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Disclaimer: Todo esto pertenece a Tolkien, con excepción de Finw? que es una humilde creación mía.

A/N: La canción es Even better than the real thing, de U2 (Obvio ()

ADVERTENCIA: NC-17 por las escenas explícitas que contiene.

***

Give me one more chance

And you'll be satisfied

Give me two more chances

You won't be denied Well my heart is where it's always been

My head is somewhere in between

Give me one more chance

Let me be your lover tonight ***

Mientras Aragorn y su ejército de ultratumba se dirigían a Pelengir, ahuyentando su paso a todo ser viviente, excepto los de su propia Compañía, en el Sagrario las cosas transcurrían más apaciblemente.

Finwë había dedicado la mañana a platicar con sus amigos a quienes no veía desde la batalla de Cuernavilla, donde fuera herido. Respondió a todas las preguntas que le hicieron: sobre Aragorn y su misteriosa marcha por los Senderos de los Muertos, sobre Legolas y Gimli, pues les parecía muy singular que un elfo fuera tan amigo de un enano, sobre la llegada de los montaraces y los dos elfos de Rivendel.

- "Son los hijos de Lord Elrond, de Rivendel", comentaba uno de ellos.

- "Se dice que son altivos y hermosos", continuaron diciendo. No habían tenido oportunidad de verlos pues los arqueros de Lórien se encontraban en otro pabellón de la fortaleza.

- "Tú cabalgaste con uno de ellos, Finwë, ¿es cierto que son idénticos y que jamás se separan?"

Demasiado sabía el elfo pelirrojo acerca de los gemelos. Sonrió dulcemente por los recuerdos, y respondió:

- "Son idénticos físicamente, pero Elladan es más amable y considerado. Elrohir en cambio es rudo e impetuoso, pero cariñoso a su manera. Y es verdad que hacen todo juntos.", se ruborizó en esta frase final, pero nadie pareció advertirlo.

Sus compañeros rieron y continuaron preguntando, hasta que se cansaron y decidieron salir a practicar con el arco. Legolas se hallaba ya en el pequeño campo que habían acondicionado para las prácticas, acompañado de Haldir y Eowyn.

La mañana transcurrió en el campo de tiro. Finwë tomó su arco por primera vez en varios días. Tensó la cuerda probando su resistencia y tomó una flecha. Apuntó al blanco escogido por Legolas y disparó certeramente en el centro mismo. Legolas tomó a su vez una flecha, concentrándose en el blanco. Su cuerpo se tensó y pareció que el arco formaba parte de él, la miraba estaba fija en el blanco, estuvo inmóvil unos instantes y luego con innata naturalidad soltó la flecha, que fue a dar en el centro mismo, partiendo la de Finwë. Los arqueros de Lórien lo aclamaron y él respondió con una sonrisa.

Luego todas las miradas se dirigieron hacia pendiente, pues una comitiva ascendía por allí dirigiéndose al Baluarte del Sagrario. Théoden había regresado, junto con Éomer y el ejército de los Rohirrim. Al pie de las montañas blancas, en el Valle Sagrado, se quedaron los demás hombres de la Marca, para la revista de tropas convocada por el Rey al siguiente día.

Eowyn salió a recibir a su tío y hermano, comunicándoles la partida de Aragorn. El rey ya sabía de esto por boca del mismo montaraz, pero le sorprendió encontrar allí a Legolas. Había pensado que el humano y el elfo eran inseparables. El rey se dispuso a descansar, pues partiría al día siguiente luego de la revisa.

Legolas estaba de pie en el patio, contemplando la ruta por donde su amado se había ido, esperando verlo volver repentinamente para tomarlo entre sus brazos. La noche pasada con Haldir había sido muy placentera, pues el guardián de Lórien era un experimentado amante, aunque decididamente arrogante, pero Legolas había descubierto que necesitaba a Aragorn mucho más que antes. Merry vino a su encuentro, llevándolo al comedor para el almuerzo, mas el elfo apenas tocó la comida.

Pasaron la tarde revisando las armas, pues partirían a medio día siguiente. Legolas y Merry estuvieron juntos todo ese tiempo, hasta la llegada de la cena en que fueron invitados nuevamente a la mesa del rey. Esta vez no hubo canciones pues el rey deseaba descansar para levantarse al alba a revisar sus tropas.

Finwë había estado hablando antes con Eowyn en parte por señas y algunas palabras de la Lengua Común, pues se habían hecho amigos en Cuernavilla. La Dama le hizo una seña de complicidad y el pequeño elfo se dirigió esta vez a su habitación, no sin antes recordarle a Haldir.

- "Ahora tomaré el baño que deseo, pues la Dama Eowyn ha pedido que me preparen uno"

- "Iré contigo, pues necesitarás ayuda", respondió Haldir siguiéndolo.

