Summary:  Muerte... un viaje en el tiempo, algo que buscar... los destinos se cruzan y encuentros inesperados se llevan a cabo... cuando todo está perdido... ¿Puedes acaso pedir otra oportunidad?... Espoir...

Disclaimer:  Todos los personajes aquí mencionados son propiedad de Clamp, a excepción de los que no les suenen para nada que son míos ^_-  Todo esto es sin ánimo de lucro, sólo por diversión =P

VIAJE AL PASADO Por Annia

I

- ¿Estás segura de esto? -

Una voz masculina, grave y varonil se escuchó en la penumbra... Grandes nubarrones cubrían el cielo y los relámpagos alumbraban la oscuridad.  Abajo, en un terreno llano y apartado se encontraban dos figuras de pie y una más dentro de lo que parecía ser una nave, no era muy larga pero sí grande, sin alas y en la parte superior una compuerta abierta de cristal reforzado.  A ninguna de las tres figuras se les podía distinguir muy bien, incluso sus facciones.

- Ya está todo listo, deben irse – habló la persona que estaba en la nave.  Su voz se notaba débil y quebrada, pero se distinguía que pertenecía a una mujer joven.

- No me has respondido, te pregunté si estabas segura de esto y no lo creo así, aún estás muy débil... podrías dejarlo para mañana o incluso podría hacerlo yo – habló de nuevo la voz masculina.  Pertenecía a una de las figuras que estaban de pie al lado de la nave.

         - Estoy de acuerdo con Ryu, no estás del todo recuperada, por favor, no te precipites – la tercera persona que hasta ahora sólo había escuchado habló por primera vez.  Se trataba de otra mujer, pero por el tono de su voz parecía mucho mayor que los otros dos.

         - Soy la única que puede hacerlo y saben que no pueden detenerme... – una media sonrisa se dibujó en los labios de la joven – ahora sólo espero que esta máquina sirva.

         - Cuídate... – Ryu se acercó y le dio un tierno beso en la frente – no lo olvides... espoir...

         - Lo tendré en mente... adiós -

         - No, hasta luego... – le corrigió el joven.

La chica dentro de la nave accionó unos cuantos botones al mismo tiempo que la compuerta de cristal se cerraba herméticamente y la pantalla de control mostraba las cifras:  02 : 15 : 2007.

Las dos personas se apartaron de la máquina cuando ésta empezó a hacer ruidos extraños.  Seguidamente, la misma proyectó un haz de luz negro creando un vórtice dimensional del mismo color por el cual luego se condujo.  A los pocos segundos de entrar la nave, el vórtice pareció sucumbir y se contrajo hasta desaparecer.

Un fuerte relámpago cruzó el cielo iluminando un poco el lugar, el mismo donde hace pocos minutos había acontecido aquel suceso...  En aquel sitio ahora sólo el viento llenaba el vacío.

************

Oscuras nubes cubrían el cielo, dándole un aspecto triste y cansino, a la vez que fuertes truenos retumbaban, eliminando todo viso de tranquilidad.  Ante tan peculiar clima, los habitantes de la ciudad de Tomoeda preferían no salir y quedarse en sus casas, y los pocos que aún andaban por las calles buscaban presurosos un lugar donde refugiarse de la lluvia que se avecinaba.

Al mismo tiempo un vórtice negro se abría en los cielos y una ráfaga de luz salía a gran velocidad de éste.  Nadie pareció darse cuenta que ese resplandor cruzó el aire y se precipitó contra un lugar desconocido en el parque de la ciudad.

Era aquella nave... un fuerte árbol había detenido su camino... Por su estado actual se deducía que el haberse estrellado le había causado graves daños.

La compuerta se abrió, adentro una chica se removía dolorida.  Ahora se podían percibir claramente sus facciones delicadas, su cabello castaño oscuro y sus ojos del mismo color con visos rojizos. 

- Espoir... – alcanzó a balbucear.

Mientras se incorporaba, su rostro mostraba señas de dolor, vivamente justificadas por el estado en el que se encontraba.  Ahora en su cuerpo, miles de cortaduras empezaban a abrirse y se podía entrever una profunda herida en el costado derecho de las cuales la sangre no cesaba de fluir.

