9 Perdido para siempre
Disclaimer: Es mi primera historia sobre LOTR. Ninguno de los personajes son míos, todos pertenecen al genio de Tolkien de quien soy una pobre imitación.
A/N: Este capitulo está basado en la película.
Muchas gracias a Legolas17, por los hermosos dibujos, que iré poniendo en los capítulos que vienen.
***************
Edoras *************** Haldir y los arqueros de Lórien llegaron a Edoras. Habían navegado por el Anduin, siguiendo la misma ruta que la Comunidad, y luego marchando sin descanso en su prisa por llegar a tiempo.
Edoras parecía la ciudad de la muerte, todo era desolación. Sin embargo, no había cadáveres, aunque las viviendas habían sido saqueadas y quemadas.
Era evidente que la ciudad había sido evacuada horas antes del saqueo, aunque los orcos se habían desquitado con lo poco que quedó. Haldir sintió encogerse su corazón pensando en lo que hubiera pasado si esas espantosas criaturas hubiesen atrapado a un elfo de rubios cabellos y poseedor de una belleza sin igual...
Llamó a los Galadhrim, ordenándoles agruparse y continuar la marcha, pues nada podían hacer allí. Para él era natural dar órdenes, era el guardián de Lórien y persona de confianza de la Dama y el Señor del Bosque Dorado desde hacía un milenio. Gallardo, frente a los arqueros, discutía con Rúmil la ruta a seguir, tan concentrado que ni siquiera notó la mirada de adoración que le daba Finwë, el más joven de los elfos que lo acompañaban.
Siguieron el rastro de los orcos, sabiendo que se dirigían al Abismo de Helm, pues allí había una fortaleza usada contra los enemigos en tiempos remotos. Los elfos marchaban a pie, manteniendo un trote ininterrumpido, mientras Haldir enviaba a los exploradores por delante.
Él mismo marchaba al frente, en su prisa por cumplir el encargo de sus señores, y el de su propio corazón.
***************
Isengard *************** - "Théoden se moverá. No esperará en Edoras a tu ejército", dijo Gríma - "se dirigirá al Abismo de Helm, donde está la fortaleza. Llevará incluso a las mujeres y niños allí". - "De modo que buscarán refugio en el Abismo de Helm", Saruman sonrió.
- "Los muros de la fortaleza son de roca sólida.sin embargo, hay un agujero en la base, del tamaño de un drenaje, pero aún si lograran pasar por allí, se necesitarían al menos trescientos soldados para la pelea", continuó Gríma, intrigado por un polvo oscuro que Saruman había estado preparando. ¿Cómo el fuego derrotaría a la piedra?, tenía fe en la magia de Saruman, pero habían cosas que su mente no lograba entender.
Saruman sabía que una vez abierta la pared de piedra, lo demás sería sencillo. Condujo a Gríma al balcón de la torre, desde donde se podía ver a un ejército de mil hombres y uruk-hai. Vitorearon la aparición de su líder, quienes los arengó, ordenándoles partir al Abismo de Helm y no dejar nada con vida.
El ejército partió. Llegarían al siguiente día.
***************
Camino al abismo *************** El éxodo se reanudó con prisa, pues los exploradores traían noticias de que sus perseguidores se acercaban rápidamente.
Legolas se mantenía apartado del resto, constantemente observando el horizonte, hasta donde su penetrante vista podía llegar. También observaba a Aragorn, su amado parecía angustiado por algo, y constantemente sus miradas se encontraban, mas no podrían hablar a solas hasta que ese difícil momento haya pasado.
Aragorn marchaba con Eowyn, quien le preguntó sobre el relicario, trayéndole nuevamente el ingrato recuerdo de aquella aterradora pesadilla. Al menos su elfo se encontraba bien, hasta donde podía verlo, aunque no había hablado con él en toda la mañana.
