Disclaimer. Todos los personajes conocidos y lugares mencionados en este escrito pertenecen a J.R.R Tolkien, todos los demás desconocidos son inventos de mi imaginación, un poco soso este capitulo, pero en fin, espero y les agrade, alguna esperanza debe haber al final, no?
CAPITULO 6Aragorn pudo sentir como la sangre le recorría por todo el cuerpo, Boromir tocaba a Legolas con lujuria en sus intenciones, y sin embargo, tal vez sus ojos le engañaban, pero podía leer mucho mas en sus movimientos al verle acariciar tan esbelta silueta a través de la noche, pero ¿por que Legolas no reaccionaba?, tardo mucho a su parecer para que el elfo saliera de su sueño elfico y viera a Boromir tan cerca de él.
Mucho se alegro de no ser descubierto observándoles en la oscuridad, no podía quitar su mirada de las manos de Boromir, aquellas que se habían atrevido a tocar al durmiente aprovechando la ocasión.
- ¡Boromir! – exclamó Legolas saliendo de su sueño con presteza, la señal en su pierna le indicaba una alerta y pensando encontrarse bajo algún ataque o posible acecho tomó con presteza su puñal dispuesto a desenvainarlo - ¿sucede algo?
Los ojos de Boromir se perdían en la oscuridad de la noche, así que con el susto Legolas no advirtió el deseo que se iba concentrando en los ojos del hombre, pues habiendo retirado su mano de aquella suave y firme pierna, trataba de mantener el calor en ella alargando el toque lo mas que pudiera.
- No, nada sucede.. – dijo Boromir con vacilación
- ¿Por qué me has tocado entonces de la manera convenida?
- Me distraje por un momento, no recordé lo convenido. Perdona – agregó con una sencilla sonrisa
- Bien, puedes ir a descansar, seguiré con la guardia
- ¿No te molestaste?
- No hay tal molestia, Boromir. Ve y descansa
- Bien.
Boromir se puso en pie, rodeando a Gimli se topo con los cuatro Hobbits uno muy cerca del otro, Pippin parecía soñar con uno de esos almuerzos que le habían retirado en la jornada, masticaba algo en sus sueños y el rostro de satisfacción se veía claramente. Merry en cambio podía tener una pesadilla, pues se agitaba repentinamente dando un golpe a Frodo que yacía un poco mas alejado de el, suficiente era la pierna del joven mediano para llegar hasta el portador.
Frodo sintió un leve roce en su pantorrilla, la mano izquierda instintivamente se dirigió al pecho, aun en sus sueños, el hobbit estaba prevenido, nadie le impediría llegar a su destino. Sam por su parte, tenía vuelto el rostro hacia su señor, como le acostumbraba llamar, mas nada de eso, amigos mas fieles no se pueden llamar servidores, en su descanso Sam mostraba un leve fruncimiento en su frente.
Boromir no pudo interpretar eso mas que como el guardia indiscutible de Frodo, el calor en el cuerpo subió cuando en su mente empezó a dibujarse la forma del anillo que el mediano protegía celosamente, algo le atraía a tocarlo, a poseerlo y con eso liberar a su gente del poder del oscuro.
Detuvo su paso ante el hobbit portador del anillo y le miro con recelo, alguien tan pequeño y frágil como Frodo, no era merecedor de llevar tan preciado objeto, sólo el se creía lo suficientemente capaz de llevar tanto poder y usarlo para el bien común. Nada malo habría en eso, podría terminar para siempre con las sombras que los acechaban, y traer consigo el nuevo resplandor de Gondor. Incluso, si el llegaba a poseer al único, podría liberar al Bosque Negro de su decaimiento, las crueles criaturas deberían de desaparecer de aquel lugar, restaurar la belleza del bosque, dar un respiro al atractivo elfo que les acompañaba, y con eso tal vez ganar su favor, su verdadera amistad y mas adelante..
- Boromir, ¿sucede algo? – preguntó una voz dulce con un toque de extrañeza.
- ¿Qué? ¡Oh! Nada, nada de que preocuparse Legolas.
- Descansa entonces.
