- Ya sé que odias a Snape, Hocicos, pero ya basta de gruñir- le retó Harry en el camino a la siguiente clase de Pociones. Hocicos solamente siguió gruñendo, haciendo caso omiso a la advertencia de Harry.
- ¿Qué es lo que te tiene tan enojado?- preguntó Harry al perro negro que lo acompañaba, extrañado de su comportamiento. Hocicos levantó la pata en dirección a...
- Malfoy- susurró Harry viendo al rubio en la entrada al aula. Draco se volteó y le sonrió malignamente, en forma de saludo. Sus ojos grises brillaron despreciadamente, Harry le devolvió una mirada de odio y se volteó inmediatamente hacia Hocicos.
- ¿Por qué...?- pero recordó que un perro no puede contestar a las preguntas con palabras, ya que no pueden hablar, así que calló enseguida- mejor quédate afuera del aula, lo único que falta es que Snape me quite puntos por "traer a mi mascota a clase"- rió imaginándose a Snape regañándolo por esa razón... Hocicos gruñó, en tono de no estar de acuerdo.
- No puedes acompañarme hasta en las clases, Hocicos. No me pasará nada, estando un profesor en el aula... – aunque resaltó que en la clase de Pociones su profesor era Severus Snape. Malfoy podía hacer lo que se le plazca en esas clases...
Tras un rato de estar discutiendo entre gruñidos y ladridos, Harry terminó ganando. Aunque Sirius estaría esperándolo a la salida de la clase, nada malo sucedería durante Pociones, o eso esperaba.
Entró al aula luego de un suspiro de resignación. Sonrió tremendamente aliviado al ver los pupitres con calderos separados. Capaz no tendría que cruzarse a Malfoy después de todo...
- ¡Por fin no tendremos que estar juntos, Potter!- Malfoy estaba atrás de él y había notado la sonrisa de alivio en el rostro de Harry- Aunque a decir verdad, no resultaste ser tan mal acompañante... – Harry sonrió maliciosamente, y respondió para hacerlo callar:
- Lastima que yo no pueda decir lo mismo de ti, Malfoy- se burló. Al mirar de reojo el final del aula, vio a Hermione y a Ron, ambos lo estaban mirando, tratando de escuchar cada palabra de su "interesante" conversación con Draco.
- En Navidad no decías lo mismo- dijo Malfoy con una sonrisa burlona en su rostro. Harry lo miró pasmado. Draco, tras dirigirle una última sonrisa maligna, se sentó con los alumnos de la casa Slytherin. Harry, luego de recuperarse del shock, se sentó cerca de Dean Thomas, quien lo saludó animadamente.
- Malfoy cada día está peor, ¿no?- comentó Dean mirando con desprecio al rubio. Muy cerca de ellos estaban Ron y Hermione, demasiado cerca.
- Hay días que está peor que otros- opinó Harry mientras le sonreía misteriosamente a Dean.
- ¿A qué te refieres?- preguntó Thomas extrañado y curioso.
- Nada de lo que no estés al tanto, Dean- murmuró Harry bajando su mirada hacia el caldero.
- ¿Seguro?- una voz demasiado conocida, era Ronald, quien ya no contenía las ganas de entrar en la conversación. Harry tuvo que aguantarse las ganas de lanzarle una mirada fría. Trágate tu orgullo, trágate tu orgullo de Slytherin...
- Demasiado- contestó cortante, tratando de parar sus pensamientos, pero Hermione se unió también a la conversación. ¿Por qué insistes en que soy un Slytherin?
- Parece que tus navidades fueron más interesantes de lo que nos has comentado... – dijo ella fríamente. Harry la miró, sorprendido. Antes que pudiera replicarle, Malfoy, quien había visto que estaban hablando, se acercó. Porque lo eres, Harry, solo un Slytherin es tan astuto que puedo engañar hasta al mejor espía
- Puede ser, Granger, ¿a qué sí, Harry?- dijo Malfoy con los ojos brillándole de manera extraña. Harry le miró con odio intenso. Slytherin... Slytherin...
- ¿No crees que ya molestaste suficiente en nuestra vida, Malfoy, para seguir haciéndolo?- Slytherin... Slytherin...
- Espera, ¿me estás diciendo que pare de molestarte, Potter? Pero si ya sabes que tu tiempo se está acabando... – Harry palideció ante esto, sus pensamientos pararon en ese instante. Thomas, Weasley y Granger notaron su palidez y lo miraron preocupados.
- Vete al infierno con eso, Malfoy- le dijo Harry. La voz le temblaba. Slytherin... Slytherin...
- No lo conozco, Potter, aunque creo que tú si... ¿cómo se siente saber que ya no tienes escapatoria y qué es por tu misma culpa? ¿Cómo es estar apunto de morirse, de la angustia o del dolor o de ambas a la vez?- Maldito Slytherin asqueroso... ¡Maldito mortífago repugnante!
- ¿Realmente quieres saberlo?- los ojos de Harry brillaban de forma sobrenatural. ¿Acaso tú no lo eres, Harry?- Pues, horrible... ¿alguna pregunta más?- no pudieron decir más, ya que el Prof. Snape acababa de entrar al aula de Pociones.
- Esto no es un club social, Srs. Weasley, Thomas, Malfoy y Potter, Srita. Granger... – les regañó Snape. ¿Seguro que no, Profesor? Yo pensaba que si... Harry rió internamente. Se acomodaron en sus asientos y escucharon las indicaciones del Profesor.
Luego de una "entretenida" y "productiva" clase de Pociones, en la cual Malfoy no quitó su vista de Harry, Potter se dirigió a la biblioteca. Pero antes, cuando acababa de salir de las mazmorras, recordó que Sirius le había dicho que lo iba a estar esperando al final de la clase. Echó un vistazo alrededor y se sorprendió al no ver a Hocicos.
- ¿A quién buscas?- escuchó que le preguntaban. Se dio vuelta para encontrarse con el rostro de Ron, quien tenía a Hermione de la mano. Harry tuvo un ascenso de celos y odio, pero se apresuró a ocultarlo. Al ver que Harry no pensaba contestar, el pelirrojo agregó: - ¿A Malfoy, tal vez?- Harry trataba de controlar sus sentidos, pero se le estaba saliendo de las manos. Maldito Voldemort...
- No, a Malfoy no. Y si lo fuera, no sería asunto tuyo, ¿verdad?- tuvo que contestar de manera cortante. Cómo si me fuera a juntar con Malfoy... después de todo, él es el tercer culpable de esto
- ¿Qué es lo que te sucede últimamente, Harry?- preguntó Hermione, su tono parecía preocupado. Cómo si yo le importara... Se mordió el labio. Si no le había contado a Sirius que le sucedía, menos se lo contaría a sus ex amigos.
- Supongo que no lo saben, ¿verdad?- dijo Harry, durante unos minutos, el tono que empleó parecía burlón- se nota que no cursaste Adivinación. Sin embargo, tendrás que averiguarlo porque no pienso decirte- Sentía que el odio podía más que él. Necesitaba alejarse de ellos AHORA. Sin más palabras, se dio vuelta y empleó nuevamente su rumbo hacia la biblioteca.
