó Leónidas con pena -. Te prometo que haremos todo lo posible para que esta no sea la última vez que los veamos a ti y a Marduk.

Finalmente, los tres Bakugan cayeron alrededor del gran domo que yacía enterrado en la dura corteza del terreno, listos para atacar mientras contaban el tiempo mentalmente.

Apurado por salvar su mundo, Drago fue el primero en comenzar.

-¡Disparo Dragón! -. Exclamó el Bakugan Pyrus liberando una bola de fuego de su hocico.

-¡Cañón Lagonda! -. Continuó Helios, liberando el cañón de su pecho para disparar un potente rayo de color rojo contra la máquina frente a él.

-¿Listo, Vladitor? -. Preguntó Leónidas preparando su propio ataque.

-Sí -. Asintió el susodicho sin querer entrar en una conversación más detallada.

Era obvio lo que pensaba de dar su vida de esta manera para salvar un planeta que no era suyo y por cual no sentía el más mínimo afecto. Pero toda crítica que pudiera tener en ese momento, la calló para cooperar con la causa de Los Peleadores.

-¡Cañón Silente! -. Exclamaron ambos Bakugan Darkus al mismo tiempo, liberando un rayo negro y rojo contra la horrible maquinaria que tenían delante.

La fuerza de sus ataques combinados generó una poderosa explosión seguida por una nube de humo que se elevó hasta los cielos mientras llamas rojas, amarillas y negras danzaban por todo el terreno cercano.

Sin embargo, a pesar de tan poderosa combinación de ataques, ninguno pareció ser capaz de provocar un daño significativo en el blindaje de la máquina destructiva de escala global.

Los tres dragones rugieron con frustración al ver como el Sistema EB era capaz de burlar sus ataques como si no fueran más que un simple viento.

-Imposible, no siquiera los tres juntos lograron dañar esa cosa -. Dijo Mira asombrada.

Por más que le desagradara admitirlo, Spectra tenía que reconocer que el profesor había hecho un gran trabajo con las protecciones de su monstruosa creación.

-Drago -. Dijo Dan con un hilo de voz antes de saltar rápidamente de la rampa de la sala de despegue para caer en la colina más cercana.

-¡Espérame! -. Exclamó Nick a su antiguo mentor, imitando su acción para correr hacia los Bakugan.

-¡Drago!

-¡Leónidas!

-Chicos, aguarden. ¡No sabemos lo que pueda pasar si nos acercamos demasiado a esa cosa! -. Llamó Elisa cada vez más fuerte a los peleadores terrestres.

Sin embargo, ninguno de los chicos se tomó un momento para escuchar a la vestal mientras corrían con toda la velocidad que sus piernas podían ofrecerles hacia sus amigos mientras gritaban sus nombres preocupados.

-Otro ataque -. Dijo Helios enfadado y preparándose para arremeter nuevamente.

-¡Aguarda! -. Detuvo Drago a su rival.

-¿Te rendiste? -. Cuestionó el dragón mecanizado con molestia.

-Tal vez no podamos penetrar su blindaje a tiempo, pero podríamos intentar sacarlo de aquí -. Respondió el Bakugan acercándose a la máquina enterrada en el suelo.

Los alargados dedos de Drago se enterraron en las pequeñas brechas que había dejado el taladro del sistema al llegar al planeta mientras flexionada sus piernas, preparándose para levantar el pesado objeto.

-¿Estás loco? -. Preguntó Helios mirando la escena frente a él.

-Cállate y ayuda -. Dijo Leónidas acercándose para imitar la acción de su amigo.

-Esto es un suicidio.

-Juntos, Leónidas -. Asintió el Bakugan Pyrus a su amigo -. 1… 2… 3.

Ambos dragones usaron toda la fuerza que sus músculos tenían que ofrecer para levantar la máquina de la tierra mientras sus pies dejaban una marca entre los escombros y algunas de sus venas y huesos sobresalían bajo sus escamas mostrando el esfuerzo compartido que realizaban.

Poco a poco, el sistema fue cediendo hasta finalmente ambos Bakugan lograron sacarlo de las entrañas de la corteza, compartiendo el peso del objeto que amenazaba con caer hacia un costado.

-¿Ahora qué? -. Preguntó Leónidas estabilizando el objeto.

