¡¡HOLAAAAA!!!!!!!, El otro día estaba yo pensando de manera filosófica y me hacía preguntas del grado de ¿quién soy? ¿que propósito o fin tengo en la vida? o ya de plano ¿quién le dijo a mi madre que se olvidara ponerse el DIU?, estaba en estas ondas metafísicas cuando se me vino a la cabeza otra duda
¿que demonios es Aethquenwen? ¿que fin tiene en su vida? ¿tendrá corazón?
Cuando lloró en la partida de Beleg ¿lo hizo por amor, por obseción, por interés o simplemente por que no pudo obtener lo que quería? ¿por que es tan sangrienta?¿dormirá en un ataúd por las noches?¡¿siquiera duerme?!
¡Oh, oh, sobrecarga cerebral! ¡¡Creo que voy a estallar!! ¡¡Pacatelas!!
Capítulo X
La piedra roja
Al anochecer del octavo día de marcha, habían atravesado ambos brazos de Dor Dínen, el olor a carne de Orco carbonizada se había hido al sur, llevada por los vientos del Norte.
Fué allí, entre ambos brazos y casi al llegar al Paso de Aglon, que una sombra se cernió sobre el corazón de Aethquenwen, estaban a un paso de la frontera de Maedhros y su corazón le decía que no continuara, pero su curiosidad y el Halcón la insitaban a seguir.
Una noche, Anamornel se adelantó, y tardó bastante en volver, Aeth encendía un fuego, y fue entonces que miró como en una pequeña hendidura de la montaña, las rocas se iluminaban con luz propia, por alguna razón, no tomó sus armas y se dirigió a la gruta iluminada, la entrada era extensa y dentro había un calor sofocante, vapores exhalaban desde el fondo, Aeth penetro con lentitud, y en la vuelta de una roca se asomó con cautela, entonces lo vió, un Dragón dorado dormía, con las alas plegadas a ambos lados y las enormes garras rojas como sangre bajo la cabeza escamosa.
Aeth dudó por un momento, ya tenía bastante con un Dragón Negro, no necesitaba uno Dorado, sin embargo no tuvo tiempo de pensarlo mas, volvió los ojos al Dragón ¡tenía un ojo abierto!, ¡la miraba con una pupila roja e infecta de maldad! Entonces el Dragón se levantó rápido como el pensamiento y se arqueó, elevando la masa de su cuerpo hacia adelante y arqueando el cuello, produjo un rayo de fuego, Aeth apenas tuvo tiempo de esquivarlo, rodó por el suelo, y devolvió el golpe, uniendo ambas manos produjo un esquirla que arrojó al dragón, pero en comparación con el rayo del primero, no hizo gran daño, el enfrentamiento continuó, el dragón descargaba su fuego asesino y Aeth le enviaba la respuesta, pero, las esquirlas de Aeth, eran como alfileres contra una espada, el fuego de Aeth, era poderoso, pero su magia no era para competir con la de un dragón, servía a otros propósitos, se ocultó tras una roca, y el dragón pareció calmarse, las paredes estaba negras y la vegetación muerta, la cueva estaba inundada en humo y neblina, de repente todo quedó en silencio, y Aethquenwen habló con voz firme pero fatigada:
-¡Escúchame Dragón! ¡Mi pelea no es contigo!
-¡Ah, no! ¡Entonces a que has venido, por que perturbas mi descanso si no es mas que para acabar con mi existencia!- la voz del Dragón retumbó en la cueva y por un momento Aeth pensó que la montaña se derribaría bajo el poder de aquella voz.
-¡No deseo acabar contigo! ¡Mi intención no era despertarte, y mi intención no es continuar en esta enfrentamiento inútil!
-¡Eres el guerrero que mas rápido se ha vencido, sal entonces para que pueda comerte!
-¡No he dicho que dejaré que me enguyas, al menos dime quién eres!
-Lo haré, si me dices quien eres primero!
-¡En verdad crees que seré tan estúpido de darte mi nombre!- dijo Aeth con vos disfrazada
-¡Sal de ahí cobarde, y dame tu nombre y tu prescencia si no quieres que incendie tu cabeza!- dijo el Dragón fuera de sus casillas, no podía siquiera imaginar de quién se trataba, así, que, como si se le acabara de ocurrir comenzó a hablar con una lengua extraña que sonaba dulce al oido, pero que doblaba la voluntad como si se tratara de paja, sin embargo, Aeth se escabulló hasta el otro extremo de la cueva y habló con voz distinta:
-¡¡Tu hechizo no me afecta Dragón!!
-¡Que! ¡Ahora son dos!- el dragón se reía mientras decía esto
-¡Sorprendido!- dijo Aeth desde otro punto de la cueva
-¡¡¡Tres!!! -
-No, solo soy yo- dijo Aeth saliendo de su escondite
El Dragón se quedó silencioso un momento, esparaba de todo, menos ese ser extraño y oscuro que tenía las manos a la espalda y le miraba fijamente. Casi se puede decir que el Dragón se sonreia, hasta que al fin habló:
-¿y quíen eres tú?
-La que habla con tres voces
-Yo soy Glaurung El Dorado
-Me siento honrada
-Me diras quién eres?
