Capítulo 10.

Sus cabellos negros y finos se ondeaban hacia Seishirou debido al fuerte viento que hacía. Le miró a los ojos, bueno, al ojo. Y se quedó contemplando a esa bella y escultórica figura que tenía ante sus ojos, no deseaba perderle para nada. Aunque eso representara enfrentarse a su propia hermana. Seishirou le pasó la mano por la cintura y le beso. Deseó que no se movieran, que la eternidad fuera tan solo un segundo más en sus trágicas vidas. No entendía por qué cuando la felicidad llegó de modo imprevisto, la tristeza y el dolor volvieron a golpear con la misma intensidad. Notó su talle aprisionado por esos fuertes brazos, al menos estaría bien resguardado hasta que no llegaran sus enemigos.

Tenía miedo de que fuera ella, pero estaba seguro que lo sería. Que sus pupilas tan verdes como las suyas lucharían por arrancarle el corazón. Y así fue.

Su mirada se cruzó cuando entraron en la zona protegida. El dolor que intercambiaron en ese momento, equivaldría a siglos y siglos de dolor. Se dice que los gemelos tienen un vínculo que jamás desaparece hasta que a uno de los dos les llega la muerte. Pero él supo que cuando ella apartó su mirada de la suya, el vínculo se rompió. Su alma y su corazón estaban muertos. Ella era alguien desconocido. Alguien muy diferente de aquella que con su vida, años a tras le condenó sin que su deseo fuera realizado. Ahora era alguien que solo sentía odio por el mundo, dispuesta a matar a su propio hermano o a su propio prometido. Lo sabía, había odio en su interior imposible de borrar, un odio que si hubiera mantenido el vínculo se hubiera apoderado de él mismo. Y aún así él jamás le perdonó por dejarle solo, por haber creado ese maldito hechizo que casi le conduce a la desesperación más absoluta. Un hechizo que casi hace que su alma muera, y se convirtiera en el nuevo Sakurazukamori. El rencor entre ambos hermanos era inevitable.

Teóricamente Kakyo y Seishirou también tenían que luchar, pero los dos se quedaron expectantes de cada movimiento de los Sumergis. Kakyo sabía demasiado bien que no podía rivalizar con Seishirou, que cuando Hokuto intentase dañar a Subaru. Seishirou le arrancaría el corazón al instante, él solo evitaría que con su vida eso sucediese. La salvaría, en estos momentos era lo único que podía hacer para salvarle la vida y el corazón a su amada. Sabía que si ella mataba a su hermano, moriría con él. No porque Seishirou le matara, cosa que haría, si no porqué Subaru era el único trozo de su corazón que aún no había desaparecido. Pero no entendía la postura d Hokuto ¿Qué podía haber sucedido? Empezó la lucha de verdad, ella empezó a lanzarle sus propios hechizos. Sabía reaccionar contra cualquier tipo de hechizo, pero contra los suyos no.

Ráfagas de viento, palomas blancas, llamas de energía como copos de nieve pero ardientes como el fuego... Hokuto sabía que Subaru le podía matar en cualquier momento, por más que llevase al destructor de los tiempos eso no le daba la fuerza necesaria para matarle, por más que quisiese. Hasta que... Empezó a arrojar llamas negras como el carbón y a cientos de grados de temperatura y con la otra mano podía arrojar el hielo mas frío pero ardiente conocido por cualquier ser. Se estaba convirtiendo auténticamente en un monstruo. Pero una vez naciese su hijo, que más daría eso. Aunque pensándolo bien, ¿Quién había dicho que fuese humano? Una mueca de disgusto se dibujo en su rostro, le hubiera gustado tener un hijo muy bello. Pero tenía la sensación de que no sería así, pero al fin y al cabo era su pequeño.

Subaru jadeaba de cansancio, su hermana era realmente poderosa y no entendía como había podido suceder. Había sucedido algo que él ignoraba por completo. Sus brazos yacían llenos de heridas, heridas que parecían haber hechas con ácidos. Y la figura gentil de su melliza, se desdibujaba poco a poco. Aunque podía ser a causa de que el Sol empezaba a desvanecerse. Sus ojos verdes parecían estar en blanco, su color esmeralda se había transformado en un color negro carbón y su sonrisa ya no existía. Solo existía una mueca de disgusto, que parecía ir en aumento.

¿Hokuto por qué? - inquirió Subaru en medio de la lucha- tú eres mi hermana. No, solo soy una alma en un cuerpo muerto que se desvanecerá cuando acabé esta lucha- Hokuto quedó pensativa un momento... ¿acaso?

Sonrió, quizás aún existía una oportunidad...

La lucha que en un principio se presentaba con gran ventaja a favor de Subaru, estaba cambiando por completo y ahora era Hokuto quien llevaba las riendas de ese juego cada vez más absurdo. Pero a Seishirou no le gustó nada la mirada de su antigua victima, tramaba algo, lo sabía. ¿Pero el qué... ? Siguió mirando la lucha, pero el vidente tenía el cejo entre fruncido. Los dos lo sabían, ella iba a morir. La sangre borboteaba las extremidades de Subaru, parecía cansado, exhausto. No tenía la capacidad de luchar contra los que amaba, por más que su fuerza llegara a ser superior, era incapaz de hacerles daño.

¿Acaso ya estas cansado hermanito? - dijo ella en tono burlesco- pensé que este encuentro duraría algo más... Bien entonces ha llegado la hora de morir. Pero... ¿POR QUÉ DEMONIOS ME TRAICIONASTE? -dijo Subaru entre lágrimas y un grito- primero Seishirou me dejó, tú me abandonaste y finalmente él se volvió a ir... Y ahora que os tenía a los dos... ahora... VAS TÚ Y ME TRAICIONAS! Por favor vuelve con nosotros. Ahora entiendo por qué un ser como él está dispuesto a protegerte. - dijo en tono maternal- no entiendes nada... pero aún así sigues siendo inocente, sigues creyendo en que aún hay algo en este mundo en lo cual se pueda creer. Y a pesar que las mismas personas somos los que te abandonamos y te traicionamos una y otra vez, tú no dejas de creer en nosotros. Por eso yo... yo... tengo... que... tengo... qu...

Hokuto dejó las palabras y aunque las lágrimas se asomaban por sus ojos, las ocultó. Y lanzó un hechizo que parecía ser capaz de destruir el mundo. Levantó su mano derecha hacia el cielo invocando al rayo y la tormenta. Mientras que con la mano izquierda se hizo un corte en el vientre, no muy profundo. De manera que la sangre que saliera fuera la justa, sin que el "niño" resultara herido de gravedad, y empezó a recitar extrañas palabras. Y de sus lágrimas se emitían palabras de rendición, un grito hacia el cielo en busca de la salvación de su corazón, pero no había respuesta. Su alma había empezado a expiar sus pecados con un sin fin de horribles torturas.

