Capítulo  2

No bien estaba durmiendo a la mañana siguiente cuando de pronto alguien comenzó a golpear la puerta de mi despacho con fuerza. Me di la vuelta y me arrebujé más en la ropa de la cama. No tenía la menor intención de ir a abrir.

Al ratito los ruidos cesaron y me volví a sumir en un tranquilo sueño... pero claro. Por qué iban a dejarme dormir? Una voz de mujer en la chimenea, pero esta vez era suave y sosegada. No era la Trewlaney, gracias a los dioses, sino Sprout.

"Severus...? Siento molestarte pero es necesario que hable contigo sobre Hogsmeade. Te veo en el Gran Salón. No tardes por favor, es importante" Me dijo la Jefa de los Hufflepuffs.

Abrí los ojos perezosamente y el resto de mis sentidos comenzaron a ponerse en funcionamiento con una lentitud inusitada. Veía poco, oía menos y no olía en absoluto –supongo que el hecho de que no pudiera respirar era de ayuda--.

Un poco después me senté en la cama, tosiendo al intentar respirar. Me puse la mano en la frente y noté que me dolía todo el cuerpo, a parte de que me había subido la fiebre. Maravilloso.  Y yo que creía que no podía ser peor que ayer. Dije que no había cogido pulmonía triple? Quizás hablé antes de tiempo... 

Lo mejor que podía hacer era quedarme en la cama durmiendo, calentito y tranquilo, a ser posible toda la semana y siempre lejos de los ruidosos críos y del insoportable de Black. Suspiré y me vestí como de costumbre de negro y luego me miré en el espejo. Por poco me asusté de mi reflejo... Aunque estaba seguro de que nadie notaría la diferencia con mi aspecto normal.

Salí de mis aposentos arrebujado en la capa negra, viendo a través de las ventanas la copiosa nieve que había caído por la noche y pensando que seguiría nevando el resto del día por la pinta que tenía el cielo. En esos menesteres pensaba mientras llegaba a mi destino, el Gran Salón.

Curiosamente no estaba vacío. Estaba casi vacío. En la mesa de Slytherin estaba desayunando Malfoy.

Seguro que en otras circunstancias me hubiera preguntado qué hacía Malfoy solo, cómo era que no estaba en su casa pasando la Navidad como todos los años y otros muchos interrogantes, pero no tenía la mente tan lúcida, así que fui directo a mi asiento en la mesa de los profesores donde, curiosamente, sólo estaba la profesora Sprout.

Me senté de golpe, o quizás me dejé caer, sobre mi silla y la mujer se aproximó a mí "Severus, ha pasado algo inesperado en Hogsmeade"

Buenos días a ti también, pensé mirando mi taza vacía. Quizá un café negro me despejaría... Me llevé la mano a la boca de golpe; me habían dado arcadas al pensarlo.

"Severus, me escuchas?"

"Es obvio que no" Le dije una vez se hubo reorganizado mi estómago lo suficiente. Ella suspiró sin percatarse de nada y me lo contó todo de nuevo

"El profesor Flitwick ha tenido que marcharse rápidamente por una urgencia familiar, así que ha tenido que dejar solos a los chicos con Remus y Sirius, cosa que va contra el reglamento, como bien sabes"

"Y qué?" Pregunté sin ganas.

"Tienes que ir a Hogsmeade a supervisar que todos estén bien"

/* Pero qué tontería acaba de decir esta mujer?? A Hogsmeade? Con el frío que hace? */ Pensé lanzándole la peor de mis miradas

"Por qué no [tos tos] vas tú?" Me gustaría decir que enfaticé la tos para que se diera cuenta de que no estaba en condiciones de ir a ningún sitio, pero salió por sí sola así de natural.

"Poppy me necesita para que le de unas hierbas que está necesitando en la enfermería, y son urgentes según me ha dicho --Sprout tomó un sorbo de su taza de te con leche y me miró riéndose con sus grandes ojos marrones –Además son tu responsabilidad, eres el director" 

"Profesor –llamó Malfoy—Ya que va, lléveme con usted. Me quedé dormido y no me esperaron" No había especial fastidio en su voz, sino quizás desgana, no lo sabía a ciencia cierta

Me recosté en el asiento de madera y cerré los ojos, conteniendo las ganas de frotarme las sienes para ver si se me pasaba el dolor de cabeza "Creo que no pue—"

"Estupendo, Severus. Sabía que podía contar contigo. Creo que en el fondo serías un director excelente para Hogwarts" La profesora se levantó de golpe con una media sonrisa y salió andando rápidamente del Salón para evitar que le pudiera contestar nada.

