36 Lothlórien

Disclaimer: Todo esto pertenece a Tolkien, y bla bla bla.

A/N: Gracias por los reviews. No me odien, es que solo hay un modo de acabar esta historia y es algo que deseo hacer cuanto antes, de modo que he avanzado un poco en el tiempo.

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El sanador enviado por Arwen llegó enseguida y sometió a Legolas una vez más a un humillante examen, luego de lo cual aplicó un ungüento y le recomendó no moverse mucho ni hacer esfuerzos.

Legolas se sentía herido en su orgullo. Había pensado que sería fuerte, pero cada vez que veía a Arwen junto a Aragorn su herida se volvía a abrir, haciéndose más dolorosa. Además, era la primera vez que dormiría sólo desde su ataque, pues en Ithilien, Eowyn lo acompañaba por las noches hasta que llegó Haldamir e hizo lo propio.

Pensó en llamar a su hermano, que dormía en una habitación junto a la suya, pero descartó la idea. Al menos debía dejarlo descansar una noche, ya Haldamir había hecho mucho por él y pudo recordar su rostro cansado cuando lo dejó momentos antes. También pensó en Gimli, pero el enano podría desear preguntarle algo, y lo último que necesitaba Legolas era pensar en sus sentimientos hacia Arwen y Aragorn.

El elfo se acurrucó entre las mantas y cerró los ojos. Pero el sueño se negaba a venir. No podía evitar pensar qué estaría haciendo Aragorn en esos momentos. ¿Estaría haciéndole el amor a Arwen? ¿En la misma cama que ellos habían compartido alguna vez? Trató en vano de apartar ese pensamiento, pero el rostro de Aragorn, rejuvenecido por la pasión, aparecía una y otra vez en su mente, tal como lo recordaba cuando ambos hacían el amor. ¿Él gritaría el nombre de Arwen como tantas veces había gritado el nombre de Legolas al llegar al clímax? ¿Le diría luego palabras de amor y la abrazaría como si no deseara que nadie se la arrebatase jamás? Amargas lágrimas empañaron sus ojos, deslizándose por sus pálidas mejillas, mientras su mente lo torturaba con esos recuerdos.

Mientras tanto, en la habitación contigua, Arwen trataba en vano de llamar la atención de su marido vestida con una bata transparente. Pero Aragorn parecía distraído y sólo le dijo:

- "Querida mía, debes descansar. El bebé necesita que reposes lo suficiente. El sanador me dijo que no te habías sentido nada bien estos días", le dijo suavemente, apartándola.

- "Mi señor, me sentía sola. Pero ahora que has vuelto, todo volverá a ser como antes, ¿verdad?", preguntó ella, desabrochando la bata y dejando ver parte de su cuerpo desnudo.

Pero la mente del rey estaba en otro cuerpo, que había visto hacía escasos momentos, apenas cubierto por el agua; un cuerpo del que creía conocer mejor que el suyo, donde sus manos se deslizarían con la facilidad del amante que sabe como complacer a su compañero, pero, ¡Basta! ¿En qué estaba pensando?

- "Lo siento, Arwen. Acabo de llegar de un viaje y deseo descansar también", dijo Aragorn, algo bruscamente y se acostó.

La reina salió al balcón. Estaba furiosa. Había bastado que Legolas apareciera para transtornarlo todo de nuevo. Aragorn actuaba como un completo idiota, pendiente del elfo, nervioso cuando le hablaba. Un terrible pensamiento surgió de pronto, ¿y si Aragorn se estaba enamorando de nuevo de Legolas? ¿Si su amor era tan fuerte que a pesar del hechizo surgía de nuevo? Pero ella aún tenía una carta a su favor: Un heredero. El hijo de Aragorn, que sería rey. Y Legolas jamás podría competir con eso. Ella se encargaría de demostrárselo.

Arwen volvió a la habitación, tranquila con el curso de acción que había decidido. Eso y el cansancio natural del embarazo, hicieron que se quedara dormida casi enseguida.

Aragorn, por el contrario, no lograba conciliar el sueño. De pronto, había notado que sus pensamientos estaban en el rubio elfo, y que no eran los pensamientos de un amigo. Al principio había sentido una enorme angustia al saber a Legolas herido en tan espantosa forma, pero luego, la compasión que sintió había sido reemplazada por algo más, algo que recién en ese instante se atrevía a nombrar, pues acababa de vislumbrar lo que era: se había enamorado de Legolas.

