CAPITULO 2: 1° de Septiembre
Fare thee well, little broken heart
Downcast eyes, lifetime loneliness
Whatever walks in my heart will walk alone
Constant longing for the perfect soul
Unwashed scenery forever
gone
Primera clase de la mañana, Defensa contra las Artes Oscuras.
Sus compañeros de dormitorio eran un monton de flojos sin remedio, pensó Severus con enfado. Y él no estaba en Hogwarts por la tarea de tener que despertarles, no era criada de nadie para tomarse semejantes molestias. Sabía perfectamente que a ese tipo de gente, había que evitarlos. Sus padres no tolerarían que su hijo, fuese amigo de magos holgazanes que no lo llevasen a ninguna parte. Y él pensaba lo mismo.
Aunque, aquel chico Rosier, también compañero de dormitorio, era el único que se había levantado sin ayuda, un poco tarde, pero lo había hecho solo; y le había echado una mano en el Expresso de Hogwarts. Quizá, no estaría mal si tenía amistad con él.
Quizá.
La mochila le pesaba un poco, a causa de todos los libros que llevaba, pero prefería estar preparado para todas las clases y evitarse los viajes innecesarios a su Sala Común. En su mano apretaba el tintero, lo único que no había metido a la mochila, con riesgo a que el peso de los libros lo rompiera. Era con mucho su posesión mas valiosa, ya que su madre se lo había obsequiado por su ingreso a Hogwarts, y no pudo evitar el impulso de alzarlo para que le diera la luz de las antorchas que aún seguían encendidas.
Parecía un caleidoscopio lleno de jaspeados tonos verdes, la tinta un poco translucida brillaba, suavemente agitada por su dueño; el cristal había sido primorosamente trabajado, mostrando una superficie de rombos en bajorrelieve y coronado por un delicado tapon de cristal que embonaba perfectamente en la boca de la botella.
Severus había comprobado, que incluso puesto de revés, ni una gota de tinta salía del interior.
Era una verdadera obra de arte.
Todos sus sentidos estaban tan concentrados observando el frasquito, que no se dió cuenta del ruido de pasos rápidos que iban directo a él, ni de las murmuraciones lastimeras del dueño de tales sonidos.
- ¡Es tarde, re tarde, tardísimo!, me matan, me van a matar, ¡¿ay, por qué me tenía que dormir?!, si papá o mamá se enteraran.
¡PUM!
El golpazo le había llegado de frente y con fuerza, lanzandolo hacia atrás, mientras el tintero se le escurría de los dedos, y escapaba volando ante su horrorizada mirada. Cayó de sentón y el mundo parecía haber enmudecido, mientras veía al flamante frasquito hacer un arco perfecto, antes de estrellarse en el suelo.
No hubo más ruido que el del cristal, chocando y rompiendose contra las baldosas.
Ni siquiera notó, que detrás de él, alguien había hecho más ruido, que sus libros habían salido despedidos en todas direcciones y que intentaba levantarse después de dar con la cara al piso.
Algo frío le empezó a bajar por su rostro y al tocarlo, vio que sus dedos estaban manchados de oscura tinta verde. De SU tinta. En ese instante su cerebro logró salir del shock y procesar rapidamente todo lo que había pasado en segundos.
Furia.
La sintió correrle por todo el cuerpo. Atrás alguien se empezaba a levantar y se paró de un brinco, apretando su varita dispuesto a maldecir todo lo que sabía, al imbécil que había roto el regalo de su madre.
Ni su sorpresa, ni su desagrado pudieron ser más grandes, frente a él, estaba la misma Hufflepuff de pelo de arbusto; con el sombrerito torcido, los cabellos mas desordenados de lo normal, un monton de libros en sus manos y la mochila colgandole a medio brazo. Con semejante cuadro, se habría burlado, pero en esos momentos su rabia era mayor. Tan grande para no atinar a escoger una buena maldición, de la amplia gama que se le venía en avalancha a la cabeza.
La miró.
Ella lo miró a él.
Él frunció el ceño.
Y ella... se rió.
Sintió enrojecer de rabia. Eso era el colmo de todo lo que podía soportar. Pero antes de siquiera poder levantar la varita, alguien abrió una puerta y un pequeño Hufflepuff de cabello cenizo se asomó.
- ¡Fern, apurate, el profesor Flitwick está dentro! - gritó, sin percatarse de la presencia de Severus.
- ¡Ya voy, ya voy!
Como si hubieran sido palabras mágicas, la chiquilla pareció olvidarse de él y dió media vuelta echando a correr, hasta desaparecer por la puerta.
- ¡Es una...!
El regresar a la conciencia, trajo como resultado volver a sentir el dolor en todo su cuerpo, como si el Sauce Boxeador lo hubiese tomado como saco de golpear. El Lord Oscuro había vuelto más cruel que nunca y a pesar de cumplirse una semana, los resquicios de aquel Cruciatus que les había aplicado seguían sintiéndose.
A veces se preguntaba cuanto duraría este juego. Era inquietante que aún siguiera vivo, porque cada vez tenía mas claro que Voldemort sabía de su traición, no se lo había dicho, y no hacía falta; ya no lo trataba con la confianza de antaño. ¿Qué había designado para él?, se preguntó. ¿Acaso un destino peor que la muerte que se merecía?. Ni idea. Y no quedaba mas que seguir adelante.
Un bostezo y una estiradita, entonces recordó de golpe que hoy era primero de Septiembre y que 'ellos' llegarían hasta el anochecer, y con ellos todos los demás alumnos, para iniciar el nuevo ciclo escolar. Iba a ser un año difícil para todos.
