Odio a Kikyo, la detesto profundamente, he dicho, lo demás todo lo saben, así que no voy a desgastar a todos con la misma palabrería de siempre, "ningún personaje me per………"
Un Nuevo Comienzo
3.- La desesperanza
Era una noche especialmente oscura, los aldeanos caminaban silenciosamente, como asustados, no les gustaba las noches tan oscuras, eso era un mal augurio, algo malo pasaría, silenciosamente se retiraban a sus cabañas, solamente los más osados y valientes se mantenían a la intemperie mirando asombrados la extraña escena.
Un monje, el hombre que había llegado hace más de una semana a la aldea, estaba sentado en el suelo en la mitad de la aldea, serio, con una mirada dura, silencioso, en posición de loto, sus manos realizando un conjuro y a su lado, una extraña muchacha, vestida con extraño kimono, y que nunca habían visto antes en ese lugar, rápidamente corrió el rumor como fuego en los pastizales, ella era, esa era la joven, la que había llegado muy enferma, pero no era eso lo que más llamaba la atención, sino la actitud de esa mujer.
Ella mantenía sus ojos semi cerrados, miraba concentradamente hacia distintas direcciones, su mirada era extraña, parecía algo extraviada, perdida en un mundo que no era ese, todas las personas que en ese momento la miraban se sobresaltaron, una extraña sensación recorría sus cuerpos como si un viento frío les calara profundo, sentían las energías sobrenaturales provenientes de la muchacha.
Todos los aldeanos comenzaron a salir de sus hogares, como polillas atraídas al fuego, lentamente fueron congregándose silenciosamente alrededor de las dos figuras.
Kagome miraba, observaba, de nada le servirían los atributos de Miko si no podía ayudar en ese momento a Inuyasha, buscaba, se desesperaba, su poder estaba llegando al máximo, debía calmarse, la rabia que en ese minuto solo la estaba distrayendo.
De golpe sintió como su cuerpo era traspasado, perdió el oído, el olfato, vértigo…..mucho vértigo, nauseas, y sintió, sintió que caía, no tenia de donde afirmarse, caía y nada podía hacer contra eso, y su mente colapso, entro en trance y se vio a si misma en un lugar que no conocía pero tampoco le era totalmente ajeno, escucho pasos acercándose e involuntariamente se refugio en las paredes de una cabaña, y vio a un hombre, sombrío, silencioso, su aura la intimido, lo único que ella sabia es que era poderoso, peligroso, volvió a sentir su cuerpo convulsionarse, por fin entendía donde estaba, por fin reconoció el lugar, y finalmente lo encontró, ahí estaba, estaba tan visible que ni siquiera esta oculto, tan obvio que nadie buscaría, ahí estaba el sello, que mantenía a la tierra, la gente, el tiempo, la vida prisionera de su propia oscuridad.
Kagome grito, su voz se desgarro, Miroku corrió hacia ella, mientras caía al suelo agotada, el esfuerzo había sido supremo, el monje le había protegido el lugar para que ella pudiera realizar sus búsqueda protegida pero a pesar de eso el esfuerzo para la joven había sido extremo.
Miroku la miró, sus ojos brillaban de felicidad, la mirada de Kagome le decía todo.
-…lo encontré…- y gentilmente le sonrío.
Miroku la mirada asombrado, sabia que Kagome con el tiempo se había vuelto poderosa, pero también intuía que ella había hecho un gran esfuerzo, no podía olvidar que estaba convaleciente, el agotamiento se notaba en su mirada, su cuerpo, en la forma de descansar en el suelo y suavemente la ayudo a levantarse.
-…ME PUDEN DECIR QUE HACEN EN ESTE LUGAR….- una voz de trueno los sobresalto, lo único que Kagome pudo detectar en esa voz era odio y resentimiento.
-…NO HAN SIDO AUTORIZADOS A ESTAR EN ESTE LUGAR……NO PUEDEN
SALIR DE LA CABAÑA…… NO ESTA PERMITIDO…- grito el hombre fuera de si, mientras tomaba del brazo a Kagome y la aventaba violentamente.
