Théoden

Disclaimer: Es mi primera historia sobre LOTR. Ninguno de los personajes son míos, todos pertenecen al genio de Tolkien de quien soy una pobre imitación.

A/N: Con el perdón de Tolkien, aquí me voy a apartar del libro un poco, porque este capítulo esta basado mayormente en la película, con algunas escenas producto de mi perversa mente.

Pronto Legolas y Aragorn alcanzaron a Gandalf, quien había pedido a Sombragris aminorar el paso y esperar a sus amigos.

Ya se veía el humo en los techos de Edoras, que presagiaba la próxima batalla. A lo lejos, el techo del palacio dorado de Meduseld, donde vivía Théoden, resplandecía a la luz del sol.

Theóden era el Rey de la Marca, y era un rey muy querido y respetado por su pueblo. Sin embargo, algo había cambiado en él. Al producirse la traición de Saruman, éste colocó un espía en la corte de Théoden, para envenenar la mente del anciano rey con sus intrigas.

En efecto, Gríma, Lengua de Serpiente, había cumplido muy bien su cometido, pues logró poner al rey en contra de sus sobrinos, a quienes quería como sus hijos, y quienes lo querían a él también. Así, Éomer, Tercer Mariscal de la Marca, y sobrino del rey, había discutido con su anciano tío antes de salir a patrullar las fronteras, poco antes de encontrarse con Aragorn. En cuando a Eowyn, su hermana, habia quedado al cuidado de su tío, ya que por ser mujer, no se le permitía luchar.

Théoden, quien antaño había sido amigo de Gandalf, habiéndole prestado incluso a Sombragris, cuando el mago escapó de Orthanc, ahora, envenenado por las intrigas de Gríma, consideraba a Gandalf enemigo, y portador de malas noticias.

Así llegaron Gandalf y sus compañeros a las puertas de Edoras, y fueron recibidos por los guardias, quienes, después de interrogarlos y consultar en el palacio, los hicieron pasar y los guiaron hasta Meduseld.

Mientras se dirigían al palacio, pudieron ver la ciudad. Las casas estaban cerradas, la poca gente que había en las calles se quedaba mirándolos, pues nunca habían visto a un hombre, un elfo y un enano cabalgando juntos. Les llamaba especialmente la atención la belleza de Legolas, ya que habían oído de los elfos, pero jamás habían visto uno.

Una vez en el palacio, los guardias de la puerta les dijeron que el Rey Théoden los recibiría, sin embargo tendrían que dejar sus armas por órdenes de Gríma. Legolas entregó su daga, arco y flechas, recomendando que los cuidasen pues eran un regalo de la Dama del Bosque.

Aragorn, sin embargo, se resistía a desprenderse de Andúril, pero a instancias de Gandalf, finalmente lo hizo, colocándola él mismo apoyada al muro, junto a las cosas de Legolas, y advirtiendo que sobrevendrían grandes desgracias si alquien que no fuese el Heredero de Isildur la tocaba. Luego, Gimli entregó su hacha, y Gandalf su espada Glamdring, mas conservó su bastón, que, según dijo, le servía de apoyo en su vejez.

Fueron conducidos por Háma, el Ujier de Armas del rey, hacia la sala donde se encontraba éste. Allí, sobre una plataforma con tres escalones, se levantaba un trono de oro, en el cual se hallaba sentado un anciano encorvado, de cabellos blancos, sobre los cuales tenía puesta una corona de oro con un diamante. A su lado se encontraba la Dama Eowyn, vestida de blanco, y al pie del trono se hallaba Gríma.

Gandalf habló entonces:

- "Salve Théoden, hijo de Thengel. He regresado como prometí, a traer ayuda y consejo en estos tiempos oscuros"

Sin embargo, Théoden había sido envenenado por las intrigas de Gríma, quien llamó a Gandalf Cuervo de la Tempestad, ya que siempre aparecía para traer malas noticias, se levantó diciendo que no eran bienvenidos.

- "Habéis hablado bien mi señor", dijo Gríma, levantándose a su vez, -"¿qué ha traído este vagabundo sino malas noticias? Acabáis de perder a vuestro hijo, nos anuncian que el mal ha desperado en Mordor, y en este nefasto momento elije volver, trayendo a estos tres vagabundos vestidos con harapos, siendo él mismo el más harapiento de los cuatro".

