1 Después de Moria

Aragorn sentía que la cabeza le daba vueltas, como si se hundiera en un pozo sin fondo. Gandalf, el poderoso mago, había caído en la oscuridad, dejando a la Comunidad totalmente desamparada, sin esperanza.

- Guíalos tú, Aragorn -, había dicho momentos antes de enfrentarse al Balrog.

"Guíalos tú". Las palabras sonaban aún en sus oídos cuando, al fin, salieron de la oscuridad de Moria.

Pero, ¿tendría él el valor necesario para guiar a la Comunidad hacia Mordor?, ¿tendría la sabiduría?, ¿tendría la fortaleza para resistir el poder del anillo y proteger al portador, como había jurado hacer?. Veía los rostros desencajados de los hobbits, Boromir y Gimli lloraban también, y Legolas. Entonces, al mirar el bello rostro pálido del elfo, las lágrimas en sus mejillas, supo que por él tendría el valor, la sabiduría y la fuerza para cumplir su destino. Sus miradas se encontraron, y Aragorn pudo ver el amor en los ojos de Legolas, tan claramente, que se sorprendió de no haberlo notado antes.

- Legolas, reúnelos -, ordenó con voz firme, acallando las protestas de Boromir.

Se dirigieron rápidamente a Lothlorién, a donde debían llegar antes del anochecer, ya que para entonces esas tierras estarían infestadas de orcos y quizá algo aún peor.

Mientras corrían al Bosque de Oro, Aragorn se preguntaba desde cuando el hermoso elfo había reemplazado a Arwen en su corazón. Quizá cuando lo defendió de Boromir durante el Concilio, o cuando puso su arco a disposición de Frodo, ofreciéndose como voluntario a ser parte de la Comunidad del Anillo, o cuando aceptó entrar a la oscuridad de Moria, a pesar de que, por ser un elfo, la oscuridad lo afectaría más que al resto.

Legolas y él habían sido amigos durante mucho tiempo, cuando el príncipe era enviado por su padre como mensajero a Rivendell. Aragorn lo admiraba por su nobleza y valentía, y por esa belleza que nadie podía dejar de notar. Sin embargo, ocultó estos sentimientos, que él mismo no entendía, porque no creía que una criatura como Legolas pudiera fijarse en un mortal. Además, pensaba con un aguijón de culpabilidad, estaba Arwen, que estaba dispuesta a darle su inmortalidad.

Pronto llegaron a la entrada del bosque, donde los mallorn se erguían altos y majestuosos, resplandeciendo con la luz del crepúsculo. Aragorn guió a la Comunidad entre los árboles, pero no habían avanzado mucho cuando fueron interceptados por Haldir y los guardianes del bosque, quienes los esperaban con órdenes de conducirlos donde la Dama Galadriel, que los esperaba.

Pasaron la primera noche en el Bosque de Oro en una plataforma en lo alto de un mallorn, y al día siguiente emprendieron el camino a Lothlorién, escoltados por Haldir, Rumil y Orophin.

Aragorn no pudo dejar de notar la mirada apreciativa que dio Haldir a Legolas apenas lo vio, y sintió una punzada de celos. Pero estas emociones no ayudarían en nada a la misión que debía cumplir, así que apartó estos pensamientos, concentrándose en el bosque, que conocía tan bien. Allí había sido la primera vez que vio a Arwen, cuando Galadriel le había hecho cambiar las ropas de montaraz que usaba, vistiéndolo como un príncipe y llevándolo a un claro del bosque, donde Aragorn creyó ver a Luthién, tal como la imaginaba...había pasado tanto tiempo desde entonces!

Legolas observaba a Aragorn, preguntándose en qué estaría pensando. Se sentía un poco incómodo por la forma en que Haldir lo miraba, y sorprendido también por su audacia.

Llegaron al tramo final del viaje, donde Haldir le pidió a Gimli cubrirse los ojos, y se generó una terrible discusión porque el enano no estaba dispuesto a aceptar caminar con los ojos vendados. Una vez más se pusieron en manifiesto las dotes de líder de Aragorn, al proponer que todos se vendaran los ojos, incluso Legolas, quien por ser elfo no estaba obligado a ello, pero que aceptó gustoso para complacer a su amigo.

Mientras duró la caminata con los ojos vendados, Legolas fue guiado por Haldir, quien lo tomó del brazo.

- "¿Tienes miedo a la oscuridad, principito?", susurró burlonamente en su oido.

- "Vengo de una oscuridad más profunda, y no temo caminar con los ojos vendados", respondió serenamente Legolas, - "además", añadió, - "no tengo nada que temer de los elfos del Bosque Dorado, ni de su arrogancia".

- "Podemos ser muy agradables también", fue la rápida respuesta, el aliento de Haldir sobre su oreja hizo que Legolas, a pesar suyo, se estremeciera.

Aragorn, mientras tanto, pensaba en los dos seres que ocupaban su corazón, con temor, ya que era conocido que la Dama Galadriel podía leer las emociones, y, después de todo, Arwen era su nieta.

Finalmente llegaron al corazón de Lothlorién, donde se erguía majestuosa la ciudad de los árboles. Era un espectáculo que dejó sin palabras incluso a los hobbits, quienes solo miraban fascinados tanta belleza.

