¡Un nuevo capítulo! ¡Gracias a los que me dejaron reviews y también a aquellos que solo leyeron mi historia, recuerden que me encantaría que me digan lo que piensan en un review. Los comentarios y críticas siempre son bienvenidos.
^^ ¡VAMOS AL FIC! ^^
Disclaimer:
Inuyasha pertenece oficialmente a Rumiko Takahashi y personas o grupos asociados, pero en el fondo pertenece verdaderamente a todos los fans de este anime que le dedican tiempo. Ya que si no hubiese afinidad nadie escribiría fics ne? ^^ **todos los lectores asienten con una sonrisa placentera en el rostro** Qué bien que nos entendamos. ^^U
Dedicatoria:
Este fic está dedicado naturalmente a mi nee-chan Kitiara-chan ¡Va para ti, hermanita! Y por supuesto también a Akari-chan, quien siempre me graba los capítulos de Inuyasha. ¡A ver qué les parece niñas! ^^
"Ni
es tan bueno ni es tan malo
Le falta sustancia, lo encuentro normal
Intenta convencerme, inclina la balanza
y haremos algo personal.
La
falta de interés me está destrozando,
dame algo en qué pensar para ir empezando,
Dame una guerra donde luchar,
dame una meta donde llegar,
dame un motivo, dame una idea
Pero dame algo en qué pensar"
"Algo personal" Ella baila sola.
Entre sombras y luces
Por Shiomei
Capítulo segundo.-
Aquella pregunta, la que dejamos inconclusa hace un momento creo que es menester responderla ahora. Después de recordar y atar cabos, dime tú ¿cuándo es que comenzamos a cuestionarnos sobre el porqué de nuestra vida? Ciertamente no es, como dijimos y pudimos constatar ya, cuando sentimos a profundidad. Entonces ¿cuándo? Sí, puedo ver que ya tienes un respuesta, no es difícil deducirla.
Queremos entender racionalmente, darnos un sentido, explicarnos a nosotros mismos
una vez que salimos de esas emociones fuertes, cuando nuestros sentimientos
no sobrepasan nuestra racionalidad. Pero no es fácil, no, para nada.
Es el momento más difícil. Me aventuraría a afirmar que
nuestras emociones dejan de lado lo racional porque si bien nada cobra sentido
es porque intencionalmente aunque inconscientemente, por más descabellado
que suene esto, así lo queremos. Cuando sentimos no pensamos porque el
temor a darnos con respuestas dolorosas nos hacen cerrarnos a la razón...
sí, una táctica inherente al hombre para protegerse, para no ser
totalmente aniquilado. Imagínate sentir el dolor de una pérdida,
de una muerte y ponerte a pensar cómo es que ha sucedido, las posibilidades
de sufrimiento de esa persona, etc... no, sería devastador.¿Somos
egoístas en ese momento? Quizá, pensamos, no, sentimos el dolor
que nos afecta a nosotros; pensar en las situaciones o en el dolor ajeno es
muy difícil, nos negamos a la posibilidad de sentir más dolor
del que ya conocemos . Luego, cuando el fragor del momento ha pasado es cuando
recién nos damos un tiempo para ponderar lo sucedido, para, por fin,
juzgar si lo que se hizo estuvo bien o mal; es el tiempo indicado para evaluar
nuestros actos.
Y en medio de ese análisis pasa que a veces despertamos a nuevas realidades y se nos hace difícil, muy difícil, aceptar que tras lo sucedido no somos los mismos. Al racionalizar lo sucedido nos topamos con el problema de entender nuestros propios razonamientos, nuestras acciones. Una vez hilados nos es más claro ver que ya no somos los mismos, que aquello nos cambió en algún aspecto. A veces es más fuerte y a veces el cambio pasa desapercibido. La magnitud de lo acontecido es determinante de la evolución y lamentablemente a veces también la involución, porque hay quienes tienen como resultado una progresión, al mejorar, cambiar para bien; y otros y una regresión, lo que los hace aún peores. Este es un riesgo que todos corremos ya que todos pasamos por un momento de duda, de negación, de desesperación... no sabemos qué es lo que somos ni porque ya no somos lo que creíamos. Este cambio produce conflictos dentro de nosotros mismos, aceptar nuestro nuevo "yo", decir sí al cambio o a las revelaciones que con lo sucedido nos hizo una nueva persona depende de pasar esa tribulación que no es familiar a todos y luego llegar a la orilla, que no es más que conocernos a nosotros mismos y sobre todo aceptar los cambios como parte de nosotros.