-Ayúdame a sacarlo del planeta -. Respondió Drago rápidamente.

Ambos Bakugan batieron sus alas para emprender el vuelo ascendente en línea recta a la mayor velocidad que les era posible sobre los llamados preocupados de sus compañeros y la mirada expectante de Helios, que solo veía a ambos Bakugan como si fueron un par de suicidas dementes.


Nueva Vestroia, Espacio Exterior

Ambos dragones se precipitaron a gran velocidad hacia las estrellas cargando el peso de la máquina diseñada específicamente para destruir a su raza. El viento comenzó a perderse, el celeste del cielo fue reemplazado por un enorme fondo tan negro como las escamas de Leónidas y una capa de hielo comenzó a formarse en el cuerpo del Bakugan Darkus.

Los quejidos del Bakugan Darkus hicieron que Drago desviara su mirada del punto más alto que era capaz de distinguir sobre las nubes para mirar una vez más a su amigo, a aquel que lo había seguido a esta misión sin retorno por un planeta con el que no tenía ninguna relación.

El hielo no tardó en cubrir el cuerpo completo de Leónidas, entre más se elevaban, más rápido descendía la temperatura y con ella, la temperatura corporal del mismo Leónidas.

No podían permitir que esto sucediera, Drago estaba dispuesto a cargar con el peso de este sacrificio, pero Leónidas ya había hecho suficiente con ayudarlo a sacar el Sistema EB de las entrañas de su mundo.

No tenía mucho tiempo, Leónidas tenía que regresar a tierra firme cuanto antes o ambos perecerían en este acto.

-Con esto es suficiente, Leónidas, regresa con Dan y los otros -. Dijo Drago a su amigo sin detener su ascenso.

-Olvídalo, no voy a dejarte ahora -. Respondió el Bakugan Darkus cerrando sus ojos carmesí por la molestia capa de hielo que empezaba a cubrirlo.

-No lo entiendes, tu cuerpo no puede mantener tu temperatura lo suficientemente alta como para seguir y lo sabes -. Explico Drago desesperado por evitar que su amigo continuara con esto.

-Tiene razón, si seguimos así, moriremos antes de que esta cosa estalle -. Concordó Vladitor.

En cierto sentido, parecía que el destino quería que fuera el mismo Drago quien se encargara de esta pesada tarea. Su atributo era el único con la suficiente fuerza para mantener su temperatura estable mientras se adentraba en el espacio.

-No me importa, no voy a abandonarte -. Declaró Leónidas con determinación.

-Piénsalo bien, Leo, La Tierra no puede darse el lujo de perdernos a ambos, no mientras Los Vexos sigan sueltos. Tienes que volver ahora y encargarte de eso por mí.

Cómo quería arrojar esa máquina lo más lejos posible y regresar con Leónidas y sus amigos en tierra firme una vez más. Pero desconocían el alcance que tuviera programado el Sistema EB, fácilmente podría seguir operando estando a kilómetros del planeta y aun así surtir efecto. Sabían que los vestal tenían tecnología sumamente avanzada y no podían darse el lujo de subestimar el uso que le podría dar alguien como Zenoheld. Uno tenía que mantener el curso para que su intento de salvar a los Bakugan no corriera un riesgo aún mayor.

-Leónidas, por favor, La Tierra es más tu hogar que mío y no puede perder a su protector más comprometido -. Argumentó el Bakugan Pyrus -. Por favor, regresa con Dan y Los Peleadores, asegúrate de que estén bien, protege a nuestra familia y a nuestra gente, Leónidas. Eres el único en quien confío lo suficiente como para encargarle esto.

La duda era palpable en la expresión del dragón negro, era obvio que no quería abandonar a un miembro de su familia después de todo lo que habían pasado, pero no podía negar la importancia de la tarea que su amigo le estaba encomendando.

-Leónidas, sabes que no me gusta decirlo pero tenemos que volver ahora. Sin Drago, detener a Zenoheld y a Spectra se convierte en nuestra tarea, por no mencionar los misterios de nuestro regreso -. Recordó Vladitor a su anfitrión.

-Pero… -. Trató de objetar el Bakugan Darkus apretando sus garras contra el domo del sistema.

