¡¡¡¡HOLAAAAA!!!!!!!!!!!!!!! Espero que estén muy bien, me doy cuenta de que tengo nuevos lectores, ¡que bueno! prometo esforsarme para que cada vez se ponga mas interesante y sangriento, y romantico y divertido y...etc, etc.

Hace unas horas terminé de leer el libro de "El guerrero N° 13" ¡Ay Dios mío!, si tienen chance de leerlo ¡leeánlo! Con excepción de las muchas ocasiones en las que los nórdicos "toman" a las esclavas, es un libro muy agradable.

Bueno, lean primero esto antes de cualquiér otra cosa ¡¿entendido?! ;-)

CAPÍTULO XIII

La Guerra de la Cólera

Los años de obscuridad se escurrieron como largos dedos fríos, esperando algo que tentar, un alma que estrujar, y un pueblo que destruir, escurriéndose como lanzas envenenadas, caminando en su monotona marcha, fuera del domo, una sombra perpetua ocultaba el sol, la sangre se congelaba en las venas y los días pasaban duros y lúgubres, todo a un tiempo.

89 veces el sol cambió, y ochentaynueve veces las hojas cayeron dentro del domo, las primaveras y los veranos no fueron mas que un suspiro, alímentados solo por la energía que producía el manto de Aeth. También dentro del domo, la gente siguó su vida y su ritmo normal, no llegaban noticias de fuera, ya sea por que ningún viajero atinaba a encontrar los caminos de Linquetnorë o por que los heraldos y mensajeros simplemente ya no existían, así que de la obscuridad reinante nada supieron, solo Aeth sufría en silencio, y solo ella sabía como terminaría su cautiverio protector, aquella excentes del mundo que los mantenía a salvo, pero Melkor no estaba oscioso, y , aunque tenía la mente en otros menesteres, no quitaba un ojo de aquella mancha en la lejanía que no sabía que ocultaba....

Una vez que las niñas se habían vuelto abuelas y los nietos tenían hijos, una noche se vieron en el cielo del oeste unos profundos aces de luz que atravesaban el cielo, cortando la obscuridad, provocando surcos luminosos, las gnetes de Linquetnorë miraron el cielo, y preguntaron a Aethquenwen ¿que era aquello?

-El destino- contestó esta sin dejar de mirar el cielo- Es la venida de los Valar, son el Ejercito Resplandeciente, que vienen a liberar a la Tierra Media de la Obscuridad.....La Guerra de la Cólera ha comenzado- entonces hubo júbilo en el pueblo, y las miradas se llenaron de esperanza, pero Aeth puso rostro sombrío y entró en su casa, mas tarde, llamó a los mayores de su pueblo y les habló en estos terminos:

-Debo partir, participaré en la Batalla, pero ninguno de vosotros debe seguirme, quedaos aquí, y digan a sus hijos que regresaré, algún día....- Aeth calló mientras se acomodaba el jubón y se ceñía la espada al cinto- Amuchos de ustedes los conosco desde que eran unos niños y ya no recuerdo los nombres de los padres de algunos de ustedes, pero no importa, los amo y prometo que regresaré.....- Aeth se ható la capa negra al cuello.

Aethquenwen cabalgó tada la tarde y parte de la noche, cabalgó como el viento, ligero y rápido, mas suave que una sombra, hacia las tierras del Norte, hacia Anfauglith las Laderas de Morgoth, desde lejos se podía ver al ejército de valinor, brillando en el cielo y eran capitaneados por los Valar y por Eärendil El Marino, Aeth lo conocía sin haberlo visto antes, espoleó el caballo y apresuró el paso, debía llegar antes del amanecer.

Cuando llegó, el campo de batalla estaba lleno de luces, fuegos y hogueras, lo suficientemente iluminado como para un ataque largo y resistente, sin,lugar a errores. Los Ejercitos de Valinor estaban compuestos por gente fuerte y hermosa, armadas con arcos luminosos y yelmos resplandecientes, que brillaban con luz propia, los pueblos que se unieron a la batalla, gritaban y luchaban en los nombres de Húrin y Huor, de Turgon y Fingolfin, había quién peleaba por el perdido Gondolin, la casa de Finwë estaba allí, y también los exiliados de Doriath, en nombre de Thingol y de Dior luchaban numerosas huestes.

Aethquenwen bajó del caballó con un brinco y desenfundó a Tintaluin que brilló como una estrella fría caída a la Tierra, la primera cabeza cayó, y tanbién el primer grito de batalla, el primero en mucho tiempo, Aeth corrió adentrandose en el campo y degollando a cuanto se le ponía enfrente, allí estaban, reunidas las grandes razas de la Tierra Media, y las de Valinor, peleando con un fin común, La caída de Angband, y el apresamiento de Melkor, las numerosas casas y huestes pelearon todas por los nombres de sus héroes, de los pasados y los actuales, solo Aeth peleaba en silencio ´por la casa de Ingwë y la de Olwë, una cabeza aquí un brazo allá, una lucha sin tregua se desató, los dragones fueron liberados y Aethquenwen vió con claridad los cuerpos escamosos, las alas membranosas y las garras de relucientes como acero, de los descendientes de Glaurung, siguendo su pacto de por su espada no moriría ningún dragón Aeth se acercó a ellos, los dragones se avalanzaban sobre los guerreros y combatientes, la mole infecta abatía a muchos de ellos, Aeth se acercó y colocándose cerca de uno de ellos le tocó la punta de una pata, al instante, el Dragón se incendió y se revolcó por el suelo como una sanguijuela, los guerreros no sabían como podía haber pasado aquello, pero sin perder tiempo continuaron en la pelea y dejaron al dragón convertirse en cenizas, al instante, tantos dragones mas aquí y allá caían incendiados sin comprender, como podía un dragón quemarse, que fuego era tan tenaz, que combustible tan potente, nadie lo supo, excepto un elfo que había observado todos los movivmientos de Aethquenwen, viéndola desaparecer y reaparecer en un punto distinto, incendiando todo lo que tocaba.

