10 De vuelta a la vida

Disclaimer: Es mi primera historia sobre LOTR. Ninguno de los personajes son míos, todos pertenecen al genio de Tolkien de quien soy una pobre imitación.

A/N: Con el perdón de Tolkien, aquí me voy a apartar del libro un poco, porque este capítulo esta basado mayormente en la película, sin embargo, me he permitido hacer mi "propia interpretación" de las escenas.

Las aguas del Isen estaban agitadas, sin embargo se resistían a devorar un cuerpo inconsciente, como si un poder superior quisiera preservarlo. Lentamente lo fueron varando a la orilla pedregosa, donde quedó completamente inmóvil.

Aragorn se alejaba hacia las Tierras Imperecederas en una barca élfica, todo era paz para él ahora, sus heridas estaban curadas y la angustia había desaparecido. Se sintió complacido, había dado su vida en batalla, la forma más heroica de morir para un guerrero. Apoyado en la baranda del barco, contempló el puerto empequeñecido ya por la distancia. Una solitaria figura le llamó la atención. De pie sobre el muelle lo miraba extendiendo los brazos. Pudo ver su rostro a pesar de la distancia, porque sólo en los sueños ocurren estas cosas, ¿o era la muerte?. Sus cabellos rubios eran agitados por el viento, las lágrimas caían de sus mejillas mezclándose con el agua del mar que los separaba...en su boca se dibujaba una súplica...(¡vuelve a mí!).¡LEGOLAS!... repentinamente recordó quien era, lo mucho que faltaba por hacer...no podía abandonar aún la Tierra Media...¡no podía dejarlo!

Hasufel galopó de prisa y llegó junto a su amo. Trató de despertarlo, pero éste no se movía. Entonces se arrodilló y le empujó la cabeza con el hocico, al tiempo que relinchaba suavemente. Luego de un rato, sintió que el hombre respiraba agitadamente, y comenzaba a moverse. Despacio, una mano cogió su crin, aferrándose, mientras el resto del cuerpo utilizaba sus últimas fuerzas para montar. Hasufel esperó a que el jinete estuviera seguro, y con cuidado se puso de pie.

Aragorn en medio de su inconsciencia logró mantenerse sobre el caballo, que lo condujo rápidamente hacia el Abismo de Helm. Una nueva voluntad lo animaba, no podía desistir en ese momento, aún faltaba mucho por hacer...y no podría resistir la visión de esa desolada figura implorándole que regrese.

"Ya voy, Legolas", se decía para darse fuerzas, - "ya voy, mi amor"

******************************** Lugar de la primera batalla ******************************** Los Galadhrim llegaron al lugar donde se había librado la primera batalla con los orcos. Los cuerpos de los jinetes habían sido abandonados, así como los despojos de orcos y wargos. Seguramente la prisa por llegar al Abismo de Helm había impedido dar sepultura a los caídos, que en ese momento eran pasto de los buitres.

Asqueado ante aquel espectáculo, Haldir buscó rastros de sus amigos, y respiró aliviado al no encontrar señal alguna. Al menos Legolas estaba a salvo por ahora, y estaban a pocas horas de llegar a las puertas del abismo.

Finwë mientras tanto observaba la escena de la batalla, que tantos recuerdos le traía. Descendiente de los elfos Noldor, que regresaron de las Tierras Imperecederas para librar la Guerra de las Joyas con el traidor Melkor, su vida se había desarrollado en Bosqueverde el Grande, en la zona sur, llamada también el Bosque Mágico, pero él poco había disfrutado de la tranquilidad del bosque, pues poco después de su nacimiento, en la Tercera Edad del Sol, un poder maligno, llamado el Nigromante, se había apoderado de la parte meridional del bosque, construyendo la fortaleza de Dol Guldur, y hechizó todo el bosque, que pasó a llamarse el Bosque Negro o Bosque Oscuro.

Hordas de orcos y arañas atacaban a su pueblo sin misericordia, solamente los elfos de la zona nororiental, en el reino de Thranduil, podían hacer frente a la destrucción, preservando su zona del bosque.

Poco a poco fueron diezmando la población del Bosque Mágico, forzándolos a emprender un éxodo hacia nuevas tierras, sin embargo, fueron perseguidos también, ya que a los orcos les gustaban sus cabellos rojos y disfrutaban torturándolos lentamente antes de matarlos.

Así fue que Finwë y su familia llegaron a Lothlórien, huyendo de una horda de orcos asesinos. A sus llamadas de auxilio aparecieron los guardianes del bosque disparando sus certeras flechas sobre las bestias, pero fue demasiado tarde para sus padres. Al menos los orcos no se habían ensañado con sus cuerpos.

Finwë estaba tan asustado que no podía moverse, de modo que uno de los guardianes del bosque lo había tomado en brazos, y llevado a la ciudad de Caras Galadon, donde al fin había conocido la paz.

Aquél guardián era Haldir, y desde ese día, Finwë había sentido por él una admiración sin límites. Fue por eso que quiso ser arquero, esforzándose por ser uno de los mejores, y se sintió dichoso cuando Haldir lo escogió para esta misión por su destreza.