Sabía que Sirius se pegaría un gran susto al no verlo allí y al encontrarlo solo en la biblioteca, pero no podía ver esa escena, Ron y Hermione, los novios, tratando de averiguar que le pasaba. Si realmente querían saber que era lo que le sucedía, deberían averiguarlo por ellos mismos. No se los pensaba comunicar. Detestaba verlos así más que a su vida. Se detestaba a sí mismo por todo lo pasado con Malfoy. Maldito Malfoy Sentimientos oscuros invadieron su mente, como siempre.
Al llegar a la deshabitada biblioteca, tomó el mismo solitario lugar de siempre. Sacó sus infinitos deberes de Pociones y se dispuso a hacerlos. Mientras aquello ocupara su mente, no habría problema. Pero no estaba totalmente concentrado en su trabajo. No solía desconcentrarse con sus trabajos, pero esa vez, sus pensamientos podían más que el odiado profesor Severus Snape.
¿Qué había retrasado a Sirius? ¿Algo malo habría sucedido? Por otra parte, ¿desde cuando Hermione y Ron sabían que él les había mentido respecto a sus repugnantes vacaciones de Invierno?
En ese momento, un repentino, pero normal, dolor del brazo derecho lo sacó de sus pensamientos. Se percató que su cabeza era un bombo y que no podría concentrarse. No le preocupaba que le doliera el brazo, eso ya era normal. Tampoco se sorprendió al sentir ligeros mareos. Ya estaba absolutamente acostumbrado.
Separó los libros de Pociones de su mente, los guardó en la mochila y se puso en camino a buscar a Sirius. Auque sea, eso lo despejaría. Necesitaba pasear, tomar aire fresco, relajarse...
El problema era donde empezar a buscar. El castillo era inmenso y no tenía ni idea por donde empezar. Pensó que tal vez el aire fresco había entretenido a Sirius (como siempre le pasaba a él) Así que decidió salir a los terrenos del castillo.
Respirar el aire fresco siempre lo hacía sentir reconfortado. Tras un suspiró, comenzó a caminar hacia el lago. De reojo, vio la cabaña de Hagrid. Hacia mucho tiempo que no lo visitaba... pero no estaba de ánimo para hacerlo. Además, parecía que "la parejita de Gryffindor" estaba allí. Tragó saliva para sacarse el gusto áspero de la boca.
Sentía cómo si lo vigilaran, cómo si vigilaran sus pasos, cómo si lo estuvieran espiando. No paraba de mirar nerviosamente, de reojo, hacia atrás. Pero no veía a nadie. Suspiró con resignación. Deja de desconfiar del mundo, Harry ¡Maldición, Voldemort!
Comenzó a temblar. Ya no le quedaba tiempo para pensar en tonterías. Necesitaba pensar en algo que lo salvara de aquel infierno. Necesitaba...
- ¡Harry!- volteó rápidamente luego de un respingo y se alegró de ver a su padrino, que parecía aliviado al verlo bien.
- ¡Sirius!- dijo alegremente mientras se acercaba, luego notó algo y dijo en tono regañón- ¿Qué haces en tu forma humana? ¿No ves que cualquiera te podría ver? ¿En qué pensabas?
- ¿Y qué haces en los terrenos, dónde cualquiera te puede atacar? ¿Por qué no me esperaste en el aula de Pociones? ¿En qué pensabas?
- Luego te explico, pero transfórmate, por favor- pidió Harry, le preocupaba que cualquiera pudiera ver a Sirius y... Sirius suspiró aliviado y a la vez con resignación, y se transformó en "Hocicos"- vayamos a la sala común.
Tiempo después, Potter estaba sentado en uno de los sillones de la sala común de Gryffindor, con Hocicos acostado cómodamente a su lado. El perro negro no dejaba de mirar el cuadro de la dama gorda con impaciencia. Harry lo notó y lo cuestionaba con la mirada. ¿Qué estaría tramando Canuto?
El cuadro de la Dama Gorda se abrió y aparecieron Ronald y Hermione. Hocicos ladró con cierta alegría que Harry no dejó de notar y Potter le dirigió una mirada fría, de esas que congelan el fuego más caliente. Ahora entendía todo... Sirius les había contado lo de Malfoy.
Hermione y Ron voltearon animadamente hacia donde habían escuchado el ladrido y se acercaron a ellos distraídamente. Harry no quitaba su mirada de la chimenea. Amanda siempre había tenido una frase para muchas cosas y en ese momento se acordó de lo que solía decir Ruiz sobre las llamas de la chimenea: "Míralas cuando quieras quemar tus pensamientos, que ellas te ayudaran..." ¡Maldición! ¿Por qué tenía que recordarla? ¡¡¡Maldición, Voldemort!!!
Hubiera deseado alejarse de ellos, de la sala común... subir a su habitación y tumbarse en la cama. Pero Hocicos lo mantenía en el sillón con la mirada seria. ¿Un perro con una mirada seria? Rió internamente. Se mordió el labio al ver que no tenía escapatoria y levantó su vista hacia Granger y Weasley. Ellos también lo miraban inexpresivamente. Se sentaron en los sillones más cercanos y miraron la desierta sala común. Todos estaban cenando felizmente en el Gran Comedor...
- ¿Podrías volver a tu forma original, Sirius?- pidió Granger, la voz le tembló al encontrarse con los ojos fríos de Harry. El perro negro desapareció para dejar ver al "padrino-humano" de Potter. Sirius también miró a Harry, pero este ya había desviado su mirada del grupo, volviendo a concentrarse en las llamas de la chimenea.
¿Qué era lo que quería lograr Sirius? Claro, volver a unirlo a sus amigos para que estuviera protegido. Para volver a ser el mismo de antes... pero eso era imposible, ya no había vuelta atrás. ¿Cuánto sabían Hermione y Ron sobre las vacaciones de invierno? ¿Desde cuándo? ¿Dónde había estado Sirius durante la clase de Pociones? ¿Por qué desconfiaba de Malfoy? Sabía que Sirius no le tenía aprecio por lo de Navidad, pero nunca se había comportado como aquel día enfrente de Draco. ¿Tal vez sospechaba de la verdad?
¿Cuánto tiempo le quedaba en la sala común? ¿Dos horas, una hora, media hora, quince minutos, cinco minutos, un minuto, algunos segundos? ¿Cuánto tiempo tendría que soportar ese absurdo silencio? En ese momento, podría estar haciendo los deberes de Pociones que no había podido hacer en la biblioteca o practicando encantamientos con Sean. Hoy tenía entrenamiento y tenía que descansar. Reprimió un largo bostezo.
- ¿Qué es lo que te sucede, Harry?- preguntó Hermione sabiendo perfectamente que Harry no se atrevería a irse con la mirada seria de Sirius depositada en él. Creo que está bastante claro, sangre sucia ¡Maldito Voldemort!
- ¿Por qué te has alejado de nosotros?- preguntó Ron fijando la mirada en él. Capaz tenga algo que ver con cierta sangre sucia que conozco... ¡Maldito Voldemort!
- ¿Por qué tan reservado en tus pensamientos, Harry?- preguntó Sirius. Su mirada pasó de enorme seriedad a preocupación inmensa. Capaz porque tienes miedo a contarlos o porque te traen mucho dolor, ¿no, Harry? ¡Maldito Voldemort!
