Disclaimer. Todos los personajes conocidos y lugares mencionados en este escrito pertenecen al genio de J.R.R Tolkien, todos los demás desconocidos son inventos de mi imaginación. Contiene SLASH así que si no os gusta saber de eso, no lo leas, advertido estas...(´^-^`) Muajajaja.. soy MALA!..

CAPITULO 3

Aragorn no podía conciliar el sueño ese día, aun con la seguridad que le daba la gente de la Dama Galadriel , su corazón no descansaba, no  podía creer lo fácil que le fue a Haldir dominar a Legolas, ¿como es que al principio de su encuentro pareció no rehuir sus caricias?, ¿por qué? ¿habría tenido contacto con el antes? ¿sería uno de los elfos con quien estuvo? Todo esto tenía a Aragorn pensativo, caminaba entre sus dos compañeros que yacían dormidos, observó a Legolas lejano a ellos, parecía tratar de ser mas fuerte no contándole a los otros. Luchando con su tristeza muy en silencio.

Mucho se lamentaba el heredero de Isildur de no actuar tan rápidamente, de dejar que Haldir hubiese llegado tan lejos, de tener que agradecer la fortaleza del enano al rescatar a Legolas de las manos de Haldir.

"Inútil que soy, si hubiera sido un Orco quien le atacara no hubiera yo tardado en reaccionar, mas siendo elfos ambos.. "

La mañana había traído con ella un Legolas diferente, con una profunda resolución en los ojos, toda la noche no había conciliado el descanso, no dejaba de pensar en las caricias de Haldir, en el trato que le dio y la lección que forzosamente aprendió, lección que nunca querría repetir. Pasó las primeras horas del día lejos del grupo, recolectando algunas hermosas hierbas de olor decía, cuando le preguntaban sobre su partida.

Aragorn se trataba de acercar mas Legolas le rehuía, parecía saber de sus buenas intenciones mas no las quería, el mismo tendría que afrentar sus temores.

- Legolas – llamó Aragorn al elfo que destinaba su tiempo a afilar sus armas con fina delicadeza. Algunas hojas de un tipo de planta extraña mas no desconocida para el montaraz se veían salir por su bolso.

- Dime – respondió el elfo sentado en un viejo tronco, con varios tipos de dagas y cuchillos alrededor que había traído desde su reino del Bosque Negro.

- Quisiera hablar contigo

- No deseo platica alguna en este momento Aragorn, me encuentro ocupado.

- ¿Durante cuanto tiempo vas a estar así sin decir nada?

Legolas detuvo su labor y levanto los ojos hacia el mortal intrigado.

- ¿De que me hablas?

- Sé lo que paso con Haldir

"Vamos, dime, habla conmigo que yo te sabré escuchar, que si tu me lo pides yo mismo terminare con la existencia de Haldir"

El elfo abrió la boca para hablar mas no dijo palabra alguna y siguió con su trabajo.

- Legolas, ¿piensas dejarlo así? ¿No harás nada para defenderte?

- ¡Ese es un asunto entre Haldir y yo, y nada de eso te incumbe, hijo de Arathorn

- Entonces lo disfrutaste, ¿no es verdad? – insistió Aragorn tratando de que el elfo liberara su ira y sentimientos, mas no fue eso lo que obtuvo, sino la sonrisa mas enigmática que había visto en elfo alguno.

- El baño con el fue.. inolvidable

- ¡Legolas! ¿Cómo puedes decir eso? ¡El te forzó! – gritó el humano tomando al elfo de un brazo  obligándole a ponerse en pie.

"¿Cómo puedes...? ¿Cómo pudiste disfrutarlo?"

- ¿Así lo ves tu? – interrogó el príncipe elfo con otra sonrisa de satisfacción -  Eres un simple mortal. Nunca entenderías mis gustos

- ¿Nunca? ¿No podría satisfacerte como él?

- Nunca

"Demonios Legolas ¿que tengo que hacer para que me entiendas?"

