Una nueva oportunidad para amar
Por Coralys
*****CUIDADO Spoilers del 5to. libro- La Orden del Fénix*****
Harry Potter le pertenece a J.K. Rowling y la Warner Brothers
Clasificada: R por alusión al sexo
Personaje: Lupin
SEGUNDA PARTE
Lupin simplemente la miró a los ojos, petrificado. No pudo evitar imaginarse a él sobre el cuerpo de Juliana desnudo en una cama. Borró la imagen de su mente y notó que en esa tienda hacía demasiada calor, era insoportable. El corazón le latía aceleradamente y cuando trató de moverse torpemente tumbó una serie de conjuntos de panties y brassieres que colgaban cerca de la pared. Las manos le temblaban cuando se bajó a recoger las piezas. La vendedora lo hizo dar un salto cuando malhumorada le gritó que dejara la ropa donde estaba.
- Quiero que salga de este local inmediatamente. ¿Cómo se atreve? - gritó la mujer con demasiada rabia contenida.
- Pero, ¿ cuál es el problema?- preguntó Juliana algo preocupada.
- Señorita, pase por aquí... Venga, aléjese de ese ser-
- A qué se refiere, él es Remus Lupin. Vine con él-
- Sí claro. Pocos saben quién es en realidad Remus Lupin... Mi hermano trabaja en el ministerio de leyes y prohibiciones y me ha advertido sobre la gente que es como él... Sobre la enfermedad que padecen- la vendedora dijo esto último entre muestras de asco y desprecio.
- No entiendo, ¿a qué se refiere?-
- Pero, ¿ no te has dado cuenta? Está pálido, mal vestido, con esa barba a medio crecer... A leguas se nota que está enfermo... Además, mi hermano lo conoce bien; ya me lo había enseñado-
- Sí, está pálido pero por lo demás yo lo veo bien... yo también me veo pálida, ¿no cree usted?-
- Es... un... licántropo- dijo la vendedora secretamente, al oído, de Juliana. Ella se mostró sorprendida y de inmediato miró a Lupin que permanecía de pie en el medio de la tienda, con la ropa interior aún en sus manos. Ella notó cómo el semblante de Lupin cambió a uno más serio de lo normal... y sus ojos entristecieron. Él puso la ropa sobre una mesa y salió de la tienda sin decir nada.
La emoción y excitación que había sentido minutos antes había desaparecido y fue sustituida por una honda decepción. Caminó rápidamente entre la gente. Algunos se apartaban cuando se acercaba, otros le lanzaban miradas de odio y de temor, pero para la mayoría era simplemente otro mago más en el callejón Diagon.
- REMUS, ESPERA... ESPÉRAME LUPIN- se escuchó gritar a una voz fuerte y dulce al mismo tiempo... era Juliana.
- No te preocupes te llevaré de vuelta a la madriguera... ¿Conseguiste todo lo que buscabas?... No te asustes, no te voy a hacer daño, no...-
- Ya sé, no es de noche y no hay luna llena-
Lupin, quien se había detenido bruscamente para hablarle sin levantar la vista, la miró fugazmente, cruzó los brazos y dirigió la mirada a la gente que pasaba-
- Siento no haberte contado... en realidad no es algo que le diga a todo el mundo-
- A mí no me importa-
- Pues te debería importar-
- No-
- ¿No qué?-
- No he conseguido todo lo que venía a buscar-
- Entonces sería mejor que vinieras con Molly, yo me quiero ir de aquí. No me gusta estar entre tanta gente y...-
Juliana se le acercó tocándole las manos. Le habló al oído suavemente mientras se humedecía los labios.
- ¿Dónde puedo comprar una poción anticonceptiva?
- Yo sé un encantamiento- respondió Lupin rápidamente, casi sin pensar. Tenía la voz tan ronca que casi no se le entendían las palabras. La oleada de calor le invadió otra vez el cuerpo y otra vez comenzó a sudar por la excitación.
- Las pociones son más seguras... Además te veo muy nervioso y temo que no hagas bien el hechizo-
- Yo debería comprar la poción-
- Tú pagas el cuarto y yo la poción-
- No tengo tanto dinero como para pagar un cuarto decente-
- Busquemos uno barato, pequeño y muy, muy sucio- le dijo Juliana entre risas y una expresión de estar a punto de hacer la más grande travesura de su vida. Eso a Lupin le encantó.
Por allá hay una tienda de esas... una botánica... Pero mejor... entras sola... porque el dueño.... de esa me conoce y...-
Lupin habló mientras seguía a Juliana que rápidamente llegó hasta la botánica. Nuevamente ella lo haló por el brazo hasta el interior del establecimiento.
