39 Desenlace

Disclaimer: Todo esto pertenece a Tolkien, y bla bla bla.

A/N: Este es el final de esta historia que he compartido con ustedes por tanto tiempo que ni yo misma me lo creo. Gracias por su paciencia y por sus comentarios, que hicieron que mi primera experiencia como escritora fuera muy placentera.

Extrañaré esta historia, pero he dejado abierto el camino para su continuación en dos historias más, una de las cuales ya he empezado (El Anillo y la Orden del Fénix). La otra, algún día la haré.

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Gondor

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Haldir acababa de llegar a Gondor. Los muros de la ciudad se erguían imponentes, la ciudad había sido hábilmente recostruida desde su destrucción en la Guerra del Anillo, sin embargo, el elfo no se dejaba impresionar fácilmente.

Los guardias de la puerta exterior le exigieron identificarse y él lo hizo, serena y altivamente, como correspondía a un elfo de su posición.

- "Soy Haldir de Lórien, Capitán de Guardias de Lothlórien y enviado de la Dama Galadriel para ver a la reina. La escolta que me acompña esta formada por los más hábiles arqueros de mi reino, aquéllos que ayudaron a Gondor en la Guerra del Anillo".

Los guardias lo recibieron con una reverencia, pues su porte hacía ver que se trataba de un gran señor. Lo hicieron pasar mientras un guardia se adelantaba a avisar a la reina.

Arwen se encontraba encerrada en su habitación. Había estado así desde que descubriera que el rey había partido a Lothlórien en busca de Legolas. Los sanadores y el personal del palacio no le habían permitido moverse de allí, pues esperaba un niño y cualquier viaje hubiera sido peligroso, de modo que todo lo que le quedaba era esperar impotente a que al menos Legolas hubiera muerto ya de pena para cuando Aragorn pudiera llegar hasta él.

Recibió sorprendida la noticia de que Haldir se hallaba allí, y se dispuso a ir hacia el salón para recibir al elfo.

Haldir la esperaba, con la expresión inescrutable que tan bien le conocía.

- "Mae Govannen, Arwen", saludó respetuosamente, besando su mano. ¿Acaso había en sus ojos cierta frialdad?

- "Mae Govannen, Haldir. Me han informado que traes un mensaje de Galadriel, ¿puedes decirme de qué se trata?", preguntó algo temerosa.

- "La Dama Galadriel ha pedido a Lord Elrond que venga hacia aquí, y en estos momentos se encuentra en camino. Luego se su llegada, debemos partir a Lothlórien", informó Haldir.

- "¿Mi padre? ¿En camino?", se sobresaltó Arwen, "¿Ha sucedido algo?", preguntó sin desear realmente oír la respuesta.

- "Eso, señora, lo sabes mejor que yo. Nada puedo decir por órdenes de Galadriel", respondió calmadamente Haldir.

Pasó así una semana completa, en que Arwen se moría de angustia, pero no pudo sacarle nada más a Haldir ni a ninguno de los elfos de su escolta. Incluso les había ofrecido alojamiento en el palacio, pero Haldir había rehusado, prefiriendo la casa donde hacía meses vivió con los hobbits y con Finwe. El recuerdo de su elfo pelirrojo reconfortaba su corazón, mientras cada noche, sus dedos recorrían una y otra vez los dibujos del cuaderno de Finwe.

A la mitad de la siguiente semana, los guardias avistaron una comitiva compuesta por cuatro elfos. La reina y Haldir salieron a recibirlos en seguida.

Elrond cabalgaba a la cabeza, seguido por Glorfindel. Detrás de éste venían Elladan y Elrohir, altivos y orgullosos como siempre.

Luego de los saludos protocolares y del abrazo cariñoso de los gemelos a su hermana, Elrond quiso saber por qué había sido convocado con tanta urgencia. Sin embargo, Haldir dijo saber tanto como ellos, y les pidió partir sin demora hacia Lothlórien.

Los elfos decidieron partir al día siguiente y los sirvientes recibieron los encargos de hacer los preparativos para el viaje de Arwen.

Elrond se retiró junto Arwen, pues deseaba platicar con su hija, a quien no veía hacía mucho tiempo. Glorfindel, a su vez, se retiró a descansar del largo viaje, pero los gemelos fueron enseguida en busca de Haldir.