Aragorn no soportó mas, quería golpearle por el odio que sentía, mas también quería demostrarle que el también podía ofrecerle lo que Haldir le daba y mas, sin embargo no supo como externarlo, mas que con un beso. Le tomó de la cintura e imprimió en aquellos labios tan sedosos todo el coraje y deseo que sentía por el, sin embargo el joven elfo que al principio lo disfruto, termino separándose de él

- ¡Aragorn! Ya te he dicho que no deseo nada mas contigo.. además Gimli se acerca

Efectivamente el enano venía en busca de su amigo para recorrer los hermosos parajes de Lothlorien como hacían al terminar el desayuno.

- Señor elfo, ¿se encuentra bien?

- Mucho mejor Gimli, eso mismo le decía a Aragorn, he pasado una noche deliciosa.- respondió Legolas poniendo sus armas en su bolso, escondió las hojas aquellas y se alistó para seguir a su amigo enano.

El enano se sorprendió al escuchar tales palabras, mas no dijo nada, examino la cara del mortal, le saludo y marchó junto a Legolas por la cálida ciudad de los Galadrim.

El carácter de Gimli se animaba mucho al pasear al lado de Legolas, muy diferentes eran sus constituciones, uno siendo alto, esbelto, de buen ver, con ojos y cabello mas brillantes que el sol mismo, con esa voz que invitaba a soñar despierto, con ese cuerpo que incitaba a ser amado, y él, un simple enano, con grande barba rojiza, con pequeños ojos chispeantes, con las voz mas fuerte y grave que algún habitante de Lorien hubiera alguna vez escuchado,  todo un señor enano, y no cualquiera, hijo de Glóin, uno de aquellos doce que acompaño al gran Tharin Escudo de Roble, uno de aquellos que estuvieron en la batalla de los cinco ejércitos, su sangre no desmerecía en nada a la del príncipe elfo.

- Te pido una gran disculpa Gimli, hijo de Glóin – dijo el elfo parándose al pasar por el flet donde estaban alojados

- ¿Por qué Legolas?

- No es mi deseo en este momento recorrer los caminos del bello Lorien

- ¿Tienes alguna tarea en la que te pudiera ayudar?

- No, y es por eso que me disculpo, debo subir.

- ¿Qué? ¡Legolas!

El elfo no respondió, subió ágil y rápidamente por la escala que se tendía a lo largo del árbol, Aragorn de lejos lo observó y pudo ver desde aquella distancia el rostro serio y decidido del príncipe.

Habían pasado horas desde que Legolas le había dejado, el montaraz paso la tarde hablando con Boromir, quien tenía muchas dudas acerca de la marcha y mas aún cuando el recibimiento por parte de Galadriel le había inquietado el alma, mucha confusión veía en su futuro y no sabía el por que.

Los hobbits hablaban y caminaban juntos, viendo y deleitándose con las maravillas de aquel Bosque dorado. Intercambiando opiniones sobre las virtudes elficas, sobre la buena comida, sobre el exquisito vino. Solo Frodo y Sam guardaban para si, lo que un extraño espejo les había revelado.

Al fin, por el final de la noche cuando todos se encontraban reunidos en el pabellón, después de la despedida de la Dama Galadriel y el señor Celeborn, intercambiaban opiniones para saber que rumbo seguirían y si el destino les guiaría a Minas Tirith, habrían de seguir por el Río Grande mas, ¿después que sería de la comunidad?

Legolas se disculpo un momento de la compañía y fue al flet que compartía con el enano y el mortal, tiempo después cuando todos se preparaban a descansar, se vio bajar un hermoso elfo vestido con la mayor sencillez y finura, todos quedaron sin habla, incluso Pippin, que siempre encontraba palabra, sea oportuna o inoportuna.