- Buenas tardes, estoy buscando una poción anticonceptiva- preguntó Juliana a un mago de unos 43 años que se mostró más interesado en el hombre que acompañaba a la bruja. Lupin, sin embargo, se había cubierto la cabeza con su túnica y se había movido hasta una esquina donde miraba muy interesado -de espaldas al vendedor- una serie de pociones en pequeños frascos de colores brillantes.
- Claro señorita, aquí tiene-
Pero el mago no se detuvo ahí sino que salió del mostrador y caminó hasta donde estaba Lupin. Se acercó poco a poco muy cerca de él.
- Le recomiendo esta poción, la rosada... es una de las mejores pociones de amor que jamás se ha hecho... Aunque esa que tiene en sus manos es excelente... para los dolores menstruales- Lupin se apresuró a devolver el frasco al tablillero. Pero al escuchar la risa maliciosa del otro mago se dio cuenta que se había tapado el rostro muy tarde; se estaba burlando de él.
- No sabía que te gustaban esas cosas, Lupin- comentó el mago mientras abrazaba a Remus efusivamente. No te veía desde el viernes... Veo que estás disfrutando tus vacaciones- le dijo en voz baja, también de espaldas a Juliana.
- No fastidies Mundungus. Y ¿ qué haces aquí?-
- Nuestro amigo Soriano me pidió que le atendiera la tienda por par de horas. Él tenía un asunto que resolver para la orden... Estaba muy aburrido hasta que te ví entrar con esa bruja tan hermosa-
- Es una sobrina de Arthur.. por favor no le digas nada-
- Tú sabes que yo soy una tumba- después de decir esto Lupin se quitó la capa de la cabeza y miró incrédulo a Mundungus que caminó hasta la joven y se presentó.
- Mundungus Fletcher... es un inmenso placer conocerla- y le besó la mano.
- Juliana Weasley... no me ha dicho cuánto es por la poción-
- Oh, claro... son siete sickles, sólo por ser a usted. Aunque el que debería pagar es el caballero dado el hecho de que será él quien disfrutará más de la ocasión-
Lupin se puso tan furioso que casi le salía humo por los oídos.
- No crea, dudo que pueda disfrutar más que yo- y le puso las monedas sobre el mostrador, saliendo de la tienda. Lupin miró a Mundungus. El coraje había desaparecido. Sonrió y también se marchó hasta donde Juliana, que miraba perdida y apurada hacia ambos lados de la calle.
- ¿A dónde me llevarás?-
- No preguntes-
Lupin tomó por la cintura a la joven bruja y la condujo lejos, por unos callejones más oscuros, casi inhabitados y sucios.
- Espérame aquí-
- Oh no, yo también quiero entrar-
- No te conviene que te vean entrar a un motel con un licántropo-
- No todos te conocen-
-El problema es que no sé quiénes me conocen y quiénes no-
- Me da igual-
- Pues a mí no... Te pueden arrestar si saben que estás "socializando" con un... con alguien como yo-
Juliana se río a carcajadas. La palabra de "socializando" tenía un doble sentido que a Juliana le pareció increíblemente cómico.
- Querrás decir, si me sorprenden teniendo relaciones sexuales con un hombre lobo-
- Shhhh... no hables tan alto-
Juliana siguió riendo fuertemente aún cuando entraron a la hospedería. Una bruja vieja y regordeta, con expresión de asco, los recibió en la entrada.
- Quiero una habitación para dos horas-
- Para tres, tres horas- corrigió Juliana, ahora más seria.
-Tres horas- afirmó Lupin.
- Firmen aquí... son diez galeones-
- ¿ Diez?-
- Eso incluye sábanas limpias y agua en la ducha. En la habitación hace un poco de calor pero hay unos abanicos mágicos que los refrescarán. Tengan cuidado cuando los enciendan porque si no los regulan adecuadamente les pueden congelar las partes del cuerpo más expuestas en ese momento. También incluye un encantamiento silenciador constante en la habitación y la puerta se cierra mágicamente con su voz. Además, somos muy, pero muy reservados con nuestros clientes sean brujas, magos, elfos domésticos, o licántropos- dijo rápidamente la mujer, sin respirar ni por un segundo.
Lupin le entregó las monedas, con el semblante frío al escuchar lo que decía la vieja bruja.
- El uno D... -
- Gracias- se apresuró a decir cortesmente Lupin, pero al buscar a Juliana no la vio detrás de él. -¿ Se habrá arrepentido?, ¿ Será como aquella bruja que se burló de él en la fiesta de fin de año?, ¿Será todo esto una broma pesada de los gemelos?- Lupin pensaba ésto cuando vio, al final del pasillo a Juliana que le hacía señales con las manos para que se apresurara.
