Legolas llego a la laguna donde había recibir los primeros rayos del sol, se sorprendió mucho cuando al llegar el a la orilla había visto salir tomados de la mano a dos jóvenes elfos del mismo sexo, sin pena ni vergüenza alguna le saludaron no sin que los dos admiraran la belleza de un elfo silvano del norte, una hermosura tan ligera y dulce era bien recibida por los habitantes de Lorien.

Al ver que aquellas aguas de temple tibio y sereno quedaban desiertas dispuso de sus ropas para inmiscuirse de un certero tiro de flecha en el fondo de la laguna, zambulléndose así atrajo la mirada de un rubio elfo que se hallaba en ese momento pasando por el lugar después de terminar su guardia nocturna, mucha suerte sintió el Loriende al ver de nuevo a ese elfo que había llamado su atención la noche anterior, sin hacer ningún ruido se escondió tras las ramas de unos arbustos cercanos a la orilla.

"Desde la ultima vez que te vi tu cuerpo nunca me había parecido tan espectacular, desean mis brazos recorrer tu cuerpo, centímetro a centímetro, deseo besarte, morderte, hacerte mío de mil formas y maneras, deseo poseerte.. es mi turno ahora de gozar! Podría amoldarte a mis maneras, a mis gustos y me servirás deliciosamente.."

Legolas salía a la superficie, el cabello mojado le caía por la espalda y una parte le cubría el varonil pecho, enjabonaba su cabeza sin tomar en cuenta el espectador anónimo que le veía absorto en su belleza. Tan absorto estaba Legolas en lo que antes había experimentado con el mortal que no escucho la agitada respiración del elfo.

" Debe haber sido mala su primera experiencia, casi siempre lo es, mas no me esta bien juzgarlo pues para mi suerte la mía fue deliciosa, fue en este reino, aquí donde.."

El príncipe sumergió todo su ser, enjuagándose cabeza y cuerpo, salió con ojos cerrados empapado, nado un poco y se dejo llevar lentamente por las olas que le conducían a la orilla.

Haldir le recibió en sus brazos desnudos deteniendo su llegada a la orilla, fuertes brazos blancos y tersos rodearon al joven impidiéndole volver el rostro o ponerse en pie, las piedras de la laguna eran resbalosas y redondas, el Loriende jugaba con el mientras Legolas trataba de zafarse.

- ¿Ya no reconoces mis brazos, querido?

- ¡Haldir!

Mientras tanto Aragorn quien se encontraba listo para bajar del flet o talán observó que Gimli le miraba ya desde hace algunos minutos.

- Buen día, señor enano

- Buen día Aragorn, ¿puedo preguntarte el porque de tu visita?

El rostro del mortal mostró una gran pena, había recibido la negativa de Legolas a seguir mas allá de una simple aventura y ahora tenía que darle una explicación al enano.

- Recuerda que el mismo Haldir nos ordeno que te vigiláramos y así lo hemos hecho.

- Legolas era mi único vigía, ¿por qué ese cambio de parecer?

- No me cuestiones, hijo de Gloin, yo no hice las reglas en este lugar, ahora debo de irme.

- ¿dónde esta el señor elfo?

- Ha bajado a tomar un baño.

Una idea cruzó por la cabeza de Aragorn, una sonrisa por la boca del enano.

Haldir le sujetaba por detrás y Legolas flotaba sostenido solo por los brazos del fuerte guerrero elfo. Le volteo con delicadeza ansiaba reflejarse en sus ojos, allí desnudo ante el parecía tan indefenso, mas sus ojos mostraban confusión

" ¿Por qué has llegado a confundir mas mi mente? No pudiste ignorar el hecho que este yo aquí, y yo no pude mas que recordarte.. el verte me trajo gratos recuerdos.."

- Legolas, ¡como te extrañe! – exclamó antes de besarle con pasión desenfrenada, sin dejar que sus brazos se movieran o hicieran el intento por escapar de su prisión.

- Haldir, ¡tiempo a pasado! – respondió el joven elfo sonriendo apenado

- Al verte llegar entre ellos mi corazón se inundo de alegría, al escuchar tu voz cantando he deseado verte y en el mismo instante que te encontré desee poseerte..

- ¡Haldir! Mucho he pensado en ti al llegar a Lorien de nuevo..

De nuevo le beso el Loriende, le tenía entre sus brazos y su cuerpo era tan hermoso y firme, delicado a su paladar, sensible a sus caricias.

- Nuestra ultima vez fue exquisita, bien aprendiste mi lección. – declaró el Loriende orgulloso.

- Fuiste un buen maestro.. Me instruiste en el arte de ese amor oscuro.