Recordar tal cosa le sacó un suspiro largo y fatigado, no sabía si maldecir a Dumbledore o agradecerle su intento de ayuda. Sabía bien por qué le había dado a esos niños. Y pensó que de todas sus ideas esa era la más loca y ridícula. Y perturbadora.
Su dichosa forma de preocuparse por él, ahora le había removido todos esos recuerdos de una forma que sólo podía calificarse de brutal. Él, que los había enterrado profundamente, para asegurarse noches menos amargas.
¿Pero no todas sus noches lo habían sido desde entonces?
Sí, era cierto, pero recordar lo menos posible le garantizaba ganas de despertarse y empezar a moverse para alejar los recuerdos. Sin embargo, ahora... todos ellos estaban a flor de piel, gracias a un par de chiquillos que nunca había visto.
Y de paso, había soñado con "eso".
Y encima, cierta vocecita instalada cómodamente en su cabeza, como una Trewlaney particular, le auguraba un año movido que le iba a poner el mundo de cabeza hasta cotas inimaginadas.
- Diablos – masculló, empezaban a darle mas migrañas. Si llegaba al sexto curso, entero, por Merlín que sería un milagro.
"Tenemos miedo. Más del que nos atrevemos ha aceptar. Él ha vuelto, otra vez. Justo cuando todos los de mi generación creíamos que jamás lo iba hacer. Que era tan sólo un nombre para temer y nombrar al mal que alguna vez había tocado a los nuestros. Y lo único que nos quedaba, era rendir tributo a aquel que nos había salvado de su oscuridad. "
Y ahora...
Nos damos cuenta que no era verdad. Que vivimos bajo una ilusión.
Que una guerra se cierne sobre nuestras cabezas, sin que nadie haga nada.
El Ministerio está revolucionado. Muchos magos se lo han tomado en serio, o al menos es lo que dice papá. A veces lo veo llegar cansado, enojado, mandándonos a los menores a dormir. ¡Qué frustración! Y sin embargo, los cuatro, lo hemos oído hablar con mamá y mis hermanos mayores hasta la madrugada.
Está preocupado y temeroso. Papá es un hombre muy amable y pacífico, estas cosas no son lo suyo. Sabe que muchos magos creen. Desgraciadamente, esos muchos, son magos pobres como nosotros. Sin puestos importantes, que obedecen a los de arriba. Y esos de arriba son los pocos que no creen en la vuelta de Voldemort (o fingen que no), son magos ricos, como el padre de Malfoy. ¡Estúpido Malfoy!, cuánto se ha de estar riendo el imbécil creído ese.
Odio esto, por culpa de ese ministro idiota mi mejor amigo está en peligro. Y tengo miedo por él. Sé que algún día se enfrentará a ese mago Tenebroso y temo no volverlo a ver.
¿Qué haremos?"
- ¡Ron!
La chica de cabello castaño sacudió al pelirrojo que estaba a su lado. Habían estado hablando bastante tiempo en paz, sin caer en sus discusiones y de repente lo había visto callar y quedar absorto en algún punto del largo Expreso de Hogwarts.
- ¿Eeeh...aaah? - parpadeó el muchacho algo confundido.
- ¿Estás bien, Ron?, te quedaste callado. - preguntó preocupada.
- No, nada, no pasa nada. - se excusó con torpeza.
Sin embargo Hermione frunció el entrecejo incrédula, a esas alturas Ron debería saber que no la podía engañar. Y al parecer el pelirrojo llegó a la misma conclusión, porque antes de que Hermione volviera a abrir la boca, le señaló hacia un lado.
- ¡Mira, ahí viene Harry! - y salió corriendo al encuentro de su amigo, que llegaba acompañado del señor Weasley. Hermione no pudo enojarse, también deseaba ver a Harry. Y salió tras Ron.
Apenas se le acercó, la chica Granger le echó los brazos alrededor del cuello
al "niño que vivió", provocándole un ligero rubor. Y el pelirrojo tuvo que
debatirse entre la alegría de ver a su mejor amigo y unos leves celos, sabiendo
que él no había recibido abrazo (aunque le aterrorizaran).
Y fue así como el
llamado "trío maravilla" se había vuelto a reunir al fin, después de un verano
tensamente tranquilo. Se saludaron, hablando de lo mucho que se habían echado de
menos. Del porque (por qué), esta vez no habían podido enviarle cartas por
lechuza.
La señora Weasley irrumpió en ese instante, aun con la mirada conmovida. Había estado viendo la escena, alejada, junto con los gemelos y Ginny. Sin más, se dedicó a darles fuertes abrazos y besos; llenándolos de mil recomendaciones, sonando más frecuentemente la de no meterse en líos. A Harry siempre le habían gustado esos desplantes maternales que ponían de nervios a Ron. Y Hermione no pudo menos que sonreír con ternura al ver a la señora Weasley plantarle dos besos al "hijo honorario" de los Weasley.
- Será mejor que suban al tren - ordenó el señor Weasley a sus hijos.
Más besos y recomendaciones.
La marabunta se formó con tantos chicos y baúles. Todos tratando de ordenar quién debía ir primero. Mientras subía los baúles al vagón, un joven se acercó al señor Weasley y le susurró unas cuantas palabras al oído. Para luego perderse entre la multitud.
- Molly querida, nos hablan.