- "¿Qué ha ocurrido?", preguntó directamente Elrohir, "tú lo sabes. Galadriel te confía muchas cosas"

- "Estás en lo cierto, Elrohir", respondió Haldir con seriedad, "pero no puedo decirlo y no lo diré"

- "¿Por qué Finwe no está contigo? ¿Es que acaso se cansaste de él?", exclamó Elrohir.

Haldir lo miró severamente a los ojos y Elrohir sintió que había cometido un error. Su amigo y ex amante estaba disgustado, lo conocía bien como para saberlo.

- "Finwe se encuentra el Lothlórien, esperándome", fue todo lo que dijo.

Elrohir se retiró molesto, pero Elladan permaneció allí.

- "Disculpa a mi hermano, Haldir. Está muy preocupado", pidió, "esto tiene que ver con Legolas, ¿no es así?"

- "¿Qué te hace suponer eso, hijo de Elrond?", respondió Haldir.

- "Es simple. Antes de que Legolas se fuera de aquí, tuvimos un altercado y ellos pelearon. Elrohir se lo dijo a nuestro padre, exagerando mucho los hechos a su favor, y logró que éste le escribiera indignado a Thranduil. Poco después, nos llegó una proclama de Mirkwood, declarando que el menor de los hijos del rey había sido desheredado y se encontraba proscrito. Supongo que Legolas llegó a Lothlórien, ¿verdad?"

- "Eres muy perspicaz", sonrió Haldir, "efectivamente, Legolas se encuentra en Lothlórien, pero nada puedo decir. Galadriel en persona es la más indicada para revelarles todo lo sucedido"

Elladan se dio cuenta de que no sacaría una palabra más al otro elfo. Bastante conocida era su lealtad para con Galadriel. Por el contrario, ahora sus pensamientos se hallaban en otra cosa, mejor dicho, en otra persona.

- "¿Por qué el hermoso Finwe no te acompaña?", preguntó incapaz de contener su curiosidad.

- "La Dama Galadriel le encomendó otra misión", respondió Haldir.

Elladan se acercó seductoramente.

- "Si acaso deseas compañía, sabes dónde encontrarnos", dijo insinuante.

- "Lo siento. Sólo dormiré con otros si Finwe me acompaña", fue la segura respuesta.

Elladan lo miró con cierto pesar. ¡Haldir estaba en verdad enamorado! No lo culpaba en absoluto. No teniendo a alguien como Finwe a su lado. Pero él había sido el primero en poseer al elfo pelirrojo, y eso le daba cierta alegría.

- "Entonces, cuando estemos en Lothlórien, habrá tiempo para divertirnos", susurró antes de desaparecer.

Al amanecer del siguiente día, la comitiva partió. La reina se negó a llevar guardias del palacio, de modo que su única escolta consistió en los elfos de Haldir y los recién llegados de Rivendel.

El viaje transcurrió sin mayores contratiempos, y Haldir continuó sin decir nada.

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Lothlórien

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Legolas y Aragorn habían encontrado al fin un poco de paz. En los días que siguieron a su reconciliación, sostuvieron largas charlas, pidiéndose mutuamente perdón y redescubriendo su amor. Sin embargo, los acontecimientos pasados los habían lastimado mucho a ambos y por mucho que lo deseaban, no volvieron a besarse.

Aragorn temía causar más daño a Legolas y no deseaba hacerle promesas, pues no sabía aún el destino que les aguardaba. De lo que sí estaba seguro era que dejaría su reino si tenía que hacerlo para estar junto al elfo.

Legolas sentía que estaba impuro a causa del penoso episodio con los uruk-hai, y temía el rechazo de Aragorn. No había hablado jamás de ese incidente con el mortal y tenía mucha vergüenza de hacerlo.

Ambos eran conscientes que debían esperar a que volviera Arwen y que fuera juzgada por los otros elfos. Galadriel les había explicado que ella sola no podía decidir el destino de Arwen y por eso había convocado a los reyes y señores elfos más antiguos de la Tierra Media: Thranduil, Elrond y Glorfindel, y que ellos, junto con los soberanos de Lothlórien, decidirían el destino de Arwen.

