Warabigami
Capítulo 9
/1/
Un rayo de luz matutina le hizo abrir los ojos. Se cubrió la cara con la manta, pero era inútil, ya había despertado. Sonriente, se revolvió en la cama y cerró de nuevo los ojos disfrutando el contacto de las sábanas suaves contra su piel, había dormido como encima de nubes. Si tan solo su propia cama fuera tan cómoda...
¿Su propia cama?
Se incorporó de golpe con los ojos bien abiertos. Inspeccionó con la mirada la habitación donde se encontraba. Era amplia, con una decoración sencilla pero elegante. De pronto reconoció su mochila encima de un sillón de descanso y el kimono que vistió el día anterior colgando brillante al otro lado de la habitación. Se miró el cuerpo; vestía un camisón blanco que definitivamente no le pertenecía. ¿Qué había pasado? Lo último que recordaba era estar en el tejado con Ranma conversando, mirando las estrellas y entonces ella...
... lo besó.
Lo besó.
LO BESÓ.
Tocó sus labios con sus dedos, intentando recordar la sensación. Una oleada de pánico se apoderó de su cuerpo y sintió ganas de vomitar. Todo su rostro estaba enrojecido y sintió las mejillas arder. No podía creerlo. No estaba ebria, hubiera sido imposible con tan poco alcohol, pero la noche anterior había sido tan irreal que todo le parecía posible. ¿Por qué no habría de besarlo si tenía las ganas de hacerlo? ¿Qué tenía de malo un beso? Eran amigos...¿o no? Un beso entre amigos, un beso de amiga, por supuesto que en ese momento parecía lógico.
–¡Eres una idiota! ¡Los besos de amigos no existen!– se dijo a si misma dejándose caer otra vez sobre la almohada y cubriendo su rostro aún rojo bajo la sábanas.
Tonta.
Tonta.
¡Tonta!
Bajó la manta hasta su nariz, dejando al descubierto sus castaños ojos mientras miraba al techo. Recordó la mirada de Ranma después de separarse de él. La miraba sorprendido, con la boca entreabierta, sin decir una sola palabra. Ella le sonrió (seguramente con la sonrisa más boba que tenía) y él siguió sin reaccionar. No le correspondió el beso... ¿qué significaba eso? ¿se molestó? ¿se disgustó? ¿se burlaría de ella ahora? Giró sobre la cama y hundió su cabeza en la almohada para tratar de ocultar su vergüenza. Ya no volvería a ver a Ranma nunca más, era incapaz de mirarlo a los ojos. Él no le correspondió el beso...
...No le gustó.
No, lo que es peor, le disgustó...
Seguramente lo odió.
Seguramente la odiaba ahora.
¿Un beso no es para tanto o sí?
Sacudió su cabeza... claro que era para tanto. Al menos sí para una chica. Y no era así como debía comportarse una chica... una chica debía ser besada, no besar. ¿Qué pensaría ahora él? ¿Que es una de esas mujeres? ¡No! Hablaría con él y le explicaría todo... fue el alcohol... y tú (le diría), tú me haces hacer cosas que no quiero hacer.
¿Y qué le contestaría él?
"Entonces no querías besarme", imaginó Akane.
"No, no, no es eso es que yo... "
¿Y Ryoga?
¡Ryoga!
¿Qué pasaría si Ryoga se enteraba de aquello?
(¿Pero cómo va a enterarse?)
Seguramente rompería el compromiso, o peor aún ¡retaría a Ranma! Y si retaba a Ranma, su padre se enteraría. Y si se enteraba su padre, se enterarían sus hermanas. Y si se enteraban sus hermanas se enteraría el doctor Tofú, y si se enteraba él, quizá lo escucharía una vecina del barrio y así se esparciría por todo Tokio. Akane, la jovencita de una familia conservadora que besó a un hombre que no es su prometido.
–Estaré arruinada.– dijo con angustia.
Miró de nuevo su cuerpo envuelto en el camisón. Se preguntó quién la habría cambiado de ropa y una vez más se abochornó. Se había comportado como una adolescente.
Después de cambiarse a la ropa que llevaba el día anterior (un jersey color lavanda y unos pantalones holgados) bajó las escaleras con sus cosas y el kimono perfectamente doblado en la caja, intentando no hacer ni el mínimo ruido. Sin embargo, fue inútil porque el señor Ito la interceptó cuando llegó a la primera planta.
—Akane-san, ¡buen día!, espero que haya descansado.
Akane se sobresaltó y sus mejillas se volvieron a teñir de rosado.
–Señor Ito...
–Hace un día precioso, si le gustan los días fríos, el invierno ya casi llega... permítame ayudarle – dijo quitándole la caja de las manos. –La señora Saotome está en la cocina, preparando el desayuno... ¿tiene hambre?
–¡No! Yo... en realidad, ya me iba y...
–¡Oh! Por favor no la desaire. Le encanta cocinar y pocas veces tenemos invitados, esta mañana se le ve muy alegre.
–Es que yo...
—Vamos.
La guió hacia la cocina y encontraron a Nodoka cortando verduras sobre una tabla de madera. No vestía ya de kimono sino de ropa casual y a Akane le pareció aún más joven que el día anterior. No recordaba muy bien a Genma, pero se preguntaba cómo una mujer tan bella y decente se había casado con alguien como él. Nodoka la recibió con una gran sonrisa y la invitó a sentarse. Akane inspeccionó el lugar rápidamente con la mirada, Ranma no estaba ahí. ¿A dónde había ido?