El elfo pelirrojo salió de su ensueño al oír a Haldir ordenarles marchar inmediatamente. Se colocó en su lugar, cubriéndose la cabeza con la capa élfica, al igual que sus compañeros, y después de darle una última mirada a Haldir, se concentró en avanzar.

************************************ La puerta de Helm ************************************ Aragorn se había recuperado en el trayecto a la puerta de Helm, gracias al lembas que providencialmente encontrara en la pequeña bolsa que llevaba dentro de la camisa. Las hojas que envolvían aquel pan élfico impidieron que se mojase, y el montaraz bendijo en silencio aquel alimento que tenía la propiedad de curar el cansancio y regocijar el espíritu.

En su camino había visto un ejército aproximarse, miles de soldados. Según sus cálculos llegarían al anochecer. Galopó rápidamente, hasta que finalmente llegó a una colina desde la cual se veía la fortaleza en todo su esplendor. Sonrió y galopó de prisa. Pronto estaría junto a Legolas.

Así llegó a la puerta de Helm, donde ya los soldados se encontraban vigilando el camino. Al reconocerlo le abrieron paso, y fue Gimli el primero en salir a su encuentro, abriéndose paso entre la multitud.

- "¿Dónde, dónde está?, voy a matarlo ", dijo el enano. Después agregó más seriamente, mientras Aragorn desmontaba - "eres el hombre más afortunado, y el más astuto y temerario que he conocido. Bendito seas amigo". Lo abrazó con afecto. - "él te espera", agregó en un susurro, para que nadie más pudiera oírlos.

Aragorn entró a la fortaleza de Cuernavilla, donde había gran actividad. En ese momento, todos se organizaban para la batalla, revisando las armas y fortificaciones. Avanzó entre la gente, buscando entre la multitud la cabellera de oro que tanto amaba. Al fin lo encontró. Se miraron fijamente, mientras se acercaban.

Legolas había estado preparando sus flechas, tratando de mantenerse ocupado para no pensar en Aragorn. Después de un rato, no lo resistió más y se puso de pie. Caminó por el patio y de pronto allí estaba él. Su corazón saltó de alegría mientras Aragorn se aproximaba ¡Cómo deseaba arrojarse en sus brazos! Pero sentía todas las miradas sobre ellos.

- "Llegas tarde", dijo el elfo, sonriéndole, mientras sus ojos brillaban de alegría. Aragorn tuvo que hacer un gran esfuerzo para reprimir el deseo de besarlo.

Entonces Legolas lo miró con detenimiento. Después de haber estado bajo el agua, y soportar una cabalgata de dos horas, el aspecto del montaraz no era precisamente agradable. El cabello sucio caía desordenadamente sobre su rostro, cubierto de sudor y rastros de lodo. Tenía la barba crecida, algo que a Legolas siempre le había fascinado, ya que los elfos no la tienen. Aún así, lo encontraba atractivo.

- "Luces horrible", le dijo en son de broma.

Aragorn lo miró desaprobadoramente. Luego sonrió, poniendo el brazo en el hombro del elfo. Legolas se veía tan hermoso como siempre, aunque algo en sus ojos le decía que había llorado.

En ese momento, Eowyn los vio y quiso correr hacia Aragorn, en su alegría de verlo con vida, pero algo la detuvo. Era la forma en que la pareja se miraba, como si no existiese nada en el mundo más que ellos. Sorprendida, se quedó a lo lejos observándolos.

- "Esto es tuyo, mi señor", susurró Legolas en élfico, entregándole el Evenstar. Sus manos se tocaron y ninguno de los dos quería romper ese contacto.

- "Gracias, hermoso mío", respondió Aragorn a su vez, en el hermoso idioma de su amado. "su lugar ya no está junto a mi corazón". Tomó la joya, y en vez de colgarla en su pecho como antes, la guardó en uno de sus bolsillos, sin dejar de mirar a Legolas que le sonreía con dulzura.

En ese momento, ambos vieron a Eowyn, que los miraba apenada. Había comprendido que Aragorn nunca sería suyo.

Aragorn entonces pidió ver al rey, y se dirigió a la sala donde Théoden se encontraba discutiendo la estrategia defensiva con Éomer. Con ambas manos empujó la puerta y entró seguido por Legolas.

Théoden se sorprendió al ver a Aragorn con vida. Ciertamente, el Heredero de Isildur tenía muchos recursos. Con preocupación oyó las noticias que le traía, un ejército con más de 10,000 uruk-hai armados se acercaba. Un ejército creado con el sólo propósito de destruir a los hombres. Llegarían al anochecer.

- "¡Que vengan", exclamó el obstinado rey, saliendo a pasar revista a las defensas. Ordenó que todo hombre capaz de portar armas se prepare para la batalla, ya que no habían suficientes soldados para hacer frente al formidable ejército de Saruman.

Aragorn, Legolas y Gimli lo seguían. Llegaron así al muro de piedra.