El elfo y el humano paseaban por Lothlórien, internándose en el bosque que ya no encerraba peligros, y volviendo entrada la noche. En sus largos paseos practicaban con el arco y la espada, subían a los árboles y hablaban de las leyendas y canciones de Lothlórien. Pero siempre evitaban hablar de ellos mismos, o de su futuro. Solo aguardaban.

Por las noches, volvían a sus respectivos talans y se despedían. Legolas compartía su vivienda con Haldamir y Aragorn con Gimli.

Haldamir no había perdonado del todo al humano, pero toleraba que esté junto a Legolas, pues veía a su hermano feliz. Aunque temía, como Legolas, la llegada de Thranduil. Además, había pedido disculpas a Finwe por el incidente por el que lo golpeó y el elfo pelirrojo había aceptado sus disculpas. Incluso podía decirse que se habían hecho amigos, pues ahora sostenían largas charlas sobre el Bosque Mágico, de donde procedía Finwe.

De este modo, transcurrieron los días y la magia del Bosque Dorado reconfortó sus corazones, hasta la mañana en que apareció Thranduil, acompañado de su escolta.

Legolas había temido muchísmo el encuentro con su padre, pero Haldamir lo había tranquilizado diciéndole que el rey no debía enterarse de nada que no fuera estrictamente necesario, en clara alusión al ataque de los uruk-hai.

Thranduil, sin embargo, rehusó hablar con su hijo menor y exigió a Galadriel informarle cuanto antes para qué lo había convocado, pues debía partir con Haldamir para celebrar el enlace de éste. Pero Galadriel se mantuvo firme en esperar a Elrond y el rey tuvo que resignarse. Cuando al fin se anunció la llegada de Elrond, habían transcurrido tres días desde la aparición de Thranduil.

Los elfos de Rivendel llegaron escoltando a Arwen, que lucía algo cansada. Galadriel y Celeborn salieron a darles la bienvenida y trasladaron a todos a viviendas especialmente diseñadas para ellos. La Dama asignó también una doncella permanente para acompañar a su nieta. Si a todos les extrañó muchísimo que Aragorn no saliera a recibirla, no dijeron nada.

Aragorn y Legolas habían recibido la noticia de que el momento había llegado. Ambos se encontraban en el talan de Legolas, con Finwe y Gimli, pero el elfo pelirrojo se disculpó pues deseaba saludar a Haldir cuanto antes. Gimli lo siguió también.

- "Pronto se terminará esta incertidumbre, Legolas", dijo Aragorn, pensativo.

- "Lo sé", fue la única respuesta del elfo.

- "Legolas, sin importar lo que decidan hacer con Arwen, deseo que permanezcas a mi lado. No soportaría volver a perderte", dijo el mortal tomándolo de las manos.

- "¿Tú estás seguro?", preguntó el elfo. La pregunta que tenía en la mente hacía mucho tiempo deseaba salir, pero no se atrevía.

- "Lo estoy. Eres el ser más hermoso y más puro que conozco y deseo tenerte para siempre junto a mí".

- "¿Puro? No...no después de..", y la voz se le quebró.

Aragorn lo abrazó con ternura, apartando los cabellos rubios de su rostro y besándolo en la mejilla.

- "Lo que pasó no cambia en nada lo que siento por ti, aunque habría dado mi vida por evitarte ese sufrimiento. Te amo, ¿no te lo he dicho mil veces?", dijo Aragorn acariciándolo.

- "Lo has hecho. Pero..", Legolas no pudo continuar.

- "¿Pero? ¿Qué te aflije, amado mío? No me importa que decidan hoy, yo renunciaré a mi reino si es necesario. Mi hijo heredará Gondor y él completará la tarea de la unificación. ¡No renunciaré a ti!", exclamó el rey.

- "No me has vuelto a besar...", susurró Legolas, "yo sé que es difícil, ellos...ellos me hicieron eso, me hicieron estar así...pero no sabes cómo lo necesito"

Aragorn lo miró con ternura. Luego, lentamente tomó su barbilla y acercó su rostro al de Legolas, besándolo suavemente. La sensación era maravillosa. Acarició los labios de su elfo, saboreando cada instante a la vez que atraía su cuerpo hacia el suyo, tomándolo por la cintura. Legolas tenía los ojos cerrados y entreabrió ligeramente la boca, suspirando. El beso se hizo más apasionado y pronto Aragorn se encontró explorando la boca de su amado que respondía ardientemente a sus caricias.