Habían caminado varias horas, durante las cuales Gimli se había encargado de entretener a la Dama Eowyn, con anécdotas acerca del elemento femenino de su raza, complementados por ocasionales comentarios de Aragorn, causando la risa de la dama y de los jinetes que los acompañaban, aligerando así la tensión de la marcha.
Háma subió a una colina pequeña, pues creyó haber visto que algo se movía. En cuestión de segundos, un espantoso wargo apareció, corriendo a atacarlo antes de que sus compañeros pudieran reaccionar. Entonces, una rubia figura se precipitó velozmente empuñando su daga y dio muerte al feroz animal. - "Un rastreador", gritó.
Aragorn comprendió enseguida, y gritó que ya venían. La batalla se aproximaba.
Théoden ordenó que los ancianos, mujeres y niños se dirigieran a la Puerta de Helm, guiados por Eowyn, quien al principio se negó, pues quería luchar, pero luego no tuvo más remedio que aceptar el pedido de su tío.
Los jinetes, guiados por Aragorn, Éomer y Théoden se dirigieron al galope a la colina, donde se hallaba el elfo, con el arco en las manos, listo para disparar.
Legolas observaba a la horda de criaturas inmundas, montadas en wargos. Era un ejército pequeño, pero peligroso. Apuntó al que parecía ser el líder, y con certera precisión lanzó la primera flecha. La criatura cayó muerta de su montura.
Luego siguieron otras flechas, hasta que llegaron los jinetes, con Gimli en el lomo de Arod. El caballo se acercó a su amo, que subió ágilmente, y continuó disparando desde allí.
La batalla se desarrollaba con intensidad. Los que iban a caballo utilizaban lanzas y espadas para cortar las cabezas de los enemigos; los que habían caído de sus monturas, continuaban luchando a pie, con flechas y espadas. Legolas no dejaba descansar a su arco, disparaba flecha tras flecha, sin errar en el blanco. Cuando su carcaj estuvo vacío, continuó luchando con su daga.
Gimli luchaba de pie, con su hacha. A pesar de su corta estatura, era un gran guerrero, de enorme fuerza y resistencia. Partió la cabeza de un hachazo a un enorme wargo, quien, para su mala suerte, cayó sobre él. Cuando trataba de quitarse al inmundo animal de encima, apareció su jinete, un horrible orco. Pero el enano fue rápido, y le quebró el cuello. Entonces, aliviado trató de salir de debajo de los cuerpos, pero quedó paralizado de terror cuando otro wargo le gruñó amenazadoramente, parado sobre los cadáveres de sus compañeros.
En ese momento, Aragorn cabalgaba decapitando orcos con la espada, y al ver a su amigo en peligro, galopó a toda velocidad blandiendo una lanza, y atravesó al wargo, salvando a Gimli justo a tiempo.
Continuó la lucha, siendo de pronto desmontado de Hasufel. Al perder su montura, trató de subir en el lomo de un wargo, luchando con su ocupante, quien en los forcejeos le arrancó el Evenstar. La manga de Aragorn había quedado atrapada en el arnés que llevaba la criatura, y mientras Aragorn luchaba con el orco jinete, era arrastrado por su montura. Finalmente, arrojó al orco herido mortalmente, mas cuando quiso liberar su brazo, no pudo hacerlo a tiempo, y fue arrastrado en cuestión de segundos a la quebrada que había al pie del risco.
En minutos la batalla concluyó. Los orcos fueron derrotados en su totalidad, pero los hombres de Rohan sufrieron también muchas bajas.
Legolas miró el campo de batalla. Una horrible sensación se había apoderado repentinamente de él, al no encontrar a Aragorn.
- "Aragorn", gritó mientras buscaba frenéticamente entre los despojos, pero él no estaba allí.
Gimli también había empezado a llamar al montaraz, uniéndose al elfo en su búsqueda. Entonces una risa ahogada llamó su atención. Era el orco a quien Aragorn había herido, quien a pesar de estar agonizante, se regocijaba de que su oponente también haya muerto.