****
Lo menos que Lupin se había imaginado era que ese lunes iba a estar en una habitación asquerosa del motel más barato con una mujer despampanante y extremadamente atrevida. Cerró la puerta a sus espaldas y sintió un deseo ardiente por besar a Juliana, por tenerla entre sus brazos. Pero una vez más no la vio en la habitación. Sus estúpidos temores volvieron a disiparse cuando escuchó una voz suave que cantaba desde el baño. Hacía tanto tiempo que Lupin no estaba con una mujer -una que no fuera una hada fría y sin amor- que temió no portarse a la altura que evidentemente exigiría Juliana. Todavía no estaba totalmente convencido de que aquello no era una broma de los gemelos. Y es que Juliana era atrevida, suelta, pero al mismo tiempo parecía una niña sin experiencia jugando con un juguete nuevo.
-Bueno, pues vamos a jugar- se dijo así mismo, cansado de sus inseguridades. Al fin y al cabo él era un hombre mayor y ella una mujer adulta que sabía muy bien lo que estaba haciendo.
Sin embargo, Lupin no podía dejar de pensar que ella sabía de su condición y parecía no haberle importado. Eso era demasiado extraño. Otras mujeres que conoció, cuando aún pensaba que podría tener una vida normal, huían al saber que él era un hombre lobo.
Prefería no acostarse con ninguna que no supiera de su enfermedad, le parecía que eso era una violación a los más íntimos derechos de las brujas que conocía. Además, a todas las quería de alguna forma... quizás porque le habían dado las muestras de amor que tanto ansiaba, ya fueran besos, caricias, o abrazos.
Denisse no había sido su única decepción. Años después de que ella se casara, Lupin conoció a otra mujer hermosa que le robó el corazón. Con ella cometió un error que jamás se perdonaría... le hizo el amor sin confesarle sobre su mal. Él la deseaba tanto que temió perderla como a las otras. Pero el resultado fue peor. Se lo confesó horas después. Ella se molestó, lo dejó solo hasta que media hora más tarde llegó un grupo de aurores y lo arrestaron, llevándolo hasta una cárcel más pequeña que Azkaban. Una prisión de hombres lobos y otras bestias escondida a kilómetros por debajo del ministerio de magia... en unas cavernas oscuras donde el calor asfixiante mataba a la mayoría de los prisioneros. Él sólo estuvo par de días, porque cuando Dumbledore se enteró, convenció al ministerio que solamente le dieran un pequeño castigo y no la pena de muerte.
Regresó con Dumbledore a la superficie. El castigo no había sido erradicado por completo. Tendría que estar confinado a tres años en el corazón del bosque Loneliness que era habitado por las criaturas más traicioneras del mundo mágico. No había sido tanto tiempo de castigo, comparado con los años de prisión que pagó Sirius siendo inocente; y la muerte de James y Lili. Él, por el contrario, había sido culpable porque se dejó llevar por su corazón y la pasión, en vez de atender más a la razón.
-No te has quitado nada- escuchó decir a Juliana. Lupin, que pensaba mientras miraba por una ventana del cuarto no se viró a mirarla sino que siguió perdido en sus pensamientos.
- No debo estar aquí- se dijo.
- Compré esto para tí, ¿ por qué no me miras?-
- Soy un hombre lobo-
- Ya lo sé-
- Y ¿por qué no te importa? Esto es algo grave-
- Remus, sólo nos vamos a acostar juntos... Unos besos, unos abrazos, caricias, lo demás y ya... cada cual se va para su lado y listo. Sin problemas ni consecuencias. Somos adultos, de vacaciones los dos... dime, ¿ cuál es el problema?-
- El problema Juliana es que tampoco sé quién eres ni de dónde vienes...nada-
- Ah, entiendo. No te acuestas con nadie sin antes saber sus antecedentes. Bien, pues tengo 28 años, soy escritora, vivo como tú en una cabaña de un bosque lejano, me fascina el chocolate, no he dormido con ningún hombre desde hace siglos, me encanta cocinar fricasé de conejo, adoro la música moderna, estudié por mi cuenta y me gustas desde que te olí-
Al escuchar esta declaración Lupin giró sorprendido hasta encontrarse frente a frente con Juliana. Estaba vestida con la bata que le había mostrado en la tienda.. le quedaba pequeña. Se había peinado el cabello hacia un lado del rostro y permanecía coquetamente seria.
- Te queda pequeña la bata-
- Sí, qué pena... ya no la puedo cambiar-
- Y tú no tienes 28 años-
- Claro que sí- dijo Juliana falsamente irritada.
- Tienes 35-
- ¿ Quién te dijo esa barbaridad?-
- Los hermanos Weasley-
- Bueno, tengo un poco más de 28 pero no tanto como 35- corrigió aunque Lupin siguió sin creerle.