- "Te amo", decía Aragorn entre besos, "pensé que me rechazarías por estar casado aún, no sé como pude perderme de esto"

- "Mi señor", susurraba Legolas entre suspiros, era la primera vez que lo llamaba así, "no digas más, sólo bésame"

Continuaron besándose hasta que fueron interrumpidos por Finwe que los miraba divertido. Tuvo que toser dos veces para que le hicieran caso.

- "Legolas, Aragorn. La Dama Galadriel los espera. Me envía también esto", dijo dejando sobre la cama dos mudas de ropa, cuidadosamente doblada. "En cuanto estén listos, avísenme para escoltarlos. Estaré afuera"

Legolas trató de protestar que no necesitaba ninguna escolta, pero Finwe le dijo sonriendo:

- "El rey de Gondor y el príncipe de Mirkwood deben ir acompañados y la Dama me ha pedido que sea yo quien los acompañe", y desapareció .



Los soberanos de Lothlórien habían hecho instalar un enorme salón sobre un mallorn junto a su vivienda. En él se celebraría la esperada reunión. En el centro del salón, había una mesa de roble, en cuya cabecera se sentaban Galadriel y Celeborn, teniendo frente a ellos a Thranduil y Haldamir.



Todos estaban muy serios. Thranduil apenas había saludado a Elrond y a sus hijos, molesto aún por la misiva y por tanto misterio. Elrond y sus hijos estaban junto a Arwen, altivos y orgullosos a la derecha de la mesa. Glorfindel conversaba con Haldir, en la otra puerta, que conducía a una pequeña cámara.

Finwe hizo su aparición con Legolas y Aragorn, permaneciendo respetuosamente en la puerta. El Rey de Gondor vestía de azul, con un manto blanco, pero no ceñía corona. Aún así, se veía magnífico y majestuoso. Legolas vestía con los colores de Mirkwood, mas no ostentaba ningún símbolo de su condición de príncipe, pues aún no había sido reinvindicado como tal.

Aragorn se acercó a saludar a los elfos de Rivendel, quienes lo miraron escrutadoramente. Sólo hizo una inclinación de cabeza para saludar a Arwen, pues tenía enormes deseos de abofetearla a pesar del niño. Luego, se dirigió a Thranduil que lo saludó respetuosamente.

Legolas permaneció de pie en el centro del salón. No pensaba saludar a Elrond luego de lo que había ocasionado con sus hijos. Tampoco se dirigiría a su padre que lo había desterrado.

- "Amigos míos, los he convocado para discutir un asunto de suma gravedad, acaecido tiempo atrás, y que tiene como protagonistas a Aragorn, Legolas y Arwen", empezó Celeborn.

- "Les rogamos que se sienten", dijo Galadriel dirigiéndose a Legolas y Aragorn, "junto a mí", agregó.

Ambos lo hicieron.

Los rostros de todos los presentes eran graves. Arwen, sin embargo, miraba altivamente a Aragorn y Legolas. Por las palabras de Galadriel, supo que su juego había sido descubierto, y jugaba su última carta: el orgullo.

- "Legolas, Aragorn, permítanme ser yo quien pueda relatar todo, para que los aquí presentes tomen conocimiento de los hechos. Luego escucharemos a Arwen y finalmente decidiremos lo que se debe hacer", pidió Galadriel

- "Está bien, mi señora. Pero debo decir que, sin importar lo que decidan, permaneceré al lado de quien mi corazón ha elegido, aún a costa de perder mi reino", dijo Aragorn con voz firme.

Los gemelos hablaron entre sí, en voz baja y Arwen no bajó la vista que sostenía fijamente en Aragorn.

- "Yo, por mi parte, digo lo mismo", intervino Legolas, con la voz tranquila, "aunque no tengo reino que perder", acotó mirando a su padre, que se movió incómodo en el asiento.

Galadriel asintió, y relató los hechos, tal como se los había referido Aragorn y confirmado Legolas. Solamente omitió los detalles del ataque que sufrió Legolas. Los presentes estaban claramente sorprendidos por todo lo que oían. Los gemelos no dejaban de cuchichear gravemente y Elrond tenía los labios apretados, al igual que Thranduil.

