Capítulo 8

                        Buscando la Verdad

La madrugada aparecio nublada y oscura en las usualmente alegres calles de Marsella, como si la marca del diablo inundara la ciudad. Los trabajadores preparaban las tablas del lugar donde se sentarian los jueces y los acusados, asi como las posibles hogueras donde arderían y los oxidados instrumentos de tortura donde sufrirían para dar ejemplo ante todos. Las autoridades eclesiásticas mas importantes del momento ya habian confirmado su presencia, algunos nobles del pais tambien estaban llegando y alojándose en posadas para no perderse el evento. Mientras, las gentes del lugar parecian encantadas e indignadas por igual al ver tan ilustres personajes siendo sometidos a un juicio tan vergonzoso.

Separados en tres celdas diferentes, cada uno de los tres vastagos esperaba su muerte. Kuarig´Hattan trataba de usar sus poderes con sus carceleros, pero la Inquisición sabia con quien se la jugaba y estaba protegido por poderosos magos, y sacerdotes verdaderamente creyentes, inmunes a sus enormes poderes. Deyanira estaba debil y Mirage estaba tan poco acostumbrado al fracaso que la propia situación de verse en una carcel mugrienta como aquella era ya un síntoma de su aceptada muerte en vida.

Pero en la tensa tranquilidad, entre el goteo de las alcantarillas y los gruñidos de las ratas se escucho la conversación de dos sombras. Tras unas palabras, una de ellas se dirigio a la celda de Deyanira.

La Ravnos permanecia inconsciente por el esfuerzo desesperado que habia realizado, pero desperto al escuchar las pisadas que se acercaban en dirección a la puerta de su celda. Apenas logro entreabrir los ojos e incorporarse cuando vio al obispo catolico de Notre Dame, el propio Sire de Mirage. Retrocedio, esperando venganza, pero el se arrodillo junto a ella y sonrio.

-Tranquilizaos. No tengo rencor alguno ante una mujer de política tan eficiente. Si no fuera por vos el inepto de mi chiquillo no habria sobrevivido ni un dia en el trono y mi honor estaria aun mas dañado. No he venido a haceros daño, sino a salvaros. Si haceis lo que os digo, saldreis libre y limpia de culpa. Si os oponeis, se os acusara de brujería y se os ahorcara al amanecer, si es que no sois cenizas entonces.

Saco un hatillo de ropa y unas monedas.

-Esto tambien es para vos. Con el dinero que hay en esta bolsa tendréis para sobrevivir mas de una semana, lo suficiente para salir del pais. Dentro encontrareis el plano de la carcel para encontrar las salidas mas discretas. Los guardias han ido a preparar la ordalia y a buscar a un vampiro que debe estar cerca de la entrada principal buscando a Filippe, no os inmiscuyais y no tendréis problemas para marcharos. Fuera hay preparado un carruaje con un fiel ghoul que os sacara de Francia sin hacer preguntas.

La Ravnos asintió. Entendia perfectamente los tratos. Pero como tales, sabia que el benefactor tendría que llevarse algo a cambio.

-Os lo agradezco, y seguire vuestros consejos. Pero decidme, ¿por qué vais a ayudarme realmente? No creo que se deba solo a mi apoyo a Mirage.

El orondo obispo esbozo una sonrisa fina y forzada.

-Es cierto, hay alguien tras esto, alguien al que yo debia un favor, y me pidio que se lo pagara liberandoos.

Deyanira miro fijamente al obispo.

-¿Abel?

-No puedo daros detalles pero temo que todo esto forme parte de una conspiración ideada por el, y que seguramente era conocedor e incluso impulsor del ataque del Sabbat, pero no es conveniente que nos involucremos en sus planes mas de lo debido. Sin embargo Abel sabe que siempre os habeis sentido como un peon y el no quiere que participeis como una ficha en su juego. Eligiendo entre Kuarig y vos os paga su favor dandoos la libertad para que elijais cual sera vuestro camino, fuera del tablero.

Deyanira parpadeo, aun sorprendida, y después acaricio la bolsa de dinero.

-Desde luego, se bien que es lo que debo hacer.- sonrio maliciosamente, tomando de las manos al clerigo- Dadle las gracias al nuevo Principe- dijo, escabulléndose entre las rendijas de la celda.

