¡¡HOLA-A-A-A-A!!!!!!!!!!! Disculpen el retrasooote, en serio, muchas gracias por su paciencia, espero que no hayan perdido la esperanza y sigan leyendo, se pone mejor, ¡en serio! Este capítulo se separa en dos y además es inédito, es decir, no estaba en el cuento original, pero luego de ametrallar mi cabeza con El Reinado de Fuego, Corazón de Dragón, Lancelot y ver todos mis posters de dragones, bueno, me enbriagué con una chela y dos aspirinas y escribí esto:
CAPÍTULO IX
EL LLAMADO DEL DRAGÓN
Aethquenwen se encaminó al noreste, y las horas se convirtieron en días, bajo el sol, su soledad y su sombra eran su única compañía, caminando así, sus pies la llevaron hasta el bosque de Brethil, decidió cruzarlo, no quería seguir el curso del río Teiglîn, para no enfrentarse con las gentes de su pueblo, con las cuales aún se hayaba resentida.
Se encontraba ya, a mitad del bosque, cerca de Amon Obel, cuando sintió claramente que la seguían, avanzó sin prevención, ni cautela. A la caída de la noche, Aeth se sentó a esperar las estrellas, fue entonces, que, trás de sí escuchó el crugir suave de las hojas y raspaduras en una roca cercana, fingió dormir, y cuando sintió aquella prescencia al fin de sus pies, desenvainó la espada con una velocidad que asombraría a un rayo y desató un golpe seco:
-¡Espera!- gritó una voz cónica y ajena, una sombra se alejó volando hasta posarse al pico de la roca.
-¡Espera, Señora Sombría, no me acerques el filo de tu espada hasta que escuches aquello que he venido a deciros!
-No hables, prímero muéstrate tal cual eres y la luz de la luna-dijo Aeth bajando la espada
Entonces la sombra dió un pequeño paso y se colocó en el rayo de luna que atravesaba la bóveda verde del Bosque, era un halcón, negro como el ébano y con los ojos brillantes,:
-Mi nombre es Aramornel y soy el mensajero de reyes.
-Si te ha enviado Thingol, no quiero saber nada del mensaje.
-He dicho que soy el mensajero de reyes, pero no te he dicho que rey me envía.
-Entonces ¡habla ya!
-Para empezar, permitidme, Estrella Nocturna que os diga, que, aunque había sido prevenido, jamás pensé que fuera cierta la tanta belleza y majestad que se presume de usted, ahora me doy cuenta que es verdad, pero además, mi señor no me advirtió de vuestra astucia, ya que, al acercarme para admirar vuestro bello rostro pensé que dormíais, sin embargo, a no ser por mis rapidos reflejos, ahora yacería a sus pies partido por la mitad.....
-Basta ya de palabrería- Aeth se estaba cansando de tanta zalamería inútil- ¡entrega el mensaje si no quieres realmente terminar partido en dos!
-Bien, si su majestad no desea que os aumente el ego y ademas gozar de mi sana charla esta bien- dijo el Ave acomodandose las plumas y batiendo las alas - Mi señor, Raukel El Grande , ¡Oh Raukel El Magnífico! ¡Oh, Raukel El Negro! ¡Bienaventurados sean los días bajo sus alas!
-No me impresionas con sus muchos títulos, para empezar, dime quién es el tal Raukel y por que te ha enviado a mí, además, ¿por que tiene alas?, acaso es un Águila de Manwë-
-¡¡Un águila, un águila!!- gritó alarmado el pobre halcón- ¡Oh, si mi señor la escuchara, como comparar a Raukel el Señor de Demonios, con una mísera águilita!, No os preocupeis, Señora de la Espada Luminosa, que mi señor no sabrá por mi voz que lo habéis llamado águila....
-Me da igual que le digas o no, ¡Dame el mensaje que traes en pico, o la espada luminosa brillará en tu minúsculo cuellito!
-¡Oh, sí, sí, no desespereis, señora, que antes debo preguntaros a su Ilustre Persona, quién es vuestro señor y a quién sirve vuestro espíritu!
-No tengo señor, yo misma soy señora de un pueblo y a nadie sirvo, mi espíritu es solo mío y solo a mis conveniencias obedece.