- Voy Arthur, bien chicos, ya saben, cuiden mucho a Ginny, nada de líos y...
- ¡Lo que diga, general! - interrumpieron los gemelos cuadrándose ante ella. Tanto el trío Gryffindor como Ginny tuvieron que darse la vuelta para que la madre de Ron no los viera ahogarse de la risa.
- ¡Son imposibles!
- Querida...
- Oh, bueno, ¡espero verlos en navidad, chicos! - gritó alejándose con su
esposo hasta el último vagón.
- ¿En navidad?, ¿qué quiso decir con eso? - cuestionó Harry cuando se hubieron sentado en su compartimiento. Todo el clan Weasley había decidido quedarse más cerca de él.
- Eso, papá y mamá quieren que pasemos las navidades con ellos, contigo incluido. - contestó George con una sonrisa.
- ¡¿En serio?, me encantaría! - exclamó Harry bastante animado.
- Chicos - carraspeó Hermione - y cinco pares de ojos la voltearon a ver - no me gusta ser quien lo diga, pero no va ha ser muy posible.
- ¿A qué te refieres? - preguntó Ron listo a enzarzarse en otra de sus eternas discusiones con ella.
- Bueno, El-que-no-debe-ser-nombrado ha vuelto, por lo que (aquí miró a todos) ningún lugar fuera de Hogwarts sería seguro para Harry.
Ron se tensó ante esa posibilidad; era cierto, pero no estaba dispuesto a darse por vencido. Harry tenía derecho a pasar unas navidades con ellos. Si era posible, las mejores de toda su vida.
- Oh, vamos, ¿siempre tienes que arruinar la diversión?, además no le pasó nada en todo el verano con esos horribles muggles, así que dudo que le ocurra algo cuando esté con todos nosotros, Bill y Charlie estarán ahí también.
- ¡Es que no entiendes! Estamos hablando del mundo mágico y para navidad quién sabe qué tanto haya pasado o qué haya hecho ese mago horrendo.
Silencio en el vagón. Esa era una verdad irrefutable.
- Quizá tengas razón - quien hablaba ahora era George. En su rostro pecoso se dibujaba una tenue sonrisa, y sin embargo había seriedad en sus ojos. - Pero no podemos vivir pensando en lo que ese "que no debe ser nombrado" nos va hacer. La vida sin risa, no es vida Hermione. Que pase lo que deba de pasar, y que eso no sea pretexto para dejar de reír. - finalizó con un tono lleno de ánimo en la voz.
- Sabias palabras, hermanito - agregó Fred con gesto teatral - anda Hermione, no te preocupes, Harry y tú, porque obviamente estás invitada, estarán seguros. Instalaremos el sistema de seguridad "Weasley", en contra de "vetustos magos putrefactos"
Risas.
- Oye, Fred.
- ¿Sí, George?
- El tipo ya no es un cadáver viviente.
- ¡Ah!, corrección, contra "insufribles magos tenebrosos megalómanos", ¿queda ese?
La respuesta fue un estallido de carcajadas y ni siquiera Hermione pudo enojarse con ellos, demasiado ocupada en sostenerse el estómago. Había razón en las palabras de George.
- ¡Imagínenselo!, lleno de bombas fétidas y apestando a zorrillo - agregó Ron entre risas.
- ¡Pero si ya está podrido!, ¿a que sí Harry?
- Pues no olía a rositas, ¡se los aseguro!
- ¡Podríamos dispararle un inodoro! - grito entusiasmada Ginny. Más risas, imaginando a Voldemort coronado por un inodoro.
- ¡Woow! ¡esa es una buena idea, hermanita!, mira George, tenemos competencia - bromeó Fred
- Oooooh, nuestra pequeña Ginny ha aprendido tanto. ¡Sniif!!, ¡qué orgullo!
Mientras decía esto, George, imitando a su madre, estrujó a Ginny, fingiendo llorar de felicidad.
- ¡Ack!, ¡me estás asfixiando!
Para Harry fue un bálsamo maravilloso a la herida que significaba Cedric. Ver
a los Weasleys y a sus mejores amigos riendo no tenía precio.
Unos cuantos vagones atrás.
El joven rubio había llegado solo. Ni su padre ni su madre habían podido acompañarlo esta vez. Y estaba al tanto del por qué. Sólo esperaba que todo les saliera bien, mejor dicho, que ellos regresaran con bien. Había tenido un verano bastante movido. Y sintió más que nunca, la alegría de saber que pronto volvería a Hogwarts, cerca de aquel hombre que se había ganado su respeto y el único que le podía ayudar con todas las dudas que ahora le llenaban la cabeza.
Divisó a Crabbe entre la multitud, solo al igual que muchos Slytherins. Más allá, vio a Goyle y su padre, un hombre altísimo y corpulento, bastante malencarado. Y al parecer, le daba instrucciones a Gregory sobre el comportamiento propio del Slytherin que era. El mismo de todos los años. Su padre podía ser duro, pero nada en comparación con el de Goyle.
Sin embargo, eso era algo que no le importaba. Se reunieron y después de unas cuantas palabras, entraron en busca de su compartimiento acostumbrado. Ahí estaba, Draco empezaba a girar el pomo de la puerta, cuando una voz los interrumpió. Un Prefecto de Séptimo curso iba hacia ellos.
- Ese compartimiento no, señores.
- ¿Por qué no? - cuestionó Draco desdeñosamente, mirándolo de arriba a abajo.
