11 La Batalla del Abismo
Disclaimer: Es mi primera historia sobre LOTR. Ninguno de los personajes son míos, todos pertenecen al genio de Tolkien de quien soy una pobre imitación.
A/N: Con el perdón de Tolkien, aquí me voy a apartar del libro un poco, porque este capítulo esta basado mayormente en la película, de la cual he pirateado vilmente la mayoría de los diálogos, sin embargo, me he permitido hacer mi "propia interpretación" de las escenas. No pienso matar a Haldir, eso es definitivo. Además, el aquí es mensajero de la Dama Galadriel, puesto que Elladan y Elrohir vienen luego con su propio ejército (de acuerdo con el libro).
Los soldados que vigilaban la entrada a la Puerta de Helm observaron sorprendidos un ejército que se aproximaba, tocando un cuerno y empuñando estandartes con insignias que les eran desconocidas. Inmediatamente llamaron al rey, al tiempo que abrían el portón. ¡Al fin los refuerzos habían llegado!, y aunque aún no sabían a quién agradecer, no por ello se alegraron menos.
Los recién llegados portaban arcos y sus rostros estaban cubiertos por capas élficas. Haldir iba delante, con la cabeza y el rostro descubiertos. El rey bajó inmediatamente a su encuentro.
- "¿Cómo es posible?", exclamó el sorprendido monarca.
- "Traigo un mensaje de la Dama Galadriel", respondió Haldir, saludándolo con una reverencia. - "Una vez existió una alianza entre hombres y elfos. Hace tiempo, peleamos y morimos juntos. Venimos a honrar esa alianza".
En ese momento llegó Aragorn, seguido por Legolas y Gimli. - "Mae govannon", dijo, al tiempo que abrazaba a Haldir. A pesar de que conocer su afecto por Legolas, Aragorn lo estimaba, pues lo conocía desde hacía mucho.
Haldir pareció un tanto incómodo por el abrazo de Aragorn, ¿no se suponía que eran rivales?, pero él también apreciaba al humano, y lo sabía comprometido con la hija de Elrond. Sonriendo, le devolvió el abrazo.
- "Son bienvenidos", agregó Aragorn.
Legolas se había acercado también a saludar a su amigo. Haldir lo hacía sentir incómodo con sus miradas y la forma irreverente que tenía de hablarle, pero era un elfo, y había llegado en el momento en que más lo necesitaban. Se abrazaron con alegría. Momentos antes, Legolas había estado diciendo a Gimli que hubiese dado lo que fuera por una docena de buenos arqueros de su pueblo. ¡Ahora tenía cien!.
Los elfos formaron ordenadamente siguiendo las indicaciones de Haldir, quien decía al rey:
- "Pelearemos con orgullo al lado de los hombres una vez más".
Legolas contemplaba a su amigo sonriendo. El pueblo de los elfos demostraba así su valentía y arrojo, y eso lo llenaba de orgullo. Entre las filas de arqueros, Finw? observaba al elfo que había conquistado el corazón de Haldir, preguntándose si sería merecedor de ese amor.
El rey y su séquito se quedaron en Cuernavilla, mientras los hombres de Éomer se apostaban también en la empalizada, en el Muro del Bajo, que tenía veinte pies de altura, y espesor suficiente como para que cuatro hombres caminaran de frente a todo lo largo del adarve, protegido por un parapeto desde el cual sólo podía asomarse un hombre muy alto.
Los arqueros, guiados por Aragorn, se apostaron también sobre el Muro del Bajo. Allí esperarían el ataque del ejército de Saruman. Todos los guerreros élficos llevaban cascos metálicos, con excepción de Haldir y Legolas, quienes tenían la cabeza descubierta.
Para llegar al Muro del Bajo, había que pasar una escalera que descendía desde una de las puertas del patio exterior de la fortaleza; otras tres escaleras subían desde el abismo a la muralla, la cual era lisa, y no había forma de encontrar algún punto de apoyo para el ascenso por allí.
Sus enemigos se acercaban, avanzando inexorablemente. En la empalizada todo era silencio, pues estaban a la espera de la orden de Aragorn para disparar. Sin embargo, Gimli, que se encontraba con Legolas, no conseguía ver nada debido a su corta estatura.
Aragorn se acercó a su elfo. Se miraron brevemente, entrelazando sus manos, conscientes de que quizá ninguno de los dos saliera vivo de ese enfrentamiento. Gimli los observó y dijo:
- "Ojalá la suerte que te mantiene vivo dure hasta después del anochecer"
Legolas miró a su amado, quien nada contestó. Pensaba en la pesadilla y temía por el elfo. En ese momento sonó un trueno a la distancia, iluminándoles los rostros.
- "Tus amigos están contigo, Aragorn", dijo con firmeza el elfo.
- "Ojalá que duren hasta después del anochecer", replicó mordaz Gimli.
Legolas sonrió tristemente. Aragorn se retiró a revisar las tropas nuevamente. La lluvia comenzó a caer como anticipándose a la batalla.