Al oír esto, Gandalf se irguió y respondió:

- "¿Vagabundos dices?, pocas veces Rohan tuvo el honor de recibir huéspedes semejantes. Grises son las ropas que llevan, pues han sido vestidos por los elfos del Bosque Dorado, y sus hazañas en batalla harían palidecer a cualquier guerrero. Se trata de Aragorn, hijo de Arathorn y heredero de Isildur, Legolas el elfo, hijo de Tharanduil y príncipe del Bosque Oscuro, y Gimli el enano, hijo de Glóin. De manera que guarda tu lengua bífida detrás de los dientes. No me he salvado del fuego para cambiar palabras con un sirviente"

Gandalf levantó su vara, y se irguió cubierto de luz. Gríma trató de huir, mas fue detenido por Gimli. Entonces Gandalf conjuró sus poderes para hacer ver la luz nuevamente a Théoden, y logró librarlo del hechizo de Saruman.

El anciano rey cayó al suelo, siendo levantado por Eowyn. Abrió los ojos lentamente, reconociéndola, pues la bruma que había en su cerebro se disipaba. Entonces sonrió, y las arrugas que habían en su rostro desaparecieron en su mayoría. Se puso de pie y empuñó su espada.

El Rey había vuelto.

Entonces, Gandalf lo llevó afuera, en el pórtico, desde donde se podía contemplar Rohan, tomando ambos asiento en el sitial de piedra que allí había. Sus compañeros lo siguieron, permaneciendo de pie, cerca de allí. Ninguno de ellos había dicho una palabra, por recomendación del mago; sin embargo, Legolas estuvo a punto de hacerlo, al oír llamar vagabundo a Aragorn.

Lo que allí hablaron, nadie lo supo. Pero luego de eso, el rey comprendió la gravedad de la situación, y mandó traer a Éomer, a quien mantenían prisionero por consejo de Gríma.

Grande fue la alegría de Háma cuando le ordenaron liberar a su camarada y llevarlo a presencia del rey. Éomer entonces se arrodilló ante su tío, regocijado como todos por la recuperación de su soberano. Así, fue reinvindicado como Tercer Mariscal de la Marca.

Luego, Théoden mandó traer a Gríma. Pero no lo mató, por consejo de Gandalf. En lugar de esto, le proporcionaron un caballo para que fuera donde quisiese. Gríma se apresuró a volver junto a Saruman.

*************** LOTHLORIEN *************** Galadriel contemplaba preocupada el espejo de agua. Cosas inquietantes en él se veían: Frodo corría el peligro de la traición de Gollum, Saruman había traicionado a su vez al Señor Oscuro, y preparaba un ejército que marcharía contra Rohan primero, y después contra Gondor. Pero lo que más la preocupaba era una visión sobre Arwen, que ella misma no podía entender...

Hacía una semana que Haldir había partido con cien de los mejores arqueros de Lórien. Sólo esperaba que llegaran a tiempo.

El guardián del Bosque Dorado había recibido con agrado la noticia, ya que prefería la acción a la espera. Y además, tendría la oportunidad de volver a ver a aquél que lo había cautivado.

*************** EDORAS *************** El momento de las decisiones había llegado. Conferenciaron acerca de lo que podrían hacer, y finalmente el Rey ordenó que se evacuara la ciudad, y que todos se dirigieran al Abismo de Helm, en el cual se alzaba la fortaleza de Cuernavilla. El mismo partiría a librar esa batalla y defender a su pueblo.

Entonces, Théoden les mostró que la hospitalidad de los hombres de la Marca seguía siendo la misma de antaño, ya que, consciente de que sus huéspedes habían cabalgado varias horas sin descanso, mandó a servir la comida sentándolos junto a él. Además, hizo que preparasen las habitaciones, pues descansarían allí unas horas, mientras se hacían los preparativos para la partida.

Durante la comida, la Dama Eowyn sirvió una copa de vino, brindando en honor a su tío. Al acercarse a llenar el vaso de Aragorn, su mano lo rozó, y el sintió como ella temblaba. Así la vio, hermosa y fría. Pero su corazón pertenecía a otro, que en ese momento había dejado de charlar con Gimli, y lo miraba en silencio. Bebió de la copa, pero ya no sonreía, pues había visto tristeza tanto en los ojos de Eowyn como en los de Legolas.

Ni Aragorn ni Gandalf estuvieron de acuerdo con la decisión del rey sobre la retirada al Abismo de Helm. Sin embargo, era la voluntad del rey, y estaban en su reino. Gandalf montó en Sombragris y partió hacia el oeste a buscar más ayuda, pidiendo a Aragorn que resistan hasta su regreso.

*************** RIVENDELL *************** Glorfindel había llegado finalmente a Rivendel, trayendo alarmantes noticias: la Comunidad había perdido a Gandalf, y los mensajeros alados de Galadriel habían visto orcos en Isengard.

Arwen acababa de leer la misiva de Aragorn, y no hizo más que confirmar sus sospechas. El mensaje era amable y cariñoso, pero no tenía ninguna palabra de amor, ni alusión a su promesa. Tampoco hablaba de Legolas.