–Oh, querida. ¿Te sientes bien? ¿Tienes resaca? Lamento haber insistido ayer con lo del sake.
–Estoy bien– dijo apenada– solo un poco de jaqueca.
–No te preocupes, se irá en cuanto comas algo... y debes mantenerte muy bien hidratada, cariño.
–Señora Saotome...
– Llámame Tía Nodoka – replicó con su cálida sonrisa.
–Eh,Tía Nodoka...– dijo aún sin estar convencida de que pudiera llamarla así – ¿Dónde está Ranma?
– ¡Ah! ¡Ranma! – se giró hacia la estufa como para restarle importancia– Hizo unas llamadas y se fue muy temprano esta mañana. Parece que algo imprevisto. ¿Quieres sopa de miso? ¿O prefieres algo al estilo americano?
– En realidad...
–Me encantaría que te quedaras a desayunar, tú y yo tenemos tanto de qué hablar.
Resignada, se sentó a la mesa. Era imposible no ceder ante las peticiones de esa dulce mujer.
– Sopa miso está bien.
/2/
Sí, llevaba la cuenta: habían pasado exactamente cuatro días desde que vio a Ranma por última vez. No es que se vieran mucho, pero al menos se encontraba con él a menudo en el gimnasio. Sin embargo, esa semana, no se había aparecido por ahí y Yamato, sin explicaciones, había hecho su trabajo. Lo cierto es que cuatro días le habían parecido una eternidad. Se preguntaba si estaba bien, si había pasado algo, si sería adecuado regresar a casa de su madre a preguntar por él, pero algo le decía que era una costumbre de Ranma desaparecer. Al fin y al cabo siempre lo había hecho. La vida de un artista marcial dedicado a su arte era así, al menos era lo que decía su padre. Ahora mismo ella lo estaba viviendo con Ryoga, que cada vez parecía más ocupado y distante.
Ryoga. Siendo honesta consigo misma, la distancia que se había hecho entre ella y Ryoga los últimos meses había sido algo así como una bendición. En cuanto los planes de boda se pusieron serios, las cosas se volvieron muy tensas entre ellos. Él parecía muy tranquilo con la idea, mientras que ella deseaba tener más tiempo para dar ese gran paso. Su padre insistía en que debían casarse y ella obedecía a su padre, por amor y por honor. Sin embargo, poco había hablado del matrimonio con Ryoga... no tenía ni idea de cuál era el plan de su prometido para el futuro y el de ella en esos momentos se veía bastante borroso.
– ¿Akane?
Salió abruptamente de sus pensamientos y se descubrió con los palillos a mitad del camino a su boca. Aiko y Naoko la miraban extrañadas. A pesar del clima, las chicas estaban sentadas en una banca a los alrededores del edificio, comiendo el almuerzo. Aiko llevaba un buen tiempo hablando sin parar, pero Akane estaba tan inmersa en su mente que no había escuchado una sola palabra.
– Disculpen, no sé dónde tengo la cabeza hoy.
– Estaba regañando a Aiko porque solo se la pasa pensando en chicos. – dijo Naoko divertida.
–¡Naoko, para! ¡Tú no sabes de mi sufrimiento! A este paso no me casaré jamás.– la chica cerró los puños frente a sí. –Debo encontrar pareja antes de mi fiesta de cumpleaños.
–Aiko – siguió Naoko – no es como que no tengas pretendientes… Teru te pidió una cita la semana pasada.
–¿Luzco como alguien que saldría con el bobo de Teru? ¡Quiero un novio atractivo!
Aiko no era una belleza despampanante pero sí que era bonita, sobre todo cuando se esforzaba en su arreglo personal. Tenía el cabello castaño corto hasta los hombros, los ojos color verde y la piel de un saludable tono oliva. Aunque rara vez hacía ejercicio, tenía un cuerpo bien formado y, sin duda alguna, más curvas que sus dos amigas. Era más baja de estatura que Akane, pero no más que Naoko. Su comportamiento era extrovertido y dulce, lo que hacía que los chicos se interesaran en ella si se lo proponía, pero la mayoría de las veces solo coqueteaba por diversión.
–¿Y quién será el afortunado? – preguntó con diversión Akane.
–Aún no lo sé. Pero lo encontraré, ya lo verán. – respondió Aiko con determinación.
–Por cierto, Akane, ¿cómo van los planes de la boda? – preguntó Naoko.
La sonrisa divertida de Akane se transformó en una nerviosa.
–Ah... pues... – Akane bajó la mirada hacia su caja bento –…creo que el kimono de bodas está listo… solo falta que me lo pruebe.
–¿No usarás un vestido occidental?
–Sí, también... pero... bueno aún no lo he elegido.
–¡Ah! ¡Pero falta muy poco para la boda! – exclamó Naoko.
–¡Si fuera tú, habría elegido mi vestido desde hace años! –dijo Aiko. –¿Podemos acompañarte a escogerlo? ¡Di que sí!
–Eres tan afortunada, Akane... tienes un prometido. No tienes que sufrir por no tener novio.
Akane bajó la mirada y sonrió. ¿Realmente era afortunada? Sin duda Ryoga era un buen hombre y seguramente sería un buen esposo… un buen padre tal vez… pero hasta el momento nunca se habían comportado como verdaderos novios. No negaba que ella había tenido algo de culpa al ignorar los avances de Ryoga, pero eso era algo que no podía evitar. Había algo en el romance con su prometido que se sentía fuera de lugar.