De pronto, Elrohir gritó.

- "¡No es cierto! ¡No puede serlo! Ellos mintieron para mantener esa pasión que tienen, mi hermana no haría eso, ¿verdad Arwen?", exclamó, visiblemente alterado.

- "¡Nadie llamará mentiroso a mi hermano en mi presencia!", gritó Haldamir, poniéndose de pie.

Aragorn y Legolas se habían puesto de pie también, pero la voz de Celeborn hizo que todos se sentaran de nuevo.

- "¡Basta! No los he convocado para discutir la veracidad de lo que les diremos. Si no estuviéramos seguros de ello, no los habríamos convocado. Debo, sin embargo, preguntar a Arwen si esto es cierto"

Todos volvieron a sentarse.

- "Créanme que esto es doblemente doloroso por tratarse de nuestra propia nieta. Pero no podemos permitir que tamaña injusticia se cometa en la Tierra Media que prometimos proteger. Es por eso que te pregunto, Arwen, ¿es verdad lo que acabo de decir?", dijo Galadriel

Arwen asintió, con el rostro ininmutable.

Elrond cerró los ojos, incapaz de creerlo aún. Elladan y Elrohir la miraron horrorizados. De pronto, ella los miró a los tres y dijo, con la voz fría.

- "Padre, hice lo que me pediste. ¿No deseabas que fuera reina? ¿No me pediste que me casara con Aragorn sólo cuando fuera rey? Eso fue lo que hice. Si nos hubieras permitido casarnos cuando él me amaba, antes de esa estúpida guerra, las cosas serían diferentes. Él no se hubiera enamorado de Legolas"

- "¡Oh, Arwen!", exclamó Elrond

- "¡Arwen, cómo pudiste! ¡Nosotros luchamos contra Melkor!", gritó Elrohir.

- "¡Y yo pasé todo ese tiempo sufriendo pues supe que él me había traicionado!", gritó, "¡y ahora, tengo un hijo suyo y ya nada podrá separarnos pues estamos casados según las leyes élficas y humanas!"

- "¡NO!", gritó Aragorn poniéndose de pie, "¡me engañaste! ¡Ese matrimonio es una mentira! ¡No puede continuar!"

- "Lo siento, Elessar. Para los elfos no existe la separación", respondió fríamente ella.

- "¡Es suficiente!", pidió Galadriel, "lo que decidamos, debemos hacerlo los convocados, Elrond, Glorfindel y Thranduil. Los demás, pueden retirarse. Haldir y Finwe los acompañarán"

Thranduil no había dicho una palabra, pero al oír eso, buscó a Legolas con la mirada.

- "¡Legolas!"

Pero el rubio elfo lo miró con pesar y se retiró, seguido de Aragorn y Haldamir. Haldir los condujo a una pequeña sala junto al salón principal, donde esperarían la decisión.

Por su parte, Finwe se acercó para acompañar a los gemelos y a Arwen a otra sala contigua a la primera. El elfo pelirrojo saludó fríamente a la reina y a sus antiguos amantes.

- "Finwe, ¿qué sucede?", preguntó Elladan

- "¿Y aún lo preguntas? Ustedes causaron el destierro de Legolas por su insensatez. No deseo más su amistad, y mucho menos sus favores", dijo intencionalmente para ver la reacción de Arwen ante esa revelación, pero la reina se limitó a mirarlo de arriba hacia abajo, como a un inferior.

El elfo pelirrojo se quedó de pie junto a la puerta cerrada, desde donde se oían las voces de los gemelos pidiendo explicaciones a su hermana y la voz fría de Arwen defendiéndose. Finwe se preguntó cuánto le duraría ese cinismo a la reina.

Haldir a su vez, custodiaba la otra puerta, donde Legolas, Aragorn y Haldamir aguardaban la decisión de los otros elfos.

Luego de varias horas de deliberación, Glorfindel abrió la puerta e hizo una seña a Haldir y Finwe. En pocos instantes, el salón estuvo ocupado como al inicio.

