Advertencia

Este capítulo puede lastimar la sensibilidad de algunas personas por lo que sugiero leerlo como lo qué es, una ficción.

Aclarado lo anterior preparen pañuelos, sobretodo si son pro animal cómo Albert

Capítulo 28. Ricky y Rex

Terry no dejaba de reír después de escuchar su castigo. Mas sin embargo la directora lo tomaba con calma. Tomó asiento y mantuvo la seriedad sin quitarle la vista al chico.

-Hermana Gray, ¿No estará hablando en serio?

-Tan en serio qué no me voy a retractar.

-Hermana Gray, ¿Qué pensará el Duque cuando se entere? Su primogénito está rezando el Rosario en lugar de estar en el club de negocios.

-No tengo idea, pero estoy segura qué a su majestad la Reina Madre le encantará saber que uno de sus nietos también es fiel devoto del santísimo Rosario. ¿Si sabes qué ella lo es verdad?

-Créame qué si. De niños nos hacía rezar si queríamos regalos para navidad.

-Ahora qué lo entiendes te quiero puntual o yo misma iré por ti.

-Está bien.

-Retírate. Y por favor no me des más dolores de cabeza al menos en lo qué termina la competencia.

El chico salió cerrando la puerta tras de sí. Estaba harto de tanto problema y ahora esto.

Rezar el Rosario todos los días durante 3 meses. ¿Acaso la Hermana Gray quería qué lo beatificaran?

Tenia ganas de ir a desquitarse con el idiota de Neal pero ya lo habia dicho la Hermana Gray "no mas dolores de cabeza".

-¿Por qué diablos no me largue a Nueva York con mi Madre? Candy si no te abrazo te juro qué tomaré el primer barco a América. Agg pero Candy seguro ya está en el cuarto de castigo. Archie y sus ideas idiotas, se nota qué es pariente de Neal.

Lleno de hartazgo no le quedó más remedio qué ir a buscar a su mejor amigo para desahogarse.

Pero para su mala suerte no lo encontró por ningún lado. Había llegado a su cuarto pero ni Stear ni Erik estaban.

Hubiera deseado encontrarlos para desahogar sus penas y enojos con ellos pero cómo dijo "Sólo Dios sabe dónde Diablos se metieron"

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Cuartos de castigo.

Los tres chicos fueron escoltados y llevados a sus respectivos cuartos. No había luz eléctrica, la Hermana Margareth sólo les dio una vela a cada uno para alumbrarse y les advirtió qué más tarde les llevaría de cenar.

Candy se recostó sobre su cama dando un largo suspiro. Pensó en tomar una siesta hasta qué volviera la Hermana Margareth con su cena pero desertó al escuchar toquidos en la pared.

Se acercó de inmediato dándose cuenta qué seguían tocando una y otra vez.

-¿Archie eres tu?

De pronto vio como un pequeño ladrillo de la parte de abajo de la pared era botado desde el otro lado.

-Candy soy yo Archie.

La pecosa se recostó sobre el suelo y se asomó por el orificio viendo a su primo del otro lado qué también estaba recostado.

-Archie parece la puerta de un ratoncito -dijo la chica con una sonrisa.

-En radio pasillos se mencionan estos … llamémosle ventanas comunicadoras.

-Me encanta. Así no me sentiré sola. Tendremos toda una semana para platicar.

-Ya lo creo qué sí. Nos pondremos al día.

Los dos dieron un largo suspiro estaban en el mismo colegio pero nunca pasaban tiempo a solas.

-Archie, ¿Extrañas Lakewood?

-Sí, a veces. Pero no puedo negar qué me divierto más aquí. Además cada vez qué lo recuerdo extraño a Anthony. Así qué… se me pasan las ganas de volver.

-Yo también lo extraño. Tal vez algún día volveremos.

-¿Qué te parece en navidad? El lago dónde varias veces caímos por los experimentos de Stear se congela y es perfecto para patinar.

-Sí me gusta la idea. Aprovecharé para visitar a la señorita Pony.

-Perfecto es un hecho, en Navidad nos vamos a América.

-Se lo comentare a Albert cuando lo vea. Espero qué para entonces ya haya regresado de África.

-Suerte con eso. Albert se la vive viajando.

-Le convenceré de apartar esos días en su agenda.

-Sabes Candy empiezo a darme cuenta qué Albert era tal vez el famoso fantasma de Lakewood. Tal vez él siempre vivió con nosotros en la mansión pero se cuidaba de no ser visto.

-Podría ser pero a lo qué me contó casi siempre estába en la cabaña vieja del guardabosques cuidando a los animales.

-Pues le preguntaré - dijo Archie después escuchó un largo bostezo -Vaya bostezo

-Lo siento. Quería tomar una siesta.

-Adelante. Así podrás desvelarte conmigo.

-Una pijamada.

-Sí, tendremos nuestra pijamada esta noche.