- Está ocupado y por ordenes del Director Dumbledore nadie más puede entrar, ni importunar a sus ocupantes. - respondió, algo molesto por la insolencia de Draco - así que por favor, busquen otro. O me veré obligado a notificarlo al director y a su jefe de casa. - puntualizó con su mejor tono de amenaza.
De buena gana lo habría mandado al diablo, pero acabar frente al Director no valía la pena hacerlo. Al ver que no se iba a mover hasta que se fueran, dieron media vuelta, en busca de otro lugar, o al menos eso creyó el otro. No bien hubo desaparecido, Draco y los otros dos regresaron.
- Bien, bien, muy sospechoso, ¿no creen, muchachos?
Crabbe y Goyle asintieron, sonriendo malévolamente al ver las intenciones de Draco.
- Entonces veamos quiénes son sus ocupantes - dijo abriendo la puerta.
Apenas lo hizo, fue recibido por un golpe de calor directo a la cara. La temperatura dentro de ese compartimiento debía ser la del doble que hacía afuera. Pero después de la sorpresa inicial su mirada se posó en la pareja de jóvenes que estaban ahí. Debían ser un poco mayores que él, y al parecer no habían oído la puerta abrirse, ya que el chico se mantenía recostado tranquilamente sobre el regazo de la que debía ser su gemela, a juzgar por los mismos tonos de piel y el color de cabello.
Vestían el uniforme de Hogwarts: túnica oscura, aún sin escudo de casa, el corte de cuello en "V", dejando sobresalir el cuello blanco de la camisa y las corbatas todavía blancas. ¿Alumnos nuevos?. Eso era bastante extraño.
- ... Inglaterra, ¿qué distinta es, verdad?; ¿En qué casa crees que nos toque?; espero que estemos juntos, tengo algo de miedo y aun así, creo que es emocionante - la voz de la chica llegaba hasta ellos, en suaves susurros.
- Lo sé
- Colegio mixto, ¿te imaginas?, ¡chicas y chicos conviviendo juntos!... ¡es la vida!, - chilló encantada - y tú, no usarás tu Hatta*, sino ese sombrero de punta, me das risa - agregó entre sonrisas.
El muchacho lanzó un suspiro, que aparentaba fastidio.
- Aaaw, no me pongas esa cara. ¡Es que da risa!
- Hermana, seriamente, hay cosas mas importantes que recordarme lo gracioso, que según tú, me veo con eso. Deberías preocuparte por mantenerte informada y por el adaptarnos lo mas rápido posible a la vida en Inglaterra, ya que no estamos precisamente de vacaciones. ¿Entendido? - dijo con voz mesurada, contrastando profundamente con la emotividad de su hermana.
- Ahí vas de nuevo - contestó ella con una sonrisa resignada - hermano, el que seas cinco minutos mayor que yo...
- Demuestra que son decisivos para definir nuestra madurez. - espetó seriamente
- Graaaacias, muy amable de vuestra parte, querido señor mío. Sólo trato de aligerar las cosas - se defendió - ya sé que estamos en una tierra extraña, sin embargo no me gusta que te tomes el mundo tan en serio. ¡Piensa en todo lo nuevo que vamos a conocer!
Su hermano estaba a punto de contestar algo, cuando un carraspeo los volvió a la realidad y se encontraron con un chico de cabello rubio platino y ojos grises que los miraba con porte arrogante.
El muchacho se incorporó rápidamente y dedicó a Draco una mirada escrutadora.
Su hermana, por otro lado decidió que no podían quedársele viendo. Era
oportunidad de conocer a un inglés legítimo y no la iba a perder. Se alisó la
falda donde segundos antes había tenido apoyada la cabeza de su hermano y
levantándose con toda propiedad se encaminó hacia Draco. Su gemelo se había
quedado sentado, sin ninguna intención de moverse.
- AL Salaam Aleikum (la paz sea contigo) - saludó con cordial cortesía - Es "Hola" en árabe - explicó la chica, extendiéndole la mano - Un placer conocerte.
Draco tan solo miró a la joven despectivamente y se dirigió al muchacho que continuaba sentado, dejando a la chica con la mano extendida, ante el desconcierto de ésta, ¿Habría hecho algo mal?
- ¿Me pueden decir qué hacen en MI compartimiento? - espetó en su clásico tono, mientras Crabbe y Goyle se situaban detrás de él.
No bien habían salido esas palabras de sus labios, el muchacho se levantó de su lugar con toda calma, sin despegar sus ojos obscuros del rubio Slytherin. Continuaba serio, pero la mirada era fría e intimidante. Para Draco fue como un Dejavu y no le gustó nada.
Crabbe y Goyle, aún a su espalda, se habían tensado al mismo tiempo al ver a ese chico extranjero erguirse cuan alto era. Problemas, tenía buena estatura y aunque delgado, no era enclenque. Sí, esos tenían que ser problemas, pensaron.
- ¿Qué... has dicho? - interrogó el muchacho acercándose a Draco.
Había en su andar la seguridad propia de un Emir. Y su voz distinta a la de hacía un momento, destilaba aquel acento orgulloso y altivo, propio de su gente.
- Creo, que he sido bastante claro - repuso Malfoy alzando la cabeza, sonriendo con aire de superioridad.
- Mmmh... ya veo - dijo examinando al Slytherin - buenas ropas, según veo, provienes de buena familia
Draco sonrió arrogante, disfrutando el reconocimiento de ese extranjero.
- Lástima que sea lo único que tenga clase en ti - espetó con altivez.