Legolas, se acercaba a ellos llevando una botella plateada en sus manos, con algún exquisito vino pensaron los demás, mas no era eso lo que llamaba su atención, su cabello había sido cepillado y trenzado con habilidad, le brillaban los hilos dorados a la luz tibia a los primeros rayos de la luna, sus ojos no expresaban mas dolor ni tristeza que los jóvenes hobbits habían advertido el día anterior, resplandecía su mirada, su cuerpo estaba envuelto de la seda mas rica y pura que se podía encontrar de un hermoso color plateado, había de ser confeccionada para un príncipe y eso era lo que Legolas era.

Aragorn, quien aún hablaba con Boromir y escuchaba sus dudas de seguir o no hasta Minas Tirith, no se había percatado del nuevo aspecto de Legolas, giro su cabeza al ver que su interlocutor ya no le prestaba mas atención, y al verle allí, vestido en plata, con brillo en su mirada, con la elegancia que le caracterizaba, deseo tenerle en ese mismo momento.

"Oh!Por Elbereth!..."

Merry fue el primero en romper el silencio mientras se acercaba a Legolas con una sonrisa en la boca.

- Legolas, ¡pero pareces un príncipe!

- Pero Merry, Legolas lo es, ¿no lo recuerdas? – agregó Pippin llegando a su lado sin quitarle la mirada al elfo.

- Oh! Pues que yo lo había olvidado ¿vas a alguna fiesta, Legolas?

El elfo sonrío ligeramente y contestó:

- Si, mas la fiesta a la que voy es privada, y mucho me temo que no podrán acompañarme.

- Oh! ¡Que te diviertas! – exclamó Pippin al ver que Legolas pasaba entre el grupo sin decir nada mas.

Frodo advirtió la confusa luz que había en su alrededor, y su corazón se agitó al sentir una sombra de odio al pasar frente a él, no sabría decir con exactitud si su temor fue la mirada de Legolas o la de Boromir mismo.

- Legolas.. – murmuró Frodo sin mirarle a los ojos.

Aragorn le cerró el paso teniendo a Boromir a un lado.

- ¡Pero que bien luces elfo!

- Gracias Boromir, daré un paseo mas.. deseo estar solo – agregó mirando a Aragorn al decir estas ultimas palabras.

- No olvides que mañana temprano partimos

Los mortales asintieron y cedieron el paso.

- ¿Pero que le pasa a Legolas, Aragorn? Parece que tiene planes para esta noche..¿Aragorn? – preguntó Boromir intrigado.

Aragorn había partido siguiendo a Legolas, la sola idea de que pudiera regresar con el Loriende le carcomía el alma.

Cierto Flet se hallaba aún iluminado, ciertas dudas corrían por su cabeza mientras Legolas subía, ya había estado allí una vez, hacía tanto tiempo, y el recuerdo le causaba escalofríos, mas con valor subió por aquella escala.

Aragorn le vio subir, veía la sonrisa en el rostro del príncipe y esa imagen le angustiaba por que no podía creer en las preferencias del elfo, algo se coloco en su boca antes de traspasar las cortinas del flet, el mortal quedo abajo entre las sombras, esperando el momento propicio para acompañarles.

Legolas encontró a su antiguo amigo, Haldir se hallaba allí descansando de su larga jornada de trabajo, mas no era del todo un receso, pues estudiaba a la luz de una lámpara, mapas extendidos sobre una mesa redonda, debía acompañar al grupo al día siguiente y buscaba la mejor ruta, pero la vista de aquel hermoso príncipe elfo le llenó de sumo placer. No esperaba verle aún, tal vez el día siguiente cuando les guiará hasta los márgenes del Cauce de Plata como le había indicado su señora, podría expresar alguna palabra de disculpa al elfo y ganar si no su amistad, al menos su respeto.

Se apresuró a darle la bienvenida, mucho había pensado el Loriende acerca de su ultimo encuentro, sabía que no había procedido bien, que había abusado de ese momento de éxtasis haciendo esa lección muy dolorosa para el joven príncipe.

- ¡Legolas! Pero que sorpresa es el verte aquí No te esperaba.