Seishirou se dispuso para herir a su cuñada sin ningún tipo de duda, no iba a permitir que hiriera o le hiciera daño a Subaru. No, ahora ya no. Pero alguien se interpuso en su camino de salvación de su presa. Fuma, el líder de los Chii no Ryu. Sus miradas desafiadoras se intercambiaron, unos segundos más y su amado Sumeragi ya no existiría. Y por tanto el Sakurazukamori volvería a él. Pero éste no estaba dispuesto a perder a su corazón con tanta facilidad, cogió a Fuma y le rompió el brazo con una facilidad pasmosa. Después invocó un hechizo que hizo que en todo el cuerpo de Fuma empezaran a aparecer pequeñas heridas, cada vez más profundas. Fuma levantó la cabeza, ahora todo ya era inútil. Ninguno de esos hechizos podía salvarle. Ninguno de esos hechizos le dañaría lo suficiente para que se apartara del camino de Seishirou. Ninguno de esos hechizos evitaría que Hokuto acabara de realizar su ritual, después devorara a Subaru y finalmente el anticristo naciera del vientre de ella en apenas unos minutos. La imagen que Fuma contemplaba en su mente le parecía excitante. Ella de mirada oscura y fría asesinando a Subaru con sus últimas energías. Este cayendo inerte y sin vida en el sucio suelo, las esmeraldas verdes sangrando sin cesar. Su corazón abierto en dos, y ella guiada por el instinto animal del bebé devorándolo como la más feroz bestia. Las entrañas esparcidas a lo largo de ese tejado del edificio, su sangre cayendo derramada por todos los cerezos de Tokio y estos acogiéndola como la más deseada agua. El cuerpo cálido y acogedor del muchacho tirado como un guijarro en el suelo , sus extremidades esparcidas y finalmente su bella cabeza colgada junto al corazón de Kotori en la torre de Tokio. Y Seishirou, Seishirou primero enloquecería ante ese espectáculo, su mirada quedaría pérdida en el infinito del odio. Hasta era muy posible que intentara matarle, y lo más posible es que le hiriera de gravedad. Pero eso no importaría, después su alma y su corazón perdidos para siempre en un caos de sentimientos horrorosos e imposibles de definir volvería a ser un Dragón de la Tierra. El más grande de todos, y sería él y su odio por todo ser viviente el que destruiría la humanidad. Empezando por Hokuto, a quien no le esperaba una muerte muy agradable, el bebé y el vidente de sueños.

Y Hokuto con su hechizo empezó un largo ritual...

Karen y Nataku entraron en la zona protegida. La mujer de rizos de color carmín buscó a su presa con la mirada. No lo encontraba, que extraño, quizás había huido. Ese pensamiento le tranquilizó, y mucho. Por qué sabía que en el fondo pese a odiarle tanto, le amaba igual que el primer día. Pero de golpe allí estaba él, con su mirada echada hacia abajo, él ya no tenia nada que proteger. Lo que más amaba, el ser por el cual daría su vida estaba delante de él dispuesto a arrancarle el corazón sin ningún tipo de duda. Bien tenía a su hija y ha su reciente ex mujer, pero esa relación solo había durado hasta entonces sólo por su estúpida sociedad y forma de vida. No había motivo alguno más.

Aoki decidió poner fin a su vida, se negaba ha ver a Karen morir. No podía hacer eso. Por qué todo y que ella era muy fuerte... en verdad lo único que ella quería era cariño. Un cariño que había encontrado en Nataku, ahora él ya no era necesario. Esperaba que al menos después de su muerte ella volviera a tener algo por el cual luchar. Volviera a ser Ten no Ryu.

Karen... adiós. - fue lo que dijo Seichiro.- watashi no Karen wa aishiteru... (mi Karen te amo... más o menos)

Karen tenía los ojos empañados por lágrimas que salían al acecho, deslizándose por sus mejillas de porcelana. Jamás quiso depender de nadie y menos de un ser tan inferior como un vulgar hombre. De ahí su profesión, él poder controlar a los hombres con su cuerpo y belleza y a las mujeres con su fuerza interior y determinación, le daban fuerzas para sentirse superior a cualquier otro ser. De hacerle pensar que no necesitaba a nadie y de que con su sonrisa era capaz de iluminar a los otros. Pero él descubrió que había más allá de esa fachada, quizás no conscientemente pero la cuestión es que lo hizo. Con eso bastaba. Pero ahora ella le amaba y él a ella también... pero... ¿Y Nataku?

Nataku era su niño, era como su propio hijo. Pero ella no quería ser como su propia madre y abandonarle. Quería estar a su lado y cuidar de él. Pero Nataku en cambio se sentía más seguro que nunca... Karen era como su madre bien... dulce, amable y que siempre le sonreía. Era la única que conseguía que sus sentimientos salieran a la luz, deseaba protegerla y no hacerle daño. Porque a su parecer ahora ella sólo sufría. Se había separado de aquellos por los que quería sólo para satisfacer sus deseos dejando sus sentimientos de banda completamente. Karen había sacrificado su propio corazón, sólo para que él fuese feliz...

Seichiro se iba a tirar por un edificio. Cuando la zona protegida desapareciese pocas quedarían. Sólo la zona de Subaru / Kamui se mantenían en pie. La de Yuzuriha estaba extremamente débil y creían que Arashi y Sorata habían ido en su ayuda... Pero Karen se negó, no podía perderle. Debía ir a ayudar a sus compañeros. Pero era demasiado tarde, pues Seichirou ya se había tirado y su cuerpo caía sin ningún tipo de protección hacía el suelo. Nataku se le adelantó, haciendo que Seichirou cayera encima de él. Hiriéndolo de gravedad. Pero Seichirou estaba inconsciente debido a la caída... Y la zona kekkai empezó a destruirse. Karen viendo que los dos estaban bien decidió hacer una nueva kekkai. Pero Nataku con el cuerpo inconsciente de Seichirou en mano, le miró y le dijo.

Lo siento Karen... no puedo permitir que lo hagas... Nosotros ya no tenemos decisión sobre el fin del mundo. Sólo padre tiene poder sobre eso... - dijo con la mirada hacia el suelo.

Pero qu...