- ¿Qué dijiste? - susurró el Slytherin
- Eso, mis elfos domésticos sin duda tienen más categoría - puntualizó el moreno con toda calma - sabes...
- ¡Escucha, estúpido, nadie me...!
- Pésimos modales, ¿que no sabes cerrar la boca? - continuó con voz fría y Draco calló de golpe. Por un instante creyó haber oído a su padre, con el mismo tono y los mismos ademanes; provocando en él ese incomodo sentimiento de inferioridad que sólo Lucius Malfoy era capaz de causarle.
- Si tu interlocutor habla, tú callas. Es obvia tu falta de clase.
- ¡Eso no es verdad, tengo más clase que tú, idiota! - escupió sin pensar, eso había sido más de lo que podía soportar. En su vida, nadie aparte de su padre lo había hecho sentirse así, y no lo iba a perdonar.
Sin embargo, con un movimiento rápido Crabbe y Goyle lo pescaron de cada hombro, tratando de evitar un mal mayor.
- Encima de todo, incapaz de mantener la compostura. Penoso - prosiguió con la misma calma, las manos detrás como si fuera un profesor, censurando a un alumno. - Obviamente, vuestros padres no te han enseñado modales. Tu deplorable actitud hacia mi hermana me lo demostró hace un instante. ¿Qué pasa?, ¿eres tan vulgar como para no saber tratar a una dama?.
Draco tan solo entrecerró los ojos, fulminándolo con la mirada.
- Eres un espectáculo lastimoso. Creí que tendrías más sangre fría. Así que... ¿podrías hacer el favor de sacar tu enervante y vulgar (acentuando la ultima palabra) presencia de aquí? - dijo, indicándole la puerta con un suave ademán.
Sin embargo, ninguno de los tres se movió.
- Si esperabas que contestara tu pregunta, siento decir, que lo que haga o deje de hacer, no te...
- ¡Basta!
Una delicada mano morena se había interpuesto como una barrera repentina entre Malfoy y el muchacho.
- Hermano, sinceramente, no creo que lo que me hizo él amerite que lo humilles de esa manera - objetó la muchacha con suave firmeza - No es ni la primera, ni la última vez que me tratan así, y a veces peor. Te agradezco que me cuides, pero creo que has ido muy lejos. - continuó, mirando a su hermano, cuyo rostro tranquilo se había vuelto imposiblemente más serio.
Se volteó hacia Draco visiblemente apenada.
- Lamento lo que ha pasado, siento no haber intervenido antes pero no pensé que esto... yo, discúlpelo... - dijo inclinándose.
- Hermana, no consiento que ...
- Discúlpeme a mí - interrumpió Draco repentinamente - Ha sido mi falla, y le ruego perdone mi pésima actitud hacia usted; su hermano tiene razón al reclamármelo - se excusó con impecable cortesía, aun con las mejillas rojas. Ahora fue el turno de Draco de inclinarse caballerosamente ante la desconcertada joven.
Crabbe y Goyle, sintieron que el alma les volvía al cuerpo. Sus instintos, mejores que sus cerebros, les habían dicho, que ese delgado moreno, podía ser más temible de lo que había aparentado.
La chica sonrió algo más aliviada y le extendió la mano, tratando de romper la tensa atmósfera que se había formado.
- Está bien, peores me han tocado - argumentó animada en un intento de hacer que Draco se sintiera mejor - un gusto conocerte, me llamo Jazeera Kotipelto y este es mi hermano...
- Sahir Kotipelto, un disgusto conocerlo, señor.
- Malfoy, Draco Malfoy - contestó con la misma frialdad.
Ninguno de los dos hizo ademán de querer estrecharle la mano al otro. Y la chica, juiciosamente se abstuvo de intentar algo.
- Y ustedes, ¿cómo se llaman?
Jazeera había mirado a los dos corpulentos muchachos que se hallaban tras Malfoy, y una sonrisita divertida bailaba en sus labios al verlos mirarla, mirarse y empezar a balbucear. Draco tan solo se llevó la mano a la cara, pensando en que se había levantado del lado equivocado.
Ni Crabbe, ni Goyle atinaban a reaccionar lógicamente. Ninguna, absolutamente ninguna chica se había molestado en dirigirles la palabra en toda su vida y ni se diga mirarlos de esa forma tan cordial. Normalmente, las chicas de su casa, les miraban con recelo. Y ni que decir de las de otras casas.
- ¿Pueden intentar portarse como gente civilizada por una vez en su vida?, la señorita los ha saludado - reprendió Draco al ver que no parecían muy dispuestos a contestar.
Crabbe, carraspeando repetidas veces, fue quien se aventuró a contestar.
- Bu..buenos días - logró articular, intentando con esfuerzo ser lo más correcto y educado. - Me llamo .... Vincent y... y me apellido Crabbe - dijo llevándose una mano a la cabeza, bastante apenado.
Draco lanzó un bufido exasperado.
Un gusto, Crabbe - y extendió su mano. Vincent creyó que se iba a desmayar. Pero la tomó con toda la delicadeza de la que era capaz, no quería enfadar a su hermano si la lastimaba.
Después miró a Goyle, que más que temeroso estaba aterrorizado. Tenía la cara blanca y el cuerpo tieso, como si creyera que ella fuera Voldemort o algo por el estilo.
- ¿Está bien?
- Yo... yo... yo creo... creo que sí – masculló, respirando y aspirando con fuerza.
- No te voy a comer, ¿sabes?
Goyle había sonreído levemente.
- No... no creo... esto... yo... mmmm... lo... lo sé.
