32 Primeros cuidados

Disclaimer: Todo esto pertenece a Tolkien, y bla bla bla.

A/N: Bueno, el elfito tiene que curarse, y qué mejor que las manos del rey? Pero el elfo no lo quiere, no ven que lo plantó para casarse con la bruja (GRRR!!) Obviamente, Legolas no sabe nada del "visitante nocturno" (así se llama el hechizo). ¡Pobres! ¡Cómo sufren! SNIFFF!!!!

Pensamientos en cursiva y paréntesis.

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De Gondor a Ithilien

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Aragorn galopaba con Arod, sosteniéndose de la crin del caballo, que, a la usanza élfica, no llevaba silla ni brida. Mientras se alejaban cada vez más de Gondor, pensaba en el elfo. Su amigo de quien nada podía recordar. Entonces, por primera vez, se dio cuenta de lo extraño que era eso, de todos sus amigos de la Comunidad, el único del cual no guardaba ningún recuerdo era el rubio elfo, de quien todos decían que era su más querido amigo. El lo sentía así en el corazón, pero no era capaz de recordar las hazañas que de él  y del elfo se contaban.

Suspiró y trató de pensar en otra cosa, pues el dolor de cabeza amenazaba con volver. Sorprendentemente, notó que si pensaba en el Legolas de ahora, quien necesitaba su ayuda, el dolor no avanzaba, en cambio, si trataba de recordar a su compañero de la Comunidad, su cabeza parecía sostener un enorme peso.

Maquinalmente, llevó la mano a su bolsillo y sacó la joya que había encontrado. ¿Por qué esa joya le parecía tan extrañamente familiar? ¿Y las iniciales? "A" y "L" ("Aragorn, Legolas"), ¡No! ¡Eso era una locura!

Continuó cabalgando, procurando no pensar en nada y preparando su cuerpo y mente para la batalla que creía próxima, para salvar a Legolas.

La primera noche apenas descansó, pues Arod no deseaba detenerse y apenas comía. El rey estaba conmovido por la preocupación que el animal demostraba por su amo, y como él a su vez estaba preocupado, prácticamente cabalgó toda la noche. Lo mismo sucedería la noche siguiente, en que cabalgaron hasta media noche y se detuvieron luego en un claro para descansar.

El rey bajó del caballo, y luego de atenderlo, se preparó para pasar lo que quedaba de la noche. Apenas puso la cabeza sobre la hierba, cuando oyó el galope de otro caballo que se acercaba a gran velocidad. El rey se ocultó entre los árboles para poder ver quién era el jinete que llevaba tanta prisa.

Cuando el jinete llegó al claro, el rey salió de su escondite y gritó:

- "¿Quién cabalga hacia Gondor?"

El jinete se detuvo y volvió sobre sus pasos, hacia la figura embozada que lo observaba. Caminó lentamente, pues no estaba seguro si el desconocido estaba solo.

- "Voy a llevar un mensaje urgente al rey Elessar, de parte del señor Faramir de Ithilien"

- "¿Y qué mensaje es ese?"

- "Sólo se lo daré al rey", respondió Beregond, pues de él se trataba.

- "Yo soy el Rey Elessar", dijo el rey, quitándose la capa, pues había reconocido a Beregond.

- "¡Oh, Señor!, vengo a informarle que su amigo, el príncipe de Mirkwood se encuentra gravemente herido y es llevado a Ithilien"

Y Beregond le contó la persecución a los uruk-hai y el rescate del elfo.

- "¡Ohhh, Legolas!", exclamó Aragorn, sintiendo un nudo en la garganta, - "¿está muy mal herido?"

- "Sí, mi señor. El señor Faramir me envió por vos debido a vuestras habilidades como sanador"

- "Entonces dime qué le ha ocurrido y así sabré que tratamiento aplicar y qué hierbas deberé recoger", repuso el rey, tratando de calmar el golpeteo incesante de su corazón.

- "Señor, tiene golpes en el rostro y heridas de uñas en todo el cuerpo, principalmente en el pecho y la espalda…y…y…", Beregond se interrumpió, inseguro de cómo comunicar al rey el hecho más grave.