- ¿ Vives en un bosque, cuál?-
- No más secretos, vente para la cama-
- ¿ Cómo es eso de que me oliste?-
- ¿ Eres un licántropo gay?-
-¿ QUÉ?-
- Siento que llevo horas en este cuarto y ni siquiera me has besado-
- Quiero estar seguro que estás segura de lo que pretendes hacer-
- Estoy segura-
Juliana se había acostado en la cama, de lado, y movía su mano invitando a Lupin a que la acompañara. Él daba algunos pasos pero luego se detenía y la volvía a mirar para hacer un nuevo comentario.
- No soy gay-
- Demuéstramelo-
Poco a poco Lupin se acostó en la cama, aún con la ropa y las botas puestas. Se acostó en una esquina, muy rígido. Juliana se le quedó mirando.
- Relájate... así no podrás hacer nada. ya sé, piensa que soy una mujer loba, que te quiere morder... auuuu...-
- Cállate Juliana y deja de burlarte de mí-
- No me burlo, sólo quiero romper el hielo-
Haciendo caso omiso a las quejas de Lupin, que decía estar indignado pero no lo mostraba, Juliana empezó a subir por sus piernas simulando que lo mordía a su paso y aullaba cada vez que subía un poco más. Cuando llegó al nivel del pecho de Lupin él la agarró por los hombros; con un movimiento fuerte, la acostó sobre la cama y la besó apasionadamente. Con sus manos le dio las caricias más indecentes que jamás imaginó dar a mujer alguna. Pero cuando comenzó a sentirse más a gusto, ella lo detuvo y lo apartó con un fuerte quejido.
- NO TE AFEITASTE, me estás rallando toda la cara-
- ¿ Qué?
- Vete y aféitate-
Lupin se levantó de la cama casi con un salto. Buscó su varita entre la ropa y se fue al baño. Cuando iba a decir el hechizo que le eliminaría la crecida barba, Juliana entró, tomó la varita, hizo aparecer una navaja, espuma para afeitar y se sentó en el lavamanos.
- Yo te voy a afeitar al estilo muggle-
Él no se resistió, por el contrario. SE quitó las botas, las medias y la camisa. La túnica había quedado olvidada en alguna parte del cuarto, quizás se la quitó mientras pensaba en tonterías. Ella lo acercó halándolo por la correa del pantalón, que rápidamente le quitó y lanzó al suelo.
-Eso molesta- le dijo.
Antes de comenzar a afeitarlo, Juliana le acarició los hombos, el pecho, el torso... subió hasta su cabeza donde se enredó en su pelo.
- Tienes el cabello muy largo, deberías recortarte hombre lobo... Aunque tienes el pecho también muy peludo. Estás seguro que eres un hombre lobo o es que te confundes por ser tan velludo-
- No soy tan...-
-Me encanta que lo seas-
Se volvieron a besar pero Juliana, moviendo un dedo de un lado a otro, lé negó la continuación del beso. Le colocó la espuma por toda la cara y comenzó a afeitarlo suavemente.
- Si te corto aúlla-
- No sigas-
Poco a poco Juliana lo afeitó, aunque en dos ocasiones hizo que Lupin se quejara no con un "auuuuu" sino con un "aauchh". Después de limpiarle la cara, Juliana decidió limpiarle la sangre con pequeños pedazos de papel. Lupin se acercó aún más, casi sobre ella, y la volvió a besar con pasión.
- Vamos a la cama- dijo ella.
-No, nos quedamos aquí- exigió él.
La habitación sobria y oscura, alumbrada sólo por la luz que entraba por la pequeña ventana, empezó a llenarse de los gemidos que provenían del baño. La cama, vacía, era mediana con un colchón fino, que evidentemente había sido testigo de demasiadas aventuras. Una mesa de noche, junto a la cama, adornaba toda la habitación. No había nada sobre ella. Las paredes estaban pintadas de un color crema, como sucio, y las sábanas blancas parecían haber perdido su brillantes y se veían curtidas. Un abanico de techo permanecía inmóbil como esperando comenzar a hacer su labor. La temperatura de la habitación había alcanzado niveles altísimos. Los gritos que se escuchaban en el baño fueron mermando lentamente.
- Eres hermosa-
- Me gustas mucho Remus-
- Te deseo tanto-
- Soy toda tuya... hazme tuya otra vez. Pero en la cama porque aquí hace mucha calor-
Lupin atravesó el marco de la puerta del baño -que estuvo abierta- cargando a la mujer que seguía abrazándolo con sus piernas por la cintura. Cayeron en la cama riendo como dos tontos enamorados.
- Enciende el abanico, pero cúbrete bien, ¿ quieres?-
- Lo que usted ordene, preciosa-
Con la varita de Juliana, que había permanecido sola sobre el colchón, Lupin dijo otro hechizo y el abanico refrescó la habitación. Él se acostó nuevamente sobre ella, ambos se arroparon y comenzaron una batalla cuerpo a cuerpo bañada con el rocío de su amor y amenizada por los quejidos de la vieja cama.