- Aaaagghhh – se quejó en voz baja al incorporarse con trabajo.  "¡Rayos...! no debí venir así", pensó, "Pero... no podía decirles... no me hubieran dejado venir... solamente yo puedo conseguir la llave de Eithar...". Con este último pensamiento reunió las fuerzas que le quedaban y salió de la nave.

Tuvo que apoyarse en la máquina al tocar el piso para no caer.  De pie, se podía apreciar la figura alta y delgada de la chica.  Sin embargo, además de las múltiples heridas, cualquiera que la viera en esos momentos pensaría que iba para un velorio un tanto deportivo o que se había equivocado con el último grito de la moda, pues su vestimenta no era nada común para esa época. 

Toda su ropa era negra.  De abajo hacia arriba, sus zapatos parecían una botas modernas, de suela gruesa y se ajustaban automáticamente con una serie de láminas delgadas hechas de un material desconocido.  Llevaba unos pantalones de guerrilla que le ceñían en la cintura y se holgaban con varios pliegues en la parte de abajo, parecidos a bota campana. Cargaba con un cinturón descolgado con varios compartimientos, – también hecho de un extraño material –  que empezaba en la cintura en el lado izquierdo y terminaba en la cadera en el lado derecho.  Su blusa era ajustada y larga hasta un poco abajo del ombligo, manga sisa y sin cuello.  Además llevaba un chaleco también de manga sisa de cuero, ajustado pero con cuello, el cual lo traía sin cerrar.  Para terminar el atuendo, vestía en sus manos unos guantes, estilo mitones –sin dedos–, parecidos a los que usan los motociclistas; en su oreja izquierda llevaba un tipo de comunicador con micrófono y en su cuello portaba un hermoso colgante dorado con la forma de un círculo y una estrella de seis puntas en su centro, que se escondía bajo su blusa.

- ¡Diablos...! – la chica cada vez estaba más débil y al intentar caminar por poco se cayó – si tan sólo tuviera la energía necesaria para utilizar la magia curativa... – entonces pareció recordar algo de repente – Es cierto, el suero... – inmediatamente se llevó la mano a su cinturón y de uno de los compartimientos sacó un pequeño frasquito de 4 cm de alto que contenía un extraño líquido de color rosado perla.  Al beber su contenido sintió como si recuperara sus fuerzas de un momento a otro, sin embargo no las suficientes – Menos mal que cogí esta cantidad antes de salir del laboratorio, no es la suficiente pero me servirá – dijo contenta.

Posteriormente se dirigió hacia su derecha, a la parte trasera de la nave, y con su mano hundió una placa que se perfilaba un poco en la superficie de metal.  Al hacerlo, la placa se removió automáticamente y mostró una pequeña pantalla junto a un tablero de dígitos.  La joven presionó unos cuantos números que seguramente serían una clave o contraseña.  Luego de unos segundos la pantalla visualizó un "Ok" y seguidamente volteó sobre sí misma para revelar ahora un botón cuadrado no muy grande de color rojo.

Ella, sin más preámbulos apretó el botón y como por arte de magia la gran máquina había desaparecido.  La chica sin inmutarse ante esto se agachó y recogió del suelo un pequeño estuche de color plateado con la forma de un encendedor, abrió un compartimiento en su cinturón y lo guardó allí.

- Debo apresurarme, la cantidad del suero que me tomé sólo me alcanzará para unos 20 minutos... – dicho esto, la joven emprendió su camino lentamente, porque aunque tuviera energías para seguir, las heridas aún le dolían.

La chica parecía conocer su camino.  Salió del bosque y avanzó con seguridad hasta vislumbrar un gran edificio de color blanco y azul oscuro.  Se trataba del Hospital Central de Tomoeda. 

A pesar de que eran apenas las tres de la tarde, el cielo se veía oscuro y los relámpagos aún se divisaban.  La joven desvió su ruta y se encaminó a la parte trasera del edificio.  Al estar allí, pudo entrar sigilosamente por la puerta de servicio.

Parecía saber muy bien lo que hacía.  Sus movimientos eran calculados y meticulosos.  A pesar del estado en el que se encontraba procuró no delatar su presencia.  Lo único que le interesaba era curar sus heridas, para eso había acudido al hospital, luego sí podría encargarse de su misión.  Subió de piso en piso por la escalera interna de emergencia buscando una habitación que guardara instrumentos clínicos, por ahora sólo le importaba encontrar unas cuantas pinzas, gasas, Isodine, hilo y agujas, cogiendo puntos a su herida en el abdomen podría mantenerse en pie, las demás heridas sólo eran cortes que luego sanaría con algún hechizo cuando estuviera recuperada.