-Por favor, Leónidas, me sentiré mucho más tranquilo si sé que tú estás protegiendo a Los Peleadores en la lucha contra Zenoheld y lo que venga en el futuro. Si esta es la despedida, déjame ese consuelo y ve con los otros.

Una petición tan simple y tan complicada al mismo tiempo, sabía que Drago y Vladitor tenían razón, no podía seguir a su amigo más tiempo y solo terminaría en una tragedia más grande de lo que ya sería con uno de ellos. Quería tomar el lugar de Drago y evitar que éste diera su vida, pero su cuerpo no aguantaría mucho más. Tenía que regresar a La Tierra, proteger su hogar y su familia sin importar el dolor que pesara en su corazón por una pérdida como la que estaba a punto de sufrir.

En ese momento, la máquina brilló en un aura de múltiples colores entre los brazos de ambos Bakugan, haciendo que ambos la miraran asustados, pues sabían que eso solo podía significar una cosa: el Sistema EB ya se había activado. Después de tanto tiempo, el instrumento de su muerte estaba listo para llevar a cabo su función.

-¡VETE AHORA!

El gritó de Drago acompañado de su poderoso rugido hizo reaccionar a Leónidas. Sabía que era cierto, proteger a La Tierra y a Los Peleadores era una tarea que reposaría en sus manos, así como salvar Nueva Vestroia reposaba en las de Drago.

-Lo siento -. Se disculpó Leónidas en un susurro antes de soltar la máquina en sus manos.

El cuerpo del Bakugan liberó un aura de energía oscura que le sirvió como el aumento que necesitaba para comenzar un veloz descenso a tierra firme.

La imagen de Leónidas regresando con Dan y los otros a gran velocidad trajo un gran consuelo al corazón de Drago al saber que su familia ahora contaba con un protector tan capaz como él y que, además, no estarían solos. Se apoyarían mutuamente en la lucha contra Zenoheld mientras él veía con tranquilidad desde el otro lado como sus amigos terminaban este conflicto.

Cuando la bomba estalló enfrente suyo, no sintió dolor, ni angustia o sufrimiento, no sabía decir si era por la tranquilidad que Leónidas le había ofrecido en sus últimos momentos antes de despedirse o por el hecho de que tal vez, solo tal vez, pronto podría reunirse con sus viejos amigos. Lo que sí sabía es que verla una vez más en estos últimos instantes hacía que todo lo vivido hasta ahora valiera la pena, hacía que un sentimiento de tranquilidad y calidez abrazara su corazón y sintiera que, a pesar de todo, había tenido una buena vida.

No prestó atención a nada más, ni a la intensa luz que destelló en la oscuridad del espacio teniendo como único testigo de su despedida a las estrellas que adornaban el negro panorama frente a sus ojos ni las extrañas alteraciones que estaba atravesando su cuerpo debido a la energía a la que se estaba exponiendo. Todo eso carecía de sentido de sentido frente a aquello que su mente había creado para él, para apaciguarlo en sus últimos momentos, para mostrarle que ni siquiera ahora estaba solo, no mientras estuviera con ella.

-¿Wavern?

Dulce voz usada para dirigir palabras de aliento, el fugaz destello de un hermoso reflejo del pasado, borrado per nunca olvidado del templo su de mente. Escamas blancas y facciones curvas finas con unos llamativos ojos rojos captaron la atención de Drago, el cual no tenía la voluntad para pensar en algo que no fuera su querida compañera perdida.

-Drago -. Dijo con esa voz que Drago estaban seguro de que nunca volvería a escuchar -. No puedes morir aquí, tus amigos aún te necesitan, todo el universo te necesita.

-Wavern, ¿cómo es posible? Se supone que tú… -. Fue incapaz de terminar la frase, solo pensarla era un puñal a su corazón.

-Y así fue, pero no temas, Drago, estoy aquí para ayudarte. Es comprensible que tengas preguntas y habrá tiempo para responderlas, pero ahora tienes que regresar con Los Peleadores.

-Wavern, no me pidas dejarte nuevamente -. Pidió Drago con pena, tratando de alcanzar a la hermosa dragona de escamas blancas -. No creo ser capaz de soportarlo.