En la sencilla habitación del joven elfo había una tina dispuesta, con agua tibia, pues la acababan de llenar. Al lado de ésta había una mesa con aceites aromáticos y útiles de aseo.

Finwë sonrió, pues a pesar de lo reducido del espacio, nunca había disfrutado de semejantes comodidades.

- "Desvístete", ordenó Haldir, con la misma voz con la que acostumbraba dirigir a sus tropas.

Finwë obedeció dócilmente. No deseaba contrariarlo aún. - "Sí, mi capitán"

Empezó a despojarse de sus vestiduras, consciente de que el otro elfo lo observaba. Cuando estuvo desnudo hasta la cintura, soltó su cabello, que llevaba atado hacia atrás. Una vez suelto, la cascada rojo intenso se deslizó por sus hombros y espalda. Sabía que era atractivo, Elladan y Elrohir así se lo habían demostrado.

- "No puedo quitarme el vendaje solo", dijo, invitando a Haldir a ayudarle.

Haldir se acercó por detrás, empezando a quitar el vendaje y a retirar las hierbas puestas allí el día anterior. Sus manos manipulaban la zona de la herida como acariciándolo. Luego lo soltó.

- "Dije que te desvistieras"

Finwë se quitó las botas y comenzó a desatar los lazos de su pantalón, que deslizó lentamente sobre sus caderas, pero sin bajarlo por completo. No llevaba nada abajo, y una mata de vello rojizo señalaba el camino de su sexo.

La respiración de Haldir se había agitado un poco, ¡qué hermoso era!, el recuerdo de su rostro mientras era llevado al orgasmo por los hijos de Elrond lo asaltó de pronto. Deseaba ardientemente volver a ver ese rostro arrebatado de placer, siendo él el causante. Finwë lo miraba seductoramente.

- "Te amo. Te amé desde aquél día que me tomaste en tus brazos para alejarme de la muerte, deseé ser como tú y te amé cuando pasabas a mi lado sin siquiera mirarme, absorto en tus pensamientos o pendiente del encuentro con algún amante. Te amé cuando cantabas, cuando te bañabas desnudo en la cascada creyendo que nadie te observaba. Te amé cuando una lanza traidora quiso acabar con tu vida y ofrecí gustoso la mía a cambio. Me despreciaste por ser inocente, tan distinto de tus experimentados amantes, pero ya no lo soy. Por ti aprendí a amar, y me ofrezco a ti sin reservas ni condiciones", el elfo deslizó sus pantalones hacia abajo, quedando desnudo ante Haldir.

- "Entra en la tina", ordenó Haldir, que actuaba como si no lo hubiera oído.

- "¿Qué?...pero..", comenzó a decir Finwë totalmente confundido y avergonzado.

- "Tendremos tiempo para todo", sonrió el guardián de Lórien tomándolo de la mano y llevándolo hacia la tina, en la que Finwë entró.

Haldir estaba decidido a hacer las cosas a su manera. Cuando el joven elfo se sentó, tomó la esponja y lo frotó cuidadosamente, acariciando su piel, limpiando la herida, que ahora estaba cerrada. Para tener mayor libertad de acción, se despojó de túnica y camisa, sintiéndose excitado por la forma en que Finwë lo miraba. Luego lavó los cabellos, suaves como la seda, continuó enjuagándolos lentamente, arrodillado detrás del joven elfo, hasta que sus movimientos se convirtieron en caricias. Ninguno de los dos hablaba, concentrándose tan solo en sus sentimientos.

Las manos de Haldir vagaron luego por el cuerpo del otro elfo, hasta donde aquélla posición lo permitía, deteniéndose traviesamente en los pezones aún enrojecidos para tocarlos suavemente. Finwë echó la cabeza hacia atrás y sus bocas al fin se encontraron. El joven elfo se sintió en el cielo. Todo había valido la pena, su sacrificio para salvarlo, sus lágrimas al sentirse despreciado, los momentos pasados con los gemelos, todo fue para poder sentir en su boca los labios de su adorado Haldir. No pudo evitar que algunas lágrimas se deslizaran por sus mejillas.

- "No llores, mi pequeño elfo. Este es el momento que hemos esperado, y debe ser motivo de felicidad para ambos", dijo suavemente Haldir, besando sus mejillas y limpiando así sus lágrimas.

Lo tomó de la mano, haciéndolo ponerse de pie y lo abrazó, besándolo nuevamente.

- "Te amo. Nunca en mi vida he dicho estas palabras a nadie, mi pequeño y bello elfo", susurró Haldir en su oído. Luego lo tomó en sus brazos llevándolo a la cama, donde lo depositó suavemente.

