Sangre. Quiero sangre... Déjame rasgarte... romperte... matarte... Tan deseoso... durante tanto tiempo... Matar... la hora de matar... Huelo sangre... ¡Huelo sangre!
Se escuchaba una corriente de agua de caudal. Sin embargo, al encontrarse a la orilla de aquel río, en vez de ser una corriente de un líquido incoloro, inodoro e insípido, era de un líquido rojo... En otras palabras, sangre. Un río de sangre humana.
La impresión de ver tanta sangre junta lo dejó pasmado. Su respiración era entrecortada. Cerró los ojos con fuerza, para no seguir viendo aquello que empezaba a darle nauseas...
Sangre. Quiero sangre... Déjame rasgarte... romperte... matarte... Tan deseoso... durante tanto tiempo... Matar... la hora de matar... Huelo sangre... ¡Huelo sangre!
Dejó escapar un gemido. Retrocedió instintivamente unos pasos. Volvió a abrir los ojos, fijándolos en el suelo húmedo... Comenzó a llover, pero eso no le importó demasiado. No podía, no quería pensar... Un dolor agudo de cabeza habitaba en su cuerpo. No podía hacer nada.
Alzó la vista hacia el cielo intensamente poblado de nubes grises... La lluvia se volvió más poderosa. Extendió la mano para sentir el contacto del líquido en la palma de su mano... Pero nuevamente volvieron a sorprenderle. No era agua la que caía del cielo, sino...
Sangre.
Cayó de rodillas al suelo, sollozando. Apretaba los puños con fuerza, con una fuerza inimaginable. Casi haciéndose daño. No le interesó.
Comenzó a oír pasos, no muy lejos del lugar donde se encontraba. No muy lejos. Pasos que se acercaban lentamente a él. Unos minutos después, que le parecieron eternos, la figura llegó ante él. Alzó la vista. Ojos rojos le devolvieron la mirada. Una mirada llena de odio y venganza.
- Potter. – Murmuró la figura que se alzaba sobre él poderosamente. Una sonrisa maligna en su rostro. Una sonrisa que generó un escalofrío en su espalda, en su cuerpo. Sentía las lágrimas recorrer su rostro.
- ¿Qué es lo que se siente, Potter?- No iba a responder. No quería responder. No debía responder... A pesar de eso, una fuerza sobrenatural le empujó a responder débilmente.
- Impotencia. Odio. Desprecio. Poder de venganza.
- Muy bien, Harry... – La figura se inclinó para estar a la misma altura. Tomó su barbilla, obligando a sus ojos verdes a ver los suyos. – No somos tan diferentes... ¿Sientes lo que yo siento? – Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Sentimientos negativos. Negativos. - ¿Para que luchar si nada te queda, Harry? – Se resignó a los sentimientos negativos. No iba a permitir que lo transformara en un ser similar a él. Suspiró, exigiendo a sus pulmones tomar aire suficiente, y respondió.
- Se los prometí. – Cerró sus ojos con fuerza, dejando de conectar miradas. Imágenes surgieron en su memoria. Sangre.
- Ellos ya están muertos, Harry. ¿Para qué luchar si nada te queda para hacerlo?
- Se los prometí... Vivos o muertos, debo cumplir la promesa...
- ¿Cuál promesa, Harry?- Tono suave. Totalmente calculado. Quería someterlo a su voluntad. No se rendiría. Se puso de pie con esfuerzo, pero rapidez, y enfrentó su mirada de odio.
- Destruirte.
El oxígeno parecía no querer entrar a sus pulmones. La vista se le nubló unos instantes. Luego, volvió con más claridad. Él había desaparecido, dejándolo solo a orillas de un río de sangre. La lluvia seguía, pero un poco más débil.
Apoyó su cuerpo en una superficie firme, tratando de recuperar el aire. Una brisa helada despeinó su cabello negro. Todo su cuerpo tembló. Miró fijamente aquel río. Sangre y más sangre. Unas imágenes demasiado frescas volvieron a su memoria. Luces rojas oscuras y verdes brillantes. Gritos de dolor e impotencia. Sollozos inundados de arrepentimiento y tristeza. Sangre.
Habían muerto en su memoria. Se los prometí. Ya no tenía fuerzas. Debo cumplir la promesa. ¿Para qué sirve luchar si nada te queda en el mundo? Se los prometí. ¿Y luego de destruirlo, que harás? Luchar con mi conciencia. Morir en angustia y soledad. Murieron por tu culpa. Lágrimas de pesadumbre.
Cayó derrotado al suelo, sin fuerzas para hacer nada. Tenía razón... ¿De qué servía destruirlo si después... no podías disfrutar con tus seres queridos de la dulce victoria? Pero entonces... ¿qué hacer?
Observó sus manos y recién en ese instante notó heridas en ellas. En sus brazos, en sus piernas. Casi en todo su cuerpo. Heridas de la vida y... heridas de la gran batalla.
Ríndete ante mí, Potter. Jamás. Entonces, sufre las consecuencias...
Tenía razón. Habían muerto por su culpa. Por su valor e ignorancia. Por su necesidad de triunfo sobre el enemigo. Los había perdido.
Sus ojos verdes se fijaron nuevamente en el río de sangre. La sangre de aquellos que te amaron y dieron todo por ti. Hasta la vida llegaron a dar...
Un grito de dolor perforó sus tímpanos. Sollozos histéricos de una muchacha. Gritos de impotencia le siguieron.
Déjame rasgarte... romperte... matarte... Tan deseoso... durante tanto tiempo... Matar... la hora de matar... Huelo sangre... Huelo sangre. ¡MATAR!
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Sus ojos verdes recorrieron la habitación. Sus cuatro compañeros de cuarto durmiendo pacíficamente, sin ningún tormento en sus almas. Sin embargo, él no podía hacerlo. Había tenido esa misma pesadilla las últimas cinco noches. Cinco noches en las que no había podido dormir. El insomnio lo estaba matando. Unas ojeras debajo de sus ojos indican el poco tiempo de descanso que había tenido aquellos días.
Habían pasado tres semanas desde el baile de relajación. Sirius había dejado de acompañarlo durante las noches. Los Merodeadores ya tenían su propia habitación situada en el castillo. Ya habían anunciado la muerte de Dumbledore y de Snape. El Profeta había estallado. El colegio era un caos inmenso. A pesar de las sugerencias de McGonagall de mantener la calma... Pero ni siquiera Minerva podía mantenerse calmada. Los nervios, el miedo a la muerte...
Habían decidido adelantar los exámenes finales. Dentro de una semana, tendrían que dar los EXTASIS. Y a fines de mayo darían las respuestas... Las vacaciones se adelantarían. Tenían que elegir un nuevo director y la situación caótica del mundo mágico y muggle obligó al Ministerio a tomar esa decisión. Pero Harry no quería llegar a fines de mayo. Tenía un mal presentimiento...
Se acomodó entre sus finas sabanas. Era una noche calurosa. Una de esas noches que el calor no te deja dormir... Aparte, claro, del sufrimiento de las pesadillas. Lo que te hacía tomar miedo de dormirte... Permanecer despierto.
Esa pesadilla la había tenido los últimos cinco días. Había tratado de descifrarla, pero cada vez que lo intentaba, olvidaba detalles fundamentales. Llegado el alba, la pesadilla se perdía en su memoria. Y a la noche, volvía a su mente. Era frustrante.
Pero aquella vez, había podido sentir las sensaciones... Escuchar las palabras de Lord Voldemort con mayor precisión y ver las escenas más claramente. Aquella vez se había sentido parte del sueño. No como los días anteriores, que simplemente eran las imágenes y las voces casi inaudibles. Cada día que pasaba, la pesadilla cobraba mayor sentido.
Se estremeció. Sintió sus párpados cansados, sin embargo, no llegaban a cerrarse. Una fuerza lo mantenía despierto toda la noche. Y calculaba que eran las dos de la mañana...
Decidió levantarse y entretenerse en la sala común en medio de su trance de vigilia. Despejar su mente unos minutos y...
Salió de la sala común silenciosamente. Bajó las escaleras que llevaban a la sala principal de la torre de Gryffindor. Caminó hacia los sillones y se sentó en uno de ellos, contemplando la escasa lengua de fuego que aún ardía entre las abundantes cenizas de la chimenea. Iluminaba tenuemente la habitación. Aquella luz radiaba una especie de esperanza...
Se acomodó en el sillón. Él cumplía la misma función que el fuego de la chimenea: daba calidez, paz y esperanza a la comunidad mágica (y muggle.) Todos confiaban en él... Pero poco a poco el fuego se iba extinguiendo hasta convenirse en ceniza. ¿Y si también su poder de calidez y paz sucumbía a manos de Voldemort, transformando la calidez, la paz y la esperanza en frialdad, guerra, muerte, sangre... el final del mundo? Se mordió el labio con frustración.
Una mano se apoyó en su hombro derecho, en forma de apoyo. Pegó un salto sobresaltado (no se esperaba a nadie despierto a esas horas) e inmediatamente se dio vuelta. Quiso gritar o decir algo, pero lo único a lo que su cuerpo respondió fue a ponerse de pie, observar a aquel ser con cierto terror y retroceder unos pasos, desconfiando de sus ojos. Pesadilla. Él no está aquí. Es una ilusión.
Se observaron alrededor de unos cuantos minutos, sin atreverse a cortar el silencio. Aquellos ojos carmesíes brillaron maniáticamente. Sonrió con malicia acercándose a Harry. Quiso retroceder, moverse, gritar, decir algo... Pero sus extremidades no respondían a los comandos de su cerebro.
El "hombre" extendió una mano y acarició su mejilla delicadamente. El simple contacto de la piel de Voldemort con la suya estremeció todo su cuerpo de pies a cabeza. Pero estaba paralizado. Voldemort amplió su sonrisa al sentir el estremecimiento de Potter y tocó suavemente su cicatriz. Recién en ese momento, la cabeza comenzó a dolerle tenazmente. Hizo una mueca de dolor y cobró sentido de sus acciones. Retrocedió unos pasos, mirando con asco y odio a aquel ser que le había quitado la paz al mundo mágico y muggle...
La vista se le nubló y durante unos instantes tuvo que cerrar los ojos. Y como en el sueño, al abrirlos, la figura de Lord Voldemort había desaparecido de la torre Gryffindor, sin dejar ninguna huella. Lo buscó con la mirada intensamente, pero ni rastros. Solamente había dejado una huella. Solamente una. Y esa se encontraba en la mente de Harry. El dolor de cabeza lo estaba matando. Cansadamente, se sentó en el sillón tocándose la cicatriz levemente. Al simple contacto, una sensación helada recorrió su sangre. Cerró los ojos, en busca de relajación. Pesadillas. Visiones. No era la realidad. No, no. Estaba delirando. Necesitaba descanso inmediatamente.
Al apoyar su cabeza en la almohada, nuevamente acostado en su cama en la habitación de los varones de séptimo de Gryffindor, se preguntó si todo había sido su imaginación... Si era así, tendría que dejar de leer libros de ciencia-ficción.
¿Habría sido toda obra de su imaginación y falta de sueño?
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Jornada de estudio en la biblioteca: once de la mañana en la mesa contra la ventana del lado izquierdo.
Suspiró con cansancio mientras ingresaba en el salón repleto de libros de estudio. Buscó con la vista a sus amigos, los cuales no habían llegado. Irresponsables. Rió internamente mientras se sentaba en la mesa de siempre. Seguramente Ronald había ido a buscar a Lilian, y Hermione llegaría en unos minutos. No le incomodaba esperar... Lo que lo incomodaba eran los cuchicheos de las chicas detrás de la estantería más cercana. Cobardes. Tienen que vivir siguiéndome como una sombra...
Se hizo el indiferente al cruzar sus miradas con Cristina Phahn, la chica de tercer curso de la casa de los leones, líder de su club de fans. Fijó su vista en el libro de Transformaciones. Concentración en los estudios, concentración en los estudios. Paciencia, paciencia... Dos chicas de Hufflepuff, una de Ravenclaw, dos de Slytherin y cuatro de Gryffindor mirándolo desde la estantería de la sección de Historia. Esas eran las más fanáticas. La que se sabían de memoria sus horarios de estudio... Me pregunto quien se los habrá dado... Sus sospechas inmediatamente dirigidas hacia Sirius y Ron, que harían cualquier cosa con verlo avergonzado.
Apretó su pluma de águila con furia. Todos los días lo mismo... Maldita fama. Lo que haría por tener un día de paz... Nah, seguramente extrañaría a las chicas murmurando cosas sobre él. Se puso ligeramente rojo ante su pensamiento. Concentración, libros, paciencia, concentración...
Escuchó unos pasos acercándose hacia él. Miró de reojo disimuladamente para contemplar a Phahn. Una muchacha rubia, de ojos claros, alta y delgada. Sonrisa sutilmente seductora. Se prohibió soltar comentarios indebidos o gruñidos de enojo cuando Cristina se sentó enfrente de él.
- Hola, Harry. Que sorpresa verte hoy tan temprano en la biblioteca. – No quiso decir su comentario sarcástico. ¿Sorpresa? Nah, tanto como verte a ti a estas horas.
- ¿Qué haces tan temprano en la biblioteca, Cristina?- preguntó Potter inocentemente. Cristina pareció excitarse al escuchar su nombre de una forma tan inocente y noble... y más todavía de aquella persona a la que adoraba, amaba...
- Supongo que lo mismo que tú. Trabajar para los exámenes. – Suspiró Phahn al no poder decir la verdad. Harry alzó una ceja interrogantemente mientras seguía con sus apuntes de Transformaciones. Paciencia, paciencia, paciencia...
- ¿Podrías ayudarme con un trabajo de Historia, Harry? La verdad que no entiendo nada sobre la caza de las brujas en los siglos pasados... – Harry tuvo el impulso de caer de la silla por las risas. Pero tuvo que contenerla. Pero se le escapó una sonrisa divertida que derritió a la pobre de Cris. Pero, para la suerte y alegría de Harry, Hermione entró en la biblioteca.
Mione al ver a Phahn soltó unas risitas y se acercó a Harry. Antes de sentarse a su lado, lo saludó con un corto, pero intenso, beso en los labios.
- Hola, cariño. – Saludó dulcemente Mione. Luego miró a Cris quien tenía la boca abierta del espanto. - ¿Cómo estás, Cris? Que sorpresa verte por aquí... – deslizó sarcasmo en sus palabras.
- Mira que bien, Mione. Cristina necesita ayuda para Historia de la Magia. La más indicada para explicarte cualquier cosa que tengas duda es Hermione. – Observó a Phahn sonriendo alegremente. La cara de odio que la rubia le dirigió a Granger fue sumamente intensa.
- No, no te preocupes, Harry. Seguramente mis compañeras podrán ayudarme, no quiero molestarlos. Al fin y al cabo, ustedes tienen los EXTASIS...
- Aunque con lo inteligente que es Hermione no necesitaría estudio. – Dijo una voz detrás de Cristina. Ron sonriendo burlonamente. - ¿Segura que no quieres que Herm te ayude? Después Harry y yo la ponemos a ella al tanto de nuestros estudios...
- No, gracias... – Se levantó rápidamente de su asiento. Se fue casi sin despedirse. Moral totalmente por el suelo y... esperanza olvidada. Hermione y Ronald observaron a la niña un instante y luego rieron sonoramente. Harry ocultaba su sonrisa. Lilian también sonreía tímidamente.
Tras la mirada seria y acusadora de Madam Pince, el cuarteto se tranquilizó y comenzó su jornada de estudio.
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- Merlín protegió a Arturo desde su infancia, hasta que pudo ascender al trono y, posteriormente, le sirvió como profeta, hechicero y consejero militar para garantizar el gran éxito del monarca... – Hermione escuchaba atentamente la información que Ron le estaba diciendo mientras se servía unas papas.
- Y Merlín también ayudó a Arturo a conseguir su espada mágica a los quince años. ¿Cuál era el nombre de dicha espada, Ronny?- le preguntó Mione. Era un repaso de los estudios de aquel día.
Harry revolvía su cena sin muchos ánimos de comer. Escuchaba vagamente todo el examen que Mione le hacía a Ron, sin embargo, no estaba del todo en la conversación. Estaba más concentrado en la clase de Adivinación que tendría aquella noche. (Trelawney había dicho que los planetas estaban brillando muchísimo durante la etapa de descanso del Sol y para apreciar mejor este proceso debían tener una clase durante la etapa en la cual la Luna dominaba el firmamento) Una de las frases dichas por Trelawney en una de las anteriores clases le estaba atravesando el cerebro. "Hay sueños premonitorios y otros con un significado en especial. Hay otros que simplemente son la increíble imaginación humana." ¿Y si aquella pesadilla era un sueño premonitorio o tenía algún significado?
