ficción
Historias de Albert y Candy
presenta
Quédate Conmigo
Por Mayra Exitosa
En New York la disputa de Anthony no procedía, la señorita Mc Bride no volvería así hiciera los berrinches que deseara, incluso amenazarlos con hablar con su tío William, ya que él era quien sabía la información sobre la coordinadora de eventos, además que el culpable de que Candy Mc bride no tuviera contrato actualmente había sido él, al haber mandado traer su expediente desde los Ángeles sin el aviso a recursos humanos de la corporación , se evidenció que no contaba con documentación anexa por lo que con su información se desató todo lo relativo a la dama organizadora y ahora había tres mujeres fungiendo sus servicios, una de ellas atendiendo llamadas, la otra agenda y la última viendo el salón y los detalles del evento del día siguiente, con las restricciones necesarias. - Mi tío William me debe informar donde se encuentra la señorita Mc bride. Johnson sonreía de lado y respondía tras su espalda, - ¡quiero ver eso! definitivamente pagaré por ver a su tío informarle sobre la señorita Mc Bride. - Johnson ¿me estas ocultando algo? - ¿Yo? ¡Para nada, señor! Pero dígame usted, desde cuando le disparan los patos a las escopetas. Con esa última frase se alejaba el pelinegro recientemente llegado, con una sonrisa de oreja a oreja por saber que William ya estaba con su mujer y podría tomarse un respiro de su sagrada búsqueda voladora. Era peor buscar a la mujer de William, que evadir a la señorita Elroy, y su centenar de llamadas para ver la fiesta de celebración de boda de su sobrino y por fin conocer a su esposa.
Mientras que el rubio empeñado en que ella no supiera que se había ido a New York a comprobar que su amante lo había olvidado, sostenía que tenía que hablar y convencer a su mujer de darle la documentación original de su apellido Mc Connery para realizar su matrimonio legal cuanto antes; había dejado dicho con uno de sus guardias que le pidiera las pastillas a la enfermera, mientras le dejara el carrito de alimentos fuera de la puerta sin tocar y con la seguridad de no molestarlos durante ese día, así vio como ella dejaba el cobertor para tomar la bata de toalla afelpada que era de él y se ataba con fuerza el listón de la cintura como anunciando que hablarían seriamente y no saldría ileso de un ataque frontal de su parte, él se encontraba plenamente desnudo, así que cuando ella iba a decir algo, se quedaba haciendo gestos con la boca intentando pronunciar aunque fuera unas palabras, sin poder hacerlo al observar su pecho bien formado, las largas piernas, logrando que su virilidad se hiciera más presencial con esa mirada tan agradable, para luego quedarse con la boca medio abierta al ver su entrepierna despierta, notoriamente deseando regresar a la cama, por lo que el rubio tomaba el edredón que había abandonado y lo alzaba con facilidad llevándolo a la habitación, asegurándose de que ella lo siguiera y lo confirmaba al ver de reojo el espejo, pues su preciosa mujer se quedaba viendo su trasero con admiración al morderse el labio inferior y eso al rubio lo hacía sentir todavía más emocionado, no lo había olvidado para nada. Con su tono de voz enronquecido la llamaba. - Ven cariño, tenemos que hablar, la cama está muy acogedora, te prometo que negociaremos todas las peticiones que desees, pero arreglaremos nuestro matrimonio sin falta. - ¡que! ¿Cómo? ¿Qué dijiste? ¿La cama?
La sonrisa satisfecha del marido novato lo hacía volverse loco de emoción por ser ella quien lo admiraba sin contemplaciones tal como lo hacían ambos cuando habían estado en la isla del Cielo, nadando en sus trajes de baño donde estuvieron juntos sin separarse ni uno solo de esos días apasionantes que ambos mantuvieron, él no podía ocultar que la necesitaba puesto que se había evidenciado frente a ella de su necesidad de poseerla por las mañanas. Mientras que ella no podía negar que su atracción por él era más que trasparente, al no poder negarse a su llamado.
Como un fiel cordero la rubia se dirigió a la cama, al cubrirse de nuevo con el cobertor su marido atento notaba sus pies fríos y sus labios temblando, a lo que él vigoroso colmado de calor, la cubría y quitaba con rapidez su bata para abrazarla y frotar con ambas manos sus bracitos y pies pequeños. - Aquí es muy frío, supongo que no te comentaron que esta era mi casa hace algunos años. Ella sabía que había sido de él, pero no se lo confirmaría, por lo que aseguraba distraída, - ¡eh! ¡No! ¡No me dijeron nada!
El rubio sabía que debieron informarle, más ella no lo aceptaría, así que como si fueran la pareja más unida mostraba complicidad, - Pues estaba viendo el precio en la carpeta sobre cuanto desean venderte esta propiedad y es un robo, te daré algunos detalles para que sepas como defenderte y la volveré a comprar para nosotros. La rubia que todavía no entendía cómo es que se encontraba ahí, aun asimilando su presencia en la cama y sus conversaciones amigables, solo respondía con cuestiones mínimas, - ¿en serio?
- Si a mi esposa le gusta esta propiedad y la desea, por supuesto que la volveré a adquirir. Solo que antes tenemos que hacer algunas aclaraciones, como esa que es muy importante y que provocó que me sintiera ofendido y desconfiado, ¿que no te apellidas Legan? por lo que me hiciste sentir que estabas tramando algo fraudulento contra mí, junto a tu supuesto padre, Raymond, para salir con ganancias en algo que todavía no logro comprender.
- ¡Cómo! ¿Yo? ¿No soy Legan? - Pues firmaste el documento de nuestro matrimonio, como Candy Mc Connery. Ella sabía eso, no se lo había mencionado porque no lo había hecho de manera intencionada, por lo que se sinceraba y respondía con velocidad cada cuestión, - Es que yo… fueron tantos años pensando que mi apellido era…
El rubio no la dejaba finalizar la frase y confirmaba, - No, realmente ese es tu nombre, Candy Mc Connery, desde que naciste lo ha sido, solo que por alguna extraña razón alguien elimino de todos los registros tu acta de nacimiento y yo… por unos momentos pensé que te estabas burlando de mi. - Yo jamás lo haría… el rubio la vio con ternura, le tomo la barbilla con sus dedos y le respondía, - Lo sé, no me harías eso, eres solo mía, nos casamos ante Dios en nuestra isla, ¿lo olvidaste? Ella bajo la mirada al no poder bajar el rostro que sostenía el rubio con intención de verla, más avergonzada por lo que el sospechaba, le contestaba,
- No lo he olvidado, es solo que… pensé que te sentías obligado y que seguías amando a la actriz que tuviste que dejar para contraer matrimonio conmigo, tenías un noviazgo importante y yo… El rubio no deseaba que supiera que había querido mucho a esa tipa por lo que de inmediato le restaba importancia, - ¿a esa mujer? ¡No! para nada, no merece la pena. - Pero es que, además no soy hija legítima de mi padre, sino que… pensé que… realmente me sentía muy mal, pues mi madre resultaba ser una… - No, no lo digas, es tu madre y gracias a ella es que tengo a mi esposa, la mujer más honesta y sincera conmigo. ¿Cierto?
Continuara...
Gracias por dejar sus comentarios en cada capítulo, animándome a continuarla más seguido.
Agradecida también por no tomar mis escritos, ni adaptar ni utilizar
por ningún medio auditivo o plataforma alternativa, en parte o completa ninguno de estos.
Con sincero aprecio,
Un abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