Desesperada, fue a su habitación e inmediatamente sacó el objeto que guardaba celosamente, en una pequeña cámara de la pared, oculta por un cuadro. Se trataba del tercer anillo de poder entregado a los elfos. Este anillo había estado en poder de su padre, hasta que ella lo encontró, poco antes de que Bilbo llegara. Elrond no se había percatado de su pérdida, pues no lo utilizaba jamás, y lo había tenido guardado dentro de un cofre.

Arwen se puso el anillo, y, sin estar muy segura de lo qué hacía, se dirigió a la habitación de su padre, que guardaba allí numerosos libros y objetos que eran conocidos por pocos elfos.

Buscó varios textos antiguos, y finalmente encontró lo que buscaba.

Elrond, mientras tanto, celebraba un consejo, con sus hijos gemelos Elladan y Elrohir, Glorfindel y los otros elfos de más edad que vivían en Rivendel. En el consejo, se decidió que los gemelos irían a buscar a los dúnadan, de quien Aragorn era líder, y los llevarían a Gondor, que era donde probablemente se encontraba el Heredero de Isildur, para ofrecerle su ayuda en la batalla que sin duda allí se efectuaría. Los hermanos de Arwen partirían al amanecer.

Arwen entonces dedicó esa noche a preparar un obsequio para su prometido, confiando en que lo recibiese a tiempo.

*************** EDORAS *************** Después de la comida, y mientras se hacían los preparativos para la evacuación de la ciudad, Aragorn, Legolas y Gimli se dirigieron a sus habitaciones, aprovechando para descansar unos momentos y asearse, antes de partir a la primera batalla de la guerra que libraban con el Señor Oscuro.

Legolas entró en su habitación, amplia y bien amoblada. En el baño había una tina preparada por los sirvientes, así que se despojó de sus vestiduras para tomar un baño. Lentamente, fueron cayendo al piso las prendas, y el elfo se irguió, desnudo y espléndido, mientras deshacía las trenzas de sus cabellos.

Pensaba en lo que había visto en la corte de Théoden, y también en las miradas que la Dama Eowyn diera a Aragorn durante la cena. Era inevitable, se decía, que se sintiera atraída por el dunadan, tan apuesto, noble y valiente. El mismo sentía eso, y no podía reprochárselo a ella. Lamentaba no poder estar al lado de su adorado, pues no era prudente, con el palacio lleno de soldados.

Entró en la tina, entregándose completamente a la caricia del agua. Quería aprovechar este momento de descanso al máximo. Fue quitándose poco a poco la suciedad del camino, haciendo que su piel se viera más blanca y tersa aún. Frotó sus dorados cabellos con un compuesto de hierbas, que producían una espuma deliciosa. Cerró los ojos, mientras se lavaba el cabello, perdido en sus pensamientos.

De pronto, sintió que se abría la puerta, y Aragorn, vestido con una túnica negra, y con los cabellos húmedos, pues también había tomado un baño, le dijo con afecto:

- "Veo que necesitas ayuda, mi bello príncipe", al tiempo que se acercaba, tomando asiento en el borde de la tina.

- "Tu ayuda es bienvenida, mi señor", respondió el elfo.

Entonces, las manos de Aragorn empezaron a lavarle los cabellos, quitando todo rastro de suciedad. Legolas tenía los ojos cerrados mientras sentía esa caricia secreta, y sentía crecer su deseo de tocar a su amado.

Aragorn terminó de lavar los rubios cabellos, y tomó la esponja para, lentamente, frotar la espalda de Legolas, y luego su pecho, acariciando los firmes músculos del elfo, quien suspiraba con los ojos cerrados. Aragorn usaba ambas manos, tratando de mantener el equilibrio, pues había llegado en su exploración a la mata de vello dorado en el sexo de su amado, que ahora se estremecía de placer.

De pronto, sintieron un golpe en la puerta, y se sobresaltaron tanto, que Aragorn cayó a la tina. El ruido hizo que el intruso abriera la puerta apresuradamente, pensando que quizá Legolas se hallaba en algún peligro.

Gimli entró con el hacha en la mano, pero la dejó caer cuando encontró a un montaraz empapado que salía de la tina, y a un elfo rubio que no paraba de reír.

- "¡Elfo loco!", gruñó, recogiendo el hacha. - "y en cuanto a ti, hijo de Arathorn, Théoden envía a buscarte, pues desea verificar los últimos preparativos para la partida". Y dicho esto, el enano se marchó rápidamente.

Legolas salió a prisa de la tina, tomando el lienzo que le alcanzó Aragorn para secarse. "Lástima", dijo, pues no podían distraerse de la batalla que se aproximaba.

Aragorn lo besó en los labios antes de salir a su propia habitación para cambiarse apropiadamente.

TBC