- "Dime qué ha pasado y te ahorraré el sufrimiento", dijo el enano blandiendo su hacha. Legolas se acercó también.
- "muertooooo", siseó la criatura, - "arrastrado.cayó al abismo"
Legolas se acercó desesperado. No podía creer lo que decía aquél orco. Se arrodilló junto a él, tomándolo por los hombros.
- "¡MIENTES!", exclamó con un nudo en la garganta, incapaz de creer que su amado haya caído.
El orco trató de decir algo más, pero el esfuerzo fue demasiado, y murió. Legolas lo soltó, y notó que en la mano crispada de la criatura brillaba algo. Lo tomó y entonces sintió que su mundo se derrumbaba. ¡El Evenstar!, bien sabía que Aragorn jamás se desprendería de esa joya, a menos que.¡NO!...no quería pensarlo.no era posible, no Aragorn.
Con la joya en la mano, se acercó lentamente al borde del risco. Las huellas indicaban que se había arrastrado algo por allí. Théoden había oído todo, y junto con Gimli se acercó también al precipicio.
Legolas observó. El borde del risco era rocoso, y al fondo de la quebrada corría un arroyo. No había señales de Aragorn.
- "Ningún hombre sobreviviría a una caída así", pensaba el desolado elfo - "ni siquiera él.lo he perdido."
De pie junto a él, Théoden dio las órdenes a sus hombres.
- "Avancemos. Los lobos de Isengard no tardarán en volver. Dejen a los caídos" Estas palabras parecieron volver a la vida al elfo por un momento. (¡Dejen a los caídos!), pero, ¿cómo podría dejar a su amado?. Miraba impotente la quebrada.(¡Nadie sobrevive a una caída así!).sintió una mano solidaria que apretaba su brazo.(Théoden).
- "¡Vamos!", dijo compasivamente el viejo rey.
Théoden sintió lástima del elfo, tan seguro momentos antes durante la batalla, y ahora tan perdido. Una gran amistad debía unirlo con Aragorn, se dijo, y su pérdida debía de ser grande. Pero él mismo había perdido a su hijo recientemente, y no por eso podía permitirse flaquear ante su pueblo. Avanzó buscando su caballo para partir a la fortaleza.
Legolas miraba el precipicio, incapaz de moverse. Vio que Théoden se alejaba, sus ojos le mostraban simpatía. Debía creer que había perdido un amigo, ¡si supiera que había perdido su propia vida!, pues Aragorn era eso para él. (¡NO PUEDE ESTAR MUERTO!, ¡NO MI ARAGORN!). Sintió algo mojado en su rostro. No se había dado cuenta en qué momento había empezado a llorar. Ahora las lágrimas corrían incesantemente.
Gimli, mudo de dolor, contemplaba impotente el precipicio. Había perdido a su guía y compañero. Su corazón se encogió de dolor cuando miró al elfo, que con el rostro cubierto de lágrimas aferraba el Evenstar, acaso el último recuerdo de Aragorn, entre sus manos.
Él había sido testigo del amor de ambos, de la forma en que Legolas se había entregado a él, sin condiciones. Sabía que su amigo estaba destrozado, pero no podía dejarlo así.
- "¡Vamos!, nada sacaremos quedándonos", dijo el enano, tirando del brazo de Legolas, que parecía no oírlo. - "él lo hubiera querido así, que su muerte no sea en vano"
(¡Muerto!) El elfo no se movía. Algo lo tenía clavado en el piso de aquél lugar por donde había caído su adorado Aragorn. Entonces, como en un sueño, vio su rostro.(¡Continúa! Cumple su sueño, aunque él no esté para compartirlo. Le debes eso, te lo debes a ti. Sé digno de su amor)
Se dejó conducir dócilmente por Gimli. Los últimos jinetes abandonaban el campo. Arod se acercó a su amo, que montó como un sonámbulo, abrazándose al cuello del caballo.(¡Lo he perdido!). Arod relinchó suavemente, entendía la pena de su amo.permitió que subiera Gimli y lentamente los condujo con el resto de los jinetes.