Son precisamente en esos momentos de duda cuando es inevitable llegar a confrontarte
contigo mismo.
¡Es imposible!- te dices a ti mismo- ¿Por qué no puedo conformarme?
Los sueños de hace quizá tan solo unos meses, semanas, días
e inclusive segundos ya no te bastan, te sientes acorralado, no sabes en qué
pensar, te niegas a la posibilidad de haberte esforzado en vano, tratas de engañarte
a ti mismo, tienes lo que quieres, te dices, tienes lo necesario y más,
eres lo que siempre quisiste, no te falta nada, eres feliz, no hay nadie más
feliz que tú, te esforzaste y lograste, estás satisfecho, eres
estás te sientes en el fondo incompleto. La negación
no te ha llevado a nada, es más, te ha convencido de cuán vacuas
eran tus expectativas y te pierdes en el por qué de tu desazón
¿qué me falta?, te preguntas, te desesperas, buscas racionalmente
algo, quieres aferrarte a lo material, no hay nada que te llene realmente; de
aquello tienes lo necesario, de esto te sobra, lo de allá no te importa
estás completo o quizá deberías estarlo pero no te sientes
así ya no puedes más, la desesperación se convierte
en angustia, no te entiendes más, no quieres entender ya nada, no quieres
saber, no quieres sentir, no quieres estar, no quieres ser no quieres
ver aquello que muy dentro de ti podrías encontrar ¿miedo?
¡No! No es miedo, tú no sientes miedo, no tienes por qué
sentir miedo ¿miedo a qué? No puede haber miedo a lo que
no conoces, te dices, no puede existir, no eres cobarde, la cobardía
es de débiles y tú simplemente no lo eres ¿la negación
otra vez? Esto ya se te ha convertido en un círculo vicioso. La obstinación
y necedad es la peor ceguera conocida ¿verdad?
Entonces es en esos momentos de duda, de inseguridad cuando te decides a encarar
la realidad. Lo sé muy bien. Ya pasé por esto muchas veces. Te
preguntas: ¿Eran realmente aquellos sueños el motor de tu vida?
¿Tenías verdaderos sueños? ¿Eran expectativas baladíes?
¿Si no lo son por qué diablos ya no te bastan? ¿Es el inconmensurable
deseo de poseer más y más? Si es así, como quieres hacerte
creer a ti mismo, ¿por qué ya no tienes ganas de seguir buscando?
¿Por qué no sigues tratando y dejas de desesperarte? O quizá
¿es la ignorancia de "aquello" que crees que te falta lo que
te tiene así? ¿Es la falta de guía y camino para conseguir
"eso"? ¿Necesitaste, acaso, antes guía para llegar a
lo que anhelabas? ¿Necesitas tiempo para acostumbrarte al cambio y aceptarlo?
o ¿es quizá el haber sabido qué es eso desde el principio
de todo este embrollo y no haber tenido el valor necesario para aceptarlo lo
que te duele más que nunca?
****
"Encarando la realidad"
Otra vez en el mismo lugar, con el mismo paisaje, los mismos pensamientos en la cabeza, el mismo cuerpo, el mismo aquelarre de sensaciones dentro de su alma. Todo se había convertido en rutina. Esperaba sentado en lo alto de esa colina divisando el panorama sin siquiera prestarle atención. Sus amigos se recuperaban satisfactoriamente. Los podía oír a lo lejos conversar pero nunca se reían ni se le acercaban. Suponía que trataban de respetar su privacidad, la anciana Kaede seguro tenía mucho que ver en eso ya que ni Shippo lanzaba el tipo de comentarios mordaces e infantiles que solía cuando le llevaba su ración de alimento. Todos estaban ya mejor, casi bien, menos Kagome y aunque no lo dijera era ella quien le preocupaba más. Estaba muy mal, desde que quedó inconsciente el día de la batalla no había abierto los ojos y su piel tenía una coloración extraña, no estaba ya pálida sino casi azulina. El clima era templado pero no paraba de temblar por más cobertores que le ponían encima; sudaba frío y al parecer sufría de pesadillas porque pocos eran los momentos en los que paraba de moverse vocalizando palabras ininteligibles junto con gemidos que daban lástima.