- Haldir he venido a presentar mis respetos a mi señor. – dijo Legolas haciendo una reverencia

Haldir vaciló, no entendía la actitud del príncipe, mas aquellas galas, aquella gallardía y hermosura presentada a sus ojos le complacía. No deseaba perder ni un momento mas,  debían festejar los dos aquel encuentro, Haldir no iba a dejar pasar esta oportunidad que se le presentaba como un regalo.

- Legolas, pasa por favor

- ¡Oh! Pero tal vez no deba interrumpirte, mucho trabajo debe de tener un capitán de guardias de las fuerzas de Lorien – dijo Legolas al ver la pila de mapas sobre aquella mesa

- No te preocupes, que mi cabeza guarda en ella, mejor cada piedra y cada seña de estos lugares para que un mapa pueda enseñarme algo nuevo, ven amigo mío, y toma asiento junto a mi.

El Loriende paso su brazo por la cintura de Legolas, invitándole a seguir un poco mas al fondo, allá detrás de aquellos biombos y cortinas que ocultaban a la vista de otros flets su lecho de descanso. Una luz velada iluminaba aquel rincón, tenue y vacilante, las luz de la luna se filtraba por las ramas del gran árbol donde se hallaban ubicados, fresca brisa corría por ese rincón. Tomó el príncipe asiento en una silla acojinada mientras Haldir hacía lo mismo frente a él.

A la luz de las velas, Legolas parecía brillar, su cabello le había peinado con sumo esmero y las ropas que llevaba revelaban la esbelta figura y contornos de su cuerpo atlético.

- He traído un poco de vino para demostrarte mi gratitud

Volvió el Loriende a vacilar, la duda se presentó en sus ojos al escuchar al príncipe tan dispuesto a hacer las pases con él, cuando debería ser al revés.

- Pero Legolas, no comprendo, no es necesario, además creo ser yo quien deba presentarte a ti mis disculpas, te he tratado con bajeza y eso no es digno de un amigo y menos de un caballero como yo.

- ¡Oh! Haldir – exclamó Legolas poniendo la botella en la mesita que les separaba – Esa lección que me diste aunque fuerte, me ha gustado de sobre manera, no pude resistir tal acción en ese momento, mas en otros momentos he reflexionado y te declaro mi gratitud por enseñarme nuevos caminos

Y diciendo esto el joven elfo puso una mano en la rodilla del Loriende que sintió su corazón latir con mas fuerza.

" Legolas, que no puedo creer lo que mis ojos ven.. No puedo creer el buen corazón que tienes"

- Dame una copa que deseo brindar a tu salud, mi querido Haldir.

- ¿Una copa? Bien, espera.

Salió el Loriende de aquel rincón para volver  a los pocos instantes con una copa con bordes dorados en la base, una visita inesperada se había instalado después un difícil ascenso, en las orilla cercana a la esquina de donde salían las voces.

- ¿Solo una? ¿No piensas en compartir conmigo este exquisito elixir?

- Mas disfrutare ese néctar, si tus labios le prueban primero, mejor sabor tendrá a mi paladar si compartimos la misma fuente.

Haldir desconfiaba, no bebería el primero, bien conocía el carácter de Legolas, y aunque le tenía por noble y justo, no por eso dejaba de ser un bravo guerrero, le había ofendido mas no entendía aún, que le hubiera tan pronto perdonado.

Sonrió Legolas, se puso en pie frente al Loriende y tomó la copa rozando la mano de Haldir, llenó la copa hasta el borde y sin vacilar tomó de ella hasta vaciarle.

- ¿Desconfías aún de mi, querido amigo?

- Nnoo.. no, Legolas, creo en tus palabras. – respondió Haldir, quien tomó la copa ofrecida por el elfo y repitió la misma acción. – Desearía tomar ya no mas de esta copa, si no beber la miel de tus labios. – agregó Haldir tomándole de la cintura para acercarle

- Pero mi querido Haldir, - interrumpió Legolas separándose un poco - ¿desprecias mi regalo? ¿No me acompañaras mas a terminarle?

"Solamente una mas,  por favor.."

