PARTE 12

Harry salió de la enfermería al día siguiente por la noche, con Sirius transformado en "Hocicos". A pesar de que podía estar en su forma humana, Black afirmaba que le era más fácil cuidarlo desde un perro negro. Era domingo, o sea, no tenían clases aquel día.

Potter caminó hacia el Gran Comedor. Era la hora de la cena, y esperaba encontrar a Ronald y a Hermione allí. Sintió una sacudida en el estómago al pensar en Mione. ¿Ya le habrían comunicado lo de Lidia Plack? Sus ojos se centraron en el suelo, mientras caminaba pensativo. ¿Sería verdad lo que había dicho Voldemort sobre Hermione? ¿Qué ella en realidad se había puesto de novia con Ron para hacerlo sufrir a él?

Entró al Comedor y se dirigió lo más rápido posible hacia la mesa de Gryffindor. Buscó con la mirada a Hermione y Ron. Estaban casi en la otra punta, en la zona más oscura de la mesa. Se veía claramente que no querían llamar la atención. Observó de reojo a Hocicos, quien le hizo un gesto de "¡adelante!" Y se encaminó hacia ellos. Se sentó al lado de Ron, completamente silencioso. Ambos amigos parecían no querer dirigirse la palabra.

- ¿Qué tal, Harry?- preguntó Ron sin levantar su vista del plato de comida.

- Bien... – murmuró Harry incómodo. ¿Había pasado algo entre ellos? Hocicos ladró y, Weasley y Granger, también lo saludaron a él. Harry no pudo terminar de notar que Hermione estaba cabizbaja.

- Esta mañana acaban de anunciar en el Profeta... – comenzó la conversación Ron, mientras levantaba la edición del Profeta y se la pasaba a Harry- que han encontrado a Pettigrew y que Sirius es inocente- sonrió alegre mientras Harry leía la nota con una sonrisa de satisfacción.

- La mejor noticia en mucho tiempo, ¿verdad?- se animó a decir Hermione. Tanto Harry como Ron asintieron a su afirmación.

Peter Pettigrew vivo

Cómo lo leen, Señores y Señoras, Peter Pettigrew, al cual se le creía muerto desde dieciséis años, se lo ha atrapado vivo luego del ataque de los Mortífagos en Hogsmeade, el pueblo más cercano a Hogwarts.

El ataque a Hogsmeade cobró diez vidas de alumnos de ese colegio. A pesar de que los Aurors llegaron a tiempo, no pudieron evitar esas desafortunadas muertes. De los miles de mortífagos que había, los aurors solo lograron atrapar a veinte, entre los cuales se encuentra Pettigrew.

Les recordamos que Pettigrew fue dado muerto después del supuesto ataque de Sirius Black, horas después de la muerte del matrimonio Potter y la desaparición del Innombrable. Presuntamente, su resto más grande había sido el dedo índice. Sin embargo, luego de las declaraciones de Peter con el Veritaserum, descubrimos la verdadera historia. Pettigrew había sido espía de Quien-ustedes-ya-saben desde un año antes de la muerte del matrimonio Potter y, en el momento del "ataque de Sirius Black", se había cortado el dedo mientras gritaba la traición de Black hacia los Potter, y se transformaba en rata. Y de esta manera, lograba escapar de los Aurors y de Black. Lo que nosotros no sabíamos era que Pettigrew era animago.

Por lo tanto, el 5 de abril se hará un juicio para determinar el destino de Pettigrew y la liberación de Sirius Black. Ambos tendrán que declarar con el Veritaserum nuevamente. Esperemos que este caso quede resulto lo antes posible con todas nuestras dudas aclaradas.

Harry observó sonriente a Sirius, quien, escondido debajo de la mesa de Gryffindor, acababa de escuchar la nota y parecía ser el momento más feliz de su vida desde esos dieciséis años. Hermione no había quitado su vista del plato, aunque era visible una sonrisa de felicidad en su rostro y Ron también observaba radiante a Hocicos.

- Así que dentro de dos semanas irás frente al Ministerio de Magia, Sirius- susurró Ron para que solo ellos tres lo escucharan. El perro ladró con emoción. Iba a probar que era inocente. Aunque ya no necesitaba probarlo.

- ¿Qué haremos esta noche?- preguntó Hermione levantando finalmente su vista del plato.

- Pues, podemos visitar a Hagrid... – comenzó a sugerir Ron. El perro debajo de la mesa ladró, no estando de acuerdo con la idea. Dumbledore había prohibido a Harry salir del castillo.

- No puedo salir del castillo, Ron- informó Harry aclarando el ladrido de Sirius.

- Bueno... entonces, ¿a la biblioteca?- volvió a sugerir Ron. Hermione negó con la cabeza.

- Además de que hoy no quiero estudiar, ¿ir a la noche a la biblioteca? Simplemente, no quiero leer ni nada por el estilo- dijo ella lentamente. Su voz sonaba deprimida.

- Bueno... – a Harry le sorprendió que Weasley no hiciera ninguna broma al respecto. ¿Habría sucedido algo?- Entonces, ¿qué hacem...?- pero no terminó de decir la frase.

Miró a Harry extrañado. Los ojos verdes de Potter estaban centrados en la mesa de profesores, distante de sus dos amigos. Disimuladamente, Ron miró a Sirius y vio que este también estaba mirando aquella mesa. Se dio vuelta y observó el también la mesa de profesores. Él también se quedó boquiabierto.

La mesa de profesores estaba casi vacía. Los únicos que estaban presentes eran McGonagall y Flitwich. Pero había alguien que hizo alterar los sentidos del cuarteto. Lucius Malfoy estaba hablando con la profesora McGonagall bruscamente. Ron y Harry tuvieron la tentación de acercarse y escuchar la conversación, pero estaban seguros de que Sirius no los dejaría y... Ejem. Mejor ni pensarlo.

La cena siguió en silencio, sin ningún otro suceso extraño. Lucius Malfoy se fue a los diez minutos de haber aparecido con el rostro crispante de ira. Seguramente protestando por su hijo y el paradero de Dumbledore.

Ron notó que ni Sirius ni Harry se habían extrañado de la falta de profesores. Así que se apresuró a preguntarlo.

- Eh... ¿Harry?- preguntó Weasley con cautela. El muchacho de anteojos asintió- ¿Sabes por qué no están los demás profesores?- Advirtió un estremecimiento en el cuerpo de Harry. Sus ojos perdidos por algún lugar del comedor. Potter se tiró hacia atrás en su asiento y miró a Ron con sus ojos verdes reflejados de tristeza.

- Sí... ¿por qué lo preguntas?- Respondió como quien no quiere la cosa.

- Me resultó extraño, nada más... – Pero prefirió no volver a preguntar. Capaz Sirius luego les comentara a él y a Hermione que pasaba.

Terminada la cena, se dirigieron a la torre Gryffindor en silencio. Por más que Ron y Hermione trataran de animar a Harry, este parecía haberse cerrado en sí mismo nuevamente. Se limitaba a asentir o negar con un gesto y no participaba en las conversaciones. Pudieron notar que Black no dejaba de ver con preocupación a su ahijado.

Hermione y Ronald empezaron una partida de ajedrez, mientras Harry tomó uno de los libros de Encantamientos Avanzados. Pero no estaba realmente concentrado en la lectura, solamente lo usaba para ocultar su rostro.

Harry pensaba en lo ocurrido. Se había convencido de que debía dejar de pensar en que merecía la muerte y tratar de no recordar lo sucedido. Pero ahora... El rostro de Lucius, las prohibiciones de Dumbledore, las imágenes que volvían una y otra vez a su mente. Otra vez deseaba que todo acabase. Que todo terminara. Que todo... Se mordió el labio.

¡Qué distante parecía Halloween! Ese octubre de 1997... Había conocido a Sean. El Radopole. La marca de serpiente. Fiebre. Mareos. Distancia... pero todo había ocurrido muy rápido. Demasiado. No había tenido tiempo de detenerse a pensar. La pesadilla de Voldemort, su "amistad" con Draco Malfoy en Navidad, la reunión de los Merodeadores... Todo había ocurrido tan rápido.

18 de marzo. Menos de una semana para la primavera. Faltaban dieciocho días para el juicio de Sirius... y para las vacaciones de Semana Santa estaban a menos de una semana. Aprovecharía para el estudio de los EXTASIS. Al fin y al cabo, tenía que seguir el curso de su vida. No podía parar sus estudios justo ahora.

¿Dónde estaría la Orden del Fénix en ese momento? ¿Dónde estaría Dumbledore?

Buscando cadáveres, Harry

Tuvo ganas de gritar. Sacudió su cabeza. Había sido su imaginación. Voldemort NO había hablado en su cabeza. NO. NO. NO.

Se levantó de repente, sobre saltando a sus dos amigos y a Sirius, que lo miraron con más preocupación todavía al ver los ojos de Harry perdidos. Sentían la respiración agitada de Harry...

- Necesito descansar. Estaré en mi habitación.

Subió las escaleras con velocidad. Abrió la puerta de la habitación de golpe y se tiró en su cama, boca abajo. Prefirió cerrar las cortinas. No dudaba que Sirius subiría en unos minutos a ver como se encontraba. Miró el techo de la habitación.

Una energía desconocida parecía recorrer su sangre. Agitación. Nudo en su garganta, angustia. Dolor. Temblaba suavemente. ¿Frío? Si, sentía frío a pesar de que hacía un gran calor en la torre. ¿Tendría fiebre? Su mano izquierda se colocó en su garganta, la cual parecía latir. Fue bajando su mano lentamente. Sin saber por qué, se desvió hacia el brazo derecho, tocando la Marca de Serpiente. Más frío.

Sus ojos se pusieron en blanco. En su cabeza resonaban gritos de dolor. Gritos de hechizos. Gritos... Ninguna súplica. Ninguna misericordia. Sólo dolor y poder. Poder. El poder de matar. El poder de sustraer la vida, el alma... los recuerdos.