– Por cierto, Akane... ¿tú y Ryoga ya...? – preguntó Naoko con curiosidad.
– ¡Por supuesto que sí, Naoko! – replicó Aiko– ¡Llevan mucho tiempo comprometidos! –
– ¿Eh? – Akane parecía realmente confundida.
–Sí, sí... que si Ryoga y tú ya han intimado... ya sabes...
–¿¡Eh!? – El rostro de Akane se tornó completamente rojo al comprender lo que su amiga insinuaba.
–Confía en nosotros, cuéntanos todo. – Aiko la tomó de las manos y la miró con intensidad– Necesitamos saber ¿Qué se siente? ¿Es como en las películas?
–¡Aiko! ¡Eres una atrevida!– la reprendió Naoko – Pero sí... Akane... cuéntanos cómo es. – la intensa expresión de la chica rogaba por una respuesta.
– ¡No lo sé! – gritó Akane apenada – ¡Ryoga y yo no hemos hecho nada como eso!
–¡Nos estás mintiendo! – dijeron las chicas al unísono.
–Estoy diciendo la verdad. – dijo Akane soltando un suspiro de fastidio.
–¿Están esperando a la noche de bodas? ¡Qué romántico! – dijo Naoko mientras unía sus manos entrelazando sus dedos.
–¿Romántico? ¡Es anticuado! – añadió Aiko con suficiencia. –Las chicas de hoy no esperan hasta el matrimonio para eso. ¡Si un chico y una chica se aman no veo por qué no debieran hacerlo! Ademas si ya están comprometidos...
–Yo creo que si han decidido esperar, es respetable. Entregarte por primera vez al hombre que es tu esposo debe ser muy romántico. – dijo Naoko con estrellas en los ojos.
Aiko hizo una mueca y se cruzó de brazos, desaprobando a su amiga. Akane seguía mirando su caja de bento y jugaba con los palillos.
–Por cierto, Akane, ¿no es ese tu prometido?
A lo lejos, la figura de un joven de cuerpo atlético llamó la atención de las chicas. Vestía pantalones negros y un abrigo color mostaza. Parecía un poco desubicado, buscando a alguien desesperadamente por el campus, preguntando a los estudiantes que pasaban por ahí. Akane lo reconoció a la distancia, se disculpó con sus amigas y caminó hacia él.
–Akane...– exclamó Ryoga aliviado cuando la vio. – …finalmente te encontré.
–Más bien te encontré yo. – dijo Akane sonriente. –¿Qué haces aquí?
–¡Ah! Yo… Bueno, antes, te he traído un recuerdo de Hokkaido. – dijo Ryoga mientras le extendía una pequeña cajita envuelta en una tela con estampados tradicionales.
–Gracias... ¿has venido a la universidad a traerme un recuerdo de Hokkaido?
–No exactamente... en realidad, tengo que hablar contigo.
/3/
Akane seguía sin procesar la información. Ryoga le había dicho que no podría participar en el torneo ese año y que, por tanto, la posibilidad de ganar el dinero y conseguir patrocinadores para el Dojo se había esfumado. El Dojo Tendo no figuraría entre los competidores. Esa era, precisamente, una de las razones por las que estaban apresurando la boda, para que una vez que Ryoga ganara el torneo, la organización levantara el dojo, del cual sería el heredero oficial.
–Este año descartaron a todos aquellos competidores que han ganado el torneo anteriormente. Quedé automáticamente fuera. – el chico jugaba con sus dedos.
Akane tenía la mirada perdida, parecía que las palabras de Ryoga no llegaban a ella.
–Quizá si logro hablar con el organizador pueda hacer algo pero... creo que será muy difícil... tenemos que hacernos a la idea.
Akane seguía sin responder, miles de cosas pasaban por su mente en ese momento. Ella era de las personas que siempre hallaba una solución a todo, pero por más que buscaba la forma de resolverlo, no la encontraba.
–He venido para decírtelo yo antes que tu padre, Akane. – Ryoga tomó las blancas y frías manos de Akane entre las suyas –Quiero decirte que mi intención de casarme contigo cuanto antes sigue en pie. Aún si perdemos el Dojo...
–No perderemos el Dojo.– dijo Akane seria.
–... bueno, quiero decir, aún si las cosas salen mal yo... yo quiero casarme contigo.
Akane lo miró fijamente a los ojos. El matrimonio no era lo que más le preocupaba en ese momento y, lejos de aliviarla, la actitud de Ryoga le molestaba.
–Akane, yo me haré cargo de ti, no tienes que preocuparte, también nos haremos cargo de tu padre si pierden la casa y...
–¡No perderemos la casa!– dijo casi gritando.
–Sabes que es una posibilidad.
Ryoga se acercó aún más a ella con la intención de abrazarla, pero Akane tensó el cuerpo ante la cercanía.
–Solo quiero pedirte que no temas, pase lo que pase, no estarás sola.
Akane bajó la mirada y sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas. La noticia le había caído como un balde de agua fría. Por lo general, ella era una optimista, pero habían tenido tantos problemas con el dojo los últimos años, que la esperanza de salvarlo se estaba esfumando.
–Akane...