Los uruk-hai avanzaban portando antorchas, sin que la lluvia pareciera afectarlos. Iban armados con lanzas, espadas y ballestas, sus armaduras y escudos eran resistentes, su fuerza era impresionante. Eran guerreros creados para no sentir cansancio ni dolor, los guerreros que necesitaba Saruman para destruir la Tierra Media.
Finalmente, llegaron a la empalizada, y su líder subió en una pequeña colina, desde donde podía dar las órdenes. Aragorn a su vez, hablaba en élfico con los arqueros, quienes en su mayoría no conocían la Lengua Común.
- "¡No sean piadosos con ellos, porque ellos no lo serán con ustedes"
Los enemigos se encontraban formados frente a la empalizada, esperando las órdenes de su líder para atacar.
Gimli desesperado, trataba de mirar sobre el muro, preguntándole a su amigo elfo qué estaba sucediendo.
- "¿Tengo que describírtelo, o mejor traigo una caja?", respondió Legolas sonriendo. Era su oportunidad de vengarse de todas las veces que Gimli lo había interrumpido mientras estaba con Aragorn. El enano le lanzó una mirada furibunda.
El líder de los Uruk-hai dio la señal. Los guerreros rugieron y alistaron las armas. En la empalizada, Aragorn ordenó preparar los arcos, pero sin disparar aún. Sin embargo, Gamelin, uno de los soldados más ancianos, presa de los nervios, dejó salir la primera flecha, que se clavó en el corazón de una de las criaturas.
- "¡Alto!", gritó Aragorn. No deseaba enfurecer a aquellas bestias, ya que eso haría más difícil aún la defensa, pero el mal ya estaba hecho. El guerrero uruk-hai cayó pesadamente al suelo, en medio de los rugidos de odio de sus compañeros. Entonces el líder dio la orden, y una marea de criaturas empezó a avanzar hacia los muros de la fortaleza.
- "¡Prepárense para disparar!", ordenó Aragorn.
Los elfos tomaron posiciones, apuntando con sus arcos. Haldir se encontraba junto a Legolas, quien le informó - "La armadura es débil en el cuello y debajo del brazo"
- "¡Lancen las flechas!", gritó Aragorn una vez más, siendo seguido de una ráfaga de flechas élficas, que rápidamente abatieron a los enemigos más cercanos.
A su vez, Théoden ordenó a sus propios arqueros disparar. La batalla había comenzado.
Una tras otra las andanadas de flechas élficas se iban sucediendo, pero los enemigos eran muchos, y mientras unos caían, otros tomaban las ballestas abatiendo a su vez a los arqueros elfos. Los compañeros a ambos lados de Finw? cayeron por la empalizada, pero él siguió disparando. No le tenía miedo a la muerte, había vivido muchísimos años tan cerca de ella que acabó por acostumbrarse a la idea.
Los uruk-hai seguían avanzando, ya se encontraban bajo los muros de la empalizada, y empezaban a colocar las escaleras para tomar el muro.
Aragorn gritó "¡Traen escaleras!". Había llegado la hora de las espadas.
Uno tras otro los uruk-hai subían, siendo repelidos por los defensores en una feroz lucha. Gimli se econtraba feliz blandiendo el hacha en todas direcciones, mientras que Aragorn su espada Andúril tenían similar desempeño, al igual que Éomer y su espada Gúthwinë.
En dirección contraria, Haldir peleaba también. Finw? se encontraba a escasos metros de su líder, dispuesto a apoyarlo en cuanto sea necesario. En medio de la pelea, Haldir vio la mirada resuelta de ese misterioso elfo de cabellos de fuego, que peleaba con ardor con las inmundas bestias, y recordó cómo, años atrás, esos seres habían asesinado a sus padres delante de los ojos del joven elfo.
Gimli y Legolas luchaban juntos, en una competencia para ver quien abatía más enemigos. Sin embargo, el elfo llevaba ventaja, pues había empezado a disparar flechas mucho antes de que Gimli pudiera unirse a la lucha.
La desigual batalla continuó así por espacio de varios minutos. Parecía que los defensores podrían controlar la situación. Incluso el grupo de uruk-hai que trató de cruzar el puente de Helm en dirección a la puerta, fue repelido por los arqueros de Lórien.
Théoden se sentía aliviado. - "¿Esto es todo lo que puedes invocar, Saruman?", pensó el rey, sonriendo para sí.
En ese momento, los guerreros de Saruman llevaban tres objetos metálicos, que depositaron bajo el drenaje, en la parte central de la empalizada. Luego se retiraron, mientras uno de ellos avanzaba con una antorcha Aragorn, adivinando sus intenciones, gritó - "¡Túmbalo, Legolas¡", sólo confiaba en la puntería del elfo para detener esa amenaza.