El obispo quedo sorprendido mientras escuchaba como se perdían los pasos de la delicada Ravnos en las frias y oscuras celdas de la prisión. Habia abdicado en Abel, y tenia sus propios planes. Suspiro pero se le corto la respiración al ver que le faltaban los anillos de las dos manos.

Desperte notando el ligero traqueteo de un caballo caminando, y cuando entreabri los ojos vi que se acercaba el amanecer pero no se percibia un solo rayo de sol en los alrededores. Con fuerza de voluntad desperte del todo y vi que estaba apoyada contra Indra, el cual llevaba mi caballo cogido de una rienda y caminaba lentamente por la ciudad.

-¿Os encontrais mejor?- pregunto amablemente, sin girar la cabeza.

Permeneci callada durante unos instantes, observando el paisaje que me rodeaba. Seguramente llevaba inconsciente varias horas, y el habia decidido continuar el viaje para no perder un tiempo muy valioso para todos.

Asenti distraídamente, lo suficiente como para que el notara el gesto a sus espaldas.

-Lamento mi brusquedad- escuche decir a Indra- pero debíais saberlo.

-No, no, no lo lamenteis- dije, escuchándome muy lejos- Es mas, os lo agradezco... pero hay cosas que no comprendo. Aun no se quien sois, ni porque deseais ayudarme.

Indra medito unos instantes, y luego hablo.

-Vereis, toda la vida, desde que vivia en una pequeña aldea, habia soñado con ser un caballero. Cuando me hice fuerte y fui llamado para luchar por el honor del Cid senti que por fin mi existencia tomaba sentido, y ya solo desee dar todo mi arrojo por la causa en la que creia. Destaque como guerrero y pronto fui ascendido al honor de caballero, pero en la conquista de la ultima ciudad, me hirieron a traicion y fui muerto en batalla. Entonces, un Salubri de la ciudad, que habia oido hablar de mis honores y habia seguido mis pasos durante la guerra, me hizo renacer para continuar mi lucha contra la oscuridad durante toda la eternidad, y cuando volvi a abrir los ojos, jure por mi honor de caballero cumplir mi misión hasta las ultimas de sus consecuencias. Después viaje por el mundo, acabando en Marsella con la idea de seguir con mi cruzada, pero alli el bufon Filippe me engaño con sus viles argucias y me vinculo contra mi voluntad, probablemente solo porque le divertia la frustración que le causaba mi estado. Como esclavo de su sangre me sentia obligado a proteger todo lo que el amase, y posteriormente, cuando fuisteis abrazada y Abel os rapto y os encerro en su castillo, decidi ayudaros; pero no pude acercarme a vos hasta el dia de la fiesta en Marsella. Pude haberme resistido a ese impulso y haberme centrado en mi deseada liberacion, pero al ver vuestro interior comprendi que os sentais tan humana como yo en el fondo, y decidi que no permitiria que vos fuerais corrupta si yo podia mostraros la verdad e impedíroslo.

La cabeza me daba vueltas.

-¿Por qué querria raptarme Abel?

Indra dirigio su mirada al frente.

-Me preocupe por conocer vuestra historia a fondo- continuo- Supe que el vil Filippe era el unico que conocia los planes de Abel, y que este le controlaba porque no habia logrado destruirle. El bufon ni estaba de acuerdo con esos planes ni soportaba la presion del Duque y queria deshacerse de el. Filippe supo mediante una de las desquiciadas profecias de su comun amigo Anatole que Abel solo podria ser destruido por "Plague Bride", el chiquillo que el bufon creara, y para eso selecciono según su fracturado criterio a un mortal, el cual tenía una virtud tan elevada que podria hallar el punto debil de Abel y alterar el curso de la historia cainita de Francia. Y vos fuisteis la elegida.

Parpadee. Yo... creada para destruir a Abel.. Por un momento me vino la imagen de aquel sueño lejano en la que dormia sereno y hermoso, iluminado por la luna y la suave brisa nocturna, y me imagine en frenesi, iracunda y rabiosa, desfigurándolo y bañándolo en su sangre, la sangre que habia considerado mia durante tanto tiempo. Me pase una mano por la cara, apartando los pesamientos oscuros, mientras Indra proseguia con su relato. 

