Notas de la autora: Muchas gracias a todos los que han estado leyendo mi fic. Les dedico el epílogo a ellos. Me habéis hecho muy feliz con cada uno de vuestros comentarios, y me habéis animado a seguir adelante con la historia. Gracias!

Os preguntaréis porqué pongo las notas de la autora al principìo cuando sería más lógico ponerlas al final. El caso es que odio las despedidas, y si ponía la nota a bajo, sería como reconocer que la historia se ha acabado, pero no es así! Hay miles de historias de RK, y aunque la mía se acabe siempre habrá otra que empieze. ¡_¡ creo que me estoy poniendo triste!!!

Bueno, espero que os agrade el epílogo quizás sea un poco triste, pero acaba bien! Incluso le doy una oportunidad a un personaje que nunca me ha gustado demasiado, el de Tomoe Yukishiro (que conste que esto es muy raro, los que me conocen lo sabrán...) y muchas gracias por seguir mi historia hasta el final! ^___^

Laie Himura de Fanel

*------------------------------*

Dos años después...

Kaoru sonrió mientras veía a su marido lavar la ropa.

Se habían casado hacía poco más de un año, después de que su relación fuera cada vez mejor, y ya esperaban su primer hijo.

Kaoru ya tenía pensado el nombre. Si era chica, quería que se llamara Sakura, como los cerezos que tanto le gustaban, y si era chico Kenji. No habían habido problemas des de hacía ya mucho tiempo, y Kaoru gozaba de la paz y tranquilidad que se respiraba en el Dôjô.

De repente llamaron a la puerta, y Kaoru no tardó en abrir, seguida de cerca por Kenshin.

Delante suyo estaba Saitoh y algo le decía a Kaoru que fuera lo que fuera lo que venía a decir no era nada bueno.

-Quisiera hablar un momento con Himura, a solas.

Kaoru lo fulminó con la mirada pero, tras una suave mirada de su marido, se retiró. Aunque seguía hirviendo de rabia. Ella, una espia retirándose de esa manera!! Apretó fuertemente los dientes, recordándose que ella y Kenshin habían acordado que se portaría bien durante su embarazo. Aunque eso no quería decir que no pensara que eso era machismo. Estaba decidida a cambiar eso en cuando naciera su hijo! Las mujeres tenían el mismo derecho que los hombres a escuchar las noticias importantes, y ya era hora de que en Japón eso se tuviera en cuenta. Mientras pensaba lo que estaba decidida a cambiar, no se dio cuenta de que su marido se acercaba por el pasillo.

-Kaoru...

Tragó saliva. Definitivamente, algo andaba mal, muy mal. Kenshin tenía los ojos tristes, y parecía meditar mucho lo que iba a decir.

-Hajime-san ha venido a decirme que me necesitan -Kaoru frunció el ceño- ha habido una epidémia en un pueblo cerca de Kyoto, y hay escasez de voluntarios...

Ahora si que Kaoru palideció por favor...que no me diga eso...por favor!

-...Tendré que partir mañana. No sé cuánto tiempo será, pero volveré.

Kaoru empezó a temblar. De rabia. De pena. No sabía de qué. Y de repente, le vinieron a la mente unas palabras, como si ya las hubiera pensado hacía mucho tiempo para una ocasión como esa.

-Una vez, Kenshin, me dijiste que sólo eras capaz de proteger a la gente que te rodeaba. Veo que me mentiste -los ojos de Kenshin se abrieron de la sorpresa- dime una cosa, Kenshin. Te vas a ir a ayudar a esa gente y me dejarás aquí sola, educando a nuestro hijo sin importarte nada? Es así como protegerás a Sano, a Megumi, a Tsubame, y a los demás? Pues has de saber que -Kaoru tragó saliva, mientras luchaba por contener las lágrimas- ...que...que si te vas, no pienses en volver aquí jamás después de hacerme algo así.

Y Kaoru se giró y corrió a su habitación, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Por favor, que todo haya sido un sueño...Mañana todo estará bien.

Y cayó en un sueño intranquilo, mientras que Kenshin, aún de pié en medio del pasillo, meditaba profundamente.

________m|o.o|m_________

Kaoru se levantó y corrió hacia la habitación de Kenshin, al ver que este no habia dormido con ella, pensó que quizás se había ido a la otra. No le encontró. El miedo empezaba a apoderarse de ella, y corrió hacia la puerta del Dôjô.

Parado, mirándola, estaba Kenshin. Tenía una pequeña bolsa a su lado con todas sus pertenencias. Y estaba llorando.

El tiempo pareció pararse mientras que Kenshin abanzó, titubeante, hacia Kaoru. Con una mano temblorosa le acarició suavemente la mejilla para luego abrazarla.

El llanto augmentó, y Kenshin casi no atinaba a explicarse.

-Yo...Kaoru...yo...lo siento...no....no puedo dejarte...lo siento...no lo pensé...te...necesito demasiado...

Kaoru, recuperada del shock, sonrió y le cubrió los labios con un dedo, para que dejara de hablar.

-Te perdono, Kenshin. Porque te amo. -le limpió las lágrimas a su marido, mientras que ahora empezaba a llorar ella de la felicidad- pero te aviso, que si te quedas no te podrás ir nunca más, eh?

Kenshin sonrió y murmuró un nunca mientras se inclinaba y besaba a su esposa en los labios.

Si no podía proteger a los que le rodeaban, entonces de que serviría Kenshin Himura? Se preguntó mientras abrazaba a su esposa. Definitivamente, tenía algo mucho más preciado aquí, y estaba dispuesto a conservarlo...para siempre.

Tomoe sonrió, viendo que al fin Kenshin había encontrado la felicidad. Se alejó andando suavemente por un paseo lleno de cerezos en flor, y se paró para admirar una de sus flores mientras que en el fondo del paseo se veía una silueta que se acercaba. Su sonrisa se agrandó cuando un sonriente Akira la abrazó. Ahora andaban juntos, alejándose por el paseo cojidos de la mano.

-Sed felices para siempre.

* O W A R I *