- ¡Legolas! Ansío nuevamente estar contigo, tenerte a mi lado como aquella vez

Al fin al verse liberado de aquellos brazos Legolas besó con sumo placer en respuesta a las peticiones de Haldir, mas se retiro un poco después de que le empezara a excitar la experimentado mano elfa.

- No, Haldir ahora no. Estoy algo cansado.

- ¿Has aprovechado bien mi lección anoche, cierto? – preguntó deteniendo su paso al tocarle el hombro

- ¿Qué dices? – preguntó Legolas mirándole con asombro

- He visto tus movimientos con el heredero de Isildur, ¿le has tenido? ¿Le has mostrado lo que aprendiste?

" Solo la primera parte has aprendido, y una clase no debe de terminar hasta no ver las otras lecciones.. yo te enseñaré.."

- Si, creo que ha quedado muy complacido. – respondió el príncipe con timidez

" Tanto creo que ha dicho que me ama.."

- Mucho me lo imagino para que te halla venido a buscar y mire celosamente desde la otra orilla.

- ¡¿Qué?! – expresó Legolas mirando hacia donde la mirada de Haldir le indicaba

allí estaba Aragorn, con una muda de ropa en su mano, dispuesto a compartir el baño con su nuevo amante, mas había visto el recibimiento de Haldir, el beso que le dio Legolas, la mano en esa parte que reclamaba solo para él.. Furia en sus ojos, celos enormes en su corazón. El príncipe le miraba, asombrado de encontrarle allí, y él se sentía tan enfadado y traicionado.

- ¡Legolas! Ven aquí – demandó el montaraz haciendo valer su autoridad en el grupo.

- No deseo hablar contigo Aragorn, retírate.

- Te lo ordeno Legolas, no deseo que el grupo se aparte.

- Retírate Aragorn, no deseo tu compañía

- ¡Legolas!

"Aléjate, no deseo que me veas ahora que Haldir esta aquí, no te quiero cerca!"

Como un rey, no estaba decidido a dejar que invadieran su territorio, nunca perdería en ningún campo, de ninguna forma, pero algo en la mirada arrogante y fría de Haldir, le daban en que pensar, un momento de ira y celos le perdería todo, la única esperanza que tenía de tener un futuro con Legolas se iría por la borda, no, no era el momento, debía tragarse su orgullo un momento, tan solo unos instantes, el elfo vendría hasta el suplicándole su perdón y su amor, y él entonces, como rey misericordioso le acogería entre sus brazos y le amaría para no dejarle mas. Un riesgo corría en perderlo, mas era menor comparado al que correría si mostraba su fuerte temperamento posesivo al príncipe elfo. No dijo mas y se alejo de allí, o al menos eso parecía.

" tu vendrás, tu suplicaras por mi y yo estaré aguardando para castigar tal osadía.."

- ¡Bien! Haz lo que desees – gritó el montaraz dándole la espalda.

Una triste mirada fue todo lo que mostró el elfo, no le gustaba haber discutido con el mortal mas era necesario, una respuesta afirmativa a Aragorn le habría llenado de ilusiones y promesas, y él no deseaba eso, una vida libre quería disfrutar el elfo, cerca de su naturaleza.

" Perdóname Aragorn, no deseo hacerte daño, no deseo que sufras por mi.. no deseo el sufrimiento de Arwen.."

Haldir sonrió al ver la partida del mortal, justo como lo esperaba Legolas le prefería a el, un elfo experimentado que le sabría complacer. Ahora que estaban solos podría reclamar lo que en otros tiempos no exigió.

- Entonces hermoso mío, - decía Haldir, atrayéndole una vez mas hacia la orilla  – ¿me regalaras esta mañana?

- Haldir, no, no deseo..

Mas la boca de Haldir empezaba a trabajar en su delicada oreja haciéndole estremecer, sus manos rodeaban su cintura forzándole aun mas al acercamiento, fue entonces cuando el príncipe se dio cuenta de que el elfo se hallaba desnudo.

- ¡Haldir! – exclamó Legolas al sentir un miembro excitado cercano al suyo.

- Déjame tenerte, déjame hacerte vibrar de emoción.

- ¡Oh! Haldir..

Las lenguas elfas se encontraron, los besos eran mas candentes, las caricias mas pasionales y ansiosas. El Loriende pasaba sus manos por las formas curvas del joven elfo, magullando, apretándolas y haciéndose encontrar sus partes íntimas.

"Oh! Que bien se siente, quiero tener así, quiero que seas mío, quiero que me tengas dentro y supliques aun mas por mi.."

Haldir bajo por todo su pecho, excitándole aun mas llevándole a recorrer esos caminos que el mismo le mostró su primera vez, que piel tan tersa, que sensación mas suave a sus labios.. que hermosa torre se empezaba a levantar ante su labor.

