18 Los senderos de los muertos

Disclaimer: Todo esto pertenece a Tolkien, con excepción de Finw? que es una humilde creación mía.

A/N: Dedico este capítulo a Milena, quien me pidió hacer sufrir a Aragorn y vengar a Legolas, espero que esta "venganza" esté a la altura de lo que esperabas.

La historia a la que se refiere Finwë en su canción es "Til the day I die", de erunyauve y si la desean leer, está en (en inglés) altamente recomendable, aún si no han leído el Silmarillion.

ADVERTENCIA: NC-17 por las escenas explícitas que contiene.

***

Aragorn llegó primero al Monte de los Espectros, donde se detuvo a esperar a sus compañeros. Elladan y Elrohir se colocaron a sus costados y siguieron avanzando por el Bosque Sombrío, donde la oscuridad de los árboles negros les encogió el corazón. Aragorn pensó que incluso Legolas hubiera sido afectado por una oscuridad tan cerrada, pero luego apartó de sus pensamientos al elfo, pues le traía mucho dolor. Medio de este bosque, se erguía una gran piedra solitaria, por donde los caballos se negaban a pasar. Los jinetes tuvieron que apearse y llevarlos por la brida, llegando así al fondo de la cañada, donde se abría la Puerta Oscura.

Se detuvieron ante la puerta, negra y llena de antiguos grabados, casi borrados por el paso de los años.

Aragorn se puso al frente, y todos los dunadan siguieron tras él, tal era la determinación de su líder. Los caballos siguieron a sus amos, penetrando en aquella oscuridad.

Gimli vaciló un momento, temeroso; pero al ver que los elfos de Rivendel entraban también, exclamó:

- "¡Que diría el elfo loco! Seguro se reiría de mí. Yo, un enano, temeroso de penetrar en las entrañas de la tierra!, No, esto no puede ser!", el recuerdo de su amigo le dio valor, precipitándose por el umbral.

El interior era una noche cerrada, pero por fortuna, Aragorn había traído antorchas y marchaba solo a la cabeza, llevando una en alto. Elladan esperó que pasen todos y cerró la marcha portando otra de las antorchas.

Mientras avanzaban por esa oscuridad, oían a su alrededor un murmullo de palabras extrañas, sin embargo nadie los atacó. Aragorn avanzaba resuelto, no hubiera podido retroceder de haberlo querido pues su paso era invadido por un ejército invisible que los seguía. Avanzaron así hasta llegar a un espacio vacío, ya sin muros, donde vieron una puerta rocosa cerrada.

Aragorn se volvió, gritando a la oscuridad:

"¡Dejadnos pasar, y luego seguidnos! ¡Os convoco ante la Piedra de Erech!"

Por toda respuesta los murmullos se acallaron y se hizo un silencio profundo. Una ráfaga de aire frío apagó las antorchas. Continuaron la marcha en la más absoluta oscuridad, perseguidos por un horror cuyo rumor podían escuchar. Aragorn estaba a punto de desfallecer, pero el recuerdo de su amado elfo le daba valor y continuó guiando a sus compañeros hasta que perdió por completo la noción del tiempo que había transcurrido.

De pronto sintieron el susurro del agua, llegando a otra puerta que pasaron rápidamente y se encontraron en la orilla de un arroyo, la luz aumentó y pudieron ver el camino que descendía en pendiente entre dos riscos verticales. La oscuridad era aún cerrada, mas no impenetrable, sin embargo faltaban sólo dos horas para que anocheciese en el mundo de donde venían.

Continuaron descendiendo por ese camino, en fila. Elladan y Gimli cerraban la marcha.

- "Los muertos nos siguen", dijo Elladan. - "han sido convocados y cabalgan detrás de nosotros"

Finalmente salieron a un valle hacia donde descendía el arroyo.

- "¿En qué lugar nos encontramos?", le preguntó Gimli al elfo que lo acompañaba.

- "Hemos bajado desde las fuentes del Morthond, el largo río de aguas glaciales; desciende hasta volcarse en el mar que baña los muros de Dol Amroth. Ya no necesitarás preguntar el origen del nombre:Raíz Negra lo llaman."

El enano gruñó agradeciendo la información. Ese elfo no le agradaba, de algún modo sentía que su venida había tenido que ver con la separación de Legolas y Aragorn. Como adivinando sus pensamientos, Elladan preguntó:

- "¿Tú y Legolas son buenos amigos?"

- "Pues sí, lo somos. Hemos compartido muchas aventuras, al punto que si alguien le hace daño, me lo hace también a mí", dijo el enano con tono amenazador.

De pronto, Aragorn gritó:

- "¡Debemos continuar hasta la Piedra de Erech antes del fin del día y el camino aún es largo!"

