FANGORN
Con el corazón aliviado, ya que sabían que sus amigos estaban con vida, decidieron acampar a la entrada del bosque de Fangorn. Podían encender una hoguera, ya que los enemigos habían sido exterminados, y al menos esa noche, no habría peligro.
La noche era fría. Gimli encendió un fuego al pie de un árbol, y se acomodaron allí. De pronto, Legolas exclamó:
- "¡El árbol está feliz por el fuego!, puedo sentirlo"
Aragorn sonrió, el elfo estaba maravillado de encontrarse de nuevo con la naturaleza. Su rostro resplandecía de alegría. Pero luego, en un momento, cambió por completo, mostrando una tristeza que conmovió a Aragorn.
Luego, Legolas bostezó. La falta de sueño empezaba a hacer su efecto. No había podido dormir debido a la preocupación por sus pequeños amigos, y además, en el fondo de su corazón, un temor secreto empezaba a crecer: el momento del desenlace estaba por llegar, para bien o para mal. El anillo sería destruído, de eso estaba seguro. Y eso significaba que Aragorn sería rey de Gondor, y tendría que elegir entre Arwen y él. Legolas sabía que Aragorn lo quería y necesitaba, todas sus acciones lo demostraban. Pero una cosa era ahora, y otra muy distinta sería después, porque su amado no podría llegar al trono sin una reina.
El elfo apartó de su mente una vez más esos pensamientos, tratando de bromear con Gimli para alegrar su espíritu. Se sentaron en círculo para comer lembas y beber, y Legolas preguntó a Aragorn qué sabía de Fangorn, y si eran ciertas las leyendas que había oído de pequeño, acerca de los Onodrim, o Ents, que habitaban en el bosque.
- "He oído también las leyendas, y nunca pensé que fueran otra cosa, hasta oír la advertencia de Celeborn para que no nos internemos aquí. Pero yo pensaba preguntarte a ti, hermoso mío. Si un elfo de los bosques no sabe la verdad, ¿qué podría esperarse de un mortal?, bromeó Aragorn, logrando hacer sonreír a Legolas.
- "Pero tú has viajado más lejos que yo. Y este bosque es viejo, incluso para las medidas élficas, mas no se si es cierto lo que de él se cuentan, sólo conozco las leyendas", respondió el elfo, con un nuevo bostezo.
Gimli se ofreció a hacer la primera guardia, mientras Aragorn acomodaba las mantas que compartiría con el elfo. Entonces Legolas se le acercó, abrazándolo, y apoyó la cabeza en su hombro. Aragorn se sorprendió, pues quien iniciaba el primer contacto era siempre él, y su corazón se alegró. Tomó a Legolas entre sus brazos y se acostaron, cubriéndose con una de las mantas.
El elfo le sonrió. - "Buenas noches, mi señor", susurró en su oído, quedándose dormido en los brazos de Aragorn. - "Buenas noches, mi amor", dijo Aragorn, besándolo ligeramente en los labios. Luego lo abrazó protectoramente, acariciando los rubios cabellos, y mirando su rostro. Legolas dormía con los ojos abiertos, como todos los elfos.
Aragorn pensaba. Se sentía afortunado por tener el amor de Legolas, a quien amaba a su vez, tanto por su belleza exterior como por la interior, demostrada a través de su valentía, nobleza y sabiduría. Pero sabía que sería casi imposible que el pueblo de Gondor lo aceptase como su compañero. Con Arwen era diferente. Ella se había preparado durante largo tiempo, con ayuda de su padre, para ser la reina de Gondor, y unir así a ambas razas. Aragorn se había dado cuenta hacía mucho, que lo que confundió con amor, era en realidad un profundo afecto de hermano, pero se sentía culpable por su traición. Pronto llegaría el momento de las decisiones, y escogiese lo que escogiese, lastimaría a alguno de los dos seres que lo amaban. ¡Cuánto habría dado en ese momento por ser un simple montaraz!, pues sabía que Legolas lo amaría igualmente. ¡Pero no podía echar atrás la herencia de sus antepasados!. Con estos pensamientos se quedó dormido.