-…No debió haber hecho eso…- se escucho la voz serena , profunda de Miroku, había algo extraño en el timbre de voz del monje, cosa que no detecto el hombre pero si la intuición de Kagome y lentamente se preparo para contraatacar.
-…Mi gente y yo no vamos de este lugar…- y la voz del joven sacerdote sonó dura, casi despiadada -…y hablo de todos, quiero que me entregue a Inuyasha…- simplemente ordenó.
Solo se escucho la fría y brutal risa del hombre
-…Pretenden llevarse a esa bestia miserable…- y la risa solo aumentaba la rabia del monje y la furia de Kagome.
-…dudo que pueda acompañarlos, les aseguro que no puede dar un solo paso, aunque me gustaría que trataran de llevárselo…- y su sonrisa era cruel.
Miroku no se intimido, esta vez no podía, cualquier gesto de debilidad y perderían a Inuyasha.
-…le repito por ultima vez… no quiero tener que destruir esta aldea ni lastimar a sus habitantes…- la voz del joven se escuchó decidida.
-…MALDITO DESGRACIADOOOOOO…- se escucho la voz de Kagome, que fuera de si no pudo continuar callada.
-… NO TIENES DERECHO A RETENERLO… no lo llevaremos ahora mismo, será mejor que no intervengas, ni tampoco el enjambre de basura que te acompaña…- Kagome esta tan enfurecida que había perdido todo tipo de compostura.
El hombre solo sonrío y se acerco peligrosamente a Kagome, tomándola violentamente del pelo y obligándola a mirarlo a los ojos.
-…eres pequeña…- dijo el hombre echándole una sucia mirada
-…hermosa, así que por ti volvió ese engendro…- la miro descaradamente
-…que lastima que seas la concubina de esa bestia, aunque nunca es tarde para reparar los errores…- dijo mientras tocaba brutalmente sus pechos y trataba de besarla a la fuerza.
::::::::: SILENCIO SEPULCRAL ::::::::::::
Todo lo que siguió fue un completo caos.
Todavía no se recuperaba el amo del lugar del violento golpe asestado por Kagome, y que probablemente le dejaría sin descendencia si es que todavía no la tenia, y vio, desde su incomoda y vergonzosa posición como la joven tomaba su arco, y miro intimidado como los ojos de la joven relampagueaba y recorrían el lugar, girando rápidamente mientras se preparaba para disparar.
Miroku miro a la joven, con una sonrisa en sus labios, la verdad es que se veía imponente, se lamento que Inuyasha no pudiera verla en ese momento, el aura de la joven comenzó a brillar tenue al principio y como una astro al final.
El joven sacerdote vio como una flecha cruzaba el aire, centelleando de luz y calor, sintió el impacto, sintió que la tierra se resentía, la tierra pedía su propia liberación, una fuerte luz lo dejo ciego por algunos segundos y comprendió.
Kagome lo había hecho, había roto el sello, ciego por la fuerte luz grito a Sango, la cual corrió con la anciana hacia el cubil donde tenían encerrado a Inuyasha.
Los aldeanos no salían de su asombro, y el miedo se reflejaba en sus rostros, una frágil doncella había disparado una flecha, había roto el conjuro, y solo se escucharon gritos de terror cuando se dieron cuenta que el monje absorbía todo a su paso, desapareciendo todo bajo su mirada, estaban atemorizados, no sabían a que demonios habían admitido en sus hogares, ambos parecían dioses vengadores.
El hombre que había tratado brutalmente a Kagome, tiritaba de miedo en el suelo, algo había que reconocer, ese hombre había heredado el aspecto pero no la fuerza de su padre, era un completo cobarde.
Por otro lado Sango destruía todo a su paso, todo lo que pudiera retrasar el encontrar a Inuyasha.