Legolas obedeció inmediatamente, apuntó y disparó, hiriendo a la criatura en el hombro, sin embargo, ésta continuó avanzando. - "¡Mátalo!", gritaba Aragorn desesperadamente. El elfo disparó nuevamente, dando en el blanco, pero el uruk-hai agonizante se arrojó al drenaje. Había elegido bien su forma de morir.
Aragorn no se había equivocado. En ese momento, una gran explosión sacudió el muro hasta sus cimientos, abriendo una brecha en medio, que fue aprovechada por los uruk-hai para ingresar. Ahora la única defensa que quedaba era la fortaleza de Cuernavilla.
Cuerpos de elfos y humanos volaron por los aires, sacudidos por el impacto de la explosión. Aragorn cayó inconsciente, mientras Legolas trababa desesperadamente de encontrarlo en medio de la confusión.
Finw? se encontraba junto a Haldir, mientras observaban impotentes los estragos dejados por las armas de Saruman. Instintivamente, el elfo mayor tomó a Finw? del brazo, alejándolo del peligro.
Théoden ordenó a sus hombres defender la puerta de la fortaleza, utilizando troncos para evitar el ataque. Los soldados sobre el muro arrojaban rocas a los invasores, en un intento desesperado por defenderse.
Como una marea inmunda, las criaturas avanzaban por el foso, acercándose al sitio donde yacía Aragorn, quien en ese momento recobró el sentido, siendo su primer pensamiento para su elfo.
Gimli vio el peligro que corría su amigo, y valerosamente se arrojó sobre los uruk-hai blandiendo su hacha. Tras Aragorn, los guerreros elfos se hallaban preparados para repeler el ataque.
Aragorn se puso de pie al tiempo que gritaba "¡Al ataque! ", mientras los elfos lo seguían y comenzaba una lucha cuerpo a cuerpo, con espadas, lanzas y flechas. Legolas vio a Aragorn desde el muro, y bajó deslizándose por la escalinata de piedra, disparando sin cesar en su prisa por llegar junto a su amado.
Théoden miraba la lucha desigual con impotencia. Las fuerzas del enemigo, antes de disminuir, parecían acrecentarse; y nuevos refuerzos llegaban al valle y cruzaban el foso. Entonces el rey, desde la torre, llamó a Aragorn y le pidió que retrocedan a la ciudadela. Aragorn entendió que no tendrían muchas oportunidades si seguían luchando allí, los enemigos eran numerosos. Vio a Legolas luchando con la espada y una vez más temió por él. Ordenó entonces a los elfos retirarse y volver a la ciudadela.
Haldir peleaba también, con Finw? a su lado, cuando oyó la llamada del montaraz, y gritó a su vez a sus hombres que retrocedieran. En la confusión que siguió, fue atacado por un Uruk-hai, que le hizo perder el equilibrio. Esta desventaja fue aprovechada inmediatamente por otro enemigo, quien blandiendo su lanza se arrojó sobre él, pero en ese instante, una figura de cabello como el fuego se arrojó sobre Haldir, bloqueando la lanza con su propio cuerpo, al tiempo que Haldir volteaba y hundía la espada en el corazón del uruk-hai. Finw? cayó ensangrentado en los brazos de aquél al que acababa de salvar, la lanza lo había atravesado.
- "¡Vete!", susurró, mientras un hilo de sangre escapaba de sus labios.
- "No te dejaré aquí", dijo Haldir, que lo sostenía, mientras luchaba desesperadamente con la mano que tenía libre, hasta que Aragorn llegó a ellos, despejando el camino que llevaba a las escaleras.
Haldir subió con Finwë en sus brazos, sin embargo el elfo pelirrojo no se movía y apenas respiraba. No podía hacer más en ese momento, pues una horda de uruk-hai intentaba asaltar los muros de la fortaleza. Cuidadosamente, acostó a Finwë en la parte más oculta del muro, diciéndole al oído - "Resiste, volveré por ti", luego se alejó a seguir luchando.
Los soldados de Théoden reforzaban el portón de la ciudadela con troncos, sin embargo el ataque era inmenso. El rey en persona luchaba cuerpo a cuerpo con los invasores, sin embargo faltaba poco para que la puerta cediese.
Aragorn entonces intentó una maniobra desesperada, pidió al rey que detenga a los asaltantes todo el tiempo que sea posible, y de deslizó con Gimli por la puerta de atrás, para atravesar el foso y luchar con los que en ese momento se encontraban en el puente.
- "Arrójame", le dijo Gimli, - "no llego saltando, arrójame!", y añadió luego más despacio, "pero no le digas al elfo".
- "Ni una sola palabra", respondió Aragorn, alzándolo y arrojándolo al puente de piedra. El mismo se lanzó luego.
Allí bloquearon el ataque contra el portón, arrojando a los enemigos al foso. Los uruk-hai, sin embargo, estaban preparados, e inmediatamente lanzaron con ballestas enormes, cuerdas provistas de ganchos que se clavaron en los muros exteriores de la ciudadela, y empezaron a colocar las escaleras.
