Notas:

Pensaba hacer un capítulo largo, integrando este episodio y los dos siguientes. Pero dado que en realidad se centran en hechos distintos, me preció mejor hacer 3 capítulos, además de que hasta ahora el fic ha seguido el estilo de episodios no tan largos. Este capítulo en particular no es trascendental, al igual que el siguiente. Simplemente sirven para conocer un poco más la personalidad y la situación de los personajes, y podrían considerarse como un interludio a los capítulos 8 y 9; y recuerden que a veces es importante captar las pistas y fijarse en los detalles. Me parece importante hacer notar que por el momento los eventos narrados en el fic son más que nada pasados; ya llegará el tiempo de retomar el presente, donde también habrá mucha acción; pasarán bastantes cosas, pero tengan paciencia.

Por cierto, a todos los que estuvieron leyendo el fic en su primera publicación, hice algunas correcciones a los primeros 5 capítulos y los actualicé. También quiero recomendar a los lectores que lean los fics de CieloCriss; ¡Son bastante buenos!,

Ah, y no podía faltar… ¡Dejen review por favor! ¡Gracias!

Capítulo Sexto

Planes frustrados.

La noche avanza raudamente sobre la ciudad de Odaiba, al igual que el otoño roba apresuradamente los días al mes de octubre, y ahí, en un bar cualquiera de la ciudad, se develará como nunca antes un corazón arcano.

No puedo creer que a los 12 años fueras todavía tan inocente –dice Takeru con un tono de manifiesta incredulidad.

Pues ya ves; así de ingenuo era hasta que mis pervertidos amigos lograron corromperme –bromea Taichi­-; y no me refiero solamente a lo que Yamato acababa de enseñarme a hacer, sino que hablo más que nada de Koushiro, quien como bien sabes es el ser más pervertido sobre la faz de la tierra.

Para ser sincero a mí no me parece que Izzy sea tan excepcionalmente pervertido –espeta Takeru–; es decir, seguramente la mayoría de los seres humanos hemos tenido ideas similarmente perversas a sus ocurrencias, pero simplemente no nos atrevemos a expresarlas.

Pues... –Taichi parece reflexionar muy cuidadosamente– quizá es porque no lo conoces tan bien como yo; aunque también puede ser que tengas razón. Los jóvenes de hoy son, o más bien somos, un tanto depravados. Pero de cualquier forma siempre tendré la idea de que el perverso pelirrojo es el peor de todos, porque él fue quien me pervirtió a mí, cosa que no le reprocho, ya que antes de conocerlo no sabía prácticamente nada sobre sexo y cuando me hice su amigo pasé de la inepcia al entendimiento.

Taichi coge de pronto su tarro de cerveza y se lo bebe todo sin pausa alguna.

Pensé que habías suspendido el proceso de alcoholización mientras me contabas lo que hubo entre tú y mi hermano –reprocha TK.

Ah… sí, jaja –la risa de Tai es nerviosa–. En realidad el que ya tenía que pararle eras tú TK, pues estabas sobrepasándote.

Sin tomar en cuenta las palabras de Yagami, el blondo llena su tarro hasta la mitad con cerveza y lo bebe sin detenerse. Después respira muy hondo, como si hubiese carecido de aire por demasiado tiempo, y se limpia los restos de bebida que hay sobre sus labios con la manga de la camisa. Los ojos de Taichi expresan indignación.

Oye, no me mires así –pide Takeru– no quiero romper nuestro trato. Habíamos quedado en que tú beberías el doble que yo; por lo tanto, si te bebiste un tarro entero, era necesario que yo ingiriese la mitad.

Creo que habría sido mejor convenir que yo tomara el cuádruple que tú; de otra forma, tu estado será deplorable en muy poco tiempo.

No me subestimes. Además, si tú te rehusabas a contarme tus experiencias sólo porque yo estaba –o estoy– medio ebrio, deberías pensar en que yo tampoco querría que me confíes tus secretos sólo porque abusaste del alcohol; capaz y mañana te arrepientes de todo lo que vayas a decir.