El odio contenido durante semanas parecía querer explotar en ese momento. Capaz era lo que Voldemort quería lograr, hacerse odiar y a la vez odiar. Cerró los puños en un considerable esfuerzo por mantenerse decente. Cerró sus ojos con fuerza para evitar miradas frías, cerró sus pensamientos, evitando comentarios del Innombrable en su mente. ¡Maldición, todo por poder! ¡Él nunca pidió ser el Heredero de Gryffindor! Maldición...
- Si quieren una respuesta sincera, no la tengo, porque ni yo mismo puedo responderme eso- se había puesto de pie, todavía con los ojos cerrados.
Sentía la mirada de Sirius, pero no soportaba aquello. Sabía que recientemente su personalidad era rebelde, pero no podía hacer nada por evitarlo. Prefería ser rebelde a ser sensible. No hubiera llegado al presente sino fuera por su rebeldía. Hubiera caído inmediatamente en manos de Voldemort.
Empezó a temblar. No te descontroles, Harry No podía evitarlo. Todo era un peso en su cuerpo, que no podía sostener... Unas voces empezaron a escucharse en su cabeza.
- Se acerca nuestro ataque, Lucius, ¿crees qué para entonces tu hijo habrá hecho lo que le he pedido? – dijo la voz fría de lord Voldemort.
- Por supuesto, señor. Draco se está demorando por la molesta protección que tiene el joven Potter...
- Ese cuento hubiera funcionado en otros tiempos, Lucius. Sabes que ahora Potter está totalmente desprotegido. ¡Crucio!- Unos gritos bloquearon la cabeza de Harry. No podía más del dolor.
- Dentro de una semana, mi poder será absoluto. ¿Entiendes, Lucius? Si tu hijo no hace lo que le pedí para entonces, perderé muchas de las oportunidades. Y eso no es algo que quiera hacer. Supongo que debes comprenderme.
- Por supuesto, señor- la voz de Lucius Malfoy temblaba después de la cruciatus.
- Hogsmeade es un excelente lugar para hacerle notar a Dumbledore que el poder está en mis manos- la voz de Voldemort sonaba victoriosa- nada me detendrá... nada. Y para que le digas a tu hijo que se vaya apurando: ¡Crucio!
Las ganas de gritar no le faltaron a Harry. Abrió los ojos de repente y notó su agitada respiración. Quedó pasmado al verse en la habitación de la torre de Gryffindor. Miró a ambos lados, examinando cada una de las personas que se encontraban en ella. Todos sus compañeros estaban durmiendo despreocupadamente y Hocicos estaba acurrucado a un costado de su cama, durmiendo tranquilamente. Capaz me trajeron al ver que no me podían despertar
Sintió el cansancio en su cuerpo. Recordó que tenía entrenamiento con Sean aquella noche, pero parecían ser las cuatro de la madrugada. Definitivamente, demasiado tarde se había acordado. Se dejó caer entre las almohadas y milagrosamente el sueño lo invadió.
~~~~~~~~~~~~~
A la mañana siguiente, lo primero en lo que pensó Harry fue en que Hocicos no estuviera a su lado. Le pareció sumamente extraño. Sirius nunca bajaba sin su ahijado... capaz estaba esperándolo en la Sala común, capaz estaba hablando con Hermione Granger y Ronald Weasley.
Se puso la túnica negra, normal en Hogwarts, trató de peinarse un poco (sin resultado favorable) y bajó a la sala común velozmente.
Su sorpresa aumentó cuando al llegar a la sala común, se percató que Sirius tampoco estaba allí. Sin embargo, Hermione y Ron estaban a un costado. Pero nunca se acercaría a preguntarles, no se comería su orgullo. Tu orgullo de Slytherin, Harry Caminó hacia el cuadro de la Dama Gorda, hacia el Gran Comedor, sin cruzar miradas con nadie.
En medio del camino al Gran Comedor, se cruzó con nada más ni nada menos que con Draco Malfoy, quien parecía estar esperándolo, por su sonrisa maliciosa. Algo tramaba ese asqueroso mortífago.
- Es raro que tú no estés en compañía de Sirius Black, Potter, ¿Qué sucedió?- dijo Malfoy con su sonrisa burlona. Harry tuvo que evitar la mirada de sorpresa, Malfoy sabía de Sirius. Le dirigió una de sus mejores miradas de odio.
- ¿Qué quieres, Malfoy?- preguntó Harry en tono cortante. Malfoy sonrió maliciosamente.
- Menos de seis días, Harry, ¿ya te estás despidiendo, verdad?- se burló Draco. Harry palideció, pero siguió mirando a Malfoy.
- ¿Qué es lo que quieres, Malfoy?- repitió con impaciencia.
- Mm, ¿tú que crees? Estoy sirviendo a mi señor y a sus ordenes...
- Maldito mortífago...
- OH, ¿acaso tú no lo eres?- se burló Malfoy- tienes la marca de Voldemort en tu brazo...
- No es la marca tenebrosa, Malfoy
- Casi lo es...
- ¿Se puede saber que quieres?- Malfoy sonrió malignamente, acercándose cada vez más. Ante la sorpresa de Harry, sacó la varita de su túnica negra y lo señaló, amenazante.
- Pagarás cada una, Harry, cada una de las que le has hecho al lado oscuro- murmuró lentamente, en tono amenazante.
- Tú también, Malfoy, uno de estos días pagarás caro todo lo que has hecho- respondió Harry sin intimidarse. Eso era lo que quería Draco...
- Theslyrin Morsmordre- gritó Malfoy enfadado señalando su brazo derecho con la varita. Un rayo verde le pegó a Harry en el brazo...
Harry sintió que la marca de serpiente le ardía como nunca antes. Cayó al suelo de rodillas, sin poder con el dolor de su cuerpo. Parecía que un veneno circulara por su sangre. La vista se le nubló junto a los mareos constantes. Quiso gritar, pero no podía articular ningún sonido.
- Desmaius- sintió que alguien gritaba. No era Malfoy...
Escuchó pasos apresurados que se acercaban a él, distinguió a Sirius, arrodillado a su lado, y a Dumbledore, al lado del cuerpo desmayado el asqueroso mortífago.
Un estremecimiento recorrió su espalda. Se dio cuenta que temblaba con violencia. Sentía que la respiración se le cortaba, y reuniendo aire de donde no tenía logró susurrarle a Sirius, antes de caer desmayado:
- Voldemort... es el culpable... de que no pueda revelar mis sentimientos, Sirius...
Todo se volvió una inmensa oscuridad. Cayó al suelo, desmayado, completamente frío y pálido.
Seis días... solo seis días más, Harry, estoy seguro que puedes soportarlos. Salvo que el niño que sobrevivió al Señor Tenebroso no pueda con unos seis largos días de dolor y tristeza...
~~~~~~~~~~~~
No quería abrir los ojos, si era que tenía la energía suficiente para hacerlo. Su cuerpo parecía aturdido, paralizado. Sentía que algo extraño subía y bajaba por su garganta. Su cuerpo ardía en calor, seguramente tendría bastante fiebre. Parecía tener un veneno de serpiente en su sangre. Un montón de sentimientos pasaban por su ser, todos ellos eran negativos. No había de que alegrarse, de que festejar. ¿Alegrase de estar vivo, sano y a salvo? Nunca estaría sano y a salvo, y preferiría estar muerto, así no sufriría tanto...