Legolas disparaba certeramente, cortando las cuerdas, pero los atacantes eran muchos para que tuviera éxito. Sus esfuerzos habían sido vanos, y pronto el enemigo tomó el portón, por cada escalera que caía, tres más se alzaban. Pronto el ataque fue incontenible.
El elfo corrió hacia el muro próximo a donde estaba Aragorn, luchando con Gimli en el puente, e inmediatamente les arrojó una cuerda. Aragorn se agarró de ella con una mano, mientras en la otra tomaba a Gimli, y lentamente fueron izados por el angustiado elfo. Sus manos sangraban, pero no dejaba de tirar de la cuerda, hasta que tuvo a su amado por un breve instante en sus brazos.
Théoden dio la orden de retirada, había renunciado a luchar, y todos se replegaron dentro de la fortaleza
- "Se acabo", la fortaleza ha sido tomada, dijo Théoden en la torre, último refugio que le quedaba.
Aragorn entró corriendo, seguido por Legolas y Gimli.
- "Usted dijo que no sería tomada si sus hombres la defendían", gritó Aragorn, - "la siguen defendiendo, han muerto defendiéndola"
Las mujeres y niños lloraban abrazándose. Los rumores de que la fortaleza había sido tomada llegaron incluso hacia ellos.
Los soldados luchaban bloqueando la puerta con troncos, mientras los arietes del enemigo arremetían sin piedad, sacudiéndola hasta sus mismos goznes.
En la torre, Aragorn preguntó - "¿No hay otra salida para sacar a las mujeres y niños?". Al no obtener respuesta, gritó - "¿No hay otra salida?
Lentamente, Háma le dijo
- "Hay un paso que lleva a las montañas pero no podrán llegar muy lejos, hay muchos uruk-hais"
- "Envia a las mujeres y niños al paso de la montaña y bloquea la entrada", ordenó Aragorn
- "Tanta muerte, qué pueden hacer los hombres contra tal odio", dijo amargamente el rey
- "Cabalgue conmigo", dijo Aragorn, - "cabalgue y hágales frente"
- "Por la muerte y la gloria", dudó Théoden
- "Por Rohan", exclamó Aragorn, - "¡por su puebloi"
Gimli se acercó a informarles que el sol estaba saliendo
Entonces las palabras de Gandalf vinieron a la memoria de Aragorn - "Llegaré con la aparición del alba del quinto día, al amanecer, miren hacia el este..." había dico el mago.
- "Si, si", dijo convencido Théoden, - "la trompeta de Helm Mano de Martillo sonará en el abismo una ultima vez"
- "¡Que esta sea la hora en que empuñemos espadas juntos!", respondió Aragorn
- "Actos siniestros despiertan, es tiempo de ira, tiempo de ruina, y un amanecer rojo", dijo Théoden colocándose el yelmo.
Aragorn susurró a Legolas en élfico. Su amante había estado tras él durante todo ese tiempo.
- "Hermoso mío, no tienes que hacer esto"
- "Mi señor, iré adonde tú vayas. No le temo a la muerte si la enfrento contigo", respondió el elfo.
Gimli toco el cuerno en el momento que finalmente caía la puerta
- "¡Adelante eorlingas¡". exclamó Théoden, apareciendo montado sobre su caballo, flanqueado por Aragorn y Legolas en los suyos, y así se lanzaron a librar la ultima batalla.
Los hombres de Helm y los jinetes que quedaban con vida se sintieron animados súbitamente al ver a su rey, y se lanzaron con ardor nuevamente a la batalla, desconcertando momentáneamente a los enemigos.
El rey cabalgaba con Aragorn, Legolas y los señores de la casa de Eorl. Avanzaron por el puente abatiendo enemigos, logrando llegar así hasta la empalizada. Sin embargo la enorme marea de criaturas no disminuía. De pronto, Aragorn miró sobre la montaña: un caballo blanco resplandecía en la cima del peñón.
¡Gandalf había vuelto! Tras el jinete, un millar de hombres a pie hacían resonar los cuernos. Un hombre recio y de elevada estatura marchaba delante de ellos.
- "!Erkenbrand!", gritaron los caballeros - "¡El señor de Helm ha vuelto!"
Todos sintieron renovadas sus energías, al sentir los aullidos de terror del enemigo, mientras eran cercados desde la fortaleza por los hombres de Rohan, y frente a ella por Erkenbrand.
Finalmente, la victoria era suya.
Los uruk-hai que pudieron escapar entraron al bosque, los hombres del oeste que se encontraban mezclados entre ellos, sollozando se rendían.
Los defensores se reunieron en medio del camino a la fortaleza, iluminada ya por los rayos del sol. Solo faltaba Haldir, quien en ese momento corría hacia el muro de Cuernavilla en busca de Finwë.
TBC
A/N: Es bastante tarde ahora, y aún no decido una cosa: ¿Finwë se salvará o morirá?, que piensan ustedes?