Los hombres de Rohan, observaban pasar al elfo y al enano conducidos por Arod hacia adelante de la comitiva. Curtidos por las batallas, se sentían sorprendidos por la forma en que Legolas expresaba su dolor por el compañero caído. El hermoso elfo tenía una apariencia frágil, pero ellos habían podido comprobar su arrojo en la batalla. Los elfos eran conocidos como grandes guerreros, y Legolas hacía honor a ese nombre, por eso no comprendían del todo su pena. Más de uno sospechó que otro sentimiento, más fuerte que la amistad, había unido al elfo con ese hombre. Y algunos incluso, sintieron envidia.
Llegaron finalmente una hondonada ancha y verde entre las montañas, desde la cual un desfiladero se abría paso entre las colinas. Era Abismo de Helm, llamado así en recuerdo de un héroe de antiguas guerras, que había tenido allí su refugio. Ante ellos se alzaba la Puerta de Helm, cuyos muros de piedra rodeaban la torre de la fortaleza, llamada Cuernavilla. La muralla se extendía desde allí hasta el acantilado más austral, cerrando completamente la entrada al desfiladero. Ahora vivía allí Erkenbrand, quien al enterarse de la inminente guerra, había hecho reparar los antiguos muros y abrir los refugios en las cuevas del desfiladero.
Eowyn se encontraba ya allí, instalando a los ancianos, mujeres y niños en las cuevas atrás de los muros de piedra. Se inquietó al no ver a Aragorn, temiendo lo peor.
Gimli le confirmó su peor presentimiento. "Cayó", fue todo lo que dijo. La Dama de Rohan sintió un hondo dolor, que trató de no demostrar. Se dirigió a buscar a Legolas, a quien halló en la cuadra, con Arod. El elfo ya no lloraba, su rostro estaba sereno, pero había una expresión de infinita tristeza en sus ojos. Se abrazaron en silencio, compartiendo su pena por el caído, pero no había tiempo que perder, debían prepararse para defender la fortaleza del ataque del ejército de Saruman.
************************* En el campamento ************************* Haldir, mientras tanto, había llegado al lugar donde sus amigos habían acampado. Allí ordenó a su ejército hacer un alto para comer y descansar. Calculaba que llegarían al abismo al anochecer, si mantenían el paso que llevaban.
Parado en una colina observaba el camino, pero no logró ver nada. No sabía que en esa misma colina había estado parado Legolas durante toda la noche del día anterior, ni mucho menos la tristeza que embargaba al elfo rubio en esos momentos. Sus tropas se disponían a reanudar la marcha, ordenados en 4 columnas. Todos iban armados con arcos y flechas, y sus cabezas rubias brillaban al sol, excepto una. Sólo entonces reparó en un elfo bastante joven, de cabellos como el fuego y ojos color esmeralda, que se encontraba a la mitad de la formación, con el cabello atado con un lazo, a diferencia del peinado tradicional de los elfos de Lórien: una trenza que recogía los cabellos despejando la frente.
Recordó vagamente cómo hacía varias centurias, había acudido a rescatar a unos elfos atacados por orcos, a la entrada del Bosque Dorado, sin embargo había llegado demasiado tarde, y sólo pudo salvar al hijo de la pareja, quien había vivido en Lórien desde entonces. Aquéllos elfos venían del Bosque Encantado, muchísimo más lejos que la Comarca, y habían encontrado la muerte en el bosque, dejando a Finwë huérfano. Pensó también que quizás el elfo era demasiado joven para acompañarlos en una misión así, aunque él mismo lo había incluido porque demostró ser uno de los mejores arqueros de Lórien. "Como Legolas", pensó.
El recuerdo del elfo que le atormentaba el corazón le hizo aminorar el paso, siendo seguido por los Galadhrim. Entre las filas de arqueros, un joven elfo no dejaba de mirarlo.