Ryoga la tomó por la barbilla. Akane tenía la vista tan nublada que no podía ver con claridad. Entonces él la besó, un beso que ella no esperaba, suave y fugaz en los labios, uno que no tuvo ni tiempo ni intención de corresponder. Luego la abrazó, mientras las lágrimas caían de sus ojos cerrados. No sabía que a la distancia un chico de ojos azules los observaba mientras apretaba los puños con tanta fuerza que se dejaría marcas. Esa era una escena que definitivamente no deseaba ver. Sintió una opresión en la garganta, algo pesado que bajaba por su pecho, hasta su estómago, causándole dolor. Era de esperarse, estaban comprometidos... los novios hacen eso, ¿no? (Y quién sabe cuántas cosas más). Era fácil olvidar el compromiso de Akane cuando Ryoga no estaba cerca, pero cuando los veía juntos (en ese momento, demasiado juntos) era imposible ignorar la realidad, y realmente dolía. De pronto recordó los labios suaves de Akane contra los suyos, pero el mismo pensamiento lo decepcionó. Era una batalla perdida desde antes de comenzar. No se podía repetir el pasado y cambiar el curso de las cosas. Era lo que era y así se iba a quedar.
–Estúpida Akane.
/4/
–Insisto, deberías venir a vivir aquí. La casa es tan grande y a veces me siento sola.
Ranma sintió que el arroz se le atoraba en la garganta. Odiaba la idea de hacer sufrir a su madre en lo más mínimo, pero también la de involucrarla en sus problemas. Ella era ajena a su estilo de vida, yendo de aquí a allá, aprovechando la vulnerabilidad de algunos Dojos y tomándolos para beneficio de Cologne. Ni siquiera sabía lo que Genma, su esposo aún, había hecho a la familia Tendo. No, si algo quería era que su madre se mantuviera segura, feliz y ajena a todo eso. Irse a vivir con ella era un lujo que aún no podía darse.
–Aún estoy en entrenamiento, de hecho, estoy pensando en volver a China una temporada.
–¿A China? –dijo con sorpresa Nodoka.
—En el norte de China están los mejores maestros de artes marciales. –contestó Ranma sin dejar de comer.
–Podrías entrenar también en Japón. Estoy segura de que cualquier maestro estaría contento de tenerte como su discípulo.
Ranma no contestó.
–Además, ¿no piensas casarte? – preguntó Nodoka – No es fácil conseguir una pareja, sabes… mucho menos hoy en día… Las chicas escasean.
–No creo que ese vaya a ser un problema para Ranma-kun. – intervino Ito divertido. El hombre arreglaba una lámpara de pared de la cocina mientras Nodoka y su hijo hablaban.
–No estoy interesado en casarme aún. – dijo Ranma serio. – Las artes marciales son lo único que me importa en este momento.
Nodoka lució decepcionada. Cuando Ranma llevó a Akane a la casa ella había notado algo entre los dos, en especial en su hijo. La forma en la que la miraba, sobre todo cuando ella no lo estaba viendo… ¿Se había equivocado? ¿O será que ella…?
–¡Ah! Ranma-kun, eres tan afortunado. Tienes la extraña bendición de no haberte enamorado aún. – dijo Ito– Tu corazón es libre.
–Parece saber mucho sobre el tema. – le dijo Ranma con ironía.
–Cuando un hombre se enamora de una mujer– replicó Ito – su corazón se convierte en un esclavo, en un prisionero. Esa mujer está siempre en tu mente, la quieres cerca todo el tiempo, serías capaz de hacer todo por ella, incluso morir... y si eres correspondido...¡Ah! ¡Ser correspondido es como ganarse la lotería! ¡No, es mejor que ganarse la lotería!
–Es usted muy romántico, señor Ito. – dijo Nodoka sonriente.
–Tuve la dicha de pasar 40 años con mi adorada Ayako. El día que se casó conmigo fue el día en que verdaderamente empezó mi vida. Ahora se ha ido, pero no me arrepiento de nada, lo bueno, lo malo, todo valió la pena.
Últimamente, lo que había estado en la mente de Ranma era Akane y el beso que le había dado mientras estaban en el tejado. Pensaba en ello día y noche. Armaba escenarios en su cabeza en donde las cosas se parecían más a una barata película de romance. La realidad no había sido así. Él se había quedado pasmado y sonrojado, estático. La tersa sensación de los labios de Akane le había sorprendido tanto que no supo cómo actuar y cuando lo reflexionó más tarde se sintió idiota y patético. Se había quedado ahí, sin hacer ni decir nada, como un adolescente. Seguramente ella tenía más experiencia en esas cosas. No es que él fuera del todo inexperto, pero a su edad, jamás había besado a una chica por iniciativa propia. El beso de Akane le había tomado por sorpresa y aunque su actitud no había sido la mejor, le gustaba pensar en eso. Repetía el momento una y otra vez en su cabeza. Aunque las cosas habían cambiado después de esa mañana, pues haber visto que Ryoga besaba a Akane había dejado sus ánimos por los suelos. Lo que era peor, saber que era su prometido y que tenía todo el derecho de hacerlo le hacía hervir la sangre. Había estado de un humor espantoso todo el día, maldiciendo por los rincones. Estaba furioso, furioso con Ryoga y furioso con Akane.