Fueron conducidos por Haldir a presencia de la Dama Galadriel y el Señor Celeborn, soberanos del Bosque Dorado, quienes los saludaron siguiendo la costumbre élfica, dirigiendo palabras de cumplido a cada uno.

La Dama miró atentamente a cada uno de ellos, percibió la traición en Boromir, la valentía en Gimli, la amistad en Pippin y Merry, la determinación en Frodo, la lealtad en Sam. También vio valor en Aragorn y Legolas, junto con otro sentimiento, bastante más fuerte de lo que ellos mismos imaginaban.

Celeborn preguntó por Gandalf, viejo amigo de los elfos. Mientras explicaban lo que había sucedido al mago, Aragorn sintió la voz de la dama en su cabeza.

- "Sigue tu corazón", le decía esa voz, - "saca de tu amor las fuerzas que necesitas para cumplir tu destino"

Le causó sorpresa, y trató de no mirar a Legolas en presencia de la Dama. Se preguntaba qué le diría ella al rubio elfo.

Legolas se sentía muy inseguro mientras sentía la presencia de la Dama en su mente, primero trató de sofocar las emociones que sentía, pero entonces sintió la voz de ella que le decía:

- "No temas a ese sentimiento, es lo que sostendrá y confortará a Aragorn pues vendrán días difíciles y grandes sufrimientos"

Temeroso, miró a Aragorn, que parecía estar sumido en sus propios pensamientos y ni siquiera notó que él lo miraba. Legolas dudó entonces, quizá confundió lo que le pareció ver en los ojos de Aragorn cuando sus miradas se encontraron fuera de Moria. Quizás, abrumado por la pena, confundió esa mirada, creyendo ver amor en ella, además Aragorn estaba comprometido. Legolas suspiró, necesitaba unos momentos solo para poner en orden sus pensamientos.

Luego de la audiencia, fueron invitados a descansar y cambiarse de ropas, luego de lo cual cenarían con los soberanos. Haldir los condujo hacia sus alojamientos. Por suerte para los hobbits y para Gimli, les habían preparado unas habitaciones en el suelo, al pie del mallorn donde estaba el talen asignado a Legolas.

Se asearon y cambiaron de ropas, con prendas fabricadas por los elfos de Lorién. Luego, los hobbits decidieron dormir mientras esperaban la cena, lo mismo que Gimli. Boromir estaba inquieto, algo en las palabras de la Dama le había causado confusión. Se puso a hablar con Aragorn como nunca antes lo había hecho en el tiempo que llevaban de viaje.

Legolas por su parte se dirigió donde los otros elfos, algo en la mirada de la Dama le había hecho añorar estar entre su gente de nuevo.

La cena estaba lista, fue un banquete sencillo, ya que los elfos estaban entristecidos por la pérdida de Gandalf y expresaban su pena con canciones recién compuestas sobre el mago y sus hazañas. Entre los que cantaban estaba Haldir, quien no dejaba de mirar a Legolas.

Luego de un rato de canciones fúnebres, Haldir tomó el arpa y cantó para Legolas, sus ojos y su voz expresaban el deseo que sentía hacia el bello príncipe. Su canción era de amor no correspondido, celos y pasión.

Luego de la canción, Legolas se levantó discretamente y salió del lugar. Aquello había sido demasiado, esa canción y la insinuación que contenía su letra, apenas disimulada, delante de todos. Aunque en realidad, lo único que le importaba en ese momento era lo que pensaría Aragorn, y le había causado dolor verlo con el rostro inexpresivo, indiferente a lo que sucedía.

Ahora solo quería estar solo un momento, y había visto una cascada no lejos de allí, con un arroyo donde deseaba bañarse para aliviar las tensiones del día. Legolas se dirigió allí, sin sospechar que dos personas lo seguían.

Al pie de la cascada habían tres grandes piedras, tras las cuales se formaba una pequeña laguna de agua cristalina. Ese fue el lugar que Legolas eligió para su baño. Lentamente se fue quitando la ropa hasta quedar completamente desnudo Su cuerpo resplandecía a la luz de la luna y habría quitado la respiración a cualquiera que lo hubiese visto, como en efecto sucedía con Aragorn y Haldir, quienes lo contemplaban, sin que ninguno de ellos se haya percatado de la presencia del otro.

Legolas deshizo las trenzas que sujetaban sus cabellos, los que ahora formaban una cascada rubia sobre su espalda. Luego entró al agua, que le llegaba hasta la cintura. Nadó largo rato disfrutando la caricia del agua y de la luna en su cuerpo, luego se sentó en la orilla y cerró los ojos, pensaba en las palabras de la Dama, y en el mensaje que ellas le habían traído. Era evidente que ella había visto su amor por Aragorn, y le decía que no tuviera miedo de sentirlo.Legolas dejó fluir entonces ese sentimiento largamente reprimido, y anheló estar junto a su amado.

Ese fue el momento escogido por Haldir para revelar su presencia, salió de su escondite entre los árboles y se dirigió al lago donde se encontraba el objeto de su deseo.

TBC