Si tan solo pudiera asegurarse que sus seres queridos no sufrieran por su muerte... hubiera desaparecido del mundo. Asegurarse que aquellos que lo aman no sufrieran como él, en manos de Voldemort. Que no murieran como Amanda Ruiz, solo por estar en el momento menos indicado, en el lugar menos apropiado y en la fantástica compañía del niño que vivió. Que no sufrieran como Sirius Black, que se culpaba de la muerte de Lilian y James Potter, que sufría al ver aguantarse el dolor a su ahijado... Que no lloraran como Hermione Granger, por ser la hija de un autentico monstruo asesino y tener de mejor amigo al peor enemigo de su padre...
¿Acaso merecía el amor de personas tan especiales como lo eran ellos? Si tan solo ellos no existieran, él se hubiera lanzado a Voldemort. Le importaría nada lo que pudiera pasarle a ese cruel mundo. Pero estando Hermione, Ron, Sirius, Arabella, Albus con vida... le pedía a la vida un poco más de tiempo para matar a ese monstruo asesino, hacer lo que todos esperaban que hiciera. Realizar lo que le solicitaba su destino. Maldito destino.
¿Por qué existía el poder? ¿Por qué Voldemort quería más poder que el que ya tenía? ¿Por qué tenía que ser el Heredero de Gryffindor, el mayor rival por naturaleza de Salazar Slytherin? ¿Por qué tanto dolor y sufrimiento? Esperaba que todo el dolor, todo el llanto, sirviera para algo más que eso: para causar dolor.
Decidió abrir los ojos y ver en la situación que se encontraba. Aunque prefería quedarse tumbado en esa cama, sin tener que pensar en nada más que en...
Voldemort.
La luz del mediodía le pegó en los ojos, cuando los abrió. Las blancas sabanas, el contorno blanco... se dio cuenta que estaba en la enfermería. La cabeza parecía querer explotarle. Mejor no ponerse los anteojos, mejor no forzar la vista. Mejor no pensar en nada más... se quedó allí en las almohadas, unos minutos en completo silencio. Seis días...
Entonces, alguien entró en la enfermería. Harry, a pesar de no tener los anteojos puestos, pudo distinguir a Sirius, quien inmediatamente se acercó, al ver que estaba despierto.
- ¡Harry, ya estás despierto! Llevas tres días en la enfermería... – exclamó Sirius totalmente aliviado de verlo "bien". Harry miró a Sirius horrorizado, cosa que extrañó a Canuto.
- ¿TRES DÍAS?- tuvo que contener las ganas de gritar. Eso significaba que le quedaban... tres días. ¡Maldito Voldemort!
- Sí... ¿cómo te sientes?- Horriblemente horrible... ¿cómo voy a sentirme?
- Bien... - Maldito Voldemort
- ¿Seguro?- preguntó Sirius desconfiando. No, te estoy mintiendo
- Sí... – suspiro interno. ¡TRES DÍAS!
En ese momento, Dumbledore ingresó en la enfermería. Miró a Harry con una sonrisa, que luego se hizo bastante seria. Sirius también lo miraba así... querían que hablara, que dijera la verdad...
Pero Voldemort no me permite... ¿o yo no me lo permito?
- Harry, necesitamos que nos expliques TODO lo que sabes. Necesitamos saber que te pasa, que sucede con Voldemort y los sucesos con Malfoy- dijo Albus luego de un tiempo de silencio absoluto.
Capaz sea interesante que Dumbledore se entere que ya eres parte de mí, ¿no, Harry? ¡Maldición, Voldemort!
Harry suspiró con resignación. Debía explicarles... pero el problema siempre era el mismo: Voldemort.
Se mordió el labio durante unos momentos y volvió a suspirar. Las palabras no le salían. Necesitaba relajar sus pensamientos y así Voldemort no podría manejarlo... cómo últimamente estaba haciendo.
Se tranquilizó pensando que capaz, luego de su relato, podría sacarse a Voldemort de encima con la ayuda de Dumbledore, o simplemente "curar" sus pensamientos. Suspiró, pero esta vez las palabras salieron de su boca.
- Todo lo que me sucede se reduce a una palabra, profesor: Voldemort- tomó aire y empezó a explicar: - Me di cuenta de todo en mi "visita" a la Cámara de los Secretos: la marca de mi brazo derecho, hecha por el Radopole, está conectada a Voldemort. A través de ella, el Innombrable me transfiere poderes de Slytherin. La serpiente me había querido llevar con Voldemort, para terminar transformándome en el futuro heredero de Slytherin. Por eso todos sus sentimientos negativos. Voldemort se está aprovechando de eso- tomo aire nuevamente y continuó:
- Draco Malfoy es un mortífago que actuaba para conocer mis secretos más profundos. De esa manera, Voldemort puedo manipularme con mayor potencia. Por eso el león ya no me reconocía como el Heredero de Gryffindor, porque en mi cuerpo se había liberado una cantidad sorprendente de magia negra- había soltado todo de una. Todo lo que había pensado días atrás... se sentía más relajado de haberlo contado, pero el dolor del brazo había aumentado justo cuando había terminado de decir: "magia negra" Voldemort no iba a dejar que Dumbledore se enterara de todo...
- ¿Qué te hace suponer todo esto?- preguntó Sirius, completamente pálido.
- Todo, Sirius, todo me hace suponer esto. La horrible pesadilla de las vacaciones, la amabilidad de Malfoy en el Invierno... – suspiró antes de decirlo, tomó aire y soltó antes de que el Innombrable pudiera detenerlo- y la voz de Voldemort en mi cabeza...
- ¿La voz de Voldemort...?- preguntó Sirius sin entender.
- Si, constantemente diciendo comentarios o... interfiriendo en mis pensamientos... en mis acciones...
- La noche antes de lo sucedido con Malfoy, tuve nuevamente un sueño con Voldemort- Albus le hizo automáticamente una seña para que lo contara.
Luego de unos quince minutos, Harry explicó el sueño (la conversación del Señor Tenebroso con Lucius Malfoy) y lo extraño de levantarse en la habitación de la torre Gryffindor, cuando él no recordaba haberse acortado. Sirius lo miró con el entrecejo fruncido, comenzando a pensar en la salud mental de su ahijado.
- Cuando dijiste: "Si quieren una respuesta sincera, no la tengo, porque ni yo mismo puedo responderme eso" Luego dijiste que necesitabas descansar, por el entrenamiento que tendrías con Sean... – murmuró Sirius sumamente extrañado- ¿no lo recuerdas?- Harry negó con la cabeza, horrorizado.
- Y si mal no recuerdo, Sean me dijo que habías asistido ese día al entrenamiento... – dijo Dumbledore mirando fijamente a Harry. Harry cerró los ojos inconscientemente por un momento...