Cuando Aeth consideró que era suficiente, el turno fue de Tintaluin que se paseó con placer por los cuellos de las víctimas, la espada, refulgente, sin mancha, se convertía en un terror terrestre, los orcos comenzaron a atacar directamente a Aeth, ella los hería y los decapitaba, pero estos retrocedían y reagrupandose, volvían a la ataque, Aeth brilló en la batalla con luz propia, decapitó, cortó, estrujó y golpeo a puño limpio a cuanto ser se atrevía a tocarla, por fin, el mar de orcos se apaciguó y Aeth pudo avanzar hacia el centro donde dio muerte a muchos, estaba cegada por la ira, los orcos caían como moscas, bajo las flechas luminosas de los Guerreros de Valinor, un grupo de orientales trató de evitar el paso a Aethqauenwen. así que esta levantó la espada por encima de su cabeza y la hizo silbar, mientras gritaba:

-¡¡Gûledhel esta aquí!!!¡¡¡Narymbor los ataca!!¡¡Huid ratas inmundas, huid y esconderos, pues hoy todos vamos a morir!!!- Una furia loca se apoderó de Aethquenwen, el pecho le dolía, pero había fuego en sus manos, y su espada era mas fuerte que la resistencia, su poder mas fuerte que la furia de Melkor y su ira mas grande que el enemigo, los orientales huyeron ante tal visión, tan terrible y fuerte, incendió a los orcos, los atravesó de lado a lado. de a dos o de a tres, de repente ya no distringuió mas entre orcos, orientales u hombres, incluso elfos murieron bajo la furia de Tintaluin, solo la sangre la gueba, el olor a dolor y venganza, su propio sudor se metía en la boca y en los ojos impidiéndole ver con claridad, llevaba horas en la batalla, pero parecían segundos, miró al cielo y vió a Vingilot surcando las nubes grises, brillando y opacando a las demás estrellas, Aeth dejó de sentir las piernas, pero aíun le respondían, el cansancio era mucho pero no le importó y siguió luchando, peleando, golpeando, acuchillando, de repente se sorprendió a sí misma gritando en nombre de su madre, luchando por su abuela y su padre:

-¡¡¡Por la casa de Moredhel, morirán todos hoy!!!- entre jadeós decía- ¡¡Alata, tu muerte no fue en valde, serás vengada!!- Aeth maldecía a los Valar y hacía preguntas que siempre habían estado en su mente, insultaba a sus oponentes aunque estos no le entendían, pues Aeth ya no hablaba normalmente, hablaba una lengua desconocida hasta para ella; en el cielo, Eärendil luchaba contra Ancalagon, el mayor dragón, y en la Tierra, Aeth destruía a sus propios demonios, luces y fuegos por todas partes, Aethquenwen volvió a gritar, esta vez con mas furia:

-¡¡¡Mueran las huestes de Morgoth!!!, ¡¡Que vivan por siempre en la memoria de los hombres, los grandes señores de la Tierra, Turgon, Fingolfin, Elwë, vivan por siempre los guerreros, Mablung, Glorfindel y Beleg Cúthalion- Aethqunwen estaba empapada en sangre negra y chocó de espaldas con algo que pensó que era un orco, se volteó dispuesta a atacarlo, él gritó:

-Espera!!, detente, soy un elfo-

-¡¡¡No me interesa si eres un enano o un Valar, estamos en batalla, ve a matar a alguien!!!- le ordenó Aethquenwen

-¡¿Quién eres?, te veo pelear desde hace tiempo y parece que peleas sola contra todos!

-¡¡No se quién soy solo se que he venido a matar!!- lo empujó y cortó la cabeza de un orco que estaba detrás de él

-¡Búscame al final de la Batalla, soy Gil-Galad!- le gritó mientra Aeth se alejaba

-¡No sobreviviremos a la Batalla!!!- contestó ésta y se alejó para no tener que hablar con un elfo tan insensato.

El mar de orcos cedió cada vez mas, cuando Aethquenwen miró a lo lejos como Melkor era expulsado de Angban, con la sombra precidiéndole, y como era encadenado con la cadena Angainor, que Aulë había forjado para ello, entonces hombres y elfos comenzaron a gritar al unísono:

-¡¡Utúlien aurë!! ¡¡Utúlien aurë!! ¡¡La luz del día ha llegado!! ¡¡Auta i lome!! ¡¡ya la noche ha pasado!! - refiriéndose a que la obscuridad de Melkor se hiba para siempre de la Tierra Media, entonces, como si todas las llamas se disiparan, el sol salió y las nubes se fueron, habriendo paso al amanecer, el corazón de Aethquenwen se agitaba y por primera vez sintió pesada la espada en sus manos, miró con claridad de nuevo, y fue hasta entonces que reparó en el dolor que le aquejaba, se miró y tenía una herida que le atravesaba el pecho diagonalmente, desde el hombro hasta el abdomen, se sintió mareada, los sonidos se volvieron lejanos y apagados, y la luz difusa, entonces, cayó de rodillas y perdió el conocimiento.......

¡¡¡¡Será este el fin de Aethquenwen? será que no sobreviva? No se pierda las respuestas en nuestro próximo capítulo!!!!

AND IN THE NEXT CHAPTER: She is dead! She is dead! Two sick days, under the cares of a King? It's a very fortunate she-elf.

¡¡¡Tradúscanlo ¡¡Muajajajajaja!!!!!