La compañía galopó nuevamente, sin mirar atrás, y justo antes de media noche llegaron a la Colina de Erech, en la cual se alzaba una piedra negra, redonda como un gran globo, de la altura de un hombre, aunque la mitad estaba enterrada en el suelo. Tenía un aspecto sobrenatural y muchos aseguraban que había venido de las ruinas de Númenor y que había sido puesta por Isildur, cuando llegó allí.

Al llegar a la piedra, Elrohir le dio a Aragorn un cuerno de plata, y Aragorn sopló en él; reuniendo al ejército alrededor de la colina. Entonces Aragorn desmontó y de pie junto a la Piedra, gritó con voz potente:

- "Perjuros ¿a qué habéis venido?"

Y se oyó en la noche una voz que le respondió, desde lejos:

- "A cumplir el juramento y encontrar la paz"

Aragorn dijo entonces:

- "Por fin ha llegado la hora. Marcharé en seguida a Perlargir en la ribera del Anduin, y vosotros vendréis conmigo. Y cuando hayan desaparecido de esta tierra todos los servidores de Sauron, consideraré como cumplido vuestro juramento, y entonces tendréis paz y podréis partir para siempre. Porque yo soy Elessar, el heredero de Isildur de Gondor".

Entonces ordenó a Halbarad desplegar el estandarte hecho por Arwen. Luego se hizo un silencio que ya no fue roto por otro ruido que no fuera el de los vivos. Acamparon cerca de la piedra, aunque esa noche nadie durmió, atemorizados como estaban de los espectros.

Aragorn se apoyó en una roca para descansar, tratando de poner la mente en blanco y no pensar en Legolas, pero fue en vano. Recordaba cómo habían acampado otras veces, compartiendo las guardias. La rubia cabeza del elfo sobre su hombro mientras él lo abrazaba por la cintura. ¿Qué estaría haciendo su Legolas en esos momentos?

Elrohir buscó a Aragorn y tomó asiento junto a él, susurrando, pues nadie se atrevía a hablar en voz alta.

- "Futuro hermano mío, la profecía se ha cumplido. El ejército está completo y marchará contigo"

- "Aún hay mucho camino por recorrer Elrohir, esto es solamente el inicio de esta difícil jornada", susurró a su vez Aragorn.

- "¿Por qué no vino Legolas? Creí que ustedes eran amigos?", la pregunta fue directa, sin más rodeos. Aragorn hizo una pausa antes de responder, eligiendo cuidadosamente sus palabras.

- "Lo somos. Es sólo que pensé que Haldir necesitaría más ayuda para contener las fuerzas de Mordor hasta nuestra llegada"

- "Pues él no parecía muy feliz de quedarse, ¿sabes por qué?", continuó Elrohir, pues estaba decidido a averiguar qué estaba pasando.

- "Legolas es un guerrero, no le agrada la idea de quedarse a esperar mientras nosotros estamos aquí, desafiando el peligro".

- "Pero Haldir también es un guerrero, y no me pareció que tuviera problema alguno por tener que esperar unos días a la batalla que inevitablemente vendrá..."

- "Haldir tenía órdenes de Galadriel de acompañar a los hombres de Rohan. Desde el principio supo que nuestro encuentro era circunstancial. Legolas en cambio siempre formó parte de la Comunidad del Anillo y nunca se separó de mí ni de Gimli hasta ahora", respondió Aragorn, comenzando a cansarse de tantas preguntas.

- "¿Ellos están juntos? Haldir y Legolas.los vi besarse..."

- "¡No lo sé! ¿No crees que eso es asunto que les atañe sólo a ellos? ¿como lo que tú y Elladan hagan con cierto elfo pelirrojo...?", estalló Aragorn cortando por lo sano aquélla plática.

Elrohir sonrió. Había obtenido lo que buscaba. ¡Qué ingenuo era el Heredero de Isildur! Pero él se encargaría de que cumpliera su promesa y no trajera la deshonra al pueblo de los elfos. En cuanto a Finw?...el pequeño elfo era delicioso, ya le enseñaría otras lecciones...y con estos pensamientos se retiró en busca de Elladan, dejando a Aragorn devorado por los celos.

Al amanecer, Aragorn se levantó, cansado y ojeroso, pues no había dormido en absoluto. Montó nuevamente su caballo y guió a sus compañeros en un viaje fatigoso en el que sólo su voluntad, sostenida por el pensamiento de su elfo, hizo que no se detuviesen.

Se dirigían a Pelargir, donde, de acuerdo a la visión de Aragorn, los corsarios de Umbar, fieles a Sauron, amenazaban con sus naves negras a la ciudad de Gondor que había jurado defender.