¿Qué haría ahora? No podía dejar que Arwen o Legolas se dieran cuenta de lo que sentía. Era algo completamente indigno. Además, el elfo lo despreciaba y aún no sabía la razón. Quizás Legolas se había dado cuenta de sus sentimientos antes que él mismo y se sentía asqueado por su conducta hacia Arwen. Quizás…pero el dolor de cabeza no le permitió pensar más y cayó finalmente en un intranquilo sueño.

La mañana no trajo alivio alguno al elfo, que no había podido conciliar el sueño. Haldamir acababa de entrar, preguntándole cómo había pasado la noche, y él mintió diciéndole que había dormido bien. Luego, Arwen hizo su aparición trayéndole el desayuno.

- "Buenos días Legolas, Haldamir", dijo la reina con una radiante sonrisa, dejando la bandeja sobre la mesita de noche y abriendo las cortinas de par en par.

La luz de la mañana penetró en la habitación, mostrando el rostro de Legolas pálido y demacrado. El elfo sonrió tratando de mostrarse tranquilo.

- "Buenos días, Arwen. Te ves muy animada hoy", respondió Haldamir

- "Oh, desde luego", dijo ella sonriendo aún más, "es que ya tengo de vuelta a mi rey"

- "Pues sí. Creo que Legolas y yo te lo robamos por mucho tiempo", bromeó Haldamir.

- "¿Robármelo? Eso no. Sólo se los presté", respondió Arwen, y agregó, "Haldamir, tu desayuno está servido en el comedor y Gimli te espera allí. Yo acompañaré a Legolas mientras desayuna y se asea"

- "Bien. Nos vemos, hermano", dijo Haldamir abandonando la habitación.

Legolas no había dicho palabra. No tenía nada de apetito y la última compañía que deseaba era Arwen. Le remordía en la conciencia lo ocurrido entre él y Aragorn y se sentía muy mal por el engaño de el rey.

- "Legolas, ¿cómo te sientes esta mañana? El sanador me comentó que tu herida no había mejorado", dijo la reina.

- "Estoy bien. No deseo hablar sobre mis heridas, Arwen", respondió el elfo, tratando de no parecer demasiado brusco.

- "Lo siento", dijo ella, ayudándolo a incorporarse mientras le servía un poco de jugo. "hablemos de cosas alegres entonces. ¿Sabes por qué estoy tan feliz? Espero un hijo de Aragorn y el sanador me ha dicho que será varón"

Legolas miró a un punto indeterminado en el espacio, sacando fuerzas para sonreír.

- "Me alegro mucho, Arwen", logró decir.

- "No veo la hora de decírselo a mi rey. Salió temprano a una reunión en el Consejo. Sé que se sentirá dichoso, un heredero es lo que más desea en este mundo", continuó Arwen, sintiéndose inmensamente feliz al ver el rostro descompuesto de Legolas.

- "Sí, eso es lo que más desea", dijo Legolas, hablando más a sí mismo que a la reina.

De pronto, ella lo tocó dulcemente en el hombro y le dijo con suavidad.

- "Siento mucho lo que pasó entre ustedes", el elfo la miró sorprendido, "Sí, lo sé. Aragorn mismo me lo dijo", continuó ella, "fue producto de la soledad y de la angustia que mi señor sufrió en la Guerra del Anillo, pero él guarda hacia ti una gran amistad", sonrió Arwen dando la estocada final.

Legolas no podía creerlo. Tartamudeó confundido

- "¿E-el t-te lo dijo? ¿t-todo?", dijo con voz apenas audible.

- "Por supuesto, porque estaba seguro de nuestro amor. Te agradezco haber estado junto a él cuando yo no pude hacerlo. Sé que lo sucedido con los uruk-hai te ha lastimado muchísimo, querido Legolas", Arwen saboreó estas últimas palabras, "por eso todos están pendientes de ti. Aragorn mismo siente mucha lástima", hizo hincapié en esta última palabra.

Legolas miraba al piso, incapaz de pronunciar palabra alguna.

- "Pero no te sientas mal", continuó Arwen con voz melosa, "todos los que lo saben (los capitanes de la guardia, los sanadores, las doncellas) sienten mucha simpatía por ti, y saben que no fue tu culpa que esos uruk-hai te encontraran desprevenido. Le he pedido a Aragorn que te permita quedarte en el palacio el tiempo que quieras, ahora que tu padre te ha desheredado. Además, quizás quieras compartir con nosotros la alegría del nacimiento del bebé"

Haldamir entró en ese momento y se asustó mucho al ver la cara de dolor de su hermano.

