- Pero, mi Lord...

- Ni una palabra, joven Malfoy. Te he dado una *orden*. Cúmplela. Ahora.

La engañosamente suave voz no disimulaba la amenaza en ningún momento. Draco supo que casi iba demasiado lejos tratando de protestar, y tragando saliva, se inclinó respetuosamente.

- Si, mi Lord. Así será.

Antes de darse media vuelta le lanzó una mirada al chico moreno, cubierto también con una túnica, que estaba de pie un poco separado. Los ojos grises, cubiertos por el flequillo rubio que siempre le caía sobre la cara, tenían a la vez una mezcla de advertencia y anhelo, con cierta resignación. Parecían decir tanto "ten cuidado" como "pórtate bien y no me falles", e incluso un "más tarde..."

Harry sonrió al ver esa expresión, y antes de que Draco se desapareciera estuvo tentado de decirle "si mamá, lo que tú digas" Pero no estaba muy seguro de que al rubio le hiciera gracia su sarcasmo en ese momento, así que se mantuvo callado.

Entonces, el Dark Lord le hizo una seña. Harry se acercó y se inclinó.

- Levántate, Potter - la voz, igual de suave que antes, quizás menos amenazante y con ese matiz entre satisfacción / orgullo y diversión interna que le producía a Voldemort ver a Harry a su servicio.

El chico obedeció. Estaba nervioso, para que negarlo. La presencia de su antes enemigo mortal y ahora su señor siempre le producía esa sensación en el estómago, y esa aceleración de sus latidos. Sacando valor, habló:

-¿Qué deseáis, mi Lord?

Los ojos rojos de Tom brillaron de una manera extraña al oír esta frase, y esbozó una pequeña sonrisa irónica.

- Qué deseo...- murmuró divertido, mirando a uno de sus más nuevos Death Eaters. Harry aguardó - Quería hablar contigo, Potter. Creo que te he hecho menos caso del que mereces... eres más fiel, letal y útil que muchos de los que llevan años a mi servicio.

- Mi señor, discrepo, no creo ser digno de...

- Oh, vamos Harry, no seas modesto. Si yo digo que lo eres, lo eres...

Harry bajó la cabeza, turbado por aquella afirmación, y, ¿para que negarlo? halagado y orgulloso.

- Muchas gracias, mi Lord. - lo miró a los ojos, pero sin desafío.

Con un ligero revoloteo de túnica, el Dark Lord se acercó a él con rapidez, como una serpiente preparando el ataque, y cogiéndolo del mentón lo hizo seguir manteniendo el contacto visual.

- Todo es mérito tuyo...

La mano ahora siguió la línea de su mandíbula, desde la oreja. Los verdes ojos de Harry se abrieron enormemente por la sorpresa, pero no se atrevió a retroceder... o quizás, había algo en él que no lo deseaba, que deseaba quedarse allí, envuelto en la cálida y protectora oscuridad de aquella túnica negra y aquel pecho delgado pero firme...

De golpe Harry se dio cuenta de que Tom estaba muy cerca, demasiado cerca. Perdido en aquellos misteriosos ojos y en sus incoherentes pensamientos no se había dado cuenta, pero ahora...

Harry siguió inmóvil, intentando que su cuerpo reaccionara. Pero Tom fue más rápido, y con un hábil movimiento le robó un beso suave, dejándolo sentir durante un momento la calidez de aquellos labios con un sabor imposible de describir, un sabor oscuro y excitante...

El Dark Lord se alejó, con una sonrisa felina, esa misma sonrisa que había sentido Harry cuando juntó sus labios con los suyos, y los ojos entornados. El chico tuvo que acordarse de respirar al verlo así, la imagen de la seducción, sobretodo después de haberlo tenido tan cerca. Si antes su corazón estaba acelerado, no era nada comparado con ahora.

Como si nada hubiera pasado, mientras Potter seguía inmóvil en su sitio, Voldemort le dio la espalda y se alejó. Unos pasos más allá, se detuvo:

- Cuida esa autoestima, Death Eater. No quiero un ser débil y auto- compasivo a mis órdenes.- la voz había cambiado, fría e impersonal ahora, con algo de burla. Tras esas palabras, Tom desapareció entre las sombras.

Harry no perdió la actitud pensativa durante el resto del día. Mientras esperaba en la casa que compartía con Malfoy a que llegara su dueño, se acomodó enfrente del fuego, mirándolo sin ver. Una voz aterciopelada resonaba en su mente, y de vez en cuando se pasaba la lengua por los labios, y la mano por la zona de la cara que él había acariciado. A veces acariciaba la zona, otras parecía querer borrar el recuerdo frotando con rabia.

Cuando Draco llegó, cansado pero satisfecho, Harry despertó un poco. Aquella noche fue un amante apasionado y se entregó completamente a Draco, repitiéndole que lo tomara totalmente, que lo poseyera, que lo dejara exhausto... El rubio cumplió esos deseos con una sonrisa casi sádica en su rostro, haciéndolo rogar y suplicar.

Harry disfrutó el placer, los instantes de dolor que le proporcionaba su amante, la sensación de vulnerabilidad y de protección... y sin embargo, le faltó algo que buscaba inconscientemente y que no habría sabido explicar.

Cuando Draco se desplomó encima suyo gritando su nombre, Harry alcanzó el clímax con un imposible sabor a noche y a oscuridad en su recuerdo, y tuvo que morderse los labios para no dejar escapar un gemido con otro nombre, que no era el de su compañero. Aun y así, no pudo eliminarlo de su mente...

"Tom..."