-Ojalá nos traigan platillos diferentes asi podremos compartirlos.

-Dudo qué nos den postre pero si es así te daré el mío.

-Buena idea. Hasta la noche Archie.

-se despidió Candy para tomar una siesta.

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Dormitorio de caballeros

El rebelde se quedó encerrado en su cuarto maldiciendo a medio San Pablo.

Había estado leyendo pero se acordaba de lo ocurrido y volvía a maldecir.

Cuando el reloj dio 15 a las 7 lanzó otra maldición, tomó su saco y se dispuso ir a cumplir su sacrosanto castigo.

Para su sorpresa al abrir la puerta se topó con un enorme y bello arreglo de narcisos amarillos abrazados por un follaje verde y blanco. Dicho arreglo tenía forma piramidal y a simple vista parecía medir un metro de altura.

Apenas se lograba ver quien lo llevaba detrás de tan enorme arreglo. Terry sonrió pensando qué tal vez era Candy pero desestimó la idea cuando recordó qué su chica estaba castigada. Además el perfume qué olía tampoco era de ella y las manos qué lo cargaban eran demasiado delicadas.

El arreglo era llevado nada más y nada menos qué por su tímida cuñada. Por supuesto acompañada por una de las hermanas.

Ligeramente Annie asomo su cabeza saludando tímidamente.

-Hola Terry buenas noches.

-Britter ¿Qué haces aquí? Damelo casi es de tu tamaño.

El chico tomó dicho arreglo y lo dejó en la mesita de su sala. Para después volver a la puerta donde seguían la chica y su custodia.

-Annie date prisa no podemos estar por tanto tiempo.-regañaba la hermana.

-Espero te guste fue una idea de Ca… -Estaba a punto de nombrar a su mejor amiga pero ya varios chicos estaban alrededor incluyendo Neal para saber qué hacía ahí. Por lo qué desistió y ya no supo qué decir, así qué la enojona monja continuó.

-Annie lo hizo para ti. Y cómo es un arreglo muy hermoso no quise qué se quedará entre cuatro paredes. Así qué le di permiso de traerlo. No está permitido pero la hermana Gray aceptó sólo porque el viernes es la competencia y es una forma de motivarte. Vamonos Annie.

La chica qué en ningún momento levantó la mirada obedeció de inmediato a la monja y caminó con ella hasta la salida.

-Vaya Terry, por lo visto tu nueva novia ya te hace arreglitos.- dijo Neal en tono de burla.

Terry sólo le sonrió y le cerró la puerta en la cara. Por poco y le da en la nariz pero no, hasta Neal tiene suerte.

El rebelde se puso a checar el arreglo casi pétalo por pétalo hasta qué logró dar con lo qué buscaba.

Era una hoja doblada cómo cinco veces hasta quedar del tamaño de un pequeño cuadrito escondido hasta el fondo de la base dónde estaban insertados los tallos.

-No cabe duda qué ya estás aprendiendo Britter. -pensó formándosele una sonrisa.

"Terry, buscando a Candy como me pediste, la encontré recolectando narcisos para hacerte un arreglo y adornar tu habitación. Tristemente la castigaron así qué no pudo llegar a la clase de floristería. Me parece injusto así qué me tomé la libertad de hacerlo. Yo pensaba entregártelo mañana en el entrenamiento, pero Elisa estuvo molestandome, Dios es tan insistente qué hasta yo pierdo la paciencia con ella. Así qué grite tu nombre…

Terry soltó la carcajada de sólo imaginar a su tímida cuñada gritándole a Eliza.

-Britter empiezas a caerme bien.

terminé por decirle que era ti. Por eso las hermanas se dieron cuenta. Creo qué la hermana Gray reconoció qué se excedió con Candy y por eso ella misma sugirió traértelo con la excusa de la competencia. Lo hice con todo el amor qué le tengo a Candy y el qué imagino ella te tiene a ti, qué seguro es tan grande cómo el qué le tengo a Archie…

-Ash Britter ibas tan bien, no quiero escuchar ni leer sobre Archie ¡en un año!

te preguntarás por qué te escribo esto en lugar de habertelo dicho mañana en el entrenamiento, pero me incomoda Eliza con sus comentarios, así qué entrenaré más temprano, y pues tú no estás a esa hora. Por eso te escribo. Por favor cada vez qué veas estos narcisos recuerda qué fue Candy quien las recogió para ti. Qué pases buenas noches. Annie"

Una enorme sonrisa se le formó en el rostro de sólo imaginar a su pecosa recorriendo los jardines del San Pablo para escoger los mejores narcisos.

-Candy, estoy seguro qué cuando vivamos en Stratford cuidarás de nuestro jardín con la misma dedicación.

Se acercó al arreglo y tomó uno de los pétalos, después respiró el aroma de los narcisos con un fuerte suspiro.

Tomó uno de ellos y salió rumbo a la capilla.

