¡He Vuelto! Una vez más, esta historia espero que satisfaga sus deseos de continuar esta historia que quedó un suspenso terrible, ¿Qué querrán hacer esos sujetos?¿Qué es de Sora?¿Qué es de Matt?¿Qué será de Mimi?

            Es hora que vuelva a escribir y proseguir con "La triste y trágica historia de Digimon":

            ¡Y SIN MÁS RODEOS!:

Capítulo 5: El Ángel de la razón

            Mimi estaba fuertemente aferrada de las sábanas de su cama. Sintió como algo dentro de sí moría, su respiración era agitada. Su estómago se revolvía y acalambraba con este extraño sentimiento de impotencia. Era de noche, faltaba mucho para el amanecer. Todo se encontraba en tinieblas.

            Una súbita emoción de inseguridad la hizo mirar una esquina de su oscura habitación, la más oscura de todas, en ella brillaban tenuemente dos esferas de luz azuladas. Mimi con un terremoto en sus manos prendió la lámpara de su mesita de noche. Pero esta al prenderse se apagó inmediatamente en un estruendoso relámpago de luz que dejo ver un cuerpo agachado en esa esquina de la cual sus ojos emitían esa luz azul. La luz se extinguió. Mimi, no podía respirar, estaba aterrada, inmovilizada, indefensa.

-Témele a la oscuridad – dijo la agotada y tenebrosa voz desde la esquina -, témele a la oscuridad.

            Mimi aunque siempre había sido un tanto miedosa comprendía que esas palabras además de estar en la razón le provocaban más miedo, un pánico tremendo, un pavor inimaginable, una duda sobrehumana.

-Ten un miedo constante de que hay algo ahí – prosiguió fatalmente esa voz cansada y agostada – Siempre hay algo o siempre hay temor, nunca juntas, solo en la oscuridad pueden unirse.

            Mimi tras el velo de la noche poseía una cara demarcada, sus ojos estaban desorbitados, su boca abierta, atónita, sentía como años de cansancio caían sobre ella. No podía concentrarse para gritar por algo de ayuda, por más que insistía, algo subyugaba su mente y la encajonaba más y más.

-Yo, soy la oscuridad que alumbra con su negro velo – dijo tajantemente la voz, ya no se sentía cansada, ni tímida, sino potente, soberbia y retumbante -, yo nací de las egoístas formas que no dejaron pasar la luz a través de ellas para iluminar a las que estaban atrás. Yo nací de ese odio, yo soy un ser completo con poder y fuerza proporcionada por la ausencia de la luz y calor, estimulado por el egoísmo y el rencor, yo soy el vástago, el austorio, el tronco, la raíz, la copa, la fruta, la semilla del árbol de la maldad. Yo alimento los otros pecados con mis frutos, yo soy los otros pecados que nacen de mi, yo soy la muerte, el fin, el omega. Ese soy yo, por eso me debes temer, yo soy la gran oscuridad, yo...

Una luz fuerte y profunda penetró la habitación, era cálida, Mimi podía sentirlo. Cerró sus ojos para dejarse llevar por la calidez de este lumínico abrazo. Se abrazó a si misma y pudo reconocer algo familiar en esa calidez, aunque nunca la hubiera sentido antes.

-Yo soy la razón – dijo firmemente una voz desde la luz -, yo soy el concepto superior del conocimiento, yo soy la certeza de lo sabido, yo soy la convicción de lo dicho. Yo seré la saeta que te dará fin a tu tenebrosa vida. La malicia que esta dentro de ti será extirpada y reemplazada por gracia.

-Bonitas palabras – dijo el sujeto oscuro desde su esquina -, yo creo que debo abandonar esta situación, me he demorado mucho en cumplir mi propósito y yo te respeto. Por eso te dejaré intacto, para poder enfrentarnos hasta la muerte en otra ocasión.

Dicho esto la oscuridad terminó de abandonar la habitación y dio paso a la luz, un nuevo día comenzaba en un bello amanecer. Mimi se acercó a la ventana, pudo ver un sol frente a ella. Un ser que semejaba al sol, que se paró en su ventana y entró a su habitación. Este ser era un ángel de luz que para poder platicar con Mimi debió atenuar su luz a un pequeño punto en medio de su frente.

            El ángel se dejo ver, era conocido para Mimi, ella solo pudo arrodillarse y llorar de felicidad, tomó las ropas de ángel fuertemente intentando que no se fuera, que no fuera efímero, que no fuera un sueño fugaz, un deseo desesperado de su mente. Sólo pudo articular con una temblante voz:

-Gracias... – reinó el silencio por unos instantes hasta que decidió terminar – Izzy...

