Days of our Lives

Capitulo III: Rescue Me


El café "Ciudad Naranja" era uno de los pocos lugares de Satán City que continuaba con su nombre original después del Cell's Game. Está en pleno centro de la ciudad, al lado izquierdo de la plaza central, y era un local de moda lejos del glamour de la clase alta de Satán City, que frecuentaban otra clase de sitios, o eso al menos me había dicho Ireza. Abría todos los días de la semana, aunque nunca estaba muy frecuentado los fines de semana. Sólo concurrían algunos clientes fieles, estudiantes y otras personas que sólo buscaban tranquilidad en la noche de un domingo lluvioso.

Llegamos en el coche de Ireza a través de la interestatal 47, bastante atochada por cierto. Luego de encontrarnos por la calle y planear una salida informal.

Mientras ella pedía un café para ambas, sólo me limité a escuchar algunas voces y a mirar cómo un hombre tocaba en el piano una de las tantas versiones de "As time goes bye". Miré a mi compañera mientras guardaba papeles en su bolso apresuradamente, sin duda, ella también tenía muchas cosas que contar.

"Tengo una gran noticia." Suspiró apoyando sus codos en la mesa.

"Ah si...?" Muevo mi cabeza cómo si hubiera confirmado mi sospecha. Pero aún no desvío mi vista del escenario.

"Estoy enamorada."

Al escuchar dichas palabras, todos mis sentidos palpitan al unísono. Y giro inconscientemente mis ojos hacia Ireza que espera atentamente mi reacción con una sonrisa en su rostro, advirtiendo que sí me había tomado por sorpresa...

Muevo mi cabeza y levanto una ceja. "¿Quién será esta vez el afortunado...?"

"Ichiyo" Responde secamente.

"Ichiyo" Repito. "Suena a un verdadero mimado."

"Bueno, bueno... Quizás sea un mimado, pero es todo un caballero... Y sobretodo muy, muy apuesto. ¿Sabes?, te lo presentaré pronto."

"¿Sí?, Anhelaré ése día..." Digo en un tono desinteresado.

"Ayy... Amiga. Cuando lo veas, sabrás de lo que hablo." Apoya su espalda en la silla, y recibe el café que trajo el mesero. "En serio, como dije recién, es un verdadero galán. Gentil, amable... Pero solamente tiene un defecto."

Recibo mi café. "¿Sólo uno?"

"Exacto"

El aroma del café hirviente acabado de colar me enloquece... Tomo un pequeño sorbo, y pruebo el delicioso brebaje. Miro a mi amiga y advierto que espera mi deducción. Tomo otro sorbo con los ojos cerrados, y murmuro.

"Es Gay."

Ireza abre los ojos y comienza a toser debido a una risa repentina. "Nonono... No lo es." Toma otro sorbo para pasar la tos.

La miro con una expresión de duda divertida. Y continúa.

"De verdad..." Deja la taza en la mesa. "Digamos que es mayor que yo."

Predigo que tendré que decirle una vez más mi deducción y me adelanto. "¿Unos 3 años?"

"Frío."

"¿4?" Insisto.

"Noo... estás lejos."

"¿¡Mas!?..." Dejo la taza en la mesa.

"9 y medio." Afirma.

"¿¡9 y Medio!?" Abro los ojos y sonrío, no porque me dé gracia, simplemente por el asombro de escuchar tal cosa. Mas o menos 30 años sumo en total. "¿Y qué tiene en común contigo un hombre de ésa edad?"

"Digamos que aún no lo tengo muy claro... Pero en las veces que hemos salido juntos me ha demostrado que es un gran hombre."

Tengo la pequeña sensación de que a mi compañera se le iluminan los ojos al hablar de Ichiyo.

"En el amor no hay edad, ¿cierto?" Sonríe.

"¿Y dejaste a Sharpner por ése tipo?"

En contradicción a su actitud anterior, deja de sonreír y fija su mirada en la ventana donde se refleja cómo llueve. "Esque... Sencillamente ya no funcionaba... Créeme..." Suspira e adivino de inmediato de que he tocado un tema delicado. "Quizá tenga una buena oportunidad con Ichiyo..."