Solo un incidente perturbaría la tranquila noche. Gimli dijo haber visto un anciano vestido de gris, que tomó por Saruman, quien aparentemente había ahuyentado a los caballos. Decidieron buscarlos al día siguiente, pues probablemente habían vuelto a la Marca.
Cuando amaneció, desayunaron mientras discutían que hacer. Primero, buscarían a los hobbits en el bosque, luego trataría de regresar a Rohan a pie.
- "Es un bosque muy viejo, tan viejo que me siento joven otra vez, como nunca lo había sentido, desde que viajo con unos niños como ustedes. Pero no hay malicia en él, sólo percibo vigilancia y cólera. Yo hubiera sido feliz aquí, si hubiera venido en tiempo de paz", dijo Legolas, pensativo.
- "Pues este niño piensa que debemos entrar. Pero seamos cautelosos, y no toquemos ninguna rama viviente", respondió Aragorn, divertido del comentario del elfo. Ciertamente era viejo, por lo menos 3000 años. Pero por su rostro hermoso no había pasado el tiempo.
- "¡Elfo loco!", gruñó Gimli, "pero es bien sabido que los elfos son gente rara. A pesar de eso, te seguiré al bosque, si tienes el arco tan bien dispuesto como yo tengo el hacha".
Y con estas palabras, se adentraron en Fangorn, guiados por Aragorn, quien seguía las huellas de los hobbits.
Al poco rato, llegaron a la pared de piedra por donde, un día antes, habían pasado los hobbits. Subieron en ella para ver mejor, y entonces Gimli volvió a ver al anciano.
- "¡Es Saruman!", gritó desesperado, - "dispara Legolas, antes de que nos haga daño".
Pero la flecha se quedó en la mano del elfo, que miraba al anciano, incapaz de disparar. Entonces, el viejo dejó caer el manto gris, y un resplandor blanco lo envolvió. Legolas se inclinó, diciendo - "¡Mithrandir ha vuelto de las sombras", pues había reconocido a Gandalf.
Los demás lanzaron también exclamaciones de alegría. El mago había sobrevivido a Moria, ayudado por Galadriel, y ahora regresaba, convertido en Gandalf el Blanco. ¡Qué poderoso aliado para combatir a las sombras!.
Se sentaron un momento en la hierba, explicando a Gandalf todo lo que había sucedido desde que lo perdieron en Moria. Pero Gandalf sabía algo más. Efectivamente, Frodo había partido solo a Mordor, pues Gwaihir el águila, Señor de los Vientos, y amigo de Gandalf, lo había visto. También los tranquilizó respecto a los hobbits.
- "Están seguros, con los ents", dijo.
- "¡Entonces las leyendas eran ciertas!", exclamó Legolas, - "y los Onodrim viven aquí. ¡Cómo quisiera ver a uno de ellos!"
- "Y los verás, amigo mío", respondió Gandalf, - "pero no ahora, pues los ents tienen aún un papel que jugar en esta guerra. Y en cuando a nuestros amigos, están con Bárbol, conocido también como Fangorn, el guardián de este bosque. Y ahora, amigos míos, cuéntenme cómo es que la Compañía llegó hasta aquí".
Gandalf los miraba pensativo, mientras escuchaba el relato de la muerte de Boromir. Ciertamente la Compañía había cambiado, como él mismo, después de la separación. Gimli y Legolas ya no peleaban. Es más, podía notar que eran amigos. Aragorn, normalmente callado y serio, había adoptado ahora una actitud más alegre, y sus ojos brillaban cada vez que miraba al elfo. Además, había liderado valientemente a la Comunidad en ese largo camino, y lo seguiría haciendo hasta el final. En cuanto Legolas, la conclusión era obvia. El bello elfo amaba a Aragorn. Gandalf lo había visto venir, desde que partieron de Rivendel. Y luego, en Lórien, Galadriel se lo había confirmado.