Fue muy divertido conocer a mi hermano gemelo, Harry... ¿me dejarías conocer a otros de tus amigos? Me cayó sumamente bien, especialmente porque te está entrenando sobresalientemente... Pronto le premiaré con una de las mejores maldiciones... ¿te gusta el Avada Kedavra como premio para Sean Riddle? También me encantaría conocer a la versión de Dumbledore que tú tienes en la cabeza... ¿me dejas, Harry, me dejas?
La risa maniática y fría de Voldemort se hizo escuchar luego de su comentario con voz infantil. Harry soltó un grito de horror, sabiendo que era lo que realmente había sucedido aquella noche: Voldemort había tomado posición de su cuerpo. Se llevó las manos en la cabeza, para dejar de escuchar la voz de Voldemort. El dolor aumentaba...
Sintió que lo sacudían desesperadamente y volvió a abrir los ojos lentamente. Sirius le miraba con inmensa preocupación y a su lado estaba Dumbledore, con la misma expresión que su padrino en el rostro. Seguramente se habían alterado luego del grito de Potter.
Harry tardó unos minutos en tranquilizarse. Su respiración se había vuelto a agitar y no podía relajarse. No quería cerrar los ojos por miedo a volver a caer en el trance.
- ¿Qué sucedió, Harry?- preguntó Sirius después de un corto silencio.
- Voldemort... – le costaba hablar. El terror podía más que la razón- tomó posición de mi cuerpo aquella noche... – sentía que todo le daba vueltas. Maldito Voldemort...
- Túmbate, Harry, debes tener fiebre- sugirió Dumbledore intranquilo. Harry se dejó caer entre las almohadas. Albus puso su mano en su frente para ver su temperatura.
- Descansa, Harry, estás delirando de fiebre- volvió a sugerir el director de Hogwarts. Luego se volteó hacia Sirius: - Quédate con él. Tengo que ir un momento a mi despacho, vuelvo enseguida...
Harry no pudo más y, sin proponérselo, cayó dormido en aquella inmensa fría oscuridad...
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Harry se acomodó en la silla, en el despacho del Director. Allí se encontraban Albus Dumbledore, por supuesto, Sirius Black y Arabella Figg, escuchando cada palabra que decía atentamente. Llevaba más de una hora contando todo los sucesos extraños desde Navidad. También había contado sus sentimientos por Amanda Ruiz, ya que era sumamente necesario. Cuando lo hizo, se sintió enormemente relajado, como si se hubiera sacado un peso de encima. Pero las misteriosas palabras que le había dicho Sirius todavía le corrían en su cabeza como un río:
"Remus pasó algo parecido, solamente que la chica a la que amaba no murió, sino que lo dejó por otro en medio de su relación. Llevaban un año y medio de novios para ese entonces..."
Dumbledore había mirado de forma de reproche a Sirius cuando terminó de decir eso, como si hubiera dicho algo de más. Harry tenía sus remotas sospechas de quien era la que había dejado a Remus, pero no las iba a consultar con los tres adultos. Era un tema demasiado delicado para que un muchacho de diecisiete años se metiera en el medio, como si nada.
- Sospechamos que mañana los mortífagos atacarán el pueblo de Hogsmeade en la salida de los estudiantes. Te dejaré ir con la siguiente condición, Harry: que no te separes nunca de Sirius ni vayas a lugares extraños, ¿entendido? Si es posible, en compañía de alguien más que Sirius- dijo Dumbledore mirándolo seriamente. Luego de dejarlo descansar unas horas en la enfermería, Madam Pomfrey le había dejado retirarse, pero Dumbledore lo llamó inmediatamente a su despacho para escuchar el relato completo. Ya era de noche y al día siguiente era la visita a Hogsmeade.
Harry asintió a las condiciones que le había expuesto el director. Junto con Sirius en su forma animaga, se dirigieron a la torre de Gryffindor.
Harry caminaba muy pensativo. Le extrañaba que desde que se había levantado en la enfermería, Voldemort no había hecho ningún comentario. Además, el brazo no le dolía y se sentía extrañamente normal. Si realmente pensaban atacar Hogsmeade, capaz se estaban preparando y no tenía tiempo de infiltrarse en su cuerpo. Harry se mordió el labio antes de decir la contraseña a la Dama Gorda.
Al entrar no se extrañó de ver a gran parte de los alumnos de Gryffindor rodeando una mesa. Había escuchado del Torneo de Ajedrez que solían hacer algunas noches en la torre Gryffindor. No se había anotado porque el Ajedrez no era su fuerte y él tenía otras cosas más importantes que atender antes de una tonta partida de Ajedrez. "Un poco de diversión no te matará, Harry" le habían dicho Ron y Hermione cuando él se rehusó a participar. Había sido unas semanas antes de Halloween, antes de pelearse con Ronald. Sin embargo, no aceptó y no se arrepentía. Además, el ajedrez últimamente lo único que hacía era aburrirlo más y no podía gastar su valioso tiempo en aburridísimos juegos de mesa...
Hocicos miraba excitado la reunión de los estudiantes de Gryffindor, seguramente recordando viejos tiempos, en los que los Merodeadores eran una celebridad en Hogwarts. Harry sabía que Sirius era un excelente jugador en ajedrez, tanto que podría llegar a ganarle a Ron, el experto. Lastima que no se pudiera presentar... ya llegaría el día que atraparan a Peter Pettigrew y Canuto tendría la libertad tan deseada. Ya llegaría el día que esos infelices cobrarían cada una que habían hecho... ya llegaría...
El grito de victoria de Ronald resonó en la sala común. El pelirrojo se libró de las felicitaciones de sus compañeros y se acercó a Hermione, quien estaba sonriendo alegremente. El ladrido de Sirius les avisó que él también le felicitaba. Ellos voltearon ha ver a Sirius, vieron a Harry a su lado y lo observaron fijamente. Potter soltó una débil sonrisa de "felicitaciones", mientras decía:
- Creo que te has vuelto a lucir en el juego, Ron... – se volteó hacia las escaleras que llevaban a las habitaciones- los veo mañana en Hogsmeade.
Harry subió rápidamente las escaleras, ingresó a su habitación y se sentó en su cama, esperando a que Sirius subiera. ¿Por qué les había hablado? Eso iba en contra de su orgullo... Dumbledore se lo había pedido. Sirius se lo había pedido. Capaz habían logrado convencerlo...
Quince minutos después, Hocicos entró en la habitación. Mostró su forma original y le sonrió tranquilamente a Harry.
- ¿Por qué no te olvidas de todo lo que pasó y vuelves con tus amigos? Si estás acompañado y despejado, Voldemort no podrá manipularte y acabará todo. ¿No te parece? Además, ellos quieren que vuelvas con ellos... – comenzó a decir Sirius tranquilamente.
- Lo sé, Sirius, pero... – se tumbó en la cama, mirando el techo con nostalgia- no es tan fácil. Olvidar... ojalá la acción de olvidar fuera tan fácil como decir la palabra olvidar...
- Vamos, ¡un amor juvenil, Harry! ¿Tú no me habías dicho que preferías que Hermione estuviera con Ron antes de contigo?- le recordó Black con los ojos brillantes. Sus ojos celestes brillaban como Harry nunca antes hubiera visto.
- Sí... – admitió Harry recordando con nostalgia.
- ¿Entonces? ¿Por qué la separación, Harry?- preguntó Black con impaciencia, sin entender los pensamientos de Harry.