Aragorn vio como el hijo de Gondor se dirigía hacia el, la manta que le cubría y el cabello sobre su frente prevenían de que Boromir conociera que el heredero de Isildur estaba aun despierto. Escuchó un poco de ruido a sus espaldas, no hizo ningún movimiento que le delatara, frente a el se podía ver a Legolas estirar su cuerpo lentamente, vio como su pecho se hinchaba tratando de llenarle con el aire mas puro que pudo encontrar, aun le daba la espalda, el cabello era movido por la suave brisa y parecía llamar a sus manos para acariciarle.
La piel de Legolas resplandecía con un suave brillo, la luna le llenaba de vez en vez cuando algún rayo audaz podía atravesar aquellas oscuras nubes. Sus firmes brazos se levantaban a la par para sentir la longitud de su cuerpo despertar, la pequeña cintura se podía distinguir entre la oscuridad cuando trataba un poco de girar sobre su eje sin mover los pies, y aquellas piernas musculosas que sobresalían por su longitud haciéndole ver mas esbelto, alto e increíblemente apuesto.
Legolas inicio entonces una pequeña ronda en los alrededores del campamento, el oído fino y la penetrante vista del elfo le debía servir de apoyo para la protección de la comunidad, vio a Gimli a su lado, respirando y haciendo escuchar sus pulmones por todo el campamento, ¿se molestaría en moverlo de nuevo?, no, ya que al pasar de un tiempo, el ruido de sus ronquidos regresaría. Los orcos, Uruk Hai y demás serían alertados por aquel sonido, así que se hincó junto al enano y le colocó de lado lo mas suavemente que pudo. Un leve gruñido emitió pero no cayó boca abajo. Ni Boromir, en toda su grandeza y fuerza se escuchaba roncar tan fuerte, la complexión ayudaba mucho al enano para emitir tales ruidos.
El sonrojo llenó las mejillas de Aragorn al ver la sonrisa de Legolas mientras movía al enano, tan bello espectáculo era observar ese hermoso rostro sonreír que le satisfacía por completo. ¿Por qué estar enfadados? Se preguntó el mortal, la respuesta llegó a su mente con los malos recuerdos de los golpes dados y recibidos, con el recuerdo de un elfo subiendo con dificultad al talan a altas horas de la noche. Con la mirada de Haldir el día que se despidieron de Lorien. ¿por qué entonces, si ambos eran tan íntimos, no se habían procurado unas palabras de aliento y buena fortuna? ¿Por qué Haldir escondía su rostro bajo la capucha? Aragorn no había reparado en ello al momento de partir, no parecía que el elfo de la comunidad estuviera dispuesto a hablar con el Loriende. ¿Por qué ese cambio tan repentino en dos amantes?
Legolas siguió con su ronda, vio a los Hobbits descansar y hacer diversos gestos en el rostro de Pippin, una vez mas se ilumino su rostro con la sonrisa y continuo, unos pasos mas y estaba frente a Aragorn que yacía allí, de costado, con los ojos cerrados profundamente dormido, ya la sonrisa no lucía mas en su bello semblante, un tristeza le lleno al contemplarlo, el cabello oscuro caía sobre el rostro, la manta le cubría hasta los hombros mientras salía de ella una mano grande y nervuda.
Se hincó junto a el y le observó unos momentos, aquella barba de días le hacía ver mas interesante y atractivo, sus ojos grises como el acero cerrados en este momento le miraban con profundo amor aquella noche que se le declaro, no podía reprimir el calor que le poseía al fijar su mirada en los labios carnosos del hombre que yacía a su lado. La tentación de tocarlos era mucha.
- Aragorn - murmuró Legolas frente al mortal
"Esta frente a mi y a dicho mi nombre.. ¿pero como es que se atreve después de lo que paso entre nosotros? ¿Se sentirá arrepentido de su comportamiento y es por eso que me busca?"
Pero no podía negar Aragorn que el escuchar su nombre con aquella voz le hacían regocijarse. De saber que estaba allí, delante de él, tan cerca que la calidez casi podía sentirla a flor de piel. Que ganas tenía en ese momento de despertar, de mirar sus ojos azules, de perderse en ellos antes de fijar su objetivo en los dulces labios de Legolas, ¿como abrir los ojos cuando aun se llevaban las marcas de los puños en el rostro? ¿Cómo?
¿Sería capaz de olvidar su orgullo? ¿De soportar los deseos que tenía de tenerlo entre sus brazos, de oler su esencia en el cabello, de escuchar en sus oídos su nombre dicho por tan soberbia criatura? No, Aragorn luchaba consigo mismo en ese momento, cuanto quería atraerle hacia así, pero el tiempo era impostergadle y Legolas se puso en pie y continuo su ronda.