- "Luego de un exhaustivo análisis de los hechos, y procurando reparar de la forma más justa el daño causado, nuestra decisión ha sido tomada", dijo Galadriel, "y creo que Elrond es el más indicado para anunciarla"

- "Lo siento", dijo Elrond, "esto no hubiera pasado si no te hubiese llevado, con mi insensatez, a cometer esta locura, hija mía. Lo siento, Aragorn, por todo el daño que mis acciones te causaron. Lo siento, Legolas, por mis actos irreflexivos que llevaron a tu padre a actuar precipitadamente. Debo ahora anunciarles nuestra decisión. El hijo de Arwen y Aragorn nacerá en Lothlórien y luego será entregado a su padre. Arwen estará recluida aquí hasta el nacimiento y luego partirá conmigo a las Tierras Imperecederas. Además, Aragorn queda, desde ahora, libre del vínculo que lo ata a ella, pues estuvo basado en una mentira", hizo una pausa, pues Arwen sollozaba silenciosamente y acudió junto con Glorfindel para sacarla de allí.

- "Me corresponde a mí comunicar la última decisión", intervino Thranduil, "Legolas, hijo mío, si tu generoso corazón accede a perdonar a este elfo testarudo que es tu padre, te será devuelto todo lo que te arrebaté y podrás volver a Mirkwood en compañía de Aragorn cuando lo desees".

El rey abrió los brazos y Legolas corrió a abrazarlo. Nunca, jamás, Thranduil había mostrado su afecto por alguien, ni siquiera por sus hijos, en público. Y Legolas no podía recordar cuando fue la última vez que su padre lo abrazó así.

Mientras Arwen era llevada por Galadriel y Elrond a su nueva vivienda en Lothlórien, y Legolas se retiraba con su padre a sostener una larga charla, Elladan y Elrohir se acercaron a Aragorn.

- "Hermano, sentimos mucho que nuestros actos le hayan traído tanto pesar a Legolas", empezó Elladan.

- "Yo fui el que generó todo esto", siguió Elrohir, "pero jamás soñamos que Arwen podía llegar a hacer algo tan horrible. Por favor perdónanos"

Aragorn conocía demasiado bien a los gemelos como para saber que jamás pedían perdón, por lo tanto, supo apreciar ese acto y además, se encontraba tan feliz que no podría seguir molesto con ellos. Les dio un abrazo fraterno y salió de allí a darle a Gimli la buena noticia.

Haldir y Finwe habían salido al patio, para estar al fin un momento solos.

El elfo rubio abrazó a Finwe por la cintura, atrayéndolo hacia él.

- "Te extrañé, pequeño elfo", le susurró al oído antes de besarlo.

- "Haldir, Finwe", dijo suavemente Elladan, acercándose junto con Elrohir.

Finwe se dio la vuelta, tratando de alejarse, pero Haldir lo tomó del brazo y le susurró – "Quédate"

- "Lo sentimos", dijo Elladan, "en verdad lo sentimos mucho. Nos hemos disculpado ya con Aragorn y también lo haremos con Legolas"

- "¿Y él lo siente?", preguntó fríamente Finwe mirando a Elrohir con resentimiento.

- "Claro que lo siento", exclamó Elrohir acercándose al elfo pelirrojo y mirándolo a los ojos, "si pudieras leer en mi corazón, sabrías lo apenado que me encuentro"

Finwe lo miró a los ojos y supo que era sincero. También vio dolor en los ojos de los gemelos y sintió lástima por lo que les estaba pasando. Miró a Haldir y éste asintió, ¡qué bien sabía leer sus pensamientos!. Finwe se acercó a Elrohir y le dio un beso en la mejilla, e hizo lo mismo con Elladan.

Aragorn le había contado todo a Gimli y ambos se sentían felices. El enano incluso bromeaba sobre llevarse a Legolas a las cavernas antes de que fueran a vivir a Gondor y el rey pudo reír como no lo hacía en mucho tiempo. Anochecía ya cuando Legolas abrió la puerta, sonriendo también. Al fin se habían resuelto las cosas con su padre.

El enano se despidió rápidamente diciendo algo de un talan sobre la tierra que le habían preparado y que no volvería hasta el medio día siguiente.

Aragorn se acercó a abrazar a Legolas, pero el elfo le dijo:

- "Deseo agradecer a Haldir y a Finwe todo lo que hicieron por mí, ¿me acompañas?"