Decido no darle más vuelta al asunto, no quiero hacerla pasar un mal rato, siendo de que hemos venido aquí a divertirnos. De todas maneras ella advierte lo que pienso. "Solamente espero que el tal Ichiyo no te lastime." Afirmo.

"Eso es lo que espero yo..." Agrega, triste. "Pero dicen que: 'Novio nuevo...'"

"'Vida nueva.'" Respondo secamente y una sonrisa vuelve a su rostro de una manera que envidio.

Tomo la taza de café en mis manos heladas y ésta logra entibiarlas un poco.

"Y tú... Qué me dices, acaso lo has llamado?"

Se perfectamente a quién se refiere, inconscientemente bajo la cabeza mirando la taza. Y vuelven a mí, todos esos pensamientos que había dejado en el olvido unos minutos atrás. "Sólo una vez, pero tuve que dejar un mensaje"

"Videl Satán. Han pasado casi 2 semanas, ¿Y solamente lo has llamado 1 vez?" Ireza interpreta mi silencio y se apoya aún más en la silla. Coloca su dedo pulgar e índice en la frente y cierra los ojos intentando procesar información. "¿Y ésta vez cuál sería la razón...?"

La miro de frente, pero vuelvo a bajar la mirada. Ireza y yo habíamos sido amigas durante años, no había por qué dudar de su confianza, ella se lo tomaba tan serio cómo yo. "No quiero parecer una débil adolescente enamorada..."

Ahora abre los ojos tan fuerte cómo puede, mientras yo la evito y miro hacia la ventana buscando alguna respuesta más coherente, pero simplemente la búsqueda se me haría infinita, nunca la encontraría puesto que había dicho la verdad. Un frío recorre mi espalda y un sentimiento de vulnerabilidad hace que la angustia se apodere de mí.

"¿Y qué mensaje le dejaste?" Dice mirándome directamente.

"Que no se preocupara por mí, que estaría bien. Que se dedicara por completo a sus estudios que en estos momentos son su prioridad."

Al terminar de hablar, Ireza toma otro sorbo de café. Luego vuelve a observarme, ésta vez con más profundidad. "¿Y Gohan te ha llamado?"

"3 veces... antes de mi mensaje..."

"Videl, te estás haciendo daño." Responde de una manera firme y apresurada. "Y lo sabes muy bien."

"No. Ocurre que no quiero que piense que soy de esas mujeres que dependen de un hombre, que al ausentarse unas horas de estar con ellas se echan a llorar y a llamar desenfrenadamente..."

"Videl." toma una pausa. "Son casi 2 semanas... Y lo que ocurre realmente es que intentas mantenerte firme y fuerte. No es malo, lo admito. Pero, te estás negando a sentir."

"Ireza..."

"No es malo sentir que lo necesitas." Continúa. "Eso no te hace sentir ni más débil ni más fuerte. Te hace sentir cómo una persona... Cómo mujer. ¿Entiendes?" Junto con estas palabras, su mirada se hace más comprensiva y su tono de voz apacible.

Un silencio nos envolvió por un rato, sólo sentíamos las voces de las personas más cercanas y la voz del intérprete y su piano en el escenario. Por una parte, sentía que la verdad de sus palabras me herían fuertemente. Tenía razón. Es sencillo.

Mi compañera seguía observándome, sabía perfectamente que había dado en el blanco, pero según parece, no seguiría dándole vueltas al tema.

"Aunque... Lo que realmente te hace falta..."

La observo esperanzada mientras espero que una solución salga de su boca.

"Es un amante."

Río. Y río cómo no lo hacía hace un buen tiempo. Primero una carcajada pequeña en señal de que realmente había caído. Y luego grandes carcajadas, tanto mías cómo de Ireza que reía junto conmigo. Ella saca un diario mientras yo sigo riendo "Aunque no lo creas, un diario también sirve para éstas cosas." Da vuelta unas páginas y lee. "Masajes, y atenciones personalizadas: Yoshida, morenazo, atención personalizada, sensual y juguetón, fono: 3213330." Me levanta la ceja, mientras la observo moviendo mi cabeza.

"Como juegas conmigo..."

"Oh... Se me olvidaba, te gustan los discretos, inocentes y extraños"

"¡Ireza!" Intento quitarle el diario entre risas, pero una vez más me ha adelantado.