Boromir estaba de espaldas al mortal, y sus ronquidos graves y pausados apenas y llegaban a sus oídos. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Legolas al pasar cerca de el, no sabía que es lo que había cambiado en el hijo de Gondor, ya no le sentía el mismo, su presencia era pesada y parecía enrarecer el ambiente, algo no estaba bien en Boromir y trataba de averiguar que sería.
Alejándose un poco y perdiéndose en la oscuridad Legolas tomo el resto de su guardia encima del árbol mas fuerte y cercano que encontró a las orillas del río, desde alli contemplo al grupo y los alrededores.
Los primeros rayos del sol aun no asomaban por completo cuando el mortal abrió los ojos, Aragorn fue el primero en despertar, Legolas no se veía por ninguna parte, el mismo había caído en un apacible sueño una vez que el elfos había mencionado su nombre e ignoraba por que, si a pesar de haber dormido tan poco, se sentía renovado por la mañana.
- Boromir – dijo el mortal agitando a su compañero de al lado.
Boromir contestó con un leve quejido mas no despertaba.
- ¡Boromir! – exclamó Aragorn de nuevo obteniendo la misma respuesta, se puso en pie desesperado de tanta pereza y seguía con su mirada buscando al elfo que no se veía salir de ninguna parte.
- Gimli – dijo sacudiendo un poco al enano frente a él. – Despierta hijo de Glóin
- Si.. voy.. – contestó el enano conteniendo un bostezo y sin abrir aun los ojos.
Legolas bajo del árbol en que estaba al ver que Aragorn se había levantado antes de la hora convenida, detuvo su paso frente a Boromir que aun se escuchaba roncar levemente
- ¡Legolas! – dijo Aragorn enfadado - ¿Dónde te habías metido? ¿Te has quedado dormido en la guardia?
Estas palabras ofendieron duramente al elfo, que nunca había faltado a una guardia y que por su condición de elfo resistía por mucho, el sueño, el frío y el hambre.
- En aquel árbol les vigilaba, - dijo Legolas con tono serio y frío - desde allí tuve una magnifica vista y he visto tu despertar. Nunca he fallado en mis turno, y no le haré ahora.
- Bien.. – contestó Aragorn conteniendo su molestia. – disculpa..
- Ya que no lo lograste, ¿deseas que despierte a Boromir?
Estas palabras mostraban al mortal que Legolas no había descuidado su turno pues había observado sus movimientos. Asintió con la cabeza mientras el mismo trataba de mover a Gimli de su sitio.
Legolas observó a Boromir, algo soñaba que le hacia fruncir mucho el ceño, y sus manos frecuentemente se cerraban en un fuerte puño como inquietas.
- ¡Boromir! – dijo Legolas tomándole del brazo y agitándole con firmeza – Boromir despierta
Nada respondió el hijo de Gondor y volvió Legolas a agitar mas al mortal. Visiblemente asustado y como saliendo de un trance, se lanzó Boromir contra Legolas apresándole con sus brazos y poniendo al elfo contra el suelo. Sus ojos estaban fuera de si, como velados, Legolas pudo advertir que no era el mismo, que un sueño le invadía o estaba bajo el influjo de una fuerza extraña.
- ¡Boromir! – exclamó Legolas tratando de zafar sus brazos del abrazo de Boromir, le era imposible pues la fuerza que manifestaba este ser era enorme, aun para un elfo tan fuerte como él. - ¡Suéltame!
Estando encima del elfo, Boromir empezó a volver en si, y tratando de despejar su cabeza la agito un poco, para encontrarse frente a frente, sin saber como, encima del bello elfo, sus ojos se enfocaron y presenciaron la magnifica obra que la naturaleza había hecho en Legolas, su suave piel, blanca y pálida, suave al tacto, sus labios coloreados por la acción del momento, sus mejillas sonrojadas por la opresión, tan dulce junto a él.
- ¡Boromir! – gritó Aragorn desde su lugar alarmando al enano - ¡Suéltale ya!
El ver que Boromir estaba encima de Legolas le causo el mayor disgusto, no podía soportar que alguien mas le tocara y a pesar de que el elfo había rechazado su amor, no dejaba de sentir celos, a pesar de los golpes que había compartido, sentía un gran deseo de protegerle de los demás, aunque muy sabía que bajo la delicada y frágil constitución del elfo, se escondía una gran fuerza y valentía.