-Abel se entero de la profecía y de vuestra existencia, y desterro a Filippe a Marsella, bajo la supervisión de la Princesa Deyanira; pero por alguna razon incomprensible os adopto como su chiquilla. Después de eso ocurrio el ataque en el que estuvisteis presente y no se volvio a saber de el, pero Filippe tambien desaparecio y aparecio encarcelado en las filas de la Inquisición.

-Pero... ¿no sabeis que ocurrio antes de todo eso?- pregunte, esperanzada- ¿Quién era yo antes de ser abrazada?

Indra nego con la cabeza.

-Esa es otra razon por la que quise llevaros a el. Se que ansiais conocer detalles sobre vuestro pasado, pero el unico que puede daroslos es el propio Filippe. No estamos en condiciones de matarle porque ambos estamos vinculados a el, pero puede desvelarnos tanto lo que deseais como los oscuros planes de Abel, y quizas yo pueda intentar liberarme de mi condena.

Asenti, sonriendo. Me sentia feliz al recordar el humano sentimiento de amistad, y ademas sentia ilusion por recuperar mi pasado perdido. Los Salubri eran autenticos portadores de esperanza, y comprendi porque nuestro fundador los llamaba hermanos.   

-Entonces –pregunte, sintiendome curiosa- ¿Qué vinculo hay entre Filippe y Abel para que se odien tanto?-Porque desde luego, el joven y cinico Duque oscuro, y el maduro y desencajado alquimista loco de la corte no se parecian en nada, ni física ni mentalmente.

-Es evidente, doncella- dijo el Salubri- Filippe es el autentico chiquillo de Abel.

Abri los ojos de par en par.

-Hemos llegado ya.- anuncio Indra, mirando a algun lugar fijamente.

Eleve la mirada y vi que estabamos frente al Palacio de Justicia.

Kuarig estaba apoyado contra la fria pared de la celda, mirándose distraídamente las manos. Siempre frio y lleno de autodominio, el Setita pensaba una por una las opciones que tenia de salir de alli y las palabras y poderes que tendría que emplear en la ordalia.

-Jajajajjajajaja –se escucho de repente en la celda.

Kuarig desvio la mirada, pero vio que no habia nadie frente a la celda.

-Frio frio...- dijo la aguda y desagradable voz.

El setita se puso en pie y se giro, oteando en la oscuridad, hasta que volvio a escuchar la risa, y se dio cuenta de que provenia de encima de su cabeza.

Pegado al techo, un tipo demacrado de cabello rubio ceniza y ropas oscuras, le observaba desde las hundidas cuencas de los ojos despiertos y vivaces, y los dientes afilados esbozando una sonrisa desagradable.

-¡¡Buh!!- dijo, abriendo de par en par sus exaltados ojos.

Kuarig fruncio el entrecejo.

-Filippe, ¿qué demonios...

El Malkavian rio demoníacamente y comenzo a atravesar el techo de un lado a otro, moviendo rapidamente los dedos de las manos, como si estuviera poseído. Kuarig le miro perplejo, hasta que por fin Filippe se ofusco y reaparecio ante el, haciendole retroceder.

-La serpiente seguia y seguia pero se tropezo y se enrosco donde no debia..

-¿Cómo habeis logrado entrar aquí?- dijo el Setita.

Filippe rio, haciendo caso omiso de los gestos de Kuarig para hacerle comprender que debia hablar bajo. 

-Filippe esta asombrado, ¿te importa eso sabiendo el tiempo que te queda?

-¡Tiempo! Eso es...- murmuro Kuarig, buscando algo entre sus ropas- Esperad.. mirad lo que tengo para Filippe.

El Malkavian dejo de girar en torno a el y observo lo que le ofrecia, abriendo mucho los ojos y quedando completamente serio y fascinado.

-Uh.. ¡Un péndulo!.. ¿te he dicho alguna vez que tengo miles de ellos? Grandes, pequeños, medianos, un poco mas grandes pero menos pequeños que grandes…

-Bien- dijo Kuarig, mas tranquilo- Decidme, amigo Filippe, ¿por qué estais aquí?