Karen fue atacada a traición aquel al que creía su propio hijo. Por la espalda, con una de sus telas atravesó uno de los costados de la mujer. Haciendo que cayera hacia el suelo. La sangre se esparcía rápidamente, la hemorragia podía causarle la muerte. Con la misma tela que le había atacado, cubrió su cuerpo. Frenando así la hemorragia...

Pero... por qué... - intentó razonar Karen antes de que sus preciosos ojos acabaran empañándose...

Madre... no puedo oponerme a los deseos de padre. Pero tampoco podía matarte... ni matar al hombre que amas... - dijo con Karen en su regazo- No podemos enfrentarnos al destino dictado... - dijo acariciándole una de sus mejillas cubierta por lágrimas.

Karen cerró los ojos... Nataku buscó un lugar seguro donde dejar a la pareja... Si la humanidad sobrevivía, ellos también lo harían. Si desaparecía, su sueño sería eterno. Nataku se fue hacia el lugar donde se lidiaba la batalla final...

Por que el destino ya esta decidido... ¿No, padre?

Yuzuriha aún no podía creer lo que estaba sucediendo. Era aún peor que cualquier de sus pesadillas. La alma de Kotori había desaparecido des de hacia rato. Y Kamui parecía estar inconsciente. Se temía lo peor. Por otra parte la Kekkai de Seichirou había desaparecido y Karen estaba muy débil. Respecto a su propia lucha, parecía ser un 3 contra uno. Kusanagi apenas hacía nada. En cambió Satsuki luchaba y luchaba, al igual que lo hacía Yuto. Inuki y ella luchaban apasionadamente y cada vez con mayor dificultad. Cortando cada uno de los cables que salían hasta por el suelo, y si eso parecía poco encima tenía ataques de agua y una especie de cuchillas muy extrañas acosándola en cada momento. Lucía heridas por todo el cuerpo y hasta Inuki parecía cansado. Las piernas y los brazos parecían haber cambiado su color natural pálido porcelana por un tono sangriento. Su vestido estaba casi todo roto, bueno si es que se consideraba vestido el harapo de tela que llevaba en ese momento. Cuando de golpe notó como alguien la cogía por la cintura.

Kusanagi... -dijo contenta la joven- parecía que fueras un Chii no Ryu... que alivio.

¿Quién te ha dicho que no lo sea? - dijo mirándola a los ojos.

Yuzuriha notó como todo su cuerpo se estremecía ante la mirada de su amante...

Pero... pero... ¿qué estás diciendo? - no entendía nada, pero Inuki empezó a gruñir repentinamente...

A Yuzuriha se le empañaron sus preciosos ojos... No podía creer lo que estaba sucediendo. Ahora quería despertar. No podía creer que la persona a la que había amado le traicionara, no ahora. Inuki le atacó, pero era demasiado tarde. Kusanagi tenía a la pequeña por el cuello. La tiró contra la pared, y empezó a ahogarla sin ningún miramiento...

Cariño yo te quiero... pero las plantas y los animales me llaman,... oigo su dolor... su dolor es mi dolor... no puedo vivir más así- paró un momento y vio como su pequeña estaba empapada de lágrimas en sus ojos- ni un ángel como tú ha podido hacerme feliz, así que no hay motivo para seguir luchando... hay que acabar con esta plaga llamada humanidad...

Ella le miró a los ojos...

Pero... nosotros tenemos algo que ellos no poseen... no es que nos haga más importantes pero si diferentes... la razón por la cual no se debe matar a un humano...

¿Ahora ya sabes la respuesta mi ángel de porcelana? - dijo Kusanagi...

Claro... por que alguien siempre llorara por él.

Kusanagi hizo caso omiso de la contestación de la joven. Y la levantó más y con su mano poco a poco iba dejando que la pequeña respirara menos... quizás su respuesta no había afectado en absoluto a su novio. Pero si que hizo que alguien se hundiera en sus pensamientos. Satsuki miró a la Best 666, acaso estaba viva, la respuesta era clara. No. Pero, ¿Quién lloraría por ella? Por ella no lloraría nadie. Siempre la habían utilizado, sólo era una pieza más del ordenador. Incluso Yuto la había utilizado. Vio como miraba con odio a Fuma por el asesinato de Kanoe, había perdido a su amante preferida. Pero no tardó nada en venir y volverla utilizar una vez más como consuelo la misma noche. Siempre que lo hacía con Yuto se sentía tan vacía, bien era placer... pues él era muy bueno. Pero había algo que le faltaba. Y ese algo lo había encontrado esa noche que salió a hablar con la joven. La misma joven que había estado a punto de asesinar y que ahora podía morir en cualquier instante. Su sonrisa cálida, el perrito entre sus brazos y su mano dulce. Su figura angelical y su inocencia aún por corromper. La observó, con las lágrimas entre sus sonrosadas mejillas y con la mirada perdida. Como si ya no hubiera algo por lo cual luchar. Se le encogió el corazón y el alma...

Kusanagi notó el estúpido perro le arrancaba un trozo del brazo. Estaba furioso, tenía la sensación que ese maldito espíritu estaba dispuesto a todo con tal de salvar a su amada ama. Pero nada la salvaría, el Kekkai se deshacía. Ella empezó a escupir sangre... el fin estaba cerca. Muy cerca... pensó él. Lo que jamás sospechaba Kusanagi que era su propio fin y no él de Nekoi el que estaría a la vuelta de la esquina. Primero Inuki en sus últimas fuerzas cogió y le arranco un brazo, y parecía volver al ataque. Y para acabar los claves de Satsuki le fueron directos a su corazón perforándolo y emitiendo grandes descargas de electricidad en el cuerpo del hombre. Dejándolo completamente carbonizado. Y entonces hizo lo que debería haber hecho hace mucho tiempo. Dejó los mandos de la Bestia y justo debajo de su asiento apretó un botón que ponía... "Reset" y seguidamente "Stop".