- "El destino toma caminos imprevistos", pensó Gandalf. Galadriel tenía esperanza en ese amor. Era necesario para darle a Aragorn las fuerzas que necesitaba. Mas qué pasaría luego, no podía decirlo. Ni toda la magia de Gandalf podía influir en los asuntos del corazón. Sólo esperaba que ninguno de sus amigos saliera lastimado.
Legolas preguntó entonces cómo Gandalf se las había arreglado para escapar del Balrog, y el mago los entretuvo con el relato de su lucha en la oscuridad. También les habló de la doble traición de Saruman, quien quería para sí el anillo de poder. Ahora, tanto Gondor como Isengard eran enemigas de Mordor, y Sauron había enviado a los Nazgul montados en monstruos alados, junto con ejércitos de orcos. Luego les dijo que había estado en Lórien, y traía un mensaje de la Dama.
El mensaje para Aragorn decía:
"Elessar, Piedra de Elfo, extraños senderos has de recorrer para cumplir tu destino, hacia el mar un ejército espera, tu camino irá por las sendas de los muertos, mas la hoja guiará tu corazón".
El mensaje para Legolas era el siguiente:
"Legolas Hojaverde y pies ligeros, tus ojos y tu brazo estarán prestos para combatir al terror que caerá del cielo, mas las flechas no servirán y caerás en las tinieblas, pero la piedra te salvará, y atará para siempre la hoja a la Tierra Media"
A Gimli le deseaba buenaventura, recordándolo siempre como el portador del Rizo Dorado obsequiado por ella.
- "Extraños mensajes les ha enviado la Dama", dijo Gimli, "quisiera que fueran más claros, cómo el mío".
- "¿Cómo podrían ser más claros, si ella está hablando de nuestra propia muerte?", contestó Legolas. Para él era claro que la piedra era Aragorn, y la hoja, él mismo. Pero no lograba entender el resto del mensaje.
- "Extrañas palabras, sí", admitió Aragorn, "pero Gandalf mismo nos ha demostrado que un hombre puede cambiar su destino, lo mismo puedo decir de los elfos", y puso la mano en el hombro de Legolas para tranquilizarlo, pues su amado tenía una profunda tristeza en la mirada. No se atrevió a hacer otra cosa, pues Gandalf estaba presente.
- "Amigos míos, debemos ahora dirigirmos a Edoras, en el país de Rohan, morada del Rey Théoden. Se avecina una guerra, y necesitará toda la ayuda posible", les dijo Gandalf, levantándose. Luego, silbó fuerte por tres veces.
Entonces, se oyeron relinchos, y vinieron corriendo tres caballos. Dos de ellos eran Hasufel y Arod, y el tercero era un hermoso animal, mucho más grande que los otros, y que corría como el viento.
- "Este es Sombragris, el mejor caballo de la Marca, antes montura de Théoden, pero ahora llevará al Caballero Blanco. Su velocidad no tiene igual. Iré con Gimli en él, si lo permite, y ustedes nos seguirán en dirección a Edoras", dijo Gandalf, quien, uniendo la acción con la palabra, montó a Sombragris, subiendo con el a Gimli, y partió velozmente al país de los Rohirrim.
Legolas y Aragorn subieron a sus caballos. Aragorn miró entonces al elfo, quien se había quedado triste desde que oyó el mensaje de la Dama del Bosque.
- "Hermoso mío, lo que ve el Espejo de la Dama es uno de los muchos escenarios que depara el futuro. Y aún sea nefasto mi destino, lo afrontaré gustoso si estoy a tu lado. Pero oscuras son sus palabras, y cualquiera puede ser su significado", dijo Aragorn.
- "Lo sé, mi señor. Y no estaré triste si estás a mi lado. Mi corazón se alegra contigo.", dijo Legolas, sonriéndole con dulzura.
- "¡Vamos entonces! Pues mi espada extraña el clamor de la batalla, y desea atravesar orcos", exclamó Aragorn.
Y ambos partieron rumbo a Edoras.