(Continúa)
Por Coralys
*****CUIDADO Spoilers del 5to. libro- La Orden del Fénix*****
Harry Potter le pertenece a J.K. Rowling y la Warner Brothers
Clasificada: R por alusión al sexo
Personaje: Lupin
SEGUNDA PARTE
Lupin simplemente la miró a los ojos, petrificado. No pudo evitar imaginarse a él sobre el cuerpo de Juliana desnudo en una cama. Borró la imagen de su mente y notó que en esa tienda hacía demasiada calor, era insoportable. El corazón le latía aceleradamente y cuando trató de moverse torpemente tumbó una serie de conjuntos de panties y brassieres que colgaban cerca de la pared. Las manos le temblaban cuando se bajó a recoger las piezas. La vendedora lo hizo dar un salto cuando malhumorada le gritó que dejara la ropa donde estaba.
- Quiero que salga de este local inmediatamente. ¿Cómo se atreve? - gritó la mujer con demasiada rabia contenida.
- Pero, ¿ cuál es el problema?- preguntó Juliana algo preocupada.
- Señorita, pase por aquí... Venga, aléjese de ese ser-
- A qué se refiere, él es Remus Lupin. Vine con él-
- Sí claro. Pocos saben quién es en realidad Remus Lupin... Mi hermano trabaja en el ministerio de leyes y prohibiciones y me ha advertido sobre la gente que es como él... Sobre la enfermedad que padecen- la vendedora dijo esto último entre muestras de asco y desprecio.
- No entiendo, ¿a qué se refiere?-
- Pero, ¿ no te has dado cuenta? Está pálido, mal vestido, con esa barba a medio crecer... A leguas se nota que está enfermo... Además, mi hermano lo conoce bien; ya me lo había enseñado-
- Sí, está pálido pero por lo demás yo lo veo bien... yo también me veo pálida, ¿no cree usted?-
- Es... un... licántropo- dijo la vendedora secretamente, al oído, de Juliana. Ella se mostró sorprendida y de inmediato miró a Lupin que permanecía de pie en el medio de la tienda, con la ropa interior aún en sus manos. Ella notó cómo el semblante de Lupin cambió a uno más serio de lo normal... y sus ojos entristecieron. Él puso la ropa sobre una mesa y salió de la tienda sin decir nada.
La emoción y excitación que había sentido minutos antes había desaparecido y fue sustituida por una honda decepción. Caminó rápidamente entre la gente. Algunos se apartaban cuando se acercaba, otros le lanzaban miradas de odio y de temor, pero para la mayoría era simplemente otro mago más en el callejón Diagon.
- REMUS, ESPERA... ESPÉRAME LUPIN- se escuchó gritar a una voz fuerte y dulce al mismo tiempo... era Juliana.
- No te preocupes te llevaré de vuelta a la madriguera... ¿Conseguiste todo lo que buscabas?... No te asustes, no te voy a hacer daño, no...-
- Ya sé, no es de noche y no hay luna llena-
Lupin, quien se había detenido bruscamente para hablarle sin levantar la vista, la miró fugazmente, cruzó los brazos y dirigió la mirada a la gente que pasaba-
- Siento no haberte contado... en realidad no es algo que le diga a todo el mundo-
- A mí no me importa-
- Pues te debería importar-
- No-
- ¿No qué?-
- No he conseguido todo lo que venía a buscar-
- Entonces sería mejor que vinieras con Molly, yo me quiero ir de aquí. No me gusta estar entre tanta gente y...-
Juliana se le acercó tocándole las manos. Le habló al oído suavemente mientras se humedecía los labios.
- ¿Dónde puedo comprar una poción anticonceptiva?
- Yo sé un encantamiento- respondió Lupin rápidamente, casi sin pensar. Tenía la voz tan ronca que casi no se le entendían las palabras. La oleada de calor le invadió otra vez el cuerpo y otra vez comenzó a sudar por la excitación.
- Las pociones son más seguras... Además te veo muy nervioso y temo que no hagas bien el hechizo-
- Yo debería comprar la poción-
- Tú pagas el cuarto y yo la poción-
- No tengo tanto dinero como para pagar un cuarto decente-
- Busquemos uno barato, pequeño y muy, muy sucio- le dijo Juliana entre risas y una expresión de estar a punto de hacer la más grande travesura de su vida. Eso a Lupin le encantó.
Por allá hay una tienda de esas... una botánica... Pero mejor... entras sola... porque el dueño.... de esa me conoce y...-
Lupin habló mientras seguía a Juliana que rápidamente llegó hasta la botánica. Nuevamente ella lo haló por el brazo hasta el interior del establecimiento.