Al llegar ahí ya estaban algunas hermanas sentadas sólo esperando qué iniciaran la oración.

Busco con la mirada a la Hermana Mónica. La encontró junto al altar para dirigir el rosario. Terry pensaba sentarse en la última fila pero supuso qué la directora lo enviaría al frente así qué de una vez fue a sentarse en la primera banca. Pero para su sorpresa.

-Terry llegas puntual, me alegro. Ven acércate - dijo la hermana Monica.

El chico obedeció y tomó un libro qué ya le entregaba la monja.

-Este será tu guía para rezar, ya incluye todos los misterios y letanías.

Terry alzó las cejas, no tenía idea de lo qué hablaba la hermana.

¿Misterios? El único misterio qué le interesaba resolver era saber quién diablos se robó la llave de su puerta secreta y crucificarlo.

¿Y letanías? letanía la de su padre en las últimas semanas "Terry tienes qué ser el mejor, Terry quiero ese trofeo… Terry portate bien… Terry cuida a Clin… Terry etc etc"

Cómo deseaba qué rogaran no "por nosotros'' sino por él y zafarse de tantas responsabilidades.

-Siéntate junto a mí, dirigidas el Rosario conmigo.

-¡¿Qué?!

-Baja la voz estás en la casa de Dios. Y antes qué repliques, son órdenes de la Hermana Gray.

El chico a regañadientes se sentó junto a la hermana qué se preparaba para iniciar.

-Hermana Mónica ya qué estaremos juntos en tan sacra celebración contéstame algo.

-Dime.

-¿Conoce todas las capillas donde veneran a la Virgen del Rosario?

-¿Por qué esa pregunta?

-Imagínese, después de tres meses rezando todos los días seguramente me volveré santo y mínimo debería saber dónde se venera. Digo para visitarlas.

-Terry son demasiadas.

-Podría hacerlo en mis vacaciones. ¿Qué tal Edimburgo? Ahí puedo empezar.

-En ese caso si conozco varias.

-¿Incluyendo las de los pueblos remotos?

-Sí, aunque no he visitado todas. Tengo un directorio con sus direcciones. Lo hice yo misma. De hecho el arzobispo lo halagó cuando lo vio.

-¿Y cómo cuál podría visitar en las afueras de Edimburgo?

-Mañana ve a la biblioteca y te mostraré.

-¡En serio!

-Claro. Tú lo dijiste en broma, pero es un hecho qué terminarás por amar el Rosario.

-Si usted lo dice.

-De hecho la hermana Sofía viene de uno de esos pueblos. Ella apoyó en los dispensarios de esas capillas. Cuando vuelva de su viaje puedes preguntarle.

Terry se puso feliz de saber qué la información qué necesitaba estaba a la vuelta de la esquina.

-Dios me ama.

-A todos Terry. Dios nos ama a todos. Es nuestro Dios padre

-No creo qué ame a Neal a menos qué sea papá cuervo.

-Terry estás junto al altar no hagas esos comentarios.

-Hermana Mónica ya son las siete.

-Gracias Hermana Margareth. Comencemos. Terry incate.

El chico dio un largo suspiro de resignación. Tomó el libro y se preparó para expiar sus culpas.

-Esta noche por sugerencia de la Hermana Margareth, oraremos por las almas desubicadas qué pueden llegar a pensar en un amor incestuoso entre padre e hija aunque sea por adopcion.

-Qué horror, no cabe duda qué hay gente loca.

-Silencio Terry. Repite conmigo. Primer misterio…

Así comenzó el Rosario en Real Colegio San Pablo con un nuevo y aristócrata integrante.

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Mansion de Lord Hamilton.

-Richard. Toma asiento por favor.

-Gracias Arthur. Disculpa qué ayer no acudiera a la cita, pero Terry llegó de sorpresa y no quise qué sospechara.

-¿Qué sospechara de lo qué estamos haciendo ? ¿o evitar qué se lleve a Clin? - dijo Lord Hamilton con tono de burla.

Mientras sirvió dos copas de ron y le entregó una al Duque para después tomar asiento frente a él.

-Vamos, te encantan los animales. Además ya no está tu ex esposa ni tu padre para deshacerse de ellos.

-Está bien reconozco que Clin me devolvió el deseo de una mascota, el cual perdí cuando mi padre … - El Duque de la sonrisa qué le provocaba Clin pasó a un semblante de melancolía.

****Flashback****

En el palacio de Grandchester se celebraba el cumpleaños número 7 del heredero del Ducado, el primogénito Richard Henry Grandchester.

Importantes miembros de la realeza se dieron cita a tan importante celebración. Niños jugando por todo el jardín mientras los adultos bebían y conversaban a los alrededores.

Al terminar la fiesta Richard corrió a abrir sus regalos en la habitación donde habían sido colocados todos. Su madre lo veía con ternura mientras qué su padre sólo fumaba su puro desinteresado.