- "¡Legolas! ¿Qué ha pasado?", preguntó ansioso.

Legolas no respondió.

- "Le decía a Legolas que nos hace muy felices que los amigos de Aragorn estén aquí para compartir con nosotros la alegría de ser padres", sonrió Arwen, "creo que Legolas necesita descansar, apenas si ha tocado el desayuno. Enviaré por el sanador", dijo retirándose.

- "¿Legolas?"

- "Quiero estar solo", pidió el elfo débilmente.

- "No te ves bien. Estás pálido…", empezó Haldamir.

- "Quiero estar solo", volvió a decir Legolas haciendo un enorme esfuerzo por mirar a los ojos a su hermano.

- "Estaré afuera, esperando al sanador", respondió Haldamir dirigiéndose a la puerta.

Legolas se dejó caer sobre la cama. ¡Ella lo sabía! ¡Lo había sabido siempre! Eso explicaba muchas cosas. La extraña actitud de Aragorn, ¡era lástima! Ella misma se lo había dicho. Aragorn sentía lástima, todos sentían lástima por él. Las crueles palabras de Elrohir hicieron eco en sus oídos una vez más "Serás su concubina" ¿Es que acaso Aragorn se lo había dicho también? ¿cuántos más lo sabrían? Él, que guardaba ese amor como el recuerdo más preciado, había cuidado mucho, aún luego de ser despreciado, el decírselo a alguien. Pero Aragorn lo había hecho, y se había jactado de eso "se sentía solo y angustiado", "necesitaba consuelo", eso era lo que ella había dicho, ¡y le habia agradecido por estar junto a Aragorn! La poca dignidad que aún le quedaba se había diluido con la sonrisa de Arwen.

Ahora ella también sentía lástima. No se sentía en absoluto amenazada, ¡que iluso había sido al creer ver algo en los ojos de Aragorn! ¡era lástima! No podía quedarse allí. No podía. Tenía que irse.

En ese momento, algo se apagó dentro de él, cansado de sufrir de esa manera. Sólo de dejó estar, con los ojos cerrados y perdió la noción del tiempo.

- "Legolas, el sanador está aquí", dijo suavemente Haldamir al ver a su hermano echado en la cama con los ojos cerrados.

- "Legolas", repitió, tocándole la mejilla.

Los ojos azules se abrieron lentamente, completamente vacíos e inexpresivos. Legolas se volteó para someterse nuevamente al humillante examen, sin decir palabra.

Cuando el sanador se retiró, volvió a echarse de frente y se cubrió con la manta. Sus ojos seguían vacíos.

- "Legolas, dime qué pasa", pidió Haldamir cada vez más preocupado.

- "Lothlórien", fue lo único que obtuvo como respuesta.

- "¿Lothlórien? ¿Quieres partir?", preguntó su preocupado hermano.

Legolas asintió con la cabeza. Se sentía demasiado desdichado para hablar. Cerró los ojos y trató de huir de todo eso.

- "¡Legolas", gritó Haldamir, sacudiéndolo desesperado.

- "Lothlórien", susurró el elfo herido una vez más.

Los sanadores fueron llamados, incluso el mismo rey se presentó preocupadísimo, pero nada era capaz de sacar a Legolas de su ensimismamiento. Sólo se dejaba hacer, con sus bellos ojos vacíos y el rostro completamente inexpresivo.

Haldamir discutía con los soberanos y con Gimli lo que debían hacer.

- "No entiendo qué le pasó, por la mañana lo noté cansado, como si no hubiera dormido bien, pero hablamos un poco antes de que llegara Arwen", decía Haldamir.

- "Y estuvimos platicando sobre varias cosas. Lo encontré cansado, pero normal, hasta que entraste de nuevo, Haldamir", respondió Arwen con la preocupación pintada en el rostro.

Gimli la miraba muy fijamente, haciéndola ponerse nerviosa.

- "Legolas no se siente bien aquí. Debemos llevarlo a Lothlórien", dijo el enano con tono amenazador.

- "¿Por qué no se siente bien aquí?", exclamó Aragorn, "le hemos dado todo tipo de atenciones, tiene a su disposición a los mejores sanadores, ¿qué le sucede?"

Gimli lo miró con el más absoluto desprecio.

- "Legolas no deseará estar en el lugar donde sufrió tanto una vez", dijo el enano mirando al rey.

- "¿De qué hablas?", preguntó Aragorn.