- Buenas tardes, estoy buscando una poción anticonceptiva- preguntó Juliana a un mago de unos 43 años que se mostró más interesado en el hombre que acompañaba a la bruja. Lupin, sin embargo, se había cubierto la cabeza con su túnica y se había movido hasta una esquina donde miraba muy interesado -de espaldas al vendedor- una serie de pociones en pequeños frascos de colores brillantes.
- Claro señorita, aquí tiene-
Pero el mago no se detuvo ahí sino que salió del mostrador y caminó hasta donde estaba Lupin. Se acercó poco a poco muy cerca de él.
- Le recomiendo esta poción, la rosada... es una de las mejores pociones de amor que jamás se ha hecho... Aunque esa que tiene en sus manos es excelente... para los dolores menstruales- Lupin se apresuró a devolver el frasco al tablillero. Pero al escuchar la risa maliciosa del otro mago se dio cuenta que se había tapado el rostro muy tarde; se estaba burlando de él.
- No sabía que te gustaban esas cosas, Lupin- comentó el mago mientras abrazaba a Remus efusivamente. No te veía desde el viernes... Veo que estás disfrutando tus vacaciones- le dijo en voz baja, también de espaldas a Juliana.
- No fastidies Mundungus. Y ¿ qué haces aquí?-
- Nuestro amigo Soriano me pidió que le atendiera la tienda por par de horas. Él tenía un asunto que resolver para la orden... Estaba muy aburrido hasta que te ví entrar con esa bruja tan hermosa-
- Es una sobrina de Arthur.. por favor no le digas nada-
- Tú sabes que yo soy una tumba- después de decir esto Lupin se quitó la capa de la cabeza y miró incrédulo a Mundungus que caminó hasta la joven y se presentó.
- Mundungus Fletcher... es un inmenso placer conocerla- y le besó la mano.
- Juliana Weasley... no me ha dicho cuánto es por la poción-
- Oh, claro... son siete sickles, sólo por ser a usted. Aunque el que debería pagar es el caballero dado el hecho de que será él quien disfrutará más de la ocasión-
Lupin se puso tan furioso que casi le salía humo por los oídos.
- No crea, dudo que pueda disfrutar más que yo- y le puso las monedas sobre el mostrador, saliendo de la tienda. Lupin miró a Mundungus. El coraje había desaparecido. Sonrió y también se marchó hasta donde Juliana, que miraba perdida y apurada hacia ambos lados de la calle.
- ¿A dónde me llevarás?-
- No preguntes-
Lupin tomó por la cintura a la joven bruja y la condujo lejos, por unos callejones más oscuros, casi inhabitados y sucios.
- Espérame aquí-
- Oh no, yo también quiero entrar-
- No te conviene que te vean entrar a un motel con un licántropo-
- No todos te conocen-
-El problema es que no sé quiénes me conocen y quiénes no-
- Me da igual-
- Pues a mí no... Te pueden arrestar si saben que estás "socializando" con un... con alguien como yo-
Juliana se río a carcajadas. La palabra de "socializando" tenía un doble sentido que a Juliana le pareció increíblemente cómico.
- Querrás decir, si me sorprenden teniendo relaciones sexuales con un hombre lobo-
- Shhhh... no hables tan alto-
Juliana siguió riendo fuertemente aún cuando entraron a la hospedería. Una bruja vieja y regordeta, con expresión de asco, los recibió en la entrada.
- Quiero una habitación para dos horas-
- Para tres, tres horas- corrigió Juliana, ahora más seria.
-Tres horas- afirmó Lupin.
- Firmen aquí... son diez galeones-
- ¿ Diez?-
- Eso incluye sábanas limpias y agua en la ducha. En la habitación hace un poco de calor pero hay unos abanicos mágicos que los refrescarán. Tengan cuidado cuando los enciendan porque si no los regulan adecuadamente les pueden congelar las partes del cuerpo más expuestas en ese momento. También incluye un encantamiento silenciador constante en la habitación y la puerta se cierra mágicamente con su voz. Además, somos muy, pero muy reservados con nuestros clientes sean brujas, magos, elfos domésticos, o licántropos- dijo rápidamente la mujer, sin respirar ni por un segundo.
Lupin le entregó las monedas, con el semblante frío al escuchar lo que decía la vieja bruja.
- El uno D... -
- Gracias- se apresuró a decir cortesmente Lupin, pero al buscar a Juliana no la vio detrás de él. -¿ Se habrá arrepentido?, ¿ Será como aquella bruja que se burló de él en la fiesta de fin de año?, ¿Será todo esto una broma pesada de los gemelos?- Lupin pensaba ésto cuando vio, al final del pasillo a Juliana que le hacía señales con las manos para que se apresurara.