Imprevistamente todos aquellos gritos dejaron de escucharse. Silbidos comenzaron a gobernar su mente. Serpientes... Slytherin. Más frío. Se sentía helado. Necesitaba calor...

Se incorporó. No iba a dejar que él lo dominara. No iba a dejar que él ganara la partida. No. Iba a evitar que gobernase su cuerpo y su mente. Sobre todo, su alma.

Separó su mano de la marca repentinamente. El frío comenzó a descender. Había perdido el contacto con la magia oscura antes de que Voldemort pudiera hacer algo para evitarlo.

No te escaparás tan fácilmente, Harry. Si no quieres servir a lord Voldemort, haré que todo acabe para el famoso Harry Potter. Y empezaré por tu vida, Potter

Esas palabras retumbaron en su mente. Súbitamente Voldemort dejó de sentirse en aquella habitación. Suspiró aliviado, pero afligido a la vez. Voldemort iba a matarlo en cuanto pudiese...

La puerta de la habitación se abrió. Pudo ver a Sirius en su forma humana observándolo. Pero Black no podía verlo, estaba detrás de las cortinas. Aunque Potter perfectamente divisaba a su padrino. No quería hablar con nadie. Nadie. Absolutamente nadie.

Tras no sentir ningún ruido proveniente de la cama de su ahijado, Canuto salió de la habitación con la mirada al suelo. Otra vez culpándose de lo sucedido. Pero Sirius no tenía la culpa.

Volvió a tenderse sobre la cama, tratando de sentir algo de sueño. Maldito insomnio. Nada. Se quitó los anteojos negros y los posó en la mesita de luz. Se dio vuelta y acomodó su rostro sobre la almohada (de modo que quedaba boca abajo) Sin duda, la felicidad no existía para Harry Potter. ¿Tal vez destruyendo a ese monstruo? Capaz...

La habitación de los alumnos de séptimo de Gryffindor en la torre se desvaneció. Oscuridad a la vista...

No te engañes, Harry, NO EXISTE el amor ni la felicidad

Voldemort no era nadie para decidir por él. Era su vida y Voldemort no influía en sus acciones ni pensamientos. Ni en sus decisiones. No lo iba a permitir.

Estoy tratando de hacerte entender, Harry, que la vida solamente tiene poder. Eso es lo único que vale la pena

Capaz para Voldemort la vida era así. Pero cada uno tiene sus opiniones y había que respetarlas. Quería creer en un mundo de felicidad.

¿Mundo de felicidad, Harry? Pues, si esa es tu decisión, deberás atenerte a las consecuencias

(N/A: No saben las ganas que tengo de putear a Voldie. Ejem. Siempre tuve la tentación de que Harry lo mande a... Ejem. Ustedes también, ¿verdad? ^_^ Lastima que decidí no meter "malas palabras" en este fict U_U)

- ¿Qué consecuencias, maldito?- murmuró- ¡Déjame en paz! ¿Qué es lo que tienes conmigo?

- Estás obrando mal, Harry. Por maldecidme, no tendré piedad con este viejo profesor...

¡Dumbledore!

- Avada Kedavra

Gritó. La habitación de Gryffindor volvió a él. Se dio cuenta que había sido un sueño. No... había sido real. Había estado hablando con Voldemort. ¿Acaso había matado a Dumbledore? Estaba temblando. Su respiración alterada...

Se sobresaltó cuando la puerta de la habitación se abrió bruscamente ingresando Sirius, Ron y Hermione rápidamente. Habían escuchado su grito desde la Sala Común. Corrieron las cortinas y lo encontraron en esa situación de shock. Sirius se acercó a él y lo abrazó. Calidez... ya no sentía tanto frío, pero continuaba temblando. Respiró profundamente y cedió al cariño de Sirius. Ron y Hermione lo miraban con inmensa preocupación.

- ¿Qué sucedió, Harry?- preguntó Black en un murmullo. Pero no tenía fuerzas para responderle... lo único que pudo murmurar fue: Sirius... Antes de caer desmayado en brazos de su padrino.

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Ingresó con agitación a la enfermería. No estaba acostumbrado a andar corriendo. Su cuerpo ya no daba para eso. Pero le acababan de informar de un suceso extraño. Le pedían que volviera a Hogwarts. Eso hizo.

Se encontró con Ronald Weasley, el menor de los hijos varones de Arthur, Hermione Granger y Sirius Black. Los tres rodeando una de las camas de la enfermería donde descansaba Harry Potter. Se acercó a Black.

- ¿Qué sucedió, Sirius?- preguntó con preocupación mientras observaba el pálido rostro del joven Potter.

- No lo sabemos- respondió el ex convicto- Harry había dicho que quería descansar. Subió a la habitación. Unos diez minutos después, lo escuchamos gritar. Subimos y lo encontramos en estado de shock. Luego, se desmayó.

Instantes de silencio. Analizando información. ¿Qué podía haber ocurrido con Potter? ¿Algún ataque? ¿Algún recuerdo? ¿Alguna pesadilla? ¿Algún...?

- Que extraño... ¿y no había sucedido nada raro antes?- preguntó. Había que armar un rompecabezas antes de que el tiempo del reloj de arena se acabara. Había que apurarse y recolectar todas las piezas antes de dar un paso en falso.

- Sí. Antes de que subiera a la habitación, estábamos tranquilos en la sala común de Gryffindor. Harry pegó un salto mientras leía un libro y luego nos dijo que quería descansar, sin darnos explicaciones- respondió Weasley sencillamente. Extrañeza reflejada en su rostro.

- Mm- respuesta pensativa. Podía ser perfectamente alguna intervención de Voldemort en su mente lo que había ocasionado ese sobresalto...

- ¿Han encontrado algo?- preguntó Hermione Granger sacándolo de sus pensamientos. La observó con curiosidad. ¿Ya sabía la verdad sobre Sean y Snape?

- Les he contado lo de Severus y Sean- aclaró Canuto velozmente. Asintió con aire reconcentrado.

- Nada. Solo rastros de una dura pelea... – observó a Harry con intranquilidad. Se acercó lentamente y tocó suavemente su rostro. Frío. Completamente frío. Sin duda, Voldemort tenía algo que ver.

Tomó su varita mágica del bolsillo de su túnica púrpura. Murmuró unas simples palabras. Necesitaba un rápido relato. Suponía que no podía ser tan grave... ¿o sí?

- Ennervate- dijo señalando a Harry. Nada ocurrió. Frunció el entrecejo extrañado. Volteó su mirada hacia Sirius, que parecía pasmado. Ennervate no había funcionado... Eso era grave.

Un silencio incómodo mientras todos observaban a Potter. ¿Cómo era posible que el encantamiento no sacara a Potter de su trance de inconsciencia? Eso era grave.

Capaz la varita no se encontraba en buen estado. Era posible. Le pidió a uno de los jóvenes que le prestara su varita unos instantes. Volvió a probar con la varita de Granger. Nada.

Podía ser perfectamente que no tuviera magia suficiente para sacarlo del trance. Después de todo, había pasado un día haciendo encantamientos complicados y su magia capaz necesitaba un descanso.

Le pidió a Sirius que intentara él. Ronald le prestó su varita mágica. Canuto probó. Tampoco. Eso ya era desesperante. Pensó. Otro encantamiento para sacar de trance de inconsciencia. Tenía que ser un encantamiento poderoso... Ya lo tenía.

- Interrumpiere Somnu- dijo con potencia volviendo a señalar a Harry con la varita mágica.

Interrumpiere Somnu era uno de los encantamientos más fuertes para interrumpir el sueño humano. Un sueño creado de artes oscuras, en realidad.

Una luz celeste brotó de la varita y se colocó exactamente arriba del cuerpo de Harry. Instantes después, él habría sus ojos verdes brillantes.

Potter observó todo con determinación, como esperando encontrar algo anormal. Lo notaron agitado. Pero lo más extraño fue cuando observó a Dumbledore. Sus ojos esmeralda reflejaron impresión y un grito de terror salió de sus cuerdas vocales. Albus, Sirius, Mione y Ron se quedaron pasmados mientras Harry observaba a Dumbledore con determinación. De pies a cabeza.

Black miró un momento a Dumbledore, y este le devolvió la mirada de extrañeza. ¿Qué le estaba pasando?

Sirius se acercó a Harry y lo tomó por los hombros. Sus ojos verdes profundos... una oscuridad en el interior de ellos. Voldemort tenía algo que ver.

- Harry, ¿qué sucede?- murmuró suavemente. Harry se dejó caer en sus brazos. Algo grave estaba sucediendo.

- Él me volvió a hablar, Sirius- susurró Potter en un volumen casi inaudible- pero no exactamente para tratar de pasarme al lado oscuro...

- ¿Qué te dijo, Harry?- preguntó Dumbledore acercándose más.

Harry volvió a escuchar aquellas palabras en su mente: Estás obrando mal, Harry. Por maldecidme, no tendré piedad con este viejo profesor... Avada Kedavra.

¿Le estaba avisando que iba a matar al profesor Dumbledore? ¿Debía decirle al director? ¿Y si simplemente Voldemort quería introducir miedo en su alma? Era imposible que el Innombrable matara a Albus, ¿verdad?

- Me avisó que matará a alguien muy cercano... – murmuró Potter. No era necesario decirles "Quiere matar a Dumbledore" ¿verdad?

Pero Albus era suficientemente inteligente para saber quien era esa persona. Harry había gritado al verlo. Seguramente Voldemort le había dicho que él ya estaba muerto y Potter se llevó un gran terror al verlo vivo. Estaba seguro.