- "Cálmense, por favor. Es claro que todos deseamos el bien de Legolas, y estoy de acuerdo con Gimli, cuando antes lo lleven a Lothlórien, será mejor para él", intervino Arwen.

La discusión se prolongó unos instantes más, hasta que Haldamir terminó por ceder y el rey dio las órdenes para preparar inmediatamente todo lo necesario para el viaje. En esta ocasión, él no los podría acompañar, pues su esposa e hijo necesitaban de su presencia, como se lo había hecho saber Arwen esa misma mañana.

La condición de Legolas no varió en lo absoluto lo que quedaba del día, y por la noche, Haldamir estuvo más que convencido de que lo único que salvaría a su hermano sería la magia del Bosque Dorado. Él y Gimli velaron el sueño de Legolas, sin hablar mucho, pero atentos a cualquier tipo de reacción del elfo, decepcionados de no poder ver mejoría alguna.

Al siguiente día, muy temprano, abordaron las barcas que los conducirían a Lothlórien, acompañados por una pequeña escolta que los dejaría a la entrada del bosque dorado.

La despedida fue penosa, pues era evidente que Aragorn deseaba acompañarlos, pero sus deberes de esposo y padre le impedían en aquélla ocasión cumplir con sus deberes de amigo.

- "Cuídalo mucho. Iré apenas pueda", dijo a Haldamir antes de despedirse.

Legolas fue traído en una camilla y depositado con cuidado en una de las barcas, donde se acomodó Haldamir y dos remeros. La otra barca era tripulada por Gimli y dos remeros más, pues los soberanos se habían negado a que sus amigos tuvieran que remar.

El elfo herido no mostró señal alguna de saber hacia donde se dirigían, su rostro seguía tan inexpresivo como siempre y no reaccionó al ver el río ni el bosque, haciendo que el corazón de Haldamir se encogiese, pues sabía cuánto amaba su hermano aquéllas cosas.

La travesía duró varios días, durante los cuales nada cambió en Legolas. Haldamir y Gimli se turnaban para cuidarlo y le hablaban constantemente, pero él no decía nada. Solamente al bajar de las barcas y ser transportado en brazos de Haldamir para pasar el Rauros, su mirada pareció dirigirse hacia el Amon Hen y sus labios temblaron ligeramente. Luego, nada.

Finalmente, llegaron al punto donde el Anduin se unía con el Nimrodel, a la entrada del Bosque Dorado. Allí, los hombres que los escoltaban emprendieron el camino de regreso a Gondor, dejando solos a Haldamir y a Gimli. El resto del trayecto lo harían a pie.

Haldamir tomó a Legolas en sus brazos y caminaron hacia los altos mallorns, internándose en ellos. El enano habría estado feliz en otras circunstancias, pues vería a la Dama Galadriel nuevamente, pero estaba tan preocupado por el estado de Legolas que ni siquiera había pensado en ello. En esos momentos, hubiera deseado ser un poco más alto para poder ayudar a transportar al elfo.

Caminaron un buen trecho, sin hablar. El bosque estaba también extrañamente silencioso. De pronto, una figura embozada saltó de un árbol y les apuntó con una flecha.

- "¡Gimli! ¿Qué le ha sucedido a Legolas? ¿Por qué lo traen así?", exigió una voz en élfico.

- "Baja el arco, Finwe", ordenó otra voz y otra figura surgió de la espesura de los árboles, descubriéndose la cabeza cubierta con una capa élfica. "Mae Govannen, Haldamir, príncipe de la corona de Mirkwood. Mae Govannen, Gimli, Hijo de Gloin", dijo Haldir inclinándose ligeramente, "mi compañero es Finwe, del Bosque Mágico y segundo capitán de guardias de Lothlórien"

- "Mae Govannen, Haldir de Lórien, Finwe", respondió Haldamir.

- "Hola, elfos", gruñó el enano.

- "Ha pasado mucho tiempo, casi un milenio, desde la última vez que nos vimos. Temo que las circunstancias que te traen por aquí no son felices, a juzgar por el estado del príncipe Legolas", dijo Haldir, dirigiéndose a Haldamir al tiempo que se acercaba para tocar la frente de su amigo.

Una expresión grave apareció en el rostro de Haldir.

- "¿Hace cuánto que está así?", preguntó preocupado

- "Cinco días, contando éste", respondió Haldamir, "no sabemos a qué se debe, sucedió de pronto"

- "¡Vámonos entonces! No hay tiempo que perder. Finwe, avisa a los otros", ordenó Haldir.