            Koushiro, el ángel de la Razón, levantó a Mimi y la abrazó. Besó sus mejillas, su frente y pelo, la volvió a abrazar. Movía sus manos en un sereno ritmo en la espalda de Mimi con el fin de confortarla. Mimi, repentinamente se percató de lo que estaba pasando y con una mirada vidriosa le dijo:

-¿Qué te pasó Izzy? – tomó un poco de aire - ¿Por qué eres un ángel?

-Fue una decisión que tomé – dijo con gran sentimiento Koushiro -, recibí una carta que me informaba de la destrucción de la Ciudad del Inicio y...

-¿La Ciudad del Inicio fue destruida? – dijo Mimi con los ojos más tiernos que nunca Koushiro hubiera visto.

            Hubo un silencio que respondió la pregunta, Koushiro se apegó más a Mimi y se empezaron a balancear como si bailaran un fúnebre baile, por lo acontecido con la Ciudad del Inicio, pero con la pasión que le correspondía a este encuentro.

-Sí – dijo finalmente Koushiro –, intenté ir a salvarla pero en el intento morí. Unos sujetos me encerraron en una cúpula de energía y dejaron que la misma ola de radiación y fuego que arrasó la Ciudad del Inicio se encargara de mí. La Gula y La Ira. La Ira me enjauló, realmente él no deseaba hacerlo pero a qué se habrá debido su actuar. Fueron los de la secta de los sombreros negros. En esa secta está Sora. Debes ayudarla, ese fue mi póstumo deber, junto con decirte que aunque siempre te amé en vida, y ahora aún más debemos olvidar ese sentimiento. Lo siento pero debes olvidarte de mi y establecerte con Joe, él es la buena persona que necesitas realmente, yo lo sé, yo tengo razón.

Dijo estas últimas palabras con una sonrisa en la boca, a él y a ella le dolía tremendamente esto, pero sabían que tenía que aceptarlo. Koushiro se fue lentamente esfumando, hasta que Mimi se encontró en su pieza, sola, abrazando el recuerdo en el aire de su amado, cayó en un llanto profundo, no estaba segura si había sido un delirio o realmente había pasado, lloró y lloró, cerró los ojos y dejó caer su cabeza azotándola contra en suelo, ese dolor no era nada contra el de su corazón, un cosquilleo en su mejilla le hizo abrir sus ojos. En su mejilla había una pluma, no era común ni ordinaria, era una de su amado, era grande, pulcra, blanca, perfecta, simétrica. Al ponerla entre sus manos sintió su calidez y su mente se llenó de nuevas y refrescantes ideas que la liberaron de todas sus cadenas mundanas. Se sintió libre.

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            Yamato se encontraba exhausto, había estado practicando sin descanso desde que llegó. El sudor que corría por su cuerpo había teñido su ropa y aromatizado el ambiente con fétido hedor. Alb estaba conforme con el esfuerzo y trabajo de Yamato, y creyó que no era necesario más entrenamiento por el momento. Yamato pudo descansar en una cama después de tanto tiempo. Sin pensarlo siguió al que lo llevaría a su cuarto y se derrumbó sobre su cama con tanta violencia que casi la rompe, pero todo el dolor y la estrepitosa caída fueron confortados por la suavidad de la cama, de ese lecho que lo relajaba. Decidió ducharse, no podía entrar a su cama con todo ese sudor encima, abrió el grifo del agua, y las gotas empezaron a correr por su cuerpo conformando pequeños ríos por su anatomía.

            Pasaron algunos minutos en la ducha. No pensaba en nada especial cuando un agudo pensamiento perforó su cerebro dando a conocer una fatídica noticia que turbó su mente; Koushiro había muerto. No podía creer lo que le decía su instinto, su mente, su subconsciente. Se apresuró en salir de la ducha y vestirse, salió corriendo del baño y se dirigió fervorosamente al salón del emperador. Él tal vez tendría una respuesta para su problema. Corrió y corrió, perdiendo el aire, cansado, perdiendo el conocimiento, llegó. Tomó un instante para descansar, y gimió la pregunta que se agolpaba por salir de su garganta.

            Alb lo miró con desconcierto, tenía una importante visita y Yamato había interrumpido la tranquilidad que llevaba esta reunión. Yamato estaba impresionado por el invitado con quien Alb y otro grupo de alternos conversaban, era un ángel iridiscente, lleno, cubierto y que emitía luz, lo abarcaba todo con su aura lumínica. Este ángel se volteó para ver quien decía esas palabras, y quedó asombrado, Yamato no pudo verlo bien por la gran cantidad de luz que lo rodeaba, pero sentía que lo conocía, era Koushiro, pero no sabía porqué, no lo sabía.

-No hay razón para que me temas – le dijo Koushiro a Yamato -, soy simplemente Izzy, que abandonó su antiguo cuerpo para conformar un ser puro, que basa su fuerza y existencia en la Razón, yo, ahora, soy Koushiro, el ángel de la Razón.