Nodoka había salido de la cocina e Ito aprovechó para acercarse a Ranma, que aún se encontraba en el pequeño comedor. Sacó un papel cuadrado de entre sus ropas y la puso en la mesa, justo al lado del plato de Ranma. Pronto se dio cuenta de que era una fotografía instantánea. En ella, se veía un Ranma apenadísimo y a una Akane divertida mientras aprendían a bailar. Ella lo miraba con una enorme sonrisa y él más bien veía el suelo, con la boca entreabierta. La cámara no captó el sonrojo del muchacho, pero él lo recordó en cuanto vio la impresión. La sensación de la mano de Akane tocando la suya, el tacto de la seda del kimono bajo sus dedos, el olor del cabello de Akane, el sonido de su risa que se parecía al de las campanillas de viento… tenerla tan cerca. Lo recordaba todo.
–¿En qué momento…?
—Tu mamá la tomó, pero creo que estaban tan concentrados que no se dieron cuenta.– dijo Ito divertido– La he guardado para ti.
Ranma miró la fotografía por unos segundos. La enorme sonrisa de Akane y la forma en que lo miraba… le hubiera gustado verla también a los ojos en ese momento, si no se hubiera comportado como un puberto.
–No la quiero.– dijo pretendiendo desinterés y retomando su comida.
–¿Seguro? –preguntó Ito.
–Seguro. – contestó fingiendo indiferencia.
–Bueno, entonces quizá deba tirarla. – El hombre abrió el bote de basura con el pie y arrojó la instantánea. – Te veo después, Ranma-kun.
Ranma esperó unos segundos para asegurarse de que Ito se había ido antes de correr al bote de basura y sacar la fotografía, que permanecía intacta.
–Quizá deba guardarla un tiempo.– pensó.
/5/
Aiko había insistido tanto que al final acabó cediendo. Esa noche era el último partido de basketball antes de la graduación y sus compañeros de clase estarían jugando. Aunque no se sentía con ánimos, Akane aceptó acompañar a sus amigas a presenciar lo que Aiko llamó un "caldo de chicos guapos". Los deportes siempre habían sido de su agrado y pensó que quizá se distraería lo suficiente en el partido como para olvidar por unas horas el caos de su mente: el dojo, la boda, Ranma…
El ambiente era de emoción y euforia. En las gradas habían chicas con pancartas apoyando a los jugadores y las animadoras se hicieron presentes también con sus diminutas faldas. Akane, Aiko y Naoko estaban sentadas entre las primeras filas. Naoko había dicho que el basketball le aburría terriblemente, pero igual no tenía nada que hacer esa noche. Aiko se había puesto guapísima para el evento, pues estaba decidida a conseguir una cita. Akane se sentía con las ganas de tomar sus cosas y regresar a casa, pero de pronto, los jugadores entraron a la cancha y lo vió. Ranma estaba entre los jugadores del equipo de su facultad. No entendía por qué, si se suponía que el equipo era solamente de los chicos de su grado. Sin embargo, ahí estaba él, con el uniforme deportivo en color negro, haciendo estiramientos de brazos con una despreocupación que molestó a Akane. ¿No se había aparecido en toda la semana y de repente estaba ahí como si nada hubiera pasado?
–¿Quién es ese? – preguntó Aiko.
Akane no se había dado cuenta de que ambas observaban al mismo chico. Aiko lo miraba con los ojos brillantes, llenos de curiosidad e interés.
–¿No es el chico que da las clases de artes marciales contigo, Akane? ¿El de cuarto? – dijo Naoko.
–¿Qué hace uno de cuarto jugando con los de nuestro grado? – preguntó Aiko.
–Eh… – Akane no sabía qué contestar, pero se dio cuenta de que Aiko no le estaba prestando ni la más mínima atención a ella.
–Necesito saber todo sobre él. – puntualizó Aiko.
Una chica de cabellos rojizos y lentes redondos las saludó efusivamente a unas filas y fue a sentarse con ellas. Hablaba lo suficientemente fuerte para que las tres la escucharan en medio de la algarabía.
–Yuri, tú lo sabes todo, ¿quién es ese? ¿el chico de la trenza? – preguntó Aiko.
–¡Ah! ¡Saotome! Ranma Saotome.
Akane se estremeció al escuchar su nombre. Hasta ese momento, Ranma había sido como una sombra en los pasillos de la universidad y nadie sabía que tenían algo así como una amistad, mucho menos que se habían conocido hacía muchos años.
–Es de cuarto.– contestó Yuri mientras se echaba unas golosinas a la boca –Lleva aquí un semestre, antes estaba en China. Es karateka o algo así, dicen que es muuuuuy fuerte, de esos tipos que no quieres hacer enojar. Escuché que le va mal en las asignaturas pero creo que no le importa porque está becado. Es bueno en todos los deportes, por eso lo eligieron para el partido de hoy… ¿no supiste que Toshi se lastimó? Él lo está reemplazando. Me extraña que no lo conozcas, Akane trabaja con él.
–Akane, ¿por qué no me habías dicho que trabajas con él?
–Yo… bueno no creí que eso…
–Tienes que presentármelo. –dijo Aiko tomándola por los hombros.
–Es guapo, ¿verdad? –dijo Yuri mientras abría una soda de lata. – Tiene a un grupo de locas siguiéndolo desde hace tiempo, pero creo que no le hace caso a ninguna. Me pregunto si tiene novia o algo así, o quizás le gusta alguien. Dicen que Eimi, la líder del club de animadoras, lo invitó a salir y la rechazó.
–¡Es guapísimo! – exclamó Aiko – Creo que esto es amor a primera vista. ¿No te parece guapo, Naoko?