- ¿Cómo te llamas?
- ¿Yo?
Decididamente, Draco estaba seguro de que ese tenía que ser el momento más humillante de su vida; y para rematar, sufriéndolo en frente del tipo que para ese momento le había quitado el puesto a Potter, como la persona mas detestable en el mundo.
Por Merlín que deseaba que el piso del vagón se abriera bajo sus pies, o que a Goyle lo partiera un rayo (lo segundo le gustaba más).
"Debo plantearme seriamente cambiar de amistades" – pensó para si mismo.
- Claro que sí, vamos, ¿tan mal me veo?. - insistió la chica bastante divertida.
- No... nada - dijo tragando saliva - Me... me llamo Gregory... Goyle.
- Pues mucho gusto Gregory - y de nuevo le ofreció la mano.
Craso error, Gregory estaba en medio de lo que parecía un colapso nervioso y sujetó la mano de la árabe con tal fuerza, que al agitarla, hizo que todo su cuerpo temblara como si fuera victima de una descarga eléctrica.
- ¡Aaaaayy! @_@
"Mier-da" – pensó Draco
- ¡Perdón, perdón, perdón!, ¡no... no era mi intención, lo siento! – gimió Goyle parando al instante.
- ¡Au!, entendido - Jazeera sintió que estaba por regresar todas sus ranas de chocolate. - eeeh, ¿podrías devolverme mi mano?, creo que todavía sirve. – pidió con una mueca algo dolorida al ver su mano estrujada entre aquellas dos manazas
- ¡Lo siento! - gimió avergonzado, soltándola.
En tanto, Crabbe alternaba miradas entre su compañero y Sahir, cuyas manos había creido ver crisparse.
"Oh- oh, era taaan joven", pensó volviendo la vista a Gregory.
- Está bien, no hay problema, vaya que eres fuerte - dijo tallándose la mano. Después de eso, Draco consideró que era mejor poner pies en polvorosa, antes de que al desagradable hermano de Jazeera pudiera decir algo más.
- Bien, vámonos, el tren pronto se pondrá en marcha. Si nos disculpan. – se despidió y literalmente se esfumaron.
Dos compartimentos más adelante, encontraron uno vacío y se encerraron ahí
por el resto del viaje, cada uno con sus pensamientos.
Habían tenido un desayuno incómodamente tranquilo, pero Dumbledore no se podía quejar, absolutamente ningún comentario hostil sobre el hombre lobo se le había escapado de los labios. Bueno, siendo sinceros, no había abierto la boca nada más que para comer, a pesar de los múltiples intentos del profesorado por hacerles entablar conversación. ¡Por Merlín, que manía de querer arreglarlo todo!, pensó con molestia.
Y si con la vuelta de Lupin no hubiese bastado, a Dumbledore se le había ocurrido coronar el pastel de su vida en Hogwarts con una cerecita. Y vaya cereza, se dijo a sí mismo. Su Trewlaney particular había resultado mas acertada que la verdadera. El sexto curso, si llegaba, lo iba a iniciar con una migraña galopante. Así que debía aprovechar sus últimas horas de apacible tranquilidad por los silenciosos y amplios pasillos del castillo, antes de recibir a toda aquella horda de estudiantes, con Potter y compañía incluida (¡horror!), que le robarían la tranquilidad por el resto del año.
Oyó resonar pasos detrás de su espalda, mezclándose con el sutil fru frú de su túnica, pero no se molestó en voltear. Si era Lupin, enviado por los demás a hacerle plática, pues que lo olvidara.
- ¡Severus!
La voz del director hizo eco por todo el pasillo, deteniendo al instante el paso firme y veloz de su profesor de Pociones, que lo vio llegar a su lado, con la mano en el pecho. Maravilloso, tenía mas de cien años y el haciéndole correr.
- ¿Profesor? – preguntó, algo preocupado.
- Vaya muchacho, me has hecho dar una gran carrera, ya no estoy para estos trotes. – se quejó el anciano con una sonrisa, ampliada al ver a Snape desviar la vista y carraspear fuertemente.
- Lo lamento profesor, iba distraído y no me di cuenta.
- Oh, esta bien, no tiene importancia, me hacía falta algo de ejercicio – contestó, agitando la mano. – creo que a nuestros alumnos tampoco les vendría mal, el ejercicio muggle es muy efectivo. – agregó entusiasmado.
- ¿Quería decirme algo profesor? – preguntó rápidamente, antes de dar pie a alguna otra locura que pusiera en peligro su vida.
- ¡Ah, claro!, solo darte esto – dijo señalando con la vista, la mano en el pecho.
Acto seguido, lo vio sacarse del cuello una cadenita plateada con un hermoso dije hecho de plata y jade.
- Toma, es tuyo. – le dijo el anciano, tomando una de sus manos y depositando la cadenita en su palma.
El anciano tenía manos cálidas, pensó Snape, mientras Dumbledore sostenía su mano brevemente.
- Pontela – le pidió, mirándolo a los ojos y apartando sus manos.
Severus contempló la pequeña alhaja por un instante, luego miró al anciano.
- Profesor, no entiendo, ¿qué significa esto?
- Es algo tuyo, que olvidaste hace tiempo y que he cuidado hasta hoy.
Iba a replicar algo, pero se lo pensó mejor. No recordaba de nada el objeto que tenía en la mano. Pero no dudaba que quizá fuera suyo. Había varias cosas que su memoria había olvidado por unas razones que solo él y otros conocían. Cosas que volvían poco a poco, muchas de ellas desagradables y otras pocas, felices. Suponía que la cadena, pertenecía al grupo de recuerdos no recuperados.