- Ya te lo expliqué, Sirius- suspiró Harry mirando a su padrino fijamente- no soy yo, es él.
- ¿Te dejarás manejar tan fácilmente? ¿Dejarás que Voldemort le haga daño a tus amigos a través de ti? ¡Harry, te desconozco! ¡Tú no eras así!- exclamó Sirius preocupado y con la angustia ganándole la voz.
- Ya lo sé, Sirius, ya lo sé... pero yo no quiero esto... ¡pero es él quien me hizo esto! ¡Es él quien que mató a Amanda!- Harry se tapó el rostro con las manos, destrozado. Las lagrimas, llenas de dolor, comenzaban a correr por su rostro. Hace tiempo que no lloraba por alguien. Exactamente siete meses...
- Harry... – Sirius lo abrazó para tranquilizarlo, dándose cuenta que lo había presionado demasiado. Harry se dejó abrazar por su padrino, lo necesitaba- olvídate. Empieza de nuevo...
- ¡No sabes lo que pasó es noche, Sirius!- chilló Harry destruido por la angustia.
- Nunca me lo has contado... ¿cómo quieres que sepa sino me lo has contado?– contestó Sirius con paciencia.
- Seguirás sin saberlo, Canuto. Se lo prometí, me lo prometí... – murmuró Harry lentamente.
- Guardas dolor, Harry, cuéntame- sugirió Sirius aún abrazándolo.
- No, no, no. Lo haré, pero no ahora, Sirius, no ahora... los recuerdos siguen siendo muy vivos... no quiero recordarlos– Potter se separó de su padrino y le sonrió débilmente- Gracias, Sirius, gracias por estar aquí.
Harry volvió a abrazar a Sirius, pensando en lo que su padrino le había sugerido. Ojalá pudiera olvidar, ojalá. Era lo que más deseaba. Olvidar todo y volver a ser el mismo Harry Potter de antes. Olvidar todo aquello de lo que Voldemort se había aprovechado. Olvidar el sufrimiento, la angustia. Olvidar...
Entre esos pensamientos, cayó dormido en los brazos de Sirius, de lo cansado que estaba. Cansado de tanto pensar, de tanto regañarse... necesitaba olvidar. Eso era lo que más necesitaba. Necesitaba tiempo para olvidar...
Ahora solamente quedaban dos largos días... dos días que traerían más dolor del que ya tenían.
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- ¿Alguna vez te dije que detesto el invierno?- dijo Harry a Hocicos mientras se ponía la capa de invierno. El perro ladró, en señal que si se lo había dicho. Harry rió alegremente.
Su vista se fijó distraídamente en la bufanda que Draco Malfoy le había regalado para Navidad. El odio podía más que la razón en aquel momento. Maldito mortífago Sirius ladró, para sacarlo de su aturdimiento. Harry sonrió débilmente, sacando a Malfoy de sus pensamientos. Ese día era para despejarse, no para pensar en...
- Van a pensar que estoy loco- dijo Harry mientras salían de la habitación- mis compañeros ya piensan que estoy loco por hablar con un perro negro- Sirius gruñó, en tono ofendido. Harry sonrió animadamente- ¿No te importa lo que piensen de mí? Excelente, ahora tengo un padrino que quiere hacerme quedar en ridículo- rió disimuladamente.
En la sala común, todos los alumnos mayores de tercer año de Gryffindor se estaban preparando para la salida a Hogsmeade.. Hermione y Ron estaban en un costado, con bufandas de color escarlata y dorado, y capas de invierno gruesas. Hocicos jaló a Harry para que se acercase a ellos. Harry suspiró con resignación mientras reprochaba a Sirius.
- Hola, ¿cómo están?- susurró Harry, algo tímido. Después de todo, hace unas semanas que llevaban sin hablarse, sin contar la conversación que habían tenido días anteriores.
- Genial, muertos de frío y eso que no salimos todavía al pueblo- se quejó Ron acomodándose la bufanda.
- ¡Siempre quejándote! ¿Verdad, Ronald Weasley?- bromeó Hermione riendo. Harry sonrió ante la mirada asesina que el pelirrojo le dirigía a Herm.
- Aunque sea yo no me trago la biblioteca entera, Hermione- respondió Ron sonriendo.
- ¿De que hablas? ¡Hace semanas que no piso la biblioteca...! – contradijo Granger.
- ¡Dios, Hermione Granger hace semanas que no pisa la biblioteca! ¿Estarás enferma, Mione?
- ¡Cállate, Weasley!- exclamó Mione roja de la ¿vergüenza? Harry soltó una risita al verla así. Sirius ladró alegre de ver a Harry riéndose. Aunque esa perspectiva no dudaría mucho más...
Unos instantes después, bajaron a desayunar. Todos los alumnos comían rápido para ir cuanto antes a Hogsmeade. En cambio, Harry, Mione y Ron comían normal, hablando de vez en cuando, ya que el aire que se respiraba era tenso.
Una vez terminado el desayuno, se dirigieron al pueblo de Hogsmeade. Ron quería ir a conocer la tienda de sus hermanos gemelos, Fred y George, que acababan de abrir esa Navidad. Según Ronald, la habían nombrado "Sortilegios Weasley" Los gemelos eran los directores junto a un Vice-Presidente anónimo. Harry levantó una ceja cuando Ron dijo aquello, pero no hizo comentario.
Cuando entraron a la tiendo de los gemelos Weasley, no dejaron de notar dulces sumamente extraños y cosas por el estilo. La tienda parecía un arco iris por todos los colores de los envoltorios y posters. Inmediatamente, reconocieron a Fred y a George.
- ¡Chicos!- chillaron ambos pelirrojos al mismo tiempo, al verlos adentro de la tienda. Sonrieron y se acercaron.
- ¿Cómo andan, Fred, George?- preguntó Hermione alegremente.
- ¡Genial! ¿Venían a visitarnos?- sonrió Fred.
- No, veníamos a ver cuanto valen los caramelos longuilinguos- contestó Harry sonriendo maliciosamente, acercándose a un envase lleno de esos caramelos.
- Diez sickles la media docena- contestó George sonriendo.
- Dame una docena- sonrió Harry volteándose hacia George.
- Perfecto- dijo Fred riendo. George le dio a Harry una bolsa con doce caramelos longuilinguos. Harry le entregó un galleon con tres sickles.
- Harry, tenemos que hablar contigo en privado- le susurró George en el oído cuando Hermione y Ron se distrajeron con uno de los nuevos productos. Fred tomó a Harry del brazo y lo llevó a lo que sería el sótano de la tienda. Allí había unas cuantas cajas llenas de mercadería.
- Creo que recuerdas que nos diste mil galleons para que invirtiésemos en la tienda, hace aproximadamente tres años... – comenzó Fred.
- Y nosotros queremos devolverte el favor, Harry- continuó George- así que te hemos nombrado vice-presidente de la empresa de "Sortilegios Weasley"
- ¡Increíble, chicos!- exclamó Harry sonriendo alegre- ¿han utilizado bien el dinero, no?
- ¡Por supuesto, Harry!- respondieron ellos al mismo tiempo cuando volvieron a la tienda. Harry sonrió- luego hablamos con más privacidad sobre este tema... ¿te parece?