Finwe silbó varias veces y otros elfos aparecieron. El pelirrojo dio algunas órdenes y en un momento improvisaron una camilla de cortezas entretejidas, donde colocaron a Legolas. Los elfos tomaron la camilla y avanzaron delante, mientras Haldir y los otros los seguían.

Gimli estaba bastante mortificado porque la conversación se había desarrollado en élfico y era poco lo que pudo entender. Ahora, todos caminaban de prisa y Haldir hablaba en voz baja con Finwe. Todo parecía indicar que el joven elfo era su segundo en mando, pues los otros elfos obedecían también sus órdenes.

Continuaron aquélla marcha apresurada, turnándose para llevar la camilla donde iba Legolas. El paso que Haldir les obligaba a llevar hacía que nadie tuviese deseos de hablar mucho y Haldamir deseaba llegar a Caras Galadon lo antes posible. Entrada la noche, Haldir decidió hacer un alto para dormir.

- "Hemos avanzado bastante por hoy. Si seguimos a este paso, mañana a medio día habremos llegado. Ahora dormiremos sobre los árboles."

Con cuidado izaron la camilla con Legolas hacia lo alto de un robusto Mallorn y lo colocaron en el centro de la plataforma. Finwe ayudó a subir al enano y los demás subieron también ágilmente.

El primer mallorn estaba ocupado por Legolas, Haldamir, Gimli, Finwe y Haldir, mientras que el árbol vecino era ocupado por los guardias. Cenaron lembas y bebieron agua y Gimli sintió nuevamente el poder de ese pan mágico de los elfos, que alimenta el cuerpo y reconforta el espíritu.

Haldir ayudó a Legolas a incorporarse y le dio un trozo de lembas que el elfo comió mecánicamente. También bebió el agua que le ofreció, sin cambiar para nada su expresión impasible.

- "Ha estado así todo el trayecto desde Gondor", explicó tristemente Haldamir, "sólo se deja llevar, como si no tuviera voluntad propia"

- "¿Gondor?", exclamó Finwe, "¿qué hacía Legolas alli?"

- "Un momento, pequeño elfo", intervino Haldir. "Haldamir nos contará todo luego de atender a Legolas"

Se acomodaron en la plataforma, sentados en círculo. Finwe se pegó a Haldir y Haldamir se sorprendió mucho cuando vio que el Guardián de Lórien lo abrazaba cariñosamente por la cintura.

- "Bien, amigo mío, te escuchamos", dijo Haldir, "pero debes hablar en la Lengua Común para que Gimli, el enano, pueda entendernos"

Haldamir relató con tristeza cuanto sabía: el destierro de Legolas, el ataque de los uruk-hai y el estado en el que encontró a Legolas, el viaje a Gondor y la misteriosa enfermedad que había atacado a su hermano.

Haldir explicaba todo en élfico a Finwe, que lo miraba horrorizado, - "¡Oh, Legolas!" fue todo lo que pudo decir.

- "Gimli", dijo suavemente Haldir, "¿por qué Aragorn acudió en su ayuda? ¿por qué se lo llevó a Gondor?"

- "No lo sé. No lo entiendo por más vueltas que le he dado", gruñó el enano.

- "¿A qué se refieren?", preguntó ansioso Haldamir.

- "Gimli", prosiguió Haldir, "¿él no lo sabe?", dijo en alusión a Haldamir.

El enano negó con la cabeza.

- "¿Qué es lo que no sé?", exigió Haldamir

- "Legolas no quería…no quería que se hablara de eso", dijo el enano

Haldir lo miró compasivamente. Estaba conmovido por la lealtad del enano.

- "Amigo mío, ahora Legolas no puede decidir qué es lo bueno para él y qué no lo es. Creo, sin embargo, que no traicionaremos su confianza si ponemos a su hermano al corriente de todo", dijo gravemente.

El enano asintió.

- "Haldamir, esto te resultará muy doloroso, como ha resultado también para nosotros, pero debes comprender por qué Legolas se encuentra así", dijo.

Luego, fue relatándole a Haldamir todo lo acontecido, siendo corroborado por Gimli y por Finwe.

Haldamir escuchaba gravemente. Sus labios estaban pegados y sus puños crispados. Era un príncipe y no debía mostrar sus emociones, pero el daño que le causó Aragorn a su hermano, expuesto por Haldir, había hecho crecer en él una furia ciega y se juró a sí mismo hacer pagar al rey de Gondor por lo sucedido.

TBC

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