Kaede había dicho que no era una enfermedad, que quizá tenía
que ver en algo con la pelea y había preguntado a todos si sabían
si algo fuera de lo normal había sucedido con Kagome. Nadie sabía
qué decir ya que tan involucrados en sus propios contrincantes estaban
que no tuvieron tiempo de prestarle especial atención a la miko. Ante
esto la sacerdotisa había tratado con algunos conjuros pero nada parecía
hacer efecto.
Pero no nos equivoquemos, el que Inuyasha estuviese al tanto no quiere decir
que él la hubiese visto en ese estado con sus propios ojos. Él
no se atrevía a acercársele a pesar que parte de él lo
empujaba a hacerlo. La otra aún estaba confundida. Lo que los últimos
cuatro días de meditación habían hecho en él era
dividirlo o, mejor dicho, hacerle ver más claramente los dos polos en
disputa dentro de él, uno que lo atraía a Kagome y otro a Kikyo.
Tan fuertes eran ambos sentimientos que era inevitable no acercarse a ella y
no extrañarla o acercársele y no sentir remordimiento.
Para un hanyou como él, mitad bestia, mitad humano, era suficiente saberse no totalmente identificado y marginado por esto como para que en adición a este problema sintiera que sus principios, lo único que consideraba realmente suyo, lo único con lo que se sentía total y plenamente identificado, en determinado momento vacilaran cual si fueran asuntos baladíes. El orgullo en él era clave y comprendamos que parte del orgullo es tener palabra: si alguien es respetado es por el grado de credibilidad y confianza que posee y no solo por la fuerza o la imposición, ya que en ese caso se es temido y sin lugar a dudas no es lo mismo que contar con respeto. Si bien Inuyasha, no estaba contento con ser un híbrido al menos tenía en compensación el orgullo de no solo ser temido por su fuerza sino también de ser capaz de ganarse un respeto. Entonces no es difícil entender cuán difícil era para él tirar al viento las promesas hechas y comenzar de nuevo, cual si su palabra no estuviese empeñada.
Lo que vivió con Kikyo fue más que bueno en su momento pero se terminó por una treta ideada por Naraku. Descubrir el por qué de su infelicidad hizo que deseara la venganza sobre todas las cosas; el amor por Kikyo lo hacía seguir adelante y querer destruir a aquel cruel y desalmado ser que hizo que dos personas unidas por el amor fueran engañadas y, así, al final, hacerse daño el uno al otro. Lo que vivió con ella era incomparable; no recordaba un momento más feliz. Fue la primera persona que lo aceptó como era, no lo vio como la bestia ni como el mestizo, solo como él, Inuyasha. Dicen que no hay nada más fuerte que el peso de los buenos recuerdos y la añoranza que evocan ya que al comparar con la realidad, esta se opaca y la otra se engrandece. Eso era lo que le había sucedido todo este tiempo a pesar de que antes estuvo confundido pensando que Kikyo lo había traicionado. Siempre creyó que mejores épocas que esa no habría jamás, pero al conocer a Kagome y a sus nuevos compañeros de viaje y amigos todo cambió. Por primera vez dudó. No, ya no se encontraba con la furia y necesidad constante de matar a Naraku, había momentos que en la belleza de su simplicidad le hacían olvidar por qué era que estaban todos unidos en el viaje. Sin querer se encontraba a sí mismo observando paisajes, sonriendo, protegiendo a sus amigos y lo hacía con una espontaneidad que no había sentido desde tiempo atrás, desde Kikyo. Cuando menos se dio cuenta había vuelto a ser feliz. No era la misma felicidad que tuvo con Kikyo, no era el mismo cariño, era algo distinto pero a la vez parecido. Le hacía sentir la calidez de la que careció todo este tiempo y que rellenó como pudo con odio y frustración pero también en otras ocasiones lo dejaba un tanto vacío. No era lo mismo, lo sabía, pero sentía que llegaría a superarlo. Tenía una misión, tenía apoyo moral de sus amigos, tenía más razones para vivir...