Llegó a cierto piso, no sabía cual era porque había perdido la cuenta.  El pasadizo por el que ahora caminaba despacio se encontraba milagrosamente vacío, le tranquilizó porque no tendría de que preocuparse.  Entonces divisó una puerta que tenía la inscripción "Medicals Instruments Room"  .  Se introdujo rápido en la habitación.  Ésta era amplia, en un rincón había una camilla, 2 sillas y tenía varios estantes llenos de frascos, medicinas, herramientas de cirugía y demás.  Cogió una silla y la puso cerca de un aparador de tamaño mediano para luego sentarse en ella.

En esos momentos agradecía su insaciable curiosidad y su interés por la medicina desde niña, pues no pasaba una tarde en que no fuera al hospital después de estudiar y esperaba que su tío, que era médico, le enseñara todos los secretos de su profesión, incluso una vez que ella misma había tenido un accidente, él le enseñó a coger sus propios puntos.  Es por eso que ahora estaba desinfectando la herida, – de por sí con una mueca de dolor en su rostro – hilando la aguja de cirugía y cosiendo poco a poco.

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Una enfermera buscaba con ímpetu a un doctor en especial.  Por fin lo pudo divisar cerca de la ventana del pasillo, revisando minuciosamente un reporte médico.

- Doctor, doctor – le llamó presurosa.

- ¿Qué desea señorita Fuyima? – le interrogó éste con respeto.

- Doctor, es un paciente, el señor Ayama, su último reporte indica que requiere una doble dosis del medicamento que se le está suministrando. Debe tomarlo en estos momentos, es por eso que necesito su autorización.

- Ya veo, el señor Ayama... – meditó unos segundos – por ahora sólo suminístrele un tercio del doble, cuando lo vea personalmente autorizaré el resto.

         - Sí, señor. Por cierto, recibí indicaciones de que el paciente # 22 enfermo de Tuberculosis, el señor Hirasy, debe tomar Tobramicina pero a mi juicio, considero que es mejor para él que tome Kanamicina, perdone mi atrevimiento pero ¿Usted qué opina?

- Debo estudiar primero el caso -

- Por supuesto, aquí tiene una copia – dijo la enfermera extendiéndole otro reporte.

- Muy bien, ahora compararé ese medicamento con esta historia clínica, le daré mi respuesta cuando termine – le respondió medio curvando sus labios.

- Muchas gracias – dijo ella sonrojada, no podía negar que aquel doctor le parecía muy apuesto, y más cuando sonreía, que era en contadas ocasiones – su... opinión es muy importante Doctor Kinomoto...

- Es mi trabajo señorita Fuyima – dijo él recobrando su expresión seria.

La enfermera se despidió y Touya se encaminó a una puerta con exactitud:  "Medicals Instruments Room"…

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Había terminado de coger los puntos y ahora sólo debía cubrir con gasa la zona afectada.  Sólo tenía que esperar a que sanara la herida.  De repente un ruido se escuchó.  La joven levantó la vista por inercia y entonces vio que la manilla de la puerta se estaba girando.  ¡Había olvidado cerrarla con seguro! ¡Qué idiota! Debía pensar rápido, alguien estaba a punto de entrar y no iba a ser fácil dar explicaciones.

Recorrió inmediatamente la habitación con la vista.  Ni una sola ventana grande para escapar y ni siquiera un lugar para esconderse.  La camilla no la taparía y tampoco tenía tiempo.

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Touya se paró frente a la puerta y se dispuso a abrirla.  Apenas tocó la manilla tuvo una sensación extraña.  Era cierto que había perdido sus poderes cuando tenía 18 años pero para su asombro los recuperó al año siguiente, en realidad nunca se habían ido, sólo estaban debilitados.  Ahora aquella sensación se le hacía extrañamente conocida.  Sin embargo, no le prestó mucha atención y abrió la puerta del todo.

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La puerta había sido abierta, ahora sí que estaba en problemas.  Había sido muy descuidada, estaba segura que si Ryu supiera de esta estupidez le echaría el sermón de las 7 palabras.  Pero lo hecho, hecho estaba, debía huir rápido.