La anciana mirada todo con terror pero sin salir de su asombro, por todos los dioses…., esos tres jóvenes eran poderosos, y lo que era mejor eran leales y comprendió que finalmente después de tantos años Inuyasha ya no esta solo.
-…MIROKUUUU…- se escucho el grito de Sango
El monje se sobresalto, Sango jamas lo trataba con tanta familiaridad ni con tanta urgencia y rápidamente corrió hacia donde escuchaba la voz de la joven.
Los aldeanos estaba aterrorizados, los hasta algunas horas huéspedes se habían convertido en armas mortales, y si eso no fuera terrorífico, ahora no se atrevían a moverse ni un solo milímetro, una fiera les gruñía peligrosamente.
-…Kirara… que bueno que estés aquí…- dijo Kagome mientras acariciaba suavemente la cabeza de la fiel bestia -…debemos ir con Sango y buscar a Inuyasha…- y solo sintió como corría hacia donde su olfato indicaba que estaba su ama.
Kagome se bajo de Kirara, su corazón dio un vuelco y se destrozo en ese lugar, a través de la neblina, el polvo y el humo vio las siluetas de Miroku y Sango, solo cuando estuvieron lo suficientemente cerca pudo ver que el Monje traía algo cariñosamente entre sus brazos, cubierto con su manto púrpura.
Kagome al ver el estado de Inuyasha quiso matar, destrozar, aniquilar todo a su alrededor, se odio a si misma, por su culpa Inuyasha estaba cruelmente lastimado, lo que vio le paralizó en corazón.
Inuyasha como un niño pequeño se cobijaba temblando, destrozado, aniquilado en los brazos de Miroku, como si fuera lo único que le diera seguridad, mientras su cara la ocultaba en el cuello del monje, mientras sus sollozos se escuchaban tristes y nítidos.
-…por qué Inuyasha, porqué lo hiciste…- la voz de Kagome se quebraba mientras suavemente se acercaba a Inuyasha y le hablaba dulcemente como para intentar con eso calmarlo.
Kagome miro los ojos de Miroku, de Sango, habían tantas emociones en ellos, lo que vio fue rabia, odio, ansias de venganza, dolor reflejado en los ojos de ambos guerreros, y su mano fue retenida por Sango, mientras sus ojos le daban una muda advertencia, mientras bajaba la vista en asentimiento. Inuyasha estaba demasiado lastimado, cualquier movimiento en falso podría significar su huida, no había que olvidar que era un hanyou, y como tal en algunos momentos podría comportarse como una bestia, si se sentía lastimado lo mejor era mantenerlo tranquilo, sino podría reaccionar como un animal herido, así que solo le quedaba esperar, entendía perfectamente la actitud de él, necesitaba sentirse protegido, y Miroku era el mejor para cobijarlo en ese momento.
Silenciosamente se subieron en lomos de Kirara, quedando Miroku con su frágil carga entre las dos mujeres.
-…Kirara, llévanos donde Kaede-Sama…- todo era extraño hasta el fiel animal parecía entender lo que sucedía ya que alzo el vuelo en forma suave, como tratando de lastimar lo menos posible a Inuyasha, porque era verdad, la criatura tenia un especial afecto al joven hanyou.
Los aldeanos miraban asombrados la partida de estos, no entendían que todavía estuvieran vivos.
La anciana curandera apoyada en el tronco de un árbol miraba la partida con una suave sonrisa, no sabia que les podrían esperar para el futuro, sin la protección del sello serian atacados, y pagarían todo el mal que habían hecho, convoco a los más jóvenes, a las mujeres, a los niños y les indico que debían partir con urgencia, ya que al llegar la noche ese lugar no seria seguro, al contrario, pensó seria todo un infierno.
Ella se quedaría ahí, a esperar su muerte, tanto tiempo anhelada y ahora bienvenida, ese sello les arrebato hasta la posibilidad de morir dignamente, ahora la destrucción de este volvería todo a su verdadero sentido, y mirando la figura que desaparecía en el cielo una solitaria lagrima corrió por su arrugada cara.