- "¿Qué más?", el rey tuvo un horrible presentimiento y esperó ansioso la respuesta.

- "Señor, él…los uruk-hai…lo lastimaron, está muy grave…"

- "¿Qué le hicieron?", insistió el rey - ("¡Legolas! No quiero oírlo, pero debo saber, para poder ayudarte. ¡Oh Valar, que no sea lo que estoy temiendo!)

- "Señor, ellos…ellos..lo ultrajaron", dijo finalmente Beregond

- "¡NOOOOOOOOO!", el rey estaba pálido. Su más funesto presentimiento se había hecho realidad, su amigo estaba herido en la forma más cruel para un guerrero. – "¿Cuál es la extensión de sus heridas?", se oyó preguntar, sin saber cómo logró articular estas palabras.

- "…son…fueron…no sabemos cuántos lo hicieron, pero la herida es seria. Estaba inconsciente cuando lo hallamos y el señor Faramir me envió de inmediato a pedir ayuda, hasta el momento en que vine hacia aquí, él no había despertado. El señor Faramir lo está llevando a Ithilien y deben estar por llegar"

Aragorn sentía que el mundo giraba locamente a su alrededor. (¡Legolas!), su más querido amigo estaba pasando por un terrible momento (¡No hay tiempo que perder!), debía ir enseguida.

- "Gracias, Berengond. Partiré sin demora. Debo pedirte, sin embargo, que continúes tu camino hacia Gondor e informes a la reina lo acontecido", pidió el rey.

- "Lo haré así, mi señor", respodió Beregond a manera de despedida y se alejó al galope de nuevo.

Elessar montó a su vez y Arod emprendió el galope hacia Ithilien. Ambos, jinete y caballo, confiaban en llegar a tiempo para curar las heridas del elfo.

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Camino a Ithilien

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Faramir cabalgaba a toda prisa con el elfo en sus brazos. No deseaba ponerlo sobre un caballo, ni que los guardias lo llevasen. Por eso, él mismo se encargó de transportarlo, sorprendiéndose de lo ligero que era Legolas. Trató de que el cuerpo del elfo rozara lo menos posible el caballo, por eso lo sostenía sentado, apoyando la cabeza de Legolas en su pecho.

El elfo apenas respiraba y muchas veces Faramir tuvo que detenerse para comprobar si seguía con vida. Ese día casi no descansaron en su prisa por llegar a Ithilien, y era de noche ya cuando bajaron de los caballos para descansar. Los brazos de Faramir estaban adormecidos, pero aún así, fue él quien se ocupó de atender al elfo, dándole agua. No estaba seguro de cómo alimentarlo, de modo que ordenó que le preparasen jugo de frutas y se sintió complacido cuando el elfo semi inconsciente bebió un poco.

Legolas tenía fiebre, lo cual era de esperarse, pues no tenían cómo limpiar adecuadamente la herida. Faramir se estremeció de pensar en las sustancias infecciosas que podría tener el asqueroso fluido de los uruk-hai y rogó que Legolas fuera fuerte y resistiese hasta Ithilien.

El señor de Ithilien sabía que esa noche sería la más difícil, y se dispuso a pasarla vigilando a su amigo. Se sentó junto a él y dispuso los turnos de guardia, luego colocó un recipiente con agua y puso un lienzo húmedo en la cabeza de Legolas.

El elfo no se movía, y su cuerpo estaba frío. Faramir colocó dos mantas extras para cubrirlo y tomó su pálida mano entre las suyas para darle calor. Luego esperó.

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En algún lugar de la mente

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El pasillo estaba oscuro, pero había una luz al final de él. La delgada y pálida figura del elfo avanzó penosamente. El dolor en su cuerpo era insoportable, pero sabía de algún modo que debía llegar a la luz.

Vagamente percibía a lo lejos el galope de varios caballos y las voces de hombres, pero era incapaz de responderles, concentrado como estaba en llegar hacia la luz.