Fue entonces cuando dio la vuelta y dejo de ver a Kagome como la muchacha parecida
a Kikyo en lo físico, terca, con una voz de mando que llegaba a molestarlo
y que lo ayudaba a recolectar los restos de la perla, y vio a la mujer que era
en verdad. La vio preocuparse por él, por un ser que nunca antes había
visto y que entró en su vida tan fortuita y abruptamente como ella en
la suya. La observó más detenidamente, podía decir cuáles
eran las diferencias con Kikyo, qué gestos le favorecían y cuáles
la hacían ver más graciosa que atractiva a sus ojos. Entonces
y solo entonces cuando dejó de ver a una Kikyo sin la personalidad de
la que se había enamorado rendidamente y aceptó que Kagome era
ella misma, la niña con actitudes tan tiernas como peligrosas, la mujer
con ese gesto de decisión en momentos de angustia, con optimismo cuando
parece todo perdido, con ternura; la mujer que daba la apariencia de desamparada
cuando el peligro acechaba; cuando distinguió en su mirada sus cambios
de ánimo, sabiendo si estaba enfadada, triste o preocupada por algo y
que lo escondía para no contrariarlos pudo valorarla como lo que en verdad
era, claro, nunca lo hizo de saber general pero a sus ojos dejó de ser
un objeto útil para su fin.
Sí, la vio, la conoció y sin darse cuenta él mismo poco
a poco se vio atraído hacia esas características pero su terquedad
y el estado de negación y confusión en que siempre vivía
lo hacían ciego a esta realidad que su corazón fue menos difícil
de aceptar. Se enamoró de ella. Deseó mil veces tenerla junto
a él pero a la vez le era imposible olvidar a Kikyo. ¡Las quería
a las dos! Simplemente estaba aún aferrado al amor que le tuvo a Kikyo,
del que nunca se olvidaría, y temeroso al nuevo sentimiento que guardaba
por Kagome. Sabía que estaba mal. Que era imperdonable traicionar sus
promesas a Kikyo. Él le había dicho que la amaría siempre,
que haría todo por ella, que no dejaría que nada los separase
y no había podido cumplir con esta última al permitir que los
alejaran, al no saber que todo era un ardid, y rompía con todas las demás
el momento en que se dio cuenta que se enamoraba de Kagome. Se sintió
un don nadie. ¿Qué clase de ser era al traicionar a Kikyo, sus
juramentos, sus sentimientos y, sobre todo, al traicionarse a sí mismo
al mismo tiempo?
Entonces decidió que debía hacer que todo cambie y se ocupó
de olvidar lo que sentía por Kagome. Se dijo a sí mismo que era
solo atracción, que lo único para lo que servía era para
recolectar los fragmentos, y, aún peor, que le gustaba porque se parecía
a Kikyo y lo que lo tenía así era el tiempo que ambos estaban
alejados. No pasó mucho tiempo como para que sus pensamientos se hicieran
públicos y la lastimara. Kikyo apareció muchas veces y fue fría
con él, cuestionó su amor y fidelidad y él no pudo negar
ni admitir nada ya que sabía que mentiría de cualquier modo. Seguía
confundido. La necesidad de reafirmar sus sentimientos lo hacían buscarla,
necesitaba saber que ella aún sentía lo mismo que él porque
solo así él sería fuerte ante todo, podría dejar
de lado cualquier cosa, nada importaría más que saber que su amor
por ella era correspondido como antes y que había la posibilidad que
todo volviese a la normalidad. Entonces, por su promesa y por la necesidad de
concluir la historia que le fue interrumpida vivir con ella, podría seguirla
donde sea o eso creía. Pero para su sorpresa no fue así. Kikyo
parecía odiarlo y pensaba que ella ya no era importante porque Kagome
la había reemplazado... ¡qué mentira! Si nunca la reemplazó,
solo se hizo un lugar en su corazón sin perturbar el suyo. Ella era también
importante. Y cuando al fin creyó que se iría con Kikyo, Kagome
intervino una vez más para llevarse su última posibilidad de ser
feliz. Eso le impedía acercársele, lo hacía retraerse en
sus intentos de verla y por el momento este sentimiento era más fuerte.