- Descansa, Harry, lo necesitas

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Una habitación con una sola puerta. Sin ventanas. Hubiera preferido una cárcel... Encerrado con llave en una habitación subterránea no era la mejor manera de morir. Y tampoco "morir". Le iban a sacar el alma y eso tampoco era una linda idea. Pero se lo merecía.

Los aurors habían tenido razón con él. Había matado a un alumno de Hogwarts, un niño de primer curso... Hufflepuff. Demasiado inútil. No pudo defenderse... aunque tampoco se esperaba que Draco Malfoy fuera su futuro asesino. ¿Quién hubiera dicho que un alumno de séptimo ya era mortífago? Nadie. Pero no era el único de séptimo... Había otra persona que ocuparía su puesto. Voldemort tenía todo bajo control. La perdida de un mortífago no le importaba. Además, Malfoy había fallado mucho. Demasiado. Y Draco sabía que el otro mortífago no lograría hacerlo mejor que él. Al fin y al cabo, la peor misión que le podía tocar era espiar a Potter y hacerle un daño que le durase por el resto de sus días. Mm, misión difícil. Tenías que entrar en la zona de Albus Dumbledore, y esa idea le hizo temblar cuando aceptó la misión. Dumbledore...

Sin embargo, ya no le quedaba nada. Morir, Sustracción del alma... para él eso daba igual. Era lo mismo. Ya no tenía nada por lo que pelear. No tenía amor, no tenía amistad, no tenía poder... no tenía valentía. Había temblado en el último movimiento de su misión. Y por ese temblor, había perdido todo. Si hubiera matado a Potter...

La puerta de la "prisión" se abrió y entró Cornelius Fudge. Seguido por Lucius Malfoy y Remus Lupin. Lupin mandado por Dumbledore. Su padre mandado por Voldemort. Fudge mandado por el Ministerio. Pero ninguno quería ver como un Dementor le sustraía el alma a Draco Malfoy...

- Muy bien. ¿Disfrutó de su vida, Sr. Malfoy?- preguntó Fudge bruscamente. A finales de su quinto año en Hogwarts, Fudge había vuelto con Dumbledore. Se había puesto en el mismo camino. Ya no opinaba tan bien de la familia Malfoy...

- Eso creo, Sr. Ministro- murmuró con tono angustioso.

- La formalidad no servirá para salvarte la vida, Draco- susurró Lucius. Su padre se volteó hacia Fudge y Lupin- ¿Podrían dejarme un momento con mi hijo?

- Nada de escapes, Lucius, o irás directo a Azkaban- amenazó Remus mientras salía de la habitación junto con Cornelius.

Draco observó con desesperación a su padre. Seguramente había averiguado como salvarlo. Se iba a salvar. Esperanza. ¡Vamos, padre!

Pero cuanto se equivocaba...

- Lo siento, Draco. No he logrado sabotear al Ministerio y Dumbledore nunca aceptaría que vivieras luego de que intentaras matar a Potter...

- ¡Padre! ¿Y nuestro señor? ¿No le importa perder a uno de sus mortífagos más fieles?- preguntó Draco sabiendo perfectamente la respuesta. NO.

- A él le da lo mismo, Draco- Lucius miró a su hijo fijamente- Lo siento, Draco, aquí acaba todo.

Remus Lupin y Cornelius Fudge volvieron a entrar, pero esta vez seguidos de un Dementor. Draco tragó saliva con desesperación. Iba a morir. No le tenía miedo a la muerte, ¿verdad?

Observó su cuerpo. Temblaba de pies a cabeza. Se había engañado a sí mismo. Si le tenía miedo a la muerte. No quería morir. Bueno, si a eso se llama morir... Respiración agitada. Aquí acaba todo, Draco.

Los tres adultos salieron de la habitación, dejándolo solo con el Dementor. Un ser que se acercaba lentamente. Malfoy se apoyó en la pared murmurando: No, no mientras negaba con la cabeza. Pero el Dementor tenía una orden e iba a cumplirla. No iba a parar por las súplicas de un chiquillo.

El ser oscuro se bajó la capucha. En vez de ojos había una membrana escamosa y gris que se extendía por las cuencas. Pero tenía boca: un agujero informe que aspiraba el aire con un estertor de muerte.

El Dementor rodeó su cuello con sus manos fuertes y frías. Tuvo que levantar el rostro. Terror... El aliento corrupto de esa criatura sería lo último que sentiría en su vida...

Todo se oscureció. El grito desgarrador de Malfoy resonó en su cabeza. Él también gritó. Pero, a diferencia de Malfoy, volvió a la realidad.

La enfermería. Quedó paralizado. Agitación, terror... en su cabeza todavía se escuchaban las voces... Frío. El frío del Dementor. Ese frío que sacaba toda la felicidad...

Sintió que un calor se extendía por todo su cuerpo. No entendía que podía ser. Capaz al alejarse del Dementor...

Abrió los ojos, a pesar de que pensaba que ya los tenía abiertos. Sirius. Sirius lo estaba abrazando. Dándole calor para que el frío no lo sofocara.

- Gracias- logró murmurar entre su agitación que iba desapareciendo.

Todo dejó de darle vueltas. Era de noche. Estaba en la enfermería. Sirius se había quedado a su lado para asegurarse que todo anduviera bien y había notado que Harry tenía una pesadilla. Una pesadilla- realidad.

Sirius lo volvió a apoyar en la cama. Sus ojos repletos de preocupación. Sentía una angustia en su cuerpo... en su estómago. Su garganta seca.

- ¿Estás bien?- logró preguntarle a su ahijado. Mm. Eso no era estar bien, ¿verdad?

- Vi como el Dementor le daba el beso a Malfoy... – explicó Harry cerrando los ojos en busca de relajación. Black lo observaba con terror. Lo volvió a abrazar.

- Todo saldrá bien, Harry...

Pero esa promesa no se cumpliría tanto como esperaban. Bien no sería la palabra que explicara el final...

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De todo eso habían pasado tres días. Harry ya no tenía tantas pesadillas, ahora que Sirius estaba para ayudarlo. Además, sus dos amigos estaban con él siempre, tratando de no hacerlo pensar en cosas indeseables. Sin embargo, durante las noches, Voldemort le hablaba de esas cosas...

Pero ya no le daba tanta importancia. Confiaba en la palabra de Sirius que todo saldría bien. Black reemplazaba a Sean en los entrenamientos. Pero lo hacían en la Sala Común de Gryffindor. Las indicaciones de Dumbledore prohibían a Harry salir de castillo. No importaba la excusa.

Estaban en las vacaciones de Semana Santa. Pronto sería el juicio de Sirius. El juicio que lo dejaría libre de sus cadenas... de las cadenas que llevaba puestas desde dieciséis años... Pettigrew merecía Azkaban más que nadie. Pagaría cada una de las que había hecho...

Lidia y Hermione se estaban comunicando bastante seguido y bastante bien. Algunas tardes, Hermione iba a hablar con ella. No podía culparla de que Voldemort fuera su padre. Además, ella también había sido engañada. Así que Mione le contaba su vida a su madre y ella le daba consejos, como cualquier madre a sus hijos. Lidia también le contaba anécdotas de cuando era una "merodeadora joven". Se reían mucho juntas. La relación iba de 10.

El resto de los Merodeadores, sin contar a Black, seguían en la búsqueda de los cadáveres de Sean y Severus. Pero, por supuesto, no se lo comentaban a Harry.

Esa noche, estaban cenando en el Gran Comedor. Comentando animadamente sobre los EXTASIS. Todos estaban de acuerdo que no podía ser la muerte. Se lo tomaban muy en serio, pero había veces que no podían dejar de hacer bromas. Hasta Hermione se unía a ellas. Aunque de verdad, el carácter de Hermione había cambiado mucho este último tiempo.

- Creo que desaprobaré Cuidado de las Criaturas Mágicas- comentó alegremente Dean mientras pinchaba con el tenedor una de las papas de su plato de comida- ¡Es demasiado difícil para mí!

- ¡No! ¿En serio? Yo pensaba que aprobarías con un 10. Dean y todos los chicos. Al fin y al cabo, son unos animales y los animales se entienden entre sí, ¿no es cierto, Par, Mione?- bromeó Lavander mientras las otras dos chicas de reían.

- ¿Qué insinúas con esos, Lavander?- preguntó Seamus molesto por la broma- ¿Qué todos los chicos somos animales?

-

- Mm. ¡La inteligencia de un animal! ¡Es tan inteligente que se dio cuenta de la indirecta!- chilló Parvati, mientras Hermione y Lavander se reían a carcajadas.

- Yo aprobaré Pociones con la nota máxima- comentó Neville sarcásticamente, para intentar cambiar de tema- Y Snape me felicitará y me dirá que soy su mejor alumno en todo este tiempo como profesor- Hermione paró de reírse y junto con Ron observaron con preocupación a Harry. Pero para su sorpresa, estaba sonriendo. Pero no era de esas sonrisas "sinceras". Aunque, a decir verdad, hace mucho que Harry no sonreía de verdad.

- Dalo por hecho, Neville- contestó Harry mientras miraba de reojo a Hocicos (debajo de la mesa)

- Hablando de Snape... no lo hemos visto en estas dos semanas, ¿creen que le haya pasado algo malo?- preguntó Lavander mirando preocupada la mesa de profesores.

- ¡Ojalá!- gritaron Dean y Seamus. Harry bajó la mirada al suelo. Ron, que estaba a su lado, le dirigió una triste sonrisa. Potter se puso de pie y les hizo señas a Ron y Hermione. Iba a irse a la sala común.

- ¡Los veo luego, chicos!- dijo mientras salía del comedor con el perro negro pisándole los talones.

- ¿Qué le pasó?- preguntó Neville mirándolo con inquietud. Todos miraron a Mione y a Ronald.

- Ehhhh... ¡Ni idea!- chillaron ambos mientras se ponían de pie- ¡Nos vemos en la sala común!