-No digas eso, eres más fuerte de lo que tú mismo crees y lo sabes -. Consoló Wavern al Bakugan Pyrus -. Drago, te prometo que llegará el día en que tú y yo podamos reunirnos una vez más, pero por ahora, tienes que concentrarte en la oscuridad que se cierne sobre todo aquello por lo que luchamos.

-Pero, ¿cómo? El Sistema EB… yo… -. Trató de explicar la situación sin estar seguro de que palabras usar.

-Lo sé, sé las penurias que tus amigos y tú han tenido que atravesar, pero este no es más que un paso más allá para ti. Tienes que volver con Los Peleadores, no puedes rendirte ahora, el universo entero te necesita -. Continuó la Bakugan con un tono suave.

-Pero ¿cómo? Es imposible.

-No, no lo es -. Respondió Wavern mirando el cuerpo brillante del Bakugan Pyrus.

La silueta del dragón cambió, su cuerpo ya no tenía la forma de antes, sino que ahora su figura lucía más humanoide, presumiendo un par de piernas y brazos largos y delgados pero fuertes con una hombros anchos. El cristal de su pecho se había encogido y seguía en línea recta a su alargado cuello donde su cuerno dorado había regresado a la normalidad, perdiendo la curva trasera de éste mientras sus alas regresaban a ser solo dos enormes articulaciones en su espalda ancha. Había pasado por esto las suficientes veces como para entender rápidamente lo que estaba sucediendo: una nueva evolución.

-Wavern, ¿qué sucede? ¿Cómo es esto posible?

-Es la energía de los atributos, se acumula en tu cuerpo. Esta es la oportunidad de desbloquear un nuevo poder, Drago, debes regresar con tus amigos y detener el mal que amenaza todo aquello por lo que luchamos y morimos.

Levantando sus manos, Drago se tomó un momento para presenciar esta nueva forma. Una que le permitiría obtener nuevos poderes, una con la que podría ser más eficiente en la batalla, moverse más rápido, ser más ágil, golpear más fuerte. Una serie de posibilidades que sus antiguas formas no podrían ofrecerle debido a sus limitaciones físicas. Se sentía más fuerte, más resistente, más veloz y ágil

En cierto modo, Drago no podía evitar pensar en el parecido que ahora tenía con su amigo, Leónidas. Tal vez, con un poco de suerte, podría pelear del mismo modo que lo hacía él y que Ingram le había enseñado.

-Esta es tu oportunidad de regresar, Drago, pero queda una pregunta por hacer: ¿estás dispuesto? ¿Estás dispuesto a regresar y luchar una vez más por nuestra gente?

No necesitaba mucho tiempo para pensar en su respuesta, sin importar cuanto quisiera reunirse una vez más con Wavern y sus amigos caídos, Drago estaba consciente de que su gente lo necesitaba y no podía rendirse ahora, tenía que volver y luchar. Ya tendría tiempo para descansar y esperar pacientemente el día en podría reunirse con sus camaradas perdidos.

-¡Sí! ¡ Claro que sí! -. Exclamó el Bakugan con convicción en su tono.

-¡Entonces, levántate! ¡Helix Dragonoid Pyrus!

La silueta de Wavern se iluminó nuevamente mientras comenzaba a alejarse en la lejanía de un vacío blanco brillante, despidiéndose de Drago una vez más y dejando un regalo que iba más allá de su nuevo poder: la voluntad para continuar.

Cuando la hermosa dragona se perdió una vez más de su vista, Drago flexionó sus nuevos músculos para probar su cuerpo antes de concretar toda la energía que pudo en su nueva forma.

Un poderoso rugido resonó por toda Nueva Vestroia mientras su salvador liberaba en un onda de energía todo el poder acumulado por la explosión del Sistema EB. El metal se retorció al recibir la onda de choque que agrietó su blindaje mientras era consumido por el resplandor capaz de atravesar la barrera dimensional.

Desde la tierra, las pocas muestras de vida que quedaban en Nueva Vestroia pudieron ver desde la seguridad de los bosques y océanos del planeta como un nuevo Bakugan emergía de la cáscara de su mejor guerrero. Una silueta brillante descendió de las nubes partiendo el cielo con un vuelo veloz que trajo un rayo de esperanza al planeta.