El pequeño heredero recibió decenas de regalos pero uno en especial conquistó su corazón de inmediato.

Se trataba de un cachorro border collie de apenas 3 meses de edad. Tenía un ojo gris y el otro azul y gemía de tristeza buscando a su mamá.

El pequeño Richard sin pensarlo dos veces lo abrazó. El cachorro se acurrucó en los brazos del niño, su nuevo amigo. Ambos sintieron la conexión de tener un fiel compañero y de inmediato el cachorro dejó de llorar y se quedó dormitando en los brazos del niño.

-¡Es hermoso mamá!

-Sí Ricky te lo enviaron tus tíos los príncipes de Glassboy.

-Hum tenía qué ser escocés.- comentó el padre con desdén.

-¿Puedo quedarmelo papá?

-¿Y qué otra alternativa tengo? Son primos directos de Su Majestad, no quiero qué piensen qué les hice una descortesía. Si por mí fuera lo arrojaba a la calle.

-Pero papá es un cachorro.

El padre lo tomó del lomo para alzarlo.

-No, lo lastimas.- suplicaba el niño.

-Es un animal no siente.

-Basta Henry, harás llorar a Ricky. -ordenó la madre.

-Toma tu perro. No lo quiero ver cerca de mi o mi oficina o lo tiró a la calle.- amenazó el padre para después salir de la habitación

-Ven Rex, conmigo estarás a salvo. Y con mamá también ¿Verdad mamá?

-Claro qué sí. Pero de todas formas mantengámoslo alejado de tu padre.

-SÍ mamá.

Desde aquel día el pequeño Richard y Rex se volvieron inseparables.

Afortunadamente Richard estudiaba desde casa así qué no había forma de qué se separaran hasta dormían juntos. Pero no tenía permitido entrar al comedor. Aunque el pequeño Richard lo dejaba entrar y comían juntos en la mesa cuando sus padres no estaban.

Así pasó un año y medio disfrutando de la amistad incondicional de su fiel canino Rex.

Desafortunadamente un tiempo en el qué nunca logró qué su padre lo aceptara. El padre lo soportaba porque su madre siempre intervenía. Así qué tanto Richard cómo Rex se salvaron de muchos castigos.

Pues su madre era una mujer inteligente qué comprendía qué Richard sólo era un niño y Rex sólo era un perro, así qué ambos no tenían noción de lo qué podrían provocar al estar jugando. Como quebrar un jarrón, romper una ventana, llenar la alfombra de lodo, mojar el piso, etc, etc.

Claro le hacía comprender a su hijo qué tuviera más cuidado la próxima vez. Y le insistía qué lo mantuviera alejado de su padre y su colección de antigüedades. Pues todos conocían la poca tolerancia qué tenía y ni hablar de cómo se deshacía de lo qué no le gustaba. Y lo vengativo qué era.

Richard siguió el consejo de su madre. Amaba tanto a su perro qué nunca permitiría qué ni su propio padre lo lastimara. Hasta qué un día su amor se puso a prueba.

Cómo todos los días el pequeño Richard y Rex jugaban en él jardín hasta qué el cielo empezó a nublarse.

-Ricky ya entren no tarda en llover y tu madre no tarda en regresar. No le gustará si ve qué te estás mojando otra vez. - ordenó la nana.

-Vamos Rex. O nos tocará baño.

Los dos entraron corriendo al palacio. Rex quería tomar la pelota qué tenía el niño en la mano. Richard jugueteaba con su perro fingiendo qué le lanzaría dicha pelota.

Ya estaban por entrar a su habitación cuando por error Ricky dejó caer la pelota y está se fue por las escaleras.

-¡No Rex espera!

El perro no escuchó, pues estaba concentrado en agarrar la pelota. Y en su carrera por atraparlo entró a la oficina del Duque.

-¡Qué hace este maldito animal aquí! ¡Richard!

El chico se puso pálido de miedo al escuchar el regaño de su padre. Y después el gemido de su perro al recibir una patada del Duque.

De inmediato corrió hasta el despacho dónde Rex asustado y con la cola entre las patas miraba a su agresor.

-No papá, fue mi culpa, yo aventé la pelota sin querer. Pégame pero a él no lo lastimes.- suplicaba el niño poniéndose delante de su perro.

La nana de Richard presintió qué algo malo pasaría, al darse cuenta qué en la carrera de Rex se había caído una de las esculturas más preciadas de la colección del Duque.

Así qué corrió a pedirle a uno de los sirvientes ir a buscar a la duquesa.

-Rápido tráela, está en la casa de la condesa tomando el té dile qué el niño tiene fiebre, lo qué sea pero hazlo. Mientras me encerraré con ellos en la habitación de Ricky.

-Sí voy rápido. Ese hombre está loco, no sé cómo la señora se casó con él.

-Por órdenes de la Reina.