Takeru ha puesto a pensar a Yagami con la aguda observación que acaba de hacer. Hay un momento de silencio. Ya queda poca gente en aquel antro y la música de fondo, extrañamente sosegada y melancólica, es claramente perceptible.

¿Sabes qué TK? –pregunta Taichi de manera inesperada, aunque es una cuestión para la que no espera respuesta, pues obviamente el joven Takaishi no puede leerle la mente–Ya no me importa si estás lúcido o no, y espero que mi claridad mental tampoco te preocupe. Las bebidas son deliciosas y.... bueno, tengo que aceptarlo, hacen más fácil el proceso. ¡A la chingada ya con todo! No me importa embriagarme. Es más, quiero embriagarme –y después de decir esto, Taichi se empina cuatro shots de tequila. Takeru lo mira estupefacto.

Es sólo para entrar en calor –aclara Tai, mientras indica al mesero que traiga más botellas.

Sobra decir que TK bebe justamente la mitad de lo que Taichi acaba de engullir, y que esto continuará durante toda la velada.

Oye, Tai

¿Qué? Habla; te estoy escuchando.

–¿Tendremos dinero suficiente para pagar?

Eh… pues… yo creo que sí; no te preocupes, traigo bastante. ¿En qué me quedé?¿Qué más te digo?

–Pues no sé; lo que quieras; cualquier momento significativo –Takeru trata de no parecer demasiado ansioso por saber, y decide que no sería prudente presionar a su amigo atiborrándolo de preguntas. Es mejor dejar que le platique al ritmo que quiera, cosa que al parecer funciona de maravilla, pues Taichi reanuda el relato de inmediato:

-o-

Yamato y yo habíamos quedado de visitar a Koushiro un día después de haber ido a bañarnos en la alberca de su tía vetusta y ricachona. Esta vez el objetivo era más ambicioso que examinar su colección de fotografías pornográficas: tendríamos acceso a información más completa, más sustancial, llena de vida: sus videos eróticos, una colección no menos amplia y variada.

Acababa de terminar la clase de geografía, que era la penúltima, y Yamato y yo sentíamos una grandísima tentación de faltar a historia, la última y más aburrida de todas las asignaturas. Sabíamos que Koushiro llegaba a su casa desde el mediodía, y el hecho de que ya estuviese ahí desde hacía rato, posiblemente esperándonos, nos daba valor y fortalecía nuestra osadía.

Tai, larguémonos de aquí –sugirió Yamato.

El Guardia sigue en la puerta; no podemos salir.

No seas pendejo; nos vamos a salir por el hoyo que tiene la reja, al lado del campo de fútbol.

–¿No recuerdas que el prefecto nos advirtió que ya había encontrado ese agujero? No creo que siga ahí.

Eso fue apenas hace 3 días; no creo que ese idiota haya hecho algo al respecto tan pronto. Ya verás como sigue rota la reja; de hecho ayer la vi y estaba igual.

Apresurémonos pues, que allá viene el maestro –advertí, y apunté con el dedo hacia la figura regordeta del profesor, que se distinguía a lo lejos en el fondo del pasillo y se aproximaba al salón de clases.

Corrimos en dirección contraria al el instructor, atravesamos la explanada y rodeamos dos edificios. No disminuimos la velocidad de nuestro paso sino hasta que, decepcionados, nos topamos con la reja por la que planeábamos salir.

–¡Puta madre!– gritó Matt– Los imbéciles la han reparado.

Deberíamos regresar al salón y entrar a la clase –propuse.

No seas culón; debe haber otra manera de salir.

No nos cuesta nada aguantar una hora más–insistí– ¿O qué, acaso piensas intentar saltar la reja y quedarte atascado en los alambres de púas? –mi tono sarcástico provocó que Yamato me fulminase con la mirada.

