En poder del Dark Lord

Déja vú. El más inquietante déja vú nunca experimentado, mezclándose con aquellos absurdos nervios. En su estómago parecía haber tan solo un vacío; su corazón estaba acelerado. Y le parecía que en cualquier momento podía ponerse a temblar... sin saber explicar bien de qué. ¿Miedo, incomodidad... anhelo?

Harry respiró hondo e intentó calmarse. La situación en la que se encontraba le resultaba ligeramente conocida: Draco se había ido cumpliendo órdenes. Los demás Death Eaters también. Tan solo quedaba él: él, y el Dark Lord.

No estaban en la sala donde se solían reunir todos los servidores de Lord Voldemort, sino en lo que podría considerarse su despacho personal: una sala decorada con elegancia, quizás algo fría, en la que predominaban el color verde, el plata y el negro.

Harry se removió, inquieto. El Dark Lord estudiaba los grotescos dibujos de un grueso y viejo libro: terribles imágenes que describían los efectos de pociones, conjuros y maldiciones. Magia negra, por supuesto; y muy poderosa.

Al fin, Voldemort cerró el libro, levantando polvo, y lo miró, para después dedicarle una ligera sonrisa al chico que lo miraba, esperando órdenes.

–Mi Lord, ¿qué...?

Harry habló, harto de esperar, pero su Señor lo cortó con un siseo, imponiéndole silencio. Como un depredador acechando a su presa, el Dark Lord se acercó sin dejar de observarlo.

–Siempre tan impaciente... no hay duda de que tu parte Gryffindor es fuerte, Harry...

–Yo... lo siento, mi Lord...

–Sshhh... – de nuevo lo mandaba callar.

Harry levantó la vista y miró al Dark Lord, que se había detenido al fin enfrente suya... muy cerca. El chico reprimió un escalofrío, y constató que no era de miedo. Deseaba... deseaba tocarlo, probar sus labios otra vez, entregar a su Señor todo su ser...

Como oyendo sus pensamientos, Voldemort atrapó su rostro y lo hizo mirarlo.

–Llámame Tom –susurró, sensual como una serpiente, sus párpados lánguidamente entrecerrados y aquella irónica sonrisa en los labios...

Harry entreabrió los labios, pensando que el corazón se le iba a escapar por la boca; y aquel gesto fue aprovechado rápidamente por otros labios que se unieron a los suyos con fuerza. Una lengua extraña invadió su boca, y Harry pudo probar otra vez el sabor que lo enloquecía desde hacia un tiempo. Abandonándose, correspondió al beso con igual pasión, sintiendo unas manos que empezaban a buscar por debajo de la túnica.

Pronto, la ropa estuvo en el suelo, formando un improvisado colchón para los dos cuerpos ardientes. Harry acercó rápidamente su boca a la parte más sensible del cuerpo de su amante, mientras éste enredaba sus dedos en el cabello azabache, tan parecido al suyo, emitiendo sonidos roncos.

Tom hizo que Harry abandonará su tarea y devoró su cuello, marcándolo con fuerza, mientras tendía al chico en el suelo. Le alzó las piernas y comenzó a preparar la entrada del chico con su lengua y dedos, mordiendo de tanto en tanto las piernas morenas.

–Tom...– gimió Harry entre jadeos, alargando las manos a su miembro desprovisto de atención, mientras Voldemort lo torturaba lenta y placenteramente, haciendo caso omiso de los movimientos de sus caderas, que pedían tener más dentro de él.

Al Dark Lord no le gustó ese movimiento, y recogiendo la varita caída allí cerca, hizo un efectivo hechizo. Harry gimió al notar que sus manos estaban sujetas por unos grilletes, mágicamente encadenados al suelo. Tom sonrió burlón, mientras le acariciaba tan suavemente que era agonía. El chico sollozó y movió las caderas, buscando más contacto de aquella mano cruel.

Al fin, Tom consideró que ya estaba listo y dilatado, y alzándole las piernas, lo poseyó, aún lentamente, con un autocontrol increíble, considerando su propia excitación. Harry enroscó las piernas en las delgadas caderas de su amante, pidiendo más sin palabras.

La visión del chico, tan vulnerable con las manos encadenadas, completamente entregado a él con la cabeza echada hacia atrás y las piernas en tornó a él, hizo que Tom no pudiera resistirlo más. El Dark Lord aceleró su ritmo, poseyendo a Harry con toda su fuerza, dejando marcas de uñas en las caderas por las que lo sujetaba. Los gemidos se habían vueltos casi gritos.

Tom notó que el clímax se acercaba y aceleró aún más, haciendo que Harry se sacudiera cada vez que él alcanzaba aquel punto dentro del chico que lo hacia vibrar de placer. Entonces, por el rabillo del ojo contempló como la puerta se abría casi violentamente, y como el chico rubio que acabab de entrar se quedaba paralizado en el umbral, con la mano aún en la puerta. Harry no lo vio.

El Lord hizo caso omiso de la interrupción, y con un par de empujones más, gimió, al apoderarse de él el orgasmo y vaciarse en el interior de su amante. Harry abrió los ojos un momento, mientras idénticas convulsiones lo sacudían a él... y en la cima de su orgasmo, gimiendo de placer, alcanzó a ver a Draco, mirando desde la puerta, aún inmóvil. Sin poder evitarlo, el rubio contempló cómo su amante lo contemplaba con ojos entrecerrados, mientras la ola de placer lo alcanzaba.

Tras unos segundos, que pasaron volando aunque parecieron horas, Tom se separó del chico y se puso en pie. Harry permaneció allí, atado, jadeando e indefenso.

El Dark Lord cogió de nuevo la varita para limpiarse, y sin cubrirse ni mostrarse minimamente avergonzado, se acercó a un todavía estupefacto Draco, que lo miraba respirando aceleradamente.

–Malfoy, tengo que reconocerte el buen gusto que tienes... a pesar de tu interrupción – sarcasmo y una total tranquilidad impregnaban la voz de Tom.

–Tú... tú...–la rabia le impedía hablar

–No digas nada de lo que te puedas arrepentir más tarde – el tono seguía siendo tranquilo.

Malfoy se giró para irse, rabioso, y conteniendo unas inoportunas lágrimas, pero Voldemort lo cogió por un hombro, para susurrarle al oído mientras la mano pasaba a enredarse en su pelo:

–Ya sabes lo difícil que es resistirse a mí, verdad Draco... ¿O vas a negar que has deseado ser Harry desde que entraste por esa puerta?

Una mano de Tom asió su entrepierna, palpando la dureza que palpitaba oculta bajo la túnica. Draco emitió un jadeo, se separó bruscamente y huyó sin una palabra, las mejillas rojas, quemándole. Y en la puerta, Tom lo observaba con una extraña sonrisa.

Girándose, liberó a Harry con un solo gesto de varita. Volvía a ser el inaccesible Lord Voldemort.

–Vístete y vete–ordenó con voz fría, antes de abandonar la habitación.

Pero mientras Harry se incorporaba con dificultad, le pareció oír un susurró que completaba las palabras de su Lord: " ...a buscarlo"