- "Te acompañaría a Mordor si me lo pides, amado mío", respondió el rey y ambos salieron hacia el talan de Haldir.

El talan estaba silencioso, pero los guardias le habían dicho a Legolas que Finwe y Haldir se encontraban allí, de modo que se acercaron, pero ni bien habían llegado a la puerta, sintieron un quejido, seguido de otro y una alegre risa.

Ambos se asomaron curiosos a la ventana y se quedaron paralizados. Sobre la cama de Haldir estaba Elladan completamente desnudo y siendo acariciado por Haldir y Finwe, mientras que Elrohir atendía hábilmente a Haldir, de rodillas a los pies de la cama. Los cuatro estaban tan concentrados en darse placer, que no notaron al humano y al elfo que los observaban desde la ventana.

Aragorn tomó a Legolas de la mano, pero el elfo no se movía, sólo contemplaba la escena con la respiración agitada. Un gemido de Finwe al ser penetrado por Haldir lo arrancó de su absorta contemplación y se dejó conducir dócilmente por Aragorn hacia el talan de éste.

Apenas cerró la puerta, Legolas abrazó al mortal, besándolo con pasión. Aragorn correspondió con ardor similar, pero se detuvo dudando. ¿Legolas estaría preparado? El elfo lo miró sonriendo.

- "Mi señor, ahora que eres libre, me entrego a ti completamente", susurró el elfo y empezó lentamente a desvestirse, hasta quedar desnudo frente al rey de los hombres.

Aragorn lo miró con adoración. ¡Hacía tanto tiempo que no tenía entre sus brazos aquél cuerpo perfecto! Tomó a Legolas de la mano y lo guió hacia la cama, recostándolo suavemente. Quería admirarlo, quería saborear cada parte de su cuerpo…

Legolas lo miraba con los ojos entrecerrados. El mortal se arrodilló al lado de la cama y comenzó a besar los pálidos labios, mientras sus manos acariciaban los perfectos pectorales del elfo. Pronto fue recompensado con los gemidos de su amado que sonaron como música a sus oídos, ¡hacía tanto tiempo! ¿Cómo había podido vivir sin su elfo?

Aragorn continuó su exploración, besando cada milímetro de la piel de Legolas, al tiempo que sus manos separaban los muslos del elfo, acariciando la parte interior de éstos. Sus caricias hacían que Legolas olvidara por fin las garras de los uruk-hai manoséandolo, pues las manos y labios del rey tomaban posesión nuevamente de su cuerpo, borrando para siempre su vergüenza.

El elfo abrió los ojos, quería mirar a su rey. Además, ya sentía la familiar urgencia en su cuerpo, que le hacía desear entregarse. Pero Aragorn continuaba acariciando todo, excepto la zona más sensible, haciéndolo sentir un delirante e insatisfecho placer. Legolas se agitaba en la cama, con los labios entreabiertos. Le gustaba ese juego de dominación, pero ya estaba durando demasiado.

Casi gritó cuando el humano se puso de pie, retirando sus ardientes manos. Cerró los ojos fuertemente ahogando los gemidos.

- "Paciencia, amado mío", susurró Aragorn, mientras el sonido de ropa deslizándose y cayendo fueron la inequívoca señal de que él también necesitaba alivio.

Luego, el cuerpo de Aragorn lo cubrió y ambos disfrutaron con el roce de su piel desnuda. Las manos de Legolas vagaron por la espalda de Aragorn, y acariciaron cada músculo, deteniéndose en su cintura para tomar su miebro erecto y acariciarlo con pasión. Aragorn gimió profundamente, pero luego se levantó de nuevo, buscando algo entre sus ropas y volvió con un diminuto frasco entre los dedos.

De nuevo, cubrió el cuerpo del elfo, recorriendo con su lengua el abdomen perfecto, hasta perderse en su entrepierna, succionando deliciosamente la ansiosa carne de Legolas.

Elfo y humano gemían sin control, entregados por completo a su mutua pasión. Cuando sintió que no lo resistiría más, Aragorn abrió el pequeño frasco, humedeciendo uno de sus dedos con su contenido, y lo deslizó con suavidad dentro de su elfo. Legolas se sobresaltó, abriendo los ojos, y Aragorn creyó ver en ellos una sombra de temor.