"¡Escucha!: Tokishiro, 23 años, buen físico, excelente nivel, pasivo y muy discreto fono: 2374349. ¿Cuál de ellos?, Hay mucha variedad por aquí..."

Termina con una mirada divertida, mientras yo la termino de oír con mi cabeza apoyada en mis brazos. Me había hecho reír. Mi mandíbula me dolía levemente dándome señas de que no reía hace mucho. Su celular sonó repentinamente y antes de contestar, se tomó el último trago de café que le quedaba.

"Diga." Contestó y sus ojos brillaron fuertemente al unísono del hablar de su voz. "¿Ahora?"

Aún no levantaba la cabeza, levanté mi mano, expresándole que no se preocupara por mí.

"Bueno, está bien. ¿Dónde?" Dijo sacudiendo una servilleta y anotando una dirección. "Ok. Nos vemos. Te quiero." Cortó y me dirigió una mirada. "Era Ichiyo y quiere que salgamos..."

Me incorporo y la observo. "Apresúrate, quizás llueva más fuerte." Ireza me mira y comprende lo que he querido decirle. "No te hagas problemas. Ve."

Se levanta y arregla sus cosas. "Videl, llámalo. No lo lamentarás."

Antes de irse me besa en la mejilla y corre, pero antes de llegar a la puerta, le grito diciéndole que se le ha quedado el diario.

"¡No importa, Quizás lo necesites!"

Sonrío para mí misma. Y suspiro cansada mientras disfruto la escena.

Vuelvo hacia la mesa. Aun no tengo intereses de volver a casa, por lo menos aquí hay gente. Vuelvo a sentarme y a terminar de beber el café que me queda, ahora un poco frío. Una leve sonrisa me acompaña, la compañía de Ireza en la tarde de hoy ha sido de gran ayuda. Tanto ella cómo yo tenemos problemas idénticos. No. Problemas sentimentales del mismo rango. Miro hacia la ventana y me pregunto que habría ocurrido para que Ireza y Sharpner no hubiesen continuado juntos, acaso volvería a sucederle...? O quizás será mi turno...?

"Ehh... Disculpa..." Alguien toca mi hombro delicadamente, apartándome de mis pensamientos. Presiento que es el mesero, sin dirigirle ninguna mirada busco en mi bolso un poco de dinero.

"¿Cuánto sería en total?" Giro totalmente y quedo de frente al sujeto.

Mi billetera cae abruptamente al suelo. Pues quedo en Shock.

Un metro ochenta y cinco de altura. Cabellos castaños, un poco desordenados. Unos ojos verdes penetrantes en conjunto a unas cejas levemente gruesas. Boca pequeña, con algo de barba. Cuerpo deportivo y una atractiva ropa informal.

El sujeto recoge mi billetera antes que piense en recogerla por mi misma. "Disculpa, ¿estás ocupada...?" Levanta levemente su ceja izquierda. Solo atino a negar con la cabeza. Se sienta a mi lado sorpresivamente. Es un muchacho absolutamente atractivo, aún no articulo ninguna palabra y decido no intentarlo pues nada saldría de ella.

"No sé si me has visto alguna vez. Estudiamos en la misma Universidad, de hecho estamos en salones opuestos pero te he visto muchas veces allí." Me observa a los ojos.

Giro mi cabeza inconscientemente hacia otro lugar, me pone excesivamente nerviosa. No sé que sorpresas más me esperarán el día de hoy pero esta es una totalmente inesperada. Me recuerda que hace unos pocos momentos atrás hablaba con mi amiga de hombres. Miento. Todo lo que se me viene a la cabeza en estos instantes es la existencia de un amante.

Me desconozco por completo.

"Videl. Me sorprendes." Pronuncia abruptamente con los ojos brillosos, en perfecto contraste con las luces del café.

Ni siquiera sé su nombre y desconozco cómo supo el mío. De lo único que estoy segura es de haberme sonrojado profundamente. Todo está ocurriendo demasiado rápido para que pueda tomar conciencia. "Gra-a-cias... P-puedes decirme t-tu nombre...?"

"¡Oh!, Disculpa. Siempre te había visto y he sentido curiosidad por ti. Me he olvidado en presentarme. Soy Naota Ashida." Sonríe seguro de sí mismo.

"N-naota." Sonrío estúpidamente evitando el mirarlo de frente.