La Bestia esta vez se había parado para siempre... o como mínimo ya nunca más sería esa máquina asesina. Satsuki bajó de la Best... Yuto la miró a la joven vestida con cuero. No entendía por que había parado a su único poder. Pues ahora mismo ella no era más importante que un Ten no Ryu, sólo era un estorbo más. Así que por más bonita que fuera la chica su utilidad era nula. A parte había asesinado a un Chi no Ryu haciendo que un Ten no Ryu sobreviviera . Eso no le había gustado en absoluto. Satsuki saltó de la Best y se dirigió donde estaba Yuzuriha. Ella estaba medio tirada en el suelo, apoyada en sus rodillas. Con una postura que tenía los brazos caídos hacia el suelo... la mirada estaba perdida en dios sabe donde. Y parecía que su sonrisa ya no existía , tenía la mente nublada y en su corazón solo había dolor. Puñales de traición se habían llevado a la joven. Ya nunca más podría ser la de antes. No entendía él por que de esa guerra... no quería entender por que deseaban destruirles. Porque demonios habían de morir los seres a los cuales ella amaba. Y silenciosas lágrimas resbalaban por su rostro aún manchado por sangre que no era la suya. La de la persona a la cual se entregó en cuerpo y alma. La persona que ahora yacía entre cenizas resbalando entre sus finas manos. Inuki intentó hacerla volver en razón pero ni él podía. Cuando unos brazos finos de mujer le aprisionaron por el talle, levantándola y dejando a la joven entre su regazo. Pero esta se volvió a caer hacia el suelo... Satsuki bajo a su altura y acariciándole una mejilla le dijo:

Mí ángel, no llores más. Ven a mí, por que no permitiré que nadie te haga daño. Ahora seré yo quien velé por tu sonrisa y por tus sueños. Te prometo que veremos juntas el amanecer. -Le cogió el rostro entre sus manos y le acarició una mejilla llevándose con ella una de sus lágrimas...

Yuzuriha miró hacia el rostro de la mujer. La mujer que le había salvado la vida, aunque en su camino se hubiera llevado a una de las personas que más amó. Pero él cambió, se volvió como ellos. Un frío asesino que sólo se justificaba , para no tener remordimiento de conciencia. Aún así, ella no le olvidaría, permanecería en su corazón. Pero cogiendo la mano de Satsuki, le esbozó una sonrisa. Entonces Yuzuriha se levantó y ofreciendo su mano a su amiga. Le dijo:

Es verdad... hoy veremos la salida del Sol.

¡¡¡Cuidado!!! - gritó Satsuki, al ver que Yuto atacaba por detrás a la pequeña, la daga estaba a menos de 2 metros.

Pero nada dañaría la pequeña de los Ten no Ryu. Pues una ráfaga de electricidad eliminó al instante la daga que amenazaba con asesinarle. Una figura esbelta y una de varonil aparecieron en ese momento.

Aighs, yo no sé que os dan a los funcionarios que cada día tenéis menos modales.... -dijo Sorata en tono de burla.

¡Sorata! ¡Arashi! - gritó la pequeña aún en los brazos de Satsuki. Y ha punto de desfallecer de cansancio.

Exacto, aquí llegamos el dúo maravillas. Para derrotar a los malvados. - sonrió él - Sorata Arisugawa. Y aquí está mi mujercita, el mejor ángel de todos... Arashi Kishu.

Arashi se dejó de tonterías. Ni en esos momentos su prometido sabía comportarse . Se fue hacia donde estaba Yuzuriha, junto a Satsuki. Y vio los restos de Kusanagi esparcidos en el suelo. Se temió lo peor, pero sabía que ese no era momento de preguntar . Su amiga estaba bien, pues eso era lo importante. De golpe Yuto les volvió a atacar. Sorata se volvió a interponer. Diciéndole:

¿Aún no has entendido que aquí tu único adversario soy yo? - dijo preparándose para la lucha.

Yuto echo un bufido. Tendría que asesinar primero al show man, antes de llegar a Satsuki y a la creadora de la Kekkai. Pero algo se le escapó de las manos, en ese momento el matrimonio hizo otras dos Kekkais. Ahora si que lo iba a tener complicado, tendría que eliminar a gente muy poderosa. La sacerdotisa le miraba des de la lejanía pero podía intuir de lejos su enorme poder. Aún así hizo caso omiso de su intuición, y empezó la lucha entre los dos hombres.

Primero está se presentaba muy igualada. Hasta que por fin Yuto encontró el punto débil del monje. Aparte de su notable distracción hacia la sacerdotisa. Su poder era superior, pues pese a que la electricidad viajaba a través del agua. Él controlaba el agua, con o sin electricidad. Así que si realizaba un muro de protección acuático a su propio alrededor, por más fuertes que fuesen los ataques la electricidad permanecería dentro del agua, no escaparía de allí. En ese preciso instante se dio cuenta de que tenía la batalla ganada. Hizo ese muro a su alrededor. Ahora ningún ataque de Arisugawa le dañaría. Y así empezó la lucha a favor del funcionario. Por más que Sorata atacase Yuto no resultaba herido. A diferencia de Sorata que no salía ileso de ninguno de los ataques. Y poco a poco sus fuerzas iban disminuyendo. Arashi pensó que ya era hora de atacar, pero una tela se lo impidió.

Lo siento, señorita. Pero un dos contra uno sería injusto ¿No?- dijo Nataku sonriendo.

Arashi le miró con asco. Él había traicionado a Karen. LE había hecho daño, llamas de ira brotaban en los ojos de Arashi. Y otra batalla empezó. La sacerdotisa empezó sacando su majestuosa espada. Y empezó a hacer cortes en todo el cuerpo del joven androide. Pero al igual que Sorata estaba más pendiente del otro que de su propia lucha. Nataku se regocijó en su interior. Ese era el problema de los humanos, los sentimientos. La sacerdotisa era mucho más poderosa que él. Pero no lo demostraba por que estaba pendiente de su marido . Y así podía herir a Arashi. Entonces Sorata hizo un movimiento en falso, que casi le hizo perder la vida. Quedándose a merced del funcionario. Este, pensando que después de asesinarle tendría que lidiar con una sacerdotisa demasiado poderosa y con unas ganas tremendas de quitarle los ojos. Se tomo unos segundos antes de cometer el asesinato. Tenía allí a Sorata hundido entre piedras... casi inconsciente. Le dijo adiós, era hora de morir.

Pero esos segundos de descanso fue lo que necesito la sacerdotisa para cortar una de las piernas del funcionario. Y fue corriendo tras Sorata para ver como estaba. Su rostro estaba todo lleno de sangre, heridas. Necesitaba un hospital. Miró a su alrededor, pero lo único que vio fue una de las telas de su adversario atravesarle el costado igual que hizo con Karen por la espalda. La sacerdotisa miró a su adversario. Se tocó el costado estaba sangrando. ¿Pero ese monstruo creía que se iba a dar por vencida tan fácilmente? Sintiéndolo mucho por Karen su niño iba a resultar herido... Pero en ese corto paso de tiempo. Nataku se había acercado a Sorata y estaba dispuesto a rematarlo. Pues este había caído inconsciente tras su última lucha. Pero tal y como se dijo horas antes, le iba a proteger. Aunque esto fuera a acabar con su propia vida. Lo más importante era él... y los niños, pero los niños yacían en su interior.