Disclaimer: Es mi primera historia sobre LOTR. Ninguno de los personajes son míos, todos pertenecen al genio de Tolkien de quien soy una pobre imitación.
A/N: Con el perdón de Tolkien, aquí me voy a apartar del libro un poco, porque este capítulo esta basado mayormente en la película, de la cual he pirateado vilmente la mayoría de los diálogos, sin embargo, me he permitido hacer mi "propia interpretación" de las escenas. No pienso matar a Haldir, eso es definitivo. Además, el aquí es mensajero de la Dama Galadriel, puesto que Elladan y Elrohir vienen luego con su propio ejército (de acuerdo con el libro).
Los soldados que vigilaban la entrada a la Puerta de Helm observaron sorprendidos un ejército que se aproximaba, tocando un cuerno y empuñando estandartes con insignias que les eran desconocidas. Inmediatamente llamaron al rey, al tiempo que abrían el portón. ¡Al fin los refuerzos habían llegado!, y aunque aún no sabían a quién agradecer, no por ello se alegraron menos.
Los recién llegados portaban arcos y sus rostros estaban cubiertos por capas élficas. Haldir iba delante, con la cabeza y el rostro descubiertos. El rey bajó inmediatamente a su encuentro.
- "¿Cómo es posible?", exclamó el sorprendido monarca.
- "Traigo un mensaje de la Dama Galadriel", respondió Haldir, saludándolo con una reverencia. - "Una vez existió una alianza entre hombres y elfos. Hace tiempo, peleamos y morimos juntos. Venimos a honrar esa alianza".
En ese momento llegó Aragorn, seguido por Legolas y Gimli. - "Mae govannon", dijo, al tiempo que abrazaba a Haldir. A pesar de que conocer su afecto por Legolas, Aragorn lo estimaba, pues lo conocía desde hacía mucho.
Haldir pareció un tanto incómodo por el abrazo de Aragorn, ¿no se suponía que eran rivales?, pero él también apreciaba al humano, y lo sabía comprometido con la hija de Elrond. Sonriendo, le devolvió el abrazo.
- "Son bienvenidos", agregó Aragorn.
Legolas se había acercado también a saludar a su amigo. Haldir lo hacía sentir incómodo con sus miradas y la forma irreverente que tenía de hablarle, pero era un elfo, y había llegado en el momento en que más lo necesitaban. Se abrazaron con alegría. Momentos antes, Legolas había estado diciendo a Gimli que hubiese dado lo que fuera por una docena de buenos arqueros de su pueblo. ¡Ahora tenía cien!.
Los elfos formaron ordenadamente siguiendo las indicaciones de Haldir, quien decía al rey:
- "Pelearemos con orgullo al lado de los hombres una vez más".
Legolas contemplaba a su amigo sonriendo. El pueblo de los elfos demostraba así su valentía y arrojo, y eso lo llenaba de orgullo. Entre las filas de arqueros, Finw? observaba al elfo que había conquistado el corazón de Haldir, preguntándose si sería merecedor de ese amor.
El rey y su séquito se quedaron en Cuernavilla, mientras los hombres de Éomer se apostaban también en la empalizada, en el Muro del Bajo, que tenía veinte pies de altura, y espesor suficiente como para que cuatro hombres caminaran de frente a todo lo largo del adarve, protegido por un parapeto desde el cual sólo podía asomarse un hombre muy alto.
Los arqueros, guiados por Aragorn, se apostaron también sobre el Muro del Bajo. Allí esperarían el ataque del ejército de Saruman. Todos los guerreros élficos llevaban cascos metálicos, con excepción de Haldir y Legolas, quienes tenían la cabeza descubierta.
Para llegar al Muro del Bajo, había que pasar una escalera que descendía desde una de las puertas del patio exterior de la fortaleza; otras tres escaleras subían desde el abismo a la muralla, la cual era lisa, y no había forma de encontrar algún punto de apoyo para el ascenso por allí.
Sus enemigos se acercaban, avanzando inexorablemente. En la empalizada todo era silencio, pues estaban a la espera de la orden de Aragorn para disparar. Sin embargo, Gimli, que se encontraba con Legolas, no conseguía ver nada debido a su corta estatura.
Aragorn se acercó a su elfo. Se miraron brevemente, entrelazando sus manos, conscientes de que quizá ninguno de los dos saliera vivo de ese enfrentamiento. Gimli los observó y dijo:
- "Ojalá la suerte que te mantiene vivo dure hasta después del anochecer"
Legolas miró a su amado, quien nada contestó. Pensaba en la pesadilla y temía por el elfo. En ese momento sonó un trueno a la distancia, iluminándoles los rostros.
- "Tus amigos están contigo, Aragorn", dijo con firmeza el elfo.
- "Ojalá que duren hasta después del anochecer", replicó mordaz Gimli.
Legolas sonrió tristemente. Aragorn se retiró a revisar las tropas nuevamente. La lluvia comenzó a caer como anticipándose a la batalla.