De hecho aún en condiciones normales no hubiera reaccionado a tiempo para decirle nada, puesto que me había quedado demasiado sorprendido con la malicia de la mujer para ello. Y eso que yo la tenía como alguien leal, servicial, amable y el resto de cosas que predican en su Casa...

"Hum, profesor Snape..." Malfoy se había acercado hasta la mesa y me miraba manteniendo ese porte estirado que era la marca de su familia. Era curioso cómo con los años el chiquillo había dejado de tenerme miedo. Quizá tuviera que darle un buen susto un día para que volviera a tenerme respeto

"Cuando termine de desayunar me avisa, de acuerdo? Estaré cerca de aquí" Dijo, y también se marchó, dejándome solo en el Salón lleno de velitas, árboles y decoraciones variadas.

Estornudé y saqué de nuevo mi pañuelo. Tenía que ir a ver a Poppy para ver si con un poco de suerte me metía en una de las camas del hospital y me evitaba el paseo.

De pronto apareció a mi lado Dobby llevando un frasquito marrón y un vaso de leche "Madame Pomfrey ha mandado a Dobby junto al profesor Snape, señor, para que el profesor Snape se tome esto, señor, sin dejar nada"

"De acuerdo [tos]. Puedes irte"

"No hasta que el profesor Snape se haya tomado todo como Madame Pomfrey dijo, señor. Dobby es muy obediente, profesor Snape, y cumplirá sus órdenes" El elfo doméstico se cruzó de brazos y me miró con sus enormes ojos, esperando a que me tomara lo que había traído

Suspiré y me tomé de un par de tragos el dulce contenido del frasco. Luego cogí el vaso de leche caliente con miel, lo miré, lo dejé de nuevo y con un esfuerzo sobrehumano evité vomitar sobre la mesa

"Se encuentra bien el profesor Snape? Puede Dobby hacer algo por el profesor Snape?"

"Tráeme a Poppy" Murmuré cerrando los ojos y recostándome en la silla. Seguramente el elfo se puso a debatir internamente sobre sus órdenes, y fue de plano una decisión difícil porque antes de desaparecer se dio varios golpes en la cabeza contra la mesa.

Unos minutos más tarde la enfermera entraba en el Gran Salón acompañada por el parlanchín Dobby sollozándole por qué no había podido cumplir su encargo una y otra vez

"Cuál es el problema, Severus? --le preguntó la mujer acercándose—Sabes que no puedo irme de la enfermería" Frunció el ceño

"Tu –estúpido—mejunje hace que [tos] quiera vomitar cada vez que intento comer [tos tos]" Gruñí odiándola profundamente con la mirada

"Ahhh ya recuerdo! Eso era lo que pasaba con lo que te preparé, por eso cambié esa receta por la nueva. Gracias por la información, ahora mismo lo apuntaré para que no se me olvide" Dijo, y se dio media vuelta ante mis narices, desandando lo andado

/*La verdad, me encanta el caso que me hacen*/

Me levanté de la mesa y aparté la mirada de cualquier cosa susceptible de ser comida. El suelo se movió bajo mis pies, y tuve que detenerme unos momentos en una de las mesas de los estudiantes. Seguramente será la fiebre pensé, y deseé que el –estúpido—mejunje hiciera su efecto rápido.

Miré a mi alrededor. Normalmente odio las Navidades, pero esas las odié más de lo normal, de eso estoy seguro. Y también odié a Black, y a Lupin, y a Potter y a todos los Griffindor, odié a la profesora Sprout, y a madame Pomfrey. Odié la nieve, el estanque, Hogsmeade, el agua, a la familia de Flitwich, a la profesora McGonagall y al director Dumbledore por dejarme de responsable. Y odié profundamente que a ninguno le importara un rábano mi persona.

Saqué el pañuelo y me limpié la nariz. Se me olvidaba odiar estar costipado.