"Videl. Tus obras son fabulosas y me pareces muy atractiva. Créeme. No me conoces, ni yo a ti, pero siento algo especial por ti. Algo que no puedo describir justo en estos momentos" Me toma la mano y me doy cuenta que posee unos brazos fabulosos. "Hace mucho tiempo deseaba el hablar contigo. Hoy es el momento y creo que esto ha sido obra de algo fabuloso. Siempre he creído en el destino."

Demasiado. Rápido.

Un escalofrío me invade. Y mi cara se ha convertido en una mueca horrible.

"Si esta es mi oportunidad, quería invitarte algún día de éstos a salir."

Demasiado. Rápido.

Mis ojos se agrandan de la sorpresa. "N-naota..."

"Y quién sabe si logramos ser algo. Más que solo amigos." Acaricia mi mano y la temperatura me sube, extrañándome aún más.

Quedo unos momentos perpleja. Su última frase late en mi cabeza.

Rápidamente cierro los ojos. Naota se queda sorprendido, y aún más cuando quito mi mano de la suya. "Na-naota."

"¿Mhum..?" Espera ansioso.

Me atrevo y abro los ojos para observarlo de frente. "Muchas gracias... por tus halagos."

Me muestra una sonrisa.

"Me sorprendes. P-pero... Hay algo que debo decirte."

Se acerca a mí sin motivo y me confundo aún más de todo lo que ocurre. Gracias a Kamisama, Pude continuar. "Eres una persona muy amable." Y muy... muy apuesto. "Pero... debes saber que... Que yo ya tengo novio."

Al fin lo he logrado sacar las palabras de mi boca.. Lo miro poco a poco, notando que su rostro había palidecido levemente.

"Oh." Fue todo lo que dijo. Su expresión cambió a una mucho más seria. "Yo.. Yo no lo sabía."

Le sonreí delicadamente. Aún con una cara indecisa.

"Ya veo." Su emoción inicial sufrió una leve baja y pronunció fríamente. "Aunque no entiendo que haces entonces aquí sola."

Me sorprendió. Técnicamente sentí cómo un cubo de agua fría recorría mi cuerpo sin delicadeza. Abrí los ojos un poco más de lo normal y todo lo que había sentido hasta este momento desapareció. Por completo. Evité explicaciones, no dije absolutamente nada, aunque por dentro mis entrañas ardían de un sentimiento extraño: Rabia. Apreté mis puños e imaginé abofetearle la cara. Había vuelto a recordar. Y todo por la delicadeza de sus últimas palabras.

Se levantó y me alzó la mano. "Fue un gusto. Espero seguirte viendo allí."

"Yo también." Capté perfectamente su tono de decepción, le di mi mano y poco a poco se alejó de mi vista.

Lentamente, y sin decir ninguna palabra, me levanté. Dejé el dinero en la mesa, ni siquiera me importó el cambio, todo transcurrió como una perfecta rutina de este último tiempo. La brisa cambió abruptamente al salir del lugar. Llovía, aunque era verano, pero eso no importaba ya. Solo caminé. Empapándome a cada paso que daba, sintiendo cada fría gota recorrer cruelmente mi piel y mi espalda. Quería llorar. Pero extrañamente no pude hacerlo por más que quise. Mis ojos seguían secos ignorando el clima de la tormenta. Ignorando todo. El rumbo que llevaba, las experiencias de éste día, todo. Me sentía absolutamente vacía.

Volvieron a mi recuerdo, las palabras de Naota. En realidad... ¿Qué hacía sola en vacaciones de verano?

Elevé mi rostro hacia un cielo cubierto con espesas nubes negras que me cubrían de una lluvia gruesa y ruidosa, obligando a las personas de la ciudad a refugiarse y a buscar sitios de abrigo. Solo me quedaba el consuelo del mañana. Un mañana distante y nuevo. Otro día más sin él. Un estornudo me reveló que era el momento apropiado de volver a casa, a dormir y descansar. Las ofertas eran muy tentadoras, pero no dejaban de ser una verdadera rutina de verano. Unas extrañas vacaciones de verano. En fin, todo era parte de un juego travieso de la realidad o mi destino. Que en cierto sentido hace muy poco que había comenzado a escribirse de verdad.