La Sombra de Tomoyo
Epílogo: "Y nos volvimos a ver."
La solitaria figura de un hombre atravesaba las calles con premura. Que día tan lluvioso había encontrado al salir de casa, con la esperanza de ver brillar el sol en tan esperado día. Estaba solo, pero en esos momentos eso no le importaba. Su mente se había ocupado desde la mañana en pensamientos alegres, en las cosas que compraría, en todas las tareas que tendría de ese momento en adelante, en la felicidad que una persona le podía brindar con tan supremo esfuerzo.
Eriol Hiragizawa se encontraba tan feliz aquella mañana, que había olvidado casi completamente el sobre blanco que yacía olvidado, desde que lo había recogido del buzón, en uno de los bolsillos de su pantalón. Ni siquiera se había fijado en el remitente.
Decidió sacarla por fin de su enclaustramiento, cuando estaba sentado ya en la mesa de un pequeño café, con pastelillos de fresa en frente y una calma que había faltado desde hacía varios días, mientras observaba satisfecho a su alrededor: un montón de bolsas acomodadas a sus pies, producto de toda una mañana exhaustiva.
Jamás había ido de compras él solo, pero esa ocasión lo ameritaba, y no se iba a dejar entristecer por estar aislado esa vez.
Miró el reverso de la carta, y se sorprendió de encontrar una escritura elegante muy conocida, con su nombre escrito en una esquina. Del remitente, se veía claramente el nombre de cierta mujer pelirroja que había estado a su lado hacía mucho tiempo: Kaho Mizuki. Sonrió un momento ante su recuerdo, pero ningún sentimiento se presento en su corazón como en muchas otras ocasiones anteriores.
Querido Eriol:
No se como empezar esta carta, ya que hace mucho tiempo que no te escribo. Pero he descubierto, desde hace algunos meses, que Jasón (mi esposo) no es la persona a la que esperaba. Se muy bien que es el padre de mi hijo, pero simplemente no puedo estar con una persona a la que no amo de verdad. Con esta carta te estoy pidiendo una segunda oportunidad. No nos hemos escrito en mucho tiempo, y no se nada de ti, por favor responde esta vez. Ahora sé que las predicciones de Clow Reed sobre nuestro futuro era verdadero, nos toca estar juntos Eriol, es nuestro destino.
Con Amor:
Kaho Mizuki.
El ojiazzul la leyó dos veces seguidas, sin poder dar crédito a lo que leía. ¡Cuánto hubiera dado por recibir esa carta hacia cuatro años! Y sin embargo, ahora que la tenía entre sus manos, le causaba gracia. Primero decía que las predicciones de Clow eran basura, que los destinos de las personas no se podían decidir antes de su nacimiento, y ahora, sin nadie a su lado para cambiar esa creencia, había vuelto a caer en el pensamiento de la existencia del destino. Claro, no era que el no creyera en esa posibilidad, ya que el mismo había profetizado acerca de una nueva Card Captor, un juicio final, incluso el cambio de dueño definitivo de las cartas... pero no todo estaba predicho. El destino se podía cambiar gracias a las decisiones de las personas, de sus actos, y del encuentro esperado ó no de otros seres que podían alterar el curso de las cosas.
Él mismo había peleado muchas veces con Kaho. Él decía que el destino estaba dicho, y ella lo había renegado tercamente. ¡Quien diría que con el transcurso de algunos años, las decisiones de ambos se intercambiarían por un pensamiento totalmente contrario!
¿Cómo iba a saber que iba a conocer a una nueva persona que cambiaría el aparente destino que se le deparaba? ¿Cómo saber que algún día iría a olvidar el aparente amor que sentía por una pelirroja, para reemplazarlo completamente por una fuerza mayor ante cierta chica ametista?
¡Cuantas vueltas tenía el mismo destino! ¡Cuantas cosas podía cambiar el corazón!
En ese momento tenía muchas cosas en que pensar como para quedarse ahí para responder una carta, talvez lo haría en algún momento en el que no tuviera nada que hacer, ya que en su lista de prioridades, su familia era la primera.