Nataku vio el rostro del otro joven . Dormía plácidamente, esperando ser despertado por su preciosa y dulce princesa. Pero la princesa estaba herida y pronto iría a dormir junto a él. Yuto por otra parte estaba herido pero aún podía servirle de algo en los objetivos de su padre así que optó por no asesinarle. La sangre empezó a brotar y la electricidad hizo que un corazón dejara de latir ya para siempre, mientras un pecho yacía perforado. No importó quien le amó, sólo que sintió que era una amenaza para la persona que más amaba. El único ser que amaba en realidad.

¿Acaso creías que yo sería como Karen? - se burló Arashi- No sólo soy más fuerte, sino que encima tú jamás podrás vencerme. Sayonara Nataku-chan.

Pero Arashi también cayó exhausta debido a la hemorragia. Sólo Yuto, Satsuki e Inuki quedaban en pie. Los otros o yacían muertos o yacían inconscientes y malheridos. Yuto miró a Satsuki, con su poco poder mataría a la joven. Y a los otros. Daba igual si estaban malheridos. Cuando su señor destruyera la humanidad, la última Kekkai sería destruida y ellos junto a su destrucción. Lo que le extrañaba era que las Kekkai se mantenían en pie. Bien se habían reducido a una, pero una lo suficiente poderosa como para proteger todo Shibuya. ¿Quién la sostenía? Satsuki estaba junto a Inuki. El perro se había puesto delante de ella. Parecía dispuesto a protegerla. Se convirtió en una espada y se colocó en la mano derecha de Satsuki. Ahora ella tendría que luchar contra la persona que había amado durante mucho tiempo.

Cariño ¿Acaso crees que con un perrito convertido en espada podrás protegerles y protegerte a ti misma? - se burló de ella Yuto- Sólo sabías hacer funcionar la Best 666 , no servías para nada más. Sólo hice ver que te amaba por qué Kanoe me lo pidió. Me dijo que siempre estuviste sola y que necesitabas compañía. -dijo con crueldad. No me interesa tu amor en absoluto. Y ya veremos si soy capaz de defendernos o no- respondió ella con malicia. - Yo soy un ser humano no una máquina.

LE atacó con la espada. Inuki le enseñaba como manejarla. Él era el maestro y ella la mano que le impulsaba con energía. Pero Yuto solo hacía que mofarse de ella. Sus ataques no servían para nada. Y las heridas superficiales que afloraban en su piel se iban haciendo cada vez más profundas. Por primera vez tenía miedo. No quería morir, deseaba volver ha ver esa dulce sonrisa. Ese rostro angelical y su dulce y adorable compañero. No podía fallarles. No podía fallar a la humanidad. Esta vez no. Pero ya era demasiado tarde Yuto la tenía a su merced. Y supo que pronto perecería, ella no tendría el lujo como los otros de que alguien le salvaría como su príncipe azul. Ni Inuki podría hacer eso. Pero olvidó que en un momento que si hubo alguien que pasara los ratos con ella, que observaba el mundo junto a ella... La bestia. Con uno de sus cables atravesó y electrocutó a Yuto. Cayó en un mar de lágrimas... se olvidó de desconectar un programa cuando la apagó... el programa donde había un trozo del alma de su difunta madre. Cuando ella nació , su madre murió en el parto. Dejándola sola, completamente sola. Y a la merced del gobierno por sus poderes. Sonrió, al final si que había un príncipe azul. Ahora ella se quedaría con Inuki en la Kekkai, curando y cuidando de los demás. Confiando en los demás , en que habría un nuevo amanecer.

Hokuto sonrió. Ya esta ya lo había hecho. Al fin y al cabo no había resultado tan difícil . Su mano estaba totalmente ensangrentada . La volvió a mirar, esa mano se había llevado una parte muy importante de sí misma, de su corazón, de su cuerpo... Los ojos verdes de su hermano yacían abiertos de par en par , no podía creer nada de lo que sucedía. Le dolía algo... algo muy profundo... Su mano también estaba manchada de sangre. Y tenía su rostro a tocar. Las lágrimas de él y de ella no dejaban de surgir. Tenía miedo de perderle, pero sabía que ya le había perdido. Que no quedaba ya nada por lo cual luchar. Los ojos esmeraldas de ambos habían perdido su brillo. Seishirou palideció ante tal espectáculo, hasta Fuma lo hizo. Fue algo horrible.

Kakyo miró a su amada. No la podía reconocer. No podía ser que ella hubiese hecho eso. Que realmente lo hubiese hecho. Ahora si que iba a morir. Nada ni nadie la salvaría. Ni él jamás podría volver a abrazarla. Seishirou sintió lo mismo. Tenía miedo, mucho miedo. Miedo de perderle. Hokuto sonrió. Le esbozó una sonrisa a su hermano. La última sonrisa. Y sus lágrimas resbalaron por sus mejillas ahora otra vez sonrosadas. Por su fino pelo caían gotas de las primeras lluvias. Subaru también tenía miedo, miedo de que fuera realidad.

Subaru... lo siento... pero... -dijo ella sollozando.

Hermana.... no... pero porqué... - le contestó él entre lágrimas....

No había otra solución... he tenido que hacerlo... - volvió a mirar su mano llena de sangre- una vez te protegí... pero ahora no he podido.

Siempre... hay otra solución... - dijo él chillando...- por que yo te quería.

Subaru profirió un gritó mientras que su hermana empezaba a escupir sangre por la boca. Pero él también empezó a hacerlo. Estaba muy débil, extremadamente débil. Seishirou fue corriendo hacia Subaru y lo cogió en su regazo . El joven estaba realmente mal. Miró a Hokuto, no sabía como mirarla. Por que había hecho eso... Todo había acabado. Al menos para ella. Se había suicidado. Kakyo puso su cabeza entre sus rodillas y acunándola le dijo...

¿Lo supiste des del principio no? - le preguntó, ella sonrió y le respondió.

Claro, por eso volví a hacer el hechizo. Esta vez no sería Seishirou sino yo quien le atacaría... yo quien moriría. - y con una mano en su ensangrentado vientre siguió. - Sabía que cuando él niño estuviera en mi interior yo ya no respondería de mí. Lo supe siempre, por eso la noche en la cual me secuestraron. Otra de las noches de las muchas noches en las cuales mi hermano profesaba su amor hacia Seishirou. Supe que ellos debían vivir. Si yo renací, fue solo para traer un monstruo al mundo. Me negaba a no decirle adiós a mi hermano y pedirle perdón. Kakyo yo... te amo...