–Sí que lo es…– respondió Naoko –…pero creo que deberías tomarte las cosas con calma Aiko, si dicen que ha rechazado a Eimi…
–¡No puedo! Faltan dos semanas para mi cumpleaños y tengo que conseguir un novio, entiéndelo. ¡Akane! – Aiko la miró fijamente – Tú debes saberlo… ¿Saotome tiene novia?
–Pues… – Akane miró a Ranma, que seguía preparándose para el partido –… creo que no… ¡no lo sé! ¿por qué debería saber eso? – agregó irritada.
–¿Vas a decirme que trabajas con él y no sabes nada?
De pronto Akane sintió la mirada de Ranma sobre ella y sus ojos se cruzaron por primera vez en varios días. La miraba serio, fijamente. Aiko se emocionó por un momento al pensar que Ranma la miraba a ella, pero se desilusionó cuando se dio cuenta de que más bien miraba a su amiga. Akane se sonrojó al notar que la observaba (¿pensaría que estaba ahí por él?), pero a la vez se alegró. Lo había extrañado y la sensación de verlo nuevamente después de tantos días no era nueva para ella. Akane sonrió y levantó la mano para saludarlo a la distancia pero él no le respondió el saludo. La siguió mirando con frialdad para después desviar su atención a otra cosa. En específico, una animadora de largas piernas que había llegado a hacerle conversación. Akane se quedó con la mano levantada y la expresión incrédula en el rostro.
–¿No se supone que lo conoces, Akane? – preguntó Naoko.
Entre el enojo y la vergüenza no contestó. Miró indignada hacia otra parte, pero sus ojos regresaban disimuladamente al chico de la trenza y la chica de coleta negra que platicaba animadamente con él.
–Estúpido Ranma. – masculló Akane.
/6/
El partido había terminado y el equipo de la universidad lo había ganado, todo gracias a Ranma, que se había robado el protagonismo del juego. Todos parecían haberlo disfrutado, excepto Akane. No soportaba escuchar a Aiko y a las demás chicas gritar por él. No soportaba saber que las demás veían también lo que ella veía: un chico alto, con un cuerpo atlético que emanaba fuerza, musculoso, con un rostro varonil pero delicado a la vez, enmarcado por las gotas de sudor. Y esa altanería al saberse tan buen deportista, jugando como si no le costara el más mínimo trabajo.
Pero todo se volvió aún más insoportable cuando, al finalizar el partido, una chica se acercó a él para limpiarle el sudor con una toalla. No pasó mucho tiempo para que otras llegaran a tratar de hacerle conversación. Akane por supuesto no podía escuchar lo que le decían, pero la sonrisa de Ranma y el gesto casual de rascarse la barbilla con un dedo mientras conversaba con ellas, la sacaba de quicio.
A pesar de la evidente competencia, Aiko estaba decidida a presentarse con Ranma Saotome. Jaloneó a Akane hasta llegar al grupo que rodeaba al chico. Akane no podía ocultar su mal humor y se soltó del agarre de Aiko de un tirón. Sintió de nuevo los ojos azules de Ranma sobre ella, pero esta vez, Akane le correspondió con una mirada asesina, que provocó una sonrisa arrogante en el chico.
–¡Yo me voy! – dijo Akane girándose y emprendiendo su camino, lejos de Aiko y lejos de Ranma y las chicas.
–¡Akane! ¡No! ¡Espera! –gritó Aiko tratando de alcanzar a su amiga, que ya se había alejado bastante. – ¡Tú lo conoces! ¡Tienes que ayudarme! ¡Te lo ruego! ¡Al menos dime cómo le gustan las chicas!
Akane se giró para verlo de nuevo, ahora desde más lejos. Él levantó su mirada una vez más y le sonrió complacido.
–¡Con pechos grandes! – le gritó Akane mientras abandonaba el gimnasio hecha una furia.
/7/
Estúpido Ranma.
Estúpido Ranma.
Estúpido Ranma.
Akane estaba muy concentrada en observar sus pies mientras esperaba el metro. Tenía las manos en los bolsillos del abrigo color azul y la bolsa colgada de un hombro. La temperatura había bajado aún más cuando se hizo de noche y lo único que pensaba era en volver a casa. Había sido una mala idea ir al partido. Pensaba que le animaría o por lo menos le distraería, pero terminó siendo todo lo contrario. No esperaba encontrarse a Ranma ahí, aunque había pasado días buscándolo con la mirada por todas partes. Sin embargo, su "reencuentro" no había salido del todo como ella lo imaginaba. Ranma prácticamente la había ignorado y alardeaba de su popularidad con las chicas –una que Akane no había visto antes – frente a ella. Había pasado los últimos cuatro días tratando de encontrar las palabras adecuadas para justificar el beso que se había atrevido a darle y el muy idiota le demostraba que de esos podían sobrarle. Se sentía como una estúpida. Aunque el estúpido era él, no es como que a ella…
–Estúpido Ranma.
–¿Qué te hice?
Se sobresaltó al escuchar la voz del chico. ¿Había dicho eso en voz alta o solo lo había pensado? Ranma estaba junto a ella. Ya no vestía el uniforme sino una cazadora color verde olivo, una bufanda negra y cargaba una mochila en un hombro. Akane se sorprendió de no haber notado su presencia. Por lo general, aunque estuviera distraída, podía percatarse si alguien estaba cerca. Definitivamente Ranma era un artista marcial muy hábil.
–¿Q-Qué…? ¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó Akane con voz temblorosa y apenada.
–La estación de metro es un lugar público. – dijo poniéndose las manos detrás de la nuca y mirando hacia el techo.