Se levantó del lugar, y recogió todas las bolsas, metiendo a su bolsillo la carta que acababa de recibir, sin mucho cuidado. Con una sonrisa en el rostro, y con el pensamiento en su bella esposa, se dirigió al lugar que le otorgaría en solo unas horas, un nuevo miembro en la familia.
~*~
-¡Eriol ya siéntate!- Shaoran Li se había pasado las dos últimas horas observando a su antepasado dar vueltas por toda la sala de espera, a grandes zancadas. Se retorcía las manos de vez en cuando, lanzando maldiciones por lo bajo a cada doctor que pasaba y no le llevaba ni una respuesta.
El ojiazul miró a su descendiente un momento, y después, derrotado, se sentó a su lado. –Esto es horrible. Nunca me había sentido tan nervioso en toda mi vida.- susurró el ingles con una sonrisa vacilante.
-Tu no estás teniendo labor de parto.-
-¡Lo se! Pero ¿Qué tal si algo sale mal? ¿Y si el bebe está deforme? ¿Y si hay complicaciones? ¿Y si los doctores no saben que hacer?- preguntó desesperadamente.
-Nada va a salir mal.-contestó Li un poco irritado.-Has visto a tu bebe cien veces en los ultrasonidos, y siempre te has asegurado de que el doctor le cuente los dedos de las manos y lo pies, en cada uno... no se como te soporta Tomoyo.-
-Soy un futuro padre preocupado, gracias. Ya te veré a ti.-
Li se sonrojo, pero volteó la mirada. –Bah, ya cállate.-
-Ustedes nunca dejan de pelear ¿eh?- una chica castaña, de mirada infantil, los miró con sus ojos esmeraldas, sosteniendo un par de vasos de jugo.
-No estábamos peleando. Solo le preguntaba a mi querido descendiente que hasta cuando me haría tatara tatara tatarabuelo.- respondió Eriol juguetonamente, saboreando el efecto de sus palabras.
-¿Tatarabuelo?- preguntó Shaoran incrédulo, después de salir de su estupor. -¿Quién dijo que podrías acercarte a nuestro hijo?-
-Oh, pero querido descendiente, no te lo estoy pidiendo a ti, sino a la linda Sakura.-
-Claro que podrás acercarte a él Eriol.- respondió la nombrada lanzando una mirada asesina a su esposo.
El ojiazul y la castaña se rieron, observando la cara que ponía Shaoran.
-¿Sr. Hiragizawa?- un mujer de blanco se había acercado al grupo, revisando las notas de una carpeta.
-Soy yo.- respondió Eriol rápidamente, aplacando su risa.
-Su esposa lo espera.- la enfermera sonrió, y con un movimiento de mano, le indicó que lo siguiera. El joven les dirigió una última sonrisa genuina y la siguió gustoso.
Al poco tiempo habían llegado a una habitación no muy lejos de la sala. La enfermera se marchó, y Eriol entró cuidadosamente. La habitación le llevo muchos recuerdos a la memoria. Había estado ahí tantas veces hacia unos cuantos lleno de preocupaciones y angustia, que no podía creer que en esos momentos entrara de nuevo, con un aura de felicidad y esperanza.
Sonrió al encontrar la cama en medio de la habitación. La mujer de cabellos de ébano, esparcidos por toda la almohada, yacía en un profundo sueño, con el rostro cansado. Más pálida de lo normal, pero con un dejo de tranquilidad.
El joven se sentó a su lado, y tomó su mano con ternura, observando su rostro cariñosamente. Ella había cambiado su destino desde hacía mucho tiempo. No solo esa hermosa mujer, sino una niña a la que aún no olvidaba.
No podría olvidarla. Jamás. Había formado parte de su vida por solo unos cuantos días, pero esos habían sido suficientes para retener su recuerdo con cariño.
Ahora podía recordar un amanecer en el esplendor de sus colores y su luz, podía disfrutar cada momento del día con un nuevo espíritu, podía demostrar el cariño hacia las demás personas a través de sus ojos...¡Tantas cosas de las que antes no tenía la posibilidad por tantos prejuicios, y de las que ahora podía disfrutar con deleite! Le había enseñado a desear una familia como a nada, dejando de reprimir los sentimientos ocultos de Clow Reed...le había enseñado que no tenía que morir solo. Que no tenía que correr el mismo destino de su antepasado y que podía tener a una persona a su lado que le diera todo lo que Clow nunca había tenido. ¡Hasta había aprendido a lidiar con niños!