El chófer salió de prisa a cumplir su cometido. Mientras la nana volvió al despacho.

Al llegar vio cómo el Duque seguía reprendiendo al pequeño Richard.

-Señor si me lo permite me los llevaré a su habitación. Y yo misma recogeré su desorden.

-¡Cállate! Tú no eres nadie para recomendar nada. Eres una sirvienta y punto. - gritó el Duque dándole una bofetada a la mujer

Rex pasó de su actitud pasiva a la de defensiva. Por lo qué de estar agachado se puso de pie y comenzó a mostrar sus dientes.

-¿Qué? ¿vas a morderme maldito animal?

-No papá ya nos vamos, no, no le pegues.

Richard jalaba con fuerza del collar a su amigo, para salir de ahí, pero Rex no le quitaba la vista a su agresor qué tomo su fajo para castigar al niño.

-¡Te dije mil veces qué no jugaran adentro y mira lo qué has hecho rompientes una esculta valiosísima!

-No volverá a pasar te lo juro papá.

El entonces Duque no tuvo misericordia y le lanzó el primer golpe a su hijo pero Rex no lo iba a permitir así qué se lanzó contra el hombre.

Rex por ningún motivo iba a permitir qué golpeara a su amigo Richard ni cómo castigó. Así qué se lanzó contra el entonces Duque de Grandchester.

-¡No Rex! -gritaron al unísono el niño y la nana.

-¡Quítate animal!

El hombre estúpidamente seguía intentando golpear al niño provocando qué el instinto de Rex se despertará aún más. Instinto de proteger a su fiel amigo Ricky y a su nana.

Rex mordió fuertemente la mano del Duque, la misma con la qué quería golpear al niño.

Al mismo tiempo, qué el perro se enfrentaba contra quien consideraba una amenaza. La lluvia arreciaba y la madre de Richard era enterada de lo qué había pasado.

La madre tuvo un mal presentimiento y subió de inmediato al carruaje de regreso al palacio.

-Esta lloviendo muy fuerte podrían desbarrancarse.- dijo la Condesa

-El esposo qué me eligieron es capaz de cualquier cosa debo volver.

Los gritos provenientes del despacho se hicieron escuchar por todo el palacio alertando a los guardias del Duque.

Richard tratando de calmar a Rex, la nana que trataba de jalarlo y el Duque maldiciendo. Rex ya no lo mordía, ahora solo estaba sobre él gruñendo y enseñando sus dientes en señal de advertencia para qué no intentará volver a lastimar a Richard o a su nana.

-¡Quitenme a este animal! ¡Lo voy a matar!

Los guardias llegaron y uno de ellos amarró con una soga a Rex sujetándolo del cuello.

-¡Lo voy a matar! ¡Llevenlo al invernadero!

Casi ahorcandolo y a rastras se llevaron a Rex.

-¡No papá! ¡No! -gritaba el niño qué intentaba alcanzar a su padre pero era sujetado por una de las sirvientas.

-No mi niño, no debes ver eso.

-Por piedad Su Excelencia no le haga daño - insistía la nana siguiendo al Duque.

El hombre iba cómo un demonio con sed de venganza.

Al llegar a la puerta del invernadero la mujer se arrodilló sobre el lodo qué hacía la tierra mojada por la incesante lluvia.

-Se lo suplico Su Excelencia, no le haga daño. Por amor a Dios no lo haga, es el mejor amigo de su hijo.

-¡No digas estupideces, es un animal!

-Por favor - insistió la mujer y desesperada se atrevió a sujetar la mano del Duque.

-Suéltame pordiosera sino quieres qué te mate a palos a ti también.

La mujer no obedeció así qué uno de los guardias la jalo de los cabellos para después aventarla a un charco de lodo.

Mientras tanto en el camino una de las ruedas del carruaje de la Duquesa se atascó en un banco de tierra.

-¿Qué pasa?

-Su Excelencia, se atascó la rueda estoy haciendo lo qué puedo por sacarlo pero yo sólo no puedo.

-Te ayudo.

-Pero…

-Debemos volver rápido.

La Duquesa bajó del carruaje y sin importar qué su vestido y joyas se llenaran de lodo jalaba al caballo hacia adelante para qué su chófer pudiera levantar la rueda atascada.

Lo intentaron una y otra vez con todas sus fuerzas, pero la lluvia no parecía ceder y los truenos eran cada vez más estruendosos provocando el miedo del caballo y haciendo más difícil la tarea.

La Duquesa ya estaba empapada y llena de lodo pero no importaba sólo quería llegar al palacio.

La nana se levantó del fango y corrió hacia Richard qué yacía en la puerta del jardín. El pequeño se había soltado de la mujer qué intentaba protegerlo.

-Nana, ¿Rex? ¿dónde está Rex? -decía con su carita llena de lágrimas.

El niño estaba desesperado por saber dónde estaba su mejor amigo y lo supo de la peor manera.