Los uruk-hai avanzaban portando antorchas, sin que la lluvia pareciera afectarlos. Iban armados con lanzas, espadas y ballestas, sus armaduras y escudos eran resistentes, su fuerza era impresionante. Eran guerreros creados para no sentir cansancio ni dolor, los guerreros que necesitaba Saruman para destruir la Tierra Media.
Finalmente, llegaron a la empalizada, y su líder subió en una pequeña colina, desde donde podía dar las órdenes. Aragorn a su vez, hablaba en élfico con los arqueros, quienes en su mayoría no conocían la Lengua Común.
- "¡No sean piadosos con ellos, porque ellos no lo serán con ustedes"
Los enemigos se encontraban formados frente a la empalizada, esperando las órdenes de su líder para atacar.
Gimli desesperado, trataba de mirar sobre el muro, preguntándole a su amigo elfo qué estaba sucediendo.
- "¿Tengo que describírtelo, o mejor traigo una caja?", respondió Legolas sonriendo. Era su oportunidad de vengarse de todas las veces que Gimli lo había interrumpido mientras estaba con Aragorn. El enano le lanzó una mirada furibunda.
El líder de los Uruk-hai dio la señal. Los guerreros rugieron y alistaron las armas. En la empalizada, Aragorn ordenó preparar los arcos, pero sin disparar aún. Sin embargo, Gamelin, uno de los soldados más ancianos, presa de los nervios, dejó salir la primera flecha, que se clavó en el corazón de una de las criaturas.
- "¡Alto!", gritó Aragorn. No deseaba enfurecer a aquellas bestias, ya que eso haría más difícil aún la defensa, pero el mal ya estaba hecho. El guerrero uruk-hai cayó pesadamente al suelo, en medio de los rugidos de odio de sus compañeros. Entonces el líder dio la orden, y una marea de criaturas empezó a avanzar hacia los muros de la fortaleza.
- "¡Prepárense para disparar!", ordenó Aragorn.
Los elfos tomaron posiciones, apuntando con sus arcos. Haldir se encontraba junto a Legolas, quien le informó - "La armadura es débil en el cuello y debajo del brazo"
- "¡Lancen las flechas!", gritó Aragorn una vez más, siendo seguido de una ráfaga de flechas élficas, que rápidamente abatieron a los enemigos más cercanos.
A su vez, Théoden ordenó a sus propios arqueros disparar. La batalla había comenzado.
Una tras otra las andanadas de flechas élficas se iban sucediendo, pero los enemigos eran muchos, y mientras unos caían, otros tomaban las ballestas abatiendo a su vez a los arqueros elfos. Los compañeros a ambos lados de Finw? cayeron por la empalizada, pero él siguió disparando. No le tenía miedo a la muerte, había vivido muchísimos años tan cerca de ella que acabó por acostumbrarse a la idea.
Los uruk-hai seguían avanzando, ya se encontraban bajo los muros de la empalizada, y empezaban a colocar las escaleras para tomar el muro.
Aragorn gritó "¡Traen escaleras!". Había llegado la hora de las espadas.
Uno tras otro los uruk-hai subían, siendo repelidos por los defensores en una feroz lucha. Gimli se econtraba feliz blandiendo el hacha en todas direcciones, mientras que Aragorn su espada Andúril tenían similar desempeño, al igual que Éomer y su espada Gúthwinë.
En dirección contraria, Haldir peleaba también. Finw? se encontraba a escasos metros de su líder, dispuesto a apoyarlo en cuanto sea necesario. En medio de la pelea, Haldir vio la mirada resuelta de ese misterioso elfo de cabellos de fuego, que peleaba con ardor con las inmundas bestias, y recordó cómo, años atrás, esos seres habían asesinado a sus padres delante de los ojos del joven elfo.
Gimli y Legolas luchaban juntos, en una competencia para ver quien abatía más enemigos. Sin embargo, el elfo llevaba ventaja, pues había empezado a disparar flechas mucho antes de que Gimli pudiera unirse a la lucha.
La desigual batalla continuó así por espacio de varios minutos. Parecía que los defensores podrían controlar la situación. Incluso el grupo de uruk-hai que trató de cruzar el puente de Helm en dirección a la puerta, fue repelido por los arqueros de Lórien.
Théoden se sentía aliviado. - "¿Esto es todo lo que puedes invocar, Saruman?", pensó el rey, sonriendo para sí.
En ese momento, los guerreros de Saruman llevaban tres objetos metálicos, que depositaron bajo el drenaje, en la parte central de la empalizada. Luego se retiraron, mientras uno de ellos avanzaba con una antorcha Aragorn, adivinando sus intenciones, gritó - "¡Túmbalo, Legolas¡", sólo confiaba en la puntería del elfo para detener esa amenaza.