No sabía cuánto tiempo había transcurrido, cuando finalmente levantó la cabeza y fue cegado por la brillante luz. Su efecto fue como un bálsamo y sintió curarse sus heridas, aliviarse el dolor de su alma. Anhelaba olvidar y descansar al fin. Se irguió y entró con paso seguro a la amplia cámara que se abría al final del pasillo. Una figura alta lo esperaba.

- "¿Lord Mandos?", preguntó el elfo

- "Legolas de Mirkwood", respondió la figura, caminando hacia él. Era más alto que Legolas y tan hermoso como sólo un Valar podía serlo. Su rostro tenía una expresión compasiva.

- "¡Llevadme con vos!", pidió el elfo, sentía una enorme paz en ese lugar y sabía que allí podría encontrar el olvido que tanto necesitaba.

- "Legolas", repitió Lord Mandos, obligándolo a mirarlo. Los azules ojos de Legolas lo interrogaban con la mirada.

- "(¿Acaso no soy digno de entrar aquí? ¿También aquí se me despreciará por haber sido débil?)"

- "Legolas. Tu tiempo en la Tierra Media no ha terminado", dijo calmadamente el amo de aquel lugar.

- "¿Qué? ¡No puedo volver! ¡No soportaré vivir con lo que pasó! ¡Te lo suplico!", rogó el elfo cayendo de rodillas.

- "Hay quienes te necesitan en la Tierra Media"

- "¡No tengo a nadie! Mi padre me amenazó con el destierro, mi hermano no me necesita, mis amigos han encontrado ya la felicidad, ¡Por favor! ¡Alivia mi dolor, déjame quedarme aquí!", pidió Legolas

- "Alguien te necesita aún", repuso Lord Mandos

- "¡No! A nadie más hago falta…(¡Aragorn!)…no puedo volver…(él me abandonó) … no me obligues a hacerlo!", suplicó.

Pero Lord Mandos no lo escuchaba. En lugar de eso, lo tomó de la barbilla obligándolo a levantarse y miró en los azules ojos, traspasando su alma. Luego sonrió y besó la frente del elfo.

- "Debes irte y ayudarlo a hallar el camino"

El elfo sintió que un remolino se lo tragaba y gritó, pero fue en vano. Todo el dolor de su cuerpo y alma habían vuelto y este último era más penoso aún, luego de haber conocido la paz por unos instantes. Un gemido se escapó de sus labios.

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Camino a Ithilien

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Faramir y Mael vigilaban el sueño del elfo, si así podía llamarse. Muchas veces tuvieron que aplicar el oído al pecho de Legolas para asegurarse de que su corazón aún latía. Faramir reemplazaba cada cierto tiempo el lienzo de la frente de Legolas, pero la fiebre no disminuía.

Hacia el amanecer, Faramir retiró de nuevo el lienzo y tocó el rostro del elfo y su cuello, sintiéndolos fríos. Mael tocó sus manos y estaban heladas también. Ambos sintieron un nudo en la garganta y Faramir comenzó a frotar los antebrazos del elfo con un ungüento de eucalipto, mientras Mael hacía lo mismo con las sienes. Ambos trataban de hacerlo reaccionar hablándole, pero el elfo no se movía.

De pronto, un suspiro escapó de sus labios y Faramir creyó que lo habían perdido, sorprendiéndose mucho al ver luego el rostro del elfo inundado en lágrimas.

- "¡Legolas! ¡Resiste amigo mío!", exclamaba sin saber qué hacer

Un gemido escapó de los labios de Legolas, que abrió lentamente los ojos, parpadeando muchas veces mientras trataba de distinguir las sombras que estaban junto a él.

- "¿Aragorn?", dijo débilmente

- "¡Legolas! ¡Gracias Valar! Soy Faramir, ¿me reconoces? Estás a salvo ahora y te llevamos a Ithilien", explicó

- "¿Faramir? ¿Cómo?", preguntó Legolas, cayendo de nuevo en la inconsciencia.

Faramir le frotó nuevamente las sienes y dejó escapar un suspiro de alivio cuando vio que el cuerpo del elfo estaba cubierto de sudor, señal de que la fiebre se alejaría pronto. Con ayuda de Mael, le cambiaron de ropas y retiraron una de las mantas. El sueño de Legolas parecía más tranquilo y por fin pudieron permitirse un descanso.