De pronto, y sin previo aviso, Haldir inmovilizó a Finwë con su cuerpo y le ató las manos con una cuerda que tenía preparada, en ambos lados de la cama. Finwë se sintió atemorizado - "Haldir, qué."

- "Shhh, amor mío. Confía.", dijo besándolo

Luego examinó a su compañero, tendido y totalmente indefenso en la cama, el manjar apetitoso que había deseado tanto probar.

- "Te vi con Elladan y Elrohir", dijo, ante la mirada atónita de Finwë - "no negaré que hubiese preferido ser el primero, pero me conformaré con ser el último"

- "Eres el único, mi amado Haldir", susurró Finwë

- "Sin embargo, mereces un castigo por tu comportamiento", continuó Haldir con una sonrisa llena de picardía.

- "Haré lo que me pidas, amado mío"

En un momento, la boca y manos de Haldir estuvieron por todo su cuerpo, recorriéndolo lentamente, saboreando cada rincón secreto y arrancando los gemidos de placer que eran música para sus oídos.

Finwë ya no pensaba en nada, sólo se concentraba en sentir las deliciosas caricias de su amante, sin reprimir gemidos y gritos de placer. Haldir succionaba sus pezones, enviando corrientes eléctricas por el cuerpo del joven elfo que se estremecía pidiendo más de esas caricias.

Luego, Haldir se despojó de sus ropas, dejando libre su dolorosa erección, que a los ojos de su enamorado compañero, fue la más hermosa visión que haya tenido jamás.

Haldir sonrió, acercándose a su amante y colocando las piernas de éste sobre sus hombros, dejándolo así completamente expuesto. Luego, continuó su delicioso ataque, besando cada centímetro del ansioso cuerpo, hasta que lo hizo suplicar. Continuó así la lenta tortura, mientras Finwë movía desesperadamente las caderas en busca de alivio.

- "Puedo dejarte en este momento, pequeño elfo."

- "¡No! por favor no lo hagas", suplicó Finwë

- "Dime quién es tu dueño"

- "Tú, amado mío. Siempre lo fuiste, te pertenezco en cuerpo y alma", sollozó el joven elfo.

- "Que no se te olvide"

Haldir comenzó entonces a prepararlo, arrancando nuevos gritos de placer, mezclados con gritos de dolor, pues Finwë aún no se recuperaba de la noche compartida con los gemelos. Haldir le hizo olvidar pronto el dolor, llenándolo de besos mientras lo penetraba. Se amaron con desesperación, pasión y locura. Inventaron mil juegos hasta que, exhaustos, se durmieron uno en brazos del otro.

*** Legolas se había dirigido al campo de tiro, seguido por Merry apenas terminó la cena. Allí, practicó largas horas con el arco y flechas, y luego con la espada. Necesitaba que el cansancio se apoderase de su cuerpo, y así poder tener algún descanso, porque todo lo que lo rodeaba le recordaba a Aragorn.

El sudoroso elfo perdió completamente la noción del tiempo, y finalmente se detuvo, cansado. Se dio la vuelta para volver a su habitación, pero quedó conmovido al ver a Merry sentado en el suelo, completamente dormido. Su fiel amigo lo había seguido pero, al no estar habituado a esta clase de ejercicio, había caído rendido por la fatiga.

Legolas llevó cuidadosamente a su amigo dormido a su habitación y luego fue a la suya. Creía estar cansado, pero bastó poner la cabeza sobre la almohada para que el recuerdo de Aragorn lo invadiera todo nuevamente. Esa noche no durmió.

***

Llegó el día siguiente, sin embargo no salió la luz del sol. La tierra estaba envuelta en tinieblas. Théoden recibió un mensajero de Denethor, Senescal de Gondor, quien portaba la Flecha Roja, símbolo de guerra y pedido de ayuda para quien la recibiese.

En medio de la oscuridad, el rey pasó revista a sus tropas y ordenó la partida sin pérdida de tiempo hacia Edoras, desde donde irían luego a Minas Tirith. El ejército estaba compuesto por más de cinco mil hombres, con Théoden y Éomer a la cabeza, y cerraban la marcha Haldir y los arqueros de Lórien.

En vano trató Merry de persuadir a Legolas de quedarse. El elfo estaba resuelto a ir a la guerra y partió con ellos. La Dama Eowyn se quedó con pesar en el Sagrario, mirándolos partir.

Legolas tomó su lugar a la izquierda de Haldir, llevando a Merry en la grupa de su fiel Arod. Finwë iba a la derecha del guardián de Lórien, lo que hizo sonreír a Legolas, por lo menos sus amigos eran felices, se dijo después de observar la ternura con la que se miraban.

La oscuridad seguía aumentando a pesar de que era medio día cuando llegaron a Edoras. Hicieron un pequeño alto para reunir más tropas y atender a los caballos, luego continuaron hacia Minas Tirith.

TBC