****
Lo menos que Lupin se había imaginado era que ese lunes iba a estar en una habitación asquerosa del motel más barato con una mujer despampanante y extremadamente atrevida. Cerró la puerta a sus espaldas y sintió un deseo ardiente por besar a Juliana, por tenerla entre sus brazos. Pero una vez más no la vio en la habitación. Sus estúpidos temores volvieron a disiparse cuando escuchó una voz suave que cantaba desde el baño. Hacía tanto tiempo que Lupin no estaba con una mujer -una que no fuera una hada fría y sin amor- que temió no portarse a la altura que evidentemente exigiría Juliana. Todavía no estaba totalmente convencido de que aquello no era una broma de los gemelos. Y es que Juliana era atrevida, suelta, pero al mismo tiempo parecía una niña sin experiencia jugando con un juguete nuevo.
-Bueno, pues vamos a jugar- se dijo así mismo, cansado de sus inseguridades. Al fin y al cabo él era un hombre mayor y ella una mujer adulta que sabía muy bien lo que estaba haciendo.
Sin embargo, Lupin no podía dejar de pensar que ella sabía de su condición y parecía no haberle importado. Eso era demasiado extraño. Otras mujeres que conoció, cuando aún pensaba que podría tener una vida normal, huían al saber que él era un hombre lobo.
Prefería no acostarse con ninguna que no supiera de su enfermedad, le parecía que eso era una violación a los más íntimos derechos de las brujas que conocía. Además, a todas las quería de alguna forma... quizás porque le habían dado las muestras de amor que tanto ansiaba, ya fueran besos, caricias, o abrazos.
Denisse no había sido su única decepción. Años después de que ella se casara, Lupin conoció a otra mujer hermosa que le robó el corazón. Con ella cometió un error que jamás se perdonaría... le hizo el amor sin confesarle sobre su mal. Él la deseaba tanto que temió perderla como a las otras. Pero el resultado fue peor. Se lo confesó horas después. Ella se molestó, lo dejó solo hasta que media hora más tarde llegó un grupo de aurores y lo arrestaron, llevándolo hasta una cárcel más pequeña que Azkaban. Una prisión de hombres lobos y otras bestias escondida a kilómetros por debajo del ministerio de magia... en unas cavernas oscuras donde el calor asfixiante mataba a la mayoría de los prisioneros. Él sólo estuvo par de días, porque cuando Dumbledore se enteró, convenció al ministerio que solamente le dieran un pequeño castigo y no la pena de muerte.
Regresó con Dumbledore a la superficie. El castigo no había sido erradicado por completo. Tendría que estar confinado a tres años en el corazón del bosque Loneliness que era habitado por las criaturas más traicioneras del mundo mágico. No había sido tanto tiempo de castigo, comparado con los años de prisión que pagó Sirius siendo inocente; y la muerte de James y Lili. Él, por el contrario, había sido culpable porque se dejó llevar por su corazón y la pasión, en vez de atender más a la razón.
-No te has quitado nada- escuchó decir a Juliana. Lupin, que pensaba mientras miraba por una ventana del cuarto no se viró a mirarla sino que siguió perdido en sus pensamientos.
- No debo estar aquí- se dijo.
- Compré esto para tí, ¿ por qué no me miras?-
- Soy un hombre lobo-
- Ya lo sé-
- Y ¿por qué no te importa? Esto es algo grave-
- Remus, sólo nos vamos a acostar juntos... Unos besos, unos abrazos, caricias, lo demás y ya... cada cual se va para su lado y listo. Sin problemas ni consecuencias. Somos adultos, de vacaciones los dos... dime, ¿ cuál es el problema?-
- El problema Juliana es que tampoco sé quién eres ni de dónde vienes...nada-
- Ah, entiendo. No te acuestas con nadie sin antes saber sus antecedentes. Bien, pues tengo 28 años, soy escritora, vivo como tú en una cabaña de un bosque lejano, me fascina el chocolate, no he dormido con ningún hombre desde hace siglos, me encanta cocinar fricasé de conejo, adoro la música moderna, estudié por mi cuenta y me gustas desde que te olí-
Al escuchar esta declaración Lupin giró sorprendido hasta encontrarse frente a frente con Juliana. Estaba vestida con la bata que le había mostrado en la tienda.. le quedaba pequeña. Se había peinado el cabello hacia un lado del rostro y permanecía coquetamente seria.
- Te queda pequeña la bata-
- Sí, qué pena... ya no la puedo cambiar-
- Y tú no tienes 28 años-
- Claro que sí- dijo Juliana falsamente irritada.
- Tienes 35-
- ¿ Quién te dijo esa barbaridad?-
- Los hermanos Weasley-
- Bueno, tengo un poco más de 28 pero no tanto como 35- corrigió aunque Lupin siguió sin creerle.