El humano se detuvo.

- "Lo siento, hermoso mío. No te haría daño jamás"

Legolas lo miró, luchando consigo mismo para calmar ese temor. "Es Aragorn", se decía, "es el hombre a quien amo".

Sonrió a Aragorn.

- "No te detengas, mi señor. No lo soportaría", susurró suavemente.

Aragorn continuó preparándolo cuidadosamente, haciéndolo olvidar todos esos penosos recuerdos. Nuevamente la habitación se llenó de los deliciosos suspiros de Legolas.

Entonces, el elfo hizo algo que lo sorprendió. Al retirar Aragorn los dedos, Legolas se incorporó, guiándolo para recostarlo en la cama, y luego subió sobre él, colocándose sobre el miembro del humano, que lo penetró suavemente. Así, mientras se besaban, las manos de Aragorn bajaron para acariciar a su amado y facilitar el camino de su placer.

Ambos se movían con urgencia, y Aragorn sintió tensarse el cuerpo de su amado, preludio del éxtasis que vendría. Acarició su exquisito miembro al tiempo que se clavaba con fuerza dentro del elfo, hasta que sintió sus manos mojadas con la exquisita escencia de Legolas, y pudo permitirse al fin explotar dentro de él y limpiarlo para siempre del ultraje sufrido. Legolas se dejó caer sobre el rey, tratando de recuperar el aliento.

El elfo suspiró feliz. Al fin se sentía limpio, al fin se sentía amado. Apoyó la cabeza en el pecho de Aragorn que lo besó tiernamente.

- "Te amo", le dijo nuevamente, Legolas nunca se cansaría de escucharlo.

- "Te amo, mi señor", susurró Legolas. Aragorn jamás se cansaría de oírlo.

- "¿Irás a Gondor conmigo? Deseo partir mañana", pidió el humano.

- "Iré a donde me pidas, pero ¿y el niño?", preguntó Legolas.

- "Vendremos a buscarlo cuando nazca, y lo llevaremos a Gondor con nosotros"

Legolas sonrió. Eso era lo que él también deseaba.

Se besaron nuevamente, hasta quedar profundamente dormidos.

EPILOGO

Cinco meses habían pasado. Legolas y Aragorn volvieron a Lothlórien en busca del pequeño Eldarion, a quien llevaron a Gondor, con las bendiciones de su abuelo y bisabuelos.

Lord Elrond se despidió de ellos y partió, junto con Arwen, a las Tierras Imperecederas. La ex reina no mostraba señal de arrepentimiento y no bajó la mirada ni una sola vez ante el Rey de Gondor y el Príncipe de Mirkwood, con su hijo en brazos, hasta que el barco se perdió de vista, incluso para los penetrantes ojos de Legolas.

Elladan y Elrohir se quedaron a gobernar Rivendel, con la ayuda de Glorfindel, y tuvieron que olvidar para siempre a cierto elfo de cabellos color de fuego y ojos asombrosamente verdes, pues había mucho por hacer en su tierra. Luego, ambos se casarían con dos elfas pelirrojas y fundarían una colonia cercana a Rivendel.

Galadriel y Celeborn permanecieron en Lothlórien, pues la Dama sabía que pronto sería requerido de ella un importante servicio, que arrastraría a sus leales Haldir y Finwe hacia una peligrosa aventura en un mundo desconocido. Pero eso es otra historia.

Haldamir volvió a Mirkwood junto con su padre, dichoso de ver por fin a la hermosa dama con la cual contraería matrimonio.

Gimli, el enano, regresó con los suyos, prometiendo volver al año siguiente para hacer el viaje prometido a Legolas, pues el elfo no deseaba separarse de Aragorn y Eldarion.

Respecto al rey y al príncipe, ambos vivieron en Gondor junto con Eldarion, generando no pocos líos e intrigas malintencionadas. Pero luego, cansados de esto, cuando Eldarion tuvo edad para gobernar, abandonaron la ciudad, volviendo a recorrer los caminos de antaño por mucho tiempo, descubriendo misterios y enfrentando nuevos peligros, hasta que finalmente decidieron embarcarse hacia Valinor. Pero eso también es otra historia.

FIN

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