Al día siguiente, el elfo continuó inconsciente, sólo despertaba durante cortos intervalos, los cuales eran aprovechados por Faramir para darle jugo de frutas, y aunque Legolas no estuvo nunca plenamente consciente de lo que ocurría, no rechazaba ese alimento. Esa noche también Faramir veló su sueño, y la fiebre se presentó de nuevo, pero no tan fuerte como antes.

Los otros días transcurrieron en forma similar, hasta que por fin vieron la torre de Ithilien y apresuraron la marcha.

Finalmente, llegaron a Ithilien a media mañana del cuarto día de viaje y la Dama Eowyn los recibió. Luego de una breve explicación, fueron conducidos al dormitorio preparado para Legolas, donde ya se encontraba el sanador.

El elfo fue depositado cuidadosamente en la cama y el sanador inició su examen. Mientras lo hacía, Faramir llevó a parte a su esposa y le explicó lo acontecido. Eowyn estaba espantada.

- "¿Por qué Legolas? Él no merece sufrir así. Nadie lo merece. Quizás hubiese sido mejor que muera", susurró ella.

- "No digas eso, amada mía. Él vivirá. He mandado llamar al Rey para que lo cure, como hizo en Gondor, quién mejor que él entiende de elfos..."

- "¿El Rey? ¡No! ¡No  puedes hacerlo! Eso sólo empeorará las cosas....", exclamó Eowyn, pensando en lo que ignoraban los otros pero que ella había descubierto. Aragorn allí sólo haría sentirse al elfo más miserable.

- "¿Por qué? Ellos son buenos amigos, Elessar no me perdonaría el no avisarle que su amigo está herido en mis tierras, ¿qué sucede, Eowyn?", preguntó Faramir extrañado por la reacción de su esposa.

- "No... no es nada. Sólo pensé que él no querría que el rey lo supiese. Por cierto, Gimli está aquí", informó ella, - "creo que debemos comunicarle lo ocurrido"

- "Está bien. Iré yo. Quédate aquí con Legolas", pidió Faramir, dirigiéndose hacia la puerta.

Eowyn se acercó al sanador, quien había cortado las vendas en el torso de Legolas y ya había terminado de examinar las heridas del rostro y pecho del elfo. El rostro de Legolas ya no estaba hinchado, aunque aún presentaba marcas moradas en las mejillas. Las heridas producidas por las uñas de los uruk-hai, se estaban cerrando también, por lo que su piel presentaba un mejor aspecto. Aún así, Eowyn se estremeció de pensar lo que le había ocurrido a su amigo y pensó qué haría el elfo cuando apareciera Aragorn, si es que el rey acudía al llamado.

- "Señora", la voz del sanador la devolvió de su ensueño. – "Necesitaré algo de ayuda para examinar las otras heridas. Debo llamar a mi asistente"

- "No, no hace falta", dijo Eowyn pensando en la humillación del elfo. – "Yo misma te ayudaré"

El sanador asintió y entre ambos pusieron al elfo boca abajo. El sanador descubrió su espalda y procedió a limpiar las heridas con agua tibia y hierbas desinfectantes. Eowyn le ayudó a untar las heridas con un aceite especial que ayudaría en la cicatrización. Luego le colocaron los vendajes, pero no lo vistieron, pues el sanador dijo que las heridas cicatrizarían mejor así.

- "Señora, nos falta la herida más grave", dijo el sanador, dudando si ella accedería a ayudarle.

- "Está bien. Estoy lista, ¿qué debo hacer?", respondió Eowyn. No le agradaba atender esa herida, pero prefería ser ella quien lo hiciera a tener que someter a su amigo a las miradas de otra persona.

En ese momento, alguien golpeó la puerta y Eowyn fue a abrir. Era Gimli.

- "Señora, debo ver a mi amigo Legolas", pidió el enano.

- "Adelante, Gimli", respondió ella, dejándolo pasar.