- ¿ Vives en un bosque, cuál?-
- No más secretos, vente para la cama-
- ¿ Cómo es eso de que me oliste?-
- ¿ Eres un licántropo gay?-
-¿ QUÉ?-
- Siento que llevo horas en este cuarto y ni siquiera me has besado-
- Quiero estar seguro que estás segura de lo que pretendes hacer-
- Estoy segura-
Juliana se había acostado en la cama, de lado, y movía su mano invitando a Lupin a que la acompañara. Él daba algunos pasos pero luego se detenía y la volvía a mirar para hacer un nuevo comentario.
- No soy gay-
- Demuéstramelo-
Poco a poco Lupin se acostó en la cama, aún con la ropa y las botas puestas. Se acostó en una esquina, muy rígido. Juliana se le quedó mirando.
- Relájate... así no podrás hacer nada. ya sé, piensa que soy una mujer loba, que te quiere morder... auuuu...-
- Cállate Juliana y deja de burlarte de mí-
- No me burlo, sólo quiero romper el hielo-
Haciendo caso omiso a las quejas de Lupin, que decía estar indignado pero no lo mostraba, Juliana empezó a subir por sus piernas simulando que lo mordía a su paso y aullaba cada vez que subía un poco más. Cuando llegó al nivel del pecho de Lupin él la agarró por los hombros; con un movimiento fuerte, la acostó sobre la cama y la besó apasionadamente. Con sus manos le dio las caricias más indecentes que jamás imaginó dar a mujer alguna. Pero cuando comenzó a sentirse más a gusto, ella lo detuvo y lo apartó con un fuerte quejido.
- NO TE AFEITASTE, me estás rallando toda la cara-
- ¿ Qué?
- Vete y aféitate-
Lupin se levantó de la cama casi con un salto. Buscó su varita entre la ropa y se fue al baño. Cuando iba a decir el hechizo que le eliminaría la crecida barba, Juliana entró, tomó la varita, hizo aparecer una navaja, espuma para afeitar y se sentó en el lavamanos.
- Yo te voy a afeitar al estilo muggle-
Él no se resistió, por el contrario. SE quitó las botas, las medias y la camisa. La túnica había quedado olvidada en alguna parte del cuarto, quizás se la quitó mientras pensaba en tonterías. Ella lo acercó halándolo por la correa del pantalón, que rápidamente le quitó y lanzó al suelo.
-Eso molesta- le dijo.
Antes de comenzar a afeitarlo, Juliana le acarició los hombos, el pecho, el torso... subió hasta su cabeza donde se enredó en su pelo.
- Tienes el cabello muy largo, deberías recortarte hombre lobo... Aunque tienes el pecho también muy peludo. Estás seguro que eres un hombre lobo o es que te confundes por ser tan velludo-
- No soy tan...-
-Me encanta que lo seas-
Se volvieron a besar pero Juliana, moviendo un dedo de un lado a otro, lé negó la continuación del beso. Le colocó la espuma por toda la cara y comenzó a afeitarlo suavemente.
- Si te corto aúlla-
- No sigas-
Poco a poco Juliana lo afeitó, aunque en dos ocasiones hizo que Lupin se quejara no con un "auuuuu" sino con un "aauchh". Después de limpiarle la cara, Juliana decidió limpiarle la sangre con pequeños pedazos de papel. Lupin se acercó aún más, casi sobre ella, y la volvió a besar con pasión.
- Vamos a la cama- dijo ella.
-No, nos quedamos aquí- exigió él.
La habitación sobria y oscura, alumbrada sólo por la luz que entraba por la pequeña ventana, empezó a llenarse de los gemidos que provenían del baño. La cama, vacía, era mediana con un colchón fino, que evidentemente había sido testigo de demasiadas aventuras. Una mesa de noche, junto a la cama, adornaba toda la habitación. No había nada sobre ella. Las paredes estaban pintadas de un color crema, como sucio, y las sábanas blancas parecían haber perdido su brillantes y se veían curtidas. Un abanico de techo permanecía inmóbil como esperando comenzar a hacer su labor. La temperatura de la habitación había alcanzado niveles altísimos. Los gritos que se escuchaban en el baño fueron mermando lentamente.
- Eres hermosa-
- Me gustas mucho Remus-
- Te deseo tanto-
- Soy toda tuya... hazme tuya otra vez. Pero en la cama porque aquí hace mucha calor-
Lupin atravesó el marco de la puerta del baño -que estuvo abierta- cargando a la mujer que seguía abrazándolo con sus piernas por la cintura. Cayeron en la cama riendo como dos tontos enamorados.
- Enciende el abanico, pero cúbrete bien, ¿ quieres?-
- Lo que usted ordene, preciosa-
Con la varita de Juliana, que había permanecido sola sobre el colchón, Lupin dijo otro hechizo y el abanico refrescó la habitación. Él se acostó nuevamente sobre ella, ambos se arroparon y comenzaron una batalla cuerpo a cuerpo bañada con el rocío de su amor y amenizada por los quejidos de la vieja cama.
(Continúa)