- ¡Oh! Legolas.. disculpa..- balbuceó Boromir liberando su brazo izquierdo de Legolas y rodando hacia un lado. – Tenía un sueño muy absurdo.. no sabía lo que hacía... perdóname por favor..
Gimli observó los ojos de furia de Aragorn, y sabía que había celos en ellos, al ver los de Boromir la chispa del deseo apareció por segundos. Algo no estaba bien en el hijo de Gondor, pero no adivinaba el enano que podía ser.
La cabeza de Legolas descansaba sobre el brazo derecho de Boromir, pero rápidamente se incorporó, por un pequeño instante el elfo estuvo en sus brazos, pudo sentir la tersura de su cabello, la calidez de su cuello, el movimiento junto a el de un cuerpo tan exquisito.
- No te preocupes.. – dijo Legolas poniéndose en pie. El solo hecho de haber tenido contacto con Boromir de la manera mas cercana, le hizo sentir incomodo. Pero como no deseaba hacer sentir mal al mortal por una simple pesadilla, ofreció su mano para ayudarle a ponerse en pie. – Ven, vamos..
- Gracias
La calidez del elfo contrastaba mucho con la frialdad de las manos de Boromir y ambos lo notaron, cuando uno quiso retirar la mano el otro la retuvo
- ¡Pero que manos tan .. cálidas tienes ..Legolas! – observó Boromir encerrando la suave mano de Legolas entre las dos suyas.
- Boromir. – dijo Legolas profundamente apenado ante tal actitud. – todos los elfos tenemos la misma temperatura corporal..
- Eso debe ayudar mucho en las noches heladas – dijo Boromir con una extraña sonrisa liberando su mano.
- Yo..
- ¡He! ¡Boromir! – gritó Aragorn visiblemente molesto - trae leña para la fogata, los hobbits desearan un rápido almuerzo.
- Enseguida
Y como Boromir se alejo Legolas advirtió una sonrisa en él. Tan raro era eso, que le asusto.
- Aragorn.. – dijo Legolas tratando de hablar con el mortal mas viendo a Gimli ya despierto no dijo mas para no asustarlo.
- ¿Qué sucede Legolas? ¿Estas bien?
- Si.. solo que.. – respondió el elfo mientras se frotaba inconscientemente ambos brazos, como si tratara de quitarse ese frío que le invadió repentinamente
- Dime.
- No.. olvídalo.
Gimli se puso en pie y los rayos del sol le tocaron los ojos, enfrente de el un pálido elfo movía suavemente a Sam y Frodo. No podía leer en su rostro mas que confusión y miedo.
La primera comida del día se llevó a cabo sin ningún problema, sin embargo Legolas no dejaba de sentir unas presencias extrañas acercándose en los alrededores, por suerte se embarcaron antes de lo que el pensaba.
Ese día al menos no vieron ninguna señal del enemigo, y tampoco al día siguiente. En el tercer día de viaje el paisaje fue cambiando poco a poco conforme avanzaban por el río, ralearon los árboles, y al fin desaparecieron del todo. Podía verse a la izquierda como la tierra había sido brutalmente dañada por alguna especie de fuego dejándole sin vida, seca, hostil y estéril. Habían llegado a las Tierras Pardas, nadie supo explicarse el por que de aquella aridez, ¿qué habría pasado para que la tierra hubiera perdido la belleza y encanto de épocas pasadas?
Sin embargo la otra orilla, presentaba aunque nada mas que llano y algunos brotes verdes se veían aquí y allá, Sam sentía que la compañía se encontraba muy expuesta, ya no había árboles alrededor que les cubriera y podían estar indefensos ante un claro ataque. No podrían ofrecer mucha resistencia si les emboscaban por ambos lados. Solo la rapidez de las aguas serían su única escapatoria. Ni siquiera el arco de Legolas sería lo suficientemente rápido como para cuidar de la seguridad de todos.
Y mas ahora que le veía pensativo y serio remando en su barca. Ni siquiera una palabra se veía o escuchaba que cruzara con el enano que se moría de aburrimiento y aprensión en aquella embarcación. "Un enano no esta hecho para los ríos" pensaba Gimli, y no había ya mas platica ni canto que le confortara. La ultima vez que había escuchado a Legolas cantar fue en el Nimrodel, de allí en adelante, y después de la pelea con el mortal no se le volvió a escuchar mas su dulce voz mas que para presentar los hechos y respondiendo a preguntas dirigidas a el.