Se paró de inmediato pero sintió un gran mareo y se le estaba empezando a nublar la vista.  Entonces recordó que ya habían pasado más de 20 minutos y comenzaba a desfallecer de nuevo.  ¡Bonito momento para que se acabara el efecto del suero!

Dirigió su vista hacia la puerta pero sólo pudo distinguir la silueta de un hombre.  "Debe ser un doctor", se dijo.

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- ¿Pero qué...? – Touya Kinomoto se había quedado desconcertado al ver dentro de la habitación. 

Una chica vestida con un atuendo algo extraño se había parado rápidamente de una silla y parecía tambalearse.  Su sexto sentido le intuyó desconfianza y le hizo ponerse alerta.

- ¿Quién eres? – le preguntó con brusquedad acercándose un poco.

Vio como ella trataba de huir y le cerró el camino.

         - ¿Quién eres? – volvió a preguntar.

La chica parecía estar muy débil y no entender lo que le estaba diciendo, o no le quería responder, y ya era muy sospechoso.

Como él le cercaba el camino, la joven decidió pasar sobre él y le dirigió un puño directo al rostro, que Touya hábilmente bloqueó.  No por nada había entrenado Karate en la preparatoria.  Sin embargo, la chica no paró y ahora le asestó una patada hacia el costado izquierdo.  Ella comenzó a  luchar de verdad, pareciera como si su único objetivo era dejarlo noqueado para que no hablara y poder escapar.  Touya estaba sorprendido, la habilidad de la chica en el combate era única, además que era extraño que siquiera pudiera dirigirle un golpe si se veía tan débil.

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 "Rayos, este tipo es bueno, me está dando muchos problemas", pensó la joven.  Si seguía así, huir del hospital iba a ser el plan B.

Decidió sujetarle el brazo.  Hizo el intento de hacerle una llave pero entonces sintió ese agudo dolor.  Había olvidado que la herida en su costado no había sanado, y al estirar el brazo también lo había hecho su piel.  Su fuerza estaba agotada, ya no podía hacer más esfuerzo.  Era una imbécil, su misión estaba en peligro.

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Touya sintió que la fuerza que le oprimía el brazo disminuía.  Era ahora su oportunidad.  Rápidamente se separó de la chica y le asestó un fuerte golpe con el pie al vientre de ella.  Grave error.  No midió sus fuerzas y la potencia del golpe fue tal que la joven salió disparada contra la pared y se impactó fuertemente la cabeza.

El doctor Kinomoto vio con horror y sorpresa que la chica ahora estaba inconsciente y gotas de sangre resbalaban por su frente.

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El constante pitido del ecógrafo que monitoreaba los latidos cardíacos era el único sonido que se oía en la habitación.  En la camilla descansaba una paciente.  La extraña joven dormía con sueño tranquilo, una venda cubría la herida en su cabeza y el suero junto con la medicina le era suministrado.

Touya Kinomoto al ver lo que había hecho se encargó de atender a la chica él mismo, no importándole las circunstancias en que la había encontrado.  Extrañamente, al tratar a la joven, tuvo un sentimiento curioso, sintió el deseo de protegerla, como si fuera su hermana, pero a la vez de odiarla... no, era como si le produjera un rechazo, esta última sensación le hacía recordar a alguien...

Raro en él, transportó personalmente a la paciente a otra sala para brindarle la atención adecuada.  Llamó a parte a una enfermera de su confianza y ésta le cambió la ropa a la joven poniéndole la bata blanca común en los hospitales.

Luego de los análisis confirmó aliviado que el golpe en la cabeza que ella había recibido no causó daños graves.  También sanó las pequeñas cortaduras que tenía en su cuerpo y sorprendido observó la cicatriz con puntos en el abdomen.  Lo único que podía deducir era que ella misma se había hecho esa curación, pues ahora que recordaba, cuando abrió la puerta, ella se colocaba una gasa en la herida y varios instrumentos se veían utilizados en el anaquel.

Miles de preguntas cruzaban su mente.  Se encontraba sentado en una silla giratoria al lado de la cama observando a la joven.  Ahora que la detallaba con calma podía decir que era hermosa y que tenía cierto toque de misterio que le llamaba la atención.  No muchas chicas causaban esa impresión en él.  Le pareció que tenía 17 años, si era cierto él le llevaría 7 años de más. 

