Crónicas de la Noche: Vampiro Edad Oscura
prologo- El pasado oculto en la corriente del tiempo
"En su dia amé a un Toreador, apasionadamente. Le amé porque podía hablar conmigo, porque comprendía las compulsiones intrínsecas a la Visión.
De todas las cosas que se han marchitado y se han roto por estar cerca de mi malhadado ser, èl es la que más añoro..." (Clanbook Malkavian, 3 edición)
-Asi que este es tu piso... eh.. bueno, no esta mal del todo.
-¿No esta mal?- rio Dariel, sirviéndome una copa de sangre.- En esta sala estan algunas de las mejores obras del arte contemporáneo, ¿y dices que no esta mal?
-Lamento haber frustrado tu intento de impresionarme.- dije, divertida, ojeando el contenido de la copa, comprobando que aquella sangre no era suya.- Por cierto, deberias elegir mejor a los humanos que cazas si no quieres perder posicion.
El arqueo una ceja, fingiendo burlonamente que habia herido su orgullo, mientras buscaba otra copa en el minibar. Sonrei ampliamente, admirando los Picassos que adornaban la siniestra y elegante estancia.
-Vale, tus cuadros son muy bonitos. Dentro de lo que cabe tratan de ver las cosas desde otra perspectiva, y eso ya es un comienzo.
Mientras Dariel preparaba la "cena", podia sentir como sus ojos estudiaban sutilmente cada uno de mis movimientos, como el depredador acechante que era, enmascarado de tranquilidad.Yo tambien le observaba a el, sin perder de vista la katana que descansaba sobre la mesa y la agilidad felina producida por años de entrenamiento en artes marciales. Iba vestido con camisa, pantalones y botas negras, una larga cazadora del mismo color rozando los talones y un ankh –marca de la casa- al pecho; llevaba un pequeño aro plateado en su oreja izquierda, casi cubierto con su cabello azabache, el cual resaltaba su palida cara, de rasgos dulces y ojos penetrantes.
Que buen gusto, desde luego. Siempre es de agradecer que la Camarilla se moleste en mandarme gente con nivel.
Me sirvio otra copa de sangre y se sento despreocupadamente en el sofa, sosteniendo la suya con elegancia aun en su indiferencia, y observando pensativo la calle, de la que provenian sonidos de sirenas de policia.
-Pero después de todo- continue, pasando la uña por el borde de la copa de cristal- no dejas de ser un pajaro vistoso encerrado en la jaula dorada de su propio esteticismo. Si dejaras que te contara algunas cosas sobre la realidad y la percepción...
Desvio su mirada verde y me miro directamente a los ojos.
-Por eso te he traido aquí, Yaira. Llevo buscandote mucho tiempo por orden de la Camarilla, y me gustaria que me explicaras que ocurrio con Abel y por que motivo fuiste abrazada.En definitiva, me gustaria…- Dariel sorbio su copa, y sonrio sesgadamente, interrogándome con la mirada- que me ayudaras a descubrir que hay dentro de esa pequeña y jodida cabecita Malkavian.
Me apoye sobre la mesa y sorbi la copa, girando los ojos y aguantando una carcajada. Ah, pero que encantador. Que admirable intento de fuerza, partiendo de un alma tan delicada.
Mira sus gestos suaves, sus palabras calculadas, su aparente mesura mental. Siempre han sido tan metodicos, tan esteticos, estos Toreador. Parece que elaboran cada uno de sus actos como si fuera una obra de arte, y temen las mas leves imperfecciones que puedan surgir en el camino. Pero hacerles entender que la belleza de la perfeccion esta en la propia imperfección seria demasiado complejo, porque no estaba en su sangre, al menos no en la sangre de la Camarilla. Culpa de tia Arikel, supongo, asi que mejor dejar esas discusones esteticas para Nosferatus y Tzmisces.
Sin embargo, si habia dejado que me llevase a su refugio, era por algo. No habia huido rapidamente al escuchar mis percepciones, habia quitado importancia a las leyendas que corrian sobre mi, la terrible y maligna y malvada -¿uhm?- ex –Arzobispa del Sabbat en el Norte de España y Malaga, considerandome una loca peligrosa -con razon, no lo niego- y se habia tomado la molestia de tomar en serio a una adolescente harapienta con visiones surrealistas y cinismo desmesurado. Hacia ya mucho tiempo que no podia hablar tranquilamente con otro cainita que no fuera mi querido hermano de clan Eric Von Malkav De Todos Los Pookas, Malk Conforme para los desconocidos –sabe dios que estara elucubrando ese hombre ahora-, y menos con alguien del clan de los que mas se vanaglorian en su lucha eterna por encontrar la Verdad- ¿podria decirme algo que no supiera ya?- y yendo mas alla de su nada desdeñable apariencia, me habia dado cuenta de que habia algo en el... y no solo su humanidad a nivel de Golconda.
Si, el cazador cazado era un diamante que valia mil veces mas que cualquiera de los cainitas hipocritas y corruptos que habia encontrado hasta el momento. Me gustan quienes piensan por si mismos, odian los planes y valoran a los demas por lo que son, algo tan sencillo y tan raro de encontrar... y mi encantador Farsante, mi hermoso Arconte Dariel parecia reunir esas cualidades, lo suficiente como para tener por fin una charla autentica, después de tantos años.
Me sente encima de la mesa.
-Esta bien, te dire lo que quieres oir. – sorbi la copa, entornando los ojos- Supongo que dejare algo en el tintero, ya que tengo una amnesia transitoria, cuando la recuerdo... –sonrei- pero hay cosas que ni la peor de las locuras puede hacer olvidar.
Se incorporo en el sofa, escuchándome atentamente. Apoye la cabeza en la pared, y observe el techo, mientras el sonido de las sirenas comenzaba a alejarse y mi mente volvia a recrear aquella historia, y aquellos dolorosos sentimientos, vividos cinco siglos atrás...
Poco a poco comenzo a dibujarse la catedral de Notre Dame, en Paris, Francia. Y la noche, una noche oscura, sin luna, envolviéndolo todo con los tentáculos de sus humedas brumas. Las gárgolas petreas, me vigilaban desde la frialdad de sus rostros helados. Yo temblaba de frio, miedo y dolor en el helado pavimento marmóreo de la solitaria catedral, resguardándome en los jirones quemados de novicia condenada. Entonces, una sonrisa calida y dulce. Una cara hermosa, bella mas alla de toda medida, iluminada en una aureola de cabello dorado. Una voz amable y protectora. Un angel, un enviado del Señor que venia a rescatarme de mi desesperacion y mi miedo. Deje de temblar, y perdi toda conciencia, abandonandome a el. Unos colmillos perforando mi cuello, dolor, y luego adormecimiento. Silencio. Oscuridad. Una suave luz abriendose paso entre las sombras, que me invitaba a seguirla. Entonces note como el fuego abrasaba mi cuerpo, y el dolor inicial dio lugar al extasis supremo, aunque de fondo escuche un lamento ahogado mientras la luz que me llamaba se oscurecia para siempre. Me incorpore, sintiendo un nuevo poder corriendo por todas mis venas. Vi lejos, vi cosas que nunca habia percibido antes y que jamas podria explicar. Y el estaba alli, junto a mi, sonriendo. Deje de temblar. Ya no sentia el frio.