- Es esto tan.. tan magnífico como le recuerdo – declaró el Loriende obligando al elfo a recostarse en la orilla, yacía solo cubierto por pequeñas olas que le llevaban la frescura de aquella laguna.

- Quiero sentirla, quiero esos labios tuyos en mi..

- Bien lo recuerdas aún..

"solos unos momentos tendrás ese poder sobre mi, yo mismo me complazco al darte este placer mas mi tiempo llegara y rendirás tus fuerzas a mi.."

Empezó Haldir a trabajar apasionadamente, brindado al príncipe de satisfacción, escuchando como dulces gemidos salían de aquellos labios tan finos, su mirada perdida en los cielos, sus deseos consumiéndole. El mismo Loriende cumplía ahora dos trabajos, atendiendo al joven y a sí mismo, ante aquella vista tan perfecta que tenía ante él.

Mas Legolas no era egoísta y deseaba que Haldir participara de esa sensación que le profería, tomó la cabeza del Loriende y le obligó a hincarse junto a el, dejando expuesto su intimidad ante la boca sensual del príncipe. Empezó a su vez Haldir a experimentar todas esas ticas sensaciones que solo Legolas sabía infundir en él, no sabía si era por su condición de varón, por su estatus real, o por la simple hermosura que le rodeaba, toda esa conjunción le estremecía.

Haldir atendía al elfo con una mano mientras experimentaba las delicias en su cuerpo. A punto estaba ya de estallar, de sucumbir su cuerpo a todos esos besos y caricias compartidos.

- Es tiempo, es ahora el momento.

- Bien – afirmó Legolas hincándose frente a Haldir esperando que el Loriende tomará su posición.

- No esta vez, amado mío, hoy te mostraré aquella lección que te faltaba. – declaró Haldir sonriendo maliciosamente

- ¿qué dices Haldir? – preguntó Legolas consternado.

- No has mas que experimentado el don del mando, del control sobre la otra persona, mas hay otra parte que no te mostré, la de la sumisión, la obediencia a tu amo. Te agradara..

- ¿Qué? ¡Oh! Haldir, en eso estamos en desacuerdo yo no..

Haldir mostró furia pasional en sus ojos, tanto deseaba poseerle y nada se lo impediría.

- Hazlo Legolas, nada temas que nosotros los elfos controlamos muy bien el dolor.

- ¿No entiendes? ¡no quiero ser sometido!

- ¿Nunca antes te han controlado? – preguntó Haldir con indecible emoción, esa idea en su mente le agradaba mucho, sería él, el primero en ambos aspectos del príncipe - Lo disfrutaras Legolas, hasta me suplicaras que lo repita..

- No lo quiero Haldir – se negó Legolas intentando ponerse en pie.

- ¡Ven aquí! – gritó Haldir tumbándole en la las suaves olas.

- ¡Haldir! ¡No!

- ¡No grites! – prorrumpió el Loriende maniatándole con ambas manos a la espalda-  ¿quieres que un grupo de orcos nos ataque e invada nuestro refugio?

- ¡Déjame Haldir! ¡No deseo esto!

- ¡Tu no me vas a dejar así!

El Loriende lo controlaba bien, su destreza en batalla le servía de sobre manera en esta situación, aún con la agilidad de Legolas, con su fuerza y bravura no era rival para los cientos de años de experiencia cuidando su amado reino de Lothlorien.

- Haldir tu sabes lo que pasara si tu me .. si me posees... – dijo Legolas volteando atrás de el para convencer a su opresor.

- Vamos Legolas, no tengas miedo de mi, que te trataré con mucho amor y dulzura.- declaró Haldir controlándolo

- ¡No Haldir! Suéltame ya!

- No lo haré, y ahora..

Legolas lo sentía, empezaba a sentir un duro cuerpo cercano a sus fronteras, no podía detenerle, le obligaba el guerrero elfo a inclinarse aun mas, se sentía tan indefenso el joven príncipe, pues mientras con una mano le maniataba, con la otra le obligaba a arquearse mas, dejando expuesto todo su ser, toda su integridad a merced del Loriende.

- ¡Oh! Pero que hermoso! Me alegro de que te hallas conservado intacto para mi

- ¡Haldir no! – gritó Legolas con esfuerzos desesperados de escapar, mas una fuerza incontenible del cuerpo de Haldir le obligo a caer de frente en la orilla del lago.

"Oh! Elbereth! ¡Pero como se atreve a tocarle contra su voluntad!"