El primer aullido de dolor se escuchó… seguido de otros más. El Duque golpeaba sin piedad con una pala a Rex.

-¡No papá no! ¡Rex!

La mujer se llevó en sus brazos al pequeño y se encerró bajo llave en su cuarto. Temblaba de miedo pensando qué quizás el Duque quisiera hacerles lo mismo.

Richard lloró y lloró. Trataba de salir de su habitación para salvar a Rex pero era inútil la puerta estaba bajo llave. Inocentemente jalo y pateó con desesperación la puerta hasta desmayarse.

Minutos después el silencio se apoderó del Palacio y la lluvia había cesado.

El ruido de una silla recorrerse y un paño mojado sobre su frente lo despertó.

El niño se levantó de su cama de inmediato, pensaba qué todo había sido una pesadilla. Buscó a su amigo Rex pero no estaba, sólo su nana qué ya se había cambiado de ropa pero no podía ocultar el golpe en su boca y los ojos hinchados de tanto llorar.

-Salió corriendo hacia el invernadero, ignorando a su naná qué le pedía volver y no ir hacia allá.

Ya no llovía los rayos del sol volvían a alumbrar el extenso bosque qué rodeaba el palacio y el terrible invernadero.

Richard entró pero no había nada. Rex no estaba ahí. Salió a buscarlo por todas partes hasta voltear a la cabaña del velador. Corrió hacia ahí y sin preguntar entró.

Su alma se alegró pero su corazón se rompió en mil pedazos al ver a su amigo sobre el suelo qué apenas y podía respirar.

Con su mirada se dijeron todo, esa mirada pura de dos seres sin malicia, un niño y su fiel amigo canino.

-Lo siento mi niño, no puedo hacer nada, yo quería salvarlo por usted pero no puedo. - decía con lágrimas en los ojos el cuidador de los caballos.

El Duque había golpeado con tanta saña a Rex qué le rompió las costillas y las patas traseras. Provocandole una hemorragia interna.

El niño abrazaba a Rex y no dejaba de llorar. Mientras qué el canino con la poca fuerza qué le quedaba lamía la mejilla de su fiel amiguito.

-Cuando viví en México aprendí qué los perros qué amamos en vida y se nos adelantaron, te esperan en el más allá para acompañarte y ayudarte en tu largo camino al Mictlán (1*)

-¿Rex me espera ahí? - preguntó el niño con un nudo en la garganta.

El hombre asintió. Y tratando de no llorar le pidió al niño despedirse.

-Dile qué lo amas y despídete para qué pueda irse y ya no sufra. Otro en su lugar ya habría muerto pero pareciera qué te estaba esperando para despedirse.

-Sí. -apenas se escuchó su voz infantil.

El hombre se agachó y frotó su espalda para darle ánimos.

-Hasta luego Rex nos vemos en la puerta del cielo…-apenas pudo decir y rompió en llanto.

Pareciera qué Rex esperaba esa dulce promesa y finalmente su corazón dejó de latir. El caballerango cerró los ojos de Rex y un segundo después se escuchó esa voz qué tanto anhela escuchar un hijo cuando tiene el corazón roto.

-Richard.

El niño escuchó su nombre con la voz de su madre y se levantó de inmediato para abrazarse a ella.

La mujer no hizo preguntas, bastaba ver el pobre animal sobre el suelo para saber lo qué había pasado. Estaba tan llena de coraje y de dolor ¿Qué madre puede soportar ver llorar así a su hijo?

-Vamos a enterrarlo en su colina preferida -ordenó al caballerango y este asintió.

La Duquesa con todas sus fuerzas llevó a su hijo cargando. Ya tenía ocho años pero para ella seguía siendo un bebé.

Abrazado a su madre Richard veía cómo el fin de la lluvia había formado un arcoiris. Parecía qué iniciaba desde la colina preferida de Rex hasta el cielo.

Tal cómo su madre le contaba en los cuentos, tal vez era un camino hacia una olla de oro. O cómo dijo una vez su nana era el arcoiris qué algún día Rex cruzaría.

Por órdenes de la Duquesa el pequeño fue llevado a la casa de campo y sería cuidado por su nana. No volverían al palacio en un buen tiempo.

Al llegar la noche el pequeño se fue a dormir con el corazón roto pero con la esperanza de qué algún día se reencontrará con Rex.

Por su parte la Duquesa esperaba en la sala el regreso del Duque qué después de su fechoría se había largado a apostar con sus amigos del club.

Al llegar, en medio de la oscuridad vio a su esposa de pie bajo el umbral de la sala mirándolo con desprecio.

Apenas iba a preguntarle qué hacía despierta tan tarde, cuando al pisar un pedazo de piedra se dio cuenta qué todo el piso del recibidor y el pasillo estaban llenos de pedazos de su preciados tesoros.