TBC
Disclaimer: Es mi primera historia sobre LOTR. Ninguno de los personajes son míos, todos pertenecen al genio de Tolkien de quien soy una pobre imitación.
A/N: Este capitulo está basado en la película.
Muchas gracias a Legolas17, por los hermosos dibujos, que iré poniendo en los capítulos que vienen.
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Edoras *************** Haldir y los arqueros de Lórien llegaron a Edoras. Habían navegado por el Anduin, siguiendo la misma ruta que la Comunidad, y luego marchando sin descanso en su prisa por llegar a tiempo.
Edoras parecía la ciudad de la muerte, todo era desolación. Sin embargo, no había cadáveres, aunque las viviendas habían sido saqueadas y quemadas.
Era evidente que la ciudad había sido evacuada horas antes del saqueo, aunque los orcos se habían desquitado con lo poco que quedó. Haldir sintió encogerse su corazón pensando en lo que hubiera pasado si esas espantosas criaturas hubiesen atrapado a un elfo de rubios cabellos y poseedor de una belleza sin igual...
Llamó a los Galadhrim, ordenándoles agruparse y continuar la marcha, pues nada podían hacer allí. Para él era natural dar órdenes, era el guardián de Lórien y persona de confianza de la Dama y el Señor del Bosque Dorado desde hacía un milenio. Gallardo, frente a los arqueros, discutía con Rúmil la ruta a seguir, tan concentrado que ni siquiera notó la mirada de adoración que le daba Finwë, el más joven de los elfos que lo acompañaban.
Siguieron el rastro de los orcos, sabiendo que se dirigían al Abismo de Helm, pues allí había una fortaleza usada contra los enemigos en tiempos remotos. Los elfos marchaban a pie, manteniendo un trote ininterrumpido, mientras Haldir enviaba a los exploradores por delante.
Él mismo marchaba al frente, en su prisa por cumplir el encargo de sus señores, y el de su propio corazón.
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Isengard *************** - "Théoden se moverá. No esperará en Edoras a tu ejército", dijo Gríma - "se dirigirá al Abismo de Helm, donde está la fortaleza. Llevará incluso a las mujeres y niños allí". - "De modo que buscarán refugio en el Abismo de Helm", Saruman sonrió.
- "Los muros de la fortaleza son de roca sólida.sin embargo, hay un agujero en la base, del tamaño de un drenaje, pero aún si lograran pasar por allí, se necesitarían al menos trescientos soldados para la pelea", continuó Gríma, intrigado por un polvo oscuro que Saruman había estado preparando. ¿Cómo el fuego derrotaría a la piedra?, tenía fe en la magia de Saruman, pero habían cosas que su mente no lograba entender.
Saruman sabía que una vez abierta la pared de piedra, lo demás sería sencillo. Condujo a Gríma al balcón de la torre, desde donde se podía ver a un ejército de mil hombres y uruk-hai. Vitorearon la aparición de su líder, quienes los arengó, ordenándoles partir al Abismo de Helm y no dejar nada con vida.
El ejército partió. Llegarían al siguiente día.
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Camino al abismo *************** El éxodo se reanudó con prisa, pues los exploradores traían noticias de que sus perseguidores se acercaban rápidamente.
Legolas se mantenía apartado del resto, constantemente observando el horizonte, hasta donde su penetrante vista podía llegar. También observaba a Aragorn, su amado parecía angustiado por algo, y constantemente sus miradas se encontraban, mas no podrían hablar a solas hasta que ese difícil momento haya pasado.
Aragorn marchaba con Eowyn, quien le preguntó sobre el relicario, trayéndole nuevamente el ingrato recuerdo de aquella aterradora pesadilla. Al menos su elfo se encontraba bien, hasta donde podía verlo, aunque no había hablado con él en toda la mañana.