Por favor Hokuto no hables... - dijo en susurro Subaru - yo jamás te he odiado... por favor vive...

Adiós mi querido herma... adi... a... di...

_Kakyo cogió compulsivamente el cuerpo de la joven. Había sido tan feliz en tan poco tiempo, había podido sonreír. Sus lágrimas empezaron a emerger por encima de sus ojos. Estas se asomaban clandestinamente, sin miedo. Había perdido al ser al que amaba. Todo por culpa... por culpa... miró a Subaru. Su mano manchada de sangre, pero fue ella quien lo hizo. Su gemelo ahora estaba en trance, había sucedido lo mismo que hacia unos meses. Solo había una diferencia que ahora Seishirou estaba a su lado. Su hermana había dado su vida para que ellos pudieran vivir en un mundo mejor, un mundo lleno de humanos. Y recordó la promesa de las jóvenes que también habían su vida por ellos. Kendappa y Sohma. Ellas debían renacer con el mundo. Con el nuevo amanecer.

Kakyo dejó el cuerpo de su amada en el suelo. En el suelo de la Torre de Tokio. La torre de la cual dependía el mundo. Donde el elegido debía salvar al mundo. Se acercó a Fuma. Este le miró con cara de asco y le soltó...

Mira lo que ha hecho tu amada... ahora seré yo quien deba asesinar al imbecil ese.-dijo señalando a Subaru - y no sólo eso, ahora sé que nadie puede tocarle , por que esta unido a un circulo vitalicio con el Sakurazukamori. De manera que también lo tendré que matar... Pero primero los señores, después vendrán los gays. - supo lo que iba a pasar más aún lo deseaba.

Fuma atravesó con la Shiken a Kakyo. Pero justo en el momento en el cual Kakyo emitía su último respiro. Colocó sus manos en la sien de Fuma y abrió los ojos. Los colocó delante de él y sus ojos dorados se fijaron en los pequeños ojos de Monou. Y su alma penetró en su mente.

¿Fuma? Despierta. Fuma estaba durmiendo en su letargo, quería despertarse pero no podía. Su parte oscura lo había dominado por completo. Quería proteger a Kamui. ¿Kakyo? Sí, soy yo... apenas me queda tiempo. Debes despertar antes de que él llegue a Kamui. Quiero protegerle... pero no puedo luchar contra él. No tengo la fuerza. Claro que la tienes. Tú tienes el poder de volver... Tienes que volver. Por qué sino Kamui morirá. Y con él la Humanidad. Pero tengo miedo , si vuelvo y él no esta a mi lado me voy a morir. Tengo miedo de volver... Fuma debes de confiar en tu amor... el amor... el a...

Bla bla bla -dijo el Fuma oscuro- Fuma sabes que si vuelves él te rechazara... Te odiara, por qué no te ama. Tú mataste a su amada ¿Recuerdas?

Fuma volvió a dormirse, el miedo que lo dominaba era tan grande que superaba a su propia alma. Pero por otra parte... por otra parte...

El Kamui oscuro se revolvió, maldito vidente. Casi había conseguido despertar a la única persona que tenía poder suficiente para eliminarle. Si Fuma creía que Kamui lo amaba, recuperaría el control del cuerpo. Pero por suerte notó como este volvía a dormirse en su interior. Ahora había llegado la hora de violar a Kamui, de hacerle oír al Fuma verdadero cuánto lo odiaba su amor. Y en el último instante justo cuando Kamui no tuviera ni un ápice de vida haría volver al Fuma bueno. Entonces todo el poder de los dos Kamuis explotaría autodestruyendo la zona protegida que Kamui creó. Sus planes habían salido mal, pero no tanto como esperaba. No había ni rastro de los otros y pesadísimos sellos, por otra parte sus siervos tampoco no daban señales de vida. Mejor, menos humanos pesados a los que asesinar. Se regocijo de placer... ahora tocaba divertirse.

Pero claro allí estarían los dos tortolitos dispuestos a ahogarle la fiesta. Bueno, daba igual. Hizo un salto y fue Torre de Tokio arriba. Subaru y Seishirou dejaron de verlo en unos segundos. Subaru aún seguía con la cabeza apoyada en el pecho del Sakurazukamori, miró hacia arriba e intentó levantarse. Pero Seishirou se lo impidió, Subaru estaba muy débil. Tanto físicamente como emocionalmente , otra lucha podía acabar muy fácilmente con su vida. Y no estaba dispuesto, pero por otra parte también sabía que Subaru no dejaría que Él marchase en ayuda de Kamui. No porque no confiase en él, sino que temía perderlo. Y si moría Seishirou, moría Subaru. Y al revés. Ahora Seishirou era presa de Subaru y Subaru como siempre y eternamente de Seishirou. Pero en caso de que el pequeño Kamui muriese sabía que sería Subaru quien tendría en su mano el poder de la salvación del planeta. Si Fuma atacaba a Subaru, Subaru mataría a Fuma. El hechizo de Hokuto aún estaba muy vigente en el cuerpo del joven. Él no tenía en su poder matar a Fuma , pero Subaru sí. Pero sabía que Fuma antes le mataría a él que a Subaru, dejando inmediatamente a Subaru fuera de combate.

Seishirou hay... hay que ir a ayudarr... ayu... da... ka.. - dijo Subaru con bastante cansancio.

No, mi amor debes descansar. Hemos de creer en que la muerte de tu hermana y la del vidente no ha sido en vano. Debemos confiar. - Seishirou no se creía ni lo que él mismo decía. Pero no quería verle preocupado o verle llorando otra vez.

Lo único que deseaba en ese momento era volver ha ver la sonrisa y sus ojos esmeraldas brillar. Acercó su rostro hacia él suyo, cogiendo muy suavemente de la barbilla. Lo besó con extrema ternura.

Mientras el dueño de la última Kekkai yacía inconsciente. El elegido sabía que al despertarse se encontraría a todo el mundo muerto. Muerto a manos de la persona a la que más amaba. No podía, por qué sabía que aunque él destruyera el mundo no le podría odiar. Pero aún así también sabía que su corazón se estaba consumiendo poco a poco y que cada minuto que transcurría en su letargo hacia que se sintiera más y más culpable. Cada muerte, cada herida, cada vida... Eran su responsabilidad, suya y únicamente suya. Pues él era el Elegido . El Elegido para proteger a la Tierra. El Elegido que luchaba en nombre del destino.

Por que él, Kamui Shirou, iba a demostrar de que el destino aún no estaba decidido.