Trataba de resistir su cuerpo, de evitar que atravesaran sus barreras, mas nada detuvo al elfo, lentamente entro el Loriende, mas ninguna crema ni aceite había sido preparada, y dolor que le causaba era inmenso, trató de gritar, de pedir auxilio, mas Haldir cubrió su boca con la mano que antes le obligaba a inclinarse.

- No.. No Haldir, ¡por favor..! – musitaba el príncipe

- Calma, pequeño mío, acostúmbrate y disfrútalo como yo.. – susurró Haldir con deleite en sus ojos.

Una y otra vez su honor había sido manchado, su vida de ahora en adelante cambiaría ante los ojos de otros elfos, el no deseaba eso, solo había sido curiosidad de su juventud, no estar a la merced de otros, no, eso nunca le sucedería a él, no permitiría que aquella luz que cubre vagamente los ojos de los elfos alguna vez poseídos se albergara en su mirada, no, él no, el se conservaría libre, intacto de toda mancha, mas ahora, después de haber sido poseído por Haldir,  tendría que vivir con ello y afrontar las consecuencias de sus actos.

- Esto es hermoso Legolas, deberías agradecerme, nunca en mi vida me había sentido tan bien...

- .. ya no.. por favor..Haldir... ya basta..

Aquellos ojos grises les observaban, veían como gruesas lágrimas caían en el agua y se confundían con ella, como se trataba de resistir el elfo y sus gritos eran acallados, ¿cómo era posible que siguiera tan quieto al ver eso? ¿Cómo podría permitir que alguien tratara así a su amado? Mas el rechazo que había sufrido, la negación al amor que le profesaba dolía también. Mas su mano no le obedeció, empuño la espada, tomó la vaina dispuesto a desenfundarla, mas alguien mas apareció ante ellos.

- ¡Déjalo elfo maldito! Si no quieres probar el acero de mi hacha. – amenazó un enano furioso blandiendo su enorme hacha sobre su cabeza.

- ¡Señor enano! Pero si Legolas y yo pasamos un buen rato, ¿no es verdad amigo mío?

Legolas no respondió, después de tanto dolor sufrido, su cabeza había decidido bloquear tan terrible episodio.

Haldir sonrió, había llegado el enano justo en el momento en que había terminado, satisfecho el guerrero de Lorien, se apartó de Legolas, dejándole descansar en la orilla y sin decir mas, entro en las aguas de la laguna.

Gimli le observó hasta el momento en que llegó al otro lado, donde su ropa le esperaba, se escabulló entre los arbustos perdiéndose a la vista. Soltó el enano el hacha, se acercó al elfo inconsciente y tratando de evitarlo, aún así no pudo dejar de admirar su desnudez.

- Señor elfo, responda por favor

Tomó Gimli con manos temblorosas a Legolas, le volteo y descanso su cabeza en sus piernas, le agitaba y le golpeaba lentamente en las mejillas, como había visto que las mujeres hacían a las que desmayaban, y el elfo estaba desmayado.

- Señor elfo, por favor, despierte..

Abrió Legolas lentamente sus ojos, trato de alejarse de allí mas Gimli le detuvo diciendo:

- Calma, señor elfo, soy yo, Haldir se ha retirado..

- ¡Gimli! ¿tu.. tu has visto..? – preguntó Legolas tratando de cubrirse mientras se incorporaba a su lado.

Nada respondió el enano mas la tristeza se veía en su rostro, pues había sido testigo de las caricias que tempranamente había disfrutado.

- Gimli, por favor, dame tu palabra que a nadie comentaras esto.

- No puedo callar, señor elfo, el ha cometido una bajeza con usted, y aún siendo usted elfo no lo desearía a nadie, ni a mi peor enemigo, Haldir debe pagar.

- No, Gimli, no, por favor, dame tu palabra, no deseo que esto se sepa, mucho menos en la comunidad

- Pero Legolas, ellos deben de saber que clase de elfo es ese.. Haldir.

- No, Gimli, eso es entre Haldir y yo y nada tiene que ver la comunidad..

Legolas puso una mano sobre el hombro del enano y Gimli lo notó, la mirada preocupada del elfo le suplicaba su silencio y el ante esos ojos azules, el enano quedaba totalmente indefenso.

- Bien, señor elfo, le doy mi palabra de no decir nada, mas alguna vez yo necesitaré un servicio suyo.

- Gracias Gimli

Diciendo esto Legolas trató de incorporarse e ir por sus vestiduras, mas el dolor que le embarga se acentúo al momento de tratar de levantarse. Gimli lo notó y ganándole la carrera trajo acercó sus ropas al elfo.

- Gracias.. de nuevo señor enano.

No dijo nada mas, el hijo de Gloin tomó su hacha y viendo que Legolas pudo arreglárselas solo, regreso en busca de comida.