Legolas obedeció inmediatamente, apuntó y disparó, hiriendo a la criatura en el hombro, sin embargo, ésta continuó avanzando. - "¡Mátalo!", gritaba Aragorn desesperadamente. El elfo disparó nuevamente, dando en el blanco, pero el uruk-hai agonizante se arrojó al drenaje. Había elegido bien su forma de morir.
Aragorn no se había equivocado. En ese momento, una gran explosión sacudió el muro hasta sus cimientos, abriendo una brecha en medio, que fue aprovechada por los uruk-hai para ingresar. Ahora la única defensa que quedaba era la fortaleza de Cuernavilla.
Cuerpos de elfos y humanos volaron por los aires, sacudidos por el impacto de la explosión. Aragorn cayó inconsciente, mientras Legolas trababa desesperadamente de encontrarlo en medio de la confusión.
Finw? se encontraba junto a Haldir, mientras observaban impotentes los estragos dejados por las armas de Saruman. Instintivamente, el elfo mayor tomó a Finw? del brazo, alejándolo del peligro.
Théoden ordenó a sus hombres defender la puerta de la fortaleza, utilizando troncos para evitar el ataque. Los soldados sobre el muro arrojaban rocas a los invasores, en un intento desesperado por defenderse.
Como una marea inmunda, las criaturas avanzaban por el foso, acercándose al sitio donde yacía Aragorn, quien en ese momento recobró el sentido, siendo su primer pensamiento para su elfo.
Gimli vio el peligro que corría su amigo, y valerosamente se arrojó sobre los uruk-hai blandiendo su hacha. Tras Aragorn, los guerreros elfos se hallaban preparados para repeler el ataque.
Aragorn se puso de pie al tiempo que gritaba "¡Al ataque! ", mientras los elfos lo seguían y comenzaba una lucha cuerpo a cuerpo, con espadas, lanzas y flechas. Legolas vio a Aragorn desde el muro, y bajó deslizándose por la escalinata de piedra, disparando sin cesar en su prisa por llegar junto a su amado.
Théoden miraba la lucha desigual con impotencia. Las fuerzas del enemigo, antes de disminuir, parecían acrecentarse; y nuevos refuerzos llegaban al valle y cruzaban el foso. Entonces el rey, desde la torre, llamó a Aragorn y le pidió que retrocedan a la ciudadela. Aragorn entendió que no tendrían muchas oportunidades si seguían luchando allí, los enemigos eran numerosos. Vio a Legolas luchando con la espada y una vez más temió por él. Ordenó entonces a los elfos retirarse y volver a la ciudadela.
Haldir peleaba también, con Finw? a su lado, cuando oyó la llamada del montaraz, y gritó a su vez a sus hombres que retrocedieran. En la confusión que siguió, fue atacado por un Uruk-hai, que le hizo perder el equilibrio. Esta desventaja fue aprovechada inmediatamente por otro enemigo, quien blandiendo su lanza se arrojó sobre él, pero en ese instante, una figura de cabello como el fuego se arrojó sobre Haldir, bloqueando la lanza con su propio cuerpo, al tiempo que Haldir volteaba y hundía la espada en el corazón del uruk-hai. Finw? cayó ensangrentado en los brazos de aquél al que acababa de salvar, la lanza lo había atravesado.
- "¡Vete!", susurró, mientras un hilo de sangre escapaba de sus labios.
- "No te dejaré aquí", dijo Haldir, que lo sostenía, mientras luchaba desesperadamente con la mano que tenía libre, hasta que Aragorn llegó a ellos, despejando el camino que llevaba a las escaleras.
Haldir subió con Finwë en sus brazos, sin embargo el elfo pelirrojo no se movía y apenas respiraba. No podía hacer más en ese momento, pues una horda de uruk-hai intentaba asaltar los muros de la fortaleza. Cuidadosamente, acostó a Finwë en la parte más oculta del muro, diciéndole al oído - "Resiste, volveré por ti", luego se alejó a seguir luchando.
Los soldados de Théoden reforzaban el portón de la ciudadela con troncos, sin embargo el ataque era inmenso. El rey en persona luchaba cuerpo a cuerpo con los invasores, sin embargo faltaba poco para que la puerta cediese.
Aragorn entonces intentó una maniobra desesperada, pidió al rey que detenga a los asaltantes todo el tiempo que sea posible, y de deslizó con Gimli por la puerta de atrás, para atravesar el foso y luchar con los que en ese momento se encontraban en el puente.
- "Arrójame", le dijo Gimli, - "no llego saltando, arrójame!", y añadió luego más despacio, "pero no le digas al elfo".
- "Ni una sola palabra", respondió Aragorn, alzándolo y arrojándolo al puente de piedra. El mismo se lanzó luego.
Allí bloquearon el ataque contra el portón, arrojando a los enemigos al foso. Los uruk-hai, sin embargo, estaban preparados, e inmediatamente lanzaron con ballestas enormes, cuerdas provistas de ganchos que se clavaron en los muros exteriores de la ciudadela, y empezaron a colocar las escaleras.