Abrió lentamente los ojos. Y sintió como las lágrimas volvían a yacer de sus diamantes violetas. Kotori le avisó que la visión que tendría al despertarse no sería nada agradable. Pero jamás pensó que sería tan y tan horrible. Le avisó que muchos podían haber muerto, que otros yacerían heridos y que muy pocos serían los que saldrían totalmente ilesos. Notaba a todos los Ten no Ryu, los originales estaban vivos. Pero ninguno en buena condición. Estaban bien vivos pero nadie sabía cuando aguantarían en ese estado. Aún había Kekkais levantadas en Tokio. La suya y la de Subaru la primera, después había otra en Shibuya . Esa Kekkai era realmente extraña. Parecía una mezcla entre los chiis de algunos Ten no Ryu y... ¿Un Chi no Ryu? Notaba a Seishirou en perfecto estado y a Fuma acercándose peligrosamente hacia la cima de la Torre Tokio donde él estaba.

Miró los restos de Kotori esparcidos en el suelo. Oh dios! Las lágrimas le empañaron los ojos y le dio un vuelco su propio corazón. Él la quería, si bien no como esposa si como su mejor amiga. Pero ahora ella también le había dejado solo. Completamente solo. Y él no tenía el poder para hacer que Fuma volviera. Pero tenía que hacerlo, tenía que hacer que volviera. Tenía que salir el Sol para toda la humanidad ese día. Se estremeció, no solo tenía un miedo terrible de haber perdido todo cuanto amó. Sino de ver a Fuma como Chi no Ryu. Volver a ver esos ojos extremadamente fríos. Ver como le miraba con indiferencia o desprecio. Como un simple guijarro. Por fin entendía como se había sentido Subaru a lo largo de 7 larguísimos años y n o entendía como este había podido vivir con ese agobiante y asfixiante dolor en su corazón. Se le rompía el alma. Toda su seguridad que profesaba era solo una maldita y asquerosa capa superficial. Bien lo hacía para no preocupar a los demás. Ahora él los necesitaba. Pero temía que todos llevaban ya horas luchando por la causa y que en ese preciso instante todo el mundo dependía de él. Todos confiaban en él. ¿Pero como iban a confiar en alguien que no confiaba ni en si mismo?

Lo sabía iba a perder la batalla. Es que él NO podía ganarla. No tenía ni el valor de Sorata, ni la perspicacia de Karen, ni la inocencia de Yuzuriha, ni la esperanza de Subaru, ni la fortaleza de Arashi, ni la dulzura de Aoki... Él no tenía las cualidades para ser el Elegido y todo lo que representaba. Ahora solo era un caos de sentimientos que empezaban a aflorar tras meses y meses de represión.

Plaf plaf plaf - Kamui oyó unos aplausos de fondo y dio un salto hacia atrás...

Bonitos pensamientos querido mío... mi elegido... mi Kamui - dijo Fuma.

¿Pero cómo sabes lo que pienso, eh monstruo? - dijo Kamui intentando aparentar tranquilidad.

Simplemente por qué yo conozco todos los deseos de todos los seres humanos. Incluso él de el elegido.

¿Así y cuál es el mío según tú? - se burló de él Kamui.

Fuma se acercó con pasos felinos. Hasta encontrarse con Kamui cara a cara. Kamui se sentía desfallecer, al ver a Fuma todos los problemas del mundo desaparecían . Su fragancia inconfundible a lo largo de los años. La ropa de cuero extremadamente sexy, en la cual se marcaba todo lo posible y más. Su mirada color miel que hacía que se derritiese.

Mi querido ángel. Este es tu deseo. - dijo Fuma en un susurro a la oreja de Kamui.

Fuma se acercó aún más a Kamui. Cogió su barbilla con su mano. Acercándose peligrosamente observando los labios de su querido elegido, finos, delgados, dulces, apasionados, parecían una invitación a lo prohibido. Kamui soltó un gemido y Fuma no tubo que esperar más para besarle. Primero Fuma empezó con un beso casto, dulce y muy romántico. Cuando Kamui se separó un poco del otro elegido estaba rojo como un rubí. Su inocencia se reflejaba en el rubor de sus mejillas.

¿Acaso quieres que pare, mi amor? - dijo Fuma en tono muy dulce.

Mmmmnnn... - fue lo único que dijo Kamui pasando los brazos por detrás del cuello de su enemigo.

Ese no podía ser el destructor de los tiempos. Estaba seguro de que ese era su Fuma. Su adorable y amado Fuma. Estaba embriagado por la pasión del momento. En cambio el Kamui Oscuro sonrió en su interior. El inocente y puro Kamui había caído en su trampa. Llegó la hora de la diversión antes de la masacre y la destrucción.

Kamui hizo fuerza con sus brazos para poder a volver a rozar los sensuales labios de su amante. Este obedeció sin ningún tipo de esfuerzo. Pero antes de atarse aún a un beso más apasionado. Fuma lamió los labios de su Kamui estos eran aún más dulces que el propio azúcar. Y los dos jóvenes volvieron a unirse en un apasionado beso. Kamui abrió un poco la boca para proferir un gemido y Fuma aprovechó para meter su lengua en ella. Esta vez Fuma con su lengua empezó a recorrer toda la boca de Shirou. Rozando sensualmente la de Kamui y Kamui correspondiendo a la exigente lengua. Danzando entre deseos de fuego que hacia que cada vez la temperatura de ambos jóvenes empezara a rodear los cielos.

Después Fuma se separó un momento de los labios de Kamui . Centrándose en el cuello del joven. Tan fino, tan extremadamente blanco y puro. Como toda la pureza que rodeaba al joven. Se alegró de ser el primero y el último ser que tocaría al elegido. Al menos de esa forma, pues sabía bien que su monjigata hermana nunca le hubiera hecho esto al precioso ser que ahora tenía entre sus brazos. Kamui volvió a proferir un gemido como protesta, quería que sus labios se volvieran a encontrarse aunque no podía definir el placer que estaba recibiendo en ese justo momento.

Necesitaba a Fuma más que cualquier otra cosa existente en el planeta. Le necesitaba por qué él... él le amaba.

Las manos de Fuma se movían con exquisita maestría por el cuerpo del joven elegido. Por cada una de las delicadas curvas de Kamui. Tanteando por su piel, rozando con él. Fuma no pudo más y despojó al joven de su camiseta. Deteniendo el flujo de pasión durante unos instantes. Antes pero, Fuma cogió en brazos al pequeño. Rompió una cristalera y accedieron al interior de la Torre. Así podrían estar algo más cómodos como mínimo.