Vete al diablo –dijo.

Estuvimos deambulando por la escuela durante algunos minutos mientras se nos ocurría cómo escapar. Teníamos que tener mucho cuido para pasar desapercibidos por los prefectos.

Quizá no odiaría tanto la escuela si no me sintiera enjaulado –dijo Matt.

Si la puerta de entrada no estuviese vigilada, y la escuela no tuviera bardas que impidieran el paso de las personas, cualquier extraño podría entrar, y te aseguro que el índice de inasistencias por parte de los alumnos se incrementaría –respondí.

–¿Por qué tienes que contradecir todo lo que digo? –preguntó Yamato, un poco molesto.

No te estaba contradiciendo; sólo di mi punto de vista.

Nuestros puntos de vista solían ser similares –contestó el rubio.

No supe exactamente qué quiso decir o insinuar con esa última aclaración y no pregunté. No quería comenzar una discusión aunque pensaba que lo que había dicho no era cierto; era obvio que NO pensábamos igual, ni siquiera parecido; de hecho, las discusiones entre nosotros, más que nada a la hora de decidir, eran muy frecuentes.

En realidad, muy dentro de mí no deseaba faltar a la clase de historia, y no porque fuera un buen alumno, sino porque mi calificación pendía de un hilo, y aunque siempre fui una persona que toma riesgos, ni siquiera en aquel entonces era tan tonto como para no saber cuándo era demasiado imprudente tomar el riesgo de romper las reglas. La calificación de Yamato también peligraba, pero sobra decir que no le importaba.

Está haciendo un calor de la chingada –dije– en el salón al menos hay aire acondicionado.

Deja de decir idioteces ¿Sí? Ya es demasiado tarde para volver.

Y de pronto, sin esperarlo, oímos una voz extraña a nuestras espaldas,

–¿Qué hacen?

Nos hablaba otro joven, un alumno de un grado superior al nuestro, y que no tenía facha de ser un alumno responsable.

–Queremos salir, pero ya repararon la reja, y el pinche guardia tiene cerrada la entrada de enfrente con candado –respondió Matt.

¡Ja!; perdedores –sentenció el extraño.

–¿Acaso tú sí tienes idea de cómo salir, pedazo de mierda? –preguntó Yamato en un tono desafiante. Siempre reaccionaba de manera similar cuando alguien lo insultaba, y al parecer el hecho de que lo hubieran llamado perdedor lo había ofendido.

Mira pendejo –dijo el desconocido, y se aproximó a Yamato, caminando completamente erguido; era mucho más alto que nosotros dos– a mí no te me vas a poner fiera ¿entiendes?

Oye, no le hagas caso –dije– es un imbécil –y al decir esto miré a Yamato fijamente, con los ojos muy abiertos y las mandíbulas apretadas; al parecer entendió que debía contenerse –pero si sabes de alguna manera para salir, dinos por favor.

Que me pida perdón el pinche ojete ese –el chico se refería a Yamato– y tal vez les digo.

Los deseos de Matt por abandonar la escuela eran tan grandes que no le importó, y se disculpó con el desconocido. Inclusive su hipocresía llegó a tales extremos que entabló una breve pero muy amistosa plática con él. Al menos obtuvimos lo que queríamos –o más bien, lo que quería Yamato–: un camino de salida.

Siguiendo las indicaciones del compañero que había solapado nuestra huida, caminamos hasta llegar a la cafetería escolar y la rodeamos. Atrás del edificio había unos grandes depósitos de basura, hechos de metal. Eran fácilmente escalables, y de ahí podía alcanzarse el techo sin mayores complicaciones. Y lo hicimos; es decir, subimos al techo del comedor de la escuela, y justo como se nos había dicho, un gran árbol, plantado al otro lado de la barda, extendía sus brazos por encima de la azotea.

Excelente –murmuró Yamato– ¡nunca me había percatado de que estas ramas estaban aquí! ¡¿Cómo no me di cuenta?! Son perfectas para escapar.