Tenía que tratar de entenderse, tenía que estar seguro que podría
verla a los ojos y escucharla dar sus respuestas sin sentirse en la necesidad
de hacerla pagar por lo que hizo, por quitarle algo que le pertenecía,
que se merecía después de tantas batallas, de tanto esfuerzo y
perseverancia.
Pero ¿qué pasaba si ella moría? Si ella también
lo dejaba quizá no tendría oportunidad alguna de ser feliz nunca,
ya que también sabía que Kagome era parte de su felicidad, que
sin ella todo se derrumbaría y no podría soportar más.
Si no respondía las preguntas que tenía terminaría él
por morirse de la desesperación ya que necesitaba saber que había
una explicación convincente. Pero verla era exponerla a alguna reacción
de su parte, no violenta porque sabía que nunca la dañaría
pero sí un comentario o un reproche que pudiesen lastimarla y eso tampoco
deseaba. La confusión lo tenía casi enfermo y a pesar de pasar
tanto tiempo pensando sentado en este lugar no llegaba a conclusión alguna.
Se cogió la cabeza en desesperación y cerró los ojos. Trató
de no pensar en nada. Solo sentiría la brisa chocar con su cuerpo y brindarle
el sosiego que necesitaba. Cuánto tiempo estuvo ahí, sin pensar
ni hacer nada más que respirar para subsistir, no sabía, pero
cuando abrió por fin los ojos se dio cuenta que era de noche y que la
anciana Kaede estaba sentada a su lado observándolo.
- Anciana- saludó él.
- Hola Inuyasha. Kagome ahora duerme más tranquila, pensé que
querrías saberlo.
- Me alegra. - respondió él viendo al horizonte para sorpresa
de la anciana que hubiese esperado un "y quién preguntó por
esa bulliciosa mujer".
- ¿Cómo estás tú? Has estado aquí sentado
casi todo el tiempo durante los últimos días. ¿Te sientes
bien?
- Mis heridas están por curarse, anciana Kaede. No hay nada de qué
preocuparse. Usted sabe que las bestias sanamos mucho más rápido
que los humanos.
- Así es, Inuyasha, pero - comenzó la mujer acercándose
más a Inuyasha y sentándose a su lado- me refiero a si estás
bien emocionalmente.
- Lo estoy- respondió cortante- ¿por qué no habría
de estarlo?
- Quizá porque Kagome te quitó la única oportunidad de
estar con mi hermana Kikyo y es por eso que no has querido verla hasta ahora;
o de repente porque te es difícil odiar a Kagome cuando se supone tienes
motivos y, más aún, te es imposible dejar de amarla a pesar de
todo. ¿es eso Inuyasha o me equivoco?
- ¿Cómo supo que Kagome...?
- Anoche Kagome deliró y pude atar cabos con lo que dijo.
Inuyasha quedó mirando sorprendido a la sacerdotisa sin decir una palabra. No negó nada de lo que dijo, ni siquiera la parte que se refería a sus sentimientos. Se volvió y continuó viendo al horizonte. Cuando la anciana se preparaba para irse él respondió,
- Es más que eso, mucho más. No es cuestión de odiar o amar, anciana, es cuestión de entender primero lo que siento y no sé qué es lo que siento.
- Ya veo, estás confundido.
- Ese sería un buen comienzo para explicar lo que realmente me sucede-
le dijo sonriendo ligeramente- Es difícil pero nadie puede hacerlo por
mí. Solo yo puedo resolver esto.
- ¿Y Kagome?
- ¿Qué pasa con ella?- preguntó él volteando a ver
a la mujer.
- Pues supongo que ella tiene las respuestas que necesitas, Inuyasha. Esto debe
ser resuelto por ambos. Después de todo esa muchacha nunca fue impulsiva,
estoy segura que debe haber tenido razones de peso para hacer lo que hizo.
- ¿Usted sabe algo? ¿Ella acaso le dijo algo?
