Reseña:


Himura, cuando su hijo Kenji tenía tan solo tres años entregó a Yahiko la sakabato, legándole ahora el deber de defender a su familia y, al estar en un contexto de guerras y hambre, decidió vagar por Japón para ayudar a aquellos en necesidad como una forma de pagar por los pecados que aún no creía redimidos en absoluto; el peso de su cicatriz no se había ido del todo. Luego de aproximadamente cinco años el gobierno de Japón vuelve a requerir los servicios de Kenshin mas él se niega a pelear en el campo de batalla argumentando que había dejado de lado su espada y que una extraña enfermedad, que constaba de manchas rojas cubriendo gran parte de su cuerpo - recuérdese lo que Megumi dijo acerca de que el cuerpo de Kenshin no resistiría mucho tras sobreexponerlo en batallas de alto riesgo- lo imposibilitaba para ser útil de esa forma. Pero sí ofreció su ayuda humanitaria y moral para los enfermos y heridos de guerra. Es así que, ahora, después de cinco largos años de incomunicación con su familia ha vuelto a Japón desde el lejano país de China.


Disclaimer:


Rurouni Kenshin no me pertenece. El anime es propiedad original de Nobuhiro Watsuki y los derechos están reservados a las compañías de animación asociadas.





EL RETORNO

-Segundo capítulo-

Se había levantado con el alba llorando asustada por alguna pesadilla que rondaba su infantil mente en las últimas noches. Quizá soñó con demonios con grandes fauces y amenazadora mirada y ojalá fuera eso ya que tan fácil de ahuyentar esos demonios imaginarios sería o al menos más que los reales que estaba seguro circundaban su alma. Lo que más temía fuera que se haya despertado consternada por el miedo habitual de perder a su madre; una vez se lo había confesado llorando entre sus brazos como si todo fuera real, como si el tiempo se hubiese adelantado. La pequeña sufría, su niña estaba sufriendo y no lo podía permitir, ella no, se dijo, ella no. En ese momento no pudo hacer más que tratar de escapar, de irse por un tiempo, ¿cobarde forma de tratar de arreglar las cosas? Quizá, pero fue lo que creyó mejor. Su madre no le dijo que no, lo creyó conveniente también o al menos eso le pareció en aquel momento. Aquella mirada que se posaba sobre su hija sonriéndole como por última vez y reuniendo todas sus fuerzas solo pudo decir: regresen a salvo. El único que no estuvo de acuerdo fue Sanosuke. No puso impedimento alguno al ver que Kaoru lo miraba de aquella forma que podía convencer a cualquiera, con esos ojos tristes que sin palabras llamaban a acceder a cualquier tácita petición. Luego, salió de la habitación junto con ellos para despedirse de ella. Después de todo él era su padre y estaba seguro que ella lo extrañaría tanto como él a él a ella. Un abrazo largo, muchas caricias y besos fueron suficientes para que ella se fuera tranquila al "viaje" que haría con su hermano. Aún podía recordar el gesto de Sanosuke cuando después de enviarla a jugar unos momentos le dijera a solas,

Sabes que no estoy de acuerdo con esto, Kenji. No sé cómo es que tu madre accedió pero lo que sí sé con seguridad es que te está la confiando mitad de su corazón porque sabe que la cuidarás lo mejor que puedes. Aún no eres un hombre, Kenji, y espero que esto no te moleste que te lo diga, te falta mucho que aprender para llegar a serlo, pero quiero que sepas que aún así confío en ti. Anda con cuidado y no te preocupes por Kaoru, la cuidaremos entre todos.


Un abrazo más, este más fuerte y varonil, como solo él acostumbraba darlos, y partieron hacia Kyoto. Desde que llegaron a este lugar ella había estado renuente a hablar con él de esos sueños y esto era suficiente para causarle preocupación. Últimamente no había querido hablar con él; antes le decía todo aquello que sentía y quería, se aferraba a él con la confianza de un niño a la persona que quiere. Ahora no. Tenía sueños que la hacían sufrir y despertarse llorando cada noche mas no se los contaba. Miedo, sí, miedo de que se hagan realidad. Tan pequeña con ese tipo de problemas; le asustaba, no quería que sufriese lo que él. Por eso se la había llevado por un tiempo, por eso estaba aquí, sí, aunque no la mejor decisión para todos pero sí la correcta para ella. Necesitaba aire libre, necesitaba salir de aquella casa por un tiempo, eso era lo mejor. Era por su bien.