El enano se acercó a la cama donde yacía su amigo y lo examinó atentamente. Luego tocó su frente ardiente y sus frías manos.

- "¡Oh, Legolas! ¡Cómo pudo pasar esto!", dijo el enano con la voz quebrada. – "¿Cómo está?", preguntó al sanador, con lágrimas en los ojos.

- "No lo sé aún con exactitud", respondió éste. – "Debo examinar sus otras heridas"

- "¿Otras heridas? Faramir me dijo que los uruk-hai lo atacaron y eso es evidente, ¿de qué otras heridas habla?", pregunto Gimli dirigiéndose a Eowyn.

- "Gimli...es...es algo difícil de explicar. Por favor déjanos examinarlo ahora y luego hablaremos", respondió ella con dulzura.

- "¡No! ¡Debo saberlo! ¿Qué más le hicieron? ¡Dímelo!", pidió el enano.

- "Ellos abusaron de Legolas", dijo Eowyn con un hilo de voz, sus ojos también estaban llenos de lágrimas.

- "¿QUÉ? ¡Nooooo, no puede ser! ¡Legolas!", sollozó el enano tomando las manos del elfo inconsciente – "¿Qué le va a pasar ahora? ¿Cómo podrá superar esto? ¡Legolas! ¿Por qué tú?...¿Por qué...?"

Faramir entró en ese momento, acercándose a Eowyn y le susurró:

- "Traté de decírselo, pero no me dejó terminar, vino en seguida hacia aquí"

Ella asintió tristemente y respondió – "Debemos examinar las otras heridas, por favor sácalo de aquí"

- "Gimli", dijo compasivamente Faramir, tocando el hombro del enano – "Vamos, deben curar sus otras heridas. No podemos estar aquí". Pero el enano no se movía. – "Vamos", continuó Faramir, - "Aragorn viene en camino y su presencia ayudará a nuestro amigo a mejorar..."

- "¡¿QUÉ?! ¿Aragorn? ¿Cómo pudiste?", gritó el enano

- "¡Gimli! ¡Basta! Él no lo sabía...", interrumpió Eowyn casi gritando, - "Salgan de aquí, por favor. Él necesita reposo y debemos atenderlo sin demora", y uniendo la acción con la palabra, tomó a Faramir del brazo y a Gimli del hombro y los empujó suavemente hacia la puerta, cerrándola cuando estuvieron fuera.

Eowyn volvió donde estaba el atónito sanador y continuaron con su tarea. La herida aquélla presentaba un aspecto terrible, la carne estaba desgarrada y enrojecida y aún sangraba. El lienzo que Faramir había colocado estaba cubierto por la sustancia negra de los uruk-hai.

El sanador preparó enseguida una mezcla de hierbas y la aplicó mientras Eowyn sostenía las piernas de Legolas. Una gota cayó sobre su mano y la hizo estremecer, pues esa sustancia ardía. Se imaginó qué sentiría el elfo, pero éste no reaccionó.

Finalmente, la herida fue limpiada nuevamente, y gran cantidad de sangre oscura manchó las sábanas. Colocaron un lienzo limpio entre las piernas de Legolas y cambiaron las sábanas, recostando finalmente al elfo allí, desnudo y cubierto solo con los vendajes. El sanador lo cubrió luego con una sábana.

- "Debe permanecer así, las heridas necesitan respirar y no podemos abrigarlo demasiado por la fiebre. Debo ir a preparar los unguentos con que lo trataremos mañana", dijo el sanador.

- "Está bien. Me quedaré con él"

El sanador salió, llevando consigo las sábanas, vendas y lienzos manchados. Gimli entró inmediatamente, pues había estado esperando en la puerta.

- "¿Se pondrá bien, verdad?", preguntó tímidamente.

- "Sí, mi amigo. Él se pondrá bien", contestó Eowyn

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Esa misma tarde, un cansado jinete, montado en un no menos cansado caballo, se acercaba a los muros de Ithilien. Los guardias le exigieron identificarse, como era habitual.

- "Soy Elessar, Piedra de Elfo, Rey de Gondor", fue todo lo que dijo.

TBC