*** En el Sagrario, habían transcurrido algunas horas desde la partida de Aragorn. Eowyn recibió a los exploradores de Théoden, que anunciaron que el Rey llegaría al medio día siguiente, lo que significaba por lo menos un par de días antes de partir a la guerra.

Haldir se entretuvo revisando su ejército de arqueros, que practicaban con sus armas, preparándose para la próxima batalla. Finwë estaba con él, pero luego, al observar las miradas interrogantes de sus compañeros, optó por retirarse y se dirigió al comedor.

En la mesa se hallaban Eowyn, Rúmil y Merry, acompañando a Legolas en un tardío desayuno. Merry había logrado captar su atención y la de la Dama de Rohan, hablando sobre los ents y los misterios de los que había sido testigo. Rúmil propuso cortésmente al príncipe ayudarlo con las prácticas de los arqueros, pues era considerado el mejor arquero del Bosque Oscuro. Legolas sonrió y no pudo evitar comparar la cortesía de Rúmil con la insolencia de su hermano. Aceptó complacido, necesitaba más que nunca ocuparse de algo para no pensar en Aragorn.

Finwë se les unió, y al ver que irían al campo de prácticas, subió a cambiarse, pues ya se las podía arreglar solo con los vendajes. Una vez en su habitación, se quitó la capa y la túnica y empezó a preparar las hierbas que aplicaría en su herida casi cerrada. De pronto, sintió un golpe en la puerta y antes de que pueda decir algo, Haldir entró.

- "Vengo a ayudarte con tu herida", le informó

- "Puedo hacerlo solo, gracias", contestó Finwë, quien tenía poderosas razones para no solicitar esa ayuda a Haldir.

- "Aún no, necesitas que alguien aplique los vendajes", respondió Haldir acercándose.

- "No, no. Además, deseo tomar un baño"

- "No puedes aún"

- "Elladan dice.."

- "¡Él no esta aquí! Además, yo soy tu capitán y harás lo que yo diga", fue la cortante respuesta, - "ahora, quítate la camisa"

Finwë dudó un momento, y luego de mala gana se dejó caer en la cama, lanzando un grito de dolor que le recordó el episodio vivido la noche anterior.

- "¿Te duele algo?", preguntó maliciosamente Haldir

- "No. Estoy bien"

- "De acuerdo. Quítate la camisa", y Haldir terminó de preparar las hierbas, dejándolas listas para aplicarlas.

El elfo pelirrojo se quitó lentamente la camisa. No se atrevía a desobedecer a su capitán, y se sentía muy avergonzado. Cuando al fin la dejó caer, Haldir se acercó para quitarle el vendaje, limpiando cuidadosamente la herida. Si notó las marcas en el cuello, pecho y espalda del otro elfo, así como sus pezones enrojecidos, no dijo nada. Mientras Haldir colocaba el emplasto de hierbas y lo vendaba, Finwë suspiraba, deseaba ardientemente que esas manos lo tocaran con otras intenciones. Tímidamente le preguntó:

- "¿Cuándo podré bañarme?"

- "Mañana, bajo mi supervisión"

- "Sí, mi capitán", respondió el elfo, logrando por fin una sonrisa de Haldir.

Luego, el guardián de Lórien le dijo que se vistiera y se retiró. El roce de sus manos por la piel desnuda del joven elfo le había producido una sensación muy excitante, pero no deseaba traicionarse. Además, Finwë aún no estaba listo.

La tarde transcurrió en prácticas de tiro, en las que Legolas demostró con creces por qué era considerado el mejor arquero del Bosque Oscuro. Eowyn se les unió porque disfrutaba mucho la compañía de los elfos, y practicó largo rato con la espada junto a Haldir, aprendiendo de éste muchos trucos, aunque sabía que su tío jamás le permitiría luchar.

Luego de las prácticas vinieron las canciones. A pesar de los tiempos oscuros, las canciones élficas regocijaban los corazones de quienes las cantaban y escuchaban, trayendo esperanza a los hombres de Rohan.

Cuando la cena estuvo servida, Eowyn invitó a sus huéspedes a la mesa, pidiendo a Finwë acompañarlos también. Cenaron entre anécdotas de la Comarca, contados por Merry e historias del Bosque Mágico relatadas por Finwë. Luego de la cena, continuaron las canciones.

Finwë tomó el arpa y entonó una canción élfica. Era la historia de amor de Voronwë y Glorfindel y su separación luego de la caída de Gondolin. Glorfindel había prometido a su amante "Cuando todo termine, vendré por ti, aún si cientos de años pasan entre nosotros y la muerte me lleva, vendré por ti", sin embargo, el rubio elfo había muerto en manos de un Balrog y Voronwë había sido llevado por su padre por la fuerza, apartándolo del cuerpo de su amado. La canción terminaba allí, pero habían noticias de un elfo llamado Glorfindel que vivía en Rivendel, acaso el mismo de la historia.