-Abel lo planeo todo y me mantuvo vigilado porque yo lo sabia y no podia matarme y creo que estoy roído. Siempre lo he sabido todo, y no pudo matarme, pero su Tremere me maldijo y no se contarlo. – desvio sus ojos exaltados hacia el pero enseguida los volvio al péndulo- Anatole y Blake lo saben, pero nadie puede enfrentarse a el, tu estas acabado, yo estoy acabado, todo al maldito infierno... para nosotros, pero aun queda ella, porque la quiere, no se para que, pero te iras, y algun dia acabara lo que ya ha empezado...

Kuarig reparo entonces en que Filippe era una proyección astral.

-¡Tiempo! Mi tiempo se acaba, pero el suyo comienza. Muero pero mi legado perdura. Por eso lo hice; asi sea, asi es y asi sera.- dijo, ofuscandose.

El setita entreabrio los labios para decir algo pero Filippe ya se habia esfumado. Dejo escapar el aire contenido para articular la siguiente palabra, produciendo un leve gruñido, y despues apoyo la cabeza contra la pared de la inhóspita celda, dando el asunto por perdido.

-Lord Kuarig- susurro timidamente la voz de una joven, en la mente del setita.

El aludido incorporo la cabeza lentamente y desvio la mirada hacia delante, encontrandose con una presencia ante el. Entorno los ojos y diviso la figura pequeña y delicada, dibujando lentamente en su mente el vestido medieval de color azul claro, cubierto por una capa azul oscuro, y una capucha que velaba un rostro adolescente del cual solo escapaban algunos cabellos rebeldes, y unos ojos sinceros y dulces.

-Yaira- murmuro suavemente Kuarig´Hattan, pero sin ocultar su sorpresa- ¿Qué haceis aquí, muchacha? Podrían culparos a vos tambien solo por dirigirme la palabra.

Le estaba mirando con la vista perdida. Habia sentido miedo al notar el poder de la Iglesia embargando el lugar, el olor de la muerte a cada paso, los gritos de la multitud pidiendo sangre, las ratas corriendo entre mis faldas mientras emitian espeluznantes chirridos. Pero no, no queria hacer sentir a los demas aquel infierno de miedo que me habia creado yo misma. Era mi lucha.

Sonrei.

Esta vez era yo quien ganaba. A mi misma.

-Seguidme, por favor.

Indra corrio por el pasillo, en dirección a la celda de Filippe. Habiamos entrado usando un alto nivel de mis poderes de ofuscación para ambos. Dejando abandonados a su suerte al Príncipe y su consorte nos habiamos dirigido a la celda del Malkavian, cuando sentimos la poderosa invocación del Setita, y tanto Indra como yo nos sorprendimos al escuchar otra invocación retorcida y extraña, pidiendo que le ayudasemos. No pude negarme a las ordenes de mi Sire y las poderosas ordenes del prisionero, y decidimos dividirnos. Después de todo aquella emboscada Sabbat estaba relacionada de algun modo con Abel, y si Kuarig habia caido en ella era lógico que estuviera de parte de Filippe, el principal rival del Duque. Asi pues yo acudi para sacar al Setita, esperando su ayuda- pues sabia que a lo unico que nunca faltaba aquel enigmatico Seguidor de Set, era a su palabra- mientras el Salubri se encargaba de su Regente, buscando su liberación del Juramento de Sangre.

El Salubri aminoro su paso, acercándose lentamente a la celda de la que provenian aquellos sonidos en su mente. Se dio cuenta de que todo estaba muy tranquilo y en silencio, y al usar su auspex se dio cuenta de que no habia nadie en la celda, y lo que oia era como un repetidor, como el poder Melpómene de las Hijas de la Cacofonía. Y solo se dio cuenta de que era una trampa cuando al girarse vio que estaba rodeado por un grupo de Tremere vestidos de monjes y guardias, observándole con sonrisas heladas.

Kuarig y yo caminamos por los laberinticos pasillos de la carcel, pero estabamos completamente desorientados. Era como si alguien hubiera utilizado una ilusion y los hubiera cambiado todo de lugar. Sintiendo un impulso instintivo, toque una de las paredes que habia ante mi, y mi mano la atraveso.

-La realidad no puede ser alterada, pero si nuestras percepciones- saque la mano de la pared ficticia- Hay un Ravnos cerca.