- "Cubriremos la empalizada y la puerta desde arriba", decía Théoden. - "ningún ejército ha penetrado nuestras defensas, ni puesto el pie en nuestra villa". - "No es una manada descerebrada de orcos", protestó Gimli, - "estos son Uruk-hai, su armadura es gruesa y sus escudos fuertes", agregó.

Théoden se acercó a él.

- "He librado muchas batallas, señor enano. Sé como defender mi propia plaza", replicó el rey, retirándose.

Aragorn y Legolas lo siguieron. El elfo apretó el brazo de su amigo antes de salir.

- "Irrumpirán en esta fortaleza como el agua entre las rocas. Los orcos de Saruman saquearán todo, ya los he visto obrar. ", Aragorn trataba en vano de convencer al rey.

- "Los campos pueden ser resembrados y las casas reconstruidas. Tras estos muros contendremos la embestida", replicaba obstinadamente Théoden, avanzando sin mirarlo.

- "No vienen a Rohan a destruir cultivos y casas...vienen a destruir a su pueblo, hasta el último niño", contestó Aragorn.

El rey entonces dio la vuelta y lo tomó por el brazo.

- "¿Qué esperas que haga?. Mira a mis hombres, su coraje pende de un hilo. Si esto es nuestro fin, haré que rubriquen un final que permanezca en las memorias", dijo Théoden, alejándose luego. Mas Aragorn replicó:

- "Envíen emisarios, mi señor. Deben pedir ayuda"

- "¿Quién acudirá? ¿elfos? ¿enanos? No somos tan afortunados en amigos como tú. Las viejas alianzas han muerto. Tampoco Gondor vendrá.", y sin más, el rey se alejó.

Eowyn mientras tanto, organizaba a los ancianos, mujeres y niños para que fueran a los refugios de las cavernas de Aglarond, que se encontraban debajo de la fortaleza.

Las familias se separaban, los hijos mayores eran llamados a manejar las armas, junto con sus padres. Los soldados repartían armas, no había tiempo que perder.

Aragorn decía preocupado - "Niños y viejos, estos no son soldados"

- "La mayoría ha visto muchos inviernos" dijo Gimli - "o muy pocos", replicó Legolas.

- "Míralos", continuó el elfo, - "están aterrados, se les ve en los ojos. Y con razón".

Aragorn lo miró. Él también sentía la angustia y la impotencia, pero sabía que Théoden tenía razón. Gondor no acudiría en su ayuda, y para que los pueblos de los elfos y los enanos lo hicieran, deberían haberla solicitado con semanas de anticipación, ya que por la distancia, no era posible que ningún ejército los socorriera, a menos que viniera por los aires. Si debían morir, lo harían luchando.

Legolas continuó en élfico

- "Trescientos contra diez mil!"

- "Tienen más esperanza de defenderse aquí que en Edoras", respondió Aragorn, tratando de calmar a su amado, ya que veía la desesperación apoderarse de él, ante la impotencia de no poder hacer mucho para ayudar a aquéllas gentes.

- "Aragorn, ellos no pueden ganar esta pelea, ¡Todos van a morir", exclamó Legolas, casi gritando.

- "Entonces moriré como uno de ellos", gritó Aragorn. ¿Cómo era posible que después de todo lo que había pasado, su elfo perdiera la fe?, se alejó a revisar los muros exteriores.

Legolas hizo ademán de seguirlo, pero fue detenido por Gimli. - "Déjalo que se vaya, muchacho. Déjalo"

Los preparativos continuaban, mientras anochecía. Las antorchas eran llevadas a la empalizada y puestas también en los patios interiores.

Aragorn se encontraba sentado, observándolo todo. ¡Cuánta desesperanza había en aquel pueblo! No tenían suficientes guerreros, sin embargo ancianos y niños irían al combate para morir con honor por su rey. Él los acompañaría también, así lo había decidido, ¡pero Legolas! Él no merecía morir en una lucha que no era la suya. Pero el elfo era valiente y obstinado, y no rehuiría la batalla. Una vez más, las imágenes de aquel aterrador sueño lo asaltaron. No había día que no pensara en eso, y su deseo de proteger a Legolas crecía cada día más.

Se dirigió a la armería para colocarse la cota de malla que necesitaría para la lucha. Arregló sus ropas y se ciñó la espada. De pronto, un brazo lo detuvo con suavidad. Era Legolas. Aragorn se acercó a su elfo.

- "Mi señor, confiamos en ti. Te acompañaremos. Iré contigo hasta el final", dijo Legolas dulcemente. Luego lo miró a los ojos. - "Perdóname, me equivoqué".

Aragorn lo miró conmovido. Sabía cuán difícil había sido para el orgulloso príncipe pedirle perdón. Lo amó más aún por eso, y cariñosamente, tomándolo del brazo, le dijo:

- "No hay nada que perdonar, Legolas"

Se dieron un abrazo de guerreros, aunque ambos hubieran querido un abrazo de amantes. En ese momento, apareció Gimli, con una cota de malla que le quedaba demasiado grande.

Entonces oyeron un cuerno, y corrieron a la puerta. - "Eso no es un cuerno de orco", dijo Legolas, sintiendo renacer la esperanza.

TBC