- No me digas Ronny. – Se quejó el pelirrojo. – Y la espada de Arturo se llamaba... espera, lo tengo en la punta de la lengua... ¡Ay! Hummm. No me sale...
- Excalibur, Ron. La espada mágica que cambió la suerte de una de las batallas de Arturo. La que desprendió una cegadora luz blanca que confundió a los enemigos cuando estos iban ganando y...
Bla. Bla. Bostezó cansadamente. Merlín había vivido hace miles de años... ¿De qué podía servirle en medio de una batalla contra Voldemort? Simplemente para largar la conocida exclamación: "¡Por la barba de Merlín!" Y demás... Se imaginaba la cara de Tom Riddle si llegaba a gritarle eso en medio de un duelo. Risas sarcásticas nacieron en su boca.
- Deja de reírte de mí, Harry. – Se quejó Ronald mirándolo molesto. Harry lo miró levantando una ceja.
- ¿Y quien dice que me río de ti, Ron?
Ron iba a contestar cuando una persona apareció detrás de Harry con una sonrisa. Harry, quien no lo había visto, se sobresaltó cuando una mano se colocó en su hombro derecho. Recordó lo sucedido aquella noche y se volteó con cierta brusquedad y algo de terror en sus ojos. Se tranquilizó al ver que era Sirius y Remus. Sin embargo, su sobresalto no fue inadvertido. Sus dos amigos de Gryffindor, su padrino y Lupin lo miraron extrañados por esto.
- ¿Sucede algo malo, Harry?- preguntó Remus lo más calmadamente posible. Harry suspiró, tomando aire, esperando a que su corazón dejara de agitarse.
- Nada, Remus. – Contestó Potter secamente. Lupin y Black se miraron extrañados y se sentaron en la mesa de Gryffindor, mirando disimuladamente a Harry de reojo.
- ¿Cómo van con los estudios?- preguntó Canuto para aliviar el tenso silencio que se prolongó durante unos minutos. Hermione titubeó antes de contestar, sin sacar su mirada de los ojos de Harry.
- Estábamos repasando para Historia de la Magia... – Posó sus ojos almendrados en los celestes de Sirius. – El mago Merlín, el Rey Arturo y la espada Excalibur.
¿Por qué se había sobresaltado tanto? ¿Por qué? Cerró los ojos con cansancio. Hacia días que no dormía correctamente. Pesadillas, insomnio, sueño perdido... Más pesadillas. Pesadillas que reflejaban todos los males del mundo: oscuridad, odio, dolor, condena, corrupción, muerte, pesadillas, poder...
Oscuridad en el mundo. Odio. Dolor a los sensibles, desdichados con inservibles sentimientos. Condena a los débiles, ciegos del poder. Corrupción hacia los provechos, astucia al poderío. Muerte a los esclavos. Inquietud al que se equivoca. Pesadilla agotadora al que incumple la ley dominante. Desesperación a la impotencia. Poder en la infinitud, encima del tiempo y de la muerte. Astucia a su costado...
Esos eran los pensamientos que dominaban sus reducidas horas de descanso. Que Voldemort no estuviera con él, no significaba haber quitado la huella que había dejado en él. La Herencia de Slytherin. La Herencia de la Serpiente. Allí seguía la marca de Serpiente, no tan brillante como antes, pero estaba allí... Marcando el poder en su cuerpo. El Poder de...
Tragó saliva amargamente. Sus intentos de sacar toda magia oscura no habían surtido mucho efecto. Ya que la magia tenebrosa estaba en su sangre, no en su cuerpo...
¿Y por qué en la sangre? Voldemort no tenía ningún lazo familiar directo o indirecto con él. Pero si tenían un lazo creado por la magia. Por la magia de la maldición imperdonable más "poderosa". Esa maldita cicatriz en forma de trueno... ¿Significaría algo?
De todas maneras, esa cicatriz era el lazo más poderoso entre él y Tom Riddle. Ese lazo podía llegar a ser más poderoso que un lazo familiar. Magia oscura combinada con la mística. Negro y Blanco juntos. El Bien y el Mal en un solo lugar. En él.
Y allí seguía la tentación de tomar el poder de Slytherin. El Poder de la Serpiente. El Poder de...
La Maldad.
Volvió a suspirar con cansancio. Abrió los ojos percatándose que más de un par de ojos lo observaban con determinación. Tratando de leer sus pensamientos. Su mente. Pero él no era un libro abierto... Hacia muchísimo tiempo que se había cerrado aquel ejemplar. ¿A quién le importaba lo que estuviera pasando por su mente?
Observó a Remus, Sirius, Hermione y Ronald, quienes lo observaban extrañados, preocupados...
A ellos sí les importaba que estuviera bien. Una débil sonrisa de alivio en su pálido rostro. Volvió a mirar su plato de comida. Se mordió el labio al notar que no había comido ni la mitad de los alimentos. Pero su estómago estaba cerrado. No quería ingerir nada más. Respiró con profundidad. Iba a terminar hecho un cadáver si no hacía algo favorable para su organismo.
Revisó el reloj de muñeca de su mano. Las... nueve y media de la noche. Guau. Y todavía no terminaban de comer... A las diez tenían que estar en lo más alto de la Torre Norte. Hizo una mueca a volver a ver a cantidad de nutrientes intactos en su plato. Su estómago dio una sacudida. Le dieron nauseas. Pretensiones de vomitar. Suspiró con frustración. Tranquilidad. Ese era un nuevo intento de Voldemort para atraerlo hacia las artes oscuras. Dormirse y así caer en otra de esas horribles pesadillas. ¡Claro! Ese era el horario de visiones tortuosas. Lastima que aquel día no estaba durmiendo. Ganas tremendas de echarse a reír burlonamente de Lord Voldemort. Suprimidas nuevamente... ¿Cuándo podrías ser libre? ¿Elegir sus acciones, su futuro? ¿Cuándo podría ser libre de su destino?
Ya llegaría...
¿Llegaría ese día? ¿Llegaría la hora de descansar en paz? ¿De vivir libre? ¿Poder elegir el futuro? ¿Poder disfrutar de la paz del mundo? ¿De la felicidad tan anhelada? ¿Las sonrisas olvidadas nuevamente recordadas? ¿Las risas ahogadas nuevamente a flote? ¿La hermosa vida acompañada de la deseada tranquilidad? ¿Llegaría el día?
*-*-* Flash Back *-*-*
Ahora que ya mi vida se encuentra normal,
Que tengo en casa quien sueña con verme llegar,
Ahora puedo decir que me encuentro de pie
Ahora que me va muy bien...
- Tu mirada me inquieta. – Murmura ella sonrojada tenuemente.
- ¿Quieres que deje de mirarte?- Risas suaves. Ella sonríe, un poco tímida, a pesar de que nos conocemos bastante bien.
- ¿Te sientes bien?- pregunto en tono preocupado. - ¿Hay algo que esté mal?
- No sé. Me siento confundida...
Ahora que con el tiempo logré superar,
Aquel amor que por poco me llega a matar
Ahora ya no hay más dolor
Ahora al fin vuelvo a ser yo...
- ¿Por qué?
Pero me acuerdo de ti
Y otra vez pierdo la calma.
- ¿Alguna vez te han dicho que preguntas demasiado?- bromea ella para alejar la pregunta.
- Solamente cuando estoy preocupado por una de mis mejores amigas. – Sonrío dándole confianza. Ella suelta unas risitas, aunque continúa sonrojada.
Pero me acuerdo de ti
Y se me desgarra el alma
- Eres TÚ el que me inquieta. – Admitió ella contemplando el cielo raso. – Me preocupa lo que pueda pasarte. – Ella conecta sus ojos celestes brillantes con los míos. Mi rostro se vuelve serio, pero le entrego otra sonrisa de seguridad.
Pero me acuerdo de ti
Y se borra mi sonrisa
- No sé que te preocupa. Soy como un gato: tengo siete vidas. – Ella ríe ante la comparación.
Pero me acuerdo de ti
Y mi mundo se hace trizas.
- Eres como un gato. Eres un muchacho celoso. – Ella ríe al ver mi cara. Me sonríe alegremente. – Pero eres uno de los chicos más nobles que he conocido en mi vida. – Asegura ella. Me sonrojo. – Y el más guapo. – Agrega riéndose. Me sonrojo totalmente mientras le lanzo miradas fulminantes.
Ahora que mi futuro comienza a brillar,
Ahora que me han devuelto la seguridad,
Ahora ya no hay más dolor
Ahora al fin vuelvo a ser yo...
- Me preocupas. Eres una de las personas más importantes que tengo en este mundo... – Comenta ella sonriendo cálidamente.
Pero me acuerdo de ti
Y otra vez pierdo la calma
- Voldemort no me matará. – Digo con firmeza. Una confianza sacada de no sé dónde.
- Tengo miedo de que te haga sufrir...
Pero me acuerdo de ti
Y se me desgarra el alma
- Yo tengo miedo de que los haga sufrir a ustedes por ser mi familia. – Ella me sonríe nuevamente.
Pero me acuerdo de ti
Y se borra mi sonrisa
- Afrontaremos todo juntos. Así ninguno de los dos sufrirá solo. – Ella me abrazó amistosamente.
- Tenemos un trato.
Pero me acuerdo de ti
Y mi mundo se hace trizas
- Y si algo nos pasa, lo guardaremos en secreto. Será nuestro secreto. Que nuestras vidas queden en secreto. Que nuestras experiencias queden en silencio. Solamente si es absolutamente necesario... – Le vuelvo a sonreír.
Pero me acuerdo de ti
Y se me desgarra el alma
Pero me acuerdo de ti
Mi sonrisa
Pero me acuerdo de ti
Mi mundo trizas
- Acepto. – Suspiro. – Gracias por estar conmigo. Gracias por entregarme tu amistad...
- Yo te agradezco a ti.
Pero me acuerdo de ti
Y otra vez pierdo la calma
Pero me acuerdo de ti
Y se me desgarra el alma
Pero me acuerdo de ti
Y se borra mi sonrisa
Pero me acuerdo de ti
Y mi mundo se hace trizas.
(N/A: Este es un Flash Back combinado con songfict (esos que ahora están de moda de incluir canciones en los ficts xD) La canción que utilicé para esta escena HP/AR (Harry Potter + Amanda Ruiz) es "Pero Me Acuerdo De Ti", de Chistina Aguilera)
*-*-* Fin del Flash Back *-*-*
Harry tragó saliva amargamente. Aquella promesa que le había quebrado el alma. La desazón de la mente y la intranquilidad de la conciencia. ¿Cuántas cosas Lord Voldemort había robado? ¿Cuántas cosas aquella serpiente había arruinado? ¿Cuántas cosas...?
Luz, Amor, Alegría, Justicia, Dignidad, Vida, Tranquilidad, Sueño, Esperanza, Paz...
Luz al mundo, destellos acogedores. Amor, entre ellos y entre nosotros. Alegría a los corazones, placer y bienestar. Justicia, defendiendo sus ideales. Dignidad a la razón, sabiduría y conocimiento. Vida al pensamiento, ideas y experiencias. Tranquilidad alrededor, cuerpo, mente y alma. Sueño al pensamiento, imaginación y creatividad. Esperanza a las almas, al mundo y a la vida... Paz interna y externa, al que la pide y la desea...
Y entre los sentimientos robados se hallaba la vida de Amanda. Se mordió el labio con frustración. Otra vez recordando... Maldición. Así jamás terminaría el sufrimiento...
¿O acaso quería el sufrimiento?
Ya estaba tan acostumbrado al dolor que cuando se librara de él, lo extrañaría. Desearía esa presión en el alma... (N/A: Frase sacada de la serie "El Clon" xD Para quienes la ven/ la vieron, dicha por Samira. XD) Eso sería el colmo. Pero... había vivido dieciséis largos años conviviendo con él. ¿Y qué le aseguraba que no llevaba diecisiete? Capaz sus padres habían sufrido mucho durante aquel último año de vida...
Cerró los ojos en signo de sufrimiento y amargura. Basta.
Tan concentrado en sus pensamientos no se había percatado que tanto Remus como Sirius seguían cada uno de sus movimientos y lo miraban con preocupación. Al encontrarse con la mirada de Black, sintió otra opresión en el estómago. No le gustaba que se preocuparan por él...
Me preocupas. Eres una de las personas más importantes que tengo en este mundo... Rayos y centellas... ¿Por qué recordarla? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
- ¿Seguro que estás bien, Harry?- OH. Le parecía tanto tiempo la última vez que había escuchado la voz de Sirius preguntando siempre lo mismo. Pero agradecía que hubiera interrumpido esos desesperantes pensamientos.
- No te preocupes, Sirius. – Contestó Harry sin levantar mucho la mirada. La moral al suelo. Haber recordado a Amanda le hacía trizas la conciencia. Ambos merodeadores le miraron con desconfianza. Era obvio que no se encontraba bien. Las ojeras eran notorias y el plato de comida intacto no tranquilizaba a ninguno de los dos adultos. Intercambiaron miradas intranquilas antes de volver a hablar.
- Harry, así no engañas a nadie. – Le reprochó Canuto suplicándole con la mirada. Harry alzó lentamente la vista sin muchas ganas de encontrarse con los ojos celestes de su padrino. Aquellos ojos penetraron en los suyos. Black pudo ver muchos sentimientos reflejados en ellos, ninguno le tranquilizó.
- Harry... – empezó Sirius. Potter, no obstante, no tenía ganas de charlar. Quería relajarse, tratar de encontrar alguna solución productiva. Y de verdad sabía que nadie más podía ayudarlo. Nadie.
- Basta, por favor, Sirius, basta. – Se puso de pie ante las miradas sorprendidas de Lupin, Black, Granger y Weasley. Comenzó a caminar con rapidez hacia la salida del Gran Salón. Se asombró cuando no advirtió a ninguno de sus amigos siguiéndolo. Se cruzó con algunas miradas de otros compañeros que lo miraban extrañados. No les dio importancia.
Salió al Vestíbulo. Recién ahí respiró hondo, apretando los puños. Pero en ese momento se percató que estaba temblando. ¿De qué estaba temblando? ¿De qué?
De impotencia.
Sacudió su cabeza, en intento de negación. Basta. Empezó a subir las escaleras velozmente, camino hacia la Torre Norte. Tratando de negar el paso de pensamientos negativos en su mente. ¿Acaso no había quitado a Tom de su mente, de su cuerpo, de su alma? Pero recordó: no de su sangre.
Sangre. Esa palabra significaba muchísimas cosas para él. Y en la pesadilla la sangre era el núcleo. Tendría que averiguar que podía significar aquello... Antes que ocurra.
No supo cómo ni entendió cómo llegó casi en un instante a la sima de la torre norte. Al contemplar el cielo, se dio cuenta que por primera vez Trelawney tenía razón. Las estrellas y los astros brillaban más intensamente de lo normal. Se concentró mucho en una de las estrellas brillantes que llamó su atención. Sin un telescopio le resultaría muy difícil saber algo sobre aquella...
- Buenas noches, Harry. ¿Por qué tan temprano a clases?- preguntó una voz detrás de él, sobresaltándolo. Se volteó y le sonrió a la profesora de Astronomía, Sinistra. Recordó que Trelawney había comentado que también los acompañaría Sinistra.
- Quería contemplar con mis propios ojos la iluminación de los astros. – Sonrió. – Antes que llegaran mis compañeros.
- Ya veo, señor Potter. – Ella observó fascinada el cielo tenebroso y sombrío, iluminado por pequeñas luces denominadas estrellas o astros... – Marte y Saturno jamás estuvieron tan aliñados con la luminosidad del Sol. – Ella sonrió misteriosamente observando a Harry con una significativa mirada. – Recuerda, Harry, no confundas nunca astronomía con astrología. La astronomía es el estudio científico de los cuerpos celestes, como estrellas, planetas, lunas, cometas y meteoros, mientras que la astrología es una actividad más imaginativa que trata de explicar e interpretar la influencia de los cuerpos celestes sobre la vida terrestres.
- ¿Por qué...?- comenzó a preguntar Harry confundido pero en ese momento los interrumpió Trelawney acompañada del resto de los alumnos. Sinistra le sonrió a Harry misteriosamente y le guiñó un ojo. Entonces supo que esa era una de las claves secretas de su pesadilla. Ahora solamente tenía que interpretar la astrología... Suspiró mientras escuchaba parlotear a la profesora de adivinación.
- Como ven, queridos jóvenes, hay ciertos astros que brillan más que otros. Si aplicamos la astrología, podríamos suponer que eso tiene algo que ver con la vida terrestre humana. Muy bien, tomen sus telescopios mágicos y observen las estrellas. Les doy veinte minutos a ver si encuentran algo interesante. Cosa que estoy más que segura.