Salieron en búsqueda de Harry.

Era una noche sin estrellas. Sin luna. Solo nubes oscuras que tapaban el firmamento. Brisas frías. Los árboles del bosque prohibido se agitaban tenebrosamente. Todo era visible desde la habitación en la torre de Gryffindor. Sirius estaba a su lado. No sabía que decir.

Harry se tendió en su cama, mirando el techo con nostalgia. No había comido mucho en la cena, pero tampoco tenía hambre. Últimamente no comía mucho ni dormía lo suficiente. Todo por las pesadillas que lo agobiaban cada noche...

- Vamos, Harry, relájate. Ya pasó. El pasado es pasado- dijo Sirius desde la ventana.

- Pero no hay que olvidarlo...

- No puedes pensar en eso todo el día

- No puedo evitarlo...

¿Cómo evitar recordar las muertes que estaban encima de tu espalda? ¿En tu conciencia? ¿En tu memoria? ¿En tus recuerdos? ¿En...?

- ¿Sabes lo que necesitas, Harry?- preguntó Sirius con algo de entusiasmo.

- ¿Unas vacaciones en el Caribe?- sugirió como respuesta. Se sorprendió de él mismo. Hace semanas que no hacía una broma. Rió alegremente, olvidándose por unos instantes de las muertes. Sirius sonrió al verlo riendo. No en muchas ocasiones lo había visto así.

- Podría ser... pero yo me refería al Quidditch. Necesitas despejarte... – la sonrisa de Harry se borró al instante. Suspiró de nuevo, y respondió:

- Dumbledore canceló todos los entrenamientos y todos los partidos. Me prohibió salir del castillo, Sirius, no quiero volver a defraudarlo.

- Lo sé. Solo pensaba que... – se volteó sorprendido. Harry ya no lo estaba escuchando. Se había dormido. ¡Qué rápido! Sonrió. Su ahijado estaba abatido. Necesitaba descansar...

Pero no de esa manera. Y ese no sería su mejor sueño.

Por más que quisiera, ver al joven Potter tan mal luego de dos semanas después de su encuentro con Voldemort lo tenía realmente preocupado. Harry no dejaba de tener horribles pesadillas que le recordaban lo sucedido durante la noche. No comía mucho. No dormía lo suficiente. Eso iba a acabar con él muy pronto. Pero confiaba en que Sirius Black lo ayudaría. Como el padrino que era...

Observó el bosque donde se encontraba. Muy cerca de la escena del crimen, como le decían los muggles. Era medianoche y apenas algunas estrellas brillaban en el firmamento. Noche despejada. La oscuridad era inmensa en medio de aquel bosque. El bosque "Mal de Ojo" Se preguntaba por que le habían puesto ese nombre los habitantes del pueblo... ¿tanta magia negra había en el aire?

Agarraba su varita con firmeza. No dudaba que cualquier animal oscuro podía salir entre los arbustos. Entre las copas de los árboles, entre el pasto, entre... Había muchos lugares de donde podían salir bestias salvajes del lado oscuro.

Debía investigar con más profundidad. No podía perder tiempo en busca de cadáveres. No podía. Había muchas cosas que hacer y preparar... sobre todo, en Hogwarts.

El silencio que reinaba en el lugar le ponía los nervios de punta. Preparó la varita mágica ante cualquier movimiento de los árboles o arbustos de su contorno. Cualquier ruido y no dudaría en disparar algún encantamiento...

Caminaba con precaución, mirando para todos lados, tratando de no hacer el menor ruido. Las manos le temblaban ligeramente. Sintió que empezaba a llover. ¡Qué clima más raro!

El agua formaba charcos en la tierra con los que intentaba tener cuidado. No aguantaba semejante silencio. La tormenta no emitía ningún ruido o eso le parecía a Dumbledore dentro del bosque.

Sin previo aviso, una voz fría, detrás de él, resonó en el bosque. Le hizo pegar un gran sobresalto a su corazón. A su pobre corazón. Se dio vuelta al mismo tiempo que el individuo extendía la varita a escasos centímetros de su nariz, fracturada varias veces en el pasado. Ambos quedaron paralizados allí unos instantes.

- Buenas noches- sonrió maliciosamente el ser encapuchado, lord Voldemort- ¡Dulce encuentro, director!- rió tenebrosamente.

- Igualmente, Tom- dijo Dumbledore con tono inexpresivo. El pulso le estaba subiendo, su corazón latía a mil por hora contra su pecho. Podía llegar a hacerle daño. Tono sarcástico en ese pensamiento.

- No pensé que vinieras sin tus aurors, Dumbledore

- Hay muchas cosas que no pensaste pero sucedieron, ¿verdad, Riddle?- Miradas de intenso odio. Unas palabras inaudibles salieron de la boca del Innombrable (N/A: Inaudibles para la lectura, porque yo si lo escuché ^_^)

Voldemort habló con aquella voz fría que lo caracterizaba desde hace muchísimo tiempo. Iba de acuerdo al lugar y a la situación en la que se encontraban.

- Tengo que sacarte del camino, mi querido profesor de Transformaciones. Sin ti, Potter no tendrá salida, el mundo no tendrá salida... Reinará el pánico en la comunidad mágica. No puedo perder esta oportunidad. ¿Qué me aconsejas: matarte y reinar el resto de los siglos, o que vivas y me saques todo el poder?

- Eso lo decides tú, Voldemort. ¿No era que manejas la muerte? Pruébalo- lo retó Albus. Sabía que no tenía escapatoria... los segundos de vida estaban contados. No podría hacer nada contra la maldición asesina...

- ¿Esas fueron tus últimas palabras, estimado profesor?

- Mm, no. Estas son: Aparecerá una gran esperanza, que compartirá luz y oscuridad en su alma. La hija del Innombrable crecerá en mentiras. Solo ellos podrán hacerlo, solo unidos podrán vencer a la oscuridad- Ante la cara de confusión de Voldemort, aclaró: - Sabes perfectamente que tu hija y Potter te vencerán, lo sabes y muy bien. Piensas que sacándome del camino, ellos se pondrán de tu lado... pero no es así. Ellos te vencerán, caerás en las manos de dos jóvenes de diecisiete años...

Albus sabía que no tenía salida. Quería que sus palabras fueran escuchadas por alguien, pero absolutamente nadie podría escucharlas nunca jamás. O eso pensaba él...

- ¿Listo?- dijo Voldemort omitiendo lo dicho por su antiguo profesor de transformaciones, sin intenciones de hacerle caso alguno- eso espero porque no puedo perder más tiempo... Avada Kedavra

El cuerpo del profesor Dumbledore cayó inerte en la hierba húmeda luego de la cegadora luz verde de la maldición asesina. Las gotas de la lluvia mojaban el cadáver del ex director de Hogwarts. Voldemort desapareció de la vista con una maligna sonrisa iluminada en su rostro...

Allí había terminado la vida del anciano profesor de Hogwarts para siempre. Capaz, con él, se había ido todas las esperanzas del mundo mágico... Menos dos, las cuales tendrían que destruir al tan odiado y detestado asesino...

Harry se incorporó agitado en la cama. Observó con determinación la habitación. Sus ojos daban vueltas y admiraban cada detalle extraño. Nada fuera de lo normal. Neville roncando, Dean y Seamus durmiendo plácidamente, Ron dando vueltas en la cama, entre sus sueños, y Hocicos, transformado en perro, acostado al costado de su cama.

Pero eso no era una situación normal. Aunque todas las noches se levantara con horribles pesadillas y luego sufriera insomnio por culpa de ellas, no solía levantarse con esa idea horrorosa en la mente. La peor noticia para el mundo mágico. ¿Sería aquella pesadilla la realidad? ¿Estaría Albus Dumbledore... muerto?

Tragó saliva. Contuvo las lagrimas. No era verdad. No era verdad. NO ERA VERDAD. Su mano derecha se colocó en su garganta. ¿Por qué siempre tenía que levantarse con la respiración sumamente agitada? Su corazón latía como si hubiera estado corriendo durante una hora... Pero lo peor era esa sensación de frío en todo su cuerpo. Esos escalofríos que no lo dejaban en paz.

Se acomodó entre las almohadas. Miró el techo de la habitación. Las sombras de la noche, las sombras de los árboles del bosque prohibido daban formas aterradoras. Menos mal que no estaban dentro del campo de visión de la torre Gryffindor. Pero había sombras en la habitación y sabía que eran producto de su imaginación. Le pasaba toda las noches de insomnio. No podía soportarlas. Llegaban a desesperarle...

Desesperación. Dolor. Sufrimiento. Lagrimas. Terror. Muerte. Mentiras. Falsedades. Súplicas. Gritos.

Esas eran palabras que explicaban el estado actual del mundo. Si seguían así, a fines de julio no quedaría alma con vida. ¡Era marzo! Menos mal...

Y como siempre le pasaba cuando Voldemort le hablaba, cayó en una inmensa oscuridad inconsciente. Donde solamente se escuchaban voces...

Cuánto tiempo sin hablarte, Harry

- ¡Qué gusto volver a escucharte, Tom!- exclamó Harry sarcásticamente.

Quería darte una gran noticia, Harry

- No puedo aguantar la curiosidad por saber esa noticia, Tom

No me llames Tom, Potter, porque lo lamentarás

Hubo un silencio en el que solamente se escuchaban unas voces totalmente distantes. Imposibles de entender. Harry no sabía como contestarle a Voldemort...

Bueno, no te dejo con el suspenso, Harry, y te digo la súper noticia

- Vamos a ver que tienes para decirme hoy, Voldemort

Algo muy bueno. Acaba de morir Albus Dumbledore, Harry. Recibiste esas imágenes en vivo, ¿verdad?

- Mientes. Es una mentira. Una mentira que inventaste para sofocarme. ES MENTIRA.