TBC
Con el corazón aliviado, ya que sabían que sus amigos estaban con vida, decidieron acampar a la entrada del bosque de Fangorn. Podían encender una hoguera, ya que los enemigos habían sido exterminados, y al menos esa noche, no habría peligro.
La noche era fría. Gimli encendió un fuego al pie de un árbol, y se acomodaron allí. De pronto, Legolas exclamó:
- "¡El árbol está feliz por el fuego!, puedo sentirlo"
Aragorn sonrió, el elfo estaba maravillado de encontrarse de nuevo con la naturaleza. Su rostro resplandecía de alegría. Pero luego, en un momento, cambió por completo, mostrando una tristeza que conmovió a Aragorn.
Luego, Legolas bostezó. La falta de sueño empezaba a hacer su efecto. No había podido dormir debido a la preocupación por sus pequeños amigos, y además, en el fondo de su corazón, un temor secreto empezaba a crecer: el momento del desenlace estaba por llegar, para bien o para mal. El anillo sería destruído, de eso estaba seguro. Y eso significaba que Aragorn sería rey de Gondor, y tendría que elegir entre Arwen y él. Legolas sabía que Aragorn lo quería y necesitaba, todas sus acciones lo demostraban. Pero una cosa era ahora, y otra muy distinta sería después, porque su amado no podría llegar al trono sin una reina.
El elfo apartó de su mente una vez más esos pensamientos, tratando de bromear con Gimli para alegrar su espíritu. Se sentaron en círculo para comer lembas y beber, y Legolas preguntó a Aragorn qué sabía de Fangorn, y si eran ciertas las leyendas que había oído de pequeño, acerca de los Onodrim, o Ents, que habitaban en el bosque.
- "He oído también las leyendas, y nunca pensé que fueran otra cosa, hasta oír la advertencia de Celeborn para que no nos internemos aquí. Pero yo pensaba preguntarte a ti, hermoso mío. Si un elfo de los bosques no sabe la verdad, ¿qué podría esperarse de un mortal?, bromeó Aragorn, logrando hacer sonreír a Legolas.
- "Pero tú has viajado más lejos que yo. Y este bosque es viejo, incluso para las medidas élficas, mas no se si es cierto lo que de él se cuentan, sólo conozco las leyendas", respondió el elfo, con un nuevo bostezo.
Gimli se ofreció a hacer la primera guardia, mientras Aragorn acomodaba las mantas que compartiría con el elfo. Entonces Legolas se le acercó, abrazándolo, y apoyó la cabeza en su hombro. Aragorn se sorprendió, pues quien iniciaba el primer contacto era siempre él, y su corazón se alegró. Tomó a Legolas entre sus brazos y se acostaron, cubriéndose con una de las mantas.
El elfo le sonrió. - "Buenas noches, mi señor", susurró en su oído, quedándose dormido en los brazos de Aragorn. - "Buenas noches, mi amor", dijo Aragorn, besándolo ligeramente en los labios. Luego lo abrazó protectoramente, acariciando los rubios cabellos, y mirando su rostro. Legolas dormía con los ojos abiertos, como todos los elfos.
Aragorn pensaba. Se sentía afortunado por tener el amor de Legolas, a quien amaba a su vez, tanto por su belleza exterior como por la interior, demostrada a través de su valentía, nobleza y sabiduría. Pero sabía que sería casi imposible que el pueblo de Gondor lo aceptase como su compañero. Con Arwen era diferente. Ella se había preparado durante largo tiempo, con ayuda de su padre, para ser la reina de Gondor, y unir así a ambas razas. Aragorn se había dado cuenta hacía mucho, que lo que confundió con amor, era en realidad un profundo afecto de hermano, pero se sentía culpable por su traición. Pronto llegaría el momento de las decisiones, y escogiese lo que escogiese, lastimaría a alguno de los dos seres que lo amaban. ¡Cuánto habría dado en ese momento por ser un simple montaraz!, pues sabía que Legolas lo amaría igualmente. ¡Pero no podía echar atrás la herencia de sus antepasados!. Con estos pensamientos se quedó dormido.