En los botes no había mucha conversación y ninguna risa. Todos parecían ensimismados. Sam no tenía nada mas que hacer mas que posar su vista en los paisajes que se le presentaban, ni un remo le fue ofrecido, y era claro que Boromir tenía muchas cosas en la cabeza, pues murmuraba detrás de Merry y Pippin que le escuchaban, raro comportamiento presentaba el hijo de Gonodr ya que a veces trataba de emparejar su barca detrás de la de Aragorn y otras veces se retrasaba un poco para tener a la vista la barca en que Legolas y Gimli navegaban. Incluso Pippin fue capaz de observar esa extraña luz en los ojos de Boromir, esa misma chispa que Gimli atestiguo y que Legolas tuvo frente a él.
La sospecha de que Gollum les seguía de cerca, embargaba a Frodo por la noche al desembarcar, tanto que le hizo comentar el hecho con Aragorn quien observando como el elfo se apartaba nuevamente del grupo para tomar su lugar, puso casi nula atención al mediano, aun así, el tomaría la primera guardia asegurándole al Hobbit que la mañana siguiente se embarcarían lo mas temprano posible con la intención de perder a esa terrible criatura.
Legolas aún no le dirigía la palabra, mas que lo necesario, le apoyaba y sentía la presión que sobre el mismo ejercía para no caer de nuevo en discusiones. No sabía el mortal con que pretexto llamarle, como acercársele, después de todo, el era un miembro del equipo y la cordialidad debía reinar en ellos, aun y cuando Boromir presentaba signos de que algo le atormentaba, no por eso dejaba de colaborar con el grupo e intercambiar puntos de vista con el, así lo hacían los demás, Gimli, los Hobbits ... Pero Legolas, solo sostenía su parecer y le exponía a los demás dejando a Aragorn la decisión final.
Frodo sentía como la tensión en el grupo crecía y todo parecía precipitarse a un abismo si las cosas seguían por ese rumbo, primero la mirada tan extraña que a veces embargaba a Boromir, fijando su vista algunas veces en el, y otras en Legolas, y después el trato que llevaban Trancos y el elfo había disminuido, todos lo habían notado pero nadie se atrevió a hablar de ello. De los dos, el que mas parecía sufrir era Legolas, no se le veía tristeza reflejada en el rostro, sus facciones no habían cambiado pero si en su mirada, triste, lejana y pasiva.
Aragorn en cambio, se concretaba a seguir guiando a la comunidad, tal y como le hacía desde la perdida de Gandalf. Solo al hablar con Legolas su voz tomaba un tono serio y frío, ningún saludo era fraternal como antes, ninguna despedida tan cálida como otros días. Las mañanas y noches no eran como antaño.
Un breve tiempo se dieron los hobbits para compartir sus puntos de vista y decidieron tomar cartas en el asunto, el grupo se había separado un poco y si iban a seguir, las cosas se debían arreglarse entre Legolas y Aragorn, por lo que tocaba a Boromir, Frodo no se atrevió a hacer ningún comentario.
Después de la cena que compartieron, algunas veces intercambiaban charlas amenas, tratando de animarse un poco, a la luz de la luna nada se veía a su alrededor.
- Legolas – dijo Pippin viendo al elfo apartado un poco del grupo. Su vista como siempre perdida en las aguas del río.
- Dime Pippin.
- ¿Sería mucho pedir si cantaras algo para nosotros?.- preguntó Tuk esperanzado. Las miradas de los hobbits detrás de el, le suplicaban lo mismo.
Aragorn había sacado su pipa después de la cena y se encontraba cerrando el grupo como siempre, Boromir cercano a él limpiaba por décima vez su espada, Gimli se sacudía las barbas las migajas de lembas que habían caído en ella y los hobbits reunidos en su pequeño grupo le miraban ilusionados de poder escuchar algún canto
- Yo no sé si sería lo propio. – respondió Legolas mirando a Aragorn como pidiendo su permiso – además creo que no estoy a tono en este momento. Mucho sentiría en molestarlos con una canción sin ritmo.