Tan concentrado estaba odiando que al salir me tropecé con Malfoy, que me esperaba bien abrigado con una capa de lana negra, botas de cuero, pantalón de pana, guantes, la bufanda de Slytherin y un jersey gordo a rayas y con dibujos de ocho. Tan repeinado como de costumbre, el chico hacía cara de estar preocupado.

"Nos vamos ya?" Preguntó  y yo suspiré. Qué remedio.

Creo que el muchacho se sorprendió cuando le dije que cogiera su escoba y que volara él. No se lo esperaba, seguro. Y hacía bien en no esperarlo, porque de hecho no me hacía gracia ni volar ni que me llevaran, pero si conducía yo la escoba acabaríamos en las ramas de algún árbol en el Bosque Prohibido...

Pronto estuvimos sobrevolando los terrenos de Hogwarts a gran velocidad, Draco muy entretenido con el pasatiempo y yo pensando en cómo volver con vida al castillo más tarde, porque no lo tenía muy claro. Si no nos matábamos a tanta velocidad, de seguro que me daría algo con aquél frío. Al menos volábamos tan rápido que los copos de nieve que caían de cuando en cuando no podían detenerse sobre nosotros...

"Profesor, puedo preguntarle algo?" Me dijo una vez bajamos del bendito vehículo. Hogsmeade estaba, como de costumbre, a rebosar de gente, pero además también estaba llena de adornos, luces, guirnaldas, renos y demás tonterías típicas de la época. Un cuadro espantoso, a mi entender.

"Si es corto, fácil y no hay más remedio sí"

"Sabe por qué mis padres no me han dejado ir a casa estas Navidades?"  Preguntó mirándome con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Que por qué no le habían dejado ir? Y yo qué sabía...

"No soy [tos] profesor de adivinación, Malfoy" Contesté mirando por las calles por si veía a alguno de mis alumnos. El hecho de que fueran todos con ropa de calle era algo que dificultaba la búsqueda. Quizás si preguntaba a alguien por Sirius Black y un montón de chiquillos sería más sencillo...

"No lo sabe o no quiere decírmelo?"

Me volví a mirarle con ojos de piedra, puesto que las confianzas que se tomaba el muchacho eran ya más que excesivas --una cosa era que me cayera bien y otra muy diferente que se perdieran los papeles—y vi que realmente parecía preocupado.

Bueno estaba yo para encima que los demás vinieran a contarme películas...

"No lo sé" Agité la cabeza. Y en verdad no lo sabía, aunque bien podía plantear algunas hipótesis y ninguna demasiado buena....

"Profesor...?"

"Qué [tos]quiere ahora, Malfoy?" 

Se quitó la bufanda y me la tendió "Me parece que le hace más falta que a mí. Vi lo de Black y Potter"

Creo que me quedé con la boca abierta. Allí estaba Draco, erguido, mirándome sin miedo con sus ojos claros, una mano tras la espalda, en la otra la bufanda y una sombra de sonrisa en los labios, todo él una muestra del encanto Malfoy heredado de su padre.

La mano me tembló unos momentos, pero acepté y pronto tuve la bufanda de Slytherin calentándome la garganta. Por todos los demonios del mundo, alguien que demuestra un poco de vista y de –dios- preocupación por mí! Creo que me dieron hasta ganas de establecer un ligero contacto físico con él, como poner mi mano en su hombro como sincero agradecimiento. Pero era un alumno, y no podía permitirme semejante perjuicio a mi imagen. Además, el joven Malfoy hubiera pensado que me tenía en su mano incluso más de lo que pensaba. Aún así, juré solemnemente que aquello sería recompensado, aunque no supiera cómo todavía.

--Ooo0ooO—

Cuando regresamos a Hogwarts aquél mediodía me di cuenta de que al día siguiente no me levantaría nada de la cama. Nada ni nadie, aunque se prendiera fuego el mismísimo castillo. Y me daba igual que esa noche fuera Nochebuena. De todas las maneras, nunca la celebraba.

Durante todo el viaje de vuelta fui sin decir palabra a nadie, mirando al que se me acercara casi tan frío como el hielo que cubría el suelo. Desde luego fue Lupin quien se llevó las peores, ya que más de una vez vino a intentar explicarme por qué habían ido. No hay ni qué decir que me importaban un carajo sus explicaciones, además de que no tenía ni fuerzas ni ganas de escuchar las excusas baratas del licántropo. Había pasado una mañana de lo más espantosa,  y lo único que deseaba era tranquilidad y un sitio seco para morir a gusto.