- No, no me dijo nada. Lo que crea forma parte de mis teorías, Inuyasha,
pero no tengo nada por cierto.
- Pues entonces ¿cómo puede estar tan segura, anciana Kaede?
- Hay algo que se llama confianza, Inuyasha, y yo confío en ella. Tú
solías confiar en ella ¿no es así?
- Sí, yo confiaba en ella - dijo él bajando la vista- ahora no
sé qué pensar... nada cobra sentido, anciana, nada.
- Y no cobrará si es que te sigues atormentando aquí, muchacho.
Mira, Inuyasha, puedo asegurar es que si sigues pensando en las posibles respuestas
a lo que hizo no llegarás a nada; te atormentarás más cada
segundo. ¿Por qué no vienes conmigo y ves a Kagome por ti mismo?
- ¿Está ya despierta?
- No, pero al menos podrás ser uno de los primeros que la vea despertar.
- Shippo me dijo ayer mientras que se veía muy mal y que su estado no
tenía que ver con alguna enfermedad.
- Al menos no una que conozcamos, Inuyasha. Creo que sería mejor que
la llevases a su tiempo; quizá ahí podrían ayudarla mejor
que nosotros.
- Es cierto - dijo él- No sé cómo explicaré esto
a su familia. Solo espero que ella no...- no terminó porque una de las
manos de la anciana se podó sobre la suya.
- No te preocupes, Inuyasha. Todo saldrá bien. En todo sentido.
La anciana sonrió un poco, retiró su mano y se levantó. Se limpió el polvo que tenía en su indumentaria que usaba siempre y se dirigió a Inuyasha una vez más.
- ¿No vienes, Inuyasha? Debes tener hambre. La comida ya estará
lista en unos segundos.
- En un momento, anciana, quisiera estar un momento más aquí.
- Claro, muchacho, claro. No te demores que se enfriará tu parte. Hice
aquella extraña sopa que trae Kagome consigo siempre, esa que te gusta
mucho.
- ¿Ramen?- preguntó él sintiendo como si en su interior
algo se moviese. Recordaba todas las veces que ella le había traído
del futuro aquel alimento solo por complacerlo. Kagome...
- Sí, creo que así se llama, ella me enseñó a hacerla
la otra vez; un día antes de la pelea me entregó muchos paquetes
y dijo que los guardara por si ella no regresaba. Me dijo también que
no quería que extrañases aquello y que cuando se acabase fueras
al futuro y pidieras más a su familia. Parece que me había olvidado
comentarte eso antes. ¡Esta vieja y su memoria! Gomenasai. No te demores,
Inuyasha. - dijo por último y se fue.
Él no respondió nada. De repente le vino una sensación que hacía tiempo no sentía. Quiso llorar. Cerró los ojos y unas lágrimas se escaparon para correr por sus mejillas. Inmediatamente dirigió sus manos a sus pómulos y se las secó. Luego se paró y se dirigió hacia donde estaban todos reunidos comiendo en silencio. Cuando lo vieron acercarse hacia ellos le sonrieron tímidamente como para cubrir su sorpresa. Él, por primera vez después de todo este tiempo, les devolvió la sonrisa, una teñida de melancolía pero una sonrisa después de todo.
- ¡Inuyasha!- gritó Sango con algarabía para luego taparse la boca con sus manos súbitamente. Nadie quería perturbar el descanso de Kagome.
- Es bueno verte de nuevo entre nosotros, Inuyasha- dijo Miroku antes de tomar
una cucharada del caldo.
- Hola, Inuyasha- saludó Shippo con voz débil- ¿estás
mejor de tus heridas?
- Hola a todos. Sí, Shippo, ya estoy mucho mejor. Ven- le dijo haciendo
un ademán como para que subiese a su brazo derecho. El pequeño
zorro hizo lo pedido y sintió que la mano de Inuyasha se posó
en su cabeza- ¿ves? Mi brazo ya está bien, puedo sostenerte.
- Hai- respondió Shippo asombrado mas por el gesto de Inuyasha que porque
estuviese casi sanas. Se ruborizó un momento pero luego sonrió
levemente y se bajó.
- Me alegra que al menos estés bien tú; Kagome en cambio...