Rúmil traducía la canción a Eowyn, y para cuando Finwë terminó de cantar, todos tenían lágrimas en los ojos. Haldir tomó entonces el arpa y cantó también. Era la misma canción que tiempo atrás había dedicado a Legolas en Lothlórien, hablaba de su amado bosque, la cascada y el arroyo, del amor y del deseo. Mientras cantaba, no dejaba de observar a las dos criaturas que habían logrado perturbarlo. Cabellos rojos que caían desordenadamente sobre una frente alba, junto a cabellos dorados que brillaban a la luz, peinados ordenadamente. Ojos como esmeraldas que le recordaban las hojas del bosque, junto a ojos color zafiro que lo hacían desear perderse en el océano que reflejaban.

Legolas cerró los ojos, esa canción le traía tantos recuerdos! No podría estar sólo esa noche, necesitaba desesperadamente ser amado y la canción de Haldir le hizo recordar también los besos que se dieron en Lórien, a la orilla del lago.

Finwë decidió retirarse a las barracas de los soldados, pues la forma en que lo habían mirado sus compañeros al verlo con Haldir no le había gustado, y deseaba demostrarles que todo seguía igual. Además, ciertas partes de su anatomía necesitaban un descanso y Haldir le había prometido un baño con su ayuda al día siguiente.

Haldir se disponía a abrir la puerta de su habitación cuando un brazo lo retuvo.

- "¡Ven! Quédate conmigo por favor", le dijo Legolas y había tanta ansiedad en su voz que no se pudo negar.

Entraron a la habitación del príncipe. Legolas cerró la puerta y se arrojó a sus brazos. Deseaba olvidar a Aragorn, dejar de lado todas las penas. - "¡Ámame!" susurró a Haldir, quien no necesitaba mayor invitación.

Haldir besó los dulces labios que se le ofrecían. ¡Al fin sería suyo! Pronto tomó el control de la situación, saboreando cada milímetro de la exquisita boca de Legolas mientras sus manos trabajaban afanosamente en desnudar al príncipe, acostándolo suavemente sobre la cama.

Lo contempló unos instantes, un rayo de luna entraba por la ventana iluminando ese cuerpo exquisito que pronto cubriría de besos. Haldir se despojó de sus vestiduras montando luego sobre el cuerpo de Legolas, susurrándole al oido:

- "Eres la criatura más hermosa de toda la Tierra Media, mi príncipe"

Luego comenzó a morder delicadamente los labios de Legolas, mientras sus manos recorrían su pecho rozando los pezones con las uñas, pero sin tocarlos del todo. Continuó así hasta que la espalda de Legolas empezó a arquearse buscando mayor contacto y varios suspiros escaparon de su preciosa garganta.

- "¿Te gusta?", preguntó traviesamente mientras su lengua hacía círculos alrededor un rosado pezón.

- "Ahhhhhhhh, Haldir, no te detengas", suspiró Legolas.

El otro elfo entonces tomó al príncipe por las muñecas, colocándole los brazos a los costados e impidiéndole moverse. Luego continuó con la lengua la exquisita tortura en uno y otro pezón, hasta arrancar los gemidos de placer que tanto deseaba oír.

- "¿Qué más quieres, principito?", preguntó deteniéndose.

- "ahhh, Haldir, me estás matando."

- "Dime lo que deseas, o no lo tendrás", sonrió maliciosamente Haldir mirando a la hermosa criatura bajo su cuerpo.

- "a ti.por favor.hazme olvidarlo todo", suspiraba Legolas moviendo las caderas en busca de alivio.

Haldir entonces lo tomó con la boca, torturándolo deliciosamente hasta que lo tuvo próximo a estallar. Luego lo soltó y preguntó de nuevo.

- "¿Qué más quieres que te haga, hermoso príncipe?"

- "¡Tómame Haldir, te lo suplico!"

Obedientemente el guardián de Lórien lubricó la pequeña entrada con el aceite que extrajo de su túnica y lo amó ardientemente hasta hacerle perder el control. En el momento en que Aragorn se preguntaba qué estaría haciendo su bello elfo, Legolas gritaba su orgasmo en brazos de Haldir.

Los amantes se durmieron abrazados, pero ambos sabían que este encuentro no se repetiría. El placer exquisito que sintieron les había mostrado también que necesitaban algo más para ser felices. Legolas aún lloraba su amor perdido y Haldir pudo admitir al fin que su corazón había sido conquistado por un elfo de rojos cabellos.

TBC