Apenas habia murmurado aquello cuando vi al capitan de la guardia frente a nosotros.

-¿Qué haceis aquí? –murmuro, en una voz raramente baja, tan sorprendente como el hecho de que estuviera solo.

Sonrei, segura de mi misma, aumentando sorprendentemente los poderes de mi Vision.

-Ya nos habeis encontrado, Deyanira. Ayudadme a encontrar a Indra y el nos guiara hasta la salida.

El fornido y sudoroso capitan paso una mano antre su rostro y ante nosotros aparecieron las sedas vaporosas, la delicada figura y las exquisitas facciones de la bella Ravnos. Kuarig parpadeo. No habia imaginado que el Quimerismo tuviera tantas aplicaciones.

-Escuchad muchacha... –hablo- Los Tremere se han llevado a Indra, y Filippe va a ser sacrificado el primero, asi que no tiene sentido esforzarse por ellos. Y he de deciros, ademas, que no pienso permitiros volver adentro para que nos descubran a todos.-termino, sonriendo al decir las ultimas palabras.-

Parpadee. Era un asunto demasiado serio para que estuviera mintiéndome.

-Pero no puedo dejar que le maten- murmure- Filippe sabe todo lo que siempre he deseado saber sobre mi vida pasada, el motivo de mi abrazo y todo lo que esta ocurriendo a mi alrededor, ¡no puedo dejarle morir! ¡Es mi ultima esperanza!

Kuarig me tomo de un brazo, con delicadeza y con firmeza a la vez.

-No os movereis de aquí, pequeña.

-¿Por qué?- pregunte, desesperada- ¡Vos querais ver a Filippe!

-Queria ver a alguien que me mostrara la salida- dijo el setita, con su voz tranquila e inalterable- Si ha salido por sus propios medios, Deyanira es la mas indicada para mostrarnos el camino. Filippe en persona me comunico su decisión de aceptar su condena para salvarnos a nosotros y buscarle ahora a el o a Indra seria arriesgado e innecesario.

Le mire y cerre los ojos, tratando de desasirme de su mano, cuando los tres escuchamos unos gritos lejanos. Me di cuenta de que provenian de una celda cercana, con la puerta abierta, y logre soltarme de Kuarig, el cual me dejo correr en aquella dirección, sin que el ni Deyanira hicieran nada por detenerme.

La celda estaba vacia, y oi que los gritos procedian de la ventana enrejada. Al mirar a traves de ella vi que estaba justo al nivel del suelo, y cuando los pies mas cercanos a ella se apartaron pude ver entre la multitud como subian a un hombre maduro, huesudo y siniestro a un tablado desde donde todos podian verlo. El culpable mas que aterrorizado iba canturreando, andando a trompicones como si estuviera borracho, topándose con los guardias que iban arrastrándolo. Entoces vi como le hicieron arrodillarse ante el juzgado religioso, y cuando se arrodillo pude ver claramente la cara que habia ante el, cubierta por una capucha negra, bellísima incluso en el odio frio que habia en sus tranquilos ojos. Deje escapar un ligero grito de sorpresa. ¡Abel!

Me gire rapidamente para impedir aquel juicio, pero me choque contra los barrotes de la puerta. ¡Me habian dejado encerrada! Por eso me habian dejado irme de su lado sin mas. Furiosa, volvi corriendo al pequeño tragaluz y agarre firmemente los barrotes, intentando romperlos, y pense en los usos de todas mis disciplinas, pero nada sirvio para abrirlos; y sabia que aunque lo hubiera conseguido, la ventana era demasiado pequeña como para que una persona cupiera a traves de ella, que Deyanira y Kuarig no me ayudarian, que la gente me lincharia, y que habia guardias por todos lados que me apresarian. Sin ninguna opcion y llena de impotencia, golpee los barrotes y me aferre a ellos, sin poder hacer otra cosa mas que observar.

-Los actos que han ocurrido últimamente son terribles –murmuro al pueblo un viejo monje inquisidor- No se habia visto nunca nada igual. ¡El Principe y su consorte permitieron que Francia fuera infectada por monstruos demoniacos, empezando por su propio bufon, un ser poseído por el demonio!