- Shippo ¿en qué quedamos? Reprendió Sango causando que
el zorro se callara y mirase al piso.
- Está bien, Sango. Estoy al tanto de todo.
- ¿Es eso cierto, Inuyasha?- cuestionó Miroku
- Así es. Shippo y la anciana Kaede me hicieron el favor de darme noticias
de ella.
Miroku y Sango quedaron viendo al pequeño youkai con expresión
severa.
- Vamos, no reaccionen así. ¿Esperaban que me quedase sin saber nada de ella? Si no me decían iba terminar preguntándoles de todas formas. - Muy dentro de sí sabía que quizá no lo hubiese hecho.
- Es cierto - respondió Sango- La anciana Kaede piensa que será
mejor llevarla a su tiempo, Inuyasha. Aunque se ha calmado un poco aún
está muy mal. Me preocupa lo que pueda pasar.
- ¡Inuyasha, sálvala! ¡Llévala por favor!- intervino
llorando Shippo. - Yo no quiero que se muera, ella no, por favor, Inuyasha.
Inuyasha se quedó callado por un momento. Estaba sorprendido por la reacción
de todos. Sango y Miroku parecían no exigirle nada, sabían que
todo estaba en sus manos, pero con sus miradas le rogaban que accediera. Ver
a Shippo y no conmoverse hubiese sido un pecado imperdonable. El niño
se veía tan indefenso, tan inseguro. Él sabía muy bien
que la sola posibilidad de que Kagome muriese los lastimaba y mucho, al igual
que a él mismo. Aún estaba confundido, no sabía cómo
reaccionaría al verla ni menos cuando despertase, pero sabía que
su deber era ayudarla en lo que podía y si para eso tenía que
llevarla él mismo al otro tiempo, lo haría sin lugar a dudas.
Dejaría de pensar en él y sus sentimientos encontrados para pensar
en ella. Es lo menos que podía hacer cuando ella había hecho tanto
por él y aún más pero que él ignoraba.
- Lo haré. Shippo no te puedo prometer que la salvaré ya que yo
no pudo curarla pero sí la llevaré y haré lo posible por
que se recupere.
Todos sonrieron. Sango, Miroku y Shippo no sabían lo que había
sucedido en verdad y no se atrevían a preguntárselo a Inuyasha.
Presentían que algo muy fuerte debió haber pasado como para que
Inuyasha no viera a Kagome, ni estuviese a su lado. Sabían que todo había
terminado, la perla estaba junto a Kagome y no había ni rastro de Naraku
y sus secuaces. Tampoco de Kikyo. No era difícil deducir con la actitud
de Inuyasha y la desaparición de Kikyo que algo había pasado entre
ellos y Kagome.
Dejaron el tema de la salud de Kagome de lado y empezaron a comer en silencio.
Sango y Miroku estaban sentados juntos, sobre un tronco de un árbol caído
al frente de la fogata improvisada por ellos mismos. La aldea había sido
afectada por la batalla al igual que los alrededores. La gente había
huido despavorida y eran ellos los únicos en el lugar junto con la anciana
Kaede. Shippo estaba al lado de Inuyasha, vista singular ya que ambos nunca
se llevaron muy bien, y la anciana había vuelto de chequear a Kagome
para ser un comensal más en la cena. No necesitó preguntar si
Inuyasha llevaría o no a Kagome a su tiempo porque sabía muy bien
que sí.
Ella tenía sus dudas con respecto a dejar ir a Kagome a su tiempo pero sabía también que ellos no podrían hacer nada si es que lo que tenía era una enfermedad física. No podía saber certeramente por qué pero presentía que lo que Kagome tenía no era un mal físico. Les había preguntado qué de anormal había pasado en la pelea pero nadie pudo contestarle algo que pudiese darle una pista de lo que le sucedía. Aún no le había preguntado a Inuyasha pero suponía que él le hubiese comentado cualquier cosa sobrenatural a menos que...
- ¿Están seguros que es lo correcto llevar a esa mujer a su tiempo?