Volvió a la realidad. Fue como si saliera de una inmensa oscuridad y el sol le pegara por primera vez en muchos años. Cerró los ojos, ya que sentía como sí la luz fuera demasiada. Unos minutos después, volvió a abrirlos y nuevamente contempló la habitación de Gryffindor. Pero muy diferente a como la había visto antes de caer en ese trance.

Sirius lo había estado sacudiendo y ahora tenía esa mirada de preocupación que ya Harry estaba harto de admirar. Ron estaba al lado de Black, con la misma expresión en su rostro. El resto de sus compañeros de habitación, rodeaban la cama mirándolo inquietos. Habían prendido las velas del dormitorio. Era alrededor de la una de la mañana.

- ¿Estás bien?- preguntaron en un murmullo Ron y Sirius. Harry, quien sentía como si no pudiera hablar, solamente asintió con la cabeza lentamente, observando nuevamente la habitación.

- ¿Qué sucedió?- preguntó al cabo de unos minutos de silencio.

- Hablabas en sueños, Harry- dijo Sirius mirándolo preocupado. Harry esperaba no haber mencionado nada de lo de Dumbledore...

- Decías que era mentira. Repetías constantemente esas palabras- dijo Ron. Los otros tres "habitantes" del cuarto ya se habían ido a sus camas.

- ¿Otra conversación con Voldemort, Harry?

- Sí...

- ¿Recuerdas que te decía?

Harry pensó un instante en la respuesta. El estómago le dio un vuelco. Recordaba esa sensación. Iba a volver a mentirle a Sirius... pero no quería soltarle YA la noticia. No, iba a confirmarla antes de declarar que la había presenciado.

- No. Solamente recuerdo su voz, pero no con claridad... – murmuró evitando disimuladamente la mirada de su padrino.

- Será mejor que descansemos. Son la una y media de la noche- dijo Ron después de un largo bostezo- Mañana ya hablaremos, Sirius...

- Pero... si es grave, habría que llamar a Dumbledore... – Harry últimamente tenía la tez sumamente blanca, como una tiza. Si no fuera por eso, Sirius y Ron se habrían dado cuenta que se había palidecido.

- Estoy bien, Sirius. Dumbledore debe seguir con lo suyo. No quiero interrumpir la búsqueda.