–Ya… ya lo sé.
Se hizo un incómodo silencio. Akane volvió a mirar sus pies, cubiertos por unas medias opacas y zapatos de piso. Ranma miraba a su alrededor como buscando algo y nada a la vez.
–No debe tardar. – dijo Ranma.
–¿Qué? – por primera vez, Akane lo miró a los ojos.
–El metro.– contestó Ranma. –Es tarde.
Akane miró hacia el enorme reloj de la estación, marcaba las diez con quince de la noche. Era tarde, sin duda, el partido se había extendido y además tuvo que aguantar las súplicas y lloriqueos de Aiko para que le presentara a Ranma, súplicas que no tuvieron éxito.
–¿Qué estás haciendo en la calle a estas horas? – preguntó Ranma de forma que parecía un regaño.
–A ti qué te importa.
–¿Viniste a verme jugar?
–No seas tonto, ni siquiera sabía que jugarías. Aiko me invitó a ver el partido.
–Ya veo…
–¡Estoy diciendo la verdad! No sabía que jugarías, quizá lo hubiera sabido si me lo hubieras dicho, pero como estabas desaparecido…
–¿Estás enojada por eso?
—¿Quién dice que estoy enojada?
–Si no lo estás, ¿por qué tienes la cara roja?
Akane se tocó las mejillas por instinto, notó el contraste de sus dedos helados con la piel caliente de su rostro.
–Es el frío.—
De pronto sintió un cálido tejido rodeándole el cuello. Ranma se había quitado la bufanda y se la había colocado a ella. Akane trató de detenerlo pero él interceptó su mano antes de que pudiera intervenir y ella terminó por ceder. Ranma acomodó la bufanda para que la cubriera. Olía a él. Akane no podía describir su olor, no era a perfume, ni a jabón, era el aroma de su piel, de todo él.
–De verdad no deberías estar en la calle a estas horas.
–Puedo cuidarme sola.
–En verdad que eres poco femenina. –dijo y volteó los ojos– Te acompañaré a tu casa.
—No es necesario, ya te dije que me puedo cuidar sola.
El tren llegó. Ranma esperó a que Akane entrara para seguirla. Estaba casi vacío. Se sentó en uno de los asientos y colocó la mochila sobre sus piernas. Akane se sentó frente a él, sin mirarlo. Era verdad que estaba molesta, pero también estaba apenada: aquél beso aún estaba en su mente y se preguntaba si en la de él también. Ranma cerró los ojos, lucía agotado.
–Si está tan cansado, ¿por qué no se va a su casa? – masculló Akane.
Ranma abrió un ojo y luego el otro. Con agilidad se sentó junto a ella y antes de que la chica pudiera pronunciar palabra, Ranma recargó la cabeza en su hombro.
–Despiértame cuando lleguemos.
/8/
Habían bajado de la estación y caminado las primeras calles del barrio sin decir una palabra, cada uno inmerso en sus pensamientos, mas pendientes del otro. De pronto, Ranma rompió el silencio.
–Es Jin.
–¿Jin? – preguntó Akane extrañada.
–La razón por la que desaparecí esta semana – dijo Ranma serio. – Se ha vuelto muy enfermizo desde que llegamos a Japón. Está hospitalizado.
Akane paró en seco.
–¿En serio? ¿Cómo se encuentra ahora?
–Fuera de peligro. Mousse, Shampoo y yo nos quedamos con él por turnos, los primeros días fue grave.
–¡Pobre Jin! ¡Pobre Shampoo! Debió estar muy asustada. – dijo Akane llevándose una mano al pecho.
–Bueno, fue un susto para todos.
–Me alegra que ya esté mejor.
–Quería explicarte cuando te vi pero…
Recordó lo que había visto esa mañana. Había estado buscando a Akane en el campus y cuando por fin la había encontrado, se encontró con algo que no quería ver.
–Sí, entiendo, estabas muy ocupado con tu club de fans. – dijo Akane con un dejo de cólera.
–¿Club de fans?
–Algunas eran muy lindas. – dijo Akane que empezaba a enrojecer de nuevo.
–En eso tienes razón. – dijo Ranma.
–Bueno y si te parecieron tan lindas ¿por qué no te fuiste con alguna de ellas en lugar de perder el tiempo aquí conmigo?
Ranma se encogió de hombros.
–Un artista marcial siempre protege a los más débiles y, en este caso, también a los más bobos.
Akane le soltó una patada que él evadió con un salto. Se colocó frente a ella y caminó de espaldas a la vez que ella avanzaba.
–¡Ya te puedes largar por donde viniste! – le gritó Akane.
–¿Estás celosa? –preguntó con una sonrisa arrogante.
–¿¡Celosa yo!? ¿¡Por qué estaría celosa!? – chilló Akane, iracunda.
–Si no estás celosa ¿por qué estás tan enojada?
–¡No estoy enojada! – dijo apretando los puños.
Ranma acercó su rostro al de ella, quizá demasiado cerca.
–No tienes por qué negarlo. Además, te ves linda enojada.
El enojo de Akane se disipó de golpe para dar paso a la timidez. Bajó la mirada para evitar los ojos color océano de Ranma, ligeramente oscurecidos por la noche, pero igual de intensos. Al desviar la mirada se dio cuenta de que habían llegado a su edificio.
–D-Deja de decir tonterías. Este es mi edificio. Ya puedes irte. – dijo sin mirarlo a los ojos.
Ranma observó el edificio para memorizarlo. Calló unos segundos. De pronto su semblante cambió.
–Akane…
–¿Q-Qué?
–He pensado en…
No estaba seguro si debía decirle aquello, pero quizá era lo correcto.
–…regresar a China.
Por primera vez sintió la intensa mirada de Akane sobre él. Lo miraba con los ojos bien abiertos y los labios separados.
–¿Qué? ¿P-Pero… por qué?
–Aún no he terminado mi entrenamiento… No he encontrado en Japón lo que estoy buscando…
–Creí que venías a buscar a tu madre. ¿Cómo vas a dejarla?
–Está acostumbrada.– Ranma se encogió de hombros.– Ella sabe cómo es la vida de un artista marcial.
–Pero… – Akane intentaba encontrar alguna razón que le hiciera dejar de considerar esa idea, pero no hallaba nada que pudiera decirle.
–Si quiero convertirme en el mejor artista marcial, China es mi mejor opción. Además, Jin… parece que el lugar no le ha sentado bien.
–Ya veo… – dijo Akane en una voz que fue casi un susurro, mientras miraba al suelo. –S-Supongo que debí esperar que eso pasaría. Tengo que entrar. Gracias por acompañarme.– Akane se quitó la bufanda y se la puso de nuevo a él, asegurándose de cubrirlo bien. Sonrió.
–Akane…
–Adiós.– Akane levantó la mano para despedirse y corrió hacia la entrada dejándolo perplejo.
¿En serio no le importaba? ¿Tan poco le afectaba si él se iba o se quedaba?
Suspiró.
Estúpida Akane.
/9/
Akane colgó el abrigo y el bolso y se dejó caer sobre el sofá de su pequeño departamento. Subió las piernas para abrazar sus rodillas y escondió la cabeza entre ellas. Se sentía agotada mentalmente y con ganas de llorar. Ese día había empezado mal y también terminaba mal. Bien, si el idiota de Ranma quería irse de nuevo, muy bien. Si tenía ese lazo tan fraternal con Shampoo y su hijo, también. Si quería tener un harem de animadoras, ¡bien por él! No le interesaba en lo más mínimo lo que él hiciera, no más.
Se acercó a la ventana y movió la cortina. Por alguna razón, pensaba que él aún estaría ahí parado, pero la calle estaba vacía. Se sentía un poco culpable, después de que Ranma se había ofrecido a acompañarla a casa ni siquiera se había podido despedir bien de él.
Se arrojó a la cama, ya vestida con el pijama y cerró los ojos. Lo único que quería era dormir y olvidarse de todo por ese día. Las imágenes de Ranma jugando en el partido vinieron a su mente como flashazos. Él, moviéndose con agilidad por toda la cancha, evadiendo a los contrincantes, como si fuera algo de lo más sencillo. Las gotas de sudor en su rostro, su cabello meciéndose al ritmo de sus movimientos, lo bien que se marcaba su cuerpo en el uniforme deportivo. Imaginó que estaba entre sus brazos, con el rostro pegado a su pecho, escuchando su corazón latiendo rápidamente, imaginó que le decía lo linda que se veía cuando…
Imaginó que sus manos le acariciaban la piel y la tomaba por la cintura. Imaginó que esta vez él la besaba, no con un beso fugaz sino con un beso de verdad. Se imaginó el peso de él sobre ella, las grandes manos recorriéndole las piernas, los muslos, se imaginó…
–¡Eres una pervertida! – gritó al tiempo que se incorporaba de golpe, dándose palmadas en las mejillas completamente enrojecidas.
Estúpido Ranma.
NOTA DE LA AUTORA:
Una disculpa por la larga espera para el capítulo 9, pero he estado cargadísima de trabajo y otras cuestiones que no me dejaban sentarme a escribir como era debido. La verdad este cap me ha encantado y he disfrutado mucho escribiéndolo. Algo que pasa mucho es que una tiene un plan de cómo se desarrollarán las cosas y luego sale algo completamente diferente y es como si la propia historia se escribiera sola, no sé cómo explicarlo.
Quisiera contar algunas cosas antes de concluir esta nota:
La primera es que estaré cambiando la clasificación de este Fan Fiction de T a M por el contenido que viene para los próximos capítulos. Espero no perder lectores por ello. Para los que no gustan de escenas explícitas o tienen alguna reserva con ello, estaré poniendo advertencias antes de cada capítulo en caso de que las haya. Sé que es un poco tarde para cambiar la clasificación, pero tengo una justificación. Esta historia la empecé a escribir por allá de 2013 y en ese entonces no contemplé la posibilidad de agregar escenas explícitas. Abandoné mucho tiempo la escritura y ahora en 2022 he retomado Warabigami con la intención de terminarla. La historia en esencia es la misma que se me ocurrió en 2013, pero de alguna forma ha evolucionado y por eso he tomado estas decisiones. Así mismo, hay cosas de los primeros capítulos –que fueron escritos hace casi 10 años– que definitivamente cambiaría o eliminaría, pero creo que ya no se puede hacer sin borrar las reviews y no me gustaría eso. En fin, tendré que vivir con mis errores y con el cringe.
Solo me resta agregar que disfruto mucho escribiendo esta historia y espero que ustedes también. Nada me da más alegría que recibir sus reviews pues así sé que les gusta tanto como a mí.
Espero no tardar tanto con el próximo capítulo, nos vemos pronto.
J