Y entonces lo asaltó ese pensamiento, su vista saltó de la cadena que había estado mirando, a la cara risueña del Director, quien sólo asintió.
- Que te la pusieras en su memoria. Me lo pidió así. – dijo con suavidad.
Y él se quedó sin palabras. Esa cadenita era, había sido de... , pero, ¿por qué hasta ahora?, quiso preguntar.
- Mmmh, fue una cuestión mía, ahora tengo la esperanza de que no la rechazarás – respondió el anciano, ante la sorpresa de Severus, ¿tan evidente había sido? – así que pontela, por favor, fue su última voluntad y le juré cumplirla.
Había súplica en aquellos ojos celestes. No era para menos. Solo se había permitido tener unas cuantas cosas, pero ninguna cerca tan de él. Miró el objeto, haciéndolo brincar en su mano. Se lo debía, ella hubiera hecho lo mismo por él, incluso más. Tenía razón, era el momento adecuado.
La levantó ante sus ojos y la atrajo hacia su cabeza, deslizándosela hasta quedar sostenida alrededor de su cuello. La acomodó y al fin quedó, contrastando maravillosamente con su oscura túnica.
Plata y noche.
- Bien, he cumplido y ya puedo estar en paz – dijo feliz y satisfecho – bueno, Severus, me tengo que ir, tenemos muchos pendientes que atender, nos vemos en la noche – dijo despidiéndose.
Dumbledore ya se alejaba y empezaba a tararear alguna de esas melodías muggles que tanto le gustaban, cuando la voz del profesor de Pociones lo detuvo.
- ¿Sí?
- Gracias – susurró Snape y se dio la media vuelta, alejándose por el pasillo.
- ¿Por qué lo hiciste? - la pregunta sacó a Malfoy de sus pensamientos.
Volteó a ver a Vincent que lo miraba con su expresión de no entender nada, típica de él. Anochecía ya, lo que indicaba que pronto llegarían a Hogwarts. Durante todo el viaje habían evitado dirigirse la palabra, pero Crabbe, siendo el más parlanchín de los tres, consideraba que ya había sido demasiado tiempo.
Goyle en un rincón, permanecía inusualmente perdido en sus ideas (si es que las tenía)
- Hacer, qué - contestó Draco de mal humor para preguntas idiotas.
- Disculparte.
Draco bufó exasperado.
- Es obvio - calló breves segundos - se me olvidó que estoy hablando contigo. - murmuró sarcásticamente, ganándose una mirada dolida que el Slytherin ignoró - De haber seguido, se hubiese armado un escándalo y en segundos todo el tren estaría enterado. Lo que significa prefectos. Lo que significa, puntos menos para Slytherin, gracias a ese Director de pacotilla. No quiero ni imaginarme lo que sucedería cuando llegase a oídos del profesor Snape. Slytherin perdiendo puntos gracias a mí. No, gracias.
Y con eso dio por terminado su argumento. Jurándose mentalmente, que donde quiera que cayese ese tal Sahir, él se encargaría de hacerle ver su suerte.
Mientras en su rincón, Gregory tan solo tenía en su mente, la sonrisa de aquella simpática morenita.
- Es linda.... *sight*
De nuevo en Hogwarts
Era bueno volver a su querido colegio, pensó Harry, mientras veía al castillo convertido en una masa obscura llena de luces, recortarse contra el cielo nocturno de Escocia. Habían sido cuatro años increíbles y maravillosos.
De la noche a la mañana su vida había cambiado y no tenía que soportar a los Dursley más allá de dos meses al año, lo cual era sin duda una bendición. Había conocido un mundo nuevo y fabuloso, como jamás soñó. Gente que lo quería y se preocupaba por él, y más que nada, amigos. Un par de maravillosos y estupendos amigos que adoraba. No más soledad. Ni envidiar a los demás. Al fin tenía alguien a quién contarle sus pensamientos mas más íntimos, en quién confiar y con quién vivir aventuras maravillosas.
Desgraciadamente, no todo había sido tan bueno. Esa vida se había visto ensombrecida por la muerte de Cedric, a manos del asesino de sus padres. Y una nube sombría cruzó su rostro.
- Harry... - la chica de cabello castaño extendió su mano para tocar el hombro de su amigo.
Pero antes de que Hermione pudiese decir algo, los gemelos y Ron regresaron riéndose a mandíbula batiente.
- Encontramos carruajes y... ¡jajaja! - anunció George, agarrándose el estomago, sin que los demás entendieran.
- ¡Oh, gran Merlín! ¿Qué hice de bueno?, ¡no me lo merezco! - secundó Fred alzando las manos al cielo y estalló en carcajadas.
- ¿Pueden decirnos qué es eso tan gracioso? - preguntó Ginny muerta de curiosidad.
- Le han pateado el trasero a Malfoy, eso.... ¡buajajaja!!
- ¡QUIÉN - Harry y Ron saltaron a la vez, sin disimular la alegría, ni siquiera Hermione que hizo un esfuerzo por mantener su compostura.
- Allá... él fue... - logró articular George, llevándose una mano al vientre, tratando de controlarse, a la vez que señalaba a un moreno altísimo, rodeado de alumnos del primer curso, acompañado de una chica con facciones bastante parecidas.
- Mellizos - comentó Hermione, viéndolos ayudar a Hagrid a subir a los niños en los botes.