Solo un incidente perturbaría la tranquila noche. Gimli dijo haber visto un anciano vestido de gris, que tomó por Saruman, quien aparentemente había ahuyentado a los caballos. Decidieron buscarlos al día siguiente, pues probablemente habían vuelto a la Marca.
Cuando amaneció, desayunaron mientras discutían que hacer. Primero, buscarían a los hobbits en el bosque, luego trataría de regresar a Rohan a pie.
- "Es un bosque muy viejo, tan viejo que me siento joven otra vez, como nunca lo había sentido, desde que viajo con unos niños como ustedes. Pero no hay malicia en él, sólo percibo vigilancia y cólera. Yo hubiera sido feliz aquí, si hubiera venido en tiempo de paz", dijo Legolas, pensativo.
- "Pues este niño piensa que debemos entrar. Pero seamos cautelosos, y no toquemos ninguna rama viviente", respondió Aragorn, divertido del comentario del elfo. Ciertamente era viejo, por lo menos 3000 años. Pero por su rostro hermoso no había pasado el tiempo.
- "¡Elfo loco!", gruñó Gimli, "pero es bien sabido que los elfos son gente rara. A pesar de eso, te seguiré al bosque, si tienes el arco tan bien dispuesto como yo tengo el hacha".
Y con estas palabras, se adentraron en Fangorn, guiados por Aragorn, quien seguía las huellas de los hobbits.
Al poco rato, llegaron a la pared de piedra por donde, un día antes, habían pasado los hobbits. Subieron en ella para ver mejor, y entonces Gimli volvió a ver al anciano.
- "¡Es Saruman!", gritó desesperado, - "dispara Legolas, antes de que nos haga daño".
Pero la flecha se quedó en la mano del elfo, que miraba al anciano, incapaz de disparar. Entonces, el viejo dejó caer el manto gris, y un resplandor blanco lo envolvió. Legolas se inclinó, diciendo - "¡Mithrandir ha vuelto de las sombras", pues había reconocido a Gandalf.
Los demás lanzaron también exclamaciones de alegría. El mago había sobrevivido a Moria, ayudado por Galadriel, y ahora regresaba, convertido en Gandalf el Blanco. ¡Qué poderoso aliado para combatir a las sombras!.
Se sentaron un momento en la hierba, explicando a Gandalf todo lo que había sucedido desde que lo perdieron en Moria. Pero Gandalf sabía algo más. Efectivamente, Frodo había partido solo a Mordor, pues Gwaihir el águila, Señor de los Vientos, y amigo de Gandalf, lo había visto. También los tranquilizó respecto a los hobbits.
- "Están seguros, con los ents", dijo.
- "¡Entonces las leyendas eran ciertas!", exclamó Legolas, - "y los Onodrim viven aquí. ¡Cómo quisiera ver a uno de ellos!"
- "Y los verás, amigo mío", respondió Gandalf, - "pero no ahora, pues los ents tienen aún un papel que jugar en esta guerra. Y en cuando a nuestros amigos, están con Bárbol, conocido también como Fangorn, el guardián de este bosque. Y ahora, amigos míos, cuéntenme cómo es que la Compañía llegó hasta aquí".
Gandalf los miraba pensativo, mientras escuchaba el relato de la muerte de Boromir. Ciertamente la Compañía había cambiado, como él mismo, después de la separación. Gimli y Legolas ya no peleaban. Es más, podía notar que eran amigos. Aragorn, normalmente callado y serio, había adoptado ahora una actitud más alegre, y sus ojos brillaban cada vez que miraba al elfo. Además, había liderado valientemente a la Comunidad en ese largo camino, y lo seguiría haciendo hasta el final. En cuanto Legolas, la conclusión era obvia. El bello elfo amaba a Aragorn. Gandalf lo había visto venir, desde que partieron de Rivendel. Y luego, en Lórien, Galadriel se lo había confirmado.