- Mejor regalo tengo en ti, nada mas podría pedir. – respondió el Loriende imprimiendo fuerte beso en los labios del príncipe quien al principio le rehuyó ahora le rodeaba con ambos brazos.

"¡Maldito! ¡Si he creído en la inocencia de Legolas debí de estar loco!"

Aquellos ojos grises no resistieron tal traición a su honor, y se apartó de allí, repulsión debía de sentir ahora el heredero de Isildur por ambos, mas aun por aquel a quien había confesando estúpidamente sus sentimientos.

Legolas le apartó sutilmente, tomó la copa de las manos de un Haldir apasionado y bebió el resto de ella sin apartar la mirada de su compañero. Tomó de nuevo la botella de vino y la ofreció al Loriende, mas al elevarla pronunció:

-  He aquí vertidos mi mas sinceros sentimientos para ti, mi señor Haldir!

Haldir complacido con tal elogio, bebió de la copa presentada ante él y le vació sin dejar mas gota en ella. Legolas arrojó la botella a un lado estrellándose lejos de ellos, se acercó a Haldir para besarle. Sus labios se fusionaron y manos expertas empezaban a recorrer las formas del joven elfo, le arrancaban suaves gemidos de satisfacción, sus cuerpos juntos, el Loriende sobre su cuello, el príncipe rodeándole con ambos brazos ocultando las expresiones de su rostro.

- Deseo tenerte Legolas, deseo yacer contigo esta noche en mi lecho. – declaró Haldir tomándole de ambas manos para guiarle a su cama.

- Amado Haldir, no espero mas, mi cuerpo ansía tus caricias.

Ambos tomaron asiento a la orilla de la cama, intercambiaban besos y caricias, Haldir le obligó a recostarse, mientras Legolas cerraba los ojos a aquella imagen que se le presentaba. Despojó el guerrero de Lorien de su camisa al príncipe y recorrió primero con sus manos el varonil pecho, luego impregnó de besos aquella piel desnuda, susurraba su nombre y la agitación se empezaba a presentar en Legolas.

"Debo resistir, debo resistir tal repulsión.."

Guió Haldir sus besos al norte de aquel cuerpo tan exquisito que se le presentaba, hasta pasar por el cuello del joven elfo, le besó de nuevo con pasión desenfrenada mientras Legolas le acariciaba el hermoso cabello que el bravo guerrero ostentaba con orgullo.

Haldir no dejaba sus manos quietas ni un instante, ya se enfilaban en su carrera hacia aquel lugar tan privado del joven cuando las manos de Legolas le detuvieron.

- Aun no mi señor, aun no.. – dijo Legolas quien le obligo a besarle de nuevo, le cambio de posición, dejaba al Loriende bajo su cuerpo, le incitaba con caricias por el cuello, le besaba aquellas orejas haciéndole gemir de placer, abría lentamente sus vestiduras dejando expuesto el fornido pecho del caballero.

- ¡Oh! Legolas..

- Mi señor, usted se merece... – murmuró Legolas sin dejar de besar su pecho

- Dime..

- Se merece el elixir que yo pudiera brindarle..

Haldir sonrió, aun sin abrir los ojos tomó las palabras con otro sentido y gozó cada caricia que el elfo le ofrecía, la suave brisa le reconfortaba, los labios de Legolas sobre su cuello y pecho eran tan suaves y delicados, tal sensación le embriagaba de placer, le hacía soñar, le enviaba por dulces caminos que siempre gustaba de recorrer, de perderse en ellos.

La mañana llegó a él con un fuerte dolor en la cabeza, sus sueños habían sido confusos y Legolas no se encontraba allí para recibir los primeros rayos junto a él, no debió de ser mucho lo que compartieron pues sus ropas aun las llevaba puestas. Debía alistarse, mas algo raro le ocurría, la ligereza en su cabeza contrariaba el dolor en ella, peino los mechones que caían a su lado y nada raro vio en ellos, cambio de ropas, dio un vistazo al espejo y...