Recapitulemos. Les había buscado por todo Hogsmeade y había preguntado al no encontrarles. Suerte que en el Leauky Cauldron supieron decirme dónde habían ido dos adultos?  y varios niños. Recuerdo que entonces tuve un motivo más para odiarle. Se había llevado a los diez chavales a los que 'cuidaba' con Lupin... al centro comercial de una ciudad cercana.

Estúpidos inconscientes, llevarse tan lejos de Hogwarts a Potter sin estar cerca el director Dumbledore. Si algo les hubiera pasado hubiese sido bajo mi responsabilidad!

Pero aquello no fue todo. Malfoy y yo tomamos lo que el muchacho me dijo se llamaba 'transporte público' para movernos por la ciudad, cosa que además de lenta y ruidosa, nos costó dinero. El conductor, un muggle muy desagradable que nos miró con mala cara al subir, despotricó e insultó muchas veces a otros muggles por no dejarle paso, o eso me pareció que sucedía. Hasta ahí todo iba bien, supuestamente nos tendría que dejar en el centro comercial, pero el 'transporte público' se averió a mitad de camino.

Y fuera nevaba copiosamente. Y tuvimos que bajarnos y continuar andando. Fue una suerte que Malfoy estuviera conmigo para llevarme, puesto que no estaba demasiado acostumbrado a andar por calles muggles.

Cuando llegamos estábamos empapados y nos costó tiempo encontrar a esos malditos en el Mall, pero cuando lo conseguimos por fin insulté a Black con todo lo que tenía en la recámara, a él y al cerebro que no le llegaron a dar al nacer, y también a su querido amigo Lupin, que era cómplice en su falta de buen juicio y raciocinio.

Los Weasleys me hicieron burla --se rieron de la bufanda, los pelirrojos del demonio!-- y me complació tremendamente el castigarlos por todo lo que quedaba de Navidad a pasar las tardes no sólo dentro del castillo, sino ayudando a Filch a limpiar. Así aprenderían algo de respeto.

Luego salimos del Centro Comercial a la calle, donde seguía nevando y hacía mucho frío y entonces...

Creo que me subió la fiebre sólo de acordarme. Ese par de adultos fallidos me tiraron bolas de nieve! Quise sacar mi varita para desintegrarles pero Malfoy me recordó con buen tino –algún alumno inteligente tenía que haber en Hogwarts después de todo—que estábamos en una ciudad muggle y que no podía hacer eso delante de todo el mundo.

Pero ah! Cuando llegamos a Hogsmeade... conjuré cuerdas alrededor de las muñecas de ambos y además los até entre ellos. Les hubiera atado también a la parte trasera del carruaje que nos traería de vuelta pero eso hubiera significado un retraso importante en el tiempo de viaje estimado, así que les senté donde les pudiera ver y entonces empezaron a caer las explicaciones de Lupin que intenté por todos los medios cortar.

Desde luego, cuando Albus regresara tendría que pasarme una tarde entera relatándole el desatinado comportamiento de Black y de su querido ex profesor de DAO.  Aunque teniendo en cuenta que los tres eran Griffindor y que el director les tenía aprecio a los integrantes de  su antigua Orden del Fénix seguramente se limitaría a darles en los hocicos suavemente con un periódico.

Me dejé caer sobre la cama, situándome lo más cerca posible del fuego. Estaba perfectamente seco, nos habíamos encargado de eso nada más dejar la zona muggle, pero seguía teniendo frío a pesar de que mi piel quemaba al contacto.

El mero hecho de estar tumbado, hecho un ovillo junto al fuego, hizo que los ojos empezaran a cerrárseme. No tenía sueño, pero estaba mortalmente cansado. Mi mano tocó algo suave y lanoso; aún tenía la bufanda de Malfoy ceñida al cuello. No sé por qué pero al tocarla me sentí extrañamente tranquilo y seguro. Todo iría bien, me dijo la bufanda mientras me acariciaba...

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No perdáis de vista a la bufanda..... XD

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