Un ligero apretón en la mano lo saco de sus pensamientos. La mujer que yacía tendida en la cama había abierto los ojos, y había extendido una hermosa sonrisa en su cansado rostro. Eran momentos como esos en los que Eriol se daba cuenta de que no había tomado la decisión equivocada.
-Hola.- le susurró ella con voz fatigada, el joven se inclinó ante la mujer, y beso sus labios con dulzura.
-Hola ¿Cómo te sientes?.- le preguntó el joven de igual manera, sonriéndole abiertamente.
-Eres hombre, no creo que lo entiendas.- los dos se sonrieron amorosamente.
-Tu madre te manda saludos, en cuanto termine con su junta viene para acá.-
-Está bien.- la chica sonrió genuinamente. Eriol le había enseñado hacía mucho tiempo a aceptar a su madre, y aunque aún le costaba un poco de trabajo abrazarla ó hablarle con cariño, por lo menos ya no la miraba con rencor.
Él también había aceptado ya, el que su padre se la hubiera querido arrebatar alguna vez, y, gracias a ella, lo había perdonado.
La puerta se abrió de repente, y los dos castaños que habían estado afuera, entraron con una gran sonrisa y muchas bolsas de compra en ambas manos. Sakura soltó todo, y corrió a abrazar a su amiga.
-¡Tomoyo! ¿En donde esta? ¿Ya lo viste?-
-No, espero que lo traigan pronto.-
-¿Qué fue?- preguntó Shaoran ansiosamente, y Eriol también la miró.
-Dije que esperaría hasta estar con mi esposo, así que todavía no se.- confesó Tomoyo con una sonrisa, volteando a ver a su marido.
La puerta se abrió en ese momento, y una enfermera se abrió paso entre los visitantes con un pequeño bulto blanco en brazos. Los dos padres esperaron expectantes.
Depositó el cuerpecito entre los brazos de Tomoyo, y Eriol se apuró a colocarse a su lado.
-Es una niña.- anunció la enfermera con alegría, mirando a la pareja con detenimiento.
La pequeña abrió sus pequeños ojos con pereza, enfocando su mirada cristalina en él...unos lindos ojos ametistas.
Y entonces Eriol sonrió. Alcanzó una de las bolsas a su lado, y sacó un pequeño oso de felpa color violeta, poniéndolo frente a la pequeña.
-Mira, tu primer juguete.- la niña le sonrió, y Eriol supo que ese era el momento más feliz de toda su vida.
-¿Cuál será su nombre?- preguntó Sakura sonriendo, dándole la mano a Shaoran.
-Su nombre será Tomoyo, la pequeña Tomoyo...- le respondió Eriol orgulloso, inclinándose ante la pequeña y besando su frente con ternura, mientras susurraba lentamente en su pequeño oído –Creo que si nos volvimos a ver...-
FIN.
TARARA!! Termine!! Por fin una historia que acabo!! Y el mismo día de mi cumpleaños!!! ¿Saben? Me he dado cuenta de que es muy fácil empezar las historias, pero terminarlas cuesta un...lo bueno es que me gustó este final, y creo que hice un buen trabajo esta vez, así que me siento satisfecha. Claro, después de tenerla en espera por no se cuantos meses... estaba pensando empezar otra, pero creo que es mejor continuar con las que tengo en espera. Me falta una de Rurounin Kenshin (jeje, perdón) y la otra de CCS así que mejor continuo con esas. De todos modos, espero que sigan apoyándome como lo han hecho hasta ahora, y que si escribo algo nuevo, por lo menos pasen a verla, estoy segura de que no están tan mal... y si pueden dejar un último review en esta historia, me sentiría muy bien, porque por lo menos dejé un pequeño impacto en alguien. Lo último que me queda es agradecerles por todo el apoyo que me han dado y esperar que todo lo que se propongan les salga bien siempre.
Tiff
"Se puede matar al soñador, pero no al sueño"
(David Abernathy)