Una vez allí depositó al joven en una gran butaca. Y allí siguió la inspección de su cuerpo , esta vez lamiendo todo aquello que se antojase. Sus pezones erguidos como nenúfares . Fuma lamiéndolos y mordisqueándolos apasionada y fervorosamente. Kamui empezó a despojar a Fuma de la camisa de cuero que llevaba. Cuando después de 3 o 4 intentos fallidos lo consiguió el joven quedó maravillado ante tal obra de arte. Sus músculos tensos, esas abdominales perfectas , los pectorales tan bien definidos. A diferencia de su pobre constitución delgada. Fuma estaba francamente bien. Así que Kamui también empezó a morder y lamer donde se le antojaba. Tanteando su perfecto torso y esos pectorales que le estaban volviendo loco.

Fuma decidió que era hora de pasar al siguiente nivel... y empezó a desabrochar los pantalones de Kamui. Este le paró un momento y le dijo:

Fuma yo... te amó - dijo con el corazón en mano.

Yo también te quiero Kamui. - dijo sonriendo y con los ojos cerrados.

Mientras Fuma seguía desabrochándole los pantalones. Kamui se paró en secó. Algo no cuadraba no solo el hecho de la facilidad que el había dicho esas palabras, sino el tono frío de voz y la mirada desviada. Esa aura fría y diabólica. ¿Acaso... ?

Kamui le metió un puñetazo a Fuma. Y este cayó al suelo debido a lo poco prevenido que estaba. Kamui corrió otra vez hacia el ventanal y cogió la Shiken en mano. Esto ya era demasiado, el Kamui oscuro se había estado aprovechando de él. Fuma miró su entrepierna fastidiado, pero supo que si se quería desfogar lo tendría que hacer con un cadáver.

Devuélveme a Fuma. Maldito. - dijo Kamui. Fuma se rindió, él ya dejó de existir hace tiempo. - Le contestó el Kamui oscuro. Mentira, devuélvemelo.

Los dos Kamuis empezaron a luchar sin ningún miedo. Ahora Kamui ya no tenía miedo. En su interior sabía que Fuma aún vivía. Las Shiken se golpeaban entre sí Pero se notaba la clara superioridad por parte del Kamui oscuro. Kamui atacó a Fuma haciéndole un rasguño en el torso , a lo que a continuación Fuma casi le corta un brazo a Kamui. Haciéndole heridas por todo su cuerpo. Kamui empezó a sentirse exhausto. Ya no sabía que hacer. El Kamui oscuro cada vez lo tenía más arrinconado. Hasta que tropezó con... tropezó con... el brazo de la difunta Kotori. Kamui palideció y ese momento de distracción fue lo más fatal que podría haber sucedido. Fuma aprovechó para tirarle al suelo de la torre de Tokio. Dejando su cabeza justo hacía al vacío. Kamui se veía sin cabeza y no iba muy equivocado. Fuma le hizo un profundo corte en uno de los laterales del cuello. Después clavó la Shiken en su mano inmovilizándolo así. La sacó y Fuma se tiró encima de Kamui . Con la Shiken en mano y justo antes de asesinar a Kamui, este le dijo.

Fuma... yo te amo. Si mi muerte puede proporcionarte la felicidad mátame. Por qué este mundo sin ti, no tiene ningún tipo de valor para mí. - Dijo llorando el joven elegido.

Acto seguido Kamui besaba con pasión a Fuma. Ese era su primero y verdadero beso.

Entonces Fuma lo iba a matar. ¡NO LO HARÁS! Gritó alguien en su interior y lanzó la Shiken a metros y metros de distancia . A Fuma le empezó a doler mucho la cabeza. El maldito criajo se había despertado, este era su fin. Lo sabía. En su mente las dos personalidades se debatían. El verdadero Fuma obtuvo una espada a través del beso de Kamui. Y con esa espada , con esa espada partió en dos al ser oscuro. Pero este se multiplicó. Kamui al ver a Fuma con las manos en la cabeza moviéndose de un lado para otro retorciéndose de dolor. Lo paró, le miró a los ojos y le volvió a besar. Fuma no necesitó nada más, por fin era libre. Ya no tenía miedo del mundo. Por fin confiaba en la gente.

Kamui con lágrimas en los ojos abrazaba a Fuma. Hacía unos minutos había dejado de respirar. En el fondo de su corazón pidió, rezó por que volviera. Sin él, a él le daba igual el mundo. Cuando de golpe Fuma abrió los ojos de golpe y lo primero que vio fue a un ser con unas alas blancas preciosas y los ojos más bellos que jamás vería. Y ese ángel estaba llorando. Estaba llorando por él. Se abrazaron mientras un nuevo amanecer nacía en Tokio. La ciudad que nunca duerme.

Por que el destino aún no se ha decidido.

NA:UEEEEEEE!!!!Lo acabe lo acabe! Después de un año y 5 meses acabe el ficccccccc! Soy feliz. Hoy día 16 de agosto de 2003 a las 4:00 a.m. Acabe el ficccccccccccc!!!! Este capítulo lo abandoné hace 6 meses el último! No me atrevía a escribirlo debido a problemas, no tan solo los estudios si no además personales que no he estado de humor en estos últimos meses (bueno año) Anda que te zurzeeeeeen gárrulo!!!!! XD Wenu agradezco el apoyo de toda la gente que me ha animado a salir adelante. Ya que sin ellos hoy no escribiría esto.... (CHIHARU! Mii, ana, vane, arashi, eva, natalia, marta, rut, eli, victor, lidia, silvia, laura (mula), elena, christian, sergio, serika, fran, miwa, jeros, pau, julia, raquel, marc, kasuga, ori, mimi, mary, dubli, mika... a todos vaya (Sí, hasta las pesadillas como mijuel estan incluidas xDDD) GRACIAS X SER COMO SOISSSSSS!!!!! Y también me gustaría rendir un homenaje a cualquier que haya llegado hasta aquí. Y también a los grandiosos escritores de fics.... sin TODOS vosotros yo hoy no habría podido acabar la que es hoy mi primera obra! Anda pos comentarios ya sabéis lachicarebulucionaria@hotmail.com y cuando este lo suficiente pervertida esperaros para el epilogo; ¿Y fueron felices para siempre? Por qué esta claro que algo más hicieron los personajes aparte de acabar medio muertos ¿NO? Jejejeje ^***********************************^

PD; Espero que haya quedado claro que estos personajes son un 99% míos y 1% de Clamp no? XDDDD quizás legalmente nunca sea así.. pero yo cada vez que escribo un fic siento como si todos ellos fuesen míos y únicos.

BESAZOS! Rusaki.