- Cuando quieran- asintió Harry ante las miradas curiosas de Mione y Ron. Hocicos también lo miraba con curiosidad. Harry sonrió despreocupadamente para librarse de las miradas.
Luego de media hora charlando con los gemelos, salieron para tomar algo en Las Tres Escobas. Se sentaron en una mesa, una de las pocas que había desocupada. La mayoría de los estudiantes se encontraban allí, tomando bebidas y charlando, protegiéndose del frío de aquel día.
Pidieron tres cervezas de mantequilla. No podían pedir cuatro (una para Hocicos) porque pensarían que estaban locos al darle a un perro negro una bebida. Aunque Hocicos quedó un poco enfadado con eso.
Media hora después continuaban hablando animadamente, cuando Ginny Weasley, la hermana de Ron, se acercó hacia ellos con cierta duda. Tímidamente, habló, con una voz casi inaudible.
- Harry, ¿podríamos hablar en privado? Es importante, por favor... – suplicó con voz tierna. Harry miró a Hocicos de reojo, quien miraba a Ginny sospechosamente. Hocicos le devolvió la mirada a Harry, indicándole en ella que podía salir, mientras se cuidara.
- Claro, Ginny, ¿adónde quieres ir?
- ¿Podemos tomar un poco de aire fresco?- sugirió Ginny mientras salían de las Tres Escobas.
- Cómo desees, Gin- ella rió alegre por el sobrenombre.
- ¡Qué bien suena eso, viniendo de tu voz, Harry!- murmuró Gin, aunque Harry la escuchó a la perfección- ¿cómo pasaste las navidades, Harry?
- Bien. Ginny, estoy un poco apurado, ¿podríamos ir al grano?- dijo Potter mientras caminaban enfrente de "Sortilegios Weasley". Presentía que algo no muy bueno estaba por suceder.
- Harry... es que... – la voz se le cortó- bueno, te lo diré así no gasto tu valioso tiempo... – Harry quiso decirle que no, pero ella no se lo permitió- Yo soy tu enamorada secreta de la carta de Navidad.
Harry quedó boquiabierto, sin poder articular palabra. Miraba a Gin pasmado, no se lo esperaba de la hermana de Ron... no había pensado que ella, Virginia Weasley podría ser aquella muchacha que le había escrito en Navidad aquellas preciosas poesías...
Pero antes que pudiera pensar en algo más o articular alguna palabra para responderle a la joven Weasley, sintió las manos de Virginia en sus mejillas, acercando su suave rostro al de ella. Su cabello, de un potente rojo como la sangre, parecía ser una cortina, para que nadie de los que pasaba por allí se diera cuenta de lo que estaban haciendo.
Potter sintió el contacto de los labios de Ginny Weasley con los suyos. Muchas emociones circulaban por su cuerpo. Aquel beso no se parecía al de Hermione. Era completamente distinto, como la persona que lo estaba besando. Sentía la pasión del beso de Gin, sentía el cariño que desprendía, el amor tan deseado. En el beso con Hermione, lo único que podía sentir era miles de emociones, pero ninguna había podido identificarse. No sabía a quien prefería... ¡Pero qué decía! Él no estaba enamorado de Virginia Weasley... ¿O sí?
Antes que pudiera dejarse llevar con ese precioso momento, Virginia se separó de él, completamente sonrojada, evitando su mirada verde esmeralda.
- Harry, yo... – pero las lagrimas circulaban por su rostro. Antes de que Harry pudiera reaccionar, Virginia se dio vuelta, sin contener más las lagrimas, y se alejó corriendo de él...
Hubiera querido seguirla, pararla y hacer que esas lagrimas dejaran de circular por su bello rostro. Pero las piernas no le reaccionaban y no podía moverse. Lo que acaba de pasar le había parado los sentidos, confundido la mente y el alma. Verla llorando le había traído una sacudida en el estómago, por la amargura. Verla tan mal... Ella había escrito esas poesías para él, ella si lo quería. Pero él quería a otra persona, a la que no estaba destinada. No quería usar a Virginia solamente para olvidar a Hermione. Sabía que si lo hacía, dañaría a ambas. Y a él mismo, engañándose con una mujer.
Todo lo comprobaba. Esas ultimas semanas había tratado de fijarse en otras chicas aparte de Hermione, pero lo que acababa de suceder... había pensado que Ginny seguía viéndolo como un héroe, y ella era una de sus fans. Pero no, Virginia lo amaba. Pero a la vez había confirmado su único pensamiento: era Hermione Granger la chica que él amaba. Por más que no quisiera, que siquiera olvidarla... no podía. Una cosa era que él estuviera enamorado de Granger y otra que ella prefiriera a Ronald Weasley, su mejor amigo. Pero no podía estarla mirando el resto de su vida, si Mione prefería a Ron, él debería fijarse en otra muchacha... Virginia. ¿Acaso ese sentimiento que había recorrido su cuerpo en el beso era amor? Lo dudaba...
Con esos pensamientos, comenzó a caminar lentamente hacia las Tres Escobas, nuevamente. Pero algo lo detuvo. Una ola de frío, de maldad... un estremecimiento en su espalda. Se dio vuelta inmediatamente mirando todo con atención. Vio, a unos veinte metros, aquellas criaturas horribles, del lado oscuro: Dementores. Aquellas criaturas que te hacían recordar los momentos más horribles de tu vida. Atrás de ellos, miles de mortífagos preparados para destruir Hogsmeade y toda persona que se les cruzara enfrente de sus ojos.
Un dolor de la cicatriz de Harry le advirtió que no eran ellos los únicos en el ataque, sino que había cierta persona... Tragó saliva lentamente y volvió a voltearse. Una persona muy extraña, con una capa negra y capucha, que ocultaba su rostro, estaba acercándose sigilosamente hacia él entre los estudiantes. Nadie parecía verlo salvo Harry. Inmediatamente se puso a pensar en una manera de huir: las Tres Escobas quedaban demasiado lejos de donde se encontraba... demasiado lejos de Sirius, de Hogwarts, de la seguridad de Dumbledore... Tomó la varita, en el bolsillo de su túnica, disimuladamente y comenzó a correr en sentido contrario al misterioso encapuchado.
Los callejones de Hogsmeade le hicieron recordar mucho al Callejón Diagon. Corriendo con toda su fuerza, sin detenerse a mirar atrás. Parecía que se estaba internando en la parte residencial de Hogsmeade. Había dejado de sentir las risas de los estudiantes y comenzado a escuchar los gritos de terror y... dolor.
Malditos Mortífagos, tenían que llegar y arruinar todo, toda la felicidad que estaban pasando en una simple visita al pueblo. Pero ahora no le preocupaban los otros estudiantes, sino él mismo. Escuchaba que lo seguían. ¿Quién lo estaba siguiendo? Quien más...
Su suerte no mejoró entre los callejones. Tuvo la buena suerte de encontrarse con uno sin salida. Maldición... ¿por qué existían los callejones sin salida? Eso parecía una de las películas muggles que su primo Dudley y su tío Vernon solían ver a la noche. Donde los criminales huían y siempre los atrapaba la policía en uno de los callejones sin escape. Rió mentalmente, él no era un criminal y eso no era una película. Eso era al revés. Esa era la realidad y el criminal seguía al policía, ¡qué ironía! Dejó de pensar en las películas muggles, tenía un asunto que atender.