Habían caminado varias horas, durante las cuales Gimli se había encargado de entretener a la Dama Eowyn, con anécdotas acerca del elemento femenino de su raza, complementados por ocasionales comentarios de Aragorn, causando la risa de la dama y de los jinetes que los acompañaban, aligerando así la tensión de la marcha.
Háma subió a una colina pequeña, pues creyó haber visto que algo se movía. En cuestión de segundos, un espantoso wargo apareció, corriendo a atacarlo antes de que sus compañeros pudieran reaccionar. Entonces, una rubia figura se precipitó velozmente empuñando su daga y dio muerte al feroz animal. - "Un rastreador", gritó.
Aragorn comprendió enseguida, y gritó que ya venían. La batalla se aproximaba.
Théoden ordenó que los ancianos, mujeres y niños se dirigieran a la Puerta de Helm, guiados por Eowyn, quien al principio se negó, pues quería luchar, pero luego no tuvo más remedio que aceptar el pedido de su tío.
Los jinetes, guiados por Aragorn, Éomer y Théoden se dirigieron al galope a la colina, donde se hallaba el elfo, con el arco en las manos, listo para disparar.
Legolas observaba a la horda de criaturas inmundas, montadas en wargos. Era un ejército pequeño, pero peligroso. Apuntó al que parecía ser el líder, y con certera precisión lanzó la primera flecha. La criatura cayó muerta de su montura.
Luego siguieron otras flechas, hasta que llegaron los jinetes, con Gimli en el lomo de Arod. El caballo se acercó a su amo, que subió ágilmente, y continuó disparando desde allí.
La batalla se desarrollaba con intensidad. Los que iban a caballo utilizaban lanzas y espadas para cortar las cabezas de los enemigos; los que habían caído de sus monturas, continuaban luchando a pie, con flechas y espadas. Legolas no dejaba descansar a su arco, disparaba flecha tras flecha, sin errar en el blanco. Cuando su carcaj estuvo vacío, continuó luchando con su daga.
Gimli luchaba de pie, con su hacha. A pesar de su corta estatura, era un gran guerrero, de enorme fuerza y resistencia. Partió la cabeza de un hachazo a un enorme wargo, quien, para su mala suerte, cayó sobre él. Cuando trataba de quitarse al inmundo animal de encima, apareció su jinete, un horrible orco. Pero el enano fue rápido, y le quebró el cuello. Entonces, aliviado trató de salir de debajo de los cuerpos, pero quedó paralizado de terror cuando otro wargo le gruñó amenazadoramente, parado sobre los cadáveres de sus compañeros.
En ese momento, Aragorn cabalgaba decapitando orcos con la espada, y al ver a su amigo en peligro, galopó a toda velocidad blandiendo una lanza, y atravesó al wargo, salvando a Gimli justo a tiempo.
Continuó la lucha, siendo de pronto desmontado de Hasufel. Al perder su montura, trató de subir en el lomo de un wargo, luchando con su ocupante, quien en los forcejeos le arrancó el Evenstar. La manga de Aragorn había quedado atrapada en el arnés que llevaba la criatura, y mientras Aragorn luchaba con el orco jinete, era arrastrado por su montura. Finalmente, arrojó al orco herido mortalmente, mas cuando quiso liberar su brazo, no pudo hacerlo a tiempo, y fue arrastrado en cuestión de segundos a la quebrada que había al pie del risco.
En minutos la batalla concluyó. Los orcos fueron derrotados en su totalidad, pero los hombres de Rohan sufrieron también muchas bajas.
Legolas miró el campo de batalla. Una horrible sensación se había apoderado repentinamente de él, al no encontrar a Aragorn.
- "Aragorn", gritó mientras buscaba frenéticamente entre los despojos, pero él no estaba allí.
Gimli también había empezado a llamar al montaraz, uniéndose al elfo en su búsqueda. Entonces una risa ahogada llamó su atención. Era el orco a quien Aragorn había herido, quien a pesar de estar agonizante, se regocijaba de que su oponente también haya muerto.