- ¿Por qué no lo intentas? Legolas – sugirió Boromir sin despegar la vista de su espada, tanto le había pulido que un espejo era él, y allí si se observaba un poco mas, la silueta esbelta de un elfo se podía apreciar. – Yo también estoy ansioso de escuchar algo mas que el ruido del agua corriendo. ¿No es cierto, señor enano, que la corriente nos tiene ya algo hastiados?
- Cierto es, así que aun detestando el canto de un elfo a los firmes y bravos himnos de mi gente, - dijo Gimli con su voz fuerte y en alto - no me disgustaría en este momento olvidarme un poco de esas aguas.
- Vamos, Legolas canta algo – dijo Merry apoyando una mano en el hombro de Pippin apoyándolo.
- Si, Legolas, mucho disfruto yo escuchándote cantar, ¿no es cierto, Sam, que su voz nos hizo soñar tranquilamente aquella vez en Lorien?
- Si, mi señor Frodo, tal canto relaja el alma, así que yo como los demás se lo pido con el mayor respeto. Cante algo para nosotros.
Todos habían expresado ya su opinión con excepción del mortal que seguía aun contemplándole sin dejar la pipa de su boca. Legolas le miraba fijamente, esperando sus palabras pero el no respondía, no decía nada y trataba en vano de que su pipa hiciera algo de fuego.
El como todos los demás ansiaba escuchar esa melodiosa voz que le relajaba, mas no dio su opinión creyéndole innecesaria, si todos estaba deseosos de escucharle, ¿por que su parecer valdría tanto en esa decisión?
Legolas al no sentir el apoyo del mortal, al no haber recibido ningún comentario al respecto declino la invitación, diciendo que en ese momento su voz no era lo suficientemente buena para cantar, las notas no saldrían a su gusto al sentir la opresión en su pecho.
- ¿Qué opresión, Legolas? – preguntó Merry acercándose al elfo mientras los demás se preparaban a dormir mecidos nuevamente por las aguas del Río grande.
- Merry.. no sabría explicarte, mi corazón siente una extraña aprehensión y aun no sé la razón. Debe tratarse de esta excursión sin duda.
Los ojos del elfo se apartaban de los del Hobbit, tratando de ocultar su tristeza.
- No es eso y lo sabes, mas no quieres encontrar el camino para salir de ella.
- ¿qué dices?
- ¿Por qué no hablas con el? – sugirió el señor Brandigamo
Estas palabras incomodaron a Legolas, ¿la verdad era ya sabida por los medianos? Tanta era la tensión en el grupo que le llegaron a sentir, pero por alguna razón el grupo no lo había comentado entre sí hasta ese día, el encanto y presencia del elfo les hacían declinar a favor de él instintivamente, mas no por eso creyeron que Trancos tuviera la culpa de la pelea que sostuvieron, algún malentendido entre los dos había terminado mal.
Una conversación similar tenían Frodo y Aragorn del otro lado del grupo.
- Trancos.. – dijo Frodo acercándose al mortal quien le ofrecía otra manta mas para que el y Sam se cubrieran en la noche, la constitución de un Hobbit a su parecer era mas débil que la de un enano, un mortal y sobre todo un elfo.
- Toma Frodo, esto les servirá esta noche.
- ¿Por qué no hablas con Legolas, Trancos?
Aragorn le miro extrañado, nunca el mediano se habría atrevido a iniciar una conversación tan personal, pues todas sus platicas se referían a asuntos relacionados con la excursión.
- Frodo, yo he hablado con el. Tu mismo lo has visto
- No de la manera que el espera
- ¿qué el espera? ¿a que te refieres?
- Todo esto le esta haciendo daño, y creo que no se siente a gusto en el grupo. Yo no quiero perderle Trancos.
- ¿Perderle?
- No quisiera que por el estado en que se encuentre su habilidad no sea la misma que antes.
- El se encuentra bien, Frodo, tres mil años le habrán enseñado a superar estas situaciones. Créeme Frodo – dijo Aragorn poniendo su mano sobre el hombro del pequeño frente a el y tratando de ofrecerla la sontisa mas honesta que pudo fingir – El se encuentra bien.
- No, no lo esta. Desde que vi a Haldir sin rastro de cabello, supe que algo extraño pasó allí.
- ¿Haldir? – preguntó Aragorn sorprendido - ¿Haldir, sin cabello?