Se acomodó entre las almohadas. Al día siguiente pensaría que hacer con esa noticia. Con esa horripilante noticia. Y lo peor, había sido presenciarla...

~~~~~~~~~~~~~~

Tras aquella noche, muchas cosas volvieron a cambiar. Harry, quien últimamente contaba sus pesadillas a Sirius, dejó de hacerlo. No podía fomentar rumores falsos de una posible muerte del profesor Dumbledore. Pero algo dentro de él le decía que no eran solamente rumores que traían un sueño. Desde unas cuentas semanas que no veía al anciano profesor y al resto de los Merodeadores. No podía ni confirmar ni aprobar nada. Pero no le iba a creer a Voldemort...

Harry, a partir de aquella pesadilla, se tomó las cosas en serio. Comenzó a analizar frases sospechosas dichas por Voldemort. Comenzó a leer más atentamente el Profeta. A aprestar atención a detalles.

Pero una de las frases de Voldemort lo había dejado intranquilo. "Es bueno tener un par de espías en Hogwarts" ¿Acaso Voldemort tenía otro espía infiltrado entre los estudiantes de Hogwarts? Debía andar con cuidado, por sí acaso.

Sirius se había dado cuenta que algo raro había pasado en alguna de las pesadillas nocturnas de Potter. Pero no quería forzar al muchacho a decirlo. Sin embargo, le preocupaba bastante. ¡Lo que hubiera dado por volver a ver al Harry que había conocido años atrás! Sin duda, Voldemort podía ocasionar la muerte. Pero también perdidas de alma... En el caso de Harry, su carácter había dado vuelcos impresionantes en los últimos meses. Y todo por sucesos realizados por Tom Marvolo Riddle...

Ronald y Hermione trataban siempre de evitar aquellos temas que sabían que no era correcto hablar en presencia de Harry. Siempre trataban de animarlo, si lo veían decaído, o tratarlo de hacerlo reír. Pero esto último se estaba volviendo muy difícil. Ellos entendían a su amigo, pero tenían que hacer algo por él.

Estaban en el comedor desayunando. Hermione comentaba algo de Cuidado de las Criaturas Mágicas, la clase que tendría a continuación. La primera clase después de las vacaciones de Semana Santa, la cual había concluido.

Sirius ya podía andar por Hogwarts en su forma humana. En los desayunos, almuerzos y cenas comía junto con ellos en la mesa de Gryffindor. El resto del día, en forma de perro. Y a la noche, cuando iban a la sala común, volvía a actuar como el padrino humano que era. Ya todos se habían acostumbrado a la presencia del ex convicto.

- Hoy me tocará cuidar a Giltred- comentaba Hermione alegremente- ¡Toda la semana a mí cuidado!- Ron la escuchaba y solamente asentía a lo que decía. Harry no prestaba atención a la conversación. Pero Sirius parecía absolutamente interesando en el tema.

- Los fénix son muy files a sus dueños- dijo Sirius sonriéndole a Hermione- Hay que aprender a comunicarse con ellos. Si solamente habláramos el idioma de los fénix ese punto no sería un problema. Pero desgraciadamente, ninguno de nosotros sabe hablar fénix, ¿verdad?

Ron asintió estando totalmente de acuerdo con las palabras de Black y Hermione sonrió con entusiasmo. Harry simplemente observaba a Sirius en un estado de shock. ¿Sirius no sabía que hablaba fénix? Mm. Capaz Dumbledore no se lo había contado... Dumbledore... No pudo evitar morderse el labio. Siguió con el desayuno absorto en sus pensamientos nuevamente.

- Dicen que cuando una persona habla con un fénix siente una gran tranquilidad porque sabe que el fénix es una criatura fiel y le dará respuestas certeras- dijo Hermione con entusiasmo- ¡Ojalá pudiéramos hablar con Giltred! Sería interesante...

- ¿Por qué crees que sería interesante hablar con un ave, Mione?- preguntó Ron quien comenzaba a gustarle aquel tema de conversación.

- Podría contar muchas anécdotas interesantes... o hablar temas sumamente importantes. A mi gusto, sería muy agradable.

- El problema es que si el fénix no es simpático... – razonó Black riéndose alegremente.

- No hay fénix que no sea simpático, Sirius- comentó Harry, introduciéndose en la conversación por primera vez. Ron, Hermione y Sirius lo miraron un momento con cierta sorpresa y curiosidad.

- ¿Cómo puedes saberlo, Harry?- preguntó Ron curioso- Salvo que puedas hablar fénix, sería imposible darse cuenta... – Harry se tragó su risa de satisfacción y rebuscó en la mochila en busca de un libro.

- Capítulo doce: los fénix- dijo pasándole el libro a Hermione. Mione abrió el libro y le echó una ojeada. Nunca lo había visto. Observó la tapa. Seres Extraordinarios del Mundo Mágico. Nunca había encontrado un libro con ese nombre. Con curiosidad, observó a Harry.

- ¿De dónde has sacado este libro? Nunca antes lo había visto... – preguntó Granger frunciendo el entrecejo. Potter sonrió con tristeza mientras tomaba el libro y lo volvía a guardar.

- Es uno de los libros que me dio Sean para leer... para el entrenamiento.

- Nunca Dumbledore me comentó que también estudiabas los seres mágicos con Sean... – dijo Sirius mirando a Harry con cierto aire de sospecha. Harry sonrió ampliamente.

- No los seres mágicos. Solamente los fénix...

- ¿Y por qué Sean quería que tuvieras más información sobre los fénix?- preguntó confundida Hermione. Pero esta vez fue Ron quien ató los clavos. Weasley se quedó boquiabierto mirando a Harry. Al ver su cara, Harry soltó una risita.

- Con esa cara me haces acordar cuando nos conocimos en el expreso de Hogwarts- rió Harry alegremente, recordando ese momento tan especial.

- Muy gracioso...

- Lo digo en serio.

- Ya veo- dijo sarcásticamente Ronald.

- Aunque tus hermanos tuvieron ese golpe en el momento... – dijo pensativamente Harry.

- Me imagino- dijo Ron en ese estado inexpresivo que daba risa.

- ¿Sabes? Parece que te afectó eso de estar más atento que Mione...

- Ni que me lo digas. ¿Por qué no nos lo dijiste?

- ¿Decirnos qué?- preguntaron al mismo tiempo Sirius y Hermione llenos de curiosidad.

- Se supone que somos amigos. ¿Te imaginas lo que podríamos haber hecho...?- Preguntó Ron con los ojos brillantes de entusiasmo- ¡Sobre todo a Malfoy!- Acabas de meter la pata, Weasley Sirius se quedó viendo a Ron con los ojos bien abiertos. Hermione tragó saliva y se volteó hacia Harry. Él simplemente estaba con su vista en el plato.

Aunque sea era eso lo que ellos veían. Harry se encontraba escuchando las absurdas palabras de Voldemort. Aprovechando que Harry estaba recordando algunos cosas, también lo ayudaba a recordar esas imágenes horrorosas. Maldito.

Cerró los ojos con fuerza, en un intento en vano de sacar la voz aguda y fría de Voldemort de su cabeza. De su mente. De tu cuerpo. De su alma. De sus recuerdos. Pero era imposible. Él estaba allí. Ubicado en su mente... Maldición

- Harry, yo no quería... – susurró débilmente Ron, sacándolo del shock. Pero lo hiciste, Weasley

- No importa, Ron- murmuró Harry lentamente.

¿Acaso nada te importa, Harry? Mira, por su culpa, ahora tienes que soportarme. ¿No vas a hacer nada? Maldición. Harry se sentía tan molesto con Voldemort... Su voz le hacía acordar a un loro que no paraba de hablar y no importara la forma, quería hacerlo callar. ¿Pero como hacer callar al loro Tom? Risas internas.

- Es que yo... – comenzó a excusarse Weasley.

Eres muy gracioso, Harry A ver... vamos a seguir el consejo de Tom y fundemos un circo de payazos en Hogwarts. Mm. Se llamaría "MPLVI"

- No importa, Ron

¿Qué significa PLVI, Harry? A Harry le dieron ganas de reírse del tono curioso de Voldemort. MPLVI: Mortífagos-Payazos Locos de Voldemort Inc. Risas internas.

- Es que... yo no recordaba que... – Continuaba Ron.

Harry ya casi no podía contener su sonrisa divertida. Muy gracioso, Harry. O sea, estás admitiendo que eres un mortífago, ¿no? Las risas pararon. Maldito. El odio se acumulaba dentro de él.

- Déjalo, Ron- dijo Harry secamente. Vamos, Harry, ¡Es muy divertido! Divertido matar gente por conseguir poder. Maldito- estoy bien- le sonrió con las pocas energías que le quedaban.

- ¿Por qué no nos dijiste que hablabas con los fénix, Harry?- preguntó Ron en un murmullo, asegurándose que nadie más que el cuarteto lo escuchara.

- ¿Hablas con los fénix?- preguntaron sorprendidos Hermione y Sirius. Ron les hizo bajar el tono de voz.

Y cuéntame, Harry, ¿cómo va tu discurso para anunciar la muerte de Albus? Si hubiera podido maldecir a ese monstruo. De tenerlo enfrente y mostrarle quien era Harry Potter...

- ¡Sirius!- se escuchó un grito desde el otro lado del comedor. Harry pegó un salto y volteó a ver quien llamaba a su padrino. Cruzaba los dedos debajo de la mesa para que fuera Dumbledore...

- ¿Cómo andas, Bella? ¿Y tú, Remus? ¿De mal humor, Lidia?- saludó Sirius poniéndose de pie y sonriendo burlonamente.

- Siempre con tus bromas, Black. ¿Cómo andan, muchachos?- preguntó Lidia alegremente, acercándose a la mesa de Gryffindor y mirando al trío de Gryffindor. Los tres se limitaron a sonreír.

- ¿Cómo les fue...?- preguntó Sirius lentamente, mirando de reojo a Harry.

Momento perfecto para actuar, Harry. ¿Qué te parece gritarlo a los cuatro vientos? ¡Dumbledore está muerto! Ja Ja Ja La risa fría, malévola de Voldemort resonó en su cabeza, atormentándolo. Cerró los ojos con fuerzas. Vete al infierno de donde saliste.

- Nada- dijeron Lidia, Arabella y Remus tristemente mientras se sentaban ellos también en la mesa de Gryffindor. Arabella observaba a Harry de reojo. Lo veía extraño, como ajeno a la conversación.

- ¿Todo bien, Harry?- se animó a preguntar. El muchacho posó sus ojos verdes brillantes en los ojos marrones opacos de Arabella. Sonrió y asintió. Respuesta simple, pero no confiable.

- ¿Creen que Voldemort vuelva a actuar pronto?- preguntó lentamente Hermione con preocupación en la voz. Los adultos intercambiaron miradas sombrías y observaron al trío. Avísales que ya actué, Harry, se quedaron atrás

- Mm. Probablemente dentro de un mes. Tiene que fortalecer a sus mortífagos para un próximo ataque- contestó Remus seriamente.

¿Sabes, Harry? Es interesante saber los movimientos de tus enemigos... Harry se sentía como un espía al servicio de Voldemort. A través de él, Voldemort podía enterarse de los movimientos de la Orden del Fénix... Se mordió el labio. Odio. ¡Cuánto odiaba a aquel monstruo! Quería matarlo ahora.

- Ha tenido unas veinte bajas de mortífagos. Es un número muy pequeño para las fuerzas que tiene en su poder, ¿verdad?- preguntó astutamente Ron- Para mí, que antes de fin de abril vuelve a atacar- ¿Sabes, Harry? Tu amigo hizo mal los cálculos. Ayer a la noche volví a atacar. Ja Ja

- Pero no puede tirar todas sus reservas, Ronald- replicó Lidia- Si tira todas las reservas, se estaría arriesgando a perder un 50% de ellos. Y eso no le conviene. Solamente podemos hacer una cosa: esperar

- ¿Esperar a qué?- preguntó Hermione bruscamente- ¿A qué vuelva a matar? ¿A que vuelva a arrancar vidas inocentes? ¡Qué impotencia!- murmuró tristemente.

- ¿Qué sugieres, Hermione? Nosotros no tenemos un número para desafiarlo a él- dijo Sirius lentamente- Lo único que podemos hacer es defendernos. No tenemos muchos aurors capacitados. El Ministerio está entrenando en absoluto secreto a unos jóvenes que podrían entrar en el círculo del Innombrable, de forma que sean espías. De esa manera, podríamos saber sus movimientos y contraatacar. Pero él no debe enterarse...

Error. Ya se enteró. ¿Sabes, Harry? Eres de mucha utilidad. Debo darte las gracias... Error comentar esos secretos en presencia de Harry Potter. Maldición. Sentía odio, impotencia, desprecio... ¿Acaso Voldemort no podía irse al infierno?

- Si es un secreto del Ministerio de Magia, no conviene andar contándolo a todo el mundo, ¿no te parece, Sirius?- opinó Harry suavemente.

- Si... pero ninguno de nosotros está en el círculo de Voldemort, Harry, ninguno de nosotros es un espía o algo por el estilo- dijo Remus observándolo con determinación- Aunque tienes razón. En Hogwarts, hasta las paredes escuchan- Caramba. No habían entendido la indirecta de Harry. Maldición.

- Pero ninguna de estas paredes está conectada a Voldemort- rió Lidia, aunque un poco presionada. Pero hay un muchacho que si está conectado a mí, querida Lidy ¡MALDITO! Tenía ganas de... Grrrr ¡Maldición!

- O eso esperamos- agregó Bella. Harry sentía que la impotencia y el odio comenzaban a superarlo. ¿Cuánto faltaba para Cuidado de las Criaturas Mágicas? Maldición. Media hora...

- No seas absurda, Bella. Eso es imposible- dijo Sirius sobresaltando la ultima palabra.

- Con Voldemort nunca se sabe, Sirius- opinó Remus suavemente. Dale las gracias de mi parte a ese asqueroso licántropo, Harry

- Totalmente de acuerdo. ¿Podemos cambiar de tema?- preguntó Ron, quien el labio le estaba temblando. ¿Qué le estaba pasando al pelirrojo?

Quien adivine, se gana un millón de Galleons Hasta a Harry le dio risa. Pero tuvo que contenerse. No iba a reírse de una broma de Voldemort, no, no. Eso iba en contra de...

- ¿Qué clase tienen ahora?- preguntó Remus interesado. Mm. Ojalá tuvieran "Cacería de Inútiles" De esta manera, no habría tantos insectos en el mundo...

- Cuidado de las Criaturas Mágicas, con Hagrid- dijo Hermione ardiente de entusiasmo. Ron suspiró con resignación, aunque se veía claramente que ocultaba algunas risas detrás del suspiro.

- No sé que te da gracia, Ron... – dijo Hermione mirándolo fijamente. Ron sonrió mientras le murmuraba a Harry en el oído.

- Capaz el fantástico, el divino, el único, el valiente, Gilderoy Lockhart, si lo sepa- Harry tosió y de esta forma evitó que notaran que se estaba riendo.

- No importa, Herm- sonrió inocentemente Ron. Hermione le lanzó una mirada fulminante.

- ¿Continúan con los fénix?- preguntó Remus. Eso hizo que Hermione, Ron y Sirius se voltearan hacia Harry. Genial.

- Así es, Remus- contestó Harry mientras pensaba en algo que pudiese ayudarle a escapar.

¿Capaz diciendo que se había olvidado la varita? No, Hocicos lo seguiría... ¿Y si se hacía el distraído y les indicaba a Herm y a Ron que la clase estaba apunto de empezar? No, faltaban quince minutos. ¿Y si...?

- Disculpen. ¿Puedo hablar un segundo contigo, Harry?- Pegó un salto. Se dio vuelta y observó a una joven de dieciocho años, de Ravenclaw... ¡Cho Chang! La salvación en persona...

Ron se dio vuelta y miró a Cho con desprecio. Harry frunció el entrecejo extrañado por esa actitud. Hermione parecía querer levantarse y plantarle las cosas en claro a esa chica. Los adultos observaban a Chang con curiosidad.

- Por supuesto- le sonrió Harry. Se volteó hacia Sirius disimuladamente. Black observaba a Chang con desconfianza. Potter miró a Ron- Los veo en Cuidado de las Criaturas Mágicas

Las ganas de Hermione de matar a la Ravenclaw mientras la veía alejarse con Harry no le faltaron. ¿Qué tenía que hablar esa... mocosa con Harry? Sólo esperaba que Harry fuera lo suficientemente inteligente para darse cuenta que esa chica valía polvo.

- ¿Quién es esa chica?- preguntó Sirius cuando Potter y Chang desaparecieron del Gran Comedor.

- Cho Chang, de Ravenclaw- dijo Remus Lupin quien parecía aturdido- Pensaba que había terminado el año pasado...

- Repitió- contestaron Ron y Hermione al mismo tiempo.

- Mm. Debe ser una de las pocas chicas de Ravenclaw que he escuchado que ha repetido- comentó Lidia emitiendo una mueca en el comentario- ¿De qué tendrá que hablar con Harry?

- Mm. ¿No lo adivinas, Lidia?- sonrió Bella burlonamente. Lidia chasqueó la lengua en signo de reprobación.

- Bueno, nosotros nos vamos yendo. ¿Vienes, Sirius?- preguntó Remus nerviosamente. Si los ojos de Hermione no veían mal, le había hecho una seña.

- Bueno. ¿Hermione, Ron...?- preguntó Sirius distraídamente.

- ¡Mira la hora que es!- chilló Hermione mirando el reloj- ¡Vamos a llegar tarde a Cuidado de las Criaturas Mágicas!- dijo mientras agarraba su mochila. Ron la observaba boquiabierto sin moverse ni un centímetro- ¿Acaso te piensas quedar?- preguntó Hermione mirándolo molesta por su cara.

- Mm. No estaría mal...

- Muy gracioso. ¡Vamos!- dijo Hermione jalándolo- Quiero terminar ese trabajo de los fénix y necesito tu ayuda y la de Harry. ¿No es un trabajo en equipo?

- Pero recuerda que ahora somos tres y no cuatro- advirtió Ron mientras tomaba la mochila.

- ¿Qué sucedió con el cuarto miembro?- preguntó Lidia extrañada. Hermione se despidió velozmente y empezó a correr hacia la salida del comedor. Ron se ocupó de contestarle a Plack.

- Era Draco Malfoy- murmuró lentamente.