- "Dime qué ha pasado y te ahorraré el sufrimiento", dijo el enano blandiendo su hacha. Legolas se acercó también.
- "muertooooo", siseó la criatura, - "arrastrado.cayó al abismo"
Legolas se acercó desesperado. No podía creer lo que decía aquél orco. Se arrodilló junto a él, tomándolo por los hombros.
- "¡MIENTES!", exclamó con un nudo en la garganta, incapaz de creer que su amado haya caído.
El orco trató de decir algo más, pero el esfuerzo fue demasiado, y murió. Legolas lo soltó, y notó que en la mano crispada de la criatura brillaba algo. Lo tomó y entonces sintió que su mundo se derrumbaba. ¡El Evenstar!, bien sabía que Aragorn jamás se desprendería de esa joya, a menos que.¡NO!...no quería pensarlo.no era posible, no Aragorn.
Con la joya en la mano, se acercó lentamente al borde del risco. Las huellas indicaban que se había arrastrado algo por allí. Théoden había oído todo, y junto con Gimli se acercó también al precipicio.
Legolas observó. El borde del risco era rocoso, y al fondo de la quebrada corría un arroyo. No había señales de Aragorn.
- "Ningún hombre sobreviviría a una caída así", pensaba el desolado elfo - "ni siquiera él.lo he perdido."
De pie junto a él, Théoden dio las órdenes a sus hombres.
- "Avancemos. Los lobos de Isengard no tardarán en volver. Dejen a los caídos" Estas palabras parecieron volver a la vida al elfo por un momento. (¡Dejen a los caídos!), pero, ¿cómo podría dejar a su amado?. Miraba impotente la quebrada.(¡Nadie sobrevive a una caída así!).sintió una mano solidaria que apretaba su brazo.(Théoden).
- "¡Vamos!", dijo compasivamente el viejo rey.
Théoden sintió lástima del elfo, tan seguro momentos antes durante la batalla, y ahora tan perdido. Una gran amistad debía unirlo con Aragorn, se dijo, y su pérdida debía de ser grande. Pero él mismo había perdido a su hijo recientemente, y no por eso podía permitirse flaquear ante su pueblo. Avanzó buscando su caballo para partir a la fortaleza.
Legolas miraba el precipicio, incapaz de moverse. Vio que Théoden se alejaba, sus ojos le mostraban simpatía. Debía creer que había perdido un amigo, ¡si supiera que había perdido su propia vida!, pues Aragorn era eso para él. (¡NO PUEDE ESTAR MUERTO!, ¡NO MI ARAGORN!). Sintió algo mojado en su rostro. No se había dado cuenta en qué momento había empezado a llorar. Ahora las lágrimas corrían incesantemente.
Gimli, mudo de dolor, contemplaba impotente el precipicio. Había perdido a su guía y compañero. Su corazón se encogió de dolor cuando miró al elfo, que con el rostro cubierto de lágrimas aferraba el Evenstar, acaso el último recuerdo de Aragorn, entre sus manos.
Él había sido testigo del amor de ambos, de la forma en que Legolas se había entregado a él, sin condiciones. Sabía que su amigo estaba destrozado, pero no podía dejarlo así.
- "¡Vamos!, nada sacaremos quedándonos", dijo el enano, tirando del brazo de Legolas, que parecía no oírlo. - "él lo hubiera querido así, que su muerte no sea en vano"
(¡Muerto!) El elfo no se movía. Algo lo tenía clavado en el piso de aquél lugar por donde había caído su adorado Aragorn. Entonces, como en un sueño, vio su rostro.(¡Continúa! Cumple su sueño, aunque él no esté para compartirlo. Le debes eso, te lo debes a ti. Sé digno de su amor)
Se dejó conducir dócilmente por Gimli. Los últimos jinetes abandonaban el campo. Arod se acercó a su amo, que montó como un sonámbulo, abrazándose al cuello del caballo.(¡Lo he perdido!). Arod relinchó suavemente, entendía la pena de su amo.permitió que subiera Gimli y lentamente los condujo con el resto de los jinetes.