-No
La mañana transcurrió con tranquilidad, después de "hacer las paces" con Glaurung, Aeth salió por sus cosas y volvió a la cueva, Glaurung estaba sorprendido aunque no lo demostraba, jamas había conocido a ser alguno que soportara su voz ni sus vapores ponsoñosos, Aeth tenía el don del fuego y esto le agradaba:
-No se ha tardado bastante ya tu amiguito alado en volver?-le dijo una vez que regresó a la cueva
-Si
-Te diré algo que te servirá, y te lo diré antes de que vuelva el espía que traes por compañero
- A que te refieres?
-Te daré información util, a cambio de tu nombre
-Aethquenwen- suspiró
-Te están tendiendo una trampa, el que se hace llamar el Dragón Negro, no son otros que los Hijos de Fëanor....
-Que quieren conmigo
-Dímelo tú
-Mi padre y la madre de Fëanor eran hermanos, pero para que me quieren a mí
-Al parecer quieren cumplir su juramento y supongo que necesitan ayuda, si yo fuera tu, no iría
Aeth se quedó silenciosa pensando en sí misma, en cierta forma el juramento la incluía, mas no directamente, además a ella que le importaba lo que hicieran sus sobrinos, habría matanza de hermanos, ella lo presentía, estaba pensando así cuando reparó en algo mas, ¿y que tal si el Dragón mentía, que ganaba Glaurung diciéndole esto, por qué ayudarla? Aeth miró al cielo, sentía la mirada del Dragón clavada en ella, y fue cuando se dió cuenta, Anamornel no había vuelto y la tarde declinaba.
-Que vas a hacer?
-Voy a esperar- Aeth se sentó comodamente en el suelo
-Esperar que?- Glaurung se movió impaciente
-A que el Halcón vuelva-
-Si te interesa, tengo una proposición para tí....-
La noche caía, y la pequeña sombra se acercó volando, se posó cerca de la fogata, que aún ardía levemente....
-Señora, señora Aeth.....donde está?- Anamornel se movía de un lado a otro buscándola en la obscuridad, entonces Aeth salió de la sombra y se acercó levemente por detrás y con un rápido movimiento, tomó al ave por el cuello y la estrujó contra el suelo:
-Donde estuviste?!
-Mi señora por favor, yo no, jamás sería capaz de traicionaros, solo soy un mensajero y ellos me amenazaron me dijeron que hiciera, y lo que dijera para que vos se te presentarais, dicen que son poderosos, por favor yo no hice nada señora......-
-No hiciste nada, pero tu lengua es muy rápida, solo te pregunté donde estabas y me dijiste todo lo que necesitaba saber- Aeth soltó al ave que se movió incómoda -Ahora ve, vuela hasta donde estén tus amos y entrega esto, Aeth le colocó en una pata un papel escrito,-- Espero que la próxima vez que nos encontremos no sea en las sombras y con el filo de una espada.
-¡Oh, mi señora se está despidiendo?pero por que, acaso no iría conmigo a la frontera!
-¡¡Entrégalo y Adiós!!-, Aeth sacó su espada para asustarlo y el halcón alzó el vuelo rápidamente y voló hacia el Noreste.
-Espero que tengas razón- dijo Aeth una vez estando sola y Glaurung salió de su cueva
-Ten por seguro que mi señor te lo agradecerá, tu alianza con ellos sería algo lamentable para nosotros-
-Espero que Melkor agradezca que no me ponga en su contra
-Te aseguro que se da cuenta
-Pero en esta vida nada es gratis, a cambio de esto quiero algo- Aeth se volvió y miró a Glaurung fijamente a los ojos, el dragón la miró misterioso como tratando de leer entre líneas, tratando de averiguar qué podría querer una dama como ella de un dragón como él:
-Dime
-Conoces a un hombre, es hijo de Húrin a quién tiene prisionero tu señor en su fortaleza, su madre y su hermana han vivido y vivirán en desgracia.....
-Te refieres a Túrin- dijo el Dragón como si el nombre le diera risa
-El mismo, aunque parece que sus nombres muchas veces no le hacen justicia-
-Que hay con él-
-Me ha hecho daño, y quisiera que me hicieras un favor-
-Mi señor tiene planes para él, pero dime que deseas que haga-
-Mátalo, primero hazlo sufrir y luego mátalo.
Cuando Maedhros recibió la misiva del halcón, leyó "No es su juramento el mío, no son sus caminos los que yo cruce, no cuenten conmigo, y decistid de sus ideas, la matanza de hermanos terminará con los hijos de el hijo de la hermana de mi padre" Maedhros solo estrujó el pedazo de papel y dijo a sus hermanos:
-Olvídenla, no vendrá!
A la mañana siguiente Aeth despertó y no había rastro de Glaurung por ninguna parte, tampoco estaban ni su arco ni sus flechas, mucho menos su cuchillo, Aeth se levantó rápidamente, a unos cuantos metros, estaba Tintaluin sobre el suelo, desenvainada y azul, ella la tomó, y notó algo que no estaba allí antes, una piedra roja y brillante en medio de la empuñadura negra.......
¡¡¡Cha ca cha chan!! Se acabó, que tal, no les gustó apoco no esta bueno,!¡¡
Y EN NUESTRO PRÓXIMO CAPÍTULO: Es hora de que el pueblo de Linquetnorë cresca,....y se oculte, ¡¿que?! la batalla de Tumhalad no lo creó, mejor me quedo en casa. la tentación de ver Nargothrond destruido es mucha ¡¡AHHH!!
¡¡¡Bye!! ¡¡¡Por Illúvatar dejen reviews!!!