El pueblo estallo en rugidos, pidiendo la cabeza de Filippe, mientras el Malkavian seguia canturreando y murmurando por lo bajo, mirando de reojo a todos.

-Gracias al cielo tenemos la presencia de nuestro noble Duque Abel de Orleans, tercero al trono, nuestro nuevo Principe tras la muerte que acontecera hoy al Principe Mirage y su consorte Deyanira. ¡Que Dios le tenga entre nosotros muchos años!- dijo otro sacerdote.

-¡Asi sea!- se escucho al unísono en miles de gargantas.

Abel hizo una leve reverencia con la cabeza a la enorme cantidad de gentio que abarrotaba la plaza, coreando su nombre como si fuera una alabanza al cielo.

Observando entre los barrotes, negue con la cabeza sin apartar los ojos de la escena. Dios santo, no, no sabeis que no estais aclamando a un angel, sino a un demonio... a un demonio hermoso y cruel, terriblemente cruel y sutilmente demente...

Abel se puso en pie.

-Dios ha visto los oscuros actos de este hombre, y no necesitamos mas juicio que el que le espera en la otra vida. –dijo, en voz clara y magnetica- Sin embargo, y en nombre de nuestro Señor misericordioso, aun permitire al acusado la gracia de pedir perdon al pueblo al que ofendio y a los ultrajados caballeros que trataron de guiarle por el buen camino- desvio la mirada, observando al acusado- Filippe de Marsella, ¿reconoceis vuestra culpa y os arrepentis de vuestros pecados?

El Malkavian, arrodillado y con la cabeza baja, sujeto por los dos guardias, elevo la cabeza lentamente, mirándole a los ojos con una sonrisa desencajada.

-Maldito seais, Sire mio... ganais esta batalla, pero no la guerra... me enviais a la muerte sin percataros de que esta a vuestras espaldas... y os juro que vos morireis por aquella a quien di la vida, en pago a la vida del que creasteis, y al que hoy robais la existencia... acabareis siendo sacrificado por vuestra sangre, tal y como yo soy sacrificado por la vuestra... vuestra... –sus ojos se desencajaron- ¡Vuestra sangre impura sera derramada por una de la sangre del Condenado ante los ojos de Dios!- grito, estallando en terribles y lunaticas carcajadas.- Hasta la justicia del infierno debe destruir a los monstruos, ¿verdad, Abel Le Reveur, cuarto desde Cain, primero desde Malkav, nuevo principe de los vampiros?

La multitud estallo en gritos, gritando que era un demonio poseído, tratando de subir al tablado para destruir con sus propias manos al acusado, y los guardias tuvieron que arrastrarlo y atarlo al palo que se alzaba en el centro del monton de paja en el cual iban a quemarlo para calmar al enfurecido pueblo. Abel no le respondio. Su mirada se quedo perdida, observando a su chiquillo. Cuando por fin estuvo atado en el lugar de su tormento, el Primogenito Malkavian volvio a hablar.

- Oremos para que nuestro señor misericordioso logre expulsar la marca del demonio de su alma y le tome entre los suyos. Es hora de proceder a la purificación de su cuerpo y la liberacion su alma para que descanse en paz.

Apenas habia dicho las ultimas palabras cuando elevo un brazo y señalo la pila de paja, siendo aclamado por toda la multitud, mientras los guardias tomaban una antorcha y la ponian a los pies de Filippe, que no cesaba de reir histericamente y de repetir las ultimas palabras de su profecía.

-¡Ya no os queda tiempo, Sire mio! ¡Ni a vos ni a mi! ¡Solo a ella!

Abel se cubrio con la capucha, se puso en pie, y girándose para dar la espalda al espectáculo que tan entusiasmadamente aclamaban sus subditos, se marcho del palco, mientras Filippe exhalaba sus ultimos y horribles gemidos agonizantes.

Y entre los gritos del gentio y los del martir, se escucho uno mas potente que los demas, que procedia de una de las carceles subterráneas cercanas.

Un grito inhumano, bestial, atroz, el grito del dolor, de quien no tuvo pasado y no encuentra un futuro, de quien tuvo esperanza y la perdio, el grito de un niño que por fin comprende la maldad del mundo, el grito de una criatura que pierde la inocencia y mira a la Verdad a los ojos, en toda su crueldad.