Ron y Hermione(quien había decidido asistir a aquella clase para no quedarse sola en la Torre de Gryffindor) se acercaron a él en menos de lo que se dice "Quidditch." Comenzaron a preguntarle que le había pasado, pero Harry ignoró todas las preguntas por completo, excusándose que no estaba de ánimo suficiente.
Utilizando el telescopio mágico (N/A: ¿Cuál es la diferencia entre un telescopio mágico y uno muggle? El mágico hace todavía más grande el campo de visión viendo los planetas/ cuerpos celestes con mayor detenimiento.) , La galaxia de estrellas en el cielo fue contemplada con más hermosura que antes. Pero Harry no se preocupó en investigarlas. Quería encontrar aquella luz que le había llamado su curiosidad apenas subir a la Torre norte. Y tampoco le fue muy difícil encontrarla. Tuvo que aumentar el acercamiento con el astro para darse cuenta que no era ninguna estrella. Tampoco ningún cometa ni nada por el estilo. Si no un planeta. ¿O eran dos?
Acercado todavía más el telescopio, (N/A: O aumentando la visión, o como se diga :p) se dio cuenta que eran dos planetas. Uno de colores amarillentos, muy luminoso. Rodeado de anillos. Solamente eran divisibles dos de sus tantos anillos. El otro de un color rojizo de un brillo muy variable. Aunque también variaciones de anaranjados y otras zonas más oscuras y menos rojas. ¿Cuáles eran esos planetas? (N/A: ¡Quién no lo sabe, debe repasar astronomía porque Sinistra va a tomar un examen muy pronto! XD.)
Saturno estaba tapando a Marte, aunque daba la impresión que muy pronto Marte dejaría de ser tapado. Marte, el planeta más brillante después de Venus, no podía lucirse del todo bien con Saturno tapando su visión planetaria. ¿Tendría aquello algún significado en la Astrología?
- No muy seguido Saturno tapa a Marte, señor Potter. – Murmuró una voz suave en su oído. Se volteó para volverse a encontrar con la cálida sonrisa de Sinistra.
- ¿Están relacionados con algún otro planeta o estrella?- preguntó Harry pensativamente mirando el cielo oscuro.
- Con una estrella amarilla. – Le sonrió Sinistra tomando su telescopio mágico y observando el firmamento. Harry sonrió en entendimiento.
- El Sol... ¿Pero, cómo...?
- Astrología, Harry, astrología. – Contestó la profesora de astronomía antes de que terminara de formular la pregunta. Y se alejó hacia Parvati, quien parecía "haber encontrado un nuevo planeta." Soltó una risa interna.
- ¿Y cómo te va, Harry?- preguntó Hermione acercándose hacia él.
- Bien. – Contestó demasiado concentrado en tomar nota de los comentarios de Sinistra y sus descubrimientos acerca de Marte y Saturno. Ron también se acercó.
- ¿Vieron que Venus es hoy el planeta más brillante?- preguntó con una sonrisa inocente en su rostro. Harry elevó una ceja, en signo de reprobación mientras Hermione soltaba una risita.
- Venus es siempre el planeta más brillante desde la Tierra, Ron. Es el planeta más cercano a nosotros. – Explicó Potter volviendo a sus anotaciones. Weasley levantó una ceja, intrigadamente.
- Harry, ¿qué te sucede últimamente? Antes muy estudioso... Además, yo lo decía en broma... – pero fue interrumpido.
- Y hoy no es Venus el planeta más brillante. – Murmuró Harry apoyando la pluma en el mentón, dándole un aire de inteligencia y superioridad.
- ¿Qué?- preguntaron al mismo tiempo sus dos amigos. Potter sonrió misteriosamente mientras enrollaba el pergamino y lo guardaba en su mochila. Justo en ese momento, Trelawney alzó la voz sobre todas las demás.
- Muy bien, mis dulces niños (Hermione soltó un gruñido mientras que Ron se reía disimuladamente.) Para pasado mañana un informe de los planetas. Se lo entregarán a Sinistra. – La nombrada sonrió mientras comenzaba a irse de la torre. – Mientras que para el jueves, repasen la taseomancia y vean a través de las hojas... Un informe sobre sus visiones y sus conclusiones. Obviamente, adivinación. Pueden irse, queridos.
~~~~~~~~~~~~
Astrología. Astrología. Astrología...
¿Cuánta información de astrología podía haber en la biblioteca de Hogwarts?
Montones y montones...
¿Y cuenta información podía serte útil?
0,005%
O sea que eso no era un gran avance en la investigación de Harry James Potter. Y el tiempo comenzaba a acabarse. Los exámenes encima de sus espaldas y...
Harry James Potter demasiado concentrado en buscar información de Astrología, el significado de los cuerpos celestes sobre la vida terrestre. Aunque debíamos tener en cuenta que el señor Potter es el actual sabelotodo de Hogwarts. ¿Para qué estudiar?
Había un reloj de arena que poco a poco se iba acabando. Y ese reloj de arena representaba su tiempo antes de que la catástrofe ocurriera.
¿Había que preocuparse por unos exámenes colegiales facilísimos? Según sus presentimientos, la respuesta era negativa.
· La astrología a través de los siglos
· La maravilla de los cuerpos celestes
· Significados inquietantes de los astros errantes
· "¿Y por qué brilla tanto...? ¿Y por qué está ubicado ahí...? ¿Y por qué...?" Preguntas y Respuestas a todas tus dudas sobre Astrología: más de un millón de preguntas con respuestas de expertos en el tema.
Esos eran algunos ejemplos de todos los libros consultados. Y esos eran los que le habían dado un 0,005% de avance a la investigación de Harry.
Y ya llegaba buscando dos días completos. Día, tarde y noche. Y... nada.
Lo único que le quedaba era la sección prohibida de la biblioteca. Pero el permiso de algún profesor... Se mordió el labio con frustración. Astrología estaba totalmente relacionada con Adivinación, para la idea de pedirle a Trelawney un permiso no estaba en sus prioridades. ¿Entonces?
La respuesta fue tan obvia que quiso agarrar un libro de la mesa (uno de unas 1000 paginas...) y golpearse a sí mismo. Y, como no, luego pegarse contra la mesa un millón de veces más.
Sinistra era la que le había dado el empujón y era la única quien parecía saber que era lo que hacía esos dos días en el salón de libros.
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Una vez con el pergamino con la bendita autorización, llegó agitado a la biblioteca. Ya era hora de cerrarla, y Madam Pince seguramente ya se estaba retirando. La encontró justo a tiempo.
No le había resultado fácil llegar a la torre más alta de astronomía, donde se encontraba el despacho de Sinistra. Se cruzó varias veces con profesores interesados, con algún que otro de los Merodeadores (costó bastante sacárselos de encima) y otros Prefectos y Premios Anuales...
Odió más que nunca los escalones-trampa. Los pasadizos secretos no le ayudaron demasiado. Ninguno llevaba directamente al despacho de la profesora. Así que tardó más de media hora en lograr llegar...
Y ahí no acaba su mini-aventura. ¿A quién más se pudo encontrar dentro del despacho aparte de Sinistra...? Danielle Colfer. A propósito, viendo que estaba apurado, Colfer sonreía malignamente mientras no dejaba de hablar con la profesora de Astronomía. Otra media hora perdida por culpa de la profesora de Pociones que se retiró solamente porque Potter ya estaba comenzando a impacientarse y buscando la varita en alguno de sus bolsillos...
Sinistra no tardó en darle el permiso, con una sonrisa reconfortante en su rostro mientras firmaba el pergamino. No obstante, tardó otra hora en llegar a la biblioteca...
La tarde perdida en un estúpido pero valioso permiso. Una vez con tres libros enormes de Astrología en sus manos, se dirigió lentamente, aunque tratando de apurarse, hacia la Torre de Gryffindor donde no quedaba ni una pluma de lechuza.
Tres libros de la sección prohibida. Veinte pergaminos divididos en información interesante y no interesante (pero por sí las dudas, anotada.) Unos siete libros sacados de la parte simple de la biblioteca... En definición: la mesa que ocupaba Harry tenía diez libros abiertos, pergaminos por todas partes y otras cosas sin reverencia alguna.
Así lo encontraron Remus y Sirius cuando ingresaron a la Sala Común: sumergido en la investigación.
- Harry, ¿demasiados deberes juntos?- Bromeó Sirius mientras agarraban dos sillas y las arrimaban a la mesa de Potter.
- Humm, algo así.
- ¿Astrología a través de los siglos?- preguntó Remus mirando uno de los ejemplares. - ¿Ya no habías estudiado esta parte de la adivinación?
- Más o menos...
- ¿Entonces?- Harry se mordió el labio.
- Me llamó la curiosidad y quise investigar... – Sirius rió ante la excusa de su ahijado.
- Si cada vez que algo llama tu atención haces estas investigaciones, descubrirás todos los secretos del mundo, Harry. – Volvió a reír algo más disimulado. Harry suspiró.
- Lo siento, Sirius, pero todavía no puedo decirte. – Se disculpó Potter avergonzado.
- Déjanos ayudarte, Harry. Lily era una experta en la astrología y siempre teníamos que escuchar sus profecías... – Comentó Remus sonriendo dulcemente. – Así que terminamos por saber las reglas básicas.
- ¿Mi madre era experta en esto?- preguntó el muchacho de Gryffindor sorprendido.
- Era lo que más le gustaba. No le gustaba en si la adivinación, sin embargo, la astrología le fascinaba. – Contestó Black sonriendo juguetonamente como recordando viejos tiempos. – Si me lo preguntas, tu madre estaba más chiflada que Remus y Lidia juntos... – Harry soltó sonoras carcajadas, mientras Remus miraba furioso a Canuto, aunque muy ruborizado.
- ¡Sirius!
- ¿Qué sucede, Lunático? – Sirius rió aún más fuerte y luego mantuvo su sonrisa inocente que nadie podía llegar a creerle jamás.
- Grr. Me las pagarás, Canuto. – Remus se tranquilizó mientras le transmitía a Harry otra sonrisa de confianza. Harry no logró contenerse.
- ¿Qué significa el planeta Saturno según la astrología?- La cara de Remus frunció el entrecejo, pero contestó sin mucha satisfacción.
- Simboliza los obstáculos, miedos y desafíos. – Harry se mordió la lengua mientras anotaba la nueva información. De Marte ya sabía el significado. Solamente quedaba el Sol.
- ¿Y el Sol?
- ¿El Sol?- preguntó extrañado Black. Pero contestó: - La personalidad esencial del individuo, los rasgos básicos y la actitud general ante la vida. – Nuevamente el ruido de la pluma contra el pergamino deslizándose suavemente.
- ¿Y para qué todo esto, Harry?- preguntaron interesados los Merodeadores. Harry embozó una sonrisa misteriosa mientras negaba con la cabeza.
- ¡Es Secreto!- exclamó sonriendo mientras comenzaba a ordenar los pergaminos.
- Ahora te haces el misterioso, ¿eh? Eres igual a James... – Murmuró Sirius algo fastidiado por lo reservado que era su ahijado. Harry le sonrió afirmativamente, burlándose de él. Remus miró el reloj.
- Es hora de cenar. ¿Vamos yendo? – preguntó mirándose de reojo a Harry.
- Adelántense. Tengo que dejar esto en mi habitación. – Se excusó Potter mientras empezaba a subir las escaleras hacia el dormitorio masculino de séptimo.
Era simplemente otra excusa más para no ir a cenar aquel día. Como el resto de los siete días anteriores, ni en el almuerzo ni en la cena comía demasiado. Si era que comía... Ese noche ni siquiera quería ver el plato. Su estómago totalmente cerrado y su mente enfrascada en la investigación.
Entró a la habitación. Se mordió el labio mientras apoyaba los pergaminos y los libros encima de la cama. Lentamente, se acercó a la ventana de la habitación para contemplar los terrenos. Una mínima curiosidad por el paisaje exterior. Allí, en el cielo oscuro, una estrella brillaba más que otras. Y si sus conocimientos no fallaban, esa estrella era en realidad el planeta Saturno. Y Marte debería seguir tapado por aquel planeta...
Desvió su vista hacia el cuarto de baño, la puerta al fondo de la habitación. Casi inconscientemente, se dirigió a este, e inmediatamente después, se miró en el gran espejo del cuarto. Emitió una mueca de horror al verse el rostro.
Su rebelde cabello oscuro estaba más despeinado de lo normal. Parecía que hacía más de un mes que no se peinaba (o intentaba hacerlo) y le daba aspecto de loco maniático. Su flequillo totalmente desorbitado de su órbita en la frente, no tapa la cicatriz en forma de rayo. Estaba en el mismo lugar de siempre, obviamente. Pero su color... parecía algo más oscuro. No entendió por que, pero a la mente le vino el planeta Plutón... Omitió sus pensamientos.
Sus ojos verdes esmeraldas, visibles a través de sus sencillos anteojos, ya no brillaban tanto como antes. Igual que su cicatriz, parecían haberse oscurecido de repente. Y tampoco ayudaban a su aspecto las terribles ojeras debajo de aquellos ojos. Esas ojeras ahora le daban aspecto de zombi viviente. Las noches sin poder dormir tranquilamente, aquella pesadilla que lo invadía cada anochecer le evadía la conciencia y el sentido común. Dominaba su calma y perturbaba su voluntad. Creaba un espacio vacío en su corazón, presionándolo fuertemente. Y le creaba los más fuertes insomnios llenos de dudas y preguntas a las que intentaba conseguir respuesta...
Ese era el aspecto y las apariencias que daba actualmente Henry James Potter.
Impotencia... Se apoyó en la pared suspirando hondamente. Necesitaba tranquilizarse. De nada servía desesperarse ni tampoco tomar prontas venganzas... Tenía que asegurar un futuro favorable para sus seres queridos.
Salió de la habitación de séptimo curso y bajó a la Sala Común. Para su sorpresa, allí estaba esperándolo Sirius. Se encontró con su mirada preocupada, que ya empezaba a incomodarle notablemente. Desvió su mirada hacia el fuego ardiente de la chimenea.
- Tú no eres Harry. – Murmuró Black mirándolo fijamente. Aquellas palabras le sonaron tan estúpidas a Harry que no pudo contenerse contestar.
- ¿Qué disparates dices, Sirius?- Preguntó bruscamente conectando sus ojos con los celestes de su padrino.
- Aunque sea, intentas serlo para los demás. Intentas ocultar las cosas que realmente te suceden y tratas de engañarnos a todos. Pero a mi no me engañas, Harry. Te conozco muy bien, a pesar del poco tiempo que nos hemos estado viendo durante estos años. Yo sé que el Harry que conocí se fue hace un año. Desde la muerte de Amanda. Pero intentaste seguir adelante. Trataste de ser tú nuevamente. Ahora ya no lo intentas. – Harry bajó la mirada al suelo. El tono afligido y desesperado de Sirius le habían dejado sin el coraje de verle a los ojos.
- Sirius... – susurró casi inaudiblemente.
Cerró los ojos con fuerza para repelar esas ganas que tenía de caer de rodillas, rendido. Sollozando. Sintió alrededor de su cuerpo los brazos protectores de Canuto. Apoyó su cabeza en el hombro de su padrino. Agradecía enormemente aquel soporte que le daba. Black se separó de él unos minutos después y acarició suavemente su rostro.
- ¿Hace cuánto que no duermes, Harry?
- Alrededor de una semana...
- ¿Por qué?
Las imágenes de la pesadilla fueron recordadas. Sus razones de insomnio, sus perdidas de sueño. Su apetito perdido. Sus presentimientos negativos. Sus ganas de caerse y dejar todo.
- Una pesadilla que tengo todas las noches... – unas lágrimas solitarias cayeron por su rostro. Dolor.
- ¿Por qué no comes nada durante los desayunos, almuerzos y cenas?
- No consigo el apetito...
- ¿Acaso no te has mirado en el espejo, Harry? – Una mueca figurada en el rostro de Harry. Ademán de disgusto de parte de Sirius. – Pareces un zombi... un muerto viviente. ¿No te das cuenta de lo que él te está haciendo, Harry? Ya no eres tú...
No tenía sentido. Él simplemente había cambiado sus actitudes al estar tan cerca de la muerte... Ya no le importaban las cosas simples. Tenía que ir más allá del presente. Ya no le importaba su salud, ni nada relacionado con su propio bien. Sabía que aquella batalla estaba sumamente cerca. ¿Para qué, entonces, preocuparse por las cosas simples?
- No me entiendes, Sirius...
- Te entiendo mejor que nadie, Harry. – Le contradijo su padrino. Colocó sus manos en sus hombros, sonriéndole débilmente.
- Sé que has quedado afectado por todo lo pasado. Pero Harry... Preocúpate nuevamente por tu salud. Me importas. Y no quiero que nada malo te pase... – Lo abrazó cariñosamente. El calor que le transmitió aquel contacto físico, la seguridad y la esperanza volvieron a brillar en sus ojos.
- ¡Ahora, vamos a cenar que Lunático ya se habrá comido mi cena!- chilló Sirius tomándolo de la mano y arrastrándolo a la salida de la Sala Común. – Y hoy me comes todo el plato, y dejas de quejarte, jovencito. – Imitó la voz de una anciana retando a su nieto desobediente. – ¡Vamos, Henry, muévete!- Soltó risas burlonas ante la mirada de odio que le dirigió su ahijado.
- ¡No me digas Henry!
El Gran Comedor estaba ya repleto de alumnos cuando llegaron. Ron y Hermione llamaron la atención del dúo en la mitad de la mesa de Gryffindor, donde también estaba Remus. Sirius empujó a Harry hacia la mesa, indicándole que debía apurarse para conseguir las pechugas de cerdo.
Lo primero que hicieron Ron y Herm cuando se sentó Potter en la mesa de los leones fue preguntarle dónde había estado toda la tarde. La usual respuesta de "en la Biblioteca" ocasionó un gruñido de parte de Ron y Sirius.
- No sé para qué continúas leyendo, si ya te las leído todos los libros disponibles y te lo sabes de memoria. – Protestó Ronald mientras estrujaba la Patata, haciéndola puré. Con un desvío inconsciente del tenedor, un poco de puré fue lanzado en dirección a Hermione (quien estaba al lado de Harry, el cuál se había agachado por sí las dudas.) Herm, sin darle mucha importancia, esquivó el puré, el cuál fue a parar directo a... La profesora Danielle Colfer, que había elegido justo ese momento para pasar entre la mesa de Gryffindor...
Ron se destornillaba de la risa en su asiento, mientras Granger se sonrojaba suavemente. Harry soltó unas risitas burlonas mientras que Remus y Sirius se apresuraron a ocultar sus sonrisas traviesas. Colfer los miró con recelo, observando su túnica púrpura ahora manchada con puré de papas elaborado por Ronald Weasley. Murmuró algo como "quince puntos menos para Gryffindor." Y se dirigió indignada hacia la mesa de profesores, con varios alumnos riéndose del suceso. Una vez alejada la profesora, Remus y Sirius no aguantaron más y comenzaron a reírse maniáticamente como Weasley.
- Mejora la puntería, Weasley. – Le susurró Hermione, algo indignada por el mini-escándalo armado. Tomó la revista "Corazón de Bruja" apoyada en la mesa y se dispuso a leerla, para omitir los comentarios de sus amigos.
- ¡Miss Simpatía! – Rió Ron burlonamente. – Una vez que logramos ensuciar con algo a Colfer, tú arruinas todo. Son solo quince puntos, Mione. – Ella alzó una ceja, sin prestarle mucha atención.
- ¿Qué lees, Mione?- preguntó Harry suavemente mientras cortaba la carne.
- El Horóscopo. – Hermione le dirigió una cálida sonrisa. – Virgo: anticipa malos tiempos. Perdidas enormes. Precaución y alerta constante. Aunque tengas un futuro brillante, el presente es atormentador... – Pero fue interrumpida por Ron.
- ¿Para qué lees el signo de Virgo, si Harry es de Leo? – Hermione lo miró indignada.
- Yo soy de Virgo, Ronald Weasley. – Luego le sonrió a Harry. – Las patrañas que dice esta revista... – Harry soltó una risita.
- Lee el mío, a ver que tal...
- Leo: No pierdas la seguridad que te caracteriza. Mantén la confianza y el orgullo de tus trabajos y acciones. La valentía tiene que reinar en este mes de mayo. Elige siempre los caminos que te parezcan correctos y cree en ellos. Necesitarás mucha seguridad en tus decisiones. Leo: fuego. Simbolizado astrológicamente por la estrella amarilla: el Sol.
La última palabra entró en su cerebro forzadamente. De intuición, levantó la vista hacia la profesora Sinistra. Ella lo miraba a él fijamente. Al encontrarse sus miradas, ella le sonrió con seguridad. Luego, Sinistra desvió la mirada sin mucha disimulación. Quedó ligeramente boquiabierto. Ese era el fin de su investigación.
- ¿Harry?- preguntaron al mismo tiempo Sirius y Mione. Tragó saliva mientras pinchaba el tenedor en la Batata. Reunió en sus pensamientos la conclusión final de la investigación astrológica.
Marte: Representa la agresión, la fuerza física y la habilidad de tomar la iniciativa.
Saturno: Simboliza los obstáculos, miedos y desafíos.
Estos dos planetas estaban alineados con el Sol. Pero no con el significado astrológico, sino con los signos del zodiaco. O sea... el signo de Leo. ¿Y quién de los presentes era del signo leo? Sonrió con amargura. Esos dos planetas, uno rojizo y el otro amarillento, estaban coordinados con el destino de Henry James Potter.
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¿Qué es lo que veía en las hojas de té de la taza? Hum. Mejor preguntarle a Ron si él veía algo.
- ¿Cómo te va con la taza, Ron?- preguntó Harry sin quitar la vista de la suya. Hermione estaba a su lado, aunque no le prestaba atención a la "estúpida actividad de inventar símbolos para sacar satisfactorias calificaciones." Ron, quien estaba enfrente de Harry, emitió una mueca de desagrado.
- El día que vea algo coherente en esta estúpida taza con té de hierbas, tus hijos ya tendrán nietos, Harry. – Potter se sonrojó cuando vio la mirada pícara de Ron, dirigida hacia él y a Mione.
- Cállate, Ronny. ¿Y como te va con Lily?- se burló Hermione alzando una ceja sobre su libro de Transformaciones. Harry dejó soltar unas risitas.
- ¿De qué te ríes?- le preguntaron al mismo tiempo, lo que ocasionó más risas de Harry.
- Hablando de Roma... – dijo Harry fijando sus ojos en la pelirroja que se sentó al lado de Ron. Weasley se sonrojó vivamente y Hermione río descabelladamente. (Lo que tuvo de resultado un sermón de parte de Madam Pince.)
- Hola chicos. ¿Viendo la taseomancia? – Dijo Lil observando las tazas de Harry y Ron con curiosidad.
- Estamos en intento de ver algo, Lil. – Rió Harry echando una ojeada al libro de Adivinación abierto. La muchacha dejó salir unas burlas. Opinaba igual que Hermione. Era mejor la Aritmancia. Así que Lilian propuso a Hermione practicar un poco del arte de la adivinación con números. Ella aceptó encantada.
- Genial. Ellas se divertirán leyendo números y diciendo las personalidades de las personas mientras nosotros tratamos en vano de ver algo en la taza de té... – Se quejó Ron mirándolas con recelo. Sin embargo, Potter acababa de ver algo en su recipiente.
- Ron... – murmuró suavemente (Aunque las chicas llegaron a oírle y le miraron con curiosidad.) – Acabo de ver algo... – Ron tomó con entusiasmo una pluma y un pergamino y exclamó expectante:
- ¡Qué esperas para leerlo! Anotaré todo, Señor Potter. – Rió, aunque medio hablando en serio.
Una forma rectangular. Profundizó su vista en la taza y dejó volar su imaginación. Le costó un poco, con tres pares de ojos fijos en su figura. Algo nervioso, sus ojos trataron de ver más allá de los restos de hojas de té. La imagen de algo flameando en el cielo raso inmediatamente cubrió a la taza... Una bandera.
- Una bandera. – Informó con seguridad.
Giró un poco la taza hacia el sentido derecho. Una forma media extraña. Un rectángulo angosto. En la punta de este, se dividía en dos rectángulos que luego adquirían diferentes estructuras. Se concentró en dejar de ver eso como una figura geométrica. Y descubrió que se trataba de una llave.
- Una llave. – Susurró, un poco inseguro.
Giró lentamente la taza. Las manos le temblaban.
Una forma curva y puntiaguda. Un mango para sostener una herramienta aterradora... Todo el cuerpo le tembló escalofriantemente al reconocer la forma. Con una cuchilla. Para segar. Uno de los símbolos de la muerte... La guadaña.
- Una guadaña. – La voz le tembló.
En uno de los bordes de la taza, había otra forma. Una forma que se le hizo extrañamente familiar, como algo que había visto en el pasado. La imagen de un ruino seco y desgarrador. Fuego. Un arma. Una pistola.
- Una pistola. – Las manos le temblaban, haciéndole muy difícil fijar la vista en la taza.
Una forma circular y chata. La tenue luz de la biblioteca llegaba a iluminarla. Le daba aspecto de brillante y valioso. Bordes poco gruesos. Levantó la vista instintivamente hacia Ronald, quien tenía los ojos bien abiertos... como una moneda.
- Una moneda. – Susurró sin quitar sus ojos de los celestes luminosos de Ron. Volvió a concentrarse en la taza.
Un círculo bastante estirado, gordito. En esa zona, la taza tenía un aspecto deteriorado y grisáceo. De la forma circular, salía una línea algo gruesa que se movía serpenteando por uno de los bordes de la taza. Del otro lado del circulo, nacía otro redondel, mucho más pequeño. Dos triangulitos finalizaban la forma de aquella... rata.
- Una rata. – Eso de ver en la taza no le estaba gustando para nada.
La siguiente forma lo dejó estupefacto. Simplemente un círculo. De lado que lo mirabas, no veías otra cosa. Se esforzó por encontrarle otro sentido a la forma, pero parecía ser simplemente una forma geométrica. ¿Por qué no?
- Un circulo. – Su tono lleno de extrañeza e incoherencia.
La anteúltima figura. Una forma curva, que luego proseguía con una línea gruesa. Mm. Se le estaba acabando la inspiración adivinatoria. ¿Qué podía ser aquello? Alzó la vista para echar un vistazo a la biblioteca, capaz encontraría algo que le inspirara o le trajera recuerdos relacionados con aquella forma. Buscó intensamente durante cinco minutos. Nada. Maldición, eso le estaba fastidiando mucho más que le dijeran Henry...
Y hoy me comes todo el plato, y dejas de quejarte, jovencito.
Rió ante el recuerdo de Sirius imitando a una pobre vieja anciana que no podía sostener por si misma sin utilizar un... bastón.
- Un bastón. – Sus tres amigos se sorprendieron de ver una sonrisa divertida en el rostro de Harry.
Y la última forma. Si la anterior le fue difícil descifrar, con aquella estaría medio año. Unas alas arrugadas como un paraguas machacado. Una flamas de fuego ardiente. Un poco de humo negro... ¿En qué se podían coordinar aquellas formas? El fuego y el humo negro podían ser un incendio. ¿Pero las alas? Una pájaro prendido fuego en medio de un incendio forestal. Rió disimuladamente ante su pobre imaginación. Alas arrugadas... ¿A qué le sonaba eso...? Su mente se echó a volar hasta aterrizar unos minutos después en su primer año de Hogwarts. La locura de Hagrid de cuidar a Norbert... un Ridgeback noruego. Una especie algo extraña de dragones.
- Un dragón. – Harry finalizó la visión en la taza de té. Lily y Ron lo miraban boquiabiertos, sorprendidos por las conclusiones de formas sacadas, mientras Hermione tomó el libro de Adivinación y realizaba conclusiones.
- No tienes un futuro del todo bueno, si esta taza dice la verdad. – Susurró Mione temblorosa. Se veía nerviosa y el miedo se reflejaba en sus ojos. Le entregó el pergamino que había estado escribiendo hace instantes. Potter leyó lentamente, como admirando una sentencia de muerte.
- Bandera –––– Peligro
Llave––––Se revela un misterio
Guadaña––––Buena cosecha o Aviso de muerte
Pistola––––Peligro, catástrofe, dificultad
Moneda––––El pago de una deuda
Rata––––Peligro, se pierde algo
Circulo––––Amor
Bastón––––Necesidad de apoyo
Dragón––––Cambios
- Todo eso según el libro de Adivinación... Es lo que significan las formas que sacaste de tu taza de té... – murmuró Mione con la voz temblándole.
Los cuatro se miraron espantados. Harry tragó saliva amargamente.
Maldito destino.
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Horarios de exámenes EXTASIS
(EXámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas)
LUNES
09:00 en punto: Pociones
Comida (12:00 en punto)
15:00 en punto: Encantamientos
Comida (20:00 en punto)
24:00 (o 00:00) en punto: Astronomía
MARTES
Comida (12:00 en punto)
14:00 en punto: Historia de la Magia
17:00 en punto: Transformaciones
MIÉRCOLES
09:00 en punto: Defensa Contra las Artes Oscuras
Comida (12:00 en punto)
15:00 en punto: Apariciones Mágicas*
JUEVES
09:00 en punto: Herbología
Comida (12:00 en punto)
16:00 en punto: Cuidado de las Criaturas Mágicas
Comida (20:00 en punto)
22:00 en punto: Adivinación
*Practica de aparición. Examen el viernes a las 10:00 en punto.
- ¡La verdad, que linda forma de empezar los exámenes!- se quejó Ron cuando le entregaron los horarios. Pociones con Danielle Colfer, primera hora.
- Tenemos la practica de aparición el miércoles y el viernes el examen. – Dijo Mione muy entusiasmada.
- Hoy tenemos astronomía... – murmuró Harry mientras chequeaba los horarios.
- ¡Adivinación el jueves!¡Mis plegarias fueron escuchadas!- Chilló Ron con una sonrisa de felicidad. Hermione rió por lo bajo y Lil se limitó a soltar unas risitas burlonas. Harry se encogió de hombros y miró su reloj de muñeca.
- ¿Qué tienes a primera hora, Lil?
- Transformaciones. – Una sonrisa cálida acompañada de la respuesta.
- Empecemos a ir a las mazmorras, porque a este paso no llegaremos... – Observó Potter con fastidio. Últimamente andaba de pésimo humor.
- OH. ¡Qué Dios los bendiga y los ayude en el examen!- les gritó Lilian cuando ya estaban saliendo del Gran Comedor. Ron le agradeció riéndose junto con Mione, mientras que Harry sonreía suavemente. Por su parte, Lilian se destornillaba de la risa.
El examen de Pociones no hubiera podido ser más nefasto para Ron. Hermione salió luego del examen bastante incomoda, aunque el nerviosismo de Harry no estaba presente. Parecía ser el único Gryffindor que tenía la seguridad de haber aprobado semejante examen.
Danielle Colfer les había entregado los ingredientes de la poción Zarén y los ingredientes del antídoto. Tenían que elaborar ambas pócimas y luego ella las aplicaría en una criatura cualquiera para comprobar si los brebajes estaban bien preparados.
Pero en sí, ambas pociones no eran fáciles. Y más si tenías a la profesora mirando cada uno de tus movimientos y anotando cosas en un pergamino. Las mazmorras habían quedado con un aroma bastante repugnante y más de uno había salido corriendo para ir al baño... Daba nauseas.
Pero ya había terminado. Ron tenía el rostro bastante verde, cosa que no le daba un espléndido aspecto. Hermione tenía detrás de los oídos la piel amarillenta, mientras que Harry tenía las manos manchadas con una sustancia de color ciruela. (Según Mione, mejor que pronto se lavara las manos. Sospechaba que era un poco del veneno Zarén.)
Luego del almuerzo (que comieron sin mucho apetito), todos los alumnos de séptimo de Gryffindor se dirigieron al aula de Encantamientos. El profesor Flitwich había preparado un examen práctico y uno escrito. Uno más fácil que el otro, según Ronald.
El práctico simplemente se trataba de batirse en un duelo contra un compañero que eligiera el profesor. (Harry – Lavender / Hermione – Dean / Ronald – Parvati / Neville – Seamus) Harry se lució bastante en el duelo mágico, ganándolo solamente con tres hechizos. En cambio, Dean y Hermione tuvieron un muy buen duelo. A pesar de que Hermione tenía abundantes encantamientos aprendidos, Dean sabía bien como contraatacar. Terminó ganando Hermione después de una hora de combate. Ron y Parvati duraron unos veinte minutos con hechizos simples pero fuertes. (N/A: Ganó Parvati ^^) El duelo de Longbottom y Finnigan fue un completo desastre. Hechizos yendo y viniendo por todos lados, dándole a todos, menos al contrincante correspondiente. Ganó Seamus por retirada.
El escrito era ejemplificar con encantamientos cada una de las acciones que mostraban (por ejemplo: "Para atraer objetos: Accio") Harry tuvo que recordar desde el primer hechizo aprendido en primer curso hasta el último de séptimo. (N/A: ¡Flor de trabajo! ^_^)
Luego de la cena compartida con Remus y Sirius (el trío preguntó por el paradero de Lidia, Susan y Bella, pero ninguno de los dos les contestó.) Los Gryffindor partieron hacia la torre norte para el examen nocturno de Astronomía.
Astronomía, el estudio científico de los cuerpos celestes, fue un examen entre los más neutrales. No era ni tan fácil ni tan difícil (Según Hermione.) Como Harry pudo contemplar, Marte comenzaba a liberarse de las sombras de Saturno. Muy pronto sucedería lo que los planetas estaban indicando junto con sus visiones en la taza de té.
Ron no se había tomado en serio los significados de las figuras aparecidas en su taza, sin embargo, Hermione se lo había tomado demasiado en serio (cosa que Harry no hubiera esperado, ya que Mione decía que Adivinación era una porquería, Bla, Bla.) Lilian estaba entre la opinión de Ron y Hermione. Había días que estaba preocupada por las visiones (preguntándole a Harry la mayoría del tiempo si alguna de los sucesos aparecidos en la taza se había hecho realidad) y otros días, parecía no darle importancia. Lilian tenía sin ninguna duda, una personalidad bastante extraña. Y eso era lo que más le gustaba a Weasley.
Tras un buen tiempo de sueño (Harry llevaba tomando las pociones de dormir sin sueños durante los últimos días) y un riquísimo desayuno preparado como siempre por los elfos domésticos de las cocinas, se encaminaron hacia el aburrido y desinteresado examen de Historia de la Magia. Binns parecía no haberle afectado ni la perdida de Dumbledore ni la perdida de Snape, asegurándole a sus alumnos que en todas las historias del universo había muertes lamentables, pero con finales favorables para los que quedaran vivos. Harry remarcó las últimas palabras de la frase de Binns en su mente. "Para los que quedaran vivos."
En conclusión, el examen de Historia de la Magia había resultado dificilísimo (Según Ron.) La cantidad de fechas importantes y lugares especificados que tenían que ubicar en un pergamino... Los acontecimientos ilustres del último siglo...
A las diecisiete horas, junto con Slytherin, marcharon hacia el salón de transfiguración. McGonagall les había preparado, al igual que Encantamientos, un examen práctico y otro escrito.
Empezaron con el escrito. Preguntas sobre los animagos más famosos del siglo contemporáneo. Luego enumerar indicaciones para transformar a una persona en animal durante unos minutos, etc.
El práctico era en privado e individual. Minerva los llamaba e iban entrando al aula para ser evaluados. Tuvieron que transformar objetos inmóviles a móviles, y viceversa. También móviles-móviles y inmóviles-inmóviles. Según Ron, el examen no había sido tan difícil como esperaba.
McGonagall había quedado bastante afectada luego del informe del Profeta, ya que había tenido que soportar la tensión de los alumnos, la de sus colegas y la suya propia. Al fin y al cabo, no es fácil perder a un patrón de casi toda tu vida de docente en un colegio. Y más si le tenías muchísima admiración, como ella le tenía a Albus.
El miércoles, Defensa Contra las Artes Oscuras con Mundungus Fletcher, había sido un examen muy entretenido. Parecido al de tercer año, sin embargo sin criaturas mágicas a las que vencer. Era más bien un pequeño laberinto con Artes Oscuras... El deber final: vencer esa oscuridad. Granger había salido algo aturdida del laberinto, Weasley totalmente shokeado y Harry... algo perturbado.
Pero ese día tendrían la primera y única clase práctica para aprender a aparecerse. Por más que hubieran salido aturdidos de la clase anterior, y después de haber disfrutado el almuerzo, la excitación de aquella clase no estaba ausente. Las compartirían con Ravenclaw, cosa que a Ronald le llenó de alegría. Y más todavía cuando se enteraron de quienes serían sus profesores, quisieron retorcerse de la risa... Sirius Black y Remus Lupin. Así que a la hora indicada, se encaminaron hacia Hogsmeade, ya que dentro de los terrenos del castillo no podrían practicar la aparición.
Black, vestido con una túnica azulada que combinaba perfectamente con sus ojos, y Remus con una túnica de color oro, parecían estar recordando viejos tiempos a la vez que explicaban en que consistía la aparición.
- La Aparición requiere de una máxima concentración mental de ustedes. Concentrarse en el lugar que desean presentarse y sin distraerse. Con distracción, acabarán bastante mal. – Explicó Remus con una sonrisa cálida en su descolorido rostro.
- No querrán escindirse, ¿verdad?- Rió Sirius. Remus le miró con una ceja levantada, incrédulo.
- El caso es que no tienen que tenerle miedo a la Aparición. – Dijo Lupin con voz potente mirando de reojo a Sirius, quien había ocasionado bastantes estremecimientos luego de su frase. – Si le tienen miedo, fallarán inmediatamente. Y no queremos heridos...
- O se nos acabará nuestro tiempo de profesores... – terminó Black con una sonrisa divertida. Bastantes rieron, incluido entre ellos Ron.
- Sirius... – Le reprochó Remus en tono amenazante. Canuto le dirigió una sonrisa burlona.
- El caso es que nosotros estamos aquí para enseñarles la difícil tarea de aparecerse. No es cosa fácil, no se lo tomen a la ligera. Por más que consigan el carné, si hacen mal la aparición en cualquier momento de sus vidas, ustedes pagarán las consecuencias, no nosotros. Están prevenidos. – Susurró Remus suavemente. Sirius ahogó su risa, aunque no pudo suprimir otra sonrisa.
Concentrarse, sin distracciones en el lugar al que quisieran llegar. Primero hicieron apariciones cortas y cercanas. E iban aumentando la distancia. Practicaron y practicaron. Algunos, como Neville, tuvieron bastantes problemas. Otros como Hermione y Harry entendieron la idea perfectamente. Y otros como Ron, estaban en el nivel intermedio.
Conclusión, a las diecinueve horas, todo Gryffindor y Ravenclaw estaba dirigiéndose cansadamente hacia el castillo de Hogwarts, acompañados de ambos profesores... Que ironía llamar profesores a los originales Merodeadores...
- ¿Verdad que somos buenos profesores, chicos?- bromeó Black mientras caminaban hacia la entrada del castillo, cruzando los tenebrosos terrenos.
- No estuvo tan mal... – Contestó Harry alegremente, aunque remarcando la palabra tan. Canuto le miró fulminantemente.
- ¿Está usted seguro de eso, Sr. Potter? – Se burló su padrino lentamente. - ¿O querré decir, Henry?- el grupo rió ante la mirada aguda de Potter. Harry simplemente los ignoró y miró el cielo, que estaba suficientemente oscurecido y ya se veían las primeras estrellas.
Y según sus cálculos, a fines de mayo Marte lograría deshacerse de Saturno y se cumpliría su destino. El Sol nacería ese día con nuevos cambios. Y cambios que cambiarían el mundo. Según lo descrito en la taza de té. Se estremeció. La Muerte se acercaba sutilmente...
Sus tres amigos le habían contado a Remus y a Sirius sobre la taza de té. Lo que ninguno de ellos sabía era sobre los planetas alineados en su persona. La reacción de ambos merodeadores había sido de preocupación e inquietud. Y ellos ya sospechaban que Harry sabía más que lo que decía. El ejemplo vivaz era el día que lo habían encontrado investigando los astros en al torre de Gryffindor. No obstante, Henry no pensaba hablar. ¿De qué servía si ya entendía todo? Lo único que faltaba era que ocurriera y sucediera lo inevitable, obra del destino. De su destino.
Parecía que para el jueves habían dejado todas las materias simples, aunque no había que tomarlas a la ligera... Salvo Cuidado de las Criaturas Mágicas...
El jueves por la mañana, todos los Gryffindor y Hufflepuff de séptimo año, se encontraban encerrados en los calurosos invernaderos de Hogwarts junto a la profesora Sprout. Herbología. Un examen práctico. Tuvieron que cuidar durante dos horas a una planta mágica bastante vulnerable a la vida terrestre. Por esa razón les fue difícil mantenerla viva durante la prolongación de la evaluación. Pero aplicando sus conocimientos aprendidos durante el año, lograron...
Cuidado de las Criaturas Mágicas. Los fénix. Giltred había quedado al cuidado de Hermione en el último trimestre, ya que las inasistencias de Harry en el tiempo del ataque de Hogsmeade... Y Ron simplemente había aceptado que al fénix le iría mejor con Granger. Así que la muchacha había cuidado al fénix dorado y escarlata. Y el examen simplemente era presentar el fénix y contar como había sido la experiencia de convivencia con la ave, etc. Hagrid, sorprendiéndolos a todos, les informó que el fénix quedaría en manos de ellos. Así que tendrían que elegir quien sería el auténtico dueño del fénix. Ron y Hermione que ya sabían de los dones de Harry con los fénix, le cedieron al ave alegremente, sabiendo que él lo cuidaría mejor que cualquiera de ellos dos.
Adivinación. Trelawney les pidió que individualmente barajaran las cartas del tarot que habían visto al principio del año escolar. Ron tuvo ligeros problemas con la lectura, mientras que Harry estaba aterrorizado de volver a ver indicado en las cartas el mismo destino que le había indicado la taza. Y a Potter le enfermó la voz de Trelawney gritando de espanto al ver la muerte en dos de las cartas. Diciéndole que era una muerte doble, gritando que él poseía el futuro más horrible de todos, etc. A Harry no le importó la opinión de la profesora, pero sí lo aparecido en las cartas. Lo grabó en su memoria para luego analizarlo más tranquilamente.
Y finalmente el viernes. Aparición. Esta vez no sólo estaban Sirius y Remus, sino también McGonagall. Probaron a cada uno desde Hogsmeade. El lugar de aparición sería el Callejón Diagon (donde los estarían esperando Sirius y Remus) y luego volver. (Sin tiempo de recreación) Ninguno de los integrantes del cuarteto (Lil, Mione, Harry y Ron) tuvo problema alguno. El carné asegurado. (N/A: YES! Terminé los exámenes!!! ^^)
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Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería
Hermione Granger
Séptimo año,
Gryffindor
EXTASIS
Estimada señorita Hermione Granger:
Como Jefa de su casa, Gryffindor, tengo el orgullo de informarle que ha sacado la nota máxima (10) en los EXTASIS: EXámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas. Con esta calificación tiene el impulso necesario para ingresar en el Ministerio de la Magia o en alguna Universidad Mágica, para seguir ampliando sus conocimientos. Esto queda a su plena elección.
En cuanto a su carné de aparición, se le entregará el último día que permanezca en Hogwarts para usarlo por el resto de su vida y, como bien sabemos, con notable responsabilidad característica de un mago graduado.
Muchas felicitaciones por sus logros. Fue un orgullo absoluto haberla tenido como alumna durante estos largos siete años en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Le deseo muchísima suerte para su futuro.
Hogwarts siempre tendrá las puertas abiertas para usted,
Profesora Minerva McGonagall
Subdirectora Asistente
Hermione leyó su carta y empezó a gritar de la felicidad, con una preciosa sonrisa, abrazando a sus tres amigos, quienes también estaban leyendo sus calificaciones de los EXTASIS.
Henry James Potter
Séptimo año,
Gryffindor
EXTASIS
Estimado señor Henry James Potter (Harry gruñó con fastidio al sentir las risas burlonas de Ron):
Como Jefa de su casa, Gryffindor, tengo el orgullo de informarle que ha sacado la nota máxima (10) en los EXTASIS: EXámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas. Con esta calificación tiene el impulso necesario para ingresar en el Ministerio de la Magia o en alguna Universidad Mágica, para seguir ampliando sus conocimientos. Esto queda a su plena elección.
En cuanto a su carné de aparición, se le entregará el último día que permanezca en Hogwarts para usarlo por el resto de su vida y, como bien sabemos, con notable responsabilidad característica de un mago graduado.
Muchas felicitaciones por sus logros. Fue un orgullo absoluto haberlo tenido como alumno durante estos largos siete años en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Le deseo muchísima suerte para su futuro.
Hogwarts siempre tendrá las puertas abiertas para usted,
Profesora Minerva McGonagall
Subdirectora Asistente
- ¡Lo hemos logrado! ¡Lo hemos logrado!- exclamaba eufórica Granger mientras abrazaba fuertemente a Harry. - ¡No me lo puedo creer! ¡Calificación máxima, Harry! – En ese punto Granger ya estaba llorando mientras se reía con nerviosismo. En otras palabras, parecía que se hubiera vuelvo loca.
Ronald Weasley
Séptimo año,
Gryffindor.
EXTASIS
Estimado señor Ronald Weasley:
Como Jefa de su casa, Gryffindor, tengo el orgullo de informarle que ha sacado la nota media (8) en los EXTASIS: EXámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas. Con esta calificación tiene el impulso suficiente para ingresar en el Ministerio de la Magia (un puesto base) o en alguna Universidad Mágica, para ampliar sus conocimientos. Esto queda a su plena elección.
En cuanto a su carné de aparición, se le entregará el último día que permanezca en Hogwarts para usarlo por el resto de su vida y, como bien sabemos, con notable responsabilidad característica de un mago graduado.
Muchas felicitaciones por sus logros. Fue un orgullo absoluto haberlo tenido como alumno durante estos largos siete años en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Le deseo muchísima suerte para su futuro.
Hogwarts siempre tendrá las puertas abiertas para usted,
Profesora Minerva McGonagall
Subdirectora Asistente
- No se puede pedir todo en la vida. – Dijo Ron mientras doblaba el pergamino y se encogía de hombros, despreocupado. - ¡Aunque sea obtuvimos el carné de aparición!- Sonrió orgullosamente. – Y podremos entrar al ministerio, o empezar nuestros estudios para una carrera honorable. Y Herm, ¡lloras cómo si hubieras desaprobado! ¿Qué te pasa, loca? – Rió mientras abrazaba a su amiga y trataba de calmarla.
- ¡Eres un tonto, Ronald Weasley!- sollozó audiblemente. Pero luego mostró una sonrisa burlona. - ¿Con todo lo que te enseñé sacaste solamente un miserable 8? – le reprochó sonriendo. Lilian rió mientras leía su carta:
Lilian Callejas
Séptimo año,
Ravenclaw
EXTASIS
Estimada señorita Lilian Callejas:
Como Jefe de su casa, Ravenclaw, tengo el orgullo de informarle que ha sacado la nota alta(9) en los EXTASIS: EXámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas. Con esta calificación tiene el impulso necesario para ingresar en el Ministerio de la Magia o en alguna Universidad Mágica, para seguir ampliando sus conocimientos. Esto queda a su plena elección.
En cuanto a su carné de aparición, se le entregará el último día que permanezca en Hogwarts para usarlo por el resto de su vida y, como bien sabemos, con notable responsabilidad característica de un mago graduado.
Muchas felicitaciones por sus logros. Fue un orgullo absoluto haberla tenido como alumna durante estos dos años (luego de su intercambio) en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Le deseo muchísima suerte para su futuro.
Hogwarts siempre tendrá las puertas abiertas para usted,
Profesor Flitwich - Jefe de la Casa Ravenclaw
Profesora Minerva McGonagall - Subdirectora Asistente
- Bueno, Ronny, ¡de todas formas estoy orgullosa de ti!- Exclamó Hermione mientras agarraba los cachetes de Ron y los estiraba, de forma infantil. Rió cuando Ron se alejó de ella bruscamente. Lily abrazó a Ronald.
- No te preocupes, Roncito, todavía estás a tiempo de volver a empezar a estudiar primer curso. – Se burló Lilian. Hermione se hizo la indignada cuando Weasley sonrió a la pelirroja.
- ¡Ella te dice Roncito, y no le dices nada! – Rió Mione con Harry mientras ambos pelirrojos se ruborizaban. – Ahhh. ¡Mejor los dejamos solos, tórtolos! – le guiñó un ojo a Harry pícaramente.
- ¡Miren quienes hablan! – Exclamó Ron imitando la sonrisa pícara de Mione. El cuarteto rió libremente.
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- ¡Y yo pensé que fue ayer cuando tenías solamente un año de edad! – Exclamó Arabella emocionadamente mientras abrazaba a Harry fuertemente. - ¡Mírate ahora! ¡Ya un mago graduado!
- Bella, por favor... – Murmuró Potter avergonzado por las risas de sus amigos mientras trataba de separarse de su madrina.
- ¡No sabes lo orgullosos que estarían Lily y James si te vieran en este momento! – Continuó Bella omitiendo las palabras de Harry. Sirius, quien miraba burlonamente a Harry, separó a Figg de Harry para encargarse el mismo de avergonzarlo.
- ¡Pero también tengamos en cuenta que Harry es el donjuán de Hogwarts! ¿Cómo estarán tus admiradoras, Harry? Deben estar tristes porque dentro de dos semanas sales de Hogwarts... Pero te llevas a alguien contigo. – Dijo Black guiñando el ojo derecho en dirección a Hermione, quien estaba siendo felicitada por Remus y Lidia. Henry se sonrojó notablemente murmurando frases indescifrables.
- No, hablando en serio. – Dijo Canuto ante la mirada de incredulidad de Bella ("¿Black hablando en serio?") - ¿Qué carrera seguirás, Henry? – Potter miró con fastidio a su padrino.
- Deja de decirme Henry- Murmuró Harry lentamente, en tono amenazante. – Y ni idea de la carrera, Sirius. ¿Qué sugieres?
- ¿Filósofo?- Bromeó Ron acercándose. Harry levantó una ceja ante las risas de Black, Figg y Weasley.
- Es justamente lo que jamás seré. – Susurró Harry seriamente, luego de morderse el labio. Miró el vestíbulo del castillo (donde se encontraban) con curiosidad. Muchos alumnos estaban comentándose sus calificaciones o hablando de sus carreras. Había algunos padres de ciertos alumnos. Ronald estaba a su lado, esperando a su familia que supuestamente vendría al colegio.
- ¿Por qué permitieron que los padres de los alumnos vinieran a Hogwarts?- preguntó Mione acercándose al grupo junto con Lidia y Remus.
- McGonagall dio permiso solamente a familias del Ministerio. Obviamente, los padres de hijos de sangre impura no podrán venir. Y tampoco los padres de magos comunes, sin importancia en el Ministerio. Solamente gente de confianza, como los Weasley. – Remus le sonrió a Ron.
- ¿Pero cómo se sabe de la gente de confianza? O sea... – Preguntó Ron con curiosidad, aunque mirando desconfiado a algunos de los adultos del lugar.
- Esa es una muy buena pregunta, Ronald. – Aprobó Susan quien andaba muy cerca de allí. – Pero no sabemos la respuesta.
- ¿Dónde estuvieron estas semanas?- preguntó al mismo tiempo el trío de Gryffindor a las Merodeadores, las cuales se miraron incómodas. Harry miró de reojo a Sirius, y lo vio igual de nervioso que ellas. Y, astutamente, descifró que se trataba de los deberes de La Orden del Fénix. ¿Seguiría esta de pie al perder a Severus Snape y a Albus Dumbledore, el cual era el jefe de la organización? Parecía ser que sí...
Una voz profunda resonó en la mente de Harry, aturdiéndolo sorpresivamente.
"La luz sigue brillando a pesar de todo. La oscuridad irá creciendo según pase el tiempo. Todo le será revelado cuando pueda superarlo. Una maldición cambiará sus vidas. El destino que se les ha otorgado es este."
¡La predicción de la Oscuridad! Se había olvidado completamente de ésta... ¿Cuánto había pasado desde qué había tenido esa visión al pasado en la clase de Adivinación? Más de medio año... No era extraño que se hubiera olvidado. Pero entonces, ¿por qué recordarla justamente en ese momento? Revisó mentalmente sus cálculos de astronomía sobre los movimientos planetarios. Y supo la respuesta a su pregunta inmediatamente.
- Discúlpenme, pero me olvidé de algo... Los veo luego. – Murmuró al grupo. Antes que Sirius pudiera preguntar a donde iba, él ya estaba subiendo las escaleras del vestíbulo.
Quería matarse. ¿Cómo había podido olvidarse de los movimientos planetarios? Todo por culpa del resultado de los exámenes, donde se había distraído con fiestas en la Sala Común y hablando con los Merodeadores. Además de pensar en su futura carrera mágica, que era lo que de verdad le preocupaba desde que había recibido los resultados.
Pero ninguna calificación servía de excusa para olvidarse de algo tan importante como aquello. No era que se "había olvidado". Ya que a las noches solía recordarse el tiempo que faltaba para que Marte se liberara de Saturno. Pero ese día, justo ese día... La visitas de los padres de Ron y todo eso le habían distraído. Grr. No era excusa.
¿Y la predicción? ¿Cómo no pudo acordarse de algo tan importante como la primera predicción auténtica de la profesora Trelawney? ¿Cómo se había olvidado? Y volvió a conseguir la respuesta. En Navidad, todas sus especulaciones se habían desconcentrado por culpa de Draco Malfoy. No, no por culpa de Malfoy. Por su propia culpa. Al ceder su alma al demonio. Grr.
Recordar a Malfoy y esa asquerosa Navidad no le trajo ninguna calidez. Malfoy ya no existía, o existía sin existencia física... Y las navidades... ¿Por qué no le había hecho caso a su padrino cuando le había prevenido en la Casa de los Gritos? No hubiera sufrido tanto sino fuera por ese... por ese idiota.
Pero recapacitó que todavía quedaba un mortífago en Hogwarts. Una mortífaga. Cho Chang, Ravenclaw. Así que por eso había repetido de año... Para ser otra herramienta más para Voldemort a la hora de condenar a Harry en las manos del lord oscuro. Ahora que lo pensaba... Por eso Chang lo había invitado al baile de Halloween. Para adelantar el trabajo que había terminado haciendo Malfoy. También por eso se había preocupado por él cuando estaba en la enfermería, luego del ataque del Radopole. Porque obviamente era la "espía" del Innombrable.
Todo concordaba, ahora que lo pensaba ampliamente. Sin embargo, todavía quedaban algunas dudas que pronto, muy pronto, se resolverían.
Para ese entonces, ya se encontraba en la torre norte de astronomía. El viento soplaba fuertemente. Cosa extraña cuando estaban en primavera y con días preciosos, sin nada de viento. Pero había que tener en cuenta que era de noche y... que los astros estaban en un orden significativo... ¿Qué significaba...?
Observó el cielo primero sin telescopio, sintiendo el frío a través de su sencilla túnica negra de Hogwarts. Sus cabellos agitándose libremente con el viento, que en esos momentos se le hacía bastante molesto a Harry ya que no estaba a su favor y obviamente, sus cabellos negros le obstaculizaban la visión. Se las ingenió para encontrar los dos planetas que buscaba. A simple vista, parecía que seguían unidos.
Buscó en sus bolsillos el telescopio mágico práctico, que desde la clase de astrología llevaba casi siempre consigo. Miró el cielo con éste, y pudo comprobar lo que ya sospechaba. Marte se había liberado de Saturno y el Sol (o sea, él) no había registrado ese acontecimiento. O sea... Su destino estaba en las manos del viento.
Apoyó su cuerpo sobre la pared de piedras que estaba detrás de él. El viento ahora le pegaba en el rostro. Cerró los ojos con cansancio. Se dejó llevar por las sensaciones heladas de su organismo. Estuvo quieto, sin moverse ni un centímetro, hasta que algo tocó su rostro durante un instante y no era el viento.
Al abrir sus ojos verdes esmeralda, pudo divisar enredada en sus piernas, una tela suave, algo despedazada en las puntas. La tomó con la mano temblándole del frío, y la estiró ante sí. Quedó paralizado mirando la tela insignificante para algunos, menos para él. Era una bandera, cuidadosamente tejida, de un solo color: rojo potente. Bandera.
La soltó al viento y la observó flameando tratando de liberarse de las cadenas del ventarrón. Se alejó de la torre norte, estrellándose con algunas estatuas o piedras.
Potter seguía aturdido, pero decidió entrar al castillo en vez de permanecer en la parte externa de la torre norte. Uno de los objetos vistos en la taza de té había estado enfrente de él. ¿Sería casualidad? No, no lo era. Su conciencia y su instinto le decían que no era casualidad. Que las casualidades no existían. Todo tenía un por qué, según Malfoy... Y esa bandera significaba algo: peligro. Y el color rojo: venganza, muerte, dolor... Harry se estremeció.
~~~~~~~~~~~
Sangre. Una corriente de un río abundante de sangre. Otra vez aquella pesadilla...
Nuevamente su respiración entrecortada, dificultada por el tenso aire que había en el ambiente. Sin embargo, ya tan acostumbrado a aquella pesadilla, ya no le daba nauseas la sangre. Ya estaba acostumbrado a la lluvia de líquido rojo. Ya era totalmente normal.
La voz de la serpiente seguía escuchándose, pero él hacía oídos sordos a esas palabras insignificantes y tan repetidas, que ya eran como el canto de un ave al alba. Molesto. Fastidiaba la concentración de la mente.
Igual que el dolor de su cuerpo. Ya era nada. Nada que le afectara. Llevaba tantos años conviviendo con el dolor...
La diferencia entre la pesadilla que estaba viviendo en ese momento y la de hacía unas semanas, era que ahora era consiente de sus actos. Él manejaba su cuerpo. No como antes, que todo sucedía como si fuera una predicción.
Se acercó al río lentamente. El ruido que éste provocaba le aturdía un poco sus oídos. Se inclinó en las orillas de la corriente y introdujo su mano derecha en la corriente, en la sangre humana. Una calidez recorrió cada una de las partes de su cuerpo. Sintió como si subiera su temperatura corporal. ¿Qué importaba?
Retiró su mano de la corriente lentamente. La sangre que jugaba entre sus dedos, recorriendo su mano con total libertad. La sangre humana. La sangre caliente. Guió a su mano hacia sus rojizos labios. La sangre tocando sus labios. Que sensación tan deliciosa... La sangre humana cubriendo sus labios y algunas gotas entrando lentamente a su boca... Tan cálido y dulce...
Se puso de pie firmemente al sentir unos pasos acercarse. Tal vez fuera otra vez el lord oscuro, tratando de convencerlo nuevamente. Pero algo le comunicaba que no era así. ¿Entonces quién...?
Una pequeña figura, de no más de un metro de altura, se detuvo a poca distancia de él con la cabeza gacha. Escuchó que sollozaba amargamente. Sutilmente, se acercó a la pequeña criatura. Se agachó ante ésta y la tomó del mentón suavemente. Obligó a verlo a los ojos. Se paralizó un momento contemplándola.
Era una pequeña niña, de no más de ocho años de edad. Tenía cabello castaño oscuro (marrón medio oscuro, más o menos), liso hasta las puntas, donde estaba enrulado ligeramente. Brillante, con algunos reflejos de marrones claros en algunas zonas. Sus ojos eran verdes esmeralda, sumamente resplandecientes. Parecía como si dentro de ellos hubiera unas flamas verdes. Sus delgadas cejas con forma perfecta remarcaban sus ojos, haciéndola aún más bonita. Centelleantes lágrimas recorrían lentamente su suave y pálido rostro.
- Dime por que lloras. – Murmuró sin quitar su mirada de la niña.
- Deberías saberlo. – Susurró la pequeña con una voz cálida y dulce, infantil e inocente.
Sin entender las palabras de la pequeña, se puso nuevamente de pie. Al verse muy encima de la niña, se sintió tremendamente poderoso. Podría hacer lo que se le plazca con esa mocosa. Nadie podría detenerle. ¿No era acaso ese un lugar desabitado?
- ¿Cuál es tu nombre, pequeña? – Su tono frío y amenazante. Exigiendo respuesta.
Al escucharse a sí mismo, escuchándose como alguna vez había escuchado a Lord Voldemort, se dio cuenta de cual era el fin de aquella pesadilla. De cual era el significado de la anterior pesadilla y de esta. Se dio cuenta de que también formaba parte de su destino. Y recordó también aquella pesadilla en la Navidad. Estaban bastante comunicadas entre sí. Ya tenía todas sus ideas ordenadas. Ahora solamente tenía que despertarse...
Comenzó a caminar hacia el río nuevamente, olvidándose por completo de la niña. Había otros asuntos que atender en ese momento...
Una brisa sacudió sus cabellos ébanos, obligándolos a flamear junto con las cadenas del viento. La brisa también emitió un silbido suave, aunque algo estremecedor. Y junto con ese sonido una voz resonó en el lugar.
- Slytherin... perteneces a Slytherin...
- ¿Otra vez con esas patrañas, Voldemort?- murmuró cerrando los ojos y volviéndolos a abrir al mismo tiempo que se volteaba para ver al más famoso asesino de todos los tiempos. Ojos rojos le devolvieron la mirada. Una mirada llena de odio y venganza.
- No son patrañas, Harry. – Murmuró Lord Voldemort sonriendo malévolamente. – Tú mismo sabes que esto es la realidad...
- La realidad futura en caso de que hubiera elegido el camino de la sangre de Slytherin que hay en mí. – Completó Harry automáticamente con aburrimiento. – Es solamente una pesadilla que me avisa que este puede ser uno de mis futuros, ¿verdad? Un nuevo señor tenebroso que junto a Lord Voldemort matara a todos los insectos humanos del mundo. ¿Verdad? – Su tono burlón e indiferente. – Pero bien. Tú y yo sabemos muy bien que esto es solamente uno de tus fabulosos planes para conquistar el poder. El poder de Slytherin que te falta, el cual Hermione y yo compartimos. ¿A que sí? – Voldemort sonrió astutamente.
- Me sorprendes, Potter. ¿Mucho tiempo pensando en eso? – Harry llenó su expresión de odio puro.
- ¡Maldito! ¡Sabes que es lo único en que puedo pensar desde que te apoderaste de mí! Toda esa idiotez de "perteneces a Slytherin" que me estuviste metiendo en la cabeza... Toda esa idiotez de poder...
- Sin embargo, muchas veces cediste al poder, Harry... – Voldemort sonrió nuevamente tomándolo de la barbilla y mirándolo fijamente. - ¿No se siente precioso apreciarlo en tu sangre, recorriendo tu cuerpo? - Potter se mordió un labio, obligándose a no contestar.
- ¿Todos esos sentimientos negativos juntos en un solo lugar? ¿Formando escalofríos y calores divinos? Sintiendo el poderío de realizar todo lo que pides, deseas y anhelas... Más de una vez lo sentiste y te dejaste llevar... Pero tu estúpida conciencia de Gryffindor siempre te detenía. ¿Y si te dejaras llevar? – Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Harry de pies a cabeza cuando las manos de Voldemort se apoyaron en sus hombros. – Tienes tres días para pensarlo, Harry...
Abrió los ojos al dejar de sentir el peso de las manos de Voldemort en sus hombros. Ya no estaba allí. Lo había dejado aturdido, con las ideas mezcladas y nuevamente... con esa sensación que siempre le provocaba la Marca de Serpiente y la sangre de Slytherin que había en su organismo. Dominio. Impotencia. Odio. Desprecio. Poder de venganza. Poder.
Agitó su cabeza con pesar. ¿Cuándo diablos iba a despertarse de esa pesadilla?
Una pequeña mano tocó su espalda, reclamando atención. Se volteó con curiosidad para volver a encontrarse con la niña. Ya no lloraba y sus ojos verdes estaban algo más apagados que antes. Se había olvidado de ella completamente. Le sonrió suavemente y se inclinó a su altura.
- ¿Qué deseas, pequeña? – Tono suave y cálido. Totalmente diferente a la anterior ocasión. Esa jovencita se le hacía familiar. Tenía un aire que le hizo acordar mucho a... Agitó la cabeza. Pero era verdad que tenía un aire muy... muy cariñoso. O sea, jamás había sentido algo parecido... ¿quién era esa niña?
- Usted antes preguntó mi nombre... – Harry se sorprendió del tono respetuoso de la chiquilla. Sin embargo, asintió lentamente, embargado de curiosidad. – Iris, Iris Potter.
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Harry se incorporó en su cama situada en la habitación de séptimo, en la torre Gryffindor. Las imágenes de la semi-pesadilla rondaban nublosamente por su mente. La voz suave de la chiquilla la escuchaba lenta y lejanamente. Simplemente, Harry no había recobrado todavía el sentido común.
¿Iris? ¿Iris Potter? La niña le había recordado destacadamente a Hermione. El cabello castaño... Lo único que le extrañaba era lo oscuro del castaño y los reflejos de colores claros. Sin duda, la niña no era Mione, pero tenía un gran parecido a ella. Y los ojos verdes... Harry se estremeció ante la idea que surgió en su mente sobre la descendencia familiar de la niña de su sueño. ¿Y sí...?
Sonrió de forma cálida al recordar el rostro inocente de la chiquilla. Ese aire... ese aire que respiró en aquel sueño... Le había encantado sentirlo. ¿De que venía ese aroma? Agitó la cabeza, tratando de alejar esa visión de su mente. Trató de distraerse mirando la habitación.
Ron durmiendo de forma muy... extrovertida, podría llegar a decirse. Todas sus sabanas por el piso, menos una que estaba totalmente enredada. Weasley tenía la boca ligeramente abierta, dándole un aspecto dormilón. Harry rió observando a su amigo. Escuchó que murmuraba algo como: "No te preocupes, jamás te abandonaré" mientras giraba hacia el otro lado de su cama. No pudo aguantar las risitas burlonas. ¿Ahora Ronald hablaba en sueños? La simple idea casi le hizo soltar una sonora carcajada.
Dean, Seamus y Neville no estaban en su campo nocturno de visión. Solamente el borde de sus camas era divisible para los ojos de Harry, quien ya estaba acostumbrado a la oscuridad de la noche. Miró el suelo donde antes solía acostarse Sirius en su forma animaga. Lo extrañaba, obviamente... Pero esto le entregaba mayor libertad. Podía escabullirse durante las noches por el castillo, sin que nadie se enterase ni andar mintiéndole a su padrino. Ya se había "escapado" las noches anteriores el encierro de la torre de los leones.
Se puso de pie y se colocó la bata. El frío continuaba. Y a Harry no le gustó esa idea. El viento también parecía estar relacionado con los astros y su destino... Parecía que el mundo entero estaba relacionado con su destino... Harry rió sarcásticamente. Era obvio que el mundo estaba relacionado con su destino. Si su destino era liberar al mundo... Que ironía.
La sala común estaba desierta, cosa que no sorprendió a Harry. Eran las seis de la mañana... No era tan tarde, pero si era temprano. Aunque sea no se había levantado a las tres de la mañana con insomnio. Dentro de pocas horas tendría que acudir a las clases extras. ¿O tenía que reunirse con los Merodeadores? Para lo próxima se acordaría de prestar mayor atención cuando Sirius le daba indicaciones. ¿Había dicho que iban a ir a Hogsmeade? No, eso en cuatro días, para festejar a lo grande la graduación del trío... Capaz simplemente, día libre.
Se despedazó mientras soltaba un largo bostezo que no llegó a reprimir. Se acomodó en uno de los cómodos sillones de tapiz dorado y escarlata (N/A: Demasiado obvio, ¿verdad?) Decidió pensar en lo que de verdad le estaba preocupando. Si lograba a principios de junio pisar Londres con vida, ¿qué iba a elegir como carrera?
Sirius le había dicho que tenía talento para el Quidditch. Pero Harry ya no estaban tan interesado como antes en ese deporte. Le gustaba jugarlo y punto. A no darle vueltas al asunto.
Arabella le sugería empezar en el Ministerio de Magia. Pero a Harry la simple idea le daba nauseas. Con Fudge a la cabeza... Aunque Cornelius se hubiera puesto al final del lado de Dumbledore, a Harry le seguía el recuerdo de lo sucedido en cuarto curso. De lo ingenuo que el ministro podría llegar a ser...
Susan le había sugerido ser profesor en Hogwarts o en algún colegio de magia. La idea en si no estaba nada mal... pero buscaría otra opción posible.
Lidia le había recomendado comenzar a viajar por el mundo hasta encontrar algo que le diera el empujón a una carrera. Explorar, disfrutar, vivir libre y luego elegir la carrera a seguir según la experiencia vivida... Tampoco estaba nada mal.
Y finalmente Remus. Le había aconsejado una carrera como la de Charlie Weasley. La vida de un criador de criaturas mágicas no era nada mal, según el licántropo. Pero a Harry no le llamaba la atención considerablemente aquella carrera.
Suspiró con indecisión. Futuro a la vista y él sin nada propuesto. Eso no era un buen comienzo... Le quedaban dos posibilidades: la de Susan o la de Lidia. Entonces supo a quien le podía pedir apoyo en decisión: Hermione. Al fin y al cabo, ¿no quería compartir su futuro con ella? Se sonrojó al recordar a Iris Potter. Grr. ¿Por qué se sonrojaba, maldición?
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Que molesto resultaba ese dolor de cabeza que no quería cesar y que le oprimía incansablemente. No le permitía pensar con total libertad y tampoco reflexionar las cosas con la claridad de siempre. Y si que era inoportuno ese malestar...
Ron estaba hablando con Lilian sobre... sobre... algo de lo que no tenía la menor idea. Trataba de mostrar curiosidad y escuchar a Ron, pero siempre el dolor de cabeza combinado con sus pensamientos pesados le ganaban la partida de ajedrez.
Mione no estaba muy lejos de su situación, sin embargo, ella parecía escuchar a Ron y su interesante conversación con Callejas...
También se sentía enormemente cansado. Todas sus extremidades le dolían agudamente como si hubiera corrido una carrera. El pesado cansancio en los hombros, junto con el dolor de cabeza y sus bostezos reprimidos hacían de él un Harry suplicando por una poción para dormir.
Pero según sus cálculos, no había tiempo para eso. Y preferiría estar muerto antes de pedirle a Danielle Colfer una poción de sueño o a Madam Pomfrey, que seguramente le premiaría por tardar tanto en consultarle o quejarse de sus dolores. ¿Entonces, qué opciones le quedaban? Upps, un largo bostezo que no pudo reprimir.
- ¿No dormiste bien, Harry?- preguntó Lily observándolo cuidadosamente. Depende de que lado se lo mire...
- Parece que no, Lil. – Se rió Ron de la cara de somnolencia de su mejor amigo. – Supongo que ayer te dormiste tarde. ¿Dónde anduviste? Sirius te estuvo buscando... – ¿Cuándo dejó de hacerlo?
- Solamente estuve haciendo mis rondas nocturnas. – Murmuró mientras miraba el Gran Comedor escasamente poblado. Muchos estudiantes estaban disfrutando del Sol y de los jugos de calabazas... Sin embargo, Sirius le había prohibido... Rayos.
- ¿Rondas nocturnas?- preguntaron al mismo tiempo sus tres amigos. Se encogió de hombros, sin darle interés.
- Harry... – le regañó Hermione. - ¿Otra vez con tus secretos? ¡Somos tus amigos! - Amigos que jamás podrán comprenderme.
- Lo siento, Mione. – Contestó sin ni siquiera voltear a mirarla a los ojos. ¿Qué iba a lamentar? Lamentaba su existencia en la Tierra, ¿pero que se podía hacer? Emitió una mueca cuando Cho Chang atravesó la puerta del Gran Comedor. Maldita bastarda.
La muchacha sintió la mirada de Harry Potter en ella y se volteó a verlo con una sonrisa burlona. Sus ojos brillaron intensamente durante los segundos de conexión con la mirada de Potter, y luego se volteó indiferentemente hacia la mesa de Ravenclaw, donde estaban sus "amigas". Potter la observó con el entrecejo fruncido durante su caminata hacia la mesa de las águilas. Tenía ganas de delatarla... pero no tenía pruebas. ¿Cómo, entonces...?
- Por supuesto que no lo sientes, Harry. ¿Otra vez con esas mentiras? ¡Pensaba que habías vuelto a ser Harry, pero parece que no! ¿Y ahora qué es lo que sucede? Voldemort ya no puede dominarte, ¿entonces? ¿Pesadillas con Voldemort? ¡Harry, te estoy hablando!- Dijo Hermione enojada con la actitud de su amigo. Harry se llevó una mano a la frente con frustración, tratando de parar ese dolor de cabeza. Conectó sus ojos verdes con los almendrados de Mione.
- No me siento nada bien, Herm. Y tus gritos no solucionarán ni mi dolor de cabeza ni mis problemas. – Dijo Harry sosteniendo la mirada de Granger.
- ¿Cuáles problemas, Harry?
- No ahora, Mione...
- Vayamos a dar una vuelta por el castillo, ¿qué les parece?- sugirió Lilian nerviosamente.
- No. – Dijeron Ronald y Hermione sin quitar sus ojos de los de Harry. Lilian entendió la idea. Ellos sabían que Harry era muy astuto para escabullirse y era precisamente eso lo que no querían.
- Harry, nosotros somos tus amigos, ¿verdad? Y los amigos están ahí para cuando se los necesita. Nosotros queremos serte útiles. – Harry suspiró. Eso lo había escuchado más de una vez en aquel año y en casi ninguna ocasión les había hecho caso a sus amigos. Ellos se preocupaban y él... ¿Alguna vez había sido útil para sus amigos?
- Mione, es simplemente un problema pasajero. No se preocupen...
- Harry. – Le regañó Granger mirándolo dulcemente. – No existe problema pasajero. Porque si es pasajero, dejará algunas huellas débiles. Y nosotros no queremos verte así...
Y ahí, como siempre, llegó la salvación de Harry. La profesora Sinistra se acercó hacia el cuarteto sentado en la mesa de Gryffindor y le pidió a Harry que la acompañara un minuto a su despacho.
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Aún aturdido, Harry se apoyó en la pared de la torre norte. El viento le pegaba en la cara y el frío recorría todo su cuerpo. Temblaba un poco, pero casi no lo sentía. Había otras que pensar que en enfermarse. En todo caso, Madam Pomfrey siempre podía hacer algo por un resfriado, ¿verdad?
Sinistra lo había llevado hasta la torre norte, diciéndole que debería estar atento a los movimientos de los astros. Y lo dejó allí. Pero no era eso lo que le había aturdido.
Cuando el frío tocó su piel, estremeciendo todo su organismo, la vista se le nubló y en su mente vio otra de las profecías de la taza de té: Una forma curva y puntiaguda con un mango, una cuchilla. Para segar. La guadaña. Aviso de muerte.
Simplemente, las profecías le estaban avisando, sí. Pero... ¿cuándo sucedería? ¿Cuándo?
– Tienes tres días para pensarlo, Harry...
¡La última pesadilla! Eso era. Y ya había pasado uno... Dos días. Una electricidad mágica recorrió su sangre y se sobresaltó un momento. Se separó de su apoyo (la pared de piedra) y un dolor agudo atacó su cicatriz. Apretó los puños, haciéndose daño. Se mordió el labio, tratando de contraatacar el dolor. Sin resistir más, cayó de rodillas al suelo. La mano derecha tocó la misteriosa cicatriz. Una sustancia líquida se adhirió a sus dedos. Lo observó. Una sustancia dorada brillante. Parecía oro derretido... Pero obviamente no lo era.
Se puso de pie. Se volteó hacia la puerta que comunicaba la cima de la torre con la parte interior del castillo. Allí, en la cerradura, había una llave dorada, que relumbraba tanto como aquella sustancia. Y comprendió.
Allí, entre sus cabellos azabache, estaba su opaca cicatriz con forma de rayo. Su color oscuro como el planeta Plutón. ¿Por qué no le había hecho caso a sus pensamientos aquella noche que se miró en el espejo y contempló su aspecto? Plutón significaba la obsesión, la mente inconsciente y la capacidad de transformar la propia vida. Oscuro, siniestro, Plutón se escondía detrás de los otros astros para que no fuera visto por el Sol, que siempre terminaba delatándolo. ¿Podría ser que Plutón representara a Lord Voldemort?
Observó el vaso de vidrio que estaba apoyado enfrente de él. Su contenido dorado. Se había encargado de no perder ni una gota cuando llegó a la torre de Gryffindor. Tampoco había juntado demasiado, ya que en cierto momento, la cicatriz dejó de "sangrar."
Lentamente, insertó la punta de sus dedos en el vaso, tomando contacto con la sustancia. Volvió a sentir esa electricidad en su cuerpo. Inconscientemente, llevó la punta de sus dedos manchados con la componente. Un ardor penetrante cuando tomó contacto con la cicatriz. Y miró su reflejo en el espejo. La cicatriz igual de oscura, pero los bordes estaban de un amarillento muy claro. Era sumamente extraña la apariencia de la marca... ¿qué sentido tenía?
Salió de la habitación de séptimo curso, y bajó velozmente la escalera de caracol. La sala común desierta, sin ningún habitante descansando en ella. La chimenea, que en el invierno había sido el centro de concentración de Harry, estaba apagada y las cenizas estaban esparcidas por su superficie. Imaginó las rojizas y amarillentas llamas sutiles. Agitó la cabeza. Estúpidos pensamientos.
Y allí en la entrada estaba Hermione, observándolo con el entrecejo fruncido. Se dirigió a él como un gato fastidiado por la presencia de un molesto ratón.
- ¡Harry!- Exclamó enfada como Harry nunca antes la había visto. Detrás de ella apareció Sirius Black con una expresión bastante similar a la de Mione.
- Hola Mione, Sirius. – Saludó, sonriendo inocentemente. Lo que enojó aún más a Mione.
- ¿Dónde...?
- ¿Me acompañas a enviar una lechuza, Herm?- Preguntó interrumpiendo la indiscutible pregunta de su amiga. Sirius alzó las cejas, algo curioso. Inmediatamente su cara distorsionó una sonrisa pícara. Mione asintió mirándolo con los ojos abiertos como los de un búho.
- ¿A quién le vas a mandar una lechuza, Harry? – preguntó Hermione cuando ya estaban los dos en la torre. Harry escribiendo en un pergamino con vivacidad y Hermione acariciando pensativamente a Hedwig.
- ¡Sorpresa! – Rió Harry con aire misterioso.
- ¡No se vale! – Se quejó Mione cruzando los brazos. Quiso quitarle el pergamino a Harry, pero éste rió esquivándola fácilmente. Se acercó a Hedwig y le entregó el pergamino amarillento. Harry sonrió de forma extraña mientras ambos miraban a la lechuza del color de la nieve.
- ¿Por qué no me cuentas nada, Harry?- Dijo Hermione con los ojos brillantes. Potter se apoyó en la pared, suspirando suavemente. Luego se dirigió hacia la puerta de la torre.
- ¿Volvemos a la sala común?- aconsejó distraídamente. Mione suspiró con frustración mientras se adelantaba a Harry. Entonces, sintió el aliento de Harry en su oído derecho. Un murmullo cálido...
- Gracias, Mione. Eres una chica divina. Sabes cuanto te quiero, ¿verdad? – Granger se giró sonriendo y se encontró con los ojos esmeralda de Potter. Las manos de Harry se apoyaron en su delicado rostro y sutilmente besó sus labios afectuosamente.
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Cuatro horas con treinta minutos y siete segundos. Cuatro horas con treinta minutos y seis segundos...
Siete y media de la tarde. El Sol cayendo apagadamente sobre el horizonte, formando el crepúsculo vespertino. Entre luces de diferentes colores, vivaces y preciosos. Formando lo que capaz sería su último atardecer.
El cielo oscureciendo a medida que el Sol se ocultaba en el horizonte. Oscureciendo los terrenos del castillo junto con sus brillantes ojos, que cada vez estaban más oscuros. Por culpa de la cuenta regresiva. Y ni hablar de la oscuridad de la cicatriz...
Cerró sus ojos detrás de los vidrios de sus anteojos con forma circular. Suspiró cansadamente mientras percibía los últimos rayos solares en su pálido rostro. Unos brazos rodearon su cuello de forma protectora. Se dejó llevar, apoyándose en la persona que estaba detrás de él. Una calidez recorriendo su piel de forma relajante y única. Abrió sus ojos verdes para encontrarse con el rostro al revés de Hermione. Sonrió débilmente mientras volvía a cerrar sus ojos.
- Harry... – susurró apaciblemente en su oído la muchacha de cabello castaño. Sintió el contacto de los tibios labios de ella sobre su mejilla. Luego acarició su cabello azabache...
¿Sabes, vida mía?
Que cuando cae sol y se apaga el día,
La luna brilla, pura y limpia.
Pues tú la iluminas con tu amor,
Con tu belleza y con tu olor.
Con tu cariño, tu alegría y con tu voz.
Capaz fuera la última vez que la sintiera tan cerca de él. Su voz tranquilizadora, sus ojos almendrados, su belleza natural, su aroma refrescante, puro y limpio. Haciéndolo sentir valioso, querido y... simplemente feliz. ¿Qué haría sin ella? Ella era en resumen su vida...
- Te quiero tanto, Mione...
- ¿Y yo, Harry? – Ella suspiró. – Me duele tanto verte así... Eres todo para mí... Eres mi mundo, y lo sabes, Harry.
- ¿Qué harías en el caso de que...? – dejó que el silencio dominara unos instantes.
Pero si tú no estás, si tú te vas,
la luna mengua y desaparece
Y las estrellas la encontrarán.
Y descubrirán que mis lágrimas
mecen en algún lugar,
Sin más amparo que mi propia soledad.
- Me muero contigo, Harry. No soportaría la soledad. – Unas lágrimas cayendo lentamente por su cara. A Harry se le oprimió el corazón y dejó de apoyarse en Mione para mirarla fijamente. Quitó sus lágrimas, acariciando su rostro. Luego, la besó indomablemente.
Y ahora morirme no sería más desgracia,
Que perderte para siempre.
¡Ay, mi vida, no te vayas!
Porque yo sé que esto es amor del verdadero.
Sin dudarlo ni un momento, te confieso que te quiero.
Sin dudarlo ni un momento...
- No lo dudo ni un minuto. No, no... Por favor, no. – Susurró Mione abrazándolo fuertemente.
- Mione... Tranquila...
- Prométemelo, Harry... Que no me dejarás, por favor...
- Mione... Deja de llorar, por favor.
Llora mi guitarra.
Cuando tú no estás
Se me parte el alma.
Me haces jugar malas pasadas.
Levantas mi ánimo cuando me hace falta.
Sabes hacerme reír a carcajadas.
- ¡Prométemelo!
- Mione, no puedo... No dudaré ni un segundo en entregar mi vida por ti, si es para que continúes con vida. ¿Entiendes? Simplemente, deberías continuar... Pero no dejaré nunca de estar a tu lado, aunque no sea físicamente... – Hermione se aferró a él con más fuerza.
- No. – Suspiró, tratando de relajarse. – A donde vayas, yo te sigo. – Sonrió.
Puede que mañana,
veas en mi rostro la luz del alba
O puede que ya no sientas nada.
Pero te aseguro que si hay algo de lo que no dudo,
Es que mi amor no encuentra fronteras en este mundo.
- Te lo agradezco, Mione.
- ¿Qué me agradeces?
- Te agradezco por hacerme ver lo que es querer, - acarició suavemente su cabello castaño. - Dejarme ser quién quiero ser y darle sentido a esta vida. – Besó su frente.
- Y yo te agradezco dejarme ver la vida con tu amor, que llena de ilusión y de esperanza cada día.
Y ahora morirme no sería más desgracia,
Que perderte para siempre.
¡Ay, mi vida, no te vayas!
Porque yo sé que esto es amor del verdadero.
Sin dudarlo ni un momento, te confieso que te quiero.
- ¿Cuánto tiempo vamos a esperar para poder ser libres? – Preguntó Hermione mirando lo poco que quedaba del Sol en el horizonte.
- Primero hay que vencer esas tormentas que nos quieran abatir. – Contestó Harry poniéndose de pie sin quitar sus ojos del horizonte. – Y luego, seremos libres para siempre. – Sonrió débilmente. – Si logramos vivir para contarlo...
- No, no, no, no, no, no.
No hay que perder la esperanza. Lucharemos hasta el final. ¿Verdad que sí?- Dijo Hermione con aire suplicante.
- No dejaré de luchar hasta el último momento, sí es para un futuro mejor. – Se besaron nuevamente, esta vez con más intensidad y un tiempo más extenso.
- ¡Te quiero tanto!
Y Ahora morirme no sería más desgracia,
Que perderte para siempre.
¡Ay, mi vida, no te vayas!
Porque yo sé que esto es amor del verdadero.
Sin dudarlo ni un momento, te confieso que te quiero.
(N/A: Canción: "¿Sabes?" De Alex Ubago. Aunque entre las frases de Herm y Harry hay algunos fragmentos de otras canciones de Alex... Es que mientras escribía escuchaba el CD y se me pasaron algunas canciones... Y bueno, me gustaron tanto esas frases que las copié en el diálogo! XD ¿No me quedó demasiado cursi, verdad? U.U)
Tres horas con veinte minutos y treinta segundos. Tres horas con veinte minutos y veintiún segundos.
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Una túnica negra, la usual como uniforme de Hogwarts. La varita, hecha de madera de acebo y con núcleo de pluma de fénix, estaba lista en el bolsillo de su túnica. ¿Se olvidaba de algo más? No que supiera. Suspiró agotadamente. Ese era el día al que había estado destinado desde hace más de dieciséis años. ¿Horario y fecha de ese momento? Sábado, 31 de mayo de 1997 a las 22:25 horas.
Una brisa relajó el tiempo y la necesidad. Pasó su mano por su cabello oscuro como el cielo en aquel momento. Esperaba que Hermione no perdiera la cordura al leer el pergamino que le había dejado. Sabía que no tardarían en darse cuenta de su ausencia. Y con los instintos de padrino que Sirius poseía... Colocó bien sus anteojos, mientras observaba con determinación el firmamento. Ahí estaba Marte, apunto de dar todo su resplandor. Saturno ya estaba brillando encima de él. Solamente faltaban una hora con treinta y cinco minutos para el suceso que marcaría el destino del mundo. El destino de las personas. Y su propio destino.
Sus pasos eran amortiguados por el húmedo suelo de los terrenos. Sentía el rocío de agua tocar su piel y dándole la frialdad que necesitaba. Esa frialdad que lo acompañaba desde hacía ya suficiente tiempo. Era hora de vengar todas las muertes en su conciencia y parar el desastre del mundo mágico, y también muggle. Agitó su cabeza con frustración. Solo esperaba que Hedwig ya hubiera entregado su carta al destinatario y que éste cumpliera con su parte del trato.
Aguantó unos minutos apoyado en la pared formada por piedras antiguas, de la época de los fundadores. De la época de Godric Gryffindor, del cual era descendiente natural. Capaz hacía miles de años, también Godric se hubiera apoyado en esa misma pared a esperar su encuentro con Salazar Slytherin, o en este caso, Lord Voldemort. ¿Por qué no?
Y a pesar de su retraso, llegó. Aunque tampoco había sido tan impuntual. Solamente unos poquitos minutos más de suave respiración. A partir de ahora, todo se volvería agitado y costoso.
- ¿Me extrañaste mucho, Harry?- Esa malévola y maniática voz en su mente nuevamente. Aunque solamente fuera por unos minutos.
- No sabes cuanto, Voldie. – Rió Harry en tono burlón. Sintió el odio y el enojo de su contrincante. Por algo estaban unidos por sangre, ¿verdad?
- Ya veo. ¿Empezamos con la acción?
- Si tú quieres... – contestó Harry en un murmullo. No necesitaba hablar fuerte para que Voldemort lo escuchara.
La escena cambió totalmente. Adiós, terrenos de Hogwarts. Bienvenido... lugar no especificado, pero absolutamente familiar para las hermosas y tranquilas pesadillas de Harry. El mejor lugar de combate: el río de sangre.
Pero algo había cambiado en el ambiente. El principal fenómeno del lugar se había extinguido. ¿Dónde estaban las abundantes corrientes de sangre? En su lugar, había finos y poquísimos hilos de sangre. Una sequía sanguínea. Rió interiormente.
Y también había una preciosa estatua en el medio del terreno. Una estatua con brillantes ojos rojos llenos de malicia y una nariz de serpiente única en su especie. ¿Se abrían extinguido todos los especimenes? Y también tenía una varita que estaba directamente apuntada hacia Harry. Pero él no parecía inmutarse. Indiferente ante la amenaza de su peor enemigo.
- ¿Cómo has estado, Tom? – preguntó Potter adoptando postura insignificante. - ¿Has matado muchas almas más? ¿Y cómo va tu plan para dominar Hogwarts? ¿Todo bien?
- Déjate de estupideces, Potter. – Contestó Riddle. Luego sonrió malévolamente. - ¿Sabes dónde estamos?
- En el paraíso de mis pesadillas. – Contestó Potter indiferentemente. El Lord Oscuro asintió afirmativamente.
- Pero para tu información, esto es parte del Valle Godric. ¿Sabes?
- ¿En serio?- Harry cambió su postura indiferente a sorprendida.
- Una de las puntas del Monte del Mal de Ojo. – Informó el asesino como si estuviera enseñando que dos más dos es cuatro.
- Ya veo. – Contestó pensativamente Potter mirando el río... seco.
- Y ese río está relacionado con todos los herederos de Godric Gryffindor. – Continuó Voldemort mientras señalaba lo mismo que Harry estaba mirando. Harry se volteó hacia Riddle confundido.
- ¿Con...? – No pudo terminar. La sorpresa era reflejada en sus ojos. - ¿Y qué función cumple? – preguntó interesado. Su enemigo sonrió con astucia mientras se acercaba lentamente.
- Eso lo sabrás muy pronto, Harry. – Sin que el muchacho pudiera impedirlo, Voldemort puso sus asquerosas manos sobre sus hombros. Un escalofrío recorrió su medula espinal.
- Todavía estás a tiempo, Harry. – Murmuró mientras acercaba su rostro deteriorado a su oído de forma sutil. – Estás a tiempo de pasarte de mi lado...
- Jamás. – Quiso alejarse de aquel hombre, pero éste lo agarraba fuertemente.
- Piensa, Harry. Sean y Severus no hubieran muerto si no te hubieras rehusado a mi poder. Dumbledore continuaría todavía con vida. Draco Malfoy – Hizo una pausa en la que agrandó su sonrisa – también. No hubiera sufrido en manos de los Dementores por tu culpa. ¿Y qué me dices de Peter, Harry? – Rió maniáticamente. Su sonrisa se volvió divertida mientras de forma dolorosa murmuraba: - Y Amanda tampoco hubiera muerto. – Harry comenzó a respirar de forma agitada. Se le cortaba la respiración. Pensamientos oscuros querían invadir su mente.
- Jamás. Antes muerto. – Murmuró con cansancio. Voldemort no se dio por vencido. Suavemente, lo abrazó de forma fría y calculada. Todo los escalofríos de Harry subieron al máximo. Entonces entendió que trataba de dominarlo con artes oscuras. Se concentró totalmente en el hechizo que le había enseñado Sirius hacía bastantes semanas.
Una sensación cálida comenzó a luchar en su interior contra los escalofríos. La primera parte de la predicción de la oscuridad estaba cumpliéndose.
En la tierra gobernada por la oscuridad, la luz sigue brillando a pesar de todo.
Pero lo débil que es, no alcanza para vencer al mal.
Aparecerá una gran esperanza. Que compartirá luz y oscuridad en su alma.
La luz será tan poderosa como la oscuridad en el Señor Tenebroso
Y la oscuridad irá creciendo según pase el tiempo.
Juntos, serán invencibles. Separados, combatirán entre sí en busca del destino.
En ese momento, la calidez le trajo muchísimos recuerdos de su vida. Las aventuras con sus amigos, Ron y Hermione, las conversaciones graciosas con los Merodeadores, besos y más recuerdos... El último atardecer al lado de Mione. Lo haría por ellos.
- Aléjate, maldito asesino. – Logró separarse del Señor Oscuro. Lo miró con odio que fue correspondido por su rival eterno.
- Ya veremos que harás cuando pierdas todo, Harry. – Murmuró Voldemort fríamente. – Ahí sabrás cuanto te has equivocado en tu elección. – Rió perturbadamente mientras agitaba su varita en el aire.
Dejaron el Monte del Mal de Ojo para volver a aparecerse en los terrenos de Hogwarts. La guerra sería global y si era global, faltaban cuatro integrantes a los que iban a buscar.
Hello a todossssss!!! ¿Cómo están? ^^
A pesar de no haber llegado a los 6 reviews pedidos, decidí subir el cap. 14 para que lo disfruten ^^ Les advierto que el cap. 15 está en producción (lleva 11 pags.!!! ^_^) Así que tendrán que esperar unas cuantas semanas en leerlo. (Soy media lenta para escribir (cuando tengo suficiente inspiración para hacerlo) y ando con poco tiempo libre, además de malísima conexión a Internet)
Bien, ya sé. Un montón de dudas y reclamos. Aquí creo que están todas las preguntas generales que pasan por este momento es vuestras lindas cabecitas ^^ Las respuestas a sus "reclamos":
1- ¿Acaso no nos dijiste, Parvati, que en este cap. iban a morir tres personajes?
Rta: Ehhh, sip. Pero yo no esperaba que las escenas de misterio se me hicieran tan largas y las partes cursis... T.T Y tampoco tenía planeadas las pesadillas...
2- ¡Las pesadillas! No entendí nada... (Iris, esta es tu sección xD)
Rta: JAJAJAJA. ¡A llorar a los caminos! (Para quienes no entiendan esta frase, significa que yo no se los pienso contestar por más que lloren) Miren el lado positivo. En TODO el fict no usaron una sola neurona, porque Harry contestaba todas vuestras preguntas mentalmente antes que ni siquiera llegaran a formularlas. Pero en este caso, Harry no menciona sus conclusiones. ¿Por qué? Porque yo soy Dark Parvati y quiero que usen, si es que las tienen, sus neuronas!!! Capaz ahora no las entiendan. Pero les aseguro que lo entenderán un poquito mejor en el siguiente Cáp. No les prometo que lo entiendan totalmente... Y si ya lo entendieron (Como Lil ^^) felicidades! Jajaja.
3- ¿Quién es Iris?
Rta: Iris es mi mejor amiga chilena con trece años. Mi beta, mi compinche, mi Longui, la que me da muchas locas ideas. ^^ No, sé que se refieren a Iris Potter. ¬¬ Mi beta lo sacó al instante, así que el que no lo sacó... Tiene menos de una neurona xD Si Iris lo entendió... *Parvati alza las manos en forma de agradecimiento* (jajaja!!!) Harry da prácticamente la respuesta. Hasta les mencioné los sonrojos que tiene en sus pensamientos!! (Ya me imagino que más de uno estará pensando que le mete los cuernos a Herm ¬¬ JAMÁS!!)
4- Yo te mandé un largo mail que no contestaste. ¿Qué sucedió? (Rosalinda!!! ^^) ¿Y por qué tardaste tanto en escribir TREINTA y SIETE páginas?
Rta: Colegio, Colegio, Colegio, Colegio. ¿Ya mencioné Colegio? ¬¬ Además, combinar mis responsabilidades escolares con mis responsabilidades en HA como profesora (no se imaginan el trabajo que da! ¬¬) y escribir... Y contestar mails... Y escribir... Y chatear... y deberes... ¬¬ No me dan las manos! Y cuando veo mails largos, me encanta leerlos! Pero me da flojera contestarlos... Porque mis mails son larguísimos! (Rosalina, eres mi testigo) porque me emociono y me pongo a hablar de cualquier tontería...
5- ¿Es posible que Saturno se interponga entre Marte y la Tierra? ¿Es verdad todos los significados que diste de la astrología y el horóscopo?
Rta: Ehh, creo que no... –_– Pero este es mi fict, así que yo puedo inventar. Y la astrología, es real ^^ No saben lo útil que me fue el diccionario del mago!!! *Parvati besa el bendito libro un montón de veces* Y el Encarta! ^^ Leo es encabezado por el Sol... Y se ocurrió los cruces entre estos astros... ¿No me quedó perfecto? ^_–
6- ¿Y la taza de té?
Rta: Sip, es real también. *Parvati vuelve a alabar al Diccionario del Mago* La cosa es que ustedes entiendan porque aparecen todos estos "cruces."
Y creo que el cuestionario de preguntas estúpidas se acabó.
¿Qué les pareció la partes de "songfict"? ^^ Me quedaron bien? ^^ O demasiado cursi? @.@
207 paginas totales ya lleva el fict! ^^ Para quien le interese: el lunes, 25 de marzo a las 03:09:00 p.m. cumplí un año como escritora de ficts ^^ Hace un año empecé a escribir la Orden del Fénix! T.T Como pasa el tiempo... *Snif*
Adelantos de la Parte 15:
- Tres muertes.
- Escenas de sangre y presión.
- ¡Depresiones! ^_^
- Respuestas a ciertas preguntillas ^^
Será la Parte más importante. ^^ En este cap. se sellará el destino del Heredero. (Demasiado obvio, verdad?) ^^
En cuanto a mis otros ficts: Los Hermanos... Ehhh. Ando media trabada (pero no tanto)... Lo que sucede es que... ehhh. Quiero terminar HPdestino para quedar "relativamente" libre...
Llunaa: Muchas gracias por tu review ^^ Fue en conclusión, el único del chapter 10 T.T Pero bueno, para sacarme un peso de encima, lo he publicado para que lo disfrutes plenamente ^^ Para el cap. 15 vas a tener que esperar un poquitin... ¡Te suplico paciencia! (Más de la que ya me vas tenido T.T)
Me alegro muchísimo que te guste el fict. Le pongo mucho esfuerzo cuando logro obtener el tiempo para escribir. Y me encanta que les guste ^^ Al fin y al cabo, uno se siente así cuando sus esfuerzos traen un fruto dulce ^^ Y para mí, no hay mejor premio que los lectores que consigo. ^^
Muchas gracias por tu review. Espero que pronto dejes otro con más opiniones sobre el fict (si es posible, las conclusiones que has llegado con las pesadillas y los movimientos de los planetas... ) Nos vemos pronto!
Bueno, como ya saben... Mi MSN: Parvati58@hotmail.com Dudas, preguntas, respuestas, flores, bombones (Humm, Sorry, pero es que tengo apetito!) Venenos (Avísenle a Nagini que ya estoy intoxicada @_@) etc... ¡REVIEWS! Se los suplico T.T Ya no pongo un mínimo porque simplemente no sirve T.T
Espero encontrarme entre los vivos próximamente. Para los que estén en estudios acuérdense de estudiar mucho! Parvati observa de reojo la pila de deberes para el Lunes... ¬¬* No quiero que después me echen la culpa @.@ Y Cuídense que la mortífaga Parvati está suelta!!! Los kero a todos!!! Thankssssssss!!!
Besosss!!!
~*~ Parvati ~*~