-Bien, bien - dijo el ave moviendo la cabecita de un lado a otro, como si temiera que alguien escuchase entre los árboles- entonces debo ofreceros una
alianza, mi señor Raukel, me ha enviado a usted con el fin de entragrle un mensaje que nazca de mi garganta y muera en ella:
"Yo, Raukel El Magnífico -comenzó el halcón- Señor de los Demonios Nocturnos, os convoco, Aethquenwen Gúledhel, Jinete en las Sombras, al pináculo de Himring, en la frontera de Maedhros, donde se llevará acabo la reunión de los Herederos de Aman, y de la cual deberaís formar parte, por contaros entre los descendientes de Ios Nobles Elfos. Pongo a vuestra disposición a mi fiel ayudante Aramornel, para que sea vuestro guía, y tambien coloco a vuestro servicio a mi fiel caballo Aglonmôroch, quien os transportará con una rapidez que la luz envidiaría. Esperando que acepteis mi propuesta y nos honreis con vuestra prescencia se despide afectuosamente, Raukel El Dragón Negro"
-Tu señor es un Dragón, ¿o es otro de sus muchos títulos?
-Mi señor, Bella Señora, es El Dragón Negro, de la descendencia de los grandes dragones creados en Angband, es el señor de los Dragones del Norte.
-Bien, pero, ¿para que convocaría un sirviente de Melkor a un descendiente de Ingwë?, acaso no teme mi ira, y ¿quienes son los Herederos de Aman?¿por que en la frontera de Maedhros?¿por que en el territorio de los hijos de Fëanor, no teme a su juramento?
-Son demasiadas preguntas, ¡Oh, Noble Señora, yo solo soy el mensajero y no conozco los designios de mi señor, ni el por que hace o donde hace las cosas!
-Pues no eres de gran ayuda, ¿como se supone que apoye a un aliado desconocido? y que además me llama como si fuera dueño de mis actos o de mi tiempo, no necesito tu guía, se muy bien como llegar a Himring con mis propios medios.
-De acuerdo, señora, entonces no me necesitais, pero, ¿no deberíais conocer al desconocido, al menos, para hacerlo entender que no es dueño de vuestro tiempo y ánimo?¿No sería bueno averiguar quienes son aquellos que la convocan y se hacen llamar Herederos de la Tierra de vuestros padres?
Aethquenwen se vatió entre deciciones encontradas, sentía curiosidad por saber mas sobre aquellos, y esto la ponía molesta, sabía que tarde o temprano debería volver a Linquetnorë y esto también la molestaba, además, en cierta forma, el halcón tenía razón, debía conocer al desconocido y saber si se aliaría con un sirviente del mal, no despreciaba del todo la idea, Morgoth era una alianza venturosa, si se sabía aprovechar.......
El camino al Paso de Aglon era largo, sin embargo, la palabra de Raukel era cierta y el corcel mágico cabalgó con la ligereza y rapidez digna de los Valar, Aeth decidió que no se separarían de las faldas de las Ered Gorgoroth, atravesar Nan Durgotheb no era una muy buena idea, los tiempos eran cada vez mas obscuros y los días mas cortos, se avecinaba el invierno, y las montañas ofrecían alguna resguardo, Aeth no tuvo que cazar, Aramornel se alejaba un poco, regresaba con algún conejo o preza pequeña y lo depositaba siempre a los pies de Aeth y le contaba lo que había visto con sus ojos penetrantes:
-Estamos por llegar a Dor Dínen, el primer brazo del Río está a unos pasos, pero me temo que en el recodo he visto una delgada línea de humo negro.....
-Son orcos de las montañas- dijo Aeth con calma, masticando un trozo de conejo
-Como lo sabéis señora, te has adelantado a mis ojos?
-Solo he mirado hacia arriba en vez de hacia enfrente- Aeth le hizo una señal y el halcón voló un poco alto - No subas mas o quedarás atravesado por una flecha-
En las rocas superiores se divisaban manchas negras y pequeñas figuras que se desplazaban con disimulo.
-¡Oh, no, estamos a su merced, saltarán sobre nosotros! - regresó el halcón con un giro y se poso impaciente en una ramita cercana
-Pues caerán sobre mi espada enhiesta- dijo Aeth simplemente.
Esa noche, el fuego iluminó las laderas de las montañas y a lo lejos, en la frontera norte de Doriath, los centinelas sonrieron y alzaron las antorchas por el triunfo de Narymbor.
¡¡¡Espero que les guste!!!!! Recuerden que Narymbor es el nombre de Aethquenwen en Doriath, no me vayan a salir como la babosa de mi hermana "¿y quién es ese?".
Y EN NUESTRO PRÓXIMO CAPÍTULO: El origen de la piedra roja que Aeth porta en su espada ¿Que es, o mas bien quién es El Daragón Negro? !!Maldito pajarraco traidor!!
¡¡Namarië!!