Estaba confuso.  Tenía a una chica frente a él, en cama por culpa de él, de la que ni siquiera sabía el nombre, la misma que se había cogido puntos a una herida grave por sí misma – los cuales estaban hechos perfectamente y con la técnica parecida a la suya – y con miles de otras heridas en el cuerpo no justificadas, que una joven de esa edad no debería tener.

De repente un cambio en el registro de las ondas cerebrales de la paciente le llamó la atención.  Se paró de la silla y esperó alguna reacción.

Otra alteración en las ondas y vio cómo la chica se incorporaba rápidamente como saliendo de un shock, a la vez que se sostenía la cabeza mareada.

Ella abrió los ojos y miró asombrada de lado a lado, ubicándose.  "¿Dónde estoy?", pensó.

         - ¿Se encuentra bien? – le dijo Touya expectante.

La joven enfocó la vista hacia el lugar donde había escuchado la voz que se le hacía extrañamente conocida.  Al ubicar a la persona que le hablaba sus ojos se abrieron desmesuradamente.

         - "¡Pero...!" – fueron las palabras que se formaron en su mente pero que le fue imposible formular.

         - ¿Se encuentra bien? Responda por favor – volvió a preguntar pacientemente.

         - Yo... – balbuceó ella mirándole fijamente.

- Escuche por favor, antes de que me juzgue le pido disculpas por haberle golpeado de esa manera, no fue mi intención – se disculpó apenado – Sin embargo, debo saber quién es usted – sentenció el doctor decidido.

Ella no lo miraba.  Se veía a sí misma, su bata de hospital y parecía tener una batalla interior.  "Un golpe...", meditó, "Él... si tan solo... ¿Podría acaso?..." .  Luego de unos segundos lo miró de nuevo un poco más calmada.

- Yo... lo siento, pero... ¿Usted puede decirme qué hago aquí? – resolvió la joven.

Touya se desconcertó de sobremanera con esto último.

         - ¿Qué dice? -

         - Yo... no sé que hago aquí... yo... ¿Usted sabe quién soy? – indagó ella inocentemente y con expectación.

         - ¿No recuerda nada acerca de usted? – preguntó él seriamente temiendo la respuesta.

         - No... – aseguró ella negando con la cabeza después de mirarlo detenidamente – ... lo siento, yo... no sé qué hacer – dijo agachando la cabeza y con ojos cristalinos.

El doctor Kinomoto estaba preocupado.  Aquella joven probablemente tenía amnesia debido al golpe recibido.  Maldijo sabiendo que era su culpa.

         - Señorita – dijo haciendo un esfuerzo para sonar amable – no llore por favor – al ver que ella no cesaba su llanto se sentó a su lado, la atrajo por sus hombros y la abrazó como si fuera un padre.  Se sorprendió por su conducta.

La joven pareció sentirse protegida porque no tardó en dejar de llorar.  Además, ese abrazo le recordaba a... cerró los ojos como queriendo olvidar algo y finalmente preguntó muy quedamente.

         - ¿Quién es usted...? -

         - Mi nombre es Touya Kinomoto – respondió separándose del abrazo y  dedicándole una sonrisa - soy médico y trabajo en este hospital, gusto en conocerle.

Ella le miró como si lo conociera de toda la vida y le sonrió de regreso.

         - Mucho gusto doctor Kinomoto, me gustaría poder decirle mi nombre también – dijo riendo cansadamente como si hace mucho no lo hiciera – Pero, quisiera saber... ¿qué sabe de mí? ¿cómo me encontró? – inquirió interesada.

         - Lo siento, pero no te conozco – dijo un poco incómodo y tuteándola por primera vez, por alguna extraña razón le sentía una gran confianza -  En estos momentos no recuerdas nada de tu vida – continuó – eso indica que es posible que sufras de amnesia y... – dudó un poco – lamento decir que es por mi culpa.

         - No le entiendo – dijo extrañada.

Touya la miró comprensivamente y decidió entonces decirle la verdad.  Le narró cómo la había encontrado, lo que había hecho, la pelea, aquel golpe... La joven escuchaba atentamente haciendo preguntas de vez en cuando.  Al final del relato Kinomoto pensaba que ella le guardaría rencor y no confiaría en él pero sorpresivamente la chica le dijo que ella no lo culpaba y antes agradecía su cuidado en estos momentos.