- "El destino toma caminos imprevistos", pensó Gandalf. Galadriel tenía esperanza en ese amor. Era necesario para darle a Aragorn las fuerzas que necesitaba. Mas qué pasaría luego, no podía decirlo. Ni toda la magia de Gandalf podía influir en los asuntos del corazón. Sólo esperaba que ninguno de sus amigos saliera lastimado.
Legolas preguntó entonces cómo Gandalf se las había arreglado para escapar del Balrog, y el mago los entretuvo con el relato de su lucha en la oscuridad. También les habló de la doble traición de Saruman, quien quería para sí el anillo de poder. Ahora, tanto Gondor como Isengard eran enemigas de Mordor, y Sauron había enviado a los Nazgul montados en monstruos alados, junto con ejércitos de orcos. Luego les dijo que había estado en Lórien, y traía un mensaje de la Dama.
El mensaje para Aragorn decía:
"Elessar, Piedra de Elfo, extraños senderos has de recorrer para cumplir tu destino, hacia el mar un ejército espera, tu camino irá por las sendas de los muertos, mas la hoja guiará tu corazón".
El mensaje para Legolas era el siguiente:
"Legolas Hojaverde y pies ligeros, tus ojos y tu brazo estarán prestos para combatir al terror que caerá del cielo, mas las flechas no servirán y caerás en las tinieblas, pero la piedra te salvará, y atará para siempre la hoja a la Tierra Media"
A Gimli le deseaba buenaventura, recordándolo siempre como el portador del Rizo Dorado obsequiado por ella.
- "Extraños mensajes les ha enviado la Dama", dijo Gimli, "quisiera que fueran más claros, cómo el mío".
- "¿Cómo podrían ser más claros, si ella está hablando de nuestra propia muerte?", contestó Legolas. Para él era claro que la piedra era Aragorn, y la hoja, él mismo. Pero no lograba entender el resto del mensaje.
- "Extrañas palabras, sí", admitió Aragorn, "pero Gandalf mismo nos ha demostrado que un hombre puede cambiar su destino, lo mismo puedo decir de los elfos", y puso la mano en el hombro de Legolas para tranquilizarlo, pues su amado tenía una profunda tristeza en la mirada. No se atrevió a hacer otra cosa, pues Gandalf estaba presente.
- "Amigos míos, debemos ahora dirigirmos a Edoras, en el país de Rohan, morada del Rey Théoden. Se avecina una guerra, y necesitará toda la ayuda posible", les dijo Gandalf, levantándose. Luego, silbó fuerte por tres veces.
Entonces, se oyeron relinchos, y vinieron corriendo tres caballos. Dos de ellos eran Hasufel y Arod, y el tercero era un hermoso animal, mucho más grande que los otros, y que corría como el viento.
- "Este es Sombragris, el mejor caballo de la Marca, antes montura de Théoden, pero ahora llevará al Caballero Blanco. Su velocidad no tiene igual. Iré con Gimli en él, si lo permite, y ustedes nos seguirán en dirección a Edoras", dijo Gandalf, quien, uniendo la acción con la palabra, montó a Sombragris, subiendo con el a Gimli, y partió velozmente al país de los Rohirrim.
Legolas y Aragorn subieron a sus caballos. Aragorn miró entonces al elfo, quien se había quedado triste desde que oyó el mensaje de la Dama del Bosque.
- "Hermoso mío, lo que ve el Espejo de la Dama es uno de los muchos escenarios que depara el futuro. Y aún sea nefasto mi destino, lo afrontaré gustoso si estoy a tu lado. Pero oscuras son sus palabras, y cualquiera puede ser su significado", dijo Aragorn.
- "Lo sé, mi señor. Y no estaré triste si estás a mi lado. Mi corazón se alegra contigo.", dijo Legolas, sonriéndole con dulzura.
- "¡Vamos entonces! Pues mi espada extraña el clamor de la batalla, y desea atravesar orcos", exclamó Aragorn.
Y ambos partieron rumbo a Edoras.
TBC