Preguntó una voz ronca y varonil causando que todos saliesen del ensimismamiento
en que estaban. Inuyasha se paró y los demás le siguieron. Sus
rostros se cubrieron de sorpresa cuando frente a ellos estaba una de las personas
que menos esperaban en momentos como estos ya que no podía significar
más que problemas.
- Qué haces aq- empezó Inuyasha furioso ero fue interrumpido por
la anciana Kaede.
- ¿A qué se refiere?
- No creo que sea lo correcto. Después de todo, lo que tiene no es causado
por ninguna enfermedad a menos que un conjuro se convierta en una peste de la
noche a la mañana.
Todos se quedaron atónitos. Inuyasha no reaccionó ante esto. La anciana Kaede pudo confirmar sus sospechas. Los demás se miraron los unos a los otros. La noticia no era menos sorprendente que el portador de la misma.
- Señor ¿es aquí? - preguntó una vocecita infantil de repente.
- Así es, es aquí, Rin.
Era Sesshomaru.
Notas finales del autor:
¡Hola! Este es el nuevo capítulo. Espero que les haya gustado.
¡No se olviden de los reviews! ¡Onegai! ¿Les gustó
el pedazo de canción de esta vez? Escuché la canción e
inmediatamente me imaginé a Kagome. ^^U
Para cualquier cosa me encuentran en el MSN:
cheerfulandsmilinggirl@hotmail.com
y
sakura_shiomei@yahoo.es
¡Todos están invitados! Siempre es bueno contar con nuevos amigos ¿ne?
¡Mucha suerte en todo lo que emprendan!
SHIOMEI
Agradecimientos particulares:
Kitiara-nee chan: ¡¡¡Wai!!! ¡Hermanita! ¡No te puedes quejar! Puse a Sesshoumaru en este fic tal como lo pediste; sabes muy bien que este fic está hecho para ti especialmente. Gracias por decir que te gusta. Sigue dejando reviews y recuerda que te adoro. Disculpa por preocuparte la otra vez. Love ya! ^^ Ja ne!
Akari-nee chan: ¡Amigota! ^^!!!! Seesha está muy feliz por
el review. Qué bueno que te gustó y gracias por puntualizar los
errores. Los corregiré cuando pueda. ^^ ¡Nos vemos en la Universidad!
¡Suerte con la filosofía antigua! (no la vas a necesitar, es fácil)
^^ Ja ne!
Chiisana Minako- imouto chan: Me alegra muchísimo que te gustara mi fic. ¡Aquí está la continuación! No te puedes quejar ya que no me demoré mucho. ^^ Ja ne!
Meruru1-san: Bueno, ¿creo que tenemos a una gatita por aquí? ^^ Me da gusto que el fic te agradase, de verdad y espero que el segundo capítulo te guste de igual forma. Ya verás pronto qué le pide Inuyasha a la perla. Ja ne! ^^
sakura100-san: Como verás no es el fin. ¡Espero te guste este capítulo también! Ja ne! ^^
Shooting Star Natalie-san: ¿Peruana también? ¡Qué bueno encontrar compatriotas por aquí! Espero que este capítulo te complazca. Ja ne! ^^
Chely-san: Gracias por los cumplidos pero no creo que escriba tan bien como para merecérmelos. ¡Seguro que escribes muy bien! ¡Espero te agrade este capítulo! Ja ne! ^^
Anya Shoryuky-san: Me complace que mi fic te haya gustado tanto. Te agradezco inmensamente el review hermoso que me dejaste y espero tu apoyo para este capítulo también. Ja ne!.
Sol Himura: ¡Hola! ¿te parece Inuyasha divino? Bueno... supongo que es cuestión de gustos. ^^U Espero este capítulo sea de tu agrado. Ja ne!
Hitokiri Lady-san: ¡Amiga! Tú siempre tan linda conmigo. Gracias por ayudarme con tus reviews a seguir escribiendo. ¡Que te vaya muy bien en todo y si puedes deja review a este capítulo también! ¡Un beso! Ja ne!
¿Uhmm qué
veo por aquí?
¡Ah sí! Es precisamente el lugar
al que debes dirigirte para
que esta escritora se sienta muy
feliz y con ganas de actualizar pronto.
¡Dale un clic y dime lo que opinas!
Arigato. ^_^