~~~~~~~~~~~~

- ¿Y de que querías hablarme, Cho?- preguntó Harry mientras caminaban por los terrenos. Chang se mordió el labio y miró a Harry con ojos entristecidos.

- ¿Sucede algo malo?- preguntó Potter extrañado por las reacciones de la chica- ¿He dicho algo que...?

- Es que... – Empezó la muchacha perteneciente a Ravenclaw. Chang tomó aire y un brillo anormal pasó por sus ojos- Me he enterado de lo sucedido en Hogsmeade... De lo que sucedió con Quien-Tú-Ya-Sabes - Potter frunció el entrecejo atónito. ¿Cómo se había enterado? Solamente la Orden del Fénix sabía su encuentro con Voldemort. Pero antes de que pudiera preguntarle, la muchacha volvió a hablar, interrumpiendo sus pensamientos- ¿Te encuentras bien? Me he enterado también de lo de Malfoy... ¿Estás bien?

- Eh, si, gracias por preocuparte, Cho, pero... ¿cómo te enteraste de...?

- Escuché a unos profesores comentándolo- dijo simplemente Chang. El viejo cuento que muchos se creían. Pero ya no era el caso de él. - Harry, quiero que sepas que cuentas con mi apoyo en todo momento, ¿sí?

- Sí, gracias...

- ¡AH! Y me mandaron a decirte que... – Agrandó la distancia que mantenía con Harry y le sonrió de una manera que Harry sintió que un escalofrío lo invadía- No todo lo que sucede es porque el destino lo quiso, Harry. Hay cosas que no se relacionan entre sí. Y... la muerte de Dumbledore no se relaciona con la de Ruiz, Potter. Espero que te sirva de lección. - rió de la cara aturdida de Harry y se alejó corriendo.

Harry paró de caminar. Miraba como la Ravenclaw se alejaba rápidamente y la risa de la chica aún retumbaba en su mente. Tembló de ira.

Cho es una buena chica, Harry... Ella es la chica ideal para ti Ninguna Mortífaga era su mujer ideal. Por supuesto que no. Pero... ¿desde cuándo? ¿Por qué? ¿Cómo? Maldición...

¿O estaría manejada por el Imperius? Podría ser perfectamente. No encontraba razones para que Cho Chang pudiera aliarse al lado oscuro. Eso era extraño. Muy extraño. Además, ¿para qué revelarse ante Harry Potter, sabiendo que él estaba comunicado con la Orden del Fénix? Muchas cosas no se conectaban...

Pero... ¿tendría razón en lo que decía? ¿Qué el Destino no siempre planeaba todo? ¿Qué había cosas que eran imposibles de evitar, pero que el destino no quería que sucedieran? Si lo seguían confundiendo nunca entendería su destino.

Jamás se había sentido tan confundido, tan traicionado, tan herido... Últimamente todo a su alrededor era odio, desgracias, muertes, gritos, dolor... ahora también traición. Ya estaba harto de todo eso... Pero otra vez no iba a reclamar la muerte... ¿O continuaba deseándola?

- ¡Harry!- escuchó que lo llamaban. Pisadas apresuradas y dos personas que se acercaban. Estaban detrás de él, ahora. Suspiró con resignación y se dio la vuelta. Hermione y Ron.

- Ron, Herm... – murmuró suavemente, todavía aturdido.

- ¿Te encuentras bien, Harry?- preguntó Ron acercándosele más y observándolo fijamente. Reaccionó y asintió.

- ¿Qué quería Chang?- dijo Hermione con desprecio. Negó con la cabeza lentamente y exclamó lo más alegre posible.