Desde tierra, suaves lágrimas de alivio y felicidad descendieron de los ojos de Los Peleadores al ver a su querido amigo partir la distancia miente agitaba sus nuevas y grandes alas sobre la atenta mirada de Leónidas y todos sus amigos, que solo podían mirar pasmados desde su lugar y conteniendo su emoción al ver la nueva evolución de su querido amigo.


Palacio Matriarcal

Sala del Trono

-Error en el sistema. El Sistema EB no tiene la suficiente energía para eliminar a los Bakugan de Nueva Vestroia.

El aviso de la computadora hizo que el rey mirara hacia la pantalla sorprendido mientras el príncipe y sus subordinados se levantaron de su posición para verificar si habían escuchado bien, cruzando dedos para que solo fuera su imaginación.

Sin embargo, los pasos fuertes del monarca hicieron que los peleadores se encogieran con miedo para confirmar que, en efecto, las palabras del profesor eran reales y su mensaje no podía ser más claro.

-¿Qué está pasando, Profesor Clay? Explíquelo de inmediato -. Exigió Zenoheld con un tono fuerte y demandante.

-La lamento, Majestad, pero algo está absorbiendo las energías del Sistema de Eliminación Bakugan y está provocando su autodestrucción -. Explicó el científico desde su laboratorio.

-No puede ser -. Susurró el rey conteniendo su furia.

La alarma del laboratorio resonó en el sistema de sonido que conectaba con el laboratorio. Las luces rojas de emergencia iluminaron el rostro del profesor y el sonido de una fuerte descarga eléctrica y una pequeña nube de humo saliendo de las máquinas del laboratorio fue lo último que vieron Los Vexos antes de que se cortara transmisión de imagen, pero no la de audio.

-Su Majestad, al parecer, nuestros enemigos encontraron el modo de romper la barrera dimensional usando el poder de las energías de atributo. Los controles remotos del Sistema EB están sufriendo una falla, necesitamos al equipo antincendios cuánto antes o…

Las palabras del profesor fueron cortadas abruptamente por la pérdida casi absoluta de la señal, dejando únicamente los avisos de la computadora central a modo de advertencia mientras el personal comenzaba la evacuación del centro científico de investigación.

-Alerta roja, evacuen. Los controles remotos del Sistema de Eliminación Bakugan han sufrido una sobrecarga de energía. Alerta de posible incendio en los niveles inferiores del laboratorio. Repito: Alerta de posible incendio en los niveles inferiores del laboratorio.

-¡Profesor Clay!

-¡Acabaré con Los Peleadores! ¡Acabaré con todos ellos, ya verán! -. Gritó Lync furioso con las manos fuertemente apretadas.

-¡No puedo creer esto! ¡Ya los teníamos y se nos escurrieron de entre los dedos! ¿¡Cómo pudo pasar esto!? -. Se decía Mylene desesperada por una respuesta.

-Al parecer, subestimé a esos mocosos -. Fue lo único que el rey pudo decir apretando sus manos con fuerza debajo de su capa para que nadie viera la rabia que sentía.


N/A: Sé lo que están pensando: "Pero, Fan, ¿por qué Leónidas no puede evolucionar con Drago?" La respuesta es simple, no quiero hacerle a Leo lo mismo que le hicieron a Drago, es decir, evolución tras evolución hasta un punto en que verlo evolucionar dejó de ser impactante para ser aburrido. Además, teniendo a Vladitor dentro de su mente y con acceso al arsenal de poderes más grande de la historia hasta el momento, una evolución sobra. Se irá haciendo más fuerte a lo largo de la trilogía (si es que la hacemos), pero serán momentos muy especiales y únicos ;). Ahora, debo decir que iba a terminar este capítulo del mismo modo que el original, pero me parece que tiene más impacto que sean Drago y Wavern quienes cierren destruyendo el Sistema EB por completo. Por otra parte, si logré qu odiaran al papá de Mira en esta historia tanto o más que el original, entonces sabré que cumplí con mi propósito; con este fic también quería explorar un poco más su faceta de científico loco y sádico. ¿Ustedes que dicen? ¿Clay fue sincero con el comandante o solo trató de justificarse con lo primero que se le ocurrió? ¿Marduk e Izumi volverán a casa? ¿Qué tan fuerte es el King Leónidas Darkus comparado con el Helix Dragonoid?