Legolas disparaba certeramente, cortando las cuerdas, pero los atacantes eran muchos para que tuviera éxito. Sus esfuerzos habían sido vanos, y pronto el enemigo tomó el portón, por cada escalera que caía, tres más se alzaban. Pronto el ataque fue incontenible.
El elfo corrió hacia el muro próximo a donde estaba Aragorn, luchando con Gimli en el puente, e inmediatamente les arrojó una cuerda. Aragorn se agarró de ella con una mano, mientras en la otra tomaba a Gimli, y lentamente fueron izados por el angustiado elfo. Sus manos sangraban, pero no dejaba de tirar de la cuerda, hasta que tuvo a su amado por un breve instante en sus brazos.
Théoden dio la orden de retirada, había renunciado a luchar, y todos se replegaron dentro de la fortaleza
- "Se acabo", la fortaleza ha sido tomada, dijo Théoden en la torre, último refugio que le quedaba.
Aragorn entró corriendo, seguido por Legolas y Gimli.
- "Usted dijo que no sería tomada si sus hombres la defendían", gritó Aragorn, - "la siguen defendiendo, han muerto defendiéndola"
Las mujeres y niños lloraban abrazándose. Los rumores de que la fortaleza había sido tomada llegaron incluso hacia ellos.
Los soldados luchaban bloqueando la puerta con troncos, mientras los arietes del enemigo arremetían sin piedad, sacudiéndola hasta sus mismos goznes.
En la torre, Aragorn preguntó - "¿No hay otra salida para sacar a las mujeres y niños?". Al no obtener respuesta, gritó - "¿No hay otra salida?
Lentamente, Háma le dijo
- "Hay un paso que lleva a las montañas pero no podrán llegar muy lejos, hay muchos uruk-hais"
- "Envia a las mujeres y niños al paso de la montaña y bloquea la entrada", ordenó Aragorn
- "Tanta muerte, qué pueden hacer los hombres contra tal odio", dijo amargamente el rey
- "Cabalgue conmigo", dijo Aragorn, - "cabalgue y hágales frente"
- "Por la muerte y la gloria", dudó Théoden
- "Por Rohan", exclamó Aragorn, - "¡por su puebloi"
Gimli se acercó a informarles que el sol estaba saliendo
Entonces las palabras de Gandalf vinieron a la memoria de Aragorn - "Llegaré con la aparición del alba del quinto día, al amanecer, miren hacia el este..." había dico el mago.
- "Si, si", dijo convencido Théoden, - "la trompeta de Helm Mano de Martillo sonará en el abismo una ultima vez"
- "¡Que esta sea la hora en que empuñemos espadas juntos!", respondió Aragorn
- "Actos siniestros despiertan, es tiempo de ira, tiempo de ruina, y un amanecer rojo", dijo Théoden colocándose el yelmo.
Aragorn susurró a Legolas en élfico. Su amante había estado tras él durante todo ese tiempo.
- "Hermoso mío, no tienes que hacer esto"
- "Mi señor, iré adonde tú vayas. No le temo a la muerte si la enfrento contigo", respondió el elfo.
Gimli toco el cuerno en el momento que finalmente caía la puerta
- "¡Adelante eorlingas¡". exclamó Théoden, apareciendo montado sobre su caballo, flanqueado por Aragorn y Legolas en los suyos, y así se lanzaron a librar la ultima batalla.
Los hombres de Helm y los jinetes que quedaban con vida se sintieron animados súbitamente al ver a su rey, y se lanzaron con ardor nuevamente a la batalla, desconcertando momentáneamente a los enemigos.
El rey cabalgaba con Aragorn, Legolas y los señores de la casa de Eorl. Avanzaron por el puente abatiendo enemigos, logrando llegar así hasta la empalizada. Sin embargo la enorme marea de criaturas no disminuía. De pronto, Aragorn miró sobre la montaña: un caballo blanco resplandecía en la cima del peñón.
¡Gandalf había vuelto! Tras el jinete, un millar de hombres a pie hacían resonar los cuernos. Un hombre recio y de elevada estatura marchaba delante de ellos.
- "!Erkenbrand!", gritaron los caballeros - "¡El señor de Helm ha vuelto!"
Todos sintieron renovadas sus energías, al sentir los aullidos de terror del enemigo, mientras eran cercados desde la fortaleza por los hombres de Rohan, y frente a ella por Erkenbrand.
Finalmente, la victoria era suya.
Los uruk-hai que pudieron escapar entraron al bosque, los hombres del oeste que se encontraban mezclados entre ellos, sollozando se rendían.
Los defensores se reunieron en medio del camino a la fortaleza, iluminada ya por los rayos del sol. Solo faltaba Haldir, quien en ese momento corría hacia el muro de Cuernavilla en busca de Finwë.
TBC
A/N: Es bastante tarde ahora, y aún no decido una cosa: ¿Finwë se salvará o morirá?, que piensan ustedes?