En un intento de hacerla recordar, Touya le pasó todas sus pertenencias.  Ella cogió la bolsa en donde venía su ropa y la abrió para mirar mejor.  Kinomoto pudo percibir algo de nostalgia en sus ojos pero la joven no dijo nada.

Sin embargo, él aún tenía muchas preguntas.  No podía esperar a que ella se las respondiera pero seguramente encontraría una pista de su identidad en lo que llevaba consigo cuando la encontró.  Ya antes se había tomado la libertad de analizar la ropa, observando que toda su textura era muy extraña.  Intentó abrir los compartimientos del cinturón pero fue en vano.  También le sorprendió el comunicador que parecía ser de mucha tecnología.  Según el atuendo y los implementos dedujo que podría ser una espía pero algo en su interior le hacía dudar de sus conclusiones. 

Quería seguir investigando así que le pidió a ella que le prestara todas sus pertenencias pero extrañamente la joven se negó.

         - Bien, entonces permíteme regresarte esto – le extendió un colgante circular de color dorado con una estrella de seis puntas en su centro – Es tuyo, lo llevabas cuando te encontré – le aclaró.

Ella miró sobrecogida al colgante y cuidadosamente se lo puso alrededor del cuello. 

         - Gracias – respondió con prontitud al ver que Touya la miraba detenidamente.  De repente recordando algo preguntó: - ¿Cuándo saldré de aquí? -

         - Sólo bastará hacerte un par de exámenes, probablemente podré darte de alta mañana – respondió Kinomoto cogido por sorpresa.

         - Te quedarás conmigo ¿verdad? – indagó la joven poniendo cara de súplica.

         - Sí – afirmó Touya sonriéndole – es mi culpa que no recuerdes nada de tu vida, es por eso que te ayudaré a recuperarla.

         - No tienes por qué hacerlo, descuida – le dijo la chica prudentemente.

- Pero quiero hacerlo – sonrió – Cuando salgas del hospital necesitarás a alguien que te guíe, yo lo haré.

         - Pero, ¿Dónde voy a vivir? – preguntó ella con inocencia.

         - La casa de mi padre es grande, podrás ocupar mi antigua habitación, estoy seguro de que él no se opondrá a ello – le respondió sensatamente y con el tono serio que lo caracterizaba.

Un brillo de emoción y gratitud surcó los ojos de la chica.  Touya pudo darse cuenta de aquello y le sonrió.  Se sorprendió de que estaba sonriendo mucho ese día pero de alguna manera, sintió que aquella joven era la causa.

De pronto miró su reloj y notó que tenía turno.  Detestó que tuviera que irse y dejarla sola pero no tenía remedio.  Se despidió cariñosamente de la chica y se dirigió hacia la puerta.

         - Doctor Kinomoto – le llamó ella a mitad de camino.

         - Dime – dijo volteándose.

         - Muchas gracias – la chica le regaló una sonrisa sincera, seguidamente se recostó en su cama y cerró los ojos para dormir.

Touya curvó sus labios.  Por alguna razón aquella chica le recordaba a su hermana, el sentimiento de protegerla creció aún más.  Entonces se dio cuenta de que algo faltaba.

         - Jovencita – la llamó.

Ella abrió fatigosamente los ojos y se incorporó levemente.

         - ¿Sí, doctor Kinomoto? -

         - No te puedo llamar de ese modo cada vez que quiera dirigirme a ti -

El rostro de la chica sólo mostró confusión.

         - Necesitas un nombre – aclaró.

Ella se sorprendió pero al instante su expresión fue dubitativa.

         - No se me ocurre ninguno – confesó apenada.

         -  Sayuri -

         - ¿Cómo? -

- Sayuri, es un nombre bonito, ¿Qué te parece? – dijo Touya con un tono paternal.

Ella lo pensó varios segundos y luego le dirigió una sonrisa.  Ahora ya tenía un nombre.

************

Eran ya las 10:30 Pm, había pasado la tormenta y las estrellas brillaban en el cielo nocturno.  En la habitación #33 del Hospital Central de Tomoeda una joven miraba por la ventana sosteniendo en sus manos un hermoso colgante dorado.