- Caray, mas gemelos, espero que no tengan su talento chicos, o Hogwarts no pasará de este año – bromeó Harry mirándolos.
- Nosotros esperamos que sí, hace falta un poco de reto. – contestó Fred, sofocado de tanto reir.
- ¿Y dices que él fue? - preguntó la menor de los Weasley, viendo al muchacho, alzar a una diminuta niña de trenzas tiesas y acomodarla suavemente en la lancha. Su rostro parecía demasiado serio para alguien tan joven como él.
- Ese mismo, Gin - confirmó George, más calmado - y tiene desde este momento todo mi respeto y admiración.
- Ese tipo debe acabar en nuestra casa. - secundó Fred - alguien que ha pateado un trasero Slytherin, tiene que.
- Creo que no es bueno...
- Ooh, Hermione, no me arruines este precioso instante de felicidad, ¿quieres? - se quejó Ron.
- Tiene pinta de ser una persona difícil - opinó Ginny, mirando de nuevo su rostro, sin la sonrisa que tenía su acompañante - ¿no creen que acabe en Slytherin?
- No des mala suerte. Crucemos los dedos, Fred.
- ¡Cruzados!
- ¿Pero cómo se han enterado?
- Bueno, Harry, nuestros contactos, ya sabes.
- Supongo que Jordan, ¿no?
- ¡Bingo!, estaba cerca, cuando vio a Draco meterse a un compartimiento privado, y, escuchó de "casualidad" lo que decían ahí dentro - respondió con una sonrisa pícara.
Harry y los demás rieron divertidos, Jordan era conocido por esa habilidad de estar por "casualidad" en momentos bastante interesantes.
- Fue una masacre. Malfoy estaba que reventaba cuando salió de ahí - rió George.
- ¿Y sabes qué hacen aquí, George?
- Casi nada - respondió algo desanimado - aunque papá me ha dado pistas.
- ¡¿Has espiado a papá y mamá?! - exclamó Ginny escandalizada poniendo los brazos en jarras a la Molly Weasley.
- Oooh, Ginny, no te pongas así, ha sido poquiiito - se defendió alzando las manos.
- Aunque no hay que ser un genio para saber que vienen a estudiar aquí, llevan las túnicas de Hogwarts - respondió Hermione con su habitual tono sabiondo.
- Así es, y por cierto, son árabes, y van para el sexto curso.
- Creo que no hay mucho de que preocuparse - argumentó Ron dirigiéndose a los
carruajes que habían encontrado - el profesor Dumbledore lo dirá esta noche.
Voldie Speaks: Well, lamento las tardanzas, pero me pongo de un histérico horrible cuando no me salen las cosas y por lo que veo, una de las escenas que tenía planeada, tendrá que salir en el siguiente capítulo. Mis dedos piensan por sí mismos ¬¬Uu. Espero que hayan disfrutado el capítulo, me he roto la cabeza en una escena @_@.
BTW, a las fans de Draco, suplico atentamente que "no me maten". Me encanta mi rubito, pero... cof!, exigencias del guión, ustedes saben xD...
Agradezco profundamente sus reviews. Gracias por apoyarme y creer en esta historia ^_^ ...
Hatta: Es el pañuelo tradicional árabe que llevan los hombres en la cabeza, afirmado con el Agal o cordón de fieltro de vistosos colores.
Sheyla Ryddle: Hola a mi primer Reviewer! ^^/ , Lord Voldemort te saluda... todavía no acabo de leerme tu fic, pero me estoy divirtiendo mucho ^_^... solo falta dejar el review ^^. Gracias por la bienvenida... Severus Snape 4EVER!!!.
Pollito: Nenaaa! *_*... wah! Te tengo que hacer creyente. Espero lograrlo con esta historia ^^ y que te siga gustando. Besitos ^x^
Raquel/Remus ^^ : Mi lobito!, qué puedo decir, yo me siento como Harry cuando logró el Patronus y bastante honrada de que sea mi Beta Reader. Es un gran halago saber que te ha gustado. Besos y gracias por tu apoyo. Y sobre Sev... ¡lo sabia, lo sabiaaa!!! (risa maniaca)
Schatten: ¡Hail! ... xD Bien querida Yakin, aquí Raquel san y yo, trabajaremos duramente para unirla a la todopoderosa religión de San Severus Snape xDDDDD, y ¡encantadas de volvernos culpables!, sobre la conversación, bueno es un recursillo para misterio. Duh! experimentaciones ^^u
Vero Jimenez: ^o^/... hola! caray toda una sorpresa leerte por estos lares, eres de mis escritoras favoritas ^^. Por cierto aquí esta el capitulo, espero no haber tardado tanto, ya tengo el tercero en cocimiento xP... haber si lo que sucedió aquí te de una idea de qué hacen los árabes en Inglaterra. Sobre el drama que atormenta a Severus... jo jo jo! ya verás, ya verás. ^_-
Nariko-chan: Hela!, estaba a punto de enviar esto cuando me llegó tu review ^^, me alegra saber que te ha gustado y espero que disfrutes este capítulo, tanto como yo haciéndolo. See you! ;-)
Lyraa: Weeeee!, Kohai ^.^, me halagas, me halagas, espero no ser tan torturante, pero lo dudo =P. Temo que soy aborreciblemente lenta xDDDD. Pero trataré darme mas prisa ^_- sin desmerecer la calidad. Muchos Besos y graciaas! Y ya sabes sshhhhts!, mwahahaha! =]