            Yamato nunca fue un buen amigo de Koushiro, pero sus sensaciones se extrañaron mucho al ver tal imagen, no eran malos sentimientos, todo lo contrario, pero la incertidumbre frente a esta metamorfosis creó una extraña mezcla de emociones.

            De repente cayó al suelo envuelto de un terrible dolor de cabeza, parecía como si estuviera siendo aplastada, roída, despedazada. En un intervalo de tiempo su mente empezaba a perder lucidez.

-¡Yamato! – gritó Alb y Koushiro - ¿Qué te pasa?

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            El cuerpo animado de Yamato estaba dispuesto a recibir órdenes, estaba parado frente a la puerta de la casa de Yamato desde el día en que fue infectado, no era necesaria su ayuda, hasta ahora. Paso a paso, poco a poco fue acostumbrándose a caminar como un ser humano, de una manera estrepitosa rodó por las escalas chocando con grandes baldosas en el fin de su caída, la sangre teñía su pelo y lo volvió de un tono anaranjado oscuro, se levantó y con un pequeño hilo de sangre que le corría el cuello empezó a caminar por las aceras de Tokio. La gente lo veía anonadada por semejante sujeto que envuelto por un sanguinolento velo caminaba por las ruidosas calles de Tokio.

            Debo terminar mi misión, debo terminar mi misión, debo terminar mi misión, debo terminar mi misión. Eso era lo único en la turbada mente del autómata. De esa máquina de carne, sin sentimientos, sin remordimientos, sin alma.

            Llegó a un departamento y subió por sus escalas, arremetió en una casa usando su cuerpo como ariete contra una puerta, con tal impacto fue fácil botar la fuerza. La sangre seguía fluyendo. Su víctima, ahí estaba, a unos pasos y por fin estaría el ciclo terminado. Aún siendo una máquina sonrió y se relamió los labios, dando imagen de lo que pronto ocurriría.

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La esperanza para algunos es una pequeña luz,

Que los ayuda a triunfar,

¿Y eso es buen?

 Para mi es una estúpida manera

Para engañarse a uno mismo

Creyendo en algo que nunca ocurrirá

Y esa es la verdad.

Para otros esa luz es su guía,

Arriesgándolo todo en ella y en su fe,

Qué estúpidos,

Aferrarse de una ideal,

Sujetarse de una corazonada,

Y esa es la verdad

Esa gente tiene el valor para creer eso,

Qué ilusos ellos,

No valoran lo realmente importante,

Y encima tan inseguros van,

Que arrastran todos los que pueden consigo

Y esa es la verdad

Esos sujetos que les dicen amigos,

Los usan meramente con un escudo contra su perdición,

En un mar de Soledad,

De oscuridad,

Al cual con su supuesto amor al prójimo los han conducido

Y esa es la verdad

Y ese sentimiento que consume sus candentes carnes,

Al cual llaman amor,

Que en un acto romántico, de atrevimiento,

Juran a otro para que lo acompañe por su camino

Lleno de miedos y deseando al otro caer antes,

Y esa es la Verdad

Ellos creen saber lo que es mejor para ellos,

Y se condenan concientemente al sufrimiento,

¿Quién puede saber lo que es mejor sin nunca haber visto?

Haber oído, haber sentido, haber mentido,

Sin nunca tener razón de lo piensan

Y esa es la Verdad

Y al lado de la Mentira se encuentra la Sinceridad;

Su hermana, su compañera, su camarada,

La Mentira es pura, mientras la sinceridad no;

La Mentira acepta su error desde un principio,

La Sinceridad es un intento de verdad errado por la estúpida mente humana

Y esa es la Verdad

Ellos sueñan con buenas intenciones,

Sienten coma la pureza los abraza al ser buenos,

Pero eso es egoísmo,

No sienten la verdadera pureza

De la Maldad o del Bien

Y esa es la Verdad

Yo, Hermanos míos

Yo no les miento como los otros

Yo soy la unión de todos las verdades,

Yo he venido a oscurecer los caminos errados,

Yo buscaba esa verdad oculta al igual que ustedes y,

Yo soy esa Verdad

            Tras haber recitado a una oscura audiencia un aún más oscuro sujeto este terminó y los jóvenes estudiantes que escuchaban al maestro se levantaron para proseguir con sus clases, algunos un tanto asustados, otros un tanto temerosos, otros histéricos, otros apasionados, todos los sentimientos salieron a relucir con esas palabras.

            Una femenina figura se acercó al profesor, era pelirroja, poco más joven, de aspecto agradable pero con una notoria cara de preocupación:

-No me gustó tu discurso – dijo temblorosamente.