Los hombres de Rohan, observaban pasar al elfo y al enano conducidos por Arod hacia adelante de la comitiva. Curtidos por las batallas, se sentían sorprendidos por la forma en que Legolas expresaba su dolor por el compañero caído. El hermoso elfo tenía una apariencia frágil, pero ellos habían podido comprobar su arrojo en la batalla. Los elfos eran conocidos como grandes guerreros, y Legolas hacía honor a ese nombre, por eso no comprendían del todo su pena. Más de uno sospechó que otro sentimiento, más fuerte que la amistad, había unido al elfo con ese hombre. Y algunos incluso, sintieron envidia.
Llegaron finalmente una hondonada ancha y verde entre las montañas, desde la cual un desfiladero se abría paso entre las colinas. Era Abismo de Helm, llamado así en recuerdo de un héroe de antiguas guerras, que había tenido allí su refugio. Ante ellos se alzaba la Puerta de Helm, cuyos muros de piedra rodeaban la torre de la fortaleza, llamada Cuernavilla. La muralla se extendía desde allí hasta el acantilado más austral, cerrando completamente la entrada al desfiladero. Ahora vivía allí Erkenbrand, quien al enterarse de la inminente guerra, había hecho reparar los antiguos muros y abrir los refugios en las cuevas del desfiladero.
Eowyn se encontraba ya allí, instalando a los ancianos, mujeres y niños en las cuevas atrás de los muros de piedra. Se inquietó al no ver a Aragorn, temiendo lo peor.
Gimli le confirmó su peor presentimiento. "Cayó", fue todo lo que dijo. La Dama de Rohan sintió un hondo dolor, que trató de no demostrar. Se dirigió a buscar a Legolas, a quien halló en la cuadra, con Arod. El elfo ya no lloraba, su rostro estaba sereno, pero había una expresión de infinita tristeza en sus ojos. Se abrazaron en silencio, compartiendo su pena por el caído, pero no había tiempo que perder, debían prepararse para defender la fortaleza del ataque del ejército de Saruman.
************************* En el campamento ************************* Haldir, mientras tanto, había llegado al lugar donde sus amigos habían acampado. Allí ordenó a su ejército hacer un alto para comer y descansar. Calculaba que llegarían al abismo al anochecer, si mantenían el paso que llevaban.
Parado en una colina observaba el camino, pero no logró ver nada. No sabía que en esa misma colina había estado parado Legolas durante toda la noche del día anterior, ni mucho menos la tristeza que embargaba al elfo rubio en esos momentos. Sus tropas se disponían a reanudar la marcha, ordenados en 4 columnas. Todos iban armados con arcos y flechas, y sus cabezas rubias brillaban al sol, excepto una. Sólo entonces reparó en un elfo bastante joven, de cabellos como el fuego y ojos color esmeralda, que se encontraba a la mitad de la formación, con el cabello atado con un lazo, a diferencia del peinado tradicional de los elfos de Lórien: una trenza que recogía los cabellos despejando la frente.
Recordó vagamente cómo hacía varias centurias, había acudido a rescatar a unos elfos atacados por orcos, a la entrada del Bosque Dorado, sin embargo había llegado demasiado tarde, y sólo pudo salvar al hijo de la pareja, quien había vivido en Lórien desde entonces. Aquéllos elfos venían del Bosque Encantado, muchísimo más lejos que la Comarca, y habían encontrado la muerte en el bosque, dejando a Finwë huérfano. Pensó también que quizás el elfo era demasiado joven para acompañarlos en una misión así, aunque él mismo lo había incluido porque demostró ser uno de los mejores arqueros de Lórien. "Como Legolas", pensó.
El recuerdo del elfo que le atormentaba el corazón le hizo aminorar el paso, siendo seguido por los Galadhrim. Entre las filas de arqueros, un joven elfo no dejaba de mirarlo.
TBC