Volteó ha ver a su seguidor. Sonrió pensando que cuatro años de estudios en Adivinación habían servido de algo. Enfrente de él, sin ningún obstáculo y/ o salvación, estaba lord Voldemort, el mago más temido de los últimos tiempos. Él también sonreía, acercándose lentamente y disfrutando de su visión: Harry Potter era todo suyo en medio de un callejón sin salida.
- Que raro que Dumbledore haya descuidado a su alumno favorito, dejándolo en las manos de su terrible enemigo: lord Voldemort. ¿Verdad, Harry? ¿O tú eres un niño malo?- Voldemort rió fríamente. Harry dirigió su mirada de odio hacia Voldemort, la mirada que siempre le tenía guardada al asesino de sus padres, al asesino de la familia Potter...
- Mm, capaz te guste ser un héroe para tener todas esas pobres muchachas detrás de ti... entre ellas, incluida mi hija- Voldemort sonrió malignamente mientras contemplaba el horror de los ojos de Harry- es bueno tener un par de espías en Hogwarts, Harry, te enteras de todos los movimientos de Albus Dumbledore. Aunque volviendo al tema, MI HIJA enamorada del heredero de Godric Gryffindor, que por naturaleza es el peor enemigo de la sangre de Slytherin- Voldemort rió mientras sacaba la varita- pero no te olvides que mi hija también tiene cosas mías, Harry... por ejemplo, ¿cómo has sufrido al enterarte que tu mejor amigo es el novio de tu amada?- un estremecimiento pasó por el cuerpo de Harry. ¿Acaso Hermione no amaba a Ron y se había puesto de novia solamente para darle celos?
- Herm es tan ingenua como su madre- suspiró Voldemort disfrutando de cada palabra- su madre... – volvió a suspirar, recordando- una gran sangre sucia. Creyó que me había enamorado de ella... jajaja. Es un gran chiste, ¿verdad, Harry? Pero lo mejor es que era una de las amigas de tus padres... – Harry miró con gran horror a Voldemort.
- No me digas que... – Harry no pudo continuar del horror. ¿Por qué habían ocultado todo aquello? ¿Por qué...? Pobre Hermione...
- Así es, Harry, la madre de tu querida Hermione es Lidia Plack
Harry soltó un grito de horror. Voldemort volvió a sonreír malignamente mientras susurraba un hechizo:
- Crucio
Harry gritó de dolor al recibir el maleficio, gritó lo más fuerte que podía. Alguien tenía que escucharlo... ¡estaban en medio de Hogsmeade! Seguramente Dumbledore y la Orden del Fénix lo estarían buscando al notar su ausencia. Tenían que sospechar que estaba con lord Voldemort, tenían que escuchar sus gritos de dolor...
- Traslade corpem
Harry, justo a tiempo, se agachó, esquivando la luz celeste brillante que salió de la varita de su enemigo. La luz le dio a la pared que Harry tenía detrás. Recordó el efecto de ese encantamiento y comprendió: Voldemort quería llevárselo de Hogsmeade. La pared era un traslador, ya no tenía escapatoria... Sin embargo, se le ocurrió una idea. Si Voldemort pensaba llevárselo, se lo llevaría, pero no sin antes avisar a la Orden del Fénix.
- Lumos Solem- gritó apuntando su varita hacia arriba, hacia el cielo. Un potente rayo de luz blanca salió de la varita de Harry, iluminando todo lo que rodeaba. Parecía un fuego artificial... con eso la Orden del Fénix debería enterarse de donde se encontraba.
- Inteligente, Potter, muy inteligente- murmuró Voldemort mientras se acercaba más a él. Estaban a menos de un metro de distancia- pero ellos no saben del traslador.
- Saben más de lo que tú piensas, Voldemort- dijo Harry imitando su sonrisa maligna. Rió al ver la cara del Innombrable.
- No tienes salida, Potter...
- Aunque sea lo intenté, ¿no?
- Excelente- Voldemort rió maliciosamente, de nuevo. Harry tenía que hacer tiempo, tenía que hacer tiempo...
- Stupefy- gritó, esta vez señalando a Voldemort. Tuvo un efecto parecido al Expelliarmus, solamente que no quitaba la varita. Voldemort se puso de pie, sin dificultad, así que Harry decidió usar uno de los encantamientos enseñados por Sean.
- Ogimene laneuqatay redopus emneugertne sebiel setneilav solrodniffyrg
No era un encantamiento muy poderoso, pero a Harry, cuando tuvo que aprenderlo, le había costado notablemente la pronunciación del hechizo. Además, una vez que todo salía bien, el encantamiento tomaba muchas energías, por eso Harry quedó bastante débil.
Una luz escarlata, que nació en la punta de la varilla de Potter, tocó a Voldemort que chilló de dolor durante tres minutos que duró el encantamiento en su cuerpo. Luego de eso, el Innombrable miró a Harry con más desprecio que antes. Caminó más rápido hacia él, temiendo un nuevo ataque sorprendente y doloroso. Pero Harry ya no tenía fuerzas para luchar. Voldemort tomó nuevamente su varita y la apuntó hacia Harry.
- Crucio
Harry, quien ya no tenía fuerzas para permanecer de pie, se dejó caer de rodillas cuando aquel punzante dolor dominó su cuerpo. Voldemort tomó bruscamente su brazo derecho. Potter notó la agitación de la respiración del lord oscuro. El encantamiento realizado por Harry le había afectado más de lo que esperaba. ¿Qué le importaba el brazo derecho en esos momentos? ¡NADA!
Antes que pudiera decir o hacer algo más, vio como lord Voldemort tocaba la pared que estaba inmediatamente atrás de él, aferrándose a su brazo derecho, y sintió la misma sacudida que había sentido tres años atrás, la sensación de ser trasladado a miles de kilómetros, donde nadie podría ayudarle. Sin embargo, antes de dejar de ver el callejón donde se había iniciado la pelea con su enemigo, dos personas se acercaban hacia ellos rápidamente, corriendo con desesperación... Con anterioridad a caer desmayado, reconoció los rostros de esas dos personas, Sean Riddle, hermano gemelo de Tom Marvolo Riddle, y Severus Snape, su adorado profesor de Pociones.
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Hello a todos!!! n_n
Qué tal??? Todo bien???Eso espero ^_^
Tras recibir los 5 reviews mínimos que pedí, publico este cap. con la misma condición. Esta vez, vamos a aumentar... ¿capaz 7 reviews? ^_^ Cuéntenme que les gusta del fict, que no les gusta, si les gustaría que fuera H/Hr o H/R... No solamente que continue el fict. Para un escritor es más bueno recibir quejas que felicitaciones. Al fin y al cabo, se aprende más de los fracasos que de los éxitos. ^_^
Thanks a todos por leer el fict. Thanks a los que dejaron r/r. Thanks a los que dejarán reviews!!! XD.
Bueno, los veo en la próxima actualización que espero que sea pronto, porque la parte 11 ya la tengo lista...!!!
Kisss a todos,
~Parvati~