Onii-san ¿qué sucede? ¿En qué piensas?- preguntó una vocecita dulce e infantil. ¿Eh? ¡Oh! Disculpa nee-chan, ¿me decías? ¿Piensas en kaa-chan y en tou-chan? En parte, kirei, en parte. Pero más bien déjame terminar de cambiarte rápido y no te muevas mucho. ¿sí? ¿harías eso por onii-chan, kirei?

Ella sonrió abiertamente, sus ojos color azul marino resplandecieron de la alegría. Era el sobrenombre que tanto adoraba oír. Quizá la vanidad habitual de las mujeres se hacía presente en ella aunque aún de forma primigenia, después de todo era aún una niña o quizá el entusiasmo nacía del cariño que sentía por él. Era tan pequeña, tan solo cinco años. El solo verla lo hacía ponderar si su madre había sido así de niña. Seguro que sí. Pero era tan difícil imaginarse a su madre feliz, tan llena de vida como esta pequeña. Era algo irreal.

¡Hai, onii-san!

Kenji, a medio vestirla, levantó su cabeza y le sonrió levemente acariciando su rostro con delicadeza y cariño. No sabía lo que podía estar sucediendo en el exterior y realmente no le importaba en lo más mínimo, lo único que lo mantenía angustiado era esa sensación que se convertía en el aquelarre de miedo, preocupación, angustia y dolor que se localizó en su pecho desde el día de ayer; un presentimiento quizá. Terminó de ponerle el kimono ya gastado por el constante uso y la colocó en sus brazos con mucha ternura sonriéndole una vez más. La niña rodeó con sus ligeros bracitos el cuello del joven y le empezó a dar pequeños besos en su mejilla izquierda, como acostumbraba hacer siempre que se engreía y buscaba su atención. Kenji solo sonrió; siempre que demostraba sus afectos así no podía evitar sentir como si su corazón fuera apuñalado por el dolor que sentía al verla tan indefensa, totalmente ignorante de lo que sucedía a su alrededor, de la maldad y la tristeza que también eran parte de su pasado, uno que él se encargaría de no revelarle nunca; eso estaba en sus manos; toda su familia y especialmente él la cuidarían. No le faltaría nada. Aquél hombre jamás sería necesario en su vida, como hasta ahora todo iba bien.

Salieron de la habitación y se dirigieron al exterior de la cabaña. Ahí estaba Hiko Seijuro conversando con dos personas; una de ellas era una bella mujer de ojos azules oscuros, mas no tanto como los de su madre, vestida en un kimono celeste y blanco que acentuaba su tez blanca y sus ojos que resplandecían con la luz del día. El otro personaje era un hombre alto, mucho más alto que la mujer, que tenía porte solemne. Estaba muy erguido, miraba de frente al interlocutor y sus brazos estaban a sus flancos. Este tenía un ki excepcional, casi como el de ojii-sama, y la mujer también tenía un ki que aseguraba que no sería un contendor fácil de derrotar. Era fácil deducir que ambas personas eran guerreras, y era algo extraño ya que la mujer parecía totalmente inofensiva.

Las tres personas voltearon hacia la dirección donde estaban ellos al mismo instante. La faz de la mujer mostró sorpresa absoluta y aunque tapaba con una de sus manos sus labios en el resto de su rostro podía leerse muy bien que estaba absolutamente admirada de verlos. En cambio aquél hombre era muy difícil de estudiar, imposible sería más adecuado. La mujer cambió su gesto para sonreír y tomar el brazo de su acompañante y comentarle algo. De repente sintió que la pequeña se movía buscando soltarse para poder caminar. Él accedió y al instante que la puso en el piso se acercó corriendo hacia donde estaban esas personas. Seijuro solo se quedó mirando a la niña con una sonrisa plácida en el rostro, una que casi nadie le había visto mostrar antes lo que causó que aquel misterioso hombre se quedara observando la interacción de ambos. Llegó donde ellos y se paró al costado de Hiko y lo cuestionó con la mirada arqueando una de sus cejas. Al ver que Hiko no dijo nada ella se abrazó a su pierna y se escondió tras ella. Luego asomó su cabeza y dijo tímidamente,