-No había necesidad que te gustara – dijo volteándose El Santo para verla -, Sora, esta secta enseña magia, normalmente la gente que llega hasta aquí no tiene una predisposición tan notoria para la magia como tú, por eso debo incentivarlos de esta manera, siento que no te haya gustado.

-Está bien – dijo Sora convencida.

-Te tengo una mala noticia – le dijo El Santo, la cara de Sora lo miró intensamente, se empezó a preocupar de que no le decía nada, pero si dijo algo al fin – Murió Izzy.

            Sora, perturbada, miró con ojos muy abiertos a El Santo, no podía creerlo, sabía que él no le mentiría, y eso fue lo que más odió en ese momento, cayó al suelo y empezó a llorar.

-No te preocupes – dijo reconfortando a Sora – ahora él es un ángel.

            La sonrisa de El Santo tranquilizó a Sora, aunque no entendía a la perfección lo que le decía, pero la calmaba.

            Sora había avanzado en su enseñanza en la secta y además de recibir un alta paga, estaba feliz, ahora daba la bienvenida a los nuevos integrantes en sus rituales previos a su ingreso y ayudaba a El Santo en el discurso, al cual recién había participado con unas pequeñas frases al inicio.

            Ya era hora que Sora abandonara la secta y se dirigiera a su casa, así que ella no esperó más, fue a recoger sus cosas, cobró su dinero, se despidió de sus amigos de la secta, se dirigió a la puerta donde El Santo lo esperaba para llevarla a su casa. Se subieron a la gótica limusina y pasó rápido el tiempo en una entretenida charla en la limusina.

-¿Qué es el mal? – preguntó Sora.

-Es un concepto muy extraño y difícil de explicar – le respondió El Santo con una gran sonrisa -, la maldad y la bondad, los dos más importantes conceptos que existen pero en los cuales nadie calza.

-¿Por qué? – dijo Sora extrañada.

-Porque en todo lo malo que alguien o algo hace hay un trasfondo que se puede interpretar como bueno, este efecto también funciona al revés. Si tu robas algo haces mal a la persona que le robaste pero te haces bien a ti mismo. Claro está que hay niveles en cada cosa para poder ver si es más buena que mala o más mala que buena.

-¿Por qué existe el mal?

-Buena pregunta, en este mundo, todas las cosas que suceden a diario tuvieron un hito en cual se basan para realizarse, y las personas que fueron ese hito, pudieron basarse en otras cosas parecidas hechas por otras o por la naturaleza, y porqué la naturaleza, porque ella busca tanto un equilibrio y se basa en la ley del más fuerte. Sólo el más apto sobrevive, y a veces el más apto no es el que hace las buenas acciones.

-¿Y entonces cómo se formó el principio del mal?

-¿Por qué tan interesada en el mal?, primero responderé tu pregunta; El bien y el mal son cíclicos, cuando el bien prevalece y gobierna justamente, con la razón y la gracia siempre habrá la posibilidad de que surja un anarquista que vaya en contra de todo lo preestablecido y eventualmente derroque el bien. En cambio si el mal lo domina todo, no puede existir un régimen estable, las traiciones, la desolación, la malicia y el caos cobijarían todo y eso no está bien, por eso el sabio preferirá el cambio al sendero del bien para que todo vuelva a la estabilidad.

-Interesante – Sora reflexiona profundamente -, siempre me interesa el mal, porque a él le temo, yo soy buena...

-O eso crees – interrumpió El Santo.

-...y tal vez podría ser corrompida por el mal o dañada por este.

-No te preocupes – dijo El Santo para calmarla –. Preferiría morir mil veces, sufrir eternamente y que mi cuerpo se hiciera pedazos antes de verte sufriendo.

-Gracias – dijo Sora un tanto cohibida.

 Al llegar El Santo sintió que algo no estaba bien en la casa de Sora, estaban en el umbral de la puerta, Sora temblorosa toma la llave de su casa y poco a poco abre la puerta...

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¡¡¡SUSPENSO!!!  Los voy a dejar intrigados, realmente es medio obvio lo que va a pasar, pero no lo crean. A veces lo que pasa tiene cambios dramáticos. Muchas gracias por leer este fic, el capítulo más largo de los que llevo. Espero que les haya gustado, y la mejor manera de demostrar eso es dejando Reviews, plis, con eso sé si voy por el buen rumbo, hagan una buena crítica y la dejan plasmada en el Review. Ok?

No me importa que digan que soy latero o cualquier otra cosa, meramente díganmelo.

¡¡Sí a la publicidad innecesaria!!

Gracias de antemano, su servidor:

Master, the Gambler

"¿Abandonarías todo tus recuerdos, tus experiencias, tus amigos, tu pasado, tu presente por salvar un huidizo futuro?"

Sora en "Un Sueño de una Noche de Verano"

De Master, the Gambler.

Y Sí a la publicidad innecesaria!!!