Lo miró tristemente y apretando una pequeña lámina que sobresalía casi imperceptible logró que el colgante se abriera.  Dentro de éste había una fotografía.  Ésta mostraba a una hermosa mujer muy joven de aproximadamente 27 años, de cabello castaño claro tirando a rubio y ojos verdes que inspiraban ternura.  Ella se encontraba junto a un hombre de su misma edad pero más alto, de cabello castaño oscuro y ojos del mismo color con visos rojos.  Ambos sostenían a una pequeña niña de al parecer 6 años, de cabellos y ojos iguales a los del hombre pero con la gentil y bella sonrisa de la mujer.  Era una familia y se veía realmente feliz.

En la mejilla de la joven resbaló una lágrima silenciosa, la cual se apresuró a limpiar.  Miró de nuevo por la ventana pero ahora con una expresión seria y madura que sólo aquellos que han pasado por muchos sufrimientos pueden esbozar.

Observó ahora su bata de hospital y la vio despectivamente.  Le gustaba la medicina pero odiaba estar internada en un hospital.  Sin embargo debía agradecerle al doctor Kinomoto, era un hombre astuto, lo sabía, pero ella también podía serlo, por algo aprendió del mejor.  Sonrió pícaramente y se dirigió a su cama luego de llevarse de nuevo al cuello su colgante.  Se recostó sobre la almohada y de nuevo sonrió.

         - Puedo ser una gran actriz cuando me lo propongo, ¿No lo crees Touya Kinomoto? – dijo hablándole al aire.

Se felicitó a sí misma y cerró los ojos.  Silencio.  Hacía mucho que no dormía con esa tranquilidad... no obstante mañana sería otro día, debía estar preparada para ello... aún debía cumplir con una misión... el futuro dependía sólo de ella...

Finalmente el cansancio la venció.

         - Espoir... – se alentó a sí misma antes de que el sueño la embargara.

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Nota de la Autora:  Hola¡¡ yo otra vez aquí por estos lados, sólo que ahora estoy inspirada en CCS.  Seguramente la mayoría no me conoce porque sólo he escrito sobre Harry Potter pero también soy una otaku consagrada.

En realidad este es mi segundo fic, espero les haya gustado  ^-^  Si llegaron hasta aquí es que les interesó aunque sea un poquito la historia ¡Qué bien! ¡Arigato por leerla! Me hace mucha ilusión =P

Para los que no saben, "Espoir"  no es un nombre, significa "Esperanza" en francés, me pareció kawaii ponerlo porque eso es lo que más busca la chica y se alienta a seguir recordando esa palabra.  Sé que suena un poco ridículo pero a mí me gustó ^^UU

Tal vez esta idea está muy gastada, aún no lo sé, pero siempre quise escribir algo como esto n_n de todos modos, el estilo siempre es diferente.

Y díganme ¿Qué les pareció? esa chica es algo extraña ¿no? Me imagino que ya algunos habrán adivinado de quién se trata pero de todos modos no se dirá hasta por lo menos dos capítulos más, quizás, si sigo escribiendo porque les gustó el fic entonces les daré varias pistas más que obvias sobre la identidad de la joven del futuro pero mientras los dejo con la intriga, ñaca ñaca ^_-

En este capítulo aparecen pocos personajes porque apenas es como una introducción, ya luego irán apareciendo los otros, incluyendo a nuestra protagonista obviamente.

¿Y por qué Touya desde un principio? ¡porque es divino! Y a nuestro doctorcito le quedaba como anillo al dedo la escena que le tenía preparada, además quería dejar el ambiente con mezcla de seriedad y misterio ;)

Hasta ahora el fic parece un poco dark pero según lo que tengo pensado cambiará, incluso habrá una que otra escena de humor, no se preocupen, aunque ese no es mi fuerte ^^UUU

Por cierto, disculpen la re falta de originalidad para lo de la nave n_nUU ya sé que cuando ella le hunde el botoncito y se convierte en un estuche tipo encendedor es puro estilo Dragon Ball pero en verdad lo necesitaba =P jejeje, no me maten por esto pliss.

Weno, aquí dejo la labia porque luego se aburren n_nUU.

Mejor les recuerdo ¡¡Dejen revieeewwwsss!! ¡¡Por fa!! No les cuesta nada escribir una bobadita, cualquier cosa, incluso critíquenme todo lo que quieran ^^U

No se olviden de apretar el botoncito morado (siempre me parece que es de ese color ^^) de los reviews =P y nuevamente ¡gracias por leer!

Bye bye

Annia

"Volará quien le ponga alas a sus sueños..."