Y lo eran; aunque los brazos del árbol no eran precisamente gruesos, resistían nuestro peso sin doblarse ni un poco. Bastó con que nos pasáramos de la azotea al árbol y que bajáramos por sus ramas hasta la banqueta.

No llevábamos ni medio minuto afuera de la escuela cuando sonó el timbre que indicaba que las clases habían terminado.

No sirvió de nada que faltáramos a la clase –dije.

Claro que sí; gracias a eso ahora sabemos por dónde podemos salir cada vez que queramos… y bueno, si tanto deseabas regresar al salón, ¿por qué le pediste al wey aquél que te dijera por dónde podíamos salir?

–Pues… parece que en el fondo nuestras ideas siguen siendo similares –contesté; y ante esta respuesta Yamato me sonrió, para luego echarse a correr a lo largo de la calle. En ese momento entendí que ciertamente no éramos tan distintos; es decir, nuestros alegatos y las diferencias en nuestra manera de proceder nunca tenían como causa el fin que pretendíamos lograr, sino al cómo. No sé por qué, pero me alegraba que con frecuencia persiguiéramos objetivos en común. En aquél entonces no estaba consciente de que en las relaciones interpersonales eso es algo no siempre beneficia la amistad; pero más adelante lo entendería.

Matt –dije mientras caminábamos– ¿Qué piensas hacer en tu cumpleaños? ¿Otro dizque concierto, como el año pasado?

–¿Eh? ¿De qué hablas?

Simplemente se me ocurrió preguntarte si vas a celebrar tu aniversario de alguna manera, puesto que ya se acerca la fecha…

Eres medio extraño Tai ¿sabías? ¡Ni siquiera yo me acuerdo de mi propia fecha de cumpleaños! Bueno, como sea; no creo que haga nada. El intento de concierto del año pasado fue una basura, y además no lo organicé yo; fueron los camaradas del grupo, pero no creo que vuelva a repetirse. Ya sabes que últimamente hemos estado teniendo problemas. Hace meses que no nos juntamos a ensayar.

Qué lástima.

–¿Por qué? Celebrar los cumpleaños es una idiotez. Aunque bueno, es cierto, es un pretexto ideal para hacer desmadre… quizá organice algo.

Continuamos andando en silencio, sin decir nada.

Te veo al rato en casa de Izzy ­–gritó Yamato de súbito, y se echó a correr.

–¡Hey! ¡Matt!, ¡Espera! –vociferé– ¿Qué no íbamos hacia allá en este preciso momento? –pero seguía corriendo, y yo tras él– ¿A dónde vas? ¿A qué hora llegarás con el pelirrojo?

–¡No sé! ¡Nos vemos al rato! –me detuve e Ishida desapareció al dar la vuelta en la esquina de la calle.

¿Qué tiene Matt en el cerebro? me cuestioné a mí mismo en voz baja. Seguidamente una ola de pensamientos invadió mi cabeza ¿A dónde fue, y porqué llevaba tanta prisa? ¡Se supone que no entramos a la clase de historia para ir con Koushiro! De verdad que no lo entiendo.

De pronto, sin darme cuenta, llegué a mi casa. ¡Qué flojera me daba ir a la vivienda de Izzy (de su tía)! Después de todo, quien quería irse saliendo de clases era Matt, y al parecer había cambiado de planes. Lo que no podía entender eran las razones de su extraño proceder. Mas así era siempre: Yamato jamás tenía una razón para actuar de la manera en que lo hacía; simplemente se conducía conforme le daba la gana en cada momento, y generalmente no le importaba si con ello frustraba los proyectos de las demás personas.

Notas finales: Espero no les haya parecido demasiado aburrido; el próximo capítulo, es decir el séptimo, será publicado MUY pronto, y tampoco tardará mucho en aparecer el octavo episodio, que será un poco más interesante, ¡lo prometo!. ¡Gracias por seguir leyendo!