El regreso fue triste, silencioso, los tres parecían pensar lo mismo, además de las heridas causadas al ahora frágil cuerpo de Inuyasha las cuales eran por si solas simplemente brutales, estaban las heridas a su alma, esas que cuestan más que cicatricen, esas que pueden salvar o condenar a cualquier ser.
Ellos no necesitaban hablar entre ellos para saber que debían tener cuidado con él, no sabían como reaccionaria, tampoco sabrían hasta que este volviera en si y superara el Shock en que se encontraba, la magnitud del daño hecho y todos sentían como se les acongojaba el corazón sin saber a ciencia cierta que hacer para ayudar a su amigo.
Al sobrevolar la aldea vieron a Shippo correr alegremente, mientras gritaba
-…Kagomeeeeee…- y lo veían saltar de alegría
-…Kagome te eche tanto de menos…- sollozaba el dulce zorrito
-…tenia tanto miedo, pero ese perro tonto…- mientras la abrazaba fuertemente como temiendo que ella pudiere irse nuevamente.
-…ese tonto de Inuyasha me lastimo, me golpeo feo…- le dijo haciendo un puchero -…yo solo quería estar contigo…- termino de decir cuando Kagome lo abrazaba con ternura.
Y fue en ese momento que se fijo en sus amigos, todos venían con sus caras preocupadas hasta Kirara parecía estar triste, y miro a todos lados, mientras que con su mirada buscaba al que creía culpable de esas tristes miradas.
-…dime Kagome, que hizo ese tonto de Inuyasha para hacerte llorar…- mientras limpiaba unas lagrimas que recorrían su rostro.
-…si te volvió a hacer llorar te juro que lo voy a morder y se va arr…- pero no pudo seguir hablando, vio cuando Miroku bajaba suavemente un bulto de la espalda de Kirara y lo tomaba dulcemente en brazos.
Shippo no lo podía creer, si hasta ese momento no había distinguido la figura entre los brazos de Miroku, sus largos cabellos blancos le dijo la identidad del herido, pero algo estaba mal, muy mal, ese no era el aroma de Inuyasha, había mucho olor a sangre, suciedad, tierra, para poder reconocer el aroma a selva, arroyo, naturaleza que siempre acompañaba a Inuyasha.
-…que fue lo que paso…- pregunto tartamudeando, el era lo suficientemente adulto para entender que Inuyasha no estaba bien
-…porque lo estas cargando Miroku …- sollozo -…porque Inuyasha no habla…- dijo mientras si voz se quebraba -…él esta bien …- pero nadie le contesto
-…CONTÉSTENME…-
Y solo sintió los brazos de Sango, que lo atraían a su cuerpo
-…Sango que fue lo que le hicieron…- le pregunto llorando
-…era su aldea, ahí nació, ellos lo lastimaron mucho, él …- y su voz tembló -…él solo trato de protegerte, ahí no querían a los monstruos o a los hanyou, los lastimaban, él no quiso que te lastimaran, por eso no quiso que nos acompañaras…-
-…él debió habernos dicho, va estar bien Sango?…, él va estar bien cierto…?, no lo pueden aniquilar con eso, él es fuerte…- dijo mientras enterraba su carita en los brazos de Sango
-…es más complicado que eso, todo esto le trajo recuerdos de su infancia, ya lo habían lastimado mucho, y esa vez solo era un niño, él sabia que ir para su aldea implicaba algo peor que la muerte…-
-…tranquilo Shippo, ahora solo debemos estar a su lado, esperar que las heridas y sus miedos pases, debemos estar ahí, nos va a necesitar y mucho…-
-…solo debemos esperar…-
Continuara
Gracias a todas las personal que me dejaron reviews, pero la verdad es que me cuesta publicar algo, nunca estoy conforme con ellos, los leo, los vuelvo a escribir una y otra vez, pero siempre me parecen que no son suficientes.
En todo caso agradezco a los que se dan la lata de leer uno de estos
Déjenme reviews para saber si este capitulo les gusto.