- ¡Vamos a CCM, no vamos a llegar tarde! ¿Verdad?- ambos amigos asintieron, mirándolo preocupados. Otra vez los preocupaba... Se mordió el labio. Ojalá dejaran de sufrir por él...

~~~~~~~~~~~~

La sala común de Gryffindor nunca había estado tan silenciosa. El trío de Gryffindor se encontraba sentado en los sillones, enfrente de Sirius Black. La seriedad en el rostro de Sirius los ponía intranquilos. Había tristeza en sus ojos. Más que desde costumbre.

La chimenea apagada. Primavera ya empezada. Lastima que las flores no mejoran la situación. Lastima que el aroma de las hierbas y el aire purificado por las plantas no reviviera a los muertos. Lastima que ese aire no se sintiera en ese momento en la torre de Gryffindor. Lastima...

- ¿Qué es lo que sucede, Sirius?- preguntó Hermione en un murmullo. Ron parecía contener la respiración mientras esperaba una respuesta. Harry sentía que ya la sabía desde el día anterior. Desde la noche anterior.

- Hoy, Lidia, Remus y Bella me informaron de una noticia... – empezó Sirius fijando su vista en la alfombra escarlata de la sala- De una de las peores noticias para el mundo mágico- Ron tragó saliva y Hermione se mordió el labio. Harry simplemente observaba a Sirius.

- ¿Qué sucedió?- preguntó Ron tras unos minutos de silencio.

- No queremos que esta noticia se extienda. Puede dar como resultado un caos tremendo en Hogwarts- murmuró el padrino de Potter.

- ¿Hogwarts?- preguntaron extrañados Hermione y Ronald- ¿Encontraron el cadáver de Snape?

- No, no es eso. Encontraron otro cadáver.

- ¿A quién mató ahora?- preguntó Ron con odio hacia aquel monstruo asesino...

- Albus Dumbledore- Hermione se tapó la boca con las manos y ahogó un grito. Unas lagrimas empezaron a cruzar su rostro. Ron se quedó pasmado, mirando a Sirius horrorizado. Tragó saliva.

- No lo dices en serio, ¿verdad? Es una broma... – murmuró sin creer sus palabras.

- No, no. Dumbledore está muerto.

- Es imposible. Dumbledore... ¡Es imposible!- chilló Hermione mientras corría hacia las escaleras de la habitación de chicas. Ron se levantó y se dirigió a su habitación. Harry seguía mirando a Sirius. Su mirada inexpresiva. No reflejaba nada.

- ¿Cómo te sientes, Harry?- se animó a preguntar Sirius. Potter simplemente negó con la cabeza.

- Dumbledore era... como un abuelo para mí, Sirius- dijo Harry mientras observaba los ojos celestes de Black- Siempre trataba de ayudarme y comprenderme. Me dio consejos muy buenos estos últimos años... Me protegía en todo momento y se lo agradezco enormemente. Pero no siento nada. Nada que se pueda reflejar con palabras, ni con lagrimas. Ni con gritos. Con nada.

- ¿No tienes tristeza? ¿Dolor? ¿Nada, Harry?- preguntó extrañado Sirius observando a su ahijado perplejo. No se esperaba esa reacción inexpresiva. Pensaba que haría como Ron, que subiría a su habitación para llorar en silencio. Pero ni eso. Voldemort estaba convirtiendo a Harry en un... monstruo.

- Voldemort no tiene nada que ver, Sirius- dijo Potter, como leyendo sus pensamientos- Voldemort se siente triunfador y orgulloso. Glorioso. Siente el poder en sus venas. Siente que ya ganó, que nadie le va a impedir su acceso al poder. Yo no siento eso. Y él no me ha hecho sentir lo que estoy sintiendo. Es solamente que ya he llorado suficiente. No soporto más mi vida. Quiero morir, pero sé que mi deseo no se cumplirá. No quiero que me comprendas. No quiero que nadie me comprenda. No quiero que me abraces ni me prometas lo imposible. No quiero que te preocupes por mí, ni que sufran por mí. Ya no quiero nada. Ya no puedo llorar. Ya no puedo reír como antes. Ya no soy libre. Estoy encadenado a este maldito destino, Sirius. Y siento que la única forma de librarme de ellas es la muerte. Pero no la merezco...

- ¿Cómo dices eso, Harry?- gritó Sirius con lagrimas de ira en sus ojos- ¡Lily y James murieron por ti! ¿Cómo puedes decir eso? ¿Dejarás que sus vidas...?

- Ellos no querían verme sufrir- contestó Harry en el mismo tono que Sirius, pero aguantando las lagrimas en sus ojos- Ellos querían que viviera en paz y con la persona que me haría feliz. No existe la paz en mi vida y la persona que me hubiera hecho feliz murió... y yo no quiero condenar a Hermione a que me acompañe. Merece algo mejor. Una vida mejor.

- Harry, Hermione te quiere... – Harry cerró los ojos con fuerza, como no queriendo escuchar esas palabras- Harry, ¡Mira en lo que Voldemort te está convirtiendo! En un ser sin sentimientos... ¡cómo él!

- ¡Yo jamás seré como él! Yo no quiero poder. Yo quiero la muerte- Sirius lo tomó por los hombros y lo sacudió con desesperación.

- ¡Escúchate, Harry! Por favor, hazlo por mí... ¡reacciona!- dejó de sacudirlo y Harry dejó caer sus lagrimas. Abrió sus luminosos ojos verdes.

- ¿Cómo quieres que reaccione?- murmuró Potter. Dolor- ¿Cómo reaccionarías tú si vieras morir a Diggory, Snape, Sean, Dumbledore... frente a tus ojos y no pudieras hacer nada para evitarlo?- Tristeza- ¿Cómo te sentirías tú si escucharas el último grito de Draco Malfoy en tus sueños?- Impotencia.

- ¿A qué te refieres?- preguntó pasmado Sirius.

- Yo ya sabía desde ayer a la noche que Dumbledore estaba muerto... – susurró- permíteme decirte, Sirius, que es horrible. Es horrible ver muertes a través de sueños. Y es horrible escuchar a Voldemort en tu mente. ¿Sabes?

Se puso de pie, atravesó la sala común y subió las escaleras hacia su habitación. Se tiró en su cama y corrió las cortinas, tapando la visión al exterior. Sofocó su llanto en la almohada. Ya basta de lagrimas. Sus padres no descansarían en paz porque él llorara. Debía actuar. Matar a aquel que le arrebató todo lo que tenía...

Pero no tenía lo suficiente. No tenía el suficiente valor para plantarle la cara a su destino. ¿Y si decepcionaba a todos? ¿Y si Voldemort lo mataba y absorbía su poder, haciéndose todavía más fuerte? ¿Y si no lograba matar a ese asesino? Nunca se había preparado de verdad contra él.

Se sentía sofocado por el encierro. Solamente podía salir a los terrenos durante las clases y siempre en compañía de alguien. Nunca podía estar solo y en paz. Disfrutar del aire y las flores... Una idea cruzó su cabeza.

Esperó a que Sirius subiera y se durmiera en forma de perro al pie de su cama. Tomó su varita de la mesita de luz y se señaló a sí mismo. Se aplicó el hechizo silenciador. De esta manera, nadie escucharía sus pasos o sus movimientos. Suspiro. Necesitaba tomar aire fresco.

Salió de la cama lentamente. Que no hiciera ruido no significaba que no pudieran sentir sus movimientos. Si llegaba a pisar la cola de Hocicos...

Se dirigió a su baúl. Lo abrió y buscó en él su tan preciada capa de invisibilidad. Hermione se la había devuelto en Navidad. Era su única herramienta para poder salir del castillo. Ya no le preocupaba su seguridad. Quería aire fresco y necesitaba soledad. Esa noche era el momento.

Se colocó la capa con delicadeza. Dejó que la emoción de una aventura recorriera su sangre, como los viejos tiempos. Dejó que la emoción que su padre, James Potter, había experimentado cuando estudiaba en Hogwarts también corriera por su sangre. Hacía muchísimo tiempo que no utilizaba la capa... Había llegado el momento.

Con la capa de invisibilidad puesta y el encantamiento silenciador aplicado, caminó velozmente hacia la puerta de la habitación. Ya no importaba que pudieran sentirle. No podían ni oírle ni verle. Ya no había forma que pudieran detenerlo.

Salió de la habitación y cerró la puerta suavemente. El aire a libertad era hermoso. Pero quería sentir la frescura de la libertad del castillo. De los terrenos del castillo. Bajó las escaleras con delicadeza. Y observó la oscura y solitaria sala común. Nadie. Adelante.

Salió de la protección de la torre Gryffindor. Sólo faltaba librarse de los profesores... ¿Andaría Filch por allí? Mm. Extrañaba el Mapa del Merodeador. Hubiera sido útil en aquella situación... pero Dumbledore lo tenía. No, Dumbledore ya no podía tenerlo. Lo tenía el despacho de Dumbledore... No iba a arriesgar su temporaria libertad por un mapa que solamente le serviría en aquella ocasión. No, no. Mejor que el despacho de Dumbledore siguiera cuidando al mapa.

Lentamente comenzó a caminar. Sus pasos eran silenciosos por el encantamiento. Menos mal. Si no la Señora Norris hubiera aparecido inmediatamente. Las manos comenzaron a temblarle. La emoción del momento, pensó. Por lo menos un año desde la última vez que se había puesto la capa. Añoraba esa sensación de libertad que la capa le otorgaba. Otra vez en su cuerpo...

Bajó al sexto piso. ¿Por qué la sala común de Gryffindor estaba en el séptimo piso? Tendría que tomar los alternativos pasadizos secretos del castillo. Pero se arriesgaba a que lo descubrieran... Pero cuanto antes respirara ese aire, mejor.

Pasadizo del sexto piso... llevaba al segundo piso, del lado del baño de Myrtle. Estremecimiento ante los recuerdos. Rayos. ¿Tendría que hacerle una visita a la pobre fantasma? Capaz lograran llevarse bien... Risas internas. Ni loco pisaría ese baño.

Pasadizo traspasado. Ya estaba en el segundo piso... Bien. Revisó con sus ojos esmeraldas el pasillo. Inexistencia de profesores y/o celador. Ninguna gatita a la vista... Continuó su camino con pasos calculados. No iba a pisar ningún escalón falso ni ninguna trampa de Peeves. Sería el colmo después de todo...

Escaleras a primer piso. Increíble que nadie vigilara. Después de la muerte de Dumbledore, tendría que haber más profesores vigilando en vez de menos. ¡Qué loco era el mundo! McGonagall a cargo de los alumnos y del castillo. ¿Acaso la profesora de Transformaciones no era estricta y decidida? Error.

Primer piso. Ya no había nada que pudiera detenerlo. Cruzó el pasillo sin precaución de chocar con nadie. ¿Quién podía estar por los pasillos a esas horas? Nadie. Eso no era como antes. Antes, los Prefectos y Premios Anuales siempre merodeaban en busca de alumnos con insomnio en rastreo de aventuras nocturnas. Un profesor por lo menos en cada piso. Sin embargo... Nada.

Vestíbulo. Tenue era la luz de las pocas velas que iluminaban el salón principal del castillo, "La Gran Entrada." Pero la luz era suficiente para guiarlo a la puerta que lo separaba de la libertad. Giró el picaporte y... ¡SÍ!

El aire libre. Eso relajaría sus sentidos... Salió apresuradamente a los terrenos. El aroma de la primavera recién llegada. Esa sensación de tranquilidad que no sentía hacía añares. Uff. Como si se pudiera estar tranquilo cuando miles de personas morían en manos de... "la guerra entre el bien y el mal", pensó sarcásticamente. Risas internas. La guerra en busca del poder. El poder de dominarlo todo.

Quería dejar de pensar en eso. Quería liberarse de sus cadenas por algunos momentos. Se sacó la capa de invisibilidad, ya no le hacía falta. Sus pasos se empezaron a escuchar. El efecto del encantamiento también se había perdido. Sonrió satisfecho. Efectivo. Le agradecía enormemente a Sean que le hubiera enseñado ese encantamiento...

Se dejó caer a orillas del lago, como siempre había hecho. Suspiró y respiró hondo. Ese aire puro entrando por sus fosas nasales y... rellenando sus pulmones de calidez. La calidez de la naturaleza. De la inocencia. De la libertad. De la tranquilidad. Esa calidad única, nuevamente con él.

Si tan sólo las cosas que sucedían no estuvieran pasando se disfrutaría más de ese aire. Pero no. Ninguno de sus deseos se cumplía. ¿Por qué? ¿Acaso era demasiado tarde para pedir armonía y paz? ¿Para pedir felicidad y alegría? ¿Salud y bienestar? Mm. ¿Acaso él había pedido la guerra y la enemistad? ¿Había pedido dolor y tristeza? ¿Enfermedad y malestar? No. Pero no todo sucedía como uno quería. ¿Pero las cosas sucedían como el destino las quería o las desgracias también se le salían de las manos al destino? Nunca entendería su destino...

La calidez se perdió. La tranquilidad se fue volando, dándole paso a... ese maldito asesino. Otra vez tratando de manejar su cuerpo. Pero a diferencia de antes, era una fuerza inconcebible con la que luchaba. Chilló no pudiendo resistirse a la magia oscura. Voldemort comenzó a controlar sus acciones.

Su mano derecha se deslizó suavemente hacia el bolsillo de su sencilla túnica negra. La varita, hecha de madera de acebo y con núcleo de pluma de fénix, estaba fuertemente apretada en su mano. ¿Qué quería hacer Voldemort con él...?

Voy a cumplir tu deseo, Harry

Lo iba a matar. Pero iba a parecer un suicidio. Una opresión en su pecho jamás conocida con tanta fuerza. Angustia. Impotencia. No, eso no era...

¿Acaso no querías morir, Harry?

Si, eso pensaba hasta ese momento. Pero el ser humano no era perfecto. Podía cometer errores y fácilmente podía ser manipulado por el poder. El ser humano tenía muchas debilidades, pero la más destacada... Miedo a la muerte.

Yo te advertí, Potter

¿Por qué tenía miedo a morir? ¡La había estado deseando! ¿Por qué...? ¿Acaso algo había cambiado desde la última vez que la había deseado?

Sí. Algo había cambiado.

La mano derecha temblaba. Trataba de sacar a Voldemort de su cuerpo. Pero era imposible. Imposible. La varita señalaba directamente a su corazón. Cerró los ojos con fuerza, comenzando a murmurar en contra de su voluntad un hechizo desconocido para él... Nabajem Sangrum. El hechizo... "suicida" podría llamarse... pero también asesino...

Pero antes que terminara de decirlas, unas manos suaves y cálidas rodearon la suya. La varita cayó en la hierba. Una persona enfrente de él. Voldemort había desaparecido de su cuerpo. Abrió sus ojos verdes esmeraldas.

Hermione.