Ohayo Hola, pequeña, ¿cuál es tu nombre?- preguntó la mujer sonriendo a la pequeña. Y acariciando su cabeza con cariño. Revoloteando sus cabellos y causando que la pequeña se riera de muy buena gana. Ellos son Aoshi Shinomori y Misao Makimachi oh, suminasen, Misao Shinomori ¿no es así? Así es- respondió la mujer sin darle mucha importancia a la equivocación- Entonces tú debes ser Kenji ¿no es así? Mira, cuánto has crecido. La última vez que te vi eras muy pequeño, del tamaño de esta niñita. Me es todavía imposible no sorprenderme por el parecido que entre tú y tu padre es... ¡¿Qué, tou-chan?! - una ligera carcajada siguió a esto- ¡No! ¡A tou-chan no!

Inmediatamente el gesto de tranquilidad en el rostro del joven cambió a uno sombrío, gesto que no pasó desapercibido por las visitas pero casi inmediatamente se serenó y se acercó hacia ellos. Una leve sonrisa se hizo lugar en su juvenil rostro y tras pararse al costado de Hiko Seijuro y hacer una reverencia a los Shinomori dijo,

Es un placer volver a verlos, señores, aunque la memoria me falla un poco puedo recordar que son amigos de la familia. ¿Por qué no te presentas a los señores, kirei? ¡Hai! Watashi wa Chizuru Himura. Encantada de conocerlos, señores. - dijo la niñita en una voz muy infantil para luego hacer una ligera reverencia a la que ambas personas respondieran con una también. Es decir- comenzó la mujer- Sí. Es mi hermana. Lo suponía. El parecido con tu madre es excepcional, Kenji. ¡Ojii-san! ¡Onii-san! ¿Ellos son amigos de mi kaa-chan? Sí, Chizuru- respondió Seijuro- ¡Sugoi! ¡¿Cómo conocieron a mi kaa-can?! ¡Díganme! ¡¿Conocen a mi tou-chan?! ¿No es en verdad muy fuerte?- Cuando la mujer iba a empezar a hablar su acompañante la tomó del brazo y dijo, Sería excelente si nos ofreciera un té, Seijuro-san, no creo que nos lleve poco tiempo lo que debemos conversar. Precisamente, Kenji Sí, Hiko-sama, inmediatamente iré por el agua. ¿Chizuru me acompañas? ¡Hai, nii-san!

Entonces se dirigieron hacia el río a traer el agua. Su sexto sentido no le había fallado. Sabía que algo fuera de lo común sucedería y pronto. ¿Qué podría significar la llegada de estas personas después de tanto tiempo? Era extraño. Su maestro nunca se caracterizó por ser un filántropo o un hombre que gustara del contacto con otras personas que no pertenecieran el estricto plano familiar, por llamar de algún modo la relación que guardaban Kaoru, Kenji Y Chizuru, especialmente desde que aquel hombre los abandonó. Mientras caminaban por el bosque y la niña recolectaba las flores de los arbustos de los alrededores miles de preguntas rondaban su cabeza. Siendo la más recurrente ¿Qué significará esto? Aquella sensación que lo molestaba desde el día de ayer seguía en su interior y crecía conforme pasaba el tiempo. No, estaba seguro que este era el comienzo de todo; ahora solo le quedaba esperar a ver si aquel todo sería perjudicial o no.


Notas de la autora:


¡Ahí lo tienen! ¡Lo escribí en mi cumpleaños así que me merezco muchos regalos! ¡¿Y saben cuáles son los regalos que más me gustan?! ¡¡¡Pues los reviews!!! Sean buenitos y regálenmelos. ¡Solo ustedes pueden hacerlo!

Ja ne! ¡Suerte en todo!

Shiomei