-¡¿Qué hiciste?! - gritó

-Por una estúpida escultura rompiste el corazón de mi hijo. Así qué te haré pagar. Empezando por romper lo qué tanto amas ¡tu estupida colección de antigüedades!

Por órdenes de la Duquesa y por amor a Richard los sirvientes destrozaron una por una la colección de esculturas, pinturas y antigüedades qué tanto quería el Duque.

Había gastado años y una fortuna en ellas. Las había traído de diferentes partes del mundo, algunas tenían siglos y otras habían sido regalo de importantes nobles. Pero todas y sin excepción fueron destruidas.

Lleno de coraje y lanzándose contra la mujer la apretó del brazo - ¡Estas loca, esto valía más qué ese animal!

-¡Ese animal vale más qué tú! Infeliz.

-¡No te atrevas a insultarme! -

- También mandé quemar todas tus cosas personales. Aquí ya no tienes nada. ¡Lárgate a Londres!

- ¡Cómo quisiera acabar contigo -reclamó y estaba a punto de golpearla pero recordó el linaje de su esposa.

-Pero no puedes, no se te olvide qué gracias a mi siguen respetando el legado de los Grandchester porque qué sí por ti fuera esto se hubiera ido al infierno hace mucho. Tus antepasados deben estar revolcándose en su tumba de saber qué eres el nuevo Duque de Grandchester.

El Duque la soltó y lleno de rabia lanzó un golpe contra la pared.

-Henry Grandchester, sabes qué sólo sigo contigo por obediencia a Su Majestad la Reina Victoria. Pero no se te ocurra volver a lastimar a mi hijo porque la próxima vez a quién voy a quemar es a ti. Lárgate y no regreses hasta qué yo lo decida. Eres una pésima influencia para mí hijo y nunca voy a permitir qué Richard sea cómo tú. Yo me encargaré de educarlo a él y a nuestras hijas. Tú te mantendrás al margen.

Desde entonces el pequeño Richard fue educado por su madre y su familia materna. Y nunca más quiso otro fiel amigo canino.

Xxxxx Fin del flashback xxxxxxxxxxx

-Tu Madre se desvivía por regresarte el deseo de otra mascota.

-Después de lo ocurrido con Rex ya nunca más quise una mascota. No quise qué mi padre desquitara sus frustraciones con ellos.

-Lo sé. Lo qué hizo tu padre con Rex no tiene perdón.

- Luego me casé con Sophia y ella era igual o peor. Mascota qué traía Terry desaparecía o la envenenaba. Afortunadamente nunca se dio cuenta, siempre le dije qué se iban para buscar la olla de oro. Por eso ya no le permití adoptar más animales, no quise qué se diera cuenta de lo qué realmente pasaba y sufriera lo mismo qué yo.

-Tu padre era el demonio en la tierra y tu Madre una santa.

-Sí. A veces llegué a pensar que si ella hubiera conocido a Eleanor tal vez nos hubiera apoyado, pero su corazón ya era muy débil no quise angustiarla mas.

-El pasado ya pasó, además tú ya volviste con Eleanor. Así qué mejor brindemos porque próximamente el palacio y la Mansión de Grandchester abrirá sus puertas a perros, gatos, ratones, pájaros y cuánto animal se le ocurra a tus hijos y a ti.

Richard soltó a reír y brindó con su amigo pues tenía mucha razón.

-Debo confesarte qué cuando Clin se quedó conmigo en el Palacio mientras Terry estaba en Dublín, volví a la colina de Rex.

-La colina Grandchester. Salud por Rex, por Clin y por todas las mascotas qué nos regresan la humanidad qué solemos perder con el tiempo.

-Salud.

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Cuarto de castigo

-Candy, cómo sigas comiendo así no vas a caber en el vestido de novia. - se burlaba Archie.

-En ese caso mi vestido será una carpa - dijo entre risas la chica. Después terminó su bocado y prosiguió a preguntar. -Ahora es tu turno ¿verdad o reto?

-Tengo miedo de otro de tus retos así qué elijo verdad.

-¿Quieres a Terry?

-Candy qué pregunta.

-Debes responder.

-Esta bien. Reconozco que me cae bien, pero si te llega a hacer sufrir le haré lo mismo qué a sus ancestros franceses.

-Creeme qué Terry me hace feliz.

-Es mi turno. ¿Verdad o reto?

-Verdad

-Ok aquí vamos. Y sólo porque no quiero morir con la duda.

-Dime.

-Candy, si Terry no existiera… ¿Me hubieras dado una oportunidad?

-Archie… yo… - la pecosa se quedó asustada y sin poder responder. ¿Acaso Archie aún la amaba y no a Annie?

-Me imaginé, mi gatita nunca me hubiera elegido - pensó Archie con melancolía.

El silencio incómodo hizo qué Candy se atreviera a responder.

-Archie, cuando te conocí me pareciste un chico muy buen mozo y cuando besaste mi mano sentí mariposas en el estómago, es más ni por el príncipe de la colina me sentí tan encantada.

-¿Quien?

-Es una historia muy larga. Pero me doy cuenta qué mi príncipe sólo era una ilusión. El príncipe del qué todas las niñas nos ilusionarnos pero nada más. En cambio tú eras el chico más guapo y elegante qué jamás haya visto antes. Y sí me gustaste mucho qué hasta me sonroje de pensarlo.

-Hasta qué llegó Anthony y luego el aristócrata arrogante.-dijo con enojo.

-Archie.

-Bromeo. Créeme qué me hace feliz qué seas feliz.

-¿Amas a Annie?

-Sí Candy, sólo hice esa pregunta para no morir con la duda. Nada más gatita.

-Esta bien te creo. Y te querré siempre.

-Yo también.

Archie jaló la mano de Candy para besarla. La chica volvió a sonrojarse cómo la primera vez y de inmediato la alejó. Provocándole un sonrisa la chico.

-Vamos a dormir o nos saldrán ojeras.

-Cómo digas Archie. Buenas noches.

-Buenas noches Candy.

Candy volvió a poner el ladrillo en su lugar. Se puso de pie y se dirigió a su cama.

En el camino apagó la vela y estiró los brazos.

Sintió un frío intenso qué la hizo abrazarse. Volteo a la ventana. Le pareció raro pues hubiera jurado qué la tenía cerrada.

Se subió a la cama y aprovecho para cerrarla. Cuando quiso cerrarla apareció Terry tras las cortinas.

Casi pegó el grito del susto pero Terry le selló los labios con su mano.

Candy enojada y la darse cuenta qué era el lo reto.

-Tonto me asustaste

-Así qué el chico más guapo y elegante qué has conocido.

-Pues si. Y tú el más engreído.

-¿Nada más?

-Eres guapo si … pero lo engreído opaca tus … hermosas facciones.

-Si claro.

-Engreído. No deberías estar aquí. Prometimos ya no dormir juntos.

-Lo sé, pero si no te abrazaba, tomaría el primer barco a América.

-¿Por qué?- ahora preguntaba preocupada al ver el hartazgo del chico.

-Las exigencias de papá, las ocurrencias de mis amigos y los castigos de la hermana Gray me están hartando.

-Exageras. Ven acá. -dijo Candy invitándolo a sentarse con ella sobre la cama.

-¿Segura?

Candy no respondió, sólo lo jalo de la camisa hacia ella tumbandose sobre la cama. Para después abrazarse a su cuello y comenzar a besarlo.

Un beso qué ella dirigió y había aprendido a dar con los tantos besos qué había recibido de su engreído novio esposo Terry.

Cuando terminó de besar al chico más guapo de toda la historia mundial éste dio un largo suspiro.

-Ok Candy. Me has convencido, me quedo en el San Pablo.

Continuará…

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(1*) El Mictlán es el inframundo según los Mexicas. Hoy día en México celebramos el 2 de noviembre cómo el día de los muertos. Es el día qué los seres qué ya trascendieron vienen a visitarnos.

Disculpen si las hice llorar un poquito, pero por desgracia es la historia de muchos niños y adultos qué han perdido a su fiel mascota por la estupidez humana.

Pero creo qué les regrese la sonrisa con el beso de Candy a Terry. Y recuerden qué Henry Grandchester murió en un incendio así qué recibió su merecido.

Gracias a todas por sus comentarios y halagos Australia77, EveStru1213, Carmen Grandchester, Palasatenea2018, Patty de Sazo, Carmen Grandchester, Mia Brower Graham de Andrew, Gladys, Gravv, Pequeña Pecosa, Dajimar y todos los guest.

Respondiendo a sus preguntas y comentarios:

EveStru1213: ¿Castigos? Uf me temo qué cómo todo rebelde a Terry todavía le quedan más por recibir. Sobre todo ese qué lo hizo dejar el colegio. Ops, ¿lo escribí o lo pensé?

Paty de Saxo: Príncipe del Llano jaja. A Terry le encanta ponerle sobrenombres a todos y Albert no es la excepción. Además es su forma de demostrar qué le importa un cacahuate la ilusión qué tenía Candy por su su príncipe de la loma, perdón de la colina.

Pequeña Pecosa: Muchas gracias por tus halagos. La historia está terminada en mi cabeza pero plasmarla por capítulos uf es difícil. Así qué ya ni yo sé cuántos capítulos faltan. Pero espero les agrade el final. Mizuki me va a envidiar jajaja.

Australia77: Thank you for your comments. Here you go another spoiler. I am afraid… yes there will be a mortal accident in the tournament. So sorry sometimes I am so cruel :)

Les deseo un hermoso fin de semana mis queridas Canderrys y no olviden respetar a los animalitos.

Estoy seguro que todos las Canderrys respetan